¡Hola a todas! Aquí vuelvo con el segundo capítulo de este mini fic! Veremos a ver cómo transcurren estos cinco días para Killua, pero tengo la sensación de que no van a ser nada fáciles.

¡Muchas gracias a Hyuu Elric, Kzmiau y Akira yaoi por vuestros reviews! :D ¡Este capítulo va dedicado a vosotras!

Akira yaoi: ¡Hola Akira! Desde luego Gon va a hacer sufrir de lo lindo a nuestro pobre Killua xDD Qué penita me da u.u con lo feliz que es él con sus queridos Chocorobots! Espero que te guste el segundo capítulo :D Muchos besos!


-Día dos-

Lo normal cuando alguien se levanta con resaca es que tenga un dolor insoportable de cabeza, que no le apetezca hablar con nadie y que esté de muy mal humor, pero esa mañana, Leorio irradiaba felicidad.

Gon le había contado todo lo sucedido durante la noche anterior y ya estaba al corriente de la apuesta que había hecho con Killua Zoldyck.

— Así que el mocoso no puede comer chocolate durante cinco días… interesante…— murmuró mientras terminaban de desayunar unas tostadas.

— ¡Sí, Leorio! ¡Y si Killua pierde, no podrá probar ningún tipo de dulce durante un mes!

Leorio esbozó una sonrisa perversa. Tenía que conseguir como fuera que el mocoso fracasase y perdiese la apuesta. ¡Iba a ser un espectáculo verle sufrir durante esos días!

Killua, por su parte, permanecía tumbado en el sofá con unas ojeras que le llegaban hasta las mejillas, sin fuerzas ni para unirse a la conversación. Nunca se habría imaginado que le costaría tanto superar la primera noche y desde luego que sus amigos estuvieran mencionando cada dos por tres la palabra Chocorobot en el desayuno no ayudaba.

Molesto, se incorporó y hundió las manos en sus bolsillos.

— Killua, ¿no vas desayunar?— preguntó Gon con una tostada en la mano sin dejar de sonreír.

— No me apetece, Gon—. espetó— ¿No se supone que hoy íbamos a continuar buscando a los miembros del Genei Ryodan? — luego centró la mirada en Leorio— Si ayer un vejestorio que conozco hubiera estado investigando en vez de pasar el tiempo emborrachándose con Zepairu… ejem, ejem. Todo sería mejor si Kurapika estuviese aquí.

—¡Qué has dicho, mocoso!— Leorio, con el ceño fruncido se levantó de la mesa enfadado, pero inmediatamente se le ocurrió una idea e hizo como si no hubiera escuchado nada. ¿Killua quería fastidiarle? Él haría lo mismo. Tenía un plan— ¡Ahh! Ahora vamos a dar un paseo y a echar un vistazo por la ciudad, chicos. Aunque antes… me gustaría que fuésemos a un lugar.

— ¿A qué lugar, Leorio? — preguntó Gon curioso, con la boca aún llena de comida.

— Es un secreto—. murmuró el doctor sin dejar de mirar de forma misteriosa a Killua pero el chico lo ignoró por completo y volvió a tumbarse en el sofá.

Gon se impacientó.

— ¡Moo! ¡Leorio! ¡Dímelo! ¡Quiero saberlo!

El doctor soltó una risita.

— Tranquilo, Gon. Pronto lo averiguarás. Muy pronto.


Al cabo de unas horas, los tres chicos habían recorrido las calles de York Shin en busca del lugar secreto del que hablaba Leorio.

Gon parecía estar cada vez más entusiasmado por averiguar de qué se trataba y Killua lo único que quería era regresar al hotel para comer algo pues no haber desayunado había provocado que ahora sus tripas no dejasen de rugir y le daba demasiada vergüenza ir paseándose por la vida como si fuese una orquesta musical.

— ¡Ya hemos llegado, chicos! — exclamó Leorio con una sonrisa de oreja a oreja.

Killua se vino abajo cuando alzó la vista, que hasta ahora había permanecido pegada al suelo, y vio que frente a ellos se encontraba la tienda de dulces más grande de toda la ciudad.

— ¡Waa, Leorio! ¡Esto es genial!— exclamó Gon apresurándose a entrar.

— ¡Ehh, mocoso!— canturreó el doctor felizmente mientras le hacía un ademán con la mano a Killua para que los siguiese, pues había dado un paso hacia atrás instintivamente— No te quedes ahí. ¡Ven con nosotros!

Killua nunca había odiado tanto a Leorio como en ese instante. ¡Se la había jugado!

— Maldito…— murmuró dispuesto a largarse pero cuando se dio cuenta de que Gon regresaba a por él y lo cogía del brazo, no tuvo más remedio que entrar en aquel paraíso que ahora tenía prohibido.

La estancia estaba repleta de estanterías con infinidad de dulces. Había chocolates de todo tipo, helados de todos los sabores y al fondo, junto a una fuente de chocolate blanco, se encontraba una urna abarrotada de Chocorobots. Algunos de ellos eran de sabores nuevos, hasta ahora desconocidos para el chico de ojos azules.

Killua se quedó atónito, se le empezó a hacer la boca agua y estuvo a punto de abalanzarse sobre la fuente, pero rápidamente cabeceó para volver en sí.

¡Aquel sitio era peligroso! ¡No podía permanecer más tiempo allí si no quería volverse loco!

— ¡Oe, vámonos ya! ¡Tenemos que buscar a los miembros del Genei Ryodan! ¡No podemos perder el tiempo de esta forma! ¡Oe, Gon!

Pero Gon se había emocionado tanto que había empezado a coger todo lo que encontraba a su paso, dispuesto a llevárselo. Y no era el único. Leorio no se quedaba atrás, pues se había apoderado de una piruleta gigante hecha de tres tipos de chocolate que pensaba comerse en cuanto la pagase.

— ¡Killua!— exclamó Gon enseñándole unos nuevos Chocorobots que habían lanzado al mercado— ¿No quieres uno? ¡Ahh, gomen, lo olvidaba! ¡No puedes comer hasta dentro de cinco días!

Killua apretó los puños. ¿Cómo podía Gon hacerle algo tan cruel? ¡Se suponía que era su amigo! En ese momento la ira lo cegó y dedujo que todo había sido un plan de él y Leorio para que no pudiera resistirlo y cayese en la tentación.

— Me largo al hotel, Gon—. espetó dando media vuelta y alzó la mano a modo de despedida.

Gon se extrañó al ver que se enfadaba mucho. Después de todo, el chico no lo había hecho a propósito a pesar de que su amigo creyese lo contrario.

— ¡Pero Killua…!

Sin embargo, el Zoldyck ya había salido por la puerta.

Leorio, sintiendo que había triunfado, soltó una carcajada pero al ver que la preciosa dependienta de la tienda lo observaba como si fuese un psicópata, carraspeó y se ajustó las gafas haciéndose el interesante.

Gon, en cambio, se quedó en silencio, pensando en lo mal que lo debía estar pasando su amigo y volvió a mirar el Chocorobot que tenía en la mano. A pesar de que Killua no pudiera comer dulces hasta que finalizase la apuesta, podía comprárselo y guardarlo en el hotel para darle una sorpresa el fin de semana en caso de que ganase.

— Leorio, ¿crees que a Killua le gustará este nuevo Chocorobot? ¿O mejor compro éste?— preguntó ante un amplio surtido de sabores.

— Mejor llévale esto. Seguro que al mocoso… digo a Killua, le encantará—. comentó maliciosamente dándole una chocolatina que contenía trazas de pimientos rojos, pero Gon parecía haber tomado una decisión y lo ignoró por completo.

Una vez que finalizó la compra, ambos regresaron al hotel.


Killua no dejaba de removerse en el sofá. No sabía cuántas horas habían pasado pero que Gon y Leorio aún no hubieran vuelto lo estaba sacando de quicio.

Seguramente se habrían hartado de comer chocolate. ¡Sin él! Furioso, se levantó de un salto y empezó a dar vueltas de un lado a otro.

— ¡No puedo creerlo! ¡No puedo creerlo!

La puerta de la habitación se abrió estrepitosamente.

— ¡Killua! ¡Ya hemos vuelto!— exclamó Gon abalanzándose sobre él mientras saboreaba una chocolatina que llevaba en la mano— ¡Moo! ¿Por qué te has ido?

Killua no respondió. Sólo chasqueó la lengua y se apartó un poco.

Leorio en cambio, tuvo que empujar la puerta con el pie para cerrarla porque iba cargado con bolsas llenas de dulces. Intentando no tropezarse, se dirigió a la nevera que había en la habitación y comenzó a guardarlo todo, eufórico. De vez en cuando miraba de reojo a Killua para ver su expresión y se rió para sí mismo cuando se dio cuenta de lo estresado que estaba. Sólo había que fijarse en sus uñas. Se había dedicado a comérselas durante toda la tarde.

— Killua, no te preocupes—. repuso Gon sin dejar de masticar la chocolatina— Estos días pasarán rápido, ya verás. Si consigues aguantar hasta el viernes, volveremos a ir a esa tienda y podrás comer todo lo que quieras. ¡¿Verdad, Leorio?!

— Sí, sí, claro—. el doctor esbozó una falsa sonrisa mientras continuaba colocando los dulces en la nevera para que no se derritiesen.

Killua, por su parte, durante todo el tiempo que había estado solo, había preparado un discurso dispuesto a echarle la bronca a Gon, porque quería decirle un par de cosas que no le habían gustado en absoluto pero cuando vio la mancha de chocolate que tenía junto a la boca, se quedo mudo.

Instintivamente, se pasó la punta de la lengua por esa zona.

— ¿Killua?

— Ehh, sí, Gon. Claro. El viernes—. contestó rápidamente. Había empezado a ponerse muy nervioso y no sabía por qué. Pero esa mancha de chocolate en la comisura de los labios de Gon lo estaba matando.

Lo estaba tentando demasiado.

''Me apetece probarlo''

Ante ese pensamiento, se asustó. ¡¿Probarlo?! ¿Directamente de la boca de Gon? ¡¿Acaso se había vuelto loco?!

Sintió un calor extraño recorriéndole todo el cuerpo hasta llegar ahí abajo.

¡Eran los efectos secundarios! ¡Tenía que ser eso! Había leído sobre ellos en una revista hacía mucho tiempo. Al parecer cuando alguien tenía adicción hacia algo y lo dejaba, aparecían los llamados efectos secundarios. ¡Pero él no era ningún adicto! ¡No tenía por qué estar pensando en lamer la boca de Gon ni en probar el chocolate de sus labios! ¡Ni siquiera debía replanteárselo!

Sin embargo, era incapaz de apartar la mirada de la boca de Gon.

— Killua, tienes mala cara—. añadió el moreno al ver que su amigo, que hasta ese momento había estado muy pálido se empezaba a poner muy rojo, como si le hubieran dado una bofetada.

Killua por fin reaccionó.

— ¡Límpiate la boca, baka!— gritó ofuscado y eso fue lo último que dijo antes de girarse bruscamente sobre sus talones para irse a dormir. Iracundo se dejó caer sobre la cama y se echó las sábanas por encima, cubriéndose por completo.

Gon inclinó un poco la cabeza y lo miró sin comprender nada. Luego se aproximó a Leorio.

— ¿Crees que Killua estará bien?

Leorio, que había observado cada detalle de la escena y se había percatado de la reacción del Zoldyck, contuvo la risa y carraspeó.

— Ohh sí, Gon—. repuso tranquilamente— Ahh, hay algo importante que tengo que decirte. Mientras estuvimos separados estos últimos meses, ya sabes que estuve leyendo y estudiando muchos libros sobre medicina—. comentó seriamente— Y en uno de esos libros leí que cuando una persona, en este caso el mocoso, tiene algún tipo de adicción, lo mejor es exponerlo durante todo el día. Cuanto más, mejor. Así terminará superando su obsesión por el chocolate.

Gon lo miró sorprendido.

— ¡¿De verdad?!

Leorio asintió muy convencido.

— ¿Qué te parece si mañana nosotros desayunamos pastel de chocolate, Gon?— inquirió intentando contener en vano la sonrisa diabólica que se dibujaba en sus labios— No te preocupes, yo me encargaré de preparar algo para el mocoso. Quizá una ensalada o un poco de pan y agua.

— ¿Eso ayudará a Killua?

— ¡Claro que sí! ¡Cuánto más tiempo pase rodeado de chocolate, más pronto lo superará!

Gon, siendo tan inocente como era confió plenamente en su compañero. Después de todo lo que más quería era ayudar a Killua y si tenía que tomar un pastel de chocolate con Leorio y saborearlo delante de él, así lo haría.

¡Todo era por el bien de su más preciado amigo!


¡Ohhhh! ¡Las cosas se complican! Killua está empezando a tener pensamientos extraños hacia Gon aunque él piensa que se debe a los ''efectos secundarios'', por estar tantas horas sin probar chocolate! ¡No se lo cree ni él! xDD Y desde luego, Leorio tiene muy mala leche! Cómo está disfrutando con todo esto! En fin, espero que os haya gustado este capítulo. Ah, por cierto, qué mono Gon queriendo comprarle un Chocorobot a Killua para dárselo cuando pasen los cinco días de la apuesta, ¿no creéis? *-*

¡En fin, volveréeee! ¡Muchos besos! :D