Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto

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Angiie 3

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De cómo nos conocimos.

Miré a mí alrededor nuevamente para asegurarme de que el lugar que había escogido para sentarme esa mañana estaba lo suficientemente escondido como para pasar desapercibida por los últimos 30 minutos que faltaban para que terminara la clase. Suspiré relajada y me recosté sobre la mesa de mi pupitre. Pasados unos 5 segundos mi mente ya se encontraba lejos del salón. Siempre me había parecido que el salón de clases y en medio de una muy aburrida clase de biología era un buen lugar para imaginar cosas interesantes. Lo que sea, con tal de estar lejos de esa clase. Sin embargo en ese momento, yo Sakura Haruno, estudiante de medicina y la persona más distraída del mundo… ya me encontraba pensando en algo que simplemente me parecía absurdamente interesante. Él.

Me permití por un momento pasear mi mirada por todo el salón buscando algo interesante, pero fingiendo que mi concentración absoluta estaba en ese salón aburrido y en esa materia que despreciaba. Y de pronto, la esperada distracción llegó. A penas había bastado con que mi compañero de junto batiera sus espesas pestañas por un leve parpadeo para que yo… bueno, para que yo me concentrara más en él. Mordí mi labio inferior tratando de contener una sonrisa estúpida, pero era demasiado tarde. Él me gustaba. Me hacia suspirar de una manera absurda, me hacia morderme los labios ante la expectación por saber que diría o haría, él me hacia sentirme locamente enamorada.

Giré discretamente el rostro a mi derecha para mirarlo. Escondí un poco mi rostro con los mechones de mi cabello que se soltaron de la goma con que me había amarrado el cabello esa mañana. Pude verlo por un par de segundos. Su cabello revuelto, sus pestañas largas y espesas, sus manos tan grandes y masculinas, sus labios delgados… su mirada profunda sobre mí al sentirse observado.

Regresé la mirada al frente y dejé salir un suspiro. Definitivamente la discreción no era lo mío.

-Sakura, no estarás distraída de nuevo ¿O sí? – Le escuché decir cerca de mi oído.

Giré de nuevo el rostro para encararlo. Él me estaba sonriendo. Y yo podría jurar que estaba a punto de hiperventilar.

-N…No – Respondí.

-Menos mal. – Acercó su mano a la mía y dejó que su dedo meñique se enrollara con el mío en un sutil y rápido movimiento. – No quisiera que te perdieras de estos temas tan importantes por mi culpa.

-Tú… no tienes la culpa – Sentí mis mejillas arder ante el momento que estábamos compartiendo.

-Supongo que el sentarme a tu lado para poner a prueba tu concentración ha sido mala idea, ¿te sentirías más cómoda si me sentara en otro lugar?

-¡Por favor, no! – Alcé sólo un poco la voz. Él apartó su mano de mí y fingió toser para ocultar la risa que le provoqué.

Volví la mirada rápidamente a la libreta que tenía en mi mesa y apunté un par de tablas que estaban en el pizarrón sólo para fingir que mi atención estaba en el salón de clases y no en Sasori.

-Sakura, eres tan linda – Dijo en cuanto se repuso de la risa. – La forma en que intentas pasar desapercibida me parece de lo más adorable.

-Y tú, Sasori, debes disfrutar mucho torturarme. – Le respondí fingiéndome ofendida.

-Sólo un poco. – Volvió a tomar mi mano, esta vez entrelazando todos sus dedos con los míos. – Soy el mejor novio del mundo, ¿no?

Asentí mientras trataba de prestar atención a los últimos 5 minutos de clase.

El mejor novio del mundo y yo llevábamos saliendo casi 4 años. El tiempo que llevábamos en la facultad estudiando juntos. Él planeaba convertirse en un médico cirujano, él creía que el verdadero arte radicaba en la belleza eterna, aunque fuese por operaciones. Y yo, yo quería ser pediatra, aunque no estuviese muy segura aún del porqué. Y entonces, noté que nuevamente me había distraído.

En cuanto el timbre sonó, me levanté de la silla apresurada y tomé mi mochila para guardar mi libreta y bolígrafo. Al fin era viernes y cada segundo contaba. Escuché unos pasos acercándose a mí y pese a que esperaba encontrarme con mi novio al voltear, era mi mejor amiga, Ino, quien estaba mirándome sonriente.

-Sakura, los chicos y yo iremos al cine, ¿vienes? – Dijo en una mezcla de emoción y prisa.

-Ah, Ino, ¿aún no salimos del salón y ya hay planes? – Respondí divertida.

-Bueno, la noche es joven. – Su sonrisa se ensanchó. ¿Vamos?

-¿Qué película verán?

-Lo más próximo que pasen a la hora que lleguemos. – Respondió.

-¿Entonces no hay planes? – Una sonrisa se asomó por la comisura de mis labios. Amaba esos días en los que simplemente hacíamos algo sin planearlo.

-No hay planes – sabia, por su tono de voz, que ella estaba tan emocionada como yo. - ¿Entonces… vienes? – Sasori carraspeó. Ino volvió el rostro hacia él y su expresión cambió. – Por supuesto, tu estúpido novio también está invitado.

Miré a mi novio. Esa palabra me hacia sonrojar y posteriormente sentía el cosquilleo en el estomago típico de una estúpida enamorada.

Sasori levantó su mochila del suelo y se la colgó en el hombro.

-No puedo, Sakura. – Dijo antes de que siquiera pudiera preguntar – Lo siento, pero tengo que estudiar unos temas para el lunes. ¿Te llevo a casa?

-La llevaré yo, Sasori. – Ino le respondió antes de que yo pudiese decir algo.

-Sí, bueno, quisiera escuchar la respuesta de ella.

-Ahh, está bien si me llevas a casa a cambiarme de ropa… ir con el uniforme no…

-Creí que pasaríamos la tarde juntos. – Sasori lucía enfadado.

-Vaya… genial – Ino bufó. – Escucha, Sakura… te veo afuera, ¿sí? – Ino hizo una mueca. La conocía tan bien como para saber que en realidad se estaba yendo porque no quería ver más a Sasori. Y que simplemente lo hacía por mí. Ambas sabíamos que los niveles de paciencia de Ino se iban al caño cuando Sasori estaba cerca.

En cuanto Ino salió del salón, regresé la mirada hacia Sasori.

-Creí que dijiste que tenías que estudiar…

Sasori me miró por unos segundos y luego balbuceó algo que no pude entender.

-Como sea, si estás ocupado ¿podemos vernos mañana?

-Claro, yo me iré a mi casa a estudiar mientras mi novia sale a divertirse con la… – Bufó – con la fácil de su amiga y con quién sabe quiénes más. Dime algo, cuando ella dice "los chicos y yo" ¿se refiere a ustedes acompañadas por hombres…?

-Oh, vamos, Sasori… – Qué absurdo. – Ella se refiere a mis amigos.

-¡¿Amigos?! – Oh, se estaba poniendo tenso el asunto.

-Ya sabes, Naruto, Shikamaru…

-Naruto, Naruto… – Balbuceó – ¿Por qué rayos siempre tiene que ser él?

-Pues es mi amigo, lo sabes – A pesar de todo, trataba de mantenerme tranquila.

-De manera que yo no puedo tener amigas y tu si amigos… – Que drama.

-No… – Traté de contener mi mano echa puño muy cerca de mi muslo. No quería que impactara contra alguna parte de su anatomía, no por ahora. – Sabes, tú eres quien menos debería hacerse la víctima.

-Oh, ¿me vas a volver a reprochar el pequeño error que tuve?

-¿Pequeño error? – Sonreí sarcástica – Tu sabes que yo trato de hacer de cuenta que no pasó nada, aún cuando fui la burla de todos, aún cuando mis amigos me aconsejan que…

-¿Tus amigos? – Gritó – Te diré que pienso de tus amigos… Los detesto. Sabes que no quiero ver a Ino contigo y aún así... Sakura, ¡demonios!

Llevó sus manos a su cabeza y tiró un poco de sus cabellos rojizos. Bajó la mirada y la posó fijamente en mí. Pude sentirme por un breve instante perdida en esa mirada que me desarmaba. Dejé que respirara por unos segundos. Ya sabía que cuando se exaltaba no llegábamos a nada.

-Sasori, sabes, en verdad no sé como una cosa llevo a la otra… – Traté de calmarme. – Pero en verdad quiero pensar que ambos estamos cansados y sólo necesitamos des estresarnos un poco.

-Lo sé.

-Sé que no te agrada Ino, pero es mi amiga. Y Naruto es mi mejor amigo de la infancia… jamás lo vería de otra forma. – Bufé – Te amo a ti, en serio.

Sasori suspiró y cerró los ojos por un breve par de segundos. Yo agaché la mirada encontrándome con mi goma de borrar debajo de mi silla y pensé en recogerla, cuando sentí unos brazos enrollarse en mi cintura. Eran esos brazos largos y fuertes que amaba que me abrazaran. Sus manos se posaron en mi espalda baja atrayéndome más a ese delgaducho pero perfecto cuerpo que me hacia suspirar. Recosté mi cabeza sobre su hombro y aspiré de su perfume.

-Ayúdame – Sentí sus labios en mi oreja y después en mi cuello.

-¿A qué? – Suspiré.

-A relajarme.

Sus manos bajaron a mi trasero y después las subió un poco trayendo consigo la falda.

-Sasori, sabes algo... estamos en el salón – Traté de apartarlo un poco de mi – Cualquiera podría entrar… algún maestro…

-¿Y? – sentí sus labios recorrer mi clavícula. – Ellos no se alarmarían. Ellos son médicos, nos enseñan anatomía, la belleza del cuerpo humano… y entre mis brazos tengo una belleza incomparable.

Sus palabras me hicieron estremecer por un instante. Me desarmaron por completo y me quedé quieta, débil, insensata ante él.

-Sasori yo aún así creo que aquí… – Un gemido muy débil escapó de entre mis labios cuando sentí sus manos acariciar mi costado y subir mi blusa hasta por arriba del ombligo.

-Bien. – se separó de mi dejándome helada.

-Yo no dije que no, sólo que…

-Lo sé. – Me calló. – No pararía anqué gritaras… aunque sinceramente eso quiero que hagas.

-¿Entonces…?

Sasori me tomó de la mano y me arrastró por el casi vacío pasillo de la facultad y abrió una puerta que casi siempre estaba cerrada.

-¿Qué es…? – Dije a la oscuridad.

-Donde guardan material que no usan en los salones – Dijo cerca de mí. La oscuridad me impedía verlo, pero podía escuchar como palmeaba sus manos en la pared buscando hasta que comprendí que buscaba un interruptor para encender la luz.

-¿Ya habías venido aquí antes? – Dudé mientras le veía sacarse la camisa.

Sasori me miró y sonrió de lado. No sabía si era una sonrisa cínica o sí él estaba excitado.

-Ven, cariño. – Dijo sin responder mi pregunta. Sasori se acercó de nuevo a mí y me besó.

Y pese a que esperaba algo tierno y suave de él la realidad de su hinchado bulto chocando contra la parte baja de mi estómago me hizo darme cuenta de que esto no sería tan tierno como necesitaba.

Él se separó de mí, me miró fijamente y me sonrió. En ese momento yo no era consciente del poder que cualquier gesto proveniente de él ejercía sobre mí. Gemí sin querer dándole oportunidad de que profundizara más el beso. Sasori dejó que su lengua entrara en mi cavidad bucal y que la recorriera por completo. Podía sentir nuestra saliva mezclándose, nuestras lenguas encontrándose y saludándose después de mucho tiempo sin encontrarse. Mis manos en algún momento llegaron a su pecho y le desabroché botón por botón hasta que dejé expuesta su cremosa piel para juguetear con ella un rato. Dejé que mis largas uñas recorrieran su torso y subieran lentamente a sus hombros, para entonces ambos ya necesitábamos con urgencia respirar. Sasori se separó de mí y en el instante en que mi consciencia regresó por unos breves segundos, noté lo peligroso de la situación, así como de su miembro palpitante rozando mi bajo vientre. Sasori puso sus manos sobre mi trasero y sentí como deslizaba el cierre de mi falda hasta liberarme de ella. Sentí la tela caer alrededor de mis pies y sus manos cálidas buscando el contacto con mi piel, mientras sus dedos jugaban con el borde de mi ropa interior. Y en ese momento, yo sabía que ya no habría vuelta atrás. Me tomó del trasero y con rapidez hizo que enrollara mis piernas en su cintura mientas acariciaba descaradamente mis pechos aun cubiertos en tela. Escuché el ruido de una cremallera bajarse y algo pesado deslizándose hasta caer al suelo. Me separé sólo un poco de él para levantar mi blusa…

Cuando le conocí.

Alguien abrió la puerta de golpe, sin embargo ese alguien no entró al pequeño cuarto. Sasori me soltó y se agachó rápidamente para subirse los pantalones. Yo trastabillé un poco por el susto y por la forma brusca de Sasori al soltarme, aún así traté de subirme la falda mientras no apartaba la vista de la puerta por la que sólo entraba la luz del corredor. Mis manos tenían problemas para subir el cierre y mis piernas estaban temblando. En lo más profundo de mi subconsciente estaba rezando porque no fuera algún maestro o algún chismoso que nos fuera a delatar. Una voz masculina me hizo implorar con más vehemencia por nuestro perdón.

-No tengo intenciones de discutir en el pasillo de una facultad en donde ni siquiera estudio, así que metete, agáchate, abre la boca y haz que vuelva a contentarme o te juro que…

Sea quien sea, dejó de habar en cuanto nos vio boquiabiertos, semi vestidos y agitados en medio de ese pequeño cuarto. Entonces pude ver mejor de quien se trataba. Alto, delgado, cabello negro y ligeramente revuelto, ojos negros, piel pálida y con facciones finas. El tipo era demasiado atractivo. Tenía una mano tomando fuertemente el brazo de una chica rubia que sólo había visto una vez cuando se postuló como presidenta de la sociedad de alumnos

-Oh, lo siento… – Mmm, la voz del tipo también se escuchaba bien. Ronca y fuerte. Una parte de mi se preguntó, ¿Cómo se escucharía esa voz gimiendo? – No sabía que estaba ocupado.

-En realidad… yo… nosotros – Quise hablar.

-Eh, amigo, súbete la cremallera… – Dijo burlonamente a Sasori – Lamento haberles interrumpido, pero… – Se detuvo de momento y giró el rostro para observar de nuevo a Sasori. – Vaya, vaya… ¿no tienes llenadera?

Volteé a ver a Sasori, pero simplemente él estaba pasmado. Pude ver sus ojos abrirse sorprendidos, al igual que su boca.

-¿Disculpa? – Volví a mirarle.

-Hmp. Cada vez más lindas. – Bufó burlándose – Hasta luego. – Y cerró de nuevo la puerta.

-¿Qué quiso decir, Sasori? – Pregunté mientras buscaba mi mochila en el suelo.

Le escuché tragar saliva.

-No tengo idea. – Respondió. – Se ha de haber confundido de persona.

-Oh. – Me colgué la mochila en el hombro y abrí la puerta del cuarto encontrando el pasillo ya completamente vacío.

-¿A dónde vas? – Me giré para ver a Sasori con las manos abotonándose la camisa y caminando detrás de mí.

-Con Ino.

-No habíamos quedado en eso.

-Lo sé.

-El tipo que interrumpió… ya se fue, podemos…

-No, gracias – Dije caminando apresurada. – Demasiadas emociones por una tarde.

Me había llevado el susto de mi vida y aún así quería seguir corriendo el riesgo. Estaba bien loco si creía que le seguiría el juego de nuevo. Estaba preparada para una nueva discusión, pero ya no me importaría estando el pasillo tan vacio como estaba. Pero ninguno de los 2 dijo palabra alguna, al menos hasta que llegamos al estacionamiento.

-Que te diviertas. – Murmuró pasando junto a mí.

Sasori caminó apresurado por el estacionamiento, el cual era muy grande considerando que era el estacionamiento de todas las facultades que tenia la universidad.

Maldije internamente por lo débil que era y le seguí hasta su coche.

-Espera, Sasori. – Grité tratando de detenerlo. – No quiero que te vayas así…

Él se detuvo y miró a su izquierda. Un grupo de chicas estaban sentadas bajo la sombra de un árbol. Sólo pude reconocer a una de ellas. La razón de mis problemas, de nuestros problemas.

-Te hablo en la noche, ahora ve con tu amiguita. – Susurró Sasori mirándome fijamente. Hizo un ligero movimiento con su cabeza señalándome a cuyo coche estaba estacionado junto al de él. El de Ino.

-¿Sin despedirte de mí? – Mordí mi labio inferior. Me puse de puntillas para alcanzar sus labios, pero él se dio la vuelta apresurado dejándome ahí parada.

Me quedé helada como por 30 segundos.

-Eso fue romántico – Dijo Ino en cuanto llegué junto a ella. Ambas vimos a Sasori mientras arrancaba su coche y salía del lugar donde estaba aparcado.

-Y que lo digas.

-No pienso opinar nada al respecto – Ino subió a su auto.

-¿Por qué no? – Dije subiéndome también.

-Nunca me haces caso – Respondió como si fuera obvio.

-Bueno, te agradezco que no lo hagas. – Me puse el cinturón de seguridad

-Lo odio. –Arrancó el coche – Y tú sabes por qué. – Ino maniobró para poder salir del aparcamiento y luego rumbo al cine.

-Sí. – me limité a responder.

-¡El tipo te engañó! – Ella gritó.

-Bueno, técnicamente el… no fue tan así como un engaño – Traté de disculparlo.

Ino se detuvo frente un semáforo en rojo y me dio un ligero golpe en el brazo.

-¡Estás demente! – Soltó – Lo vimos besándose con otra chica, y lo sabes.

-¡Fue sólo un beso! - Lo eludí. – Además… estaba ebrio.

-Estaba fingiendo que estaba ebrio. Créeme, yo sé bien de esas cosas. – Arrancó de nuevo. – Escucha, tú y yo sabemos que el peor error que cometiste fue perdonarlo. Volviste con él aun que unas semanas antes se había paseado por todo el campus con aquella chica de administración.

-No necesitas recordármelo, la tipa estaba en el estacionamiento y él la vio.

-Claro que la vio, se siguen viendo a escondidas. – Ino gritó.

-No lo sé, ha cambiado. – Traté de ocultar mi rostro del de ella.

-¿Cambiado? – se burló. – Sakura, tú y yo sabemos que desde que volviste con él la única que ha cambiado has sido tú.

-No es verdad, sólo…

-Escucha – Me interrumpió en cuanto detuvo el coche. – No diré nada más. Tu estas enamorada y crees ciegamente en él y yo le odio y sigo creyendo que es un cretino. Sabes que cuentas conmigo para patearle en los… ahí, sí te llegara a lastimar de nuevo. – Suspiró – estoy muy arrepentida de no haberlo hecho la primera vez que te hizo llorar. Y ahora, vamos. Es viernes y hay que dejar la medicina descansando, al menos hasta el lunes.

-De acuerdo. – Ambas bajamos del auto.

-Y acomódate el cuello de la blusa, Sakura. – Rodó los ojos – Me da cosa saber que ese degenerado pone sus manos sobre ti… y otras cosas dentro de ti.

Me sonrojé ante su comentario y acomodé el cuello de mi blusa. Comprobé que el resto de mi ropa estaba en buenas condiciones y caminamos en silencio por toda la plaza.

En cuanto encontramos a nuestro siempre fiel grupo de amigos, mi mente me dio un respiro de Sasori.

Además de Ino, el grupo estaba incluido por mi mejor amigo, Naruto, Hinata, Shikamaru y Sai. Naruto estudiaba ciencias políticas, quería ser algo así como un presidente. Hinata estudiaban administración. Shikamaru estudiaba leyes y Sai artes y pintura.

Vimos la película que empezaría en 15 minutos, una de superhéroes, y en vez de prestarle atención, Ino y Naruto discutían acerca de quién era más poderoso. Shikamaru se había quedado dormido casi cerca del final y Hinata y yo chillábamos de emoción cuando el protagonista salía sin camiseta. Sai había sido el único que miró fascinado la película.

El resto de la tarde la pasamos riendo cada 5 minutos. No podía imaginar una mejor forma de disfrutar un viernes.

-Se los juro, Thor es el mejor. – Naruto argumentó mientras cenábamos hamburguesas en el restaurante de la plaza.

-Pues te juro que él puede castigarme con ese enorme "martillo" cuando quiera. – Ino respondió causándonos gracia por el doble sentido de sus palabras.

-Ni en tus sueños… – Shikamaru se burló de ella.

-En mis sueños…– Ino se mordió los labios – no sólo me castigaría con ese "martillo".

Shikamaru dejó caer su cabeza hacia atrás resignado.

-Así que, Naruto, ¿no dijiste que habías invitado a un amigo? – Sai preguntó repentinamente cambiando el tema.

-De hecho lo hice. – Respondió mientras jugaba con una papa frita.

-¿Y qué sucedió? – Quise saber.

-Dijo que estaba ocupado.

-¿Quién era? – Hinata, la novia de Naruto, le cuestionó.

-El tipo que estudia administración, Hina. – Le respondió dándonos a entender que sólo Hinata y él le conocían.

-¿Y cómo es?

-Pues… es normal, supongo. – Respondió encogiéndose de hombros.

-Es un chico, Hinata debes describirlo tú. Las mujeres ponen más énfasis para describir a algún chico. – Shikamaru comentó.

-Bien – Se aclaró la garganta – Él es… completamente normal. – Se encogió de hombros, como Naruto.

-Genial. – Sai sonrió claramente divertido.

-¿Y porque tardaron tanto en llegar? – Naruto nos miró a Ino y a mí.

-Bueno, la señorita Sakura no se quería separar de su novio… Bueno, más bien al revés.

-Nosotros solo estábamos conversando…

-Claro. – Ino rodó los ojos.

-Oh, ¿les cuento algo? – Quise cambiar de tema – Sasori y yo estábamos conversando en el pasillo de mi facultad, cuando vimos a una pareja entrar a un cuarto que creo usan como bodega. Fue gracioso porque el tipo dijo que ni siquiera era de esa facultad y estaba con Shizuka, la chica que se postuló hace un año para presidenta… ¿la recuerdan?

-Oye, oye… – Naruto me interrumpió – El chico que estaba con ella era uno de cabello negro, alto y cara de idiota.

-No – Respondí – Era alto, delgado, cabello negro, brazos fuertes, atractivo, espalda ancha…

-¡Alto! – Ino me detuvo – ¿Por qué no conozco a semejante Dios que describes?

-Es Sasuke Uchiha. – Hinata respondió. – ¿Cierto, Naruto?

-Sip. – Tomó un sorbo de su refresco. – El amigo que debía venir, pero que estaba "ocupado"

-¿Cómo puedes estar tan seguro? – Shikamaru cuestionó.

-Fácil. Cuando le fui a invitar, me dijo que estaría ocupado con Shizuka castigándola por haberle dejado con las ganas la semana pasada. Dijo algo de hacer que se pusiera de rodillas para pedirle perdón y luego me dijo: "será en otra ocasión":

-Bueno, pues cuando les vi entrar al cuarto él le dijo que se pusiera de rodillas y no precisamente para que le pidiera perdón.

-Eso lo puedes apostar. – Ino enrolló un mechón de su cabello en su dedo índice.

-¿Entonces ellos son pareja? – Shikamaru cuestionó.

-No lo creo – Naruto aseguró – Es sólo que mi amigo sabe… sabe aprovechar cuando le ofrecen algo.

-Qué manera tan romántica de llamar a alguien que sólo busca sexo.

-Pues aparentemente le funciona – Hinata se encogió de hombros – Nunca le he visto sin alguna chica. Aunque no siempre sea la misma.

-Bueno, así son los hombres. – Ino sonrió – si tu no les das lo que buscan… ellos buscaran otro lado donde se los den.

-Espera… ¿qué? – Shikamaru protestó.

-Es la verdad. Y sabes que no puedes negarlo.

Shikamaru sonrió y no protestó más.

Mientras Ino manejaba de camino a mi departamento sus palabras no dejaban de retumbar en mi cabeza: "Sí a un hombre no le das lo que busca, ellos buscaran otro lado donde se los den" Y no es como si nunca hubiera tenido sexo con Sasori, pero… ya me había engañado una vez. Aunque sólo haya sido un beso, o eso decía él.

En cuanto bajé del auto, me despedí de Ino y corrí a mi departamento. Quise escuchar los mensajes en la contestadora, pero no había nada. Ni un mensaje, o llamada, nada. No quería sonar alarmista, pero… la chica estuvo ahí y él se puso más frio de lo normal.

-Que no sea lo que estoy pensando, porfi. – suspiré mientras me metía en la ducha.

Tomé un poco de shampoo y lo pase por mi húmedo cabello mientras trataba de liberar todo el estrés que se había acumulado en mi ser esa semana, sobre todo en las ultimas 10hrs. Pero nada funcionó. Y sólo media hora después del baño más rápido de mi vida ya estaba parada frente a mi departamento tratando de parar un taxi.

Iría a ver a Sasori, iría a terminar lo que empezamos, iría a demostrarle que esa chica no era para nada como yo.

Así que básicamente en cuanto me baje del taxi, corrí desesperada mientras buscaba en mi bolso las llaves de su departamento. Él sabía que yo tenía un juego de llaves, pero también esperaba sorprenderlo. No era sorpresa para él que yo tenía la mala costumbre de no avisar cuando iba a visitarlo.

Muy mala costumbre.

Era un manojo de nervios mientras intentaba que la llave entrara apropiadamente en la cerradura de su puerta. Entré tratando de hacer el menor ruido posible y lo busque con la mirada por la sala, la cocina y finalmente caminé hacia su habitación.

Mientras avanzaba, iba desabrochando mi blusa. Seguramente mi novio estaría en la cama y yo llegaría lista para él. Abrí la puerta y un olor a sexo y el perturbador ruido de unos chillones jadeos me golpearon de frente.

-¡Sasori! – Grité en cuanto abrí la puerta de su recamara y les vi. Más bien vi la espalda de ella. Sus largas piernas a los lados de la cintura de mi novio y sus caderas subiendo y bajando al ritmo que las manos de él clavadas en su trasero marcaban.

Estaban en la cama. Ella sobre de él, él tocando con sus manos cada centímetro del cuerpo asqueroso de ella. Hasta me había sentido muy estúpida para haber ido a verle, él siempre me decía que le encantaba cuando le visitaba de sorpresa, así que traté de sorprenderlo esa noche. Había planeado todo el camino nuestro encuentro y la posterior reunión que tendríamos en la cama. Pero aparentemente mi novio había buscado algo más interesante o a alguien más interesante para meter en su cama.

Mi grito no les detuvo. Por el contrario, fui testigo de cómo mi novio llegaba al clímax gritando de placer mientras clavaba sus ojos grises en mí.

La rubia se giró a verme y sonrió con el pecho subiendo y bajando por la agitación. Pude reconocerla como la chica con la que él me había engañado, a la que supuestamente sólo había besado. Era ella, de nuevo.

Mi cuerpo entero se lleno de rabia, asco y supe que si no salía en ese instante de esa habitación, tomaría lo primero que llegase a mis manos como arma para asesinarlos.

-Sakura… – Sasori finalmente dijo empujando a la rubia a un lado de la cama. – No sabía que vendrías.

-Me queda muy claro que así fue. – Respondí con la voz quebrada por las ganas de llorar.

-Yo sólo… bueno, nosotros… – Sasori caminó hasta pararse frente a mí. Me tomó por los hombros y me miró con ternura, rogándome silenciosamente que le escuchase. – Esto sólo es… yo…

-¿Por qué no la invitas a unirse? – la rubia dijo en tono de burla mientras cubría su curvilíneo cuerpo con una bata de seda que yo solía usar cuando pasaba la noche en ese departamento. El asco recorrió mi garganta pidiéndome a gritos vomitar la bilis acumulada.

-¿Qué has dicho? – Dije con rabia.

-Puedes largarte, creo que es obvio que Sasori y yo nos estábamos divirtiendo, si sólo te vas a quedar ahí viendo… bueno pues, debes irte. Estorbas.

Deseé en ese momento arrancarle cada mechón de su cabello uno a uno con mis propias manos.

En su lugar simplemente hice lo que una mujer con clase y educación como yo haría en un momento así. Suspiré tratando de relajarme aún con Sasori frente a mí, aparté sus manos de mis hombros y cuando le vi tensarse, le sonreí tratando de inspirarle tranquilidad. Él estaba desnudo, no necesitaba bajar la mirada para saber que tenía sus partes íntimas expuestas a mí. Así que tomé a Sasori por los hombros, acerqué mis labios a su oído y le dije:

-Que te vaya bien, querido.

Entonces subí la pierna derecha –La más fuerte, según yo– Y le di una patada donde más le dolería. Sasori abrió los ojos por completo antes de caer arrodillado ante mí, cubriéndose las partes con sus manos y gritando de dolor.

Y ahí lo tenía. Justo como lo quería. De rodillas y mirándome fijamente.

-Todo tuyo, querida – Le dije a la rubia, la cual había perdido toda la confianza en sí misma y me miraba con asombro desde el extremo opuesto de la habitación. – Sí es que aún te sirve para algo.

Me di la vuelta y salí del apartamento corriendo mientras sentía una cálida sensación de orgullo por mí misma. Casi tropezaba con mis pies en el último escalón pero me agarré con fuerza del barandal mientras trataba que mi respiración se tranquilizara. Joder, ¿qué se supone que iba a hacer ahora? El estúpido de mi novio había resultado el peor estúpido sobre la faz de la tierra. Llevé una mano a mi pecho mientras este subía y bajaba buscando llenarse de oxigeno. Una mano en mi hombro me sobresaltó. ¿Realmente Sasori era tan rápido y ya me había alcanzado? Me di la vuelta preparando mi garganta para escupirle todo lo que pensaba sobre él en ese momento, pero no era mi ex novio.

-¿Te encuentras bien? – Se trataba del amigo de Naruto, el chico que nos había interrumpido esa mañana a Sasori y a mí, pero esta vez estaba solo.

-No. – Respondí lo más sincera que pude.

-Hmp. Puedo ver eso. – Pude escuchar su voz un poco burlona.

¿Oh, entonces porque preguntas, idiota?

-Escucha, niña rosa, no me gusta meterme donde no me llaman, pero… – ¿"Niña rosa"? Eso era una clara burla hacia mi cabello, pero… ¿el idiota no podía ser más creativo? – Sí estás aquí por el chico con el que fuiste al cuartito esta mañana… supongo que te gustó mucho lo que viste ahí y estás esperando que salga, pero créeme, pierdes tu tiempo. El sujeto sólo quería…

-Sexo, lo sé. – Respondí fríamente dejándome caer al suelo hasta sentarme en uno de los escalones.

-Exacto.

-No tuve por tu culpa, pero él sí que pudo traer a otra chica a su departamento. – Bufé.

-Oh, así que el problema es ese. ¿Estás aquí buscando sexo? – El sujeto se agachó hasta quedar a mi altura y se sentó a mi lado – Porque yo no tengo nada que hacer y…

-No, idiota. – Me levanté del suelo. – ¡Estoy aquí porque Sasori era mi novio, no soy una más de las que obviamente ustedes llevan a ese lugar a coger! Pero aparentemente le caí de sorpresa y le metí una patada en los huevos… que si no te alejas de mi en este instante te daré a probar también. – Grité con fuerza mientras apretaba mis puños desesperada.

El chico se levantó del suelo y me miró fijamente mientras me sonreía.

-Y tu nombre es…

-Sakura Haruno.

-Seremos buenos amigos, te lo aseguro.

Se dio la vuelta y subió las escaleras por donde segundos antes casi caía hasta que se perdió de mi vista en algún pasillo.

Pedí un taxi mientras veía la lluvia que empezaba a caer. Al llegar a casa aventé las llaves del departamento de Sasori en el bote de basura, el cual llené con periódico y papeles para no verlas más. Subí a mi recamara y me miré fijamente frente al espejo mientras me quitaba la ropa hasta quedar sólo en ropa interior. Yo no estaba como aquella chica, me faltaba mucho que a ella le sobraba en los pechos y me sobraba mucho de lo que a ella le faltaba en el abdomen. Me tiré en la cama y lloré maldiciendo a Sasori toda la noche hasta que la pesadez de mis ojos por el llanto y el cansancio hizo presente al sueño.

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A penas sentí la brillante luz del sol sobre mi rostro, supe que esa mañana sería jodidamente larga y dolorosa. Con ambas manos tanteé a mí alrededor buscando una sábana o quizás una almohada con cual taparme los ojos, pero no había nada junto o cerca de mí.

-Maravilloso – Bufé enfadada. La cabeza me dolía y aún sentía mis parpados pesados y mis ojos hinchados.

Suspiré agotada dándome la vuelta, poniéndome boca abajo. Estiré la mano para tomar mi celular que estaba en la mesita de noche junto a mi cama para poder ver la hora.

Las 11:30 am. No es que tuviera muchos ánimos de levantarme, pero sentí necesario saber al menos qué hora era y cuanto faltaba para que ese día terminara finalmente. Aparentemente casi la mitad de ese día ya lo había perdido. Aunque, igual y era sábado. Un muy jodido sábado. Así que en cuanto el sentimiento de culpa por haberme perdido de medio día abandonó mi cuerpo, decidí cerrar nuevamente los ojos. Suspiré de nuevo. Volver a dormir definitivamente no era una buena idea. No porque no quisiera, es decir, a nadie le caía mal dormir un poco más… sólo que ya no tenía sueño. Estiré mis brazos y toqué la pared con las puntas de los dedos. Bostecé un par de veces y decidí que: al mal paso, darle prisa.

Me senté en la cama de golpe. Miré a mi izquierda, luego a mi derecha… nada. Saqué mis pies de entre las sábanas y me rasqué la cabeza mientras contemplaba mi imagen en el reflejo del espejo frente a mí. Estaba jodida. Mi cabello estaba enredado, lo normal en mi. Mi cara estaba ligeramente hinchada y mis ojos color jade estaban rojos y ligeramente lagrimosos. Mis mejillas estaban coloradas y mis labios estaban resecos y se sentían salados. Estaba jodida.

Y no solo físicamente, también mentalmente.

La noche anterior volvió a mi cabeza tan rápido como un balde de agua fría.

Mi novio me había dejado. Mi estúpido, arrogante y mal nacido novio me había botado. Y por si fuera poco, me había botado por otra chica, una chica más… más… más que yo. Y ahora estaba ahí. 10 horas después, Igualmente de jodida.

Me levanté de la cama y me di una larga ducha con agua fresca. Lavé mi cabello y lo sequé mientras pensaba si seguir la vieja tradición de cortármelo tras una ruptura amorosa sería buena idea. Preparé el desayuno y encendí la televisión en las noticias locales. Como siempre, no supe que decían los reporteros. Ya era una vieja costumbre mía sólo encender la televisión y no verla, ni oírla. Tomé mi café casi tragado y devoré los panquecitos que había preparado. Acomodé el desorden de mi cocina y decidí que sería buena idea buscar una caja y deshacerme de algunas cosas que Sasori había dejado en mi departamento. Y justo cuando estuve a punto de hacerlo, mi celular sonó. Corrí para no perder la llamada y en cuanto vi el nombre de Ino en la pantalla, supe que estaba en problemas.

-Ino – Dije sigilosamente.

-Sakura, ¿en dónde te has metido? Te he llamado desde temprano.

-No lo escuché, lo siento.

-Bueno… te perdono si salimos hoy.

-De hecho, Ino… corté con Sasori y no sé sí…

-Estoy en tu casa en 5 minutos.

Y sabía que Ino cuando se lo proponía, cumplía su palabra de "5 minutos"

-Más rápida y segura que un pizzero. – Dije en cuanto abrí la puerta.

-No juegues conmigo, frentona. ¿Qué pasó? – Se sentó en el sillón con una expresión demasiado seria.

-La chica de la vez pasada. – Me senté a su lado.

-Oh, y de nuevo… ¿se estaban besando solamente?

-Muy graciosa, Ino. – Sin embargo no deje que mi expresión cambiara. Nada me parecía gracioso. – Estaban teniendo sexo en su cama, ella hasta se puso la bata que él me daba cuando dormía allí.

-Qué asco.

-Lo sé.

-Bueno, al menos ya se acabó. ¿No?

Suspiré mientras me levantaba del sillón en busca de mi celular. Hasta ahí podía escuchar que sonaba.

En cuanto lo busqué caminé de regreso al sillón con Ino, mientras leía en la pantalla el nombre de 'Sasori'

Un extraño picor en mi dedo pulgar me impulsó a actuar. Oprimí la tecla roja y colgué la insistente llamada de mi ex novio.

-Sí, ya se acabó.

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¡Hello stranger :D! ¡Hello old friends! XD

Yo de nuevo por aquí O/

Una nueva historia que ha estado en mi cabeza y se ha formado finalmente. ¿Qué les pareció el primer cap? Reviewseenme. Sé que esperaban más y que fue muy corto y rápido, pero a penas es de cómo conocieron a Sasuke Uchiha. Lo mejor vendrá conforme pueda avanzar. Reviewsenme diciéndome que tal y si quieren leer más.

Háganme feliz con sus comentarios.

Beshos :*

Angelli 3