Capitulo 4.
La observo de arriba hacia abajo, sin borrar su sonrisa. La situación era irreal desde su punto de vista. No lo podía creer, el que ella este nuevamente frente a él, sosteniendo su mano observándolo con una sonrisa ladeada.
¿Sus ojos eran tan azules esa noche?¿O era que la luz, favorecía aun más su mirada exótica?
Estaban en ese restaurante hace ya diez minutos, y todavía no podía dejar de mirarla con detalle. Su elegancia, en conjunto con esa leve confianza que demostraba, derramaban una cosa solamente: Sensualidad.
Una lenta música sonaba en el ambiente, adorando la tenue decoración oscura del lugar. Y ella estaba ahí, hermosa, misteriosa e inalcanzable. Tal como en sus sueños, ella era como un fantasma, que únicamente se presentaba ante él únicamente para hipnotizarlo.
-Entonces, … ¿Suele traer a cualquier chica a comer?- Bromeo, haciendo que él riera contra el fino cristal de su copa de vino. Bajo con lentitud su vaso hasta posarlo sobre la mesa, para apuntarla en un gesto suave.
-Tú no eres cualquiera, linda Violett- El sonrojo que rodeo sus mejillas y que ella trato de ocultar, fue una delicia.- Por eso mismo, te ruego que me llames por mi nombre de pila, Daffy…¿De acuerdo, primor?
Ella asintió tratando de mantener la compostura. Aclarando su garganta, aquella mirada nuevamente se poso sobre él, haciendo que un estremecimiento recorriera su columna vertebrar. Esa mirada tenía algo que lo hacía actuar de esa manera tan ridículamente extraña.
Deseaba besarla, tomar su mano y llevarla a sus labios para sentir su piel contra su boca. Pero se retenía, permitiéndose observar ese rostro perfecto.
-Y cuéntame, Violett- saboreo el nombre, sintiendo como sabia al pronunciarlo.- ¿Eres de por aquí?- Ella pareció pensarlo por un momento, antes de dar un suave trago a su copa.
-En realidad, me acabo de mudar a la ciudad.
-¿Y de dónde eres?
-Viví toda mi vida en San Diego. Decidí venir a vivir aquí a Hollywood, por mera curiosidad.
-¿Y que me dices de Beverly Hills? Tu apariencia dicta de ser una chica de ese estilo-Una ceja delineada se alzo, mientras unos parpados entrecerrados lo observaban apoyando su mentón sobre la palma de su mano. Esa altanería, le recordaban a alguien. Pero la cuestión era que no la podía asimilar con quien.
-¿Acaso me vez obsesionada por el rosa, las joyas y los perritos pequeños?
-No sé. La verdad es que no conozco nada de tus gustos, como para juzgarte, linda- Contesto, igual de altanero que ella. Aquello ocasiono que una sonrisa ladeada cubriera esos labios cubiertos de labial.
-Pues no. La verdad es que mis colores favoritos son…-Vacilo un momento antes de observarlo con firmeza- El negro y el verde- Aquello lo hicieron abrir sus ojos sorprendido. Pero lo disimulo muy bien- Y dime guapo…¿Cuáles son tus colores favoritos?- unos diez segundos de silencio antes de que él contestara con firmeza.
-El azul y…el gris- Ahora la sorprendida era ella. Que tras escuchar el último color, se noto algo dudoso.
-¿El gris?- pregunto algo bajito, como una niña que temía ser rechazada. Distraídamente, él observo como el mozo dejaba los platos pedidos frente a ellos. Mastico un poco un bocado, antes de contestarle a ella, que se mantenía atenta a su respuesta.
-Si…es un color, lindo. Aunque ni yo sé porque me gusta- bromeo, recibiendo como respuesta una risita que ella trato de ocultar con su mano pálida.-Ahora come, estas muy flaca- la apunto con su tenedor sin dejar de masticar.
Ella movió sus cabellos coquetamente, posando una de sus manos en su cadera y la otra sobre su cabeza.
-¿Acaso no te gusta esto, primor?- Daffy se ahogó con su comida al verla pasar una de sus manos por sobre sus pechos hasta bajar hasta su firme abdomen cubierto por ese vestido. Tosió con rudeza, tragando de un seco sorbo todo el vino de su boca.
¿Ella estaba consciente de lo que causaba con esos gestos?. Al juzgar por cómo le sonreía con coquetería, si. Esa mujer no era normal, tenía una personalidad que quitaba el aliento y tentaba a domarla. Provocaba con cada movimiento y mirada.
Sonriendo ladeadamente bajo la servilleta con la que limpiaba sus labios, la observo fijamente. Dos podían jugar ese juego.
Acercándose por sobre la mesa hasta el punto de estar a pocos centímetros de su rostro sintió como los nervios la cubrían de momento, ante ese robo de espacio personal.
-Si… me gusta. Y mucho- Una sonrisa nuevamente se poso sobre sus labios, mientras una delgada mano subía hasta el cuello de su camisa y la apretaba con fuera, antes de alzar un poco su rostro besando sus labios de lleno.
La vio cerrar sus ojos con suavidad, al él introducir su húmeda lengua sobre su boca, pidiendo permiso antes para pasar entre sus labios paseándose sobre su labio inferior. Ella lo dejo, soltando un suspiro al sentir como sus cálidos labios succionaban los suyos, mientras que su lengua se paseaba por su boca, dando tenues caricias en su paladar.
Se detuvieron al sentir como miradas curiosas se giraban hacia ellos. Sin embargo, él no desaprovecho la oportunidad de su aturdimiento, para plantar un suave beso sonoro sobre sus labios, antes de volver a su posición original y encargarse a terminar su plato de comida.
Ella clavo sus ojos por un momento en él, confundida ante su indiferencia. Él prefería mil veces centrar su atención en su comida, a levantar su mirada y encarar aquel rostro deliciosamente sonrojado. La besaría toda la noche, si seguía poniendo esa cara. Sus labios eran adictivos, de eso no le quedaba duda, pero por alguna razón, se le hacían lo más normal del mundo.
Era como si siempre esos labios, estuvieron destinados a unirse a los suyos en esa danza íntima, que realizaban sus lenguas y bocas al besarse. Apretó sus labios por un momento al plantearse la picara idea de volverla a encontrar nuevamente. Todavía seguía viéndola como un fantasma, un sueño que apenas la besara nuevamente, el ruido de su celular o su despertador lo despertarían, rompiendo esa imagen de ella observándolo con un tierno sonrojo, tratando inútilmente de centrar su atención en masticar esas zanahorias cortadas de su plato.
Ella alzo sus ojos azules, hasta posarlos sobre sus verdes por un momento.
-¿Qué sucede, guapo?
-Nada…Es solo que eres tan…- Ella abrió sus ojos sorprendida, mientras la sentía removerse algo incomoda sin apartar su mirada azulada de él. Una sonrisa burlesca cubrió sus labios, mientras su lengua picaba por la broma que estaba por decir- Rara- Un tic nervios se poso sobre su ceja derecha, antes de verla apretar sus labios con fuerza.
-¡Tú eres un demente narcisista, y nadie te dice nada por eso!- Una sonrisa socarrona por parte de él, le dieron a entender que no le importo mucho su comentario.
-A pesar de ser todo esto, te sigo gustando, muñeca- Con un tono de voz más bajo, más ronco y sobretodo mucho más sensual hablo en un susurro bajo lo suficientemente fuerte como para que ella escuchara claramente- ¿No es cierto, primor?-No pudo identificar bien su mirada. Era entre confundida y sorprendida a la vez, por lo que tras unos momento en silencio, en donde el ruido de los cubiertos eran lo único que cortaba el ambiente. Alzo la comisura de su labio, regalándole una sonrisa cordial, entre amable y compasiva, al verla tan silenciosa. -¿Quieres ir a dar un paseo después de salir de aquí?- La vio vacilar por un momento, removiéndose un poco en su asiento.
-Neh…-Espero expectante su respuesta. Mentiría si dijera que no estaba nervioso, sus manos le sudaban mientras que sus labios picaban por elevarse un poco y besar nuevamente esos labios.
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Bugs' PoV
El Daffy que él conocía no era este, pues el egocéntrico actor no invitaba a chicas a comer y las miraba risueño o las llevaba al parque a dar un paseo.
El Daffy que él declaraba conocer iba tras chicas en algún bar o discoteca, las embelesaba con sus palabras, las besaba ahí mismo y se las llevaba muy probablemente a un hotel caro a solo pasar la noche para después no volverles a hablar jamás. Se olvidaba de ellas como si fueran objetos para su uso y deshecho.
Sabia esto porque fue un punto en común entre ellos, hubo un tiempo en que inclusive escogían sin querer el mismo hotel y se veían a lo lejos entrar en compañía de mujeres completamente desconocidas y hermosas, jóvenes ilusas que deseaban ser algo más que un simple juguete de una noche. Nunca hablaron de ello, pues no era como si tuvieran que hacerlo, era un mal hábito de los dos, casi como un secreto que no valía la pena tocar.
Y más sin embargo Sylvester no mentía, la manera en que el apiñonado lo miraba era distinta en toda su forma, sus ojos deslumbraban una suavidad y cariño que lo inquietaba, la sonrisa en sus labios era sincera mas no simplemente coqueta, sino que hasta un tanto juguetona y jovial, y su personalidad… lo que le decía, como le hablaba y se expresaba, parecía ser tan ajeno que lo desconcertaba en momentos.
¿Este eres tú, Daffy? Le gustaría preguntarle aquello, le gustaría simplemente presionarlo, hacerlo enojar o que lo insultara con tal de comprobar que el actor que conocía de años era uno solo con esta persona que le contaba una anécdota divertida sobre algo ocurrido durante una filmación.
Pero existía un pequeño detalle que parecía olvidar por unos segundos, este no era el Daffy que él conocía, este es el Daffy que Violett conoce.
La sonrisa del apiñonado, el tono entre ronco y sensual de su voz, la extraña sensación de alegría que imponía y su forma de desenvolverse, siendo el mismo Daffy Duck que la gente conoce, pero acompañado con detalles de su personalidad pocas veces vistos, todo esto no era por él, no era por Bugs Bunny que el actor se comportaba así, era por Violett, la misma mujer que le robo un par de besos, la que invito a comer y ahora a pasear por un parque cercano….
-'Al final Chuck se dio cuenta y prácticamente nos hecho a patadas del estudio.'- finalizo el de cabello azabache, riendo, dándole termino a la anécdota.
Rio con soltura por la imagen mental de lo ridículo que debió de haber sido el ver al apiñonado intentando cargar a Porky sobre sus hombros con tal de arreglar la luz que dañaron en el set.
Cesando su risa sintió la mirada de su acompañante puesta en el por lo que le miro de reojo sonriéndole con sospecha.
-'¿Qué es lo que miras?'- vio al apiñonado sonrojarse un poco antes de contestar.
-'Supongo que no permitirás llevarte a mi casa, ¿Cierto, Muñeca?'- La mano del de cabello azabache tomo la suya, entrelazando sus dedos en un acto que parecía más lento de lo que en verdad era.
Sintiendo el calor subir hasta sus pómulos, trago saliva discretamente. Ir a la casa de Daffy sería poner todo su juego en riesgo, por lo rápido que parecían ir avanzando no le sorprendería el que el apiñonado buscara hacer más que solo darle un recorrido por su casa… y hasta cierto punto no podía confiar en su propia fuerza de voluntad, pues aun cuando no tenía planeado acercarse más al azabache que para hablar, ya había acabado por besarlo nuevamente, haciendo que se cuestionara a si mismo sobre sus verdaderas intenciones de iniciar aquel "juego".
Además de que estaba el peligro latente de ser descubierto estando en un lugar tan privado como la casa de Daffy.
-'Eeeh…'- se aclaró la garganta nuevamente antes de hablar. –'Y desperdiciar este hermoso clima, no lo creo guapo'- le guiño el ojo antes de continuar caminando, forzando al apiñonado a moverse junto consigo, aun con sus manos entrelazadas.
-'Prometo portarme como un caballero.'- insistió, caminando a la par suya.
-'Oh, no eres tú el que me preocupa'- bromeo, mordiéndose el labio inferior, mientras plasmaba una expresión coqueta en su rostro, haciendo que el apiñonado se sonrojara un poco más. –'Además no quiero quitarte mucho tiempo, supongo que tendrás grabaciones que hacer.'-
Como si hasta ese momento recuperara la noción del tiempo, el dueño de los ojos verdes echo un vistazo al reloj de pulsera que llevaba en su muñeca.
-'Puedo posponerlas.'- deteniéndose nuevamente, acerco su rostro al suyo.
-'No podría cargar con tal remordimiento de conciencia. ¿Qué haría el estudio si el Gran Daffy Duck no estuviera ahí?'- se atrevió a pasar su mano libre por la mejilla del apiñonado, acariciando esta con lentitud, mientras sentía como el brazo de Daffy rodeaba su cintura y la mano que antes tomaba la suya abandonaba su lugar para posarse en su espalda.
Labios se acercaron a los suyos, lo suficiente para rozarlos con dulzura sin necesidad de besarlos y estaba por demás de seguro que era su corazón el que podía escuchar latir con tanta fuerza, añorando inconscientemente aquel beso.
En cuanto tuviera tiempo de recuperar su conciencia, tendría que arrepentirse de todas aquellas veces que insulto los intentos de coqueteo del apiñonado, pues este sabía bien como tentarlo.
-'Tienes razón, primor. Sin mi ese estudio se…'- No lo dejo terminar, cortando sus palabras bañadas en ego con sus labios.
Rodeo su cuello con sus brazos, acercando un poco más el cuerpo de Daffy al suyo, sintiendo como la piel casta de aquellos labios, rozaba contra la suya al mismo tiempo que le permitía saborearlos, podía sentir su lengua tantear apenas sus dientes, para después adentrarse y robar un poco más de su aliento.
La primera vez que lo beso pudo culpar a la soledad por ello, la segunda a la prestación del momento y esta… esta vez solo podía culparse a sí mismo y a su deseo de querer besarlo.
El simple hecho de pensarlo lo hacía sonar absurdo y ridículo en su mente, y más sin embargo no podía mentirse o dejarlo pasar como si fuera algo insignificante. Le gustaba, le gustaban los besos de Daffy, le gustaba sentir sus labios e incluso la sensación de sus manos en su cintura, le gustaba la loción que usa, sus miradas picaras y el sonido de su respiración.
Pero le podía gustar esto sin necesidad de gustarle él ¿cierto? Porque aun podía odiarlo y degustar sus besos sin que sentimientos innecesarios estorbaran… ¿no es así?
Frunció un poco el ceño pues su razonamiento amenazaba con arruinarle el momento y posiblemente lo hubiera conseguido de no haber sido por el ruido de algo explotando no muy lejos de ellos que los hizo separarse de inmediato.
-'¡¿Qué fue eso?!'- dijo Daffy, soltando su cintura para entonces volverse, mirando alrededor como si buscara algo en específico.
Imitando los movimientos del apiñonado, consiguió ver como a unos metros de distancia caía de un árbol alguien que conocía demasiado bien como para no reconocerlo en segundos.
-'¿Wile?'- susurro para sí mismo, formando una ligera mueca en su rostro.
No lo había notado hasta ese momento, el parque en el que se encontraban estaba rodeado por una pista de para correr y de no haber sido por su necedad de concentrarse en coquetear con el apiñonado, entonces lo habría reconocido pues estuvo ahí hace no mucho tiempo atrás, acompañando precisamente al loco, mejor conocido como genio, que insistía en que viera con sus propios ojos la velocidad inhumana con la que corría el chico que según él no acosaba o perseguía.
-'Creo que lo conozco…'- le escucho murmurar a Daffy, quien entrecerraba sus ojos un poco para intentar reconocer al de cabello marrón que se erguía, sentándose en el suelo.
-'No, no lo creo, Daff. Deberíamos de irnos ya'- No podía permitir que Wile lo viera, no cuando el científico lo ha visto varias veces con aquella peluca y su vestimenta femenina. Hasta más de un par de veces le había coqueteado bajo ese atuendo y por muy descuidado que sea, el tipo no tenía ni un pelo de estúpido por lo que se daría cuenta con facilidad.
Apartando su mirada de Wile, la dirigió a Daffy, que lo miraba con una expresión de desconcierto.
-'¿Cómo me llamaste?'- cuestiono el apiñonado, alzando una ceja como si buscara comprobar algo en específico.
Parpadeo un par de veces antes de comprender a lo que se refería.
"Bien hecho, Bunny" se dijo a sí mismo reprendiéndose por la equivocación que cometió al llamar al de cabello azabache por el diminutivo de su nombre como usualmente solía hacer.
Con un tono inocente en sus palabras le sonrió de forma traviesa a su acompañante.
-'"Daff" suena como un lindo apodo ¿No lo crees?'-
-'El estúpido cara de conejo despreciable de Bugs, suele llamarme así. Pero viniendo de ti no suena nada mal, linda...'- una media sonrisa por parte del apiñonado y Violett lo tomo de la mano para entonces decirle que ya se había hecho algo tarde y debían de irse.
Antes de salir completamente del parque, dio un vistazo por encima de su hombro notando como a lo lejos se encontraba Wile ya de pie y mirando a su dirección.
Le tendría que dar una extensa explicación después.
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Daffy's Side
Cerró la puerta de su departamento, apoyando su espalda amplia para caer lentamente sobre el suelo. Cruzándose de piernas, llevo una mano a sus labios sonriendo bobamente al momento en que recordó esa textura dulce que normalmente solía cubrir esos labios hermosos y sensuales.
Daffy Duck, no era un tipo que se enamoraba. El amor para él era lo mismo que el cáncer, algo maligno que cada vez crecía más, consumiéndote, succionándote la vida, para después dejarte desbastado. Te mataba lentamente, sin que te des cuenta.
Y él no deseaba eso. Claro que no lo deseaba.
Pero estaba cayendo, lentamente, se veía sumergido en pensamientos profundos, en donde esa mujer mística y hermosa, esa ninfa de ojos color azulado, robaba lo poco que tenia de cordura. Entones, volviendo a repetirlo: Daffy Duck, no era un tipo que se enamoraba. Porque le temía al amor.
Odiaba sentirse vulnerable en una miserable sonrisa dedicada a él, odiaba como sus entrañas se retorcían como si tuviera insectos en ella, odiaba como una risa dulce le sabía mejor que cualquier exquisito de los vinos. Pero sobre todo, odiaba que fuera ella la que ocasionaba aquello.
Violett, era una mujer inteligente, pero había cierto factor en su cuerpo que lo hacían mantenerse alerta a su alrededor. Era algo involuntario y ridículo, pero estaba allí. Como cuando estaba en el set de grabación, simplemente de observador, pero con la presente alerta de que en cualquier momento aparecería un idiota a lanzarle un pastel en la cara. Un reflejo involuntario, que le hacía re pensar con quien estaba. ¡Por favor! Era Violett, la sensual e inofensiva mujer que conoció una noche. No era ninguno de los otros idiotas camaradas de trabajo, que lo hacían revisar dos veces su camerino antes de relajarse en él, en busca de alguna de sus bromitas.
Se llevo una mano a su nuca, borrando la tensión que se alojaba allí ante el leve estrés que le daba pensar en esas ridiculeces. Camino perezosamente hasta su sofá para desplomarse sobre su comodidad. Estaba algo cansado, además, mañana tenía que ir a visitar a Tina. Su mirada se poso por un momento sobre un cuadro cercano que descansaba en una pequeña mesa decorativa.
Una hermosa mujer castaña lo abrazaba por detrás mientras le regalaba una refrescante sonrisa a la cámara, que en ese momento él mismo sostenía entre sus manos sacando la fotografía. Si alguna vez, alguien le preguntaba si había amado a una mujer más que a su propia vida, llegando a olvidar su propio egocentrismo y amor propio, por pensar en el bienestar de alguien más. Era esa mujer castaña.
Tina fue y siempre seria su primer amor, fue ella la que le enseño lo que era amar de verdad y lo que era tener el buen sexo. Criados en su humilde barrio donde pasaron toda su niñez, fue idea de ella que vinieran a ese lugar en busca de un buen trabajo que le diera el sueldo suficiente para ayudar a sus familias.
Daffy siempre la admiro. Ella tenía una fuerza de voluntad y una dureza de carácter, que parecía que nada la podía derrotar. Pero también, era poseedora de una calma infinita que mimosamente lo soportaba a él, corrigiéndolo siempre que era necesario con una mano noble que fácilmente lo dejaba calmado.
Cuando tenían dieciséis y diecisiete, se entregaron la virginidad mutuamente. Tina, con un año mayor que él, fue la que domino la situación en ese entonces. Fue un acuerdo silencioso, ninguno de los dos encontraba a la persona ideal para entregarle tan preciado tesoro. Ambos querían compartir mutuamente el momento, eran egoístas y eso les encantaba.
Fue cuando llegaron a vivir a esa ciudad que decidieron separarse y quedar plenamente como amigos, como lo que siempre fueron sin esa burda etiqueta que los privaba de placeres oscuros.
Ella consiguió un trabajo que le brindaba el dinero necesario para mantener por dos vidas a su numerosa familia. Mientras que él, triunfo en el cine mundial, volviéndose un adinerado que fácilmente con su fama y dinero, podía vivir toda su vida sin ni siquiera trabajar un minuto más. Pero dentro de todo estaban haciendo algo que amaban, era por eso que no se permitían el lujo de tirarse a la pereza y simplemente abandonar todo. Él actuaba, sacaba sonrisas a las personas, mientras que ella mandaba. ¡Oh, sí! Si había algo que Tina Russo amaba con toda su jodida y altanera alma, era mandar.
Su celular vibro contra su bolsillo, haciendo que él silenciara la ruidosa televisión que trasmitía uno de los ridículos programas de la cadena "Disney". En su tiempo libre, se dedicaba a observar como el odioso de Donalds, la cagaba en alguna línea y sus estúpidos amigos trataban de arreglar la situación disimuladamente siguiéndole la corriente.
Aunque nunca lo dijo, él sabía abiertamente que el orejón, también solía observar los programas mofándose de sus errores y deslices que a pesar de que para el público pasaban inadvertidos para ellos (Expertos en eso), esos errores eran tan notorios como un elefante dentro de una habitación reducida. Sin embargo, debía aceptar que la relación que tenía Bugs con Mickey, era completamente diferente a la que tenía él con el estúpido disléxico. Ellos dos, eran el polo opuesto a la suya.
Con decir que él preferiría mil veces arrancarse la piel con las uñas, a simplemente mostrar algún gesto bondadoso o caritativo con ese asqueroso "pato pálido". Mientras que Bugs, a pesar de que el dientón, aun no podía dejar de lado esa leve tensión que le daba al estar frente a un rival, lo toleraba y se llevaba bien con el "roedor". Aunque entre roedores, Daffy no esperaba más. Los dos eran de la misma calaña, pero estaba seguro que si le daban a elegir como compañero de equipo estaría en toda su cordura al elegir mil veces al orejón que ese sonriente de Mickey. ¡Por favor!¡Nadie podía estar tan feliz y optimista todo el tiempo, como estaba ese sujeto!
El trato entre los de Disney y ellos, era similar. El maldito pato comunista no lo toleraba él, buscando matarse mutuamente a golpes cada vez que se cruzaban en alguna entrega de premios, y Mickey se llevaba de maravilla con Bugs.
Volviendo la mirada a su celular, noto la llamada entrante y no dudo en contestar.
-¡Marciano!- Dijo en modo de saludo sacando sus zapatos anaranjados, para lanzarlos al aire.
-Dodgers… ¿Cómo has estado?- La voz neutral y con ese tono amable de Marvin, lo hicieron sonreír levemente.
-¡Pues bien! Aunque no me has llamado para preguntar por mí… ¿No?-Una risita algo nerviosa escapo del celular, haciéndolo elevar la punta de sus labios, en una sonrisa ladeada.
-No…Mph…-Se tomo una pausa, a él no le molesto. Estaba demasiado feliz con la imagen de la mujer rubia que se había sumergido en un estado de calma que nada podría perturbarlo.- ¿Quieres almorzar conmigo mañana?- Lo pensó por un momento, tendría que cenar con Tina, por lo que el resto del día lo tenía libre.
-¡Seguro! ¡En "¡Pizza Arriba!" a las doce, llega temprano! ¡Tú pagas!- Y con eso corto para luego cruzar sus brazos por debajo de su cabeza, comenzando a dormitar allí recostado.
Solo esperaba no cruzarse con ese orejón. Ese estúpido mutante, era como una piedra en su zapato, siempre aparecía para molestarlo en todos los lugares posibles.
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Nota autoras: Muchas gracias a todos aquellos que han seguido leyendo este fic! Gracias por los reviews que nos alientan a seguir escribiendo, gracias por los likes y los follow!
Esperamos seguir con este fic lo mas pronto posible!