Todos los personajes de "¡Oye Arnold!" pertenece exclusivamente a Nickelodeon y a su creador Craig Bartlett ninguno de los personajes me pertenece a mí, aclarado esto aquí vamos
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Serendipia
Por Mimi chan
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IV
— ¿No te parece que estas demasiado grande para jugar en el Migthy Pete?
Arnold se asomó por la ventana de la casa del árbol para ver a la persona que lo había descubierto allí, de hecho sabía quién era, solo quería estar seguro. Y sí, allí estaba, la joven chica rubia que cargaba algunos libros y lo miraba con una sonrisa.
— Aún puedo entrar – respondió con una sonrisa – si yo puedo, seguro tú también, ¿Por qué no subes?
La chica rodó lo ojos, pero al final se quitó los zapatos altos y empezó a subir por la escalera de cuerdas, por un momento tuvo miedo que su peso fuera demasiado, pero como Arnold había dicho, si había podido con el peso de él, seguro el suyo no sería un problema. Llegó en un minuto a la parte de arriba, y lo miró todo con nostalgia, por lo menos hasta que todos tuvieron 12 años había jugado incontables veces allí, todo estaba tal y como lo recordaba, algunos de los desvencijados muebles que habían subido allí seguían en su lugar, uno de los vecinos incluso les había prestado un cable eléctrico para poder poner una tv portátil o un tocacintas, siempre que los chicos cooperar 3 dólares al mes y al parecer el trato continuaba, ahora había un foco con una mampara china color rojo.
Arnold estaba allí con un par de listones de madera que estaba substituyendo por un par de rotos que había en el piso. La chica suspiró sin proponérselo, él iba solo en una camiseta sin mangas color verde, y un cinturón de herramientas a la cadera, no importaba cuanto lo viera así siempre le haría latir el corazón más rápido.
— Y… — dijo aún revisando el lugar había algunos discos de pop en una mesita de madera, nada de su estilo pero era lo que se escuchaba el día de hoy.
— Subí a hacer algunas reparaciones – le explicó martillando el piso — vengo solo un par de veces al año para ver que todo esté en orden.
— Arnold ¿No crees que podrías dejarle ese trabajo a los chicos que están usando la casa ahora? – esa era la tradición, la generación que heredaba la casa debía cuidarla para los siguientes que quisieran usarla, la base en el viejo Pete no era de nadie, era de todos.
— Quizá… — dijo con una sonrisa cálida – pero quiero estar seguro de que la casa siga aquí cuando nuestros hijos vengan a jugar a ella.
Helga sintió un escalofrió y seguramente se sonrojó porque sentía las mejillas calientes. ¿Sus hijos? Él… él seguramente no había querido decir lo que dijo.
— Vamos, Arnold — dijo un poco nerviosa y le dio la espalda no quería que la viera así – creí que solo éramos amigos con derechos, no sabía que quisieras llevar las cosas tan en serio.
El chico la volteó a ver confundido por un momento, después llegó a la misma conclusión que ella había llegado y se sonrojó vivamente.
— Oh no quise decir, eso – aclaró enseguida — es decir, tus hijos y los míos, los de ambos sí, pero no entre nosotros.
Al ver en los aprietos que el chico se metía solo, Helga soltó una carcajada tan alegre que tuvo que sostenerse el estomago y recostarse en el piso de la casa.
— Eres perversa Helga – dijo el chico queriendo estar enojado, pero las carcajadas de la chica pronto se le contagiaron.
— Oh es que… — respiró tratando de calmarse — es que… caray Arnold, fue tan divertido.
Dejó de reír cuando el chico estaba sobre ella y le robó un beso de los labios. Helga estaba pasando sus brazos por su cuello y respondiendo su beso solo después de segundos. Oh era tan delicioso sentir su cuerpo entero sobre el suyo, su peso recargado presionando todos los lugares donde lo quería sentir.
— Arnold… — suspiró con la voz rota cuando él dejo de besarla, lo sostuvo de los brazos desnudos y sudorosos, él olía a sal y estaba caliente al tacto
— ¿Sí? – preguntó el chico.
— Otra vez…
Y la besó otra vez. El beso fue volviéndose más intenso por momentos, más intenso que cualquiera de los otros besos que habían compartido en esas semanas, sintió las manos de él posadas en su cadera haciendo puños su falda que empezaba a subir por sus rodillas, ella atraía su cabeza no dispuesta a dejarlo ir hasta tener suficiente de…
— ¡Oh que asco!
Los dos chicos se separaron de un salto cuando escucharon la voz, voltearon sorprendidos para ver a dos niños que tenían la cabeza asomada por la puerta de la casa del árbol.
— Oigan si van a hacer ese tipo de cosas asquerosas busquen un cuarto.
Los dos rubios no podían estar más sonrojados aunque lo intentaran, recogieron sus cosas y bajaron de la casa, ofreciendo disculpas y dejándoles un par de dólares para sodas y para que no le contaran a nadie sobre lo que habían visto, aunque no tenían ninguna seguridad sobre ello.
Suficientes chismes corrían por la cuidad en ese momento para que se dijera también que habían estado dándose el lote en la casa de juegos de los niños del barrio.
Desde la fiesta que habían dado en la azotea se estaba diciendo por allí que el buen Arnold Shortman se estaba soltando el pelo, que lo habían visto en el pueblo con malas companias. Las malas companias eran las de Helga G. Pataki, aquella chica que desde pequeña se veía a menudo en la compañía de un montón de niños y siempre estaba metida en algún problema, además de haberse emancipado de su familia con solo 16 años. Por todo el pueblo corrió el rumor de que estaría embarazada y por eso había dejado su casa, la mayoría de esos rumores se habían acallado con el tiempo al no ver un vientre abultado, pero la gente más maliciosa se atrevía a proponer la idea de un aborto. Tiempo después un periódico local consiguió la nota de los motivos por los que la hija de "Big Bob Bepper" había ganado su emancipación y aunque en la mayoría de las personas le habían ofrecido su simpatía al saberlo, cuando un rumor se pone en movimiento parecía nunca desaparecer.
Pero ahora era Arnold quien estaba en medio de esos rumores, aunque ese era el motivo de toda esa travesía ¿O no? Ir matando en la mente de la gente la idea de "el chico de oro"
En un par de minutos estaban cerca de sunset arms hablando de cuáles serían sus planes para el día siguiente. Durante la semana casi no tenían tiempo de pasarlo juntos pero los sábados que siempre habían sido importantes, ahora eran casi sagrados.
Cuando voltearon a la esquina de la calle Vine, brillante como un rayo de sol estaba una bella mujer de cabello rubio.
— ¡Hermanita bebé! – saludó emocionada desde la puerta.
— Oh por dios – Helga casi quiso regresar sus pasos – ¿Por qué?, ¡Por qué!, por todo el amor del pastrami, me sigue llamando así.
Los dos chicos llegaron a la puerta donde su hermana mayor la saludó con un abrazo efusivo, como siempre.
— Hola Olga, tiempo sin verte – la saludó Helga un poco incomoda por sus demostraciones de amor en público.
— Oh hermanita bebe, a mi me ha parecido una eternidad – dijo finalmente soltándola — pero es que he estado tan ocupada con la última obra y después uno de mis compañeros organizó un viaje para todos a Barbados y allí estuvimos haciendo casas para desamparados y…
La chica siguió hablando y hablando mientras los tres entraban en la casa. En realidad no creía que su hermana le mintiera, pero después de escuchar ese tipo de historias se volvían tan aburridas como alguien que te cuenta como hizo para lavar la ropa del día, prefería a veces no prestarle atención.
— Y entonces pude finalmente volver a casa – dijo su hermana lo que significaba que había terminado su historia.
— Qué bueno que te divertiste hermana – dijo llegando finalmente a su puerta.
Sacó su juego de llaves para abrir la puerta, se despidió de Arnold con una mano y lo vio ir a su habitación, había terminado su última clase temprano y como era día festivo no tenía trabajo en la biblioteca – un día remunerado por suerte – esperaba que pudieran hacer planes, pero la llegada de su hermana había arruinado su oportunidad.
Dejó sus libros en una mesa y se tiró en su sofá desanimada, su hermana pronto estaba sentada a su lado.
— Y… ¿Ha pasado algo interesante en tu vida mientras no estaba aquí?
Helga miró a su hermana que la miraba esperanzada. Al menos tenía que admitir eso, Olga ya no era la misma chica egoísta que esperaba que gravitara alrededor de ella como si fuera el sol, ahora al menos siempre tenía la atención de preguntar por lo que había estado haciendo de sus días con autentico interés.
— Nada – dijo – lo sabes soy bibliotecaria, ¿Qué cosa emocionante podría pasarme?
— Y… ¿Con Arnold? – curioseó batiendo sus pestañas inocentemente.
— ¿Qué hay con Arnold? — preguntó
— No sé – dijo con una sonrisa – es que cuando venían caminando juntos se veía, no sé, diferentes.
Helga se mordió un labio, lo cierto es que no quería que nadie supiera lo que estaba pasando con Arnold, no quería que en el momento que terminara esto se volviera un drama, solo eran amigos con derechos, en cualquier momento él podía conocer a alguien, a aquella chica adecuada que lo estaba esperando en algún lugar y por supuesto lo suyo terminaría, Arnold no era del tipo de chico que le gustara la segunda mesa.
— Arnold y yo solo somos amigos Olga.
Su hermana hizo un mohín decepcionada. Después cambio completamente su dinámica corporal, había estado relajada y risueña, pero de pronto se había sentado derecha y nerviosa, no le iba a gustar nada lo que le iba a decir, lo sabía.
— Hermanita… — se aclaró la garganta — este sábado…
— No, por favor no me invites a ninguna obra ni nada por el estilo – no el sábado al menos, le dedicaría todo el domingo si quería incluso si se desvelaban e iba el lunes a clase cansada, pero los sábados no quería nada si no pasarlo con Arnold — por favor.
— No se trata de eso – dijo nerviosa – hermanita… este sábado es el cumpleaños de…
Y como una especie de golpe lo supo, sabía qué fecha era, no había querido recordarlo, pero lo hacía.
— Ya sé de quién es cumpleaños y desde ahora te digo no, no iré – dijo casi saltando del sillón – no después de lo que paso la última vez.
— Oh hermanita eso no pasara de nuevo – dijo queriendo quitarle importancia.
— Sí, no pasara de nuevo porque no le voy a dar la oportunidad a Bob de hacerlo de nuevo.
— Hermanita…
— No voy a discutir eso.
Helga se alejó realmente enojada antes de que a su hermana se le ocurriera ponerse a llorar, abrió la puerta para salir de allí, ver a Arnold parado con la mano levantada para tocar la puerta casi la detuvo, pero solo lo empujó a un lado y salió de allí.
Arnold quiso detenerla, pero la verdad no se atrevió, había ciertos temas que Helga aún tenía vetados y uno de ellos era sin duda la situación con sus padres. Más bien entró en el departamento de Helga donde Olga era un mar de lágrimas.
— Yo lo siento – se disculpo — no quería interrumpir, solo quería pedir una pizza y pensé…
— Oh Arnold, ¿Por qué mi hermanita es tan voluntariosa? – los largos caminos de lagrimas negras cubrían sus mejillas, a estas alturas cualquiera diría que ya había aprendido a comparar una marca indeleble, pero no – ¿Es que acaso es más feliz estando lejos de nosotros?
Arnold no le respondió, solo sacó un par de pañuelos desechables de su bolsillo y se los ofreció, sí, Helga era orgullosa y terca, pero eso no tenía tanto que ver con su decisión de haber dejado a su familia y en esa decisión él estaba al cien por ciento de acuerdo con ella… además tenía que admitirlo, sí, Helga era más feliz en sunset arms, ni siquiera tenía que preguntárselo, solo lo sabía, pero no creyó que fuera algo que Olga quisiera escuchar.
— Arnold ¿crees que tú podrías hablar con ella? – dijo la chica secándose las lagrimas negras – a mi no quiere escucharme y yo se que nos haría tan felices a todos si fuera el sábado a celebrar el cumpleaños con nuestro padre.
— Yo…
— Yo sé que ella te escucha más que a nadie – dijo ella repentinamente sosteniendo las manos del joven – hay algo tan especial entre ustedes que yo se que podrías convencerla, siempre has sido tan amable con todo el mundo que seguro podrías hacer que ella aceptara ir conmigo a casa, eso la haría tan feliz aunque no lo sepa.
Oh men… a Helga no le haría ninguna gracia pero…
— Yo… — suspiró — hablare con ella
— Oh cuanto te lo agradezco Arnold confió plenamente en ti.
La chica recogió sus cosas le entregó los pañuelos sucios y salió del departamento.
Arnold se quedo allí sentado en el sillón pensando en lo que se había metido sin querer… como siempre.
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Helga estaba sentada en la orilla del alfeizar de la casa de hospedes en silencio, solo escuchando la música desde su reproductor de Mp3 con unos pequeños audífonos, la vista de la ciudad no era nada especial, solo una interminable fila de edificios uno tras otro. La luz más grande y llamativa era la del Big Bonnie, la torre del reloj marcaba las once de la noche. En realidad no estaba viendo nada en particular, solo estaba mirando porque habría sido raro estar a la orilla de un edificio cerrando los ojos.
Sorry I don't treat you like a god, Is that what you want me to do?
Sorry I don't treat you like you're perfect, like all your little loyal subjects do
Lo siento si no te trato como un dios, ¿Eso es lo que quieres que haga? Lamento no tratarte como si fueras perfecto, como todos tus pequeños súbditos hacen.
No sabía con qué derecho Olga se atrevía a pedirle algo así desde lo que pasó la última, como pasaba cada vez. De entre todas las festividades que había en la casa Pataki la que más odiaba era el cumpleaños de su padre. Durante navidad y quizá acción de gracias sus padres parecían casi cariñosos, pero durante el cumpleaños de su padre, oh… durante una semana Big Bob estaba de un humor de perros porque su publicista le había dicho que era una buena oportunidad de hacer difusión y bajar los precios de los localizadores, nadie lo obligaba a hacerlo, pero lo hacía y después buscaba desquitarse con todo el mundo, peleaba más a menudo con su madre y a ella siempre olvidaba darle su mesada, alguna vez incluso se atrasó con la colegiatura de Olga, como había ella conseguido el dinero para pagarla, nunca se lo preguntó.
Y cuando el día finalmente llegaba, todo el día se dedicaban a consentir a su padre como si fuera un sultán de oriente. Quería el desayuno en la cama, quería la tina de agua llena de agua tibia cuando se bañaba, y su ropa perfectamente planchada y almidonada, sus zapatos perfectos y su flamante cinturón blanco recién estrenado.
Ni siquiera se tomaba el día, en el trabajo esperaba que todo el personal le aplaudiera y felicitara apenas llegaba, esperaba que fueran afectuosos e incluso le hicieran regalos, a un personal que si bien nunca le fallaba en los pagos siempre le exigía demasiado… como a todo el mundo, a un personal que muy a menudo les pedía horas extras sin remuneración y que si se les ocurría llegar aunque sea un poco tarde, por cualquiera que fuera el motivo, les quitaba un día de sueldo.
Y cuando llegaba a casa… bien esa era la peor parte. Si su cena favorita no estaba en la mesa podría hacer la velada muy complicada para todos, y todos debían estar allí. Como siempre esperaba que sus hijas lo consintieran con regalos y mimos. Olga podía vaciar todos sus ahorros para regalarle a su padre costosas camisas de algodón fino, componerle arias y escribirle complicadas composiciones al piano. Mientras ella… ella nunca había entrado al juego, no porque no amara a su padre y no quiera verlo feliz en su cumpleaños, si no porque nunca estaba a la altura de lo que su padre quería.
Sorry I'm not made of sugar, am I not sweet enough for you?
Is that why you always avoid me? That must be such an inconvenience to you, Well...
Lamento no ser de azúcar, ¿No soy lo bastante dulce para ti? ¡Es por eso que siempre me evitas? eso debe ser un inconveniente para ti, bueno…
Cuando había sido pequeña había salido al parque a cortar flores para él, que siempre miraba con condescendencia y le daba las gracias. Cuando fue un poco mayor trato de escribir para él sonetos, luego historias de terror, incluso obras que hablaran de deportes o luchas, nunca la escuchaba, siempre, cuando se acercaba a leérselas, le contestaba algo como "niña puedes hacer silencio, quiero escuchar el regalo de tu hermana". Solo cuando tuvo 10 años estuvo trabajando un mes entero con la señora Vitelo para juntar dinero dispuesta a ganarle a Olga, compro los mejores lugares para una pelea de box e incluso un backstage para que le firmaran unos guantes de boxeo que también le regaló. Luego espero pacientemente una semana para la llegada de la pelea y pasar ese tiempo de calidad con su padre… esa noche salió de su habitación emocionada solo para que su madre le dijera que su padre ya se había ido invitando a un amigo, los boletos estaban marcados como "Papá y Helga" pero o no se dio cuenta o no le importo, cuando regresó y le exigió una respuesta él solo respondió "de todos modos que haría una niña de siete años en el box"
Desde esa ocasión no volvió a participar en el juego de su padre de la competencia con Olga por su cumpleaños.
I'm just your problem… I'm just your problem… It's like I'm not, even a person, am I? I'm just your problem
Soy solo tu problema, Soy solo tu problema, es como si no fuera ni siquiera una persona, ¿Lo soy? Solo soy tu problema
Amaba a su padre, a pesar de que fuera un hombre descuidado y demasiado ambicioso seguía siendo su padre, lo que era mucho más, sabía que ella era mucho más parecida a él que lo que Olga jamás lo sería, les gustaban los mismos hobbies, siempre era ella la que lo estaba siguiendo de aquí para allá en los festivales en las competencias y los eventos deportivos, pero si se parecían tanto nunca entendió porque su padre no podía amarla igual que a su hermana, ella era tan talentosa como ella, sí, no sabía tocar instrumentos, pero sabía escribir como la mejor, siempre ganaba los concursos de letras en la escuela. Siempre era la mejor en deportes, siempre… siempre era muy buena, pero nunca lo bastante buena para compararse con Olga que vivía para tener estrellas y conseguir trofeos para la habitación de trofeos de su padre, ella quería ser solo una persona feliz no una esclava de cincuenta actividades. Y su padre nunca lo aceptó, siempre le exigía más, siempre quería que resaltara más, y ella solo cerró sus oídos a esas cosas y vivió su vida como mejor le pareciera.
Well, I shouldn't have to justify what I do, I shouldn't have to prove anything to you
I'm sorry that I exist, I forgot what landed me on your blacklist but I shouldn't have to be the one that makes up with you
Bueno, yo no tendría que justificar lo que hago, no tendría que probarte nada, siento existir, olvide que me habías puesto en tu lista negra, pero no tendría por qué ser distinta contigo.
Perdida en sus pensamientos no notó que se acercaban a ella y la tomaban fuerte de la cintura, una sola persona en la casa haría eso. Sintió como la jalaba hacia atrás.
— ¿Qué haces? – dijo corriendo a sostener su Mp3, por poco se cae abajo.
— Siento pánico de verte sentada en la orilla de la azotea – le explicó.
— ¡Oye! – dijo enojada – ¿Crees acaso que estoy loca? nunca se me ocurriría saltar o alguna estupidez así.
— Ya lo sé – dijo preocupado – sé quién eres Helga, lo que me da miedo es el temblor del desnivel, cuando pasa un camión muy grande toda la casa tiembla.
Arnold la puso de pie a dos pasos de la orilla. Sabía que tenía razón el desnivel vehicular que estaba justo detrás de la casa a veces hacia que la casa vibrara como su fuera un pequeño temblor, lo había olvidado.
— Gracias, lo siento – dijo apenada por el miedo que el chico pudo sentir.
Se quitó los audífonos y guardó su reproductor en un bolsillo de su chaqueta, se sentó después en el suelo fresco, era el único lugar que estaba casi frio en verano gracias al agua que había en el gran depósito que surtía a toda la casa de huéspedes.
— ¿Te sientes mejor?
— Mejor de ¿Qué?
— Helga…
— No es asunto tuyo, Arnold.
— Sí lo es – dijo seriamente – todo lo que pueda lastimar a las personas que quiero, es asunto mío.
Helga no quiso mirarlo, su corazón latió más rápido, por supuesto que sabía que Arnold la quería, años de amistad solo pueden hacer que el cariño crezca, pero escuchárselo decir aparentemente todavía ponía sus emociones al límite.
— Pensé que estaban tratando de dejar de ser el buen samaritano del mundo Arnold – dijo regañándolo.
— Sabes bien que eso no te incluye a ti Helga – le respondió dulcemente — por ti siempre hare todo lo posible por que seas feliz
— Contrólate Galahad – dijo empujándolo por un hombro — yo no soy ninguna princesa en apuros para que vengas a mi rescate.
— No estoy ofreciéndote un rescate Helga, solo te estoy preguntando como estas…
La chica volteó su rostro sin querer decirle nada, ¿Cómo podría entender él? su perfecta y caótica familia siempre lo había amado y cuidado, toda una comunidad entera estaba al pendiente todos los días de lo que sea que él necesitara.
— Olga me ha pedido que te convenza de ir a tu casa – le confesó el chico.
— Esa no es mi casa – dijo furiosa – y no te atrevas a apoyarla.
— No lo hice – dijo con firmeza – Helga yo sé lo que pasabas en tu casa, lo vi toda tu vida. Todo el tiempo me preguntaba porque eras tan agresiva que es lo que estabas ocultando, de que te estabas escondiendo, estoy seguro de que aunque me lo contaras no me enteraría ni de la mitad y si tú no me quieres decírmelo, yo no necesito saberlo.
Helga sintió que la mandíbula le temblaba y los ojos se le llenaban de lágrimas.
— Además… sus motivos no son sinceros ¿verdad? – dijo algo apenado – no sé porque, pero tengo el presentimiento de que…
— No, no lo es – dijo abatida – Mi hermana solo quiere ser siempre la heroína del día, quiere llegar de nuevo conmigo del brazo y tratar de que seamos de nuevo "la gran familia feliz – dijo haciendo unas comillas con las manos – hizo lo mismo el año pasado y… fue muy desagradable.
— ¿Qué fue lo que paso?
— No quiero hablar de eso…
Arnold no dijo nada más, solo se sentó junto a ella y pasó su brazo alrededor de sus hombros y la atrajo más cerca. No quería que él fuera tan dulce con ella, casi prefería al Arnold que la besaba y le hacía hervir la sangre, sabía qué hacer con ese Arnold, pero cuando la trataba como si fueran mucho más que amigos….
— El año pasado mi hermana me convenció de ir con ella a casa. Para ser sincera había olvidado que día era – dijo en voz baja sin alejarse de él – pensé tontamente que podría ir arriba y sacar algunas cosas que aún tenía en mi habitación, eso solo si mis padres no se habían desecho de ello. Cuando vi el pastel de carne en la mesa lo recordé de inmediato, quise irme pero Olga me obligo a quedarme, mi madre, creo que estaba demasiado ocupada en la cocina haciendo las papas que a papá le gustan, y él estaba en la televisión, solo le dije "feliz cumpleaños" me miró con furia y me echó de casa, me dijo que si tanto había disfrutado difamando a la familia para poder irme no tenía permitido volver, se veía tan enojado que no quise quedarme a que me dijera nada más, salí y me quede sentada un momento en el portal, desde allí pude escuchar a Olga rogándole que aceptara hablar conmigo, que yo había ido a pedirle perdón y que estaba avergonzada por lo que había hecho.
— Que estaba pensando Olga que…
— Olga es así Arnold – lo interrumpió, la chica más tranquila – ella cree en la fantasía de que nosotros éramos felices y quiere… quiere regalarle a papá el regalo que desea.
La chica pasó sus manos por el rostro, respiró profundamente y le sonrió con amabilidad.
— Sé que quieres hacer lo correcto Arnold y convencerme de que vaya y que haga las paces con mi familia, pero no lo hare.
— Te equivocas
— ¿En serio?
— Lo que realmente quiero es que te quedes aquí – dijo sosteniendo sus manos – quiero que te quedes aquí conmigo, quiero ser egoísta de nuevo y no dejar que te vayas y nadie más quiera humillarte, quiero estar aquí contigo y si te vas…
— Deja las cursilerías cabeza de balón – dijo incomoda – no me voy a ir a ningún lado de todos modos, yo no fui quien se equivoco, así que no tengo que pedirle perdón a nadie.
— Bien – dijo el chico más animado – entonces que dices si nos vamos mañana a la playa, solo tú y yo, estoy deseando verte en un bikini rojo y cubrirte la espalda de bronceador.
— Bikini, si claro, solo si tu vas en uno de esos trajes de baño para nadadores que no dejan nada a la imaginación.
— Valdría la pena el sacrificio.
— Oh eres un pervertido – dijo con una escandalosa risa.
Arnold solo se unió a ella contento de que hubiera recuperado su buen humor, no soportaba verla triste, le dolía profundamente y su risa lo alimentaba… Helga Pataki le importaba mucho más de lo que él mismo había creído posible.
Las risas se vieron interrumpidas cuando Arnold escuchó el teléfono de su habitación sonar, bajó por el tragaluz y alcanzó el teléfono.
— Hola Arnold, disculpa llamarte tan tarde.
— Está bien Olga aún no me iba a la cama.
— ¿Pudiste hablar con mi hermanita?, ¿A qué hora puedo ir por ella mañana?, debemos salir muy temprano para comprar todo lo necesario para la fiesta.
— Olga… — el chico de pronto se dio cuenta de algo – lamento decírtelo pero no voy a convencer a Helga de nada de lo que ella no quiera, es una persona madura que sabe lo que hace y voy a respetar eso.
— Pero yo…
— Lo siento Olga, debo colgar.
No esperó a que Olga dijera anda más, colgó el teléfono y se le quedó viendo un momento con una sonrisa.
— ¿Qué se siente? – le preguntó Helga a su lado que lo veía sonreír.
— Se siente bien – dijo él poniendo el teléfono en su base.
— Bueno si mañana vamos a salir debo ir a dormir, descansa cabeza de balón.
— Descansa también, Helga.
La chica salió de la habitación dejándolo solo. Cuantas veces a lo largo de su vida había hecho cosas así por los demás, arreglar sus problemas por ellos, lo peor era cuando no lo lograba porque los demás se sentían con derecho de reclamarle y él se sentía mal por fallarles, decirle que no a Olga había sido satisfactorio, ella era una mujer incluso mayor que él que debería ser capaz de ver que Helga no tenía ninguna responsabilidad por como la trataba su padre, no podía obligarla a pedir un perdón que no pesaba en su conciencia.
¿Deseaba que Helga se reconciliara con su familia? Sí, pero solo porque eso sería bueno para su amiga, pero si debía sacrificar su orgullo por ello ¿Qué sentido tenía?
Con esa sonrisa de satisfacción se puso el pijama y se fue a la cama pensando en lo que haría con su amiga al día siguiente.
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— ¡Basta Arnoldo! – dijo la chica tratando de no tocarlo.
El chico solo se carcajeo divertido. Habían pasado toda la tarde en una playa no demasiado cercana a la cuidad pero que había valido la pena el esfuerzo de llegar. Se habían divertido, habían nadado sin descanso, y se habían tirado al sol durante toda la tarde, la chica se había negado terminantemente a que le pusiera bloqueador después de nadar, alegando que antes se había aprovechado de ella, lo cierto es que ella había ido con un precioso bikini de lunares azules que le quedaba ni mandado a hacer y sí, se había divertido demasiado poniéndole bloqueador, resultado de tomar sol sin protección, la mayor parte de su cuerpo tenía un brillante color rojo y no soportaba que le tocara ni un pelo y él no resistía a tocarla para fastidiarla.
— Es tu culpa, te lo dije, el bloqueador se lavó con el agua.
— Está bien todo poderoso y sabio Arnold, ahora ¿puedes dejar de torturarme?
De nuevo como un mal d'javu los dos chicos compartiendo bromas giraron en la esquina de la calle vine, al ver la puerta de la pensión cualquier broma murió, frente a su casa el conocido Lincoln Continental Mark V de Bob Pataki estaba estacionado.
Fin IV
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Nota de autora: Fiuuu si supieron lo difícil que ha sido subir este archivo, no se que problema tiene a veces FF conmigo. Lamento la tardanza con la actualización, tratare de que no me pase de nuevo, pero es que este mes tuve un montón de proyectos divertidos que requirieron de toda mi creatividad, y no había podido sentarme a actualizar.
Mil gracias a todas las personas que están leyendo mi historia en especial a: kikyoyami8, CaptainK8th,reginasousabj, tsukiii, Chiryta, UramAkane y un timido que no me dejo su nombre por sus reviews, fueron parte de un cumpleaños maravilloso para mi, de verdad mil gracias.
La canción... oh vamos quien no conoce esta canción ;)
Me despido, nos vemos en el siguiente capitulo.
Tata
Mimi chan
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