Notas antes de empezar: Y bueno, aquí estoy. Me acabo de embarcar en un nuevo proyecto de long-fic de cuyo origen hablaré después. Este primer capítulo es una versión modificada de "Las piezas que quedan", le agregué varias cosas y cambié otras. Pueden comparar las dos versiones y ya lo verán.
- Esto es un AU, UA, Universo Alterno, Alternate Universe. Como quieran llamarlo. Hay varias cosas que cambian respecto al canon del manga/anime.
-"Nimbus" hace referencia a las nubes que producen precipitaciones. (Por si alguien tenia la duda)
- Nos vemos al final para más notas y acotaciones.
- Hay posibles spoilers. Más que todo respecto a los nombres de algunos miembros de algunos equipos (léase: Shiratorizawa) y el final del segundo partido entre Karasuno y Aoba Johsai.
Disclaimer: Haikyuu! le pertenece a Shueisha y Furudate Haruichi.
I
Cuando Iwaizumi despierta por quinta vez durante la noche, está convencido de que algo malo va a pasar. Él duerme como un bebé, o como una roca, Hanamaki nunca se decidió por alguno de los dos. Kuroo a veces lo comparaba con un gato, pero luego decía que eso sería una ofensa para los felinos. Evitaba el puño de Iwaizumi y se iba, tan campante como había llegado.
Se voltea boca arriba y se queda mirando el techo. No hay nada interesante en él; es solo un montón de cemento pintado de blanco con una capa de algo que le da un efecto brillante, de manera que la habitación da la impresión de estar muy iluminada cuando es de día o cuando tienen la luz encendida.
En este momento, Iwaizumi solo ve unos pocos reflejos, que se cuelan por la abertura de las cortinas que habían puesto tan pronto se instalaron en la habitación. Ve unas luces amarillas, de los carros, y otras del mismo color, en la calle. A cierta distancia, se escucha el ruido de los motores, gente hablando y riendo y uno que otro borracho.
A seis meses del inicio de su vida universitaria, Iwaizumi no sabe si enorgullecerse al decir que no ha sabido aprovechar la vida nocturna en Tokio. No es su culpa, no sabía en que se metía al empezar esa carrera y mucho menos cuando al conseguir aquella habitación. De vez en cuando salía, pero nunca le daba tiempo para mucho. Quizá Kuroo tenía razón, debía ser menos estricto o se iba a morir de estrés. Iwaizumi no sabía si Kuroo decía la verdad o no, pero sí tenía claro que su compañero sabía tanto sobre tantas cosas que a veces era mejor creerle.
Y quizá, lo que siente en sus articulaciones cada vez que se mueve es precisamente eso, un presagio de su muerte por estrés. Iwaizumi prueba a doblar una rodilla, un chasquido resuena por toda la habitación tan fuerte que el joven se siente un poco asustado. Se toca la rodilla, para comprobar que está bien y que no ha sufrido ningún daño grave. Está bien. Cuando intenta volver a su posición original, sus articulaciones vuelven a producir un sonido que se le antoja asqueroso y los músculos de sus piernas y brazos duelen. Lo siente incluso en su espalda y en su abdomen; como aquellos días con el entrenador Mizoguchi, dando vueltas alrededor de la cancha, haciendo lagartijas y sentadillas, luego saques y remates, hasta que el último de los integrantes del equipo caía rendido.
Al voltearse hacia la derecha, ve la cortina que Kuroo ha puesto para dividir la habitación. No sirve de mucho para bloquear sus ronquidos, pero al menos no tiene que ver la pantalla de su teléfono encendida mientras está enviando mensajes hasta bien entrada la noche.
Decide que el mejor curso de acción mientras recupera el sueño, es un vaso de agua. Se levanta y cruza los pocos pasos que lo separan de la cocina. Sin querer, choca contra una de las cajas que aún siguen allí, esperando a que alguno de los dos acomode sus contenidos en alguna parte.
Las cajas hacen parte del más reciente envío de parte de sus respectivas familias, dos meses atrás. Contienen ropa, un álbum de fotos que Iwaizumi no sabe para qué necesita, un par de sartenes y cucharas de palo y una olla eléctrica para hacer arroz, cortesía de la abuela de Kuroo. También hay otra caja con una consola de videojuegos y un montón de éstos; una contribución de Matsukawa, quien estaba convencido que Iwaizumi iba a tener un compañero de habitación aburrido y tendría que buscar algo para distraerse. Pero si había algo que no era aburrido, era Kuroo. Mientras está bebiendo agua, Iwaizumi empieza a sentir sueño de nuevo, así que antes de pensar en cosas cursis como porqué Kuroo ha sido la mejor elección como compañero de habitación, decide meterse de nuevo en la cama.
Sus articulaciones chasquean y le recuerdan a las bisagras sin engrasar de la puerta de su cuarto, allá en Miyagi. Qué vergüenza. En sus años de secundaria solía ser uno de los mejores deportistas de su escuela y ahora, parecía un carro viejo, rechinando con cada movimiento que hace.
Se queda dormido pensando en los comentarios que haría su madre frente a su estado físico y viendo las luces reflejarse en el techo brillante de su cuarto. A su derecha, escucha a Kuroo removerse y murmurar algo. Espera que no se ponga a roncar.
. . . .
Sabe que está soñando, pero se ve real. Muy real. Nunca ha tenido esa clase de sueños.
Está corriendo a toda velocidad, sus piernas arden y cada uno de sus músculos parece gritar pidiendo descanso. Él no puede, no quiere parar. Siente una presión en su mano derecha y levanta la cabeza. Logra ver una mata de cabello café antes de tropezar y caer de bruces contra el suelo.
—¡Vamos, vamos! —le dice una voz masculina. Iwaizumi quiere responder, pero es imposible. Ahora que está en reposo, su cuerpo se ha rebelado contra sus intenciones y no quiere avanzar. Está desesperado. Escucha pasos, una gran cantidad de ellos. Un batallón que se cierra a su alrededor.
—No puedo —logra decir. Oye un quejido, una mano se cierra alrededor de la suya y lo impulsa hacia arriba, obligándolo a ponerse de pie. Iwaizumi apenas se sostiene, le tiemblan las piernas y su corazón late a un ritmo acelerado.
—Vamos —repite la voz. Pasa un brazo alrededor de su cintura, el brazo de Iwaizumi alrededor de sus hombros y empiezan a caminar. Iwaizumi está a punto de dejar caer todo su peso sobre él, logra controlarse a tiempo y empieza a caminar a pasos más largos.
Unos metros más adelante, se deshace del agarre, mas conserva una mano en la suya y empieza a correr de nuevo.
—¿Ya estás mejor?
—No, pero tengo que estarlo o… —No logra terminar de hablar, siente un dolor punzante en el pecho. Instintivamente, se lleva las manos al lugar del dolor, siente algo húmedo y al mirar sus palmas, están manchadas de sangre.
Todo se vuelve borroso y él cae.
. . . .
Se despierta con el mismo dolor punzante en el pecho y asustado, lleva sus manos hacia el origen del dolor. Espera, sin saber muy bien porqué, que sus manos estén llenas de sangre, pero lo único que hay es sudor.
Suspira y mira el reloj en su cabecera, son las seis y cincuenta y cinco de la mañana. Demasiado temprano para la gente normal. Enseguida piensa en Kuroo. La última vez que Iwaizumi tuvo una pesadilla, en un arranque de amabilidad, Kuroo recorrió las calles a las dos de la mañana, buscando algo dulce para comer y luego le había hecho un café. No es que a Iwaizumi le gustara mucho que lo trataran como a un niño, pero aquella vez había logrado recuperar el color en su rostro y su energía gracias al remedio casero de su compañero, sentía que lo necesitaba de nuevo.
—¿Kuroo? —llama. No hay respuesta—. Kuroo —. Faltan cinco minutos para las siete, extraño; Kuroo, siendo un fanático de la puntualidad, siempre se despierta a las siete en punto. Mira a su derecha y se encuentra con la cortina descorrida y la cama de Kuroo perfectamente hecha.
Se levanta de golpe y después de maldecir el dolor de sus músculos, busca su teléfono. Kuroo debería haberlo despertado antes de irse. Sin embargo, escucha un ruido en la cocina y se dirige allí. Kuroo está sentado a la mesa, con un libro abierto en una mano y una bebida energizante en la otra, lleva la misma ropa del día anterior y da la impresión de no haber dormido nada. Iwaizumi juraría haberlo escuchado la noche anterior.
—La última vez que uno de nosotros pasó toda la noche en vela fue un calvario, ¿lo quieres repetir? —le dice.
—Nunca —responde Kuroo—. Perdón por no despertarte anoche, cuando llegué estabas profundo, no quise molestar. Yo me dormí un par de horas y me desperté antes de lo usual.
—Ya.
—Hablando de cosas raras, escuché que me llamabas. ¿Tenías una pesadilla? ¿Querías que te sostuviera la mano un rato?
—Sí y no —. Iwaizumi estira los brazos sobre la mesa y apoya la cabeza en ellos, estira también las piernas y finalmente, encuentra una posición cómoda.
—¿Estás seguro?
—Completamente. Siento como si un camión me hubiera pasado tres veces por encima. Tal vez dormí en una posición incómoda.
—Pues, cuando me desperté, estabas perfectamente acomodado. Hasta te chupabas el pulgar.
—No digas idioteces.
—Lo siento —. Kuroo sonríe y a Iwaizumi le parece que no lo siente mucho—. ¿Tal vez comiste más de la cuenta anoche? A propósito, ¿qué hiciste ayer?
—No comí más de la cuenta… creo —. Iwaizumi se endereza y cruza los brazos. Pésima idea. Kuroo hace una mueca al notar su dolor, Iwaizumi no le presta atención—. Ayer estuve un rato en el laboratorio, salimos a eso de las seis, después acompañé a Kasumi a la parada del bus. Me encontré con Matsukawa como a las seis y media, y fuimos a comer ramen, al mismo lugar de siempre. Y luego… luego fui a la biblioteca y… y leí algo…
—¿Qué leíste? —pregunta Kuroo, dejando su libro a un lado.
—No… no lo sé. No lo recuerdo —. Iwaizumi se muerde el labio inferior. Kuroo se pone de pie y tira el resto de su bebida en el lavaplatos mientras Iwaizumi piensa—. Kuroo, no lo recuerdo.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Quiero decir que no recuerdo que hice en la biblioteca.
Kuroo deja la lata a un lado y vuelve a la habitación. Iwaizumi lo sigue y lo escucha revolver en su escritorio hasta encontrar su maleta. Se sienta en su cama a revisar el contenido:
—Esfero, papeles, una revista, un cuaderno una carpeta, tu billetera —. Le entrega la billetera a Iwaizumi, quien verifica el contenido y asiente, indicando que está completo—. Llaves. Un examen, que a propósito, perdiste. Y una envoltura de un dulce, ¿todo completo?
—Sí.
—Revisa el cuaderno. Quizá allí encuentres algo que te ayude a recordar.
Iwaizumi no está muy convencido cuando se sienta al lado de Kuroo y recibe el cuaderno de manos de éste.
—Está bien, sólo revísalo.
Se pregunta si Kuroo siente la misma sensación de déjà vu que él. Por supuesto que sí, piensa al ver un atisbo de sonrisa tranquilizadora. Aunque el recuerdo de la vez anterior no es muy vívido, Iwaizumi lo tiene lo suficientemente claro como para sentir cierto temor. Kuroo le da una palmada en la espalda, con más fuerza de la necesaria e Iwaizumi abre el cuaderno.
Pasa las páginas llenas de apuntes, cuadros y esquemas con lentitud, hay unos garabatos dibujados en las esquinas de las páginas. Iwaizumi ni siquiera ve el contenido, todo pasa como un borrón mientras llega a la última parte, donde se supone que tomó notas sobre lo que había leído la noche anterior.
Sabe que los ha encontrado al ver las letras de color morado. Mira a Kuroo y éste tiene una expresión tranquila, pero Iwaizumi ve algo más que no sabe definir.
—Kuroo, yo no escribo con este color.
—Lo sé —. Kuroo toma el esfero que había sacado antes de la maleta y lo prueba en una hoja en blanco, el esfero no sirve—. Quizá alguien te prestó uno de ese color.
Iwaizumi no responde. Se limita a mirar los apuntes, no recuerda haber escrito nada de eso. Los lee despacio, sintiendo como el dolor en su cuerpo va desapareciendo poco a poco y algo más se abre paso.
La sensación lo abruma tan pronto llega al final. El cuaderno cae al suelo e Iwaizumi quiere gritar. No sabe por qué, pero se siente triste, mucho más que la vez anterior. Hay un dolor en su pecho que crece, una abertura que se hace más profunda con cada respiración y le falta el aire; alguien ha cerrado sus manos alrededor de su cuello y le impide respirar. Su visión se torna borrosa.
—¡Oye! —Kuroo se arrodilla frente a él, su voz, muy lejana, suena preocupada—. Iwaizumi, mírame —. Iwaizumi se obliga a obedecer—. Está bien, está bien. Respira profundo. Ya pasó… —. Sus palabras empiezan a volverse más difusas. Iwaizumi teme desmayarse, nunca le ha pasado y no le gusta para nada lo que está sintiendo. Kuroo le vuelve a repetir que respire profundo, que tome aire y lo suelte despacio. Iwaizumi lo hace y Kuroo cuenta las veces que respira. Cuando llega a diez, su compañero se deja caer sentado al suelo, soltando un suspiro de alivio.
—¿Cómo te sientes? —le pregunta después de un rato.
—Mejor.
Kuroo toma el cuaderno y busca los apuntes en tinta morada. Lee lo que ha escrito varias veces y luego, cuando Iwaizumi empieza a sentir algo que le está quemando el estómago, siente la mirada de Kuroo sobre él.
—¿"kawa"?
—No lo sé.
—¿Es un nombre o algo así?
—Ya te lo dije, no tengo idea. Supongo que es un nombre
—¿Como el de tu amigo Matsukawa?
—¿Por qué iba a escribir el nombre de alguien que acabo de ver?
—Puede que te guste, o algo así.
—No. Además, está saliendo con alguien.
—No es un impedimento.
—Quizá para ti.
—Entonces, estás diciendo que si estuviera soltero…
—¡Que no! Kuroo, eso no es importante —. Kuroo sonríe y vuelve a mirar el cuaderno, Iwaizumi se pasa una mano por el cabello, desordenándolo—. Estoy absolutamente seguro que no hablo de Matsukawa y también estoy cien por ciento seguro que no me gusta.
—Lo sé. La vez anterior que te pasó esto él ni siquiera estaba en el país, recuerdo que lo mencionaste. Aunque, claro, la vez pasada no escribiste ninguna sílaba de ningún nombre.
—Kuroo…
—Sólo quería intentar subirte el ánimo un poco —. Kuroo cierra el cuaderno y lo coloca encima del escritorio de Iwaizumi. Se pone de pie y le hace una seña para que haga lo mismo, Iwaizumi comprende que quiere cerrar el tema, pero quiere decir algo más —. No te preocupes. Encontramos algo. Es un comienzo.
—¿Quién es, Kuroo? —pregunta Iwaizumi enseguida. Kuroo, que tiene una chaqueta medio puesta, lo mira, casi sonríe.
—Esa pregunta no la puedo responder. ¿Te sientes bien para salir? —Iwaizumi asiente—. No tengo la más mínima idea de quién es, pero creo que lo vas a volver a ver. Y si eso pasa, por favor, tienes que tener los ojos bien abiertos para recordar y completar su nombre.
—¿Y si vuelve a pasar? ¿Si olvido todo lo que hice?
—Lo vuelves a buscar, hasta que deje de pasar. Esto va a tener que parar alguna vez. No puede durar para siempre.
—Y si…
—No puede durar para siempre —repite Kuroo, en un tono más serio—. No puedes andar encontrándote con alguien, olvidándolo y luego sentir lo que acabas de sentir durante toda tu vida.
—¿Por qué estás tan seguro?
—Es lo más lógico, supongo. No puede haber una clase de dolor que dure para siempre.
—Pues…
—Me refiero al de acá —. Kuroo apunta hacia su pecho. Iwaizumi asiente, sin muchas ganas de decir algo más y lo sigue fuera de la habitación.
Más notas: - Bueno, esta idea salió de una tarde de leer universos alternos en cierto sitio web. No puedo adelantar mucho, porque pierde la gracia, pero vi que la idea tenía potencial y decidí intentarla. Supongo que si tuviera que resumir toda la idea en una palabra, sería "promesas".
-Quería esperar mucho más tiempo para publicar, principalmente por que tenía cierta aprehensión con aquello de los personajes y el IC, pero después de leer el primer capítulo unas diez veces, creo que está listo para ver la luz. A propósito, es un poco complicado buscar la forma correcta de escribir una interacción entre unos personajes como Kuroo e Iwaizumi, espero que todo sea creíble y tan IC como sea posible.
-Todos los cambios respecto al canon los verán a medida que avance.
- Otra razón que me impulsó a publicar ahora es la expectativa. Estoy emocionada con esta idea y, bueno, quiero que el resto del fandom que la lea también se emocione. Así que probablemente la encontrarán publicada en Tumblr y AO3, porque quiero estrenar mi cuenta en este último sitio.
- Ya, no hablo más. Muchas gracias por su atención y tiempo y reviews y etc, etc, etc. Trataré de responder comentarios con toda mi energía.
- Mmmm, veamos, a quien pueda interesar, un adelanto de la próxima parte:
"—No te preocupes —le había dicho Tendou—. Es poco probable que te encuentres con Wakatoshi en una ciudad tan grande como Tokio.
Un mes después, se lo encontraba en un café."