-¿Empezamos?
Pregunto con un tono bajo, algo sutil e innegablemente encantador un sublime muchacho de ojos negros, luego esbozo en su hermoso rostro una sonrisa, una que cualquiera con un libido saludable calificaría como sensual; aunque si ese fuera el caso, el rubio que tenía enfrente ya estaría tendido en la cama.
Para desgracia del gran Sasuke Uchiha, Naruto Uzumaqui no era precisamente un hombre susceptible a sus encantos; un heterosexual, para lo que le faltaba a esa jodida noche del demonio, un maldito y puñetero hetero con la disposición sexual de un cubo de hielo.
-¡! Al demonio! ¿Vamos a follar o te devuelvo tu dinero?
Se podría decir que el mayor talento de Sasuke era su habilidad para atraer a la gente con semejante carácter del demonio, porque si, Sasuke era poco paciente, extremamente irritable y por sobre todo terco, y claro jamás admitiría que se estaba rindiendo, no señor, nada de eso. Ese maravilloso joven de cabellos negros y exquisita piel pálida estaba reservado para todo aquel que tuviera una cantidad decente de dinero y ese maldito rubio no iba a ser la excepción; ese era su argumento.
Sasuke ya estaba lo suficientemente jodido como para salir a buscar dinero en la madrugada. Porque por dios que lo necesitaba, era su inspiración, su filosofía de vida, su única esperanza y lo que precisaba para pasar la noche y con suerte sobrevivir un par de días; sencillamente no podía andar haciéndole favores a toda pobre criatura que pareciera necesitar un abrazo, pero entendió en el instante en el que vio a ese rubio que sus intentos por hacer bien su trabajo se había ido al diablo. Solo no pudo ignorarlo, en una solitaria noche de navidad como esa, un apuesto chico de piel dorada tendido en una banca de la iglesia, no era exactamente lo que esperaba encontrar al escabullirse en el atrio.
Pero ¿Qué hacía en la iglesia un prostituto mientras todos derrochaban su dinero afuera? Fue lo que se preguntó Naruto al encontrarse con el suave tacto de esa piel pálida. No estaba rezando, ni siquiera buscando un alma susceptible que seducir y explotar por comida o un lugar donde pasar la noche, no… lo que Sasuke estaba haciendo era buscar ayuda divina; así es, esta vez había el irresistible Sasuke Uchiha había caído muy bajo. Robar utensilios sagrados no era su negocio favorito, pero estaba realmente desesperado.
Y ¿Cómo llego a semejante situación? ¿Qué más daba? Si la mayor parte del tiempo no recordaba ni su nombre. No era alcohólico, cabe aclarar, ni tenía la suerte de ser drogadicto, y claro, jodida suerte hubiera sido estar drogado cada vez que un asqueroso borracho se le lanzaba encima, aunque no era tan malo, esas burdas palabras que le susurraban entre incoherencias a veces parecían lo más cercano que tenía al afecto. Valla vida, su éxito se esfumo y debía estar muerto, si incluso sus embobados clientes concordaban en decir que era menos que una puta, y a duras penas. Pero ¿Qué más se podía pedir a un marginado sin familia?... sin hogar, sin dignidad y sin ninguna brillante idea que salvara el día. Aunque, Sasuke debía admitir que ofrecerle sexo a un pobre diablo sin dinero sí que había sido un acierto digno de un genio, eso podía apostarlo. Ese estúpido rubio había sido un hallazgo, y que su falta de sentido común le hubiera dado algo de alegría a esa noche tan absurda no tenía nada que ver.
Así es, es chico que lo vio robando y le extendió la mano con un "Hola, soy Naruto Uzumaqui ¿Quieres sentarte?" le había dado la más idiota y estúpida sensación de bienestar que había tenido en meses. Tener una conversación casual era grato, hacerlo con alguien igual de desgraciado y lo suficientemente jodido como para pasar su navidad solo en una iglesia era reconfortante.
Naruto debía ser un imbécil incluso mayor que él, y eso era mucho decir, ya que ese precioso y nada elegante prostituto lo hacía todo en grande. En grande había mandado al carajo todas sus posibilidades de hacer con su vida algo, en grande había jodido hasta su última oportunidad de ser amado o tan siquiera apreciado por alguien que no quisiera tenerlo en cuatro. O si, Sasuke era un experto en el arte de tirar todo a la mierda con solo tocarlo. Pero si algo podía alegar a su favor era su capacidad de sacarle provecho a todo, o de al menos creer que podía hacerlo.
-Vamos, no te hagas de rogar, tebbayo _exclamo el rubio con un gesto gracioso_
-¿Qué no tienes a alguien esperándote en casa? es tarde _exclamo Sasuke saliendo desde detrás de la mesa del sacerdote_ deberías estar tirándote a una linda novia y no cuidando estatuas.
-No tengo novia _Oyó su voz suave, algo confianzuda y amigable por naturaleza_
-¿Quieres una? _pregunto Sasuke bajando por las cortas escaleras del altar_
-No, hombre, son problemáticas…
-Entonces eres del tipo que prefiere el sexo casual.
-Que va… soy del tipo que apenas recuerda que tiene pene.
Sasuke soltó una carcajada y lo observo de pies a cabeza; parecían tener la misma edad. Sin más se dejó caer a su lado en la banca y su vista se fijó en el tenue color de los vitrales.
-Ojala yo pudiera, a veces es un dolor en trasero.
-Entonces eres de los que no pueden vivir sin sexo…
-Supongo, es bastante literal.
-Literal como ¿"Eso me da comer"? _su voz era condescendiente, algo compresiva_ ¿Eres prostituto?
-¿Tengo esa pinta?
-No… solo lo imagine, tienes esa clase de aura sensual de burdel, además… _acompañadas por una radiante sonrisa sus palabras se perdieron en el frio eco de la iglesia_ eres hermoso.
-¿Esa es una propuesta?
Naruto guardo silencio por un momento, paso la vista por cada cuadro y estatua buscando señales divinas que le dijeran que pasar sus últimas horas con un prostituto era una mala idea, pero no las hayo, y la perfecta silueta de ese desconocido bajo la tenue luz de las velas le pareció endemoniadamente exquisita. Mentiría si dijera que su instinto heterosexual no trato de persuadirlo, pero de alguna forma ese rígido chico de facciones bellas y mirada fría parecía agradable.
-¿Cuánto cobras?
-¿Cuánto tienes?
Naruto se registró los bolsillos buscando lo que tristemente parecía ser todo lo que poseía y luego de contar un sinfín de monedas soltó:
-Tres con cincuenta.
-¡Valla, tienes suficiente para una soda! _soltó Sasuke tratando de parecer sarcástico; ese rubio no creería que era tan barato_
Tras la falta de respuesta de Naruto, lanzo su oscura mirada por en encima de su semblante, ese alegre rostro que escondía tristeza y parecía ser muy bueno disfrazando sus penas era de alguna forma confortable. Su mente dejo de trabajar y sin pensárselo mucho soltó:
- Está bien… _una leve curva rara vez dibujada en sus labios se dejó ver, una muy diferente a la de sus artimañas seductoras, una algo conmovida y a la vez identificada con la desgracia de ese rubio_
-¿Conoces algún buen lugar? _pregunto Naruto dándole una palmada en la espalda a Sasuke, una que el muchacho devolvió riendo ¿Naruto no tenía mucha experiencia en esa clase de negocios, Cierto?_
-Vamos, dime que no palmeas de esa forma a todas las prostitutas que contratas… maldición, eres un dobe.
-¿Qué tiene de malo? Me agradas, Teme.
-Joder, me diste tres dólares por sexo, trata de parecer más desesperado.
-Lo estoy, bueno, debo estarlo si contrátate a un hombre, soy hetero, ¿sabes?
-Eso va a ser un problema… _soltó Sasuke algo serio, mientras le daba vueltas a su cabeza buscando algún lugar que pudieran usar gratis; estaba quebrado_
Durante un par de horas charlaron sobre nada en especial, tan solo divagando sobre cualquier cosa que hiciera fluir el tiempo; contemplando la fresca naturalidad en esos irracionales intercambios de palabras, creyendo solo distraerse en estupideces, cuando en realidad disfrutaban profundamente de la compañía.
Esa iglesia vacía casi abandonada, el sonido de los juegos pirotécnicos en la lejanía, una que otra risa inundando el eco de la sala; se sentía cálido, de alguna manera memorable.
Habían acordado salir una vez la hora pico del distrito rosa hubiera pasado, y eso era luego de las tres de la madrugada; conseguir un lugar sería más fácil.
Y eso los había llevado allí, a un motel de quinta ubicado en la calle más triste y desierta del distrito rojo. Sasuke negociaba con el dueño mientras Naruto observaba algo consternado la horrible decoración del lobby, si es que eso tan siquiera podía considerarse un cuarto, en vista de los enormes agujeros que llenaban las paredes.
-Ya te lo dije, todas las habitaciones están llenas.
-Vamos, sé que puedes conseguirme algo.
Tras un largo suspiro el insípido hombre de porte simple le lanzo a Sasuke una llave.
-Tienes una hora, si luego de eso tú y tu novio no han terminado los voy a sacar a patadas.
-Siempre tan encantador, gracias Barry _dejo salir el pelinegro arrastrando a Naruto dentro del pequeño cuarto_
Reír con un simpático chico en la catedral era una cosa, pero tener sexo con él en un motel era otra, el pánico invadió momentáneamente a Naruto.
-Así que… ¿se conocen desde hace mucho tiempo? Ese Barry, parece agradable _comento caminando junto a la cama como si se preparara para salir huyendo_
-Terminemos con esto de una vez, ¿quieres? _soltó Sasuke impacientándose un poco por el creciente nerviosismo de su cliente_ ¿no vas a echarte para atrás, cierto?
-No, pero ¿puedes ir lento? Esto es extraño, tebbayo.
-Vale, pero quita esa cara de horror que no intento violarte.
-Maldición, es difícil, mira este lugar, me da claustrofobia.
-Normalmente el cliente paga el lugar, así que agradece y cierra la boca.
Luego de casi cuarenta minutos de fallida seducción y algo que Sasuke no supo exactamente como llamar, pero Naruto aseguro que era un beso, se encontraban aquí, justo al principio, con un Sasuke muy irritado tratando de sacar de su bolsillo todas las monedas que el rubio le había dado y con un Naruto indescifrable sentado al borde de la cama, con la mirada baja y cierta miseria en ella.
-Ten _dijo, Sasuke arrodillándose para poner en su mano un puñado de monedas_ ve a casa, escucha no sé qué diablos te paso ni por qué te digo esto… pero, tómalo… si necesitas más dinero… _desconociendo sus propios actos se llevó la mano al bolsillo trasero y saco de su billetera los últimos cuatro dólares que tenía_ no es mucho, pero puede servirte.
Jamás en su vida el desalmado Sasuke Uchiha había hecho uso de eso llamado compasión, aún menos de la generosidad. No tenía idea de qué demonios estaba haciendo, pero después de ver esos ojos azulados abiertos de forma expectante entendió una inminente verdad: ya estaba cansado de todo eso. De ver clientes contemplándolo siempre con esa misma mirada, de quedarse solo, de no tener nada, de estar acabado y no conservar ni un poco de dignidad que le hiciera la vida menos agria. Sasuke entendió que ya no necesitaba ese dinero, como tampoco necesitaba ya nada; estaba extinguiéndose, prácticamente muriendo y mientras los recuerdos de aquellas noches cada vez más largas iban y venían su cuerpo se desgastaba. No quería deambular una vez por la madrugada buscando una forma de llegar vivo a la mañana, no quería despertar en un hotel preguntándose qué haría después ¿adónde iría? ¿Por qué?
Al entregarle esos esos cuatro dólares a Naruto estaba delegando. Delegando sus ganas de vivir, y es que ya no le quedaba ninguna, no tenía ni un pobre motivo que pelear. "Vive, yo quedo aquí" fueron las fatídicas palabras que trasmitió silenciosamente al entregarle lo poco que le quedaba.
-Soy Naruto Uzumaqui ¿recuerdas? "Naruto"… dilo, Teme _exclamo por lo bajo con un tono cálido, más cálido y delicado que cualquiera que alguno de sus clientes alguna vez hubiera usado_
-Joder, lárgate ya Naruto.
El toque de un profundo beso dejo mudos sus labios, Naruto lo había besado, y valla beso había sido, si dejo al muchacho más experimentado de todo el bajo mundo sin palabras. Una corriente casi eléctrica recorrió sus labios y los impregno del calor envolvente de ese rubio que sentía tener clavado en el alma desde hace mucho; como si fueran amigos, como si fuera el destino.
-Excelente trabajo, ya veo que eres un profesional… _exclamo Naruto devolviéndole el dinero como pago_ fue bueno… ahora cuídate, gracias.
En silencio Naruto camino hacia la puerta dejando a Sasuke aun arrodillado frente a la cama, le dedico sutilmente una mirada apagada y deseo haber conocido a ese agradable sujeto bajo otras circunstancias. Cuando no tuviera que pagarle para obtener algo de compañía y plática sin sentido que alegraran su última noche vivo, cuando su encuentro no significara más que una inevitable despedida y su tiempo juntos no se perdiera de inmediato al salir por esa puerta. ¿Y qué podía decir? Si el chico realmente le agradaba, si de alguna forma sentía conocerlo, si se identificaba con ese trágico sentimiento que se escondía muy en el fondo de esos ojos negros.
Un golpe frio lo dejo helado al pensar que moriría sin más y todo, su vida, su historia, incluso ese encuentro fortuito solo desaparecerían. ¿Qué estaba haciendo? No quería morir, no aun, no así.
-Sabes… _exclamo casi en un susurro mientras el pomo de la puerta se sacudía en su mano_ Si atravieso esta puerta voy a morir, bueno… más bien, van a matarme.
El pálido y hermoso rostro de Sasuke se giró hacia él inexpresivo, pareció analizar sus palabras por un par de segundos y con un tono de obviedad exclamo:
-Entonces no salgas….
Naruto rio por lo bajo, se tomó un momento para darle forma a la repentina idea que tenía en mente y se giró para proponerle a Sasuke lo que le pareció lo más estúpido que había pensado en mucho tiempo, pero sus palabras se quedaron en su garganta sin ser pronunciadas; el sonido de un disparo las detuvo.
Más disparos y un grito ahogado lo hicieron temer de verdad, sobre todo al ver el rostro de Sasuke hecho una encrucijada; ese había sido Barry. No le tomo mucho entender que estaban registrando el lugar, lo estaban buscando.
-Yo… tenemos que…
Fue todo lo que logro pronunciar en medio del pánico antes de que Sasuke lo tomara del brazo para empujarlo por la ventana.
-¡¿Qué haces?! _pregunto mientras era arrastrado por la escalera de emergencia _
-¿Qué crees que hago, Dobe? ¡Salvo tu trasero!
Un repentino tirón hizo a Sasuke volverse violentamente, su rostro quedo en blanco al toparse con la intensa mirada azul del Naruto, ese azul era más brillante que el cielo que empezaba a vislumbrarse sobre los edificios, era tan denso que lamento no haberlo contemplado antes.
-Si te atrapan con migo también van a matarte _Sus ojos rodaron hacia el estrecho callejón rehuyendo ese par de pozos negros que Sasuke estrechaba delatando su urgencia_ La situación es que… ya no hay nada que hacer, quédate aquí ¿quieres?
-Vas a dejar que te maten… _afirmo certeramente el pelinegro con un profundo deje de tristeza en su voz_
-Ojala nos hubiéramos conocido antes, creo que habríamos sido buenos amigos _dispuesto a correr se giró; no quería ver ese rostro desilusionado y recordarlo_ cuídate…
Los dedos del pelinegro se deslizaron por su brazo hasta encontrarse con su mano y entrelazarse con los suyos; detuvo a Naruto en seco.
-Sasuke… soy Sasuke
Una gran sonrisa, una de genuina alegría se dibujó en el rostro del rubio al escuchar esa sencilla palabra y no pudo evitar pensar: que nombre tan perfecto, tan agriamente melodioso, tan fácil de gravar para no olvidarlo nunca, y ¿cómo no? Si su dueño era sublime.
-Cuídate, Sasuke…
Dicho eso dio un par de pasos y luego se detuvo, su cuerpo se sentía frio, helado ante la crudeza de los dos certeros disparos que escucho a sus espaldas. Sasuke estaba…
Antes de que pudiera voltear sintió el peso del pelinegro empujando su espalda… "muévete" gimió de manera casi inaudible mientras el hierro bajo sus pies se estremecía por el peso extra que los hombres que lo buscaban hacían. La delicada estructura se estremecía mientras los matones se aproximaban peligrosamente y entonces Naruto entendió que su desafortunada situación había cambiado, morir ya no era una opción; debía sacar a Sasuke de ahí y ponerlo a salvo.