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°ENTRE GEMAS Y BALONES°

CAPÍTULO DOCE: Un nuevo y brillante día

A la mañana siguiente, Perla llegó al instituto y se dirigió a su casillero para sacar el material que necesitaba para la primera clase del día. Recordó, no sin cierta timidez, que la noche anterior al llegar a casa, Rose se había apresurado a hacerle preguntas acerca de su cita con Garnet. Al parecer, la gema rosa, Amatista y Lapis se habían sentado en un lugar muy alejado de Perla y Garnet, por lo que, para el alivio de Perla, no habían conseguido ver a las otras dos. A pesar de eso, la gema pálida le contó a Rose todo lo que había sucedido durante y después de los fuegos artificiales mientras sus mejillas se teñían de azul, recordando con exactitud las palabras que Garnet había utilizado al pedirle a Perla que fuera su novia en el camino de regreso a casa, las lágrimas de felicidad que había derramado la gema pálida y el largo abrazo que habían compartido ambas antes de despedirse; su pecho se sentía muy cálido con sólo recordar los eventos pasados. Al término del relato, Rose había aplaudido felizmente y le había deseado lo mejor a Perla en la nueva relación que comenzaba con Garnet.

La gema cerró su casillero y abrazó sus libros, pensativa. Con respecto a los rumores esparcidos por Jasper y Peridot, Perla sabía que con el paso de los días, y sin ninguna novedad que avivara el cotilleo, los rumores se quedarían en el olvido poco a poco. Las gemas ya no la observaban tanto como antes, pero a Perla ya no le importaba nada de eso; Lo más significativo había terminado ya, y ella estaba feliz con el resultado.
La gema pálida suspiró, perdida en sus pensamientos.
— ¡Perla!
Dicha gema se sobrecogió al sentir una mano sobre su hombro, y se giró, asustada.
— ¿Lapis? Oh, por todas las gemas, no sentí tu presencia –dijo Perla, y Lapislázuli se limitó a reír entre dientes, una maliciosa pero discreta sonrisa apareciendo en su rostro.

Quizá su amiga estaba pasando demasiado tiempo con Amatista, pensó la gema pálida.

— ¿Cómo estás? Hoy luces especialmente radiante –preguntó la gema azul, sus manos entrelazadas detrás de su espalda. Perla parpadeó.
—Uh… ¿especialmente radiante? No estoy segura de comprender a qué te refieres, Lapis.
—Sí, los ojos te brillan –continuó la otra. Antes de que Perla pudiera decir algo, una tercera gema apareció por detrás de Lapislázuli.
—Hey, ¡qué tal! –saludó Amatista con una enorme sonrisa en su rostro–. ¿Cómo les fue a ti y a Garnet en la cita de ayer, eh?
— ¡Amatista! –exclamó Perla, mirando hacia todas partes para asegurarse de que nadie más las estuviera escuchando–. ¡¿Por qué nunca puedes ser un poco discreta?!
— ¡Oh, vaaaamos! –Amatista entrelazó las manos y las colocó detrás de la cabeza de manera indiferente–. ¿Te le declaraste? ¿Se te declaró? ¿Se pusieron… románticas?
Mientras la gema violeta alzaba las cejas de manera traviesa, Lapislázuli se cubrió la boca para reír. Perla frunció el ceño y suspiró, comenzando a molestarse.
— ¿Tú también, Lapis? ¿Entonces ya lo sabías? Ugh, ¡esto no es gracioso, chicas!
— Lo lamento Perla, pero no eres muy buena para esconder tus sentimientos –se defendió la gema azul entre risas.
— A pesar de todo, ¿no piensas admitirlo? –preguntó Amatista. Perla se cruzó de brazos, cerró los ojos y desvió la mirada, enojada.
—Garnet y yo –la gema tragó saliva antes de continuar–, uhm, Garnet y yo somos… oficialmente una pareja.

Silencio.

Ligeramente preocupada, Perla abrió los ojos y miró a las gemas frente a ellas: Ambas se habían callado, y estaban de pie mirándola, Lapis con una pequeña sonrisa y Amatista con una cara de… ¿satisfacción?
— ¿Q–qué sucede? –preguntó la gema pálida, levemente nerviosa. Entonces, Lapis rio suavemente y después se acercó a su amiga para abrazarla.
—Felicidades, Perla. Les deseo lo mejor a ambas –le susurró Lapislázuli a su amiga en el oído, y Perla abrió más los ojos.
—Lapislázuli… –la gema pálida abrazó de vuelta a su mejor amiga–. Gracias.
Cuando se separaron, Amatista se acercó a Perla y le dio unas suaves palmaditas en el brazo.
—Ya era hora de que lo admitieras, nerd –sonrió–. Garnet ha estado sonriendo como tonta desde que llegó a la escuela.
— ¿E–en verdad? –preguntó Perla tímidamente. El simple pensamiento la hacía sonreír a ella–. Y bueno, también debo agradecerte a ti, Amatista. Odio admitirlo, pero... sin tu apoyo moral no hubiera sido capaz de confesarle mis sentimientos. Así que… gracias.
Y tras esas palabras, abrazó a Amatista, tomando por sorpresa a la susodicha otra vez.
—Espera, ¿QUÉ? –dijo Amatista tras unos instantes, y Perla se separó de su compañera–. ¿ te confesaste primero?
Perla alzó una ceja, confundida.
—Sí, ¿por qué?
—Maldición, ¡Desearía haber visto eso! No creí que te atreverías a hacerlo primero. ¡Y yo que pensé que Garnet sería la activa en esto!
Después de eso, la gema violeta estalló en carcajadas, y Perla se limitó a rodar los ojos, sus mejillas ardiendo. Quizá le estaba dando demasiado crédito a la gema pequeña.
Mientras Amatista se retorcía en el suelo, Lapislázuli retomó el habla:
— ¿Seguirás en el equipo de baloncesto? –preguntó. Perla colocó una mano sobre su barbilla, pensativa.
—Lo he estado reflexionando, y debo admitir que me he encariñado con el deporte. Lo más probable es que sí –respondió ella, y Lapis asintió con una sonrisa, contenta con la decisión de su amiga. Poco después, Peridot pasó junto a ellas, perdida en sus pensamientos y llevando una esfera verde entre sus manos. Lapislázuli y Perla se miraron mutuamente, y después llamaron a la gema verde:
— ¡Peridot! –exclamaron ambas al unísono, y la susodicha alzó la vista, ligeramente sobrecogida. Perla continuó-: ¿Te gustaría ir a comer con nosotras mañana después de clases?
— ¡Perla invitará la comida! –agregó Amatista mientras reía entre dientes. Perla gruñó por lo bajo.
— ¿Eh? ¿Por qué me están invitando? ¿Qué están tramando? –preguntó Peridot, no sin antes mirar hacia los lados para confirmar que en verdad se referían a ella.
—Vamos, no estamos tramando nada, ¡solo di que sí! Será divertido –siguió Lapislázuli.
—Podrías contarnos más acerca de tu tecnología robótica en desarrollo; debo admitir que lo encuentro interesante –sonrió Perla amablemente. Peridot parpadeó, perpleja ante la súbita invitación de las gemas con las que había sido grosera días antes.
—Pues... -murmuró la gema verde, pensativa.
— ¿No dijiste que olvidarías lo que pasó con Jasper y comenzarías desde cero? –le recordó Perla. La verdad es que le había dado algo de pena que Peridot no hubiera podido desarrollar su proyecto con el apoyo económico de Jasper, así que quería ayudarla: Quizá Perla no tenía grandes cantidades de dinero para apoyarla, pero sí tenía intención auxiliarla en la parte moral y científica, y para eso debía ganarse su confianza. Peridot desvió la vista, ligeramente apenada.
—Sí, pero…
— ¡Entonces está decidido! –exclamó Amatista mientras tomaba a Peridot por el brazo-. ¡Iremos todas juntas a comer mañana! ¡También Garnet!
Peridot miró a Perla, insegura de cómo actuar con Amatista, y la otra se limitó a encogerse de hombros.
—Te veremos mañana, entonces –dijo Perla con una inocente sonrisa; tiempo atrás, jamás creería que podría hacer otras amigas en el instituto además de Lapislázuli.

Eran increíbles todas las cosas que habían cambiado en tan poco tiempo.

— ¡P-pero solo iré porque habrá comida gratis! –exclamó Peridot mientras Amatista la llevaba a la próxima clase, pues compartían materia-. ¡Hey, cuidado con mi robot, gema salvaje! ¡No lo toques! ¡Y suéltame ya!
Perla y Lapis se miraron entre sí, y después de eso rieron suavemente. En eso, el timbre que marcaba el comienzo de la clase sonó, y las dos gemas se dirigieron al aula para comenzar su día de escuela.

...

Más tarde, cuando las clases del día ya habían finalizado, Perla se quedó sola en el aula mientras organizaba su mochila. El viento soplaba suavemente, y los cálidos rayos del sol entraban por las ventanas del ahora vacío salón de clases. El silencio era tranquilizador, pensó Perla, y eso la incitó a comenzar a tararear alegremente una melodía mientras seguía poniendo en orden su mochila.
—Linda canción –dijo una segunda voz, y la gema pálida la reconoció inmediatamente, así que se volvió hacia la entrada del aula y se encontró con Garnet recargada sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados.
— ¡Garnet! –sonrió Perla, muy feliz de encontrarla ahí. No había visto a la gema oscura en todo el día, ya que no compartían clases y durante el descanso Perla había estado muy ocupada poniéndose al corriente con sus trabajos atrasados. Garnet sonrió y caminó hacia su novia. Entonces, la abrazó por la cintura y tomó su barbilla suavemente para besarla con dulzura. Perla se dejó llevar, fascinada por la sensación de los labios de Garnet sobre los suyos y sus fuertes brazos rodeando su pequeño cuerpo. Las persianas se movían al ritmo del viento.

Cuando se separaron, Garnet le dio un rápido beso en la mejilla a Perla, tomó la silla más cercana y se sentó en ella mientras cruzaba una pierna sobre la otra.
— ¿Ocupada? –preguntó la gema oscura, y Perla negó con la cabeza mientras cerraba la cremallera de su mochila.
—Ya no. Estaba acomodando mis cosas, pero ya terminé –tras esa explicación, Perla se sentó sobre Garnet con sus piernas abiertas, de modo que todo su cuerpo quedó frente al de la gema oscura. Ésta última sonrió, satisfecha con la posición, y volvió a llevar sus brazos alrededor de la cintura de su delgada novia. Perla suspiró, relajada, y dejó que sus manos palparan el frondoso cabello de Garnet.
—Rose, Amatista y Lapislázuli no dejan de hablar sobre nosotras –comenzó Perla; Garnet colocaba un mechón de cabello de Perla detrás de su oreja mientras la escuchaba–. Todas dicen que ya lo veían venir, ¿puedes creerlo?
—Rubí y Zafiro dijeron lo mismo.
— ¿Tan obvias éramos? –preguntó Perla. Esta vez, los labios de Garnet estaban muy cerca de su cuello.
—Probablemente –susurró Garnet sensualmente, y Perla se estremeció al sentir el aliento de su novia sobre su cuello desnudo. Eran sensaciones que nunca antes había sentido.
—Tú también sabías lo que sentías por mí, pero dijiste que no querías asustarme, por lo que preferiste esperar –refutó la gema pálida–. Yo era la única ignorante aquí. Qué ironía, no estar consciente de mis propios sentimientos.
—Mmhmm… –murmuró Garnet mientras depositaba un suave beso sobre la clavícula de Perla, tomando por sorpresa a ésta última.
—Eso es… absurdo –vaciló Perla, sus brazos rodeando con fuerza el cuello de Garnet. La gema oscura se limitó a darle otro lento beso en su novia, esta vez en el cuello–. ¿No lo crees, Garnet?
—Sí... –ronroneó la gema oscura, y sus labios se encontraron con la barbilla de Perla, recorriéndola lenta y sensualmente.
—Garnet, ¿me estás escuchan—Ah! –gimió Perla al sentir que su amiga la mordía delicadamente en el cuello. En ese instante, Garnet metió su cabeza en el cuello de su novia y la abrazó por la cintura.
—Lo siento –murmuró la gema oscura con una voz ligeramente ronca–. Me dejé llevar.
—N–no pasa nada –respondió la otra–. Todo esto es muy nuevo para mí.
—No quiero que te sientas incómoda.
—Oh, no me incomoda en absoluto; es una sensación muy cálida que apenas estoy descubriendo, pero me encanta la idea de poder explorarla contigo.
—Está bien –Garnet le dio un suave beso a Perla en su piedra–. Nos lo tomaremos con calma.
—Uhm, ¿Garnet?
— ¿Mmm?
— ¿Me permitirías… ver las palmas de tus manos?
—Seguro.
Después de eso, la gema oscura liberó la cintura de su novia y le mostró sus palmas a ésta última: Perla tocó suavemente las piedras que sobresalían de ellas, y Garnet se limitó a observarla, curiosa. En eso, Perla se llevó las manos de Garnet a sus labios y le dio un sutil beso a la piedra derecha, y luego pasó a la izquierda. La gema oscura abrió más los ojos, aunque su novia no lo pudo notar; era la primera vez que permitía a alguien tener esa intimidad con sus preciadas gemas.
¿Eso era lo que había sentido Perla la primera vez que besó su piedra?

Sin duda alguna, era una sensación extraña… pero bastante placentera.

Perla repitió la acción una vez más, y cuando terminó, llevó las manos de su novia a su propia cintura para que la volviera a rodear. Garnet comprendió lo que quería hacer y rodeó su pequeño cuerpo. Sus ojos se encontraron, y las mejillas de Perla se tiñeron de un profundo azul.
—Ya has besado mi piedra un par de ocasiones antes, así que creí que lo justo sería que yo hiciera lo mismo contigo. ¿Estuvo mal? –susurró Perla, mordiéndose el labio inferior. Garnet sonrió y acarició la mejilla de su novia antes de recargar su frente sobre la de la otra gema.
—No. Me encantó –fue su simple pero poderosa respuesta. La gema pálida sonrió, aliviada, y sin pensarlo dos veces, tomó a Garnet por la cara y se inclinó para besarla en los labios. Ésta última respondió al beso, gustosa y satisfecha con la iniciativa de su novia, y acercó un poco más el cuerpo de la gema pálida al suyo.
Cuando se separaron, jadeantes y deseosas de aire, Perla habló:
—Por cierto, he tomado una decisión –sus manos se entrelazaron con las de Garnet, y un fugaz recuerdo atravesó su mente, llevándola al primer instante en que eligió ir a entrenar con su ahora novia, cuando meses atrás brotaron de su boca esas mismas palabras en circunstancias muy diferentes a la actual–: Me gustaría quedarme en el equipo de baloncesto del instituto… si eso te parece bien, claro.
La gema oscura se quedó boquiabierta ante esa declaración, pero sonrió casi al instante:
—Esa es una gran noticia –Garnet le dio un rápido beso a la gema pálida en la nariz antes de continuar, y ésta última rio suavemente–. Bienvenida al equipo, Perla.
—Gracias. Creo que deberíamos darle las gracias a Jasper por solicitar que tu equipo estuviera presente durante aquella lejana clase de deportes; si no hubiera sido por eso, nosotras no nos hubiéramos conocido —añadió Perla, ligeramente nostálgica. Garnet asintió con la cabeza.
—Esa es una buena idea. Nunca creí que Jasper me llevaría a conocer a una gema tan especial como tú.
Ambas gemas se miraron intensamente y comenzaron a reír con singular alegría. Sin duda alguna, ese era el inicio de un camino totalmente nuevo y hermoso… que ambas estaban dispuestas a caminar juntas.

FIN

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— ¡Whoa nerd, te queda bien el papel de activa!
— ¡AMATISTA!


Y... ¡terminamos! ¡Muchas gracias a todos los lectores que leyeron esta historia hasta el final! Les agradezco en verdad todo su apoyo y sus comentarios, me despido con un buen sabor de boca al saber que la he concluido sin ningún impedimento y en compañía de amables lectores.

Me gustaría que me compartieran sus últimas impresiones acerca de este capítulo y de la historia en general en un comentario (venga, ¡si te ha gustado esta historia no te cuesta nada dejar un comentario, y harías a la autora de este fic MUY feliz!), quizá diciendo cuáles fueron sus escenas favoritas y cosillas así que quieran decir. Lo agradecería mucho.

Planeo escribir más historias cortas de Pearlnet en un futuro cercano, así que esperen más contenido de este ship de mi parte ;D Sin embargo, esta historia ya conoce su fin y dudo mucho que haya una segunda parte o algo similar.

Por último, responderé a los comentarios:

Micaela940: Gracias! Wow, sería maravilloso que hicieras un dibujo basado en mi historia! Con respecto al vestuario de Perla y Garnet, lo describí en el capítulo anterior :). Si decides hacerlo, te agradecería mucho si me lo mostraras; puedes mandármelo a mi correo: estelliseidosh (arroba) gmail . com (sin los espacios, claro). Nuevamente, gracias! Es muy lindo que alguien quiera hacer un dibujo basado en la historia que escribiste :')

Bibi: Awwww, muchas gracias, me sonrojo! Sí, se viene otra pequeña historia Pearlnet! :D Mi fan? Oh dios, me sonrojo aún más! Graciaaaaaaas! :)

Nats1108: Owww, tu autora favorita de fanfiction? En verdad? Muchísimas gracias! Qué halago! Me emociona saber que te gusta mi historia y mi forma de escribir, y me gusta aún más que te despierte emociones porque ese es mi propósito con este fanfic, muajajaja (?)

Bueno, creo que eso es todo lo que tengo que decir por ahora. Gracias nuevamente a todos por su apoyo y nos vemos pronto en otra historia! ;D

Atentamente:

Artemisa11