Hola chicas. Aquí estamos de nuevo con otro fic portugués. Su tutilo es O ultimo ato, El último acto escrito por Liv Marie. Es un fic corto, solo tiene 12 capítulos, pero algunos de ellos son bastante largos. Se desarrolla en la segunda temporada de la serie, después de morir Cora. Y sin nada más, espero que os guste. Es Swanqueen por supuesto.
Capítulo 1
Al final, no fue realmente una sorpresa la constatación de que es por sus manos que su madre debe enfrentar la derrota. Y Regina sabe (siempre lo supo) que la única forma de detener a Cora definitivamente es a través de la muerte. De la misma forma que sabe-habiendo aprendido de los errores del pasado-que este es un servicio que no puede delegar en terceros.
No. Esa misión, ese peso solo le pertenece a ella y a nadie más.
Después de todo, se trata de una terrible acción más en la colección de monstruosidades innombrables que hay a sus espaldas. Otra imposición de la vida que está dispuesta a cobrarle un alto precio. Un arrepentimiento, además, amargo, justificado por la necesidad, y solo por esa vez, revestido de una causa noble.
Pero al terminar el día, Regina no puede dejar de pensar que se trata también de otro asesinato.
Alguien podría pensar que para la mujer que arrancó el corazón de su propio padre, la repetición de un crimen de la misma naturaleza será sencillo, y hasta esperada. Ella es la Reina Malvada después de todo.
Aunque arrancada de su trono.
Aunque todo lo que quede de su legado sea una colección de corazones que no le pertenecen, heridas del pasado, no cicatrizadas y el cuarto vacío de un hijo que prefiere el refugio de los brazos de una madre que lo abandonó.
Regina no puede culpar a Henry realmente. Ella, más que nadie, conoce la fuerza del vínculo existente entre una madre y su retoño. Años de violencia psicológica y ser testigo del asesinato a sangre fría del único hombre al que ha amado no fueron suficientes para que ella se rebelara completamente contra Cora. Nunca nada lo fue.
Hasta ahora.
Irónicamente es el vínculo de una madre con su hijo, el amor que siente por Henry lo que pone en movimiento la cadena de sucesos que culminará con la muerte de Cora en manos de su única hija.
Amor es debilidad no dejaba su madre de repetirle incluso en sus últimos instantes, cuando su corazón late en las manos de Regina y nadie se atreve a acercase a madre e hija envueltas en un halo de magia negra, tóxica.
De lejos, Emma y James observan todo y cuando el humo oscuro las envuelve, impidiendo que vean claramente lo que está pasando, solo las manos grandes y fuertes de su padre sobre su hombro impiden que Emma se acerque. Es justo en ese instante en que la voz de Henry se escucha.
«¡Mamá!» grita el niño asustado y se lanza en dirección a Regina. Entonces es Emma quien lo contiene con sus brazos, y lanza una mirada represora a su madre.
«Él no debería estar aquí» dice Emma envolviendo a Henry con sus brazos y sintiendo las lágrimas del niño empapando su chaqueta. Antes de que Snow pueda darle una disculpa, el niño la interrumpe, exaltado
«¡Estás equivocada!» Agitado, Henry tiene el mismo brillo en su mirada de cuando cargaba el libro de cuentos en sus brazos y todos se negaban a creer en sus historias «Ella me va a necesitar. Cuando todo acabe, me va a necesitar»
Emma no consigue contener una triste sonrisa, aunque tampoco es capaz de puntualizar sobre lo obvio: nadie sabe cómo todo irá a acabar.
«Debería ir hasta allí» habla ella en voz alta, la preocupación evidente en su rostro fruncido y la tensión que parece emanar de su cuerpo.
«Es muy peligroso Emma. Ella nos alertó sobre los niveles tóxicos de la magia que necesitaría utilizar. Y fue bien clara al recomendar que nadie nos acercásemos» argumentó James con fiereza y Emma no pudo dejar de sentir un punzada de aversión por el tono empleado por su padre.
Es fácil para él hablar, ya que no es la madre de su hijo quien está en una situación de riesgo a unos metros de distancia.
«Si es tan peligroso como parece, es un motivo más para que alguien la saque de ahí» insiste Emma y para su sorpresa es Mary Margar-Snow quien le ofrece algún consuelo. Su voz de madre hablando más alto que la voz de la mujer que desea la cabeza de la Reina Malvada en una pica.
«Emma, sé que estás preocupada, pero confía en Regina. Es fuerte, lo suficiente para hacer lo que es necesario» Y con una expresión distante, visitando un pasado que solo pertenece a las dos, Snow añade «Además, ella creció al lado de Cora. Si existe alguien capaz de resistir su veneno, ese alguien es Regina»
Las palabras de Snow se revelaron, por fin, sensatas cuando minutos después la niebla oscura se disipa y, en la distancia, es posible divisar las dos figuras. Aun de lejos, Emma es capaz de identificar el perfil de la ex alcaldesa arrodillada delante del cuerpo sin vida de su madre.
La escena basta para que Emma deje escapar la respiración que hasta entonces había mantenido en su pecho y un instante de distracción es todo lo que Henry necesita para escaparse de sus brazos y correr en dirección a Regina.
«¡Mamá!» grita el chico a pleno pulmón mientras corre por campo abierto, las cortas piernas sorprendentemente ágiles en medio del verde pasto que se extiende bajo sus pies.
El cielo de repente está claro; azul, sin nubes.
Emma corre tras él, la misma urgencia guiando sus pasos.
«Mamá» dice Henry al acercarse con cuidado, esta vez su voz escapándose en un susurro jadeante. Pero Regina no se mueve. Ni siquiera parece escuchar o darse cuenta de la presencia de su propio hijo.
Y por eso Emma sabe que algo no va bien.
«¿Regina?» llama ella con cautela y Henry mira hacia ella con expresión asustada.
Regina no esboza ninguna reacción o respuesta. El único movimiento que indica vida en su cuerpo es el involuntario acto de respirar. Emma se arrodilla delante de Regina y en sus ojos negros no encuentra ninguna señal de reconocimiento o de emoción alguna.
«¡Emma!» James y Snow exclaman a la vez y es Henry quien responde a las preguntas antes mismo de que estás fueran hechas en voz alta.
«Algo está mal» explicó el chico con un hilo de voz. Y de repente, el hecho de que él solo era un niño nunca fue tan evidente. De que ese es el último lugar donde él debería estar. Con la figura inerte de Regina delante de ella, Emma no puede dejar de pensar en que ella jamás lo hubiera permitido; Regina habría protegido a su hijo.
«Snow, por favor, llévate a Henry a casa»
«¡No! ¡Yo quiero quedarme con mi madre!» insiste Henry, sus nervios transformándose en lágrimas que se niega a dejar caer sobre su rostro enrojecido.
En ese instante Emma no puede dejar de notar la semejanza entre su hijo y Regina, en cómo Henry levanta la mandíbula e intenta dominar sus emociones, aunque sin éxito. Tal vez sea eso lo que vuelve claras las decisiones que necesita adoptar.
«Henry, te prometo que voy a cuidar de ella» le asegura Emma con completa determinación, lo que parece calmar al chico. Snow aprovecha para dejarla y con un sutil toque en los hombros empuja a su nieto hacia ella. Enseguida, Emma se da la vuelta hacia James «Papá, voy a necesitar tu ayuda»
Si el hecho de llamar a James en ese momento padre es deliberado o no, es algo que ninguno de los dos se detiene a pensar, aunque ese pequeño gesto es suficiente para que James deje de lado, aunque por unos instantes, los sentimientos hacia la mujer que durante casi treinta años intentó destruir sus vidas.
Emma tampoco puede apreciar el momento, su cabeza está claramente ocupada con otras preocupaciones.
«Vamos a tener que hacer algo con el cuerpo» Emma se refiere al cuerpo de Cora, que reposaba inerme a pocos metros de distancia «Normalmente un funeral bastaría. No sé cuáles eran los planes de Regina sobre…»
«Probablemente el pueblo exija una hoguera» responde James y aun habiendo crecido en un mundo en el que las brujas históricamente también habían sido asesinadas de esa manera, Emma no pudo dejar de mostrarse sorprendida.
«Hmmm. Ok, creo» Traga en seco sin saber cómo responder ante tal declaración «Pero primero necesitamos llevar a Regina al hospital»
Antes de que James pudiese hablar, Emma le dio la espalda y centra su atención en la Reina Malvada. O lo que parece quedar de ella.
«Regina, ¿puede oírme?» pregunta Emma con delicadeza, sus manos inquietas por el deseo de tocarla, pero teme su reacción o peor, su falta de ella. Regina solo pestañea, los oscuros ojos, fijos en un punto cualquiera, parecen atravesar a Emma, ignorando su presencia por completo.
Emma nunca imaginó que el tono sarcástico y las respuestas punzantes de la alcaldesa serían tan apreciadas por una persona. En ese momento, daría cualquier cosa por ser obsequiada con cualquier de ellas.
El más absoluto silencio fue la respuesta. Pero ella no se da por vencida. No cuando tiene una promesa que cumplir y por un momento Emma casi consigue escuchar el comentario seco que Regina ofrecería ante la presente situación, señalando con desdén sus buenas intenciones con un comentario sobre su indeseada e irritante genética.
Es cuando se hace evidente con una claridad cortante que la Regina que Emma tiene delante en ese momento es solo una cascara. Restos mortales de la mujer que lanzó una maldición sobre sus padres, sobre todo un reino. Despojos solo de la madre de su hijo.
Es un sentimiento que Emma no sabe cómo clasificar. Algo a lo que no está preparada para enfrentar o tan siquiera tomar consciencia de ello. Así, cuando Emma habla de nuevo es para que sus palabras llenen el vacío de un silencio antes de lo que hagan sus dudas y temores.
«Se terminó, Regina. Lo consiguió» Declara Emma con sinceridad y lo que debería ser alivio si algo más no estuviese pesando sobre sus palabras. Y conteniendo las emociones que danzaban en su pecho, Emma esboza una sonrisa ante la realidad que la golpea sin aviso «Nos ha salvado»