Disclaimer: Shingeki no Kyojin y todos sus personajes pertenecen a Hajime Isayama, no a mí. La imagen de portada tampoco. Bueno, eso es obvio.

Vulnerable

Capítulo 1

La gente muchas veces no me cree cuando les cuento esta historia. No creen que yo sea lo suficientemente atractiva, paciente, inteligente o lo que sea para conseguir algo así. Pero si tan solo prestas un poco de atención, abres tu mente y usas el puro sentido común, podré explicarte la verdad.

Para empezar y comprender mi historia, primero un poco de información de fondo acerca de mi vida: me llamo Kayla Nakamura, originaria del pueblo de Dauper de la Muralla Rose, cuarta y única hija del líder de equipo Brandon Nakamura, graduada de la Tropa de Reclutas del Ciclo Nº 98, soldado de élite de la Legión de Reconocimiento y líder de escuadrón. En mi adolescencia decidí unirme a la milicia como una especie de tradición familiar, ya que mi padre y mi abuelo fueron soldados de Reconocimiento, y ambos cayeron en la batalla contra los titanes cumpliendo con su deber. Ya que mis hermanos mayores Mason y los mellizos Jules y Cedric, y mi hermano menor Finn no estaban interesados en tales cosas, yo me elegí a mí misma para preservar la "tradición", junto con mis 3 mejores – y únicos – amigos, Samantha Reid, Breck Finch y Will Dermot, a quienes habían conocido desde la infancia y compartían mi sueño.

La edad mínima para apuntarse como recluta es 12 años, pero cuando cumplí esa edad, mi padre murió en una misión al exterior y hubo una sequía al sur de la Muralla Rose (donde Dauper se encuentra) que nos dejó en una difícil situación, por lo que todos, sin excepción, tuvimos que trabajar más duro que nunca para subsistir. Mis amigos y yo no podíamos irnos en esas condiciones, así que tuvimos que esperar. Terminamos por enlistarnos a los 17 años. No fue fácil, debo decir, pero entrenamos por 3 años hasta casi desfallecer por el esfuerzo, y dio resultado: los cuatro alcanzamos logramos quedar entre los 10 mejores (yo como 2º), y no para vivir una vida cómoda y sin riesgos en la Muralla Sina – mi padre decía que todos los miembros de la Policía Militar eran cobardes perezosos e hipócritas – sino para ser útiles en la batalla. Ahora, con 20 años, nos sentíamos completamente listos.

Cuando llegó el momento de decidir a qué cuerpo de la milicia nos uniríamos, el comandante de la Legión de Reconocimiento, Irvin Smith, nos dio un discurso sobre los riesgos de cada decisión (sobre todo el de su tropa) y nos dijo que fuéramos conscientes de que si nos uníamos a ellos, era probable que muriéramos en la batalla. Como siempre, la mayoría eligió las Tropas Estacionarias, pues no querían o no podían entrar a las otras dos. Seis de los 10 primeros, la Policía Militar. Y el resto – incluyendo a Samantha, Breck y Will, y otros con los que había entablado amistad durante el entrenamiento y estaban dispuestos a seguirme –, la Legión de Reconocimiento.

Nunca antes de unirme me había sentido tan fuerte, cuando los demás soldados nos dieron nuestros Equipos de Maniobras Tridimensionales y nuestros uniformes, estuve a punto de saltar de regocijo y hacer alguna pregunta estúpida como: "Bueno, ¿y a qué hora salimos a matar titanes?". Sin embargo, pronto recapacité y, a pesar de mi entusiasmo inicial, procuré no mostrarme demasiado alegre, ya que era perfectamente consciente de que tanto yo como cualquiera podía perder la vida muy pronto; además, sabía que los veteranos habían visto morir a muchos compañeros. Debía mostrar respeto frente a ellos.

Cuando llegamos al castillo que constituía el cuartel general, Irvin Smith nos dio la bienvenida "oficial", junto con otros soldados de élite (los que habían sobrevivido por más tiempo y por lo tanto tenían más experiencia), Hanji Zoe, subcomandante y líder de escuadrón – ella era alegre y muy amistosa, incluso nos dijo en su discurso de bienvenida que se sentía orgullosa de tenernos como nuevos reclutas y que estaba muy emocionada por trabajar con nosotros, así que desde el principio intuí que ella me caería muy bien –, Mike Zakarius, también líder de escuadrón y segundo mejor soldado de toda la tropa, junto con alguien que en aquel momento me causaba una impresión no precisamente buena: el legendario Levi (conocido sólo por su nombre), tercer comandante y líder de escuadrón.

Incluso antes de ser reclutados, todos ya habíamos oído hablar de Levi; todos los civiles sabían quién era. Se rumoreaba que él solo valía por cien soldados o un escuadrón de élite entero. Era incluso llamado "el mejor soldado de la humanidad" o "el más fuerte de la humanidad". A primera vista, Levi era la antítesis de un soldado: era un joven de veinticuatro años con la apariencia de un adolescente enjuto, baja estatura (1.60 metros, lo mismo que yo), contextura muy delgada, cabello lacio, corto, puntiagudo y negro con las sienes y la nuca rapadas, penetrantes ojos grises, y el rostro más estoico e inexpresivo que jamás he visto (según Hanji, era casi un milagro que Levi demostrara cualquier emoción), pero las apariencias engañan: a la hora de la batalla, su cuerpo delgado, pequeño y ligero lo hacía extraordinariamente escurridizo, rápido y ágil, lo cual era una gran ventaja al usar el Equipo de Maniobras Tridimensionales. En parte, yo sentía cierta admiración por él debido a su innegablemente increíble habilidad para matar titanes y que, al fin y al cabo, cumplía con su deber peleando por la humanidad; pero como persona, lo consideraba arrogante, engreído, presumido, frío y sin sentimientos.

El punto es que luego de que Irvin, Hanji y Mike nos hubieran arengado y dado unas palabras de bienvenida – no exactamente alegres, pero cálidas a pesar de hablar sobre nuestro deber como soldados y la muerte en batalla–, llegó el turno de Levi. Éste se paró delante de nosotros y por unos segundos nos escrutó con su impasible cara y sus ojos agudos como puñales. Finalmente habló:

– No sé qué está pasando por sus mentes en este mismo momento, pero espero que no estén demasiado emocionados acerca de esto. Imagino que cuando eran niños oyeron leyendas acerca de nosotros, que somos héroes prácticamente invencibles y que seguimos luchando sin importar lo que nos pase, pero los considero unos ignorantes que no saben nada del mundo. La verdad es que muchos de ustedes morirán en su primera expedición. Lamento ser duro, pero en mi opinión personal, es mejor que entiendan la realidad y acepten la posibilidad de su muerte inminente lo antes posible. Según nuestros índices de bajas, en tres años, cinco de cada diez de ustedes habrán caído, y los que sigan vivos habrán presenciado muchas muertes, quizá incluso quedado lisiados de por vida. Personalmente pienso que quienes deciden unirse a la Legión de Reconocimiento son una de tres opciones: o muy hábiles, o muy determinados, o idiotas suicidas. Aun así, sepan que los respeto por esta decisión, porque por experiencia personal, sé que no es fácil. La más grande mentira que podrían haberles contado es que ser soldado es sencillo. Tal vez ahora que tienen el armamento y el uniforme se sientan fuertes e imbatibles. Pues déjenme desmentir eso: en territorio titán, nadie está complemente a salvo. Tanto ustedes como nosotros podemos caer en la batalla, y si creen lo contrario, es que son estúpidos y es casi seguro de que morirán apenas pongan un pie fuera de la muralla. Nosotros hemos sobrevivido por más tiempo y por lo tanto tenemos más experiencia, lo cual nos da más probabilidades de seguir vivos en futuras expediciones, pero ningún soldado es completamente invulnerable. Ni siquiera los mejores. Ni siquiera yo.

"Farsante presumido y antipático" murmuré para mis adentros. Ya antes de eso Levi no me caía bien porque parecía completamente insensible y al parecer no le afectaban en absoluto las muertes de sus compañeros, y para mí el hecho de que nos dijera a todos nosotros que ni siquiera él era del todo invencible era claramente otra forma de jactarse de su gran habilidad. Además, nos había llamado idiotas suicidas por ofrecernos voluntarios para pelear por la humanidad. ¿Quién se creía que era?

Respuesta: el miembro más valioso de toda la milicia, incluyendo las Tropas Estacionarias, la Legión de Reconocimiento y la Policía Militar (aunque, como decía mi padre, esos tipos realmente no contaban como parte del ejército, pues nunca hacían nada). Y lo peor era que era verdad. Él era indudablemente la mayor esperanza para la humanidad y ésta necesitaba de su fuerza y habilidad. Rechiné los dientes, pensando en lo difícil que era soportar a ese petulante. Pero ya vería. Yo lucharía hasta el final y haría que mi familia (en especial mi padre y mi abuelo, si aún vivieran) y mis compañeros se sintieran orgullosos de mí. Le demostraría a él y a todos que Levi se había equivocado y que no moriría como simple comida de titán. Les enseñaría a todos un par de cosas que yo había aprendido antes que ellos.

Estaba equivocada… y a la vez no lo estaba. Una de las impredecibles casualidades de la vida, supongo.


Al cabo de un mes, al fin llegó el día tan esperado y tan temido al mismo tiempo para mí y el resto de nuevos reclutas: el día de nuestra primera expedición fuera de los muros. Los veteranos (contando a Irvin, Mike, Hanji, y por desgracia Levi) nos advirtieron que muchos no regresaríamos vivos, pero si era así, teníamos más posibilidades de sobrevivir las siguientes. Irvin y Mike se mostraban neutrales y serios, Hanji era bastante amigable, estaba muy emocionada (los demás decían que siempre era así en cada misión) y nos alentaba diciendo que jamás nos olvidarían, y por supuesto, Levi se mostraba completamente frío al respecto y su expresión no cambiaba en ningún momento. Me indigné ante su frialdad, pero me limité a repetirme que probaría mi valor.

Ahora ya no me sentía tan fuerte como al principio, pero tenía que mantener la compostura si quería vivir. Mis emociones se situaban entre el terror, la fascinación y una sensación de libertad absoluta mientras montábamos los caballos y salíamos de las murallas. Nunca olvidaré esa mañana soleada en la que pisé el mundo exterior por primera vez en mis 20 años de vida. Desde niña no me gustaba estar encerrada, siempre le decía a mis parientes que algún día quería salir del muro y le pedía a mi padre que me contara cómo era estar allá afuera cuando él volvía de una misión, y envidiaba a las tropas de Reconocimiento, porque aunque varios murieran en el combate contra los titanes, al menos no vivían confinados dentro de los muros.

Muchos vecinos, una buena parte de toda la población de Dauper y mis propios hermanos se burlaban de mí y mis amigos y decían que éramos raros por querer salir y que nos mataríamos si lo hacíamos. Me di cuenta que ahora había una persona más (Levi) que me llamaba suicida por querer ser libre. Una breve ráfaga de furia pasó a través de mí y quedé aún más determinada de probarles a todos ellos que estaban equivocados. Me prometí a mí misma que cuando regresara, les echaría mi éxito y libertad en la cara. Mis pensamientos vagaban mientras nos dirigíamos hacia el bosque a caballo para encontrarnos y enfrentarnos con los titanes.

Una vez que nos "instalamos" en un improvisado campamento – que permanecería allí, como mucho, hasta el atardecer –, los novatos que habíamos acudido, entre ellos Samantha, Breck, Will y yo, fuimos asignados a uno de los líderes de equipo (que es diferente a los escuadrones en que estos últimos tienen como miembros a los soldados de élite, los que han sobrevivido por al menos tres años), Dita Ness, quien también nos había instruido sobre las tácticas y maniobras de combate antes de salir. Me caía muy bien, ya que se preocupaba por nosotros y quería hacer que fuera lo más fácil posible, era bastante simpático, y aunque se tomaba su trabajo en serio, se permitía hacer bromas, como con su caballo Shallot, que se había comido una buena parte de su pelo como si fuera hierba, por lo cual siempre usaba un pañuelo alrededor de la cabeza. Pensé en lo distinto que era de Levi. Definitivamente, Dita Ness me agradaba mucho más.

– Recuerden, sean conscientes de que para ustedes, el punto de esta misión es sobrevivir, no matar – nos instruyó–. Por ahora, traten de involucrarse lo menos posible en la batalla y enfréntense a un titán sólo si es una situación de vida o muerte. No digo que no esté bien estar dispuesto a sacrificarse por la humanidad, pero…

– En pocas palabras, vivos serían más útiles – lo interrumpió Levi con su voz gélida y cortante desde no muy lejos de nosotros, donde se había ubicado su escuadrón. Reprimí el impulso de darle una buena patada para borrar esa expresión arrogante e insensible de su rostro–. Si son comidos en su primer día fuera del muro, lamento decirles que no habrán ayudado mucho.

– Levi, es su primera expedición, al menos trata de ser un poco amable y paciente con ellos – intervino Dita, afortunadamente –. Ya están nerviosos, no los asustes todavía más. Sin ofender, pero serías de más ayuda con tu escuadrón – Levi se retiró.

"Pues yo no seré sólo eso. Después de haber matado unos cuantos titanes, me jactaré en tu cara, presumido", musité entre dientes, apretando los puños en un intento de contener mi indignación. Noté que mis amigos y el resto de mis compañeros habían empezado a inquietarse. Maldije a Levi en voz baja y entonces me rebelé. En cuanto Dita terminó de instruirnos, junté a todo mi grupo y los alenté, dispuesta a levantar, o mejor dicho, restaurar la moral luego de que Levi la hubiera destrozado por completo.

– Ustedes son auténticos héroes por el simple hecho de haberse hecho voluntarios para pelear, y si es necesario, morir por la humanidad – los arengué, tratando de levantar el ánimo e infundirles mi propia determinación –. Dudo que haya miembros más valientes que ustedes en toda la Tropa de Reclutas Nº 98. Sí, es bastante probable que caigamos en la batalla, pero como dijo el tercer comandante Levi – lo miré de soslayo –, al final nadie es del todo invulnerable, y los que sobrevivan no olvidarán a los fallecidos. No dejaremos que ninguna muerte sea en vano y lucharemos hasta nuestro último aliento.

Todos me aclamaron como guerrera innata y me agradecieron por haber levantado los ánimos. Algunos soldados, incluyendo a los veteranos, también me habían oído y me felicitaron por mi valentía y espíritu. Me permití sonreír y aceptar los halagos, aunque sentí que Levi me observaba, así que me volteé para confirmarlo y así era. Esos ojos eran tan agudos que podías sentir cómo se posaban en ti. No me digné en siquiera mirarlo con desprecio y desvié la vista hacia otro lado al cabo de unos momentos. Concluí que era un buen inicio como soldado y resolví que, a ese ritmo, pronto estaría aniquilando titanes.

A veces me sorprende lo ingenua que podía llegar a ser en mis días de novata.


Poco después de ese incidente, la mayoría de soldados estaban patrullando, alertas al menor indicio de que había un titán cerca, y de repente Mike dio la alarma y dijo que había uno en el bosque acercándose hacia nosotros. Nadie lo veía, pero Hanji nos explicó que él era el único en todo el ejército (y probablemente de toda la humanidad) capaz de oler a los titanes – ese hombre tiene la nariz más fina que he visto en mi vida, al punto que tiene la costumbre de olfatear a la gente al conocerla y luego reírse (incluidos nosotros, cuando nos conoció). Al principio creí que estaba bromeando, pero la nariz de Mike no se había equivocado: oímos el retumbo que causaba un titán en el bosque y que se dirigía directamente hacia el campamento.

Todos se pusieron en movimiento de inmediato. Prepararon las armas y los caballos. Los líderes de escuadrón y de equipo reunieron a sus respectivos miembros. Dita nos juntó, nos recordó que nos mantuviéramos al margen de la batalla en todo momento, salvo en caso de absoluta necesidad, y nos guió hacia el titán. Era mejor enfrentarlos en el bosque, ya que el Equipo de Maniobras Tridimensionales tenía eficiencia limitada en terreno plano. Antes de salir, nos habían advertido que aunque era mejor que no lucháramos, podíamos ser útiles para distraer y confundir al objetivo, para empezar poco a poco. Así que cuando Irvin dio la orden de ejecutar las maniobras de combate, los principiantes nos dispersamos a ambos lados, mientras Mike se lanzaba al ataque y acababa con él a gran velocidad.

Ésa fue la primera vez que veía a un titán de verdad, y sobre todo, cómo un soldado con experiencia mataba a uno, no como en el simulador que usábamos en el entrenamiento. Fue en ese momento que capté del todo la realidad en la que ahora nos encontrábamos. El peligro era auténtico. Todo esto era de verdad.

Me quedé absorta y desconcertada por unos segundos, hasta que oí a Dita ordenando que nos reagrupáramos. Uno de nuestro grupo, un chico de sólo 15 años llamado Hal, había muerto cuando el titán había intentado atraparlo y en su intento por evadirlo, no logró usar el equipo a tiempo y sufrió una caída mortal. Me odié por no haber hecho nada por salvarlo y me sentí impotente y furiosa por su muerte. Comprendí que él no era la única víctima de la misión, sino la primera entre decenas. Juré vengarlo. A él y a todos los que murieran. Suponiendo que yo no muriera primero, claro.

El día avanzó. Fuimos encontrando más titanes, y no todas las operaciones resultaron exitosas. Varios de mis compañeros perdieron sus vidas en frente de mí, incluso vi cómo algunos eran devorados (después de las primeras veces, me tapé los ojos para no ver). Estaba horrorizada y fascinada al mismo tiempo, aunque en mis momentos de aturdimiento siempre me salvé de la misma suerte gracias a las alarmas de los demás soldados, sobre todo Dita – otra prueba de que él verdaderamente se preocupaba por nosotros.

También observamos a los veteranos en acción, y eran formidables, invencibles en comparación a mí y al resto de los novatos. Odié admitirlo, pero tuve que reconocer que Levi era el mejor con diferencia. Entendí por qué era apodado "el soldado más fuerte de la humanidad". Era tan veloz y correoso que, en muchos casos, los titanes que mataba apenas veían qué los había atacado. Y lo más impresionante de su estilo de pelea, aparte de que se desplazaba a la velocidad del rayo, era que nunca perdía la calma y que su expresión estoica y serena jamás se alteraba, ni siquiera cuando un titán estaba literalmente a dos metros de él, mientras que otros entraban en pánico en la misma situación. Pero aunque yo lo admiraba como soldado, seguía despreciándolo como persona, ya que, desde mi perspectiva, su habilidad y valor en la batalla no le quitaba la insensibilidad y la arrogancia.

Fue entonces cuando cometí el error. Un error terrible y valioso al mismo tiempo. Aunque descubriría lo segundo un poco más tarde.


Unas cuatro horas después de haber divisado al primer titán, casi una quinta parte de los principiantes habían caído, ya fuera como el primero o por haber tenido que luchar y haber fallado (aunque algunos habían logrado salir victoriosos con ayuda de los miembros con más experiencia), y los demás – sobre todo los expertos y los de mayor rango, como Irvin, Levi, Hanji y Mike – seguían combatiendo al enemigo valerosamente y sin rendirse, pero aun así se podía apreciar la enorme diferencia de poder entre los humanos y los titanes. El resto de los que quedaban y yo estábamos distrayendo de nuevo a otro enemigo, y por algún milagro eché un vistazo hacia atrás y avistar otro titán de cinco metros dirigiéndose hacia nosotros mientras todos (excepto yo) estaban enfocándose en el objetivo que tenían en frente, sin saber que otro se aproximaba por detrás.

Apenas lo pensé. Era mi oportunidad. Si me enfrentaba al titán y conseguía matarlo, conseguiría todo lo que quería: respeto, reputación y hacer que Levi, mis hermanos y la gente de mi aldea dejaran de llamarme suicida. Podría restregarles mi victoria en la cara a todos los que alguna vez se habían reído de mis ideas y sueños de libertad. Además tenía posibilidades de ganar, ya que yo era la segunda mejor entre los nuevos reclutas y ése no era un ejemplar muy grande. Así que, sin pensármelo dos veces, di media vuelta y me lancé hacia el titán.

Debido a la adrenalina y emoción que corrían por mis venas, hasta hoy no recuerdo mucho de ese momento, pero sí que traté de mantenerme lo más tranquila posible, tal como me habían enseñado. Creo que imaginé que estaba de nuevo en el simulador y que no había ningún peligro real. Intentó atraparme, pero de alguna forma me las arreglé para esquivarlo, rodearlo por detrás y cortar su nuca, matándolo en el acto.

Me paré en la rama de un árbol, admiré mi logro y me dejé llevar por la euforia de haber matado a un titán yo sola. Estuve a punto de gritar en voz alta para que todos me oyeran: "¡Lo logré! ¡Mi primera presa! ¿Me oyen, Levi, Mason, Jules, Cedric y Finn? ¡Acabé con un titán por mi cuenta! ¡Vengué a los caídos! ¡Papá, no te decepcionaré!". El sentimiento de fuerza y orgullo embargó mi mente. Pero en mi breve momento de gloria, había olvidado que los titanes de menor tamaño – como el que acababa de matar – suelen andar acompañados de otros más grandes. En efecto, de repente otro titán de unos 8 metros apareció detrás de mí. No pude reaccionar lo suficientemente rápido. Me atrapó y empezó a acercarme a su boca, listo para devorarme.

Desde que entré a la Legión de Reconocimiento, había sabido que era muy probable que fuera atrapada y devorada, y había hecho todo lo posible para prepararme psicológicamente para un momento así, en el cual me esperaba una muerte segura. Al final llegué a creer que si eso llegara a pasar, cerraría los ojos, mantendría la calma, reflexionaría brevemente sobre mi vida, pensaría en mis seres queridos, diría mentalmente algo como "Lo siento, los quiero", y me resignaría a mi muerte, ya que de todas formas, no había salida. Pero cuando realmente pasó, mi instinto de supervivencia y mis nervios me traicionaron. Forcejeé, lloré, supliqué y grité pidiendo ayuda con desesperación, tratando de liberarme. Fue inútil. Cada vez me acercaba más a los dientes del titán, y mis forcejeos, súplicas y gritos no servían de nada contra la fuerza descomunal y la poca o nula inteligencia de mi captor.

Ya estaba sollozando y chillando como nunca antes lo había hecho en mi vida, creyendo que era mi fin, cuando repentinamente el agarre de hierro se soltó y caí al suelo, magullada y empapada en lágrimas, pero viva y sin heridas graves. Levanté la vista, y aunque todavía tenía la visión empañada, pude ver a mi salvador, parado sobre el cuerpo humeante del titán.

Era Levi.


Nota: Bueno, por mucho tiempo había querido escribir un fic de este anime (que es mi favorito) y decidí que ya era hora. Espero que les guste.

Mil gracias a todos mis amigos, quienes me apoyaron y alentaron a escribirlo. Sin ellos, esta historia no existiría.

Audrey-chan