Disclaimer: Shingeki no Kyojin es propiedad de Hajime Isayama.

Advertencia: Yaoi (Boy's Love) | Uso descarado del OoC | EreRi | Universo Alterno (UA) | Lenguaje vulgar | Contenido sexual explícito | Prostitute!Eren.

N/A: Gracias a la Mikraller por corregirme el capítulo ùvú, te lo agradezco mucho ; A ;.

Ojo: Es un EreRi, o sea, Eren es el seme.


SEX, YEAH!

By: Maka Kagamine.

.


Capítulo uno.

#Acting naughtier than we really are#

( • ̀ω•́ )✧


Hace frío, demasiado. Cada vez que una corriente de aire congelado golpea contra mi rostro me estremezco. Pero no importa, pese a eso, estoy parado en una esquina de la «zona roja(1)», vestido únicamente con un pantalón vaquero roto en algunas partes, una camiseta con varios botones abiertos, mostrando gran parte de mi pecho y una chaqueta de cuero que, en realidad, no cubre demasiado que digamos.

De cualquier manera, no me importa. De eso vivo; De enseñar, soy un prostituto. Vendo mi cuerpo a hombres y mujeres por igual. Luego de tanto tiempo trabajado en esto, la verdad es que ya estoy acostumbrado. No importa lo que pidan o qué clases de fetiches sexuales tengan, lo que el cliente pide, lo obtiene. Esa es mi lema de vida.

Además, la paga es bastante buena. Por eso no me quejo.

Sin embargo, esta noche no han habido demasiados clientes. Ni para mí, ni para el resto de mis compañeros —porque sí, no soy el único hombre que se desempeña en esto—, y compañeras. De hecho, Petra, una chica que lleva más tiempo en este empleo que yo, se acerca hasta mi lugar con mala cara —es sorprendente, porque ella casi siempre anda sonriendo—, mientras se alborota con urgencia esos mechones mostaza de su cabello. Sus tacones de once centímetros hacen eco por todo el vacío lugar por cada paso que daba hacia mí.

Admiro a las mujeres por su gran capacidad de andar por allí con tremendos tacones, y salir ilesas.

—Está fatal —dice, una vez que ha llegado. Su vestido cortísimo de lentejuelas se ilumina cuando la luz de la farola da directamente contra ella—. A este paso no tendremos ningún cliente —se queja, frunciendo la boca—. Comúnmente ya estaríamos montándonos en algún lujoso carro con un tipo millonario cualquiera a esta hora. ¿Qué estará pasando?

Encojo los hombros, mientras siento esa impetuosa necesidad de querer hundir la nariz en alguna bufanda. Estoy muriendo de frío.

—Creo que inauguraron un bar a tres cuadras —explico, mirando como mi aliento se convierte en vaho—. Dicen que las prostitutas de ahí son extranjeras... Y follan bien.

Petra arruga el gesto de regreso.

—No lo puedo creer. Nuestros propios clientes nos traicionan.

Me río porque de cierta —patética— manera, es verdad. Tenemos algunos clientes frecuentes, como a ella le gusta llamarle. Por ejemplo: el de Petra se llama Auruo Bossard, es millonario y siempre la trata como una reina. Y creo que por eso mi compañera siente algo por él.

Una cosa que está prohibida en esta clase de trabajo.

«Amor».

La peor cosa que podrías hacer, cuando trabajas en esto, es enamorarte de un cliente. Esas relaciones nunca acaban bien; Alguno sale lastimado siempre. Sobre todo, nosotros. Porque para los clientes no somos más que juguetes sexuales que están dispuestos a cumplir cualquier fantasía que tengan, con tal de ganar algunos dólares.

Marco Bodt lo sabe muy bien. Él está enamorado de su cliente frecuente, un idiota con cara de caballo llamado Jean Kirschtein. Marco jamás le ha dicho nada sobre sus sentimientos, porque sabe que solamente terminará herido; Jean nunca le correspondería.

—Pues ojalá llegue alguien pronto —murmuro, a medias. La garganta ha comenzado a dolerme. Es seguro que me dará gripe—. Sino no podremos cumplir con la cuota de esta noche, y no obtendremos la paga completa.

Petra tiembla cuando el aire frío golpea contra ella, pero no sé si es por eso o porque he mencionado que no nos pagarán. Se abraza a sí misma y talla sus brazos. Por un momento, siento lástima. Al menos el pantalón me cubre las piernas, pero a mi compañera, su vestido rojo de lentejuelas, no le tapa demasiado. De hecho, si se agacha un poco se le pueden ver las nalgas.

— ¡Ay! Eso es lo peor, ni me lo recuerdes —chilla, pero calla cuando siente el peso de mi chaqueta de cuero sobre sus hombros. Ella me mira sorprendida durante un momento, a lo que yo le sonrió con ganas—. Eren... No, no.

—Tú la necesitas más. Estás casi desnuda, mujer —me río un poco, a lo sonrojadas que se han puesto sus mejillas ante el comentario—. Enfermarás si no te cubres, al menos un poco.

—Tú sabes, son los gajes del oficio —bromea.

Me carcajeo.

— ¡Infiernos, claro que lo sé!

Petra es quién ríe ahora. Sus carcajadas infantiles resuenan por toda la calle, mientras sus ojos se cierran e intenta cubrir su boca con una mano. Ella se ve mucho más bonita así, siendo feliz.

Ojalá logre serlo. Ojalá logre salir de esta vida.

—Gracias, Eren —dice, cuando su risa ha parado—. Siempre estás cuidándome. Incluso te haces cargo de Elizabeth cuando yo no puedo.

Le sonrió cuando recuerdo a la pequeña Elizabeth, su hija. Tiene cinco años y es la viva imagen de Petra, sólo que la niña tiene el cabello más claro; casi rubio. Es imposible no quererla, la conocí cuando apenas era un bebé y se ganó un lugar especial en mi corazón.

—Oye, no tienes que agradecer. Para eso estamos los amigos, ¿no? —le hago saber— Además, adoro a Ellie. Me gusta pasar tiempo a su lado.

Petra está a punto de decir algo, sin embargo, un auto lujoso se detiene frente a nosotros. No se puede ver quién está en interior, las luces están apagadas y los vidrios polarizados. Pero bueno, no me quejaré. No importa lo excéntricos que sean; un cliente es un cliente, y jamás se le dice «que no».

Miro hacia mi compañera por mera inercia, se está mordiendo el labio inferior con fuerza mientras rechina uno de sus tacones contra el suelo. Suspiro y me revuelvo el pelo, antes de pegarle un empujón amistoso. Petra me mira sorprendida durante un segundo, como si no lo pudiera creer. Le sonrío de nuevo, simplemente no pelearía por un cliente. Ella necesita más el dinero, tiene una hija que mantener.

—Adelante, es todo tuyo —digo, antes de guiñarle un ojo.

Sus ojos se iluminan tras mis palabras y me sonríe en agradecimiento. Le siento dar un apretón amistoso a mi mano, que le regreso al momento. Ella toma un gran respiro antes de caminar con derrochadora sensualidad hacia el auto negro con placas de Sina. Es sorprendente que alguien venga desde tan lejos sólo para buscar sexo. Bueno, quizá se trate de alguna persona importante que no quiere ser reconocido, y acusado en las páginas de alguna revista amarillista, por andar buscando prostitutas.

Petra se ha acercado por completo al carro. La ventanilla se baja y ella se asoma hacia el interior, recargando su cuerpo contra la puerta. En esa posición alcanzo a verle las bragas de encaje violeta que trae puestas. Mi amiga habla un rato con el hombre misterioso, no sé qué le dirá pero ha volteado un par de veces hacia mí.

No obstante, lo que me deja sin palabras es ver que ella regresa hasta mí, mientras rasca su nuca con una clara mueca de desilusión clavándose en su rostro. Pestañeo incrédulo, ¿De verdad rechazó a Petra? ¿A esa chica tan bonita que te seduce con tan sólo verla caminar...?

— ¿Qué sucedió? —pregunto, cuando ella llega a mi lado.

—Amigo —murmura, poniendo sus ojos en mí—, el tipo está buenísimo —aclara, haciendo un mohín—. Pero, para mi desgracia, busca un pene, no una vagina.

Y suelto un bufido para evitar carcajearme. Petra se ríe por lo bajo ante mi reacción, para luego dar unas palmadas cariñosas sobre mi espalda.

—Es todo tuyo, tigre —dice, con sincero cariño, haciendo un ademán al aire—. Demuéstrale lo duro y bestial que Eren Jaeger lo menea.

Tras eso, me sonrojo. A veces me resulta irreal escuchar a Petra diciendo cosas como esas.

—Pfft... Me voy antes de que empieces a pervertir mi mente.

Petra rueda los ojos.

—Eren, cariño, tú y yo sabemos lo pervertido que estás.

Le enseñó la lengua como si fuera un niño pequeño que se ha enfurruñado, mientras me alejo para ir con el hombre buenísimo. Petra ríe y hace el símbolo de la victoria al levantar el dedo índice y medio de su mano derecha.

Entonces, cuando llego al auto, mi destino se marca para siempre.

(...)

—Hola, ¿Buscas diversión, guapo?

Es lo que digo, sonando lo más seductor posible, cuando asomo la cabeza por la ventanilla mientras recargo mi cuerpo contra la puerta, justo como Petra lo había hecho momentos antes. Es entonces cuando puedo ver al hombre que está dentro, y no puedo estar más de acuerdo con mi compañera.

Está buenísimo.

No parece ser demasiado mayor, quizá ronde por los veintitantos. Tiene la piel pálida —demasiado como para estar vivo—, el cabello negro en un corte militar; las sienes y nuca totalmente rapadas, sirviendo para resaltar esas facciones finas que se carga, pero sin llegar a parecer una mujer. Su nariz es recta, sus labios delgados y sonrosados. Sus ojos, sin embargo, son lo más atrayentes; son pequeños y oscuros, pero cuando te mira parece como si estuviera viendo hasta lo más profundo de ti.

—Sólo busco a alguien con quién follar —explica. Su voz logra mandarme millones de escalofríos por la espalda. Es más fría que el viento que azota contra mi cuerpo—. Y tú... —hace una pausa pequeña, mientras sus ojos reparan en mi rostro— pareces estar bien.

No sé a qué sé ha referido con eso, pero tampoco voy a preguntar. Trabajo es trabajo. Sólo sonrío en su dirección al mismo tiempo que quito un par de mechones de mi rostro.

—Entonces... ¿nos vamos? —pregunto.

Él mira hacia adelante por el parabrisas del auto, murmura algo por lo bajo —que no alcanzo a entender—, antes de hacer un ademán simplón al aire.

—Súbete de una vez antes de que me arrepienta, mocoso.

Sólo bastan esas palabras. Sin pensarlo demasiado, abro la puerta del auto antes mi mirar hacia Petra. Ella sigue en aquella esquina mirándome fijamente, pero ahora hay una sonrisa pícara en su rostro. Ruedo los ojos en el interior, mientras me despido al mover rápidamente la mano. Mi amiga me regresa el gesto, con la sonrisa extendiéndose por sus labios.

Tras eso, entro al auto y me acomodo en el asiento del copiloto. Dentro huele bien, además se siente tibio, el hombre tiene encendida la calefacción y se lo agradezco en secreto. Por fin mi cuerpo deja de sufrir, se relaja ante el cómodo calor y pinto una sonrisa en mi rostro mientras él enciende el auto y yo miro hacia todos lados.

Hay muchísimos aromatizantes para autos colgados por cualquier parte; huelen como a vainilla y fresa.

—El cinturón.

Pestañeo, sin entender.

— ¿Eh?

El hombre regresa la mirada hacia mí durante un momento. Me siento intimidado. No importa lo guapo que sea, tiene una pinta de matón que me aterroriza.

—Ponte el maldito cinturón, niño —repite, casi pareciendo hastiado—. ¿Qué nunca te enseñaron que la seguridad es lo primero?

Hago un mohín ante su poco tacto. Sin embargo, obedezco y abrocho el cinturón de seguridad alrededor de mi cuerpo. Siempre, siempre, hay que obedecer al cliente; no importa que tan exigente sea.

Él empieza a conducir después de eso. No hay palabras entre nosotros durante el camino, el ambiente, incluso, se siente pesado. Solo la radio encendida rompe el silencio que hunde al auto. Por lo general siempre sé qué decir cuando estoy con mis clientes, pero con él, de alguna manera, es diferente. Siento que si digo algo me cortará la cabeza o alguna cosa peor.

—Si vamos a tener sexo —empieza él, llamando mi atención. Dejo de juguetear con mis dedos y centro todo mi atención en su persona—, al menos debo saber tu nombre.

Encojo lo hombros, como si asunto no tuviera la más mínima importancia.

—Puedo llamarme de la manera que tú quieras.

Él levanta una delgada ceja mientras suelta un bufido demasiado escandaloso. Aprovecha que se ha detenido cuando el semáforo cambia a rojo para mirarme fijamente. Puedo leer un claro «¿Es en serio?» en sus ojos, por lo que desvío la mirada hacia un punto muerto.

— ¿Qué es eso? ¿Has sacado tus líneas del guión de Mujer Bonita, mocoso?

Arrugo la nariz, y aguanto las ganas de decirle que los nombres no tienen demasiada importancia en este trabajo. Los clientes siempre terminan gimiendo otro durante el sexo, de cualquier manera.

—Eren. Mi nombre es Eren.

Él asiente muy despacio.

—Bien, Eren. Mi nombre es Levi y eso es todo lo que diré.

«Levi».

Es un nombre muy bonito.

(...)

Levi estaciona el auto.

Para mi sorpresa, no es el aparcamiento de un motel barato, o un hotel cualquiera. Es una lujosa zona de departamentos, de esas donde sólo los políticos o gente demasiado importante pueden habitar. En su defecto, personas que pueden despilfarrar dinero como si no hubiera un mañana.

— ¿Vives aquí? —pregunto, por mera estupidez.

Levi suspira y arranca las llaves del auto.

—No, sólo es mi lugar de descanso. Mi casa está en Sina.

—Oh.

—Baja ya, se está haciendo demasiado tarde.

—Ah, sí —murmuro, a medias.

Luego de eso me bajo de su auto, mientras me tomo la libertad de observar todo el alrededor. Es bonito, y parece haber mucha tranquilidad. Si tuviera la oportunidad, me gustaría vivir en un lugar así. Lástima que eso jamás pasará. Alguien como yo, que vive en lo más bajo del distrito María, no puede aspirar a tener una vida llena de comodidades.

—Vámonos.

No puedo evitar aguantar la respiración. Me perdí durante tanto tiempo en mis debates mentales que no noté en que momento bajó de su auto. Levi es demasiado sigiloso y, ahora que lo veo de pie, es... es... pequeño. Quizá mide poco más del uno sesenta, quién sabe.

(...)

Su departamento es el número veintidós.

Él abre la puerta y, tras un ademán, me invita a pasar. Pongo una sonrisa temblorosa al mismo tiempo que entro a su «casa de descanso». Pestañeo sorprendido mientras miro por todos lados. Es enorme, casi tres veces más grande que mi destartalado departamento en Shiganshina. Está demasiado limpio también, no hay mota de polvo alguna. Y huele muy bien, como si hubieran estado rociando algunos aromatizantes en cada pequeño rincón de la casa.

—Diantres, este lugar es enorme.

—Yo lo considero demasiado pequeño —le miro anonadado. No puedo creer que haya dicho eso en serio—. Estoy pensando en agrandarlo un poco más.

Me muerdo el labio con fuerza. Lo que es tener dinero y poder gastarlo en tonterías.

—Entonces —digo, para regresar al tema que nos ha traído hasta aquí—, ¿Qué prefieres? ¿Arriba o abajo?

Levi me mira con cara de no entender ni una mierda. Me paso una mano por el cabello y le sonrío.

—En el sexo. ¿Qué prefieres?; ¿ser activo o pasivo? —pregunto— Por mí, no hay ningún problema. Estoy bien con cualquiera.

Levi pestañea; se mantiene así durante varios segundos. Me cuesta entender el por qué, pero no digo más. No es bueno hacer enojar al cliente.

— ¿Qué? —responde, luego de un rato. Parece que se ha quedado pensando demasiado en mis palabras— ¿¡Qué!?

Suspiro, pero luego le regreso la mirada mientras encarno una ceja. ¿Es tan difícil de comprender...?

—Que si quieres metérmela, o que te la meta.

Enmudece de nuevo. Incluso parece que se está escandalizando en silencio, sus pequeños ojos se abren de sobremanera mientras sus pálidas mejillas cobran un curioso color rojo, pero sin llegar a ser tan escandaloso. Frunzo el ceño durante un momento, al mismo tiempo que mis orbes repasan su reacción. Quizá está así porque jamás lo ha hecho con un hombre.

O con un prostituto...

—Oye... —empiezo, pero un vago sonido que escapa de su boca me detiene.

—A-Abajo —le escucho murmurar, su mirada se centra en el suelo y su voz tiembla. Aunque cambia radicalmente cuando decide completar su frase. Levanta el mentón lleno de orgullo y vuelve a tomar aquella pose de matón que da miedo—. Estoy bien siendo el pasivo.

Es un hombre con muchas facetas, sin duda. Pero bueno, ya ha dicho lo que necesitaba escuchar, así que por fin puedo poner «manos a la obra» y despertar a la «Bestia Jaeger». Le dedico una mirada seductora mientras me acerco a él lo más lento posible. Levi no se mueve de su lugar, en cambio se queda ahí, tieso como roca.

Es casi como si tuviera miedo...

Sin embargo, me olvido de todo. No es momento para pensar sobre cosas sin sentido. Estoy ahí para trabajar; para follar. Lo empujo contra la pared, así puedo tener control sobre él. Aprovechando la cercanía, hundo mi rostro en su cuello y reparto un montón de besos cortos en esa zona. Él jadea al contacto, justo cuando mi aliento choca contra su carne. Su cuerpo tiembla mientras sus dedos apresan con fuerza la tela de mi camiseta.

Sonrío contra su piel. Mis manos son incapaces de quedarse quietas, empiezan a vagar por cada parte de su cuerpo tocando suavemente por encima para su ropa. No tardó demasiado para colar la mano derecha bajo su camiseta tipo polo, empezando a deslizar mis dedos muy despacio por toda su piel. Mientras mi lengua se desliza de manera erótica por su cuello, recorro sus abdominales hasta ganarme un gemido de su parte.

He estado tanto tiempo en esto qué sé exactamente en donde tocar, para tenerlo gimiendo como una zorra caliente entre mis brazos.

— ¡Ngh...! —jadea, de pronto.

Mi dedo índice ha topado con su tetilla izquierda. La presiono un poco y él gime sin poder evitarlo. Queriendo escuchar más de eso, me deshago de su camiseta con rapidez. Su pálida piel queda al descubierto y no puedo más que lamerme los labios.

Se ve realmente apetitoso.

Me quito la camiseta también, terminando por aventarla hacia algún lado. Él me mira directamente; sus ojos vagan por cada centímetro de piel morena que ha quedado al descubierto, mientras sus mejillas vuelven a tomar aquel leve color rojo. Le sonrío de nueva cuenta, más porque su reacción me ha parecido totalmente adorable. De hecho, tras cada segundo que pasa, empiezo a pensar que tal vez sí es su «primera vez» con un hombre.

Bueno, sea como sea, su primera vez o no, le haré gozar como nunca. Para eso me pagan.

—Vamos muy bien, ¿no lo crees? —digo, para intentar que se relaje un poco. Levi chasquea la lengua, y desvía la mirada.

—Sólo apresúrate, mocoso.

Suelto una carcajada ante su respuesta, pero eso es todo. Incapaz de poder esperar más, y haciendo caso a su orden, reanudo mi trabajo. Doy un beso pequeñísimo en su mentón —porque jamás besaba en la boca a mis clientes—, y comienzo a bajar por todo esa zona. Levi tiembla de regreso, lo hace con más fuerza cuando mi lengua empieza a pasearse por toda su piel, dejando rastros de saliva por todos lados.

Sus dedos se pierden en mi cabello, al tiempo que le escucho soltar otro gemido. Sin embargo, es cuando me agacho otro poco, y encuentro su tetilla izquierda con mi lengua, que él gruñe con más fuerza. Succiono ese sonrosado y coqueto botoncito, antes de lamer todo su alrededor. Levi no puede más. Siento como intenta restregar su erección contra mi pierna, alentándome a sonreír de regreso.

Al menos ya lo está disfrutando, me digo.

Además yo también deseo más. Mi polla palpita dolorosamente dentro de mis pantalones; quiere hundirse de una vez en ese estrecho y caliente ano. Tras ese pensamiento no puedo seguir conteniéndome. Mis manos se mueven traviesas por toda su piel, bajan con lentitud hasta llegar al inicio de su pantalón. No dudo ni un instante, con la maestría que he adquirido con el pasar de los años, desabrocho el botón. Levi da un respingo, parece que quiere alejarse pero la pared que hay tras su espalda no le permite ir muy lejos.

—Tranquilo, sólo tienes que relajarte —digo, en su oído. Él tiembla de nuevo cuando chupo sin reparo el lóbulo de su oreja.

Es ahí cuando aprovecho para deslizar mi mano bajo su ropa. Siento su dureza en mis dedos. Su erección está totalmente mojada y palpitante, pidiendo un poco más de atención.

— ¡Ngh...! E-espera un... un po-poco...

—Shh —murmuro, contra su boca. No junto nuestros labios, sólo los dejo rozándose—. Esto te gustará. Déjate llevar, Levi.

Tras eso, mi mano captura su caliente polla. No tardo mucho para empezar a mover mi mano de arriba hacia abajo por toda su extensión, embarrando el líquido preseminal ahí. Sus gemidos se han vuelto más pesados, mientras sus uñas dejan unas delgadas marcas rojas en mi espalda.

— ¡No! ¡A-ahí...no! —jadea, pero no presto atención a sus palabras. Estoy más ocupado acariciando sus testículos— ¡Ngh! ¡Ah-ah!

Sonrío de regreso. Me gusta escuchar esos gemidos ahogados, tan sólo sirven para avivar el inquieto cosquilleo empieza en mi vientre y se riega hasta mi erección. Levi entierra aún más sus uñas en mi espalda, mientras mantiene apretado los ojos y las mejillas totalmente sonrojadas. Incluso hay un poco de saliva escurriendo por sus labios. Repaso mi lengua por donde ese líquido se desliza, borrándolo por completo.

Mi mano nuevamente atrapa su pene, él suelta un jadeo y comienza a mover sus caderas para intentar obtener un poco más de placer. No me hago del rogar, simplemente le doy lo que pide. Hago más rápido el movimiento, mientras Levi vuelve a gemir desesperado.

—E-esto no... ¡Ah, ah! —jadea, poniendo las manos sobre mis hombros— no es-está... ¡Ngh! bi-bien...

—Sí lo está —respondo, lamiendo su cuello y deslizando mi dedo pulgar por su erección hasta llegar a la punta llena de presemen y taparla. Levi se estremece—. Sólo necesitas dejarte llevar.

Él niega varias con la cabeza, pero se ve interrumpido cuando su cuerpo tiembla sin poder evitarlo. Oh, ya está cerca.

—No... No es e-eso... ¡Ngh! Yo... Yo soy...

—No digas más, sólo disfruta.

Él clava sus uñas en mi piel una vez más. Habrá marcas ahí mañana.

— ¡No, mo-mocoso de mierda! —ladra, perdiendo la compostura por un minuto. Le miro perplejo, deteniendo todo movimiento. Está clavando esos oscurecidos ojos en mí, parece estar debatiéndose sobre si continuar o no—: Yo... Te-tengo que decirte algo...

Pestañeo un poco incómodo. No tengo ni idea del por qué, pero creo que no me gustará nada...

—Soy... —empieza. Sus mejillas se cubren de rojo, uno demasiado potente como para ser por la excitación. Me quedo en silencio esperando a que él continúe, sin embargo hay un montón de escalofríos corriendo por mi espalda advirtiéndome que algo no va realmente bien— Yo soy... vi-virgen...

¿Qué?

¡¿Qué...?!


.

Continuará...

.


(1): Se le conoce como «zona roja» a los lugares donde se concentran los bares y locales dedicados a la prostitución.


N/A: JAJAJAJA, SÍ. NO SÉ QUÉ ESTOY HACIENDO CON MI VIDA. Pero, en fin, espero qué le guste la historia, advierto de una vez que tendrá muchas cosas zukhulemthaz :Q_ XD. No será tan larga, pero prometo darles mucha diversión y limones ùvú (?). Por cierto, tendremos también un poco de FarlanxLevi -corazón-, no mucho, sólo lo esencial (?).

Si les gustó, por favor, dejen un review. ¡Son mi alimento de cada día! ; A ;

Pasen buen día :)

Próximo capítulo: Sold my soul, and yeah, the truth hurt.

Lyne Diamond*


¿Review? *-*