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VIII

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Adoraba perderme en esos ojitos tan llenos de inocencia.

A través de ese verde esmeralda veía miles de historias que guardaba en mi corazón.

Por una parte, veía a mis padres y a esa extraña manía de querer a los animales, en su momento nosotros cuidamos ovejas, pero después yo cambié el juego, decidiendo cuidar a los dragones.

Al siguiente parpadeo, me imaginaba la mirada penetrante de los Haddock. Miraba a Estoico a través de ella. Mi nietecita tenía claramente la vena vikinga, pero a decir verdad, por varias horas que me gustaría sacarle parecido a las personas que tiene como ascendientes, la verdad es incuestionable.

Por mucha sangre que comparta con esa hermosa princesa, la realidad es que Siriana salió una copia perfecta al carbón de Astrid. Las mismas facciones, los labios entreabiertos al dormir, la fuerza con la que se desarma de las cobijas con las que la arropamos y ni hablar de esos gritos que le salen del corazón cada que algo no le gusta.

Con sólo siente días en mi vida, esa pequeña se ha robado lo que quedaba de mi corazón.

Me terminé de trenzar el cabello y me acomodé la capa que por insistencia de Hipo y Astrid debo utilizar. Dicen que es como marca de status social, pero en definitiva no me gusta, aunque por ser la presentación oficial ante la aldea de mi nieta la usaré.

Tomé con cuidado el pequeño paquete que había envuelto con esmero el día de ayer y subí a ver a Astrid y a Siriana, ya debíamos ir al Gran Salón.

La casa ya no era como antes. Tenía más habitaciones, un establo, que de momento se encontraba vacío, un estudio que mi hijo utilizaba para organizar y planificar lo que ocurría en Berk, además de una sala exterior que en ocasiones se utilizaba como mini entrenamiento.

No me molesté en tocar la puerta, con cuidado la abrí y noté que Astrid estaba prácticamente lista. A diferencia de los días anteriores, traía un vestido largo, con sus botas y mangas afelpadas, aunque también portaba su capucha de piel, la trenza y el fillet alrededor de su frente.

La palabra que la describía seguía siendo desconocida, pero única, se acercaba un poco a todo lo que ella en realidad era.

Le estaba poniendo una bata de color rojo a la niña, pero se notaba que estaba algo impaciente.

-Tranquila Siri… sólo es ropita, hace frío y tenemos que cuidarte, después de todo, eres una princesa… -le decía mientras trataba de mantenerla quieta y vestirla.

Me quedé viendo fijamente a mi nuera y a mi nieta, ambas estaban hermosas y me llenaban de ternura cada muestra de afecto y de amor que Astrid tenía con ella y con mi hijo.

Me acerqué y detuve a la inquieta niña para que Astrid le colocara la ropita que Gylda y yo le habíamos hecho.

Cuando terminó me sonrío de inmediato con esa sonrisa que solamente una madre le puedes compartir a otros.

-Te ves muy bien Astrid, toda una jefa. –ella se ruborizó algo.

— Gracias, aunque tú no te quedas atrás te ves muy bien. -me comentó ella con sinceridad.

Sin saber porque me empecé a sentir algo incómoda, había muchas cosas que le quería decir desde años atrás pero no había tenido oportunidad de hacerlo. Apreté el pequeño paquete con mucho ansiedad respire profundo y coloque mi mano en los hombros de Astrid, a propósito ya había dejado de utilizar las hombreras para no lastimar a su bebé.

-Astrid hay algo que desde hace mucho te quería decir, es sólo que… no sabía cómo hacerlo. —empecé con cautela.

Ella dejó de cargar a la bebé y lo puso nuevamente en la cuna que Hipo y Bocón hicieron para ella.

Me quedé mirando a mi nieta, tenía unos ojos llenos de inocencia, fácilmente los hubiera confundido con la mirada de Estoico, con los de Hipo, la de mis padres, incluso con la de mi amiga Berta.

Respiré profundamente y empecé a hablar, tratando de no sonar muy aduladora.

-Sé que han pasado años desde que te casaste con mi hijo, y sólo te quería decir que desde la primera vez que te vi supe que tú eras diferente y que te admiro.

Ella me sonrió.

-Ay Valka, me conociste en medio de una triste situación. — me dijo, recordando cuando mi esposo falleció.

— No me refiero a ese momento, Astrid. -le sonreí con ternura. — Me refiero el día en que tú llegaste en brazos de tu madre junto a tu padre. Eras una bebé, de un par de meses, te vi a ti feliz y llena de energía por la esperanza de tener una vida hacia delante. Erick nos comentó todo lo que había pasado y la maravillosa bendición de que tu sobreviviste al ataque los piratas, la erupción de un volcán y el caos que se vivió en la isla Bog Burglar. –ella se mostró algo triste por no recordar nada de esos acontecimientos. –Ese día entendí que tenías un don, de darle esperanza a los demás, de proteger a todos. Y yo te agradezco mucho por compartirlo conmigo.

-No tienes nada que agradecer, al contrario, soy yo debe de estar agradecida por tener una suegra como tú. Por lo regular son entrometidas, pero tú has sido, te has convertido en una madre para mí y estoy muy feliz de que seas abuela de mis hijos así que yo soy quien debe darte las gracias.

Le intente sonreír y vaya que ella era sincera, pero aún no terminaba de decirle todo lo que había estado guardando en el corazón durante los últimos años, la tomé de las manos y le abrace. Claramente correspondió y nos abrazamos un momento.

—Eres la mejor madre que yo conozco no hay día en que no me arrepienta de todo el daño le hice a Estoico y a mi hijo, por mis malas decisiones ellos y todo Berk sufrieron… te agradezco por no sólo estar en la vida de mi hijo sino que vivir a su lado y ser ese apoyo que todo hombre necesita de una mujer, pero sobre todo un jefe.

Se enorgulleció por mis palabras.

-Gracias por pensar así de mí, pero…

-Eres una gran mujer, Astrid. Una increíble jefa y una asombrosa vikinga.

Mi nuera contuvo la respiración.

-Admito que al principio, cuando te volvía ver me admiré de tu fortaleza, de tu temple, de tu sentido de la protección. Incluso por breves momentos llegué a sentir envidia de ti.

Ella abrió los ojos por tal verdad.

-Pero ahora te admiro, y admiro todo lo que haces y lo que tú y mi hijo han logrado de Berk. –empecé a empañar mi mirada, ella rápidamente me ofreció un pañuelo. –Lamento tanto no haber estado en Berk y dejar sola a Estoico con las responsabilidades que de cierta forma eran mías…

-Valka, tus situaciones fueron muy distintas a las mías.

-No hay pretextos para solapar mi cobardía, por eso es que estoy tan feliz de que tú estés aquí, ocupando el lugar que… que yo rechacé.

Astrid también empezó a llorar un poco, pero como siempre se mantuvo entera ante la situación.

-Valka, por favor, las decisiones que tomaste en ese momento las tomaste porque creíste que eran lo mejor, tú, escuchaste a tu corazón.

-No. Jamás lo escuché, mi corazón decía que debía volver a Berk y dejé que mi mente controlara todo.

-Como quiera no deseaste el mal para nadie.

Le sonreí con amor.

-No exagero al decir que… eres la mujer que yo siempre quise ser.

Ella se llevó las manos a la boca y me abrazó como una hija abraza a su madre.

-No digas eso, Valka. Tú eres especial, eres única, luchas por tus convicciones y no te detienes hasta lograrlas, has sido de mucha ayuda aquí en Berk y en mi vida también, tú e Hipo me han ayudado a escuchar y seguir mi corazón, así que no digas que quieres ser como yo, alguien llena de errores; cada quien es diferente y en ocasiones admiramos a otros por las cualidades que no poseemos, pero esas características son lo que nos convierten en lo que somos, además… si hubieras sido como una vikinga ruda, amarga, obsesiva y perfeccionista, al igual que yo, Estoico no se habría enamorado de ti.

En ese momento lo comprobé de nuevo, mi hijo había elegido bien.

Ambas nos reímos por lo patéticas que estábamos al llorar por cursilerías.

Me limpié un par de lagrimitas traviesas al igual que ella. Aclaré mi garganta y me dediqué a entregarle el regalito que había preparado.

-Me tomé la libertad de hacerle un pequeño presente a mi nieta, ¿no te molesta?

-Valka, por favor, ere su abuela, si tú no la consientes nadie más lo hará.

Le sonreí. –Es mi primera nieta, la última niña que cargué fuiste tú.

-Y probablemente última, creo que Hipo y yo ya no tendremos más hijos. –me confesó, pero entendí a lo que se refería.

-Es una lástima, con lo lindo que salen.

Abrí la bolsita y le entregué a mi nieta un pequeño dragón de tela. Astrid le sonrió por el presente, era un Nadder negro, con acabados azules.

-Es perfecto, gracias Valka. –me dijo, empezando a jugar con su hija.

-También le hice esto. –señalé una pequeña diadema. –Es hecho de un cinto de tu madre, lo encontré hace años entre las cosas que Estoico jamás tiró de mí.

La rubia me sonrió con emoción, incluso tomó la diademita y se la puso a mi nieta.

-Es hermosa, eres muy detallista.

Era obvio que Siriana no tenía cabello suficiente, pero ese fillet se veía muy bien en sus dorados cabellos.

-Justo como una princesa.

En ese momento mi hijo entró. Ya habían pasado varios años desde que él tomó el mando de Berk y lucía más jefe que nunca.

-¿Estás listas?

Ambas asentimos mientras Astrid cargaba a la bebé.

Mis hijo miró con amor a su esposa y yo sonreí de felicidad por la vida que ellos llevaban.

-¿Te gustaría llevar a Siriana Essen Haddock? –preguntaron los dos, al parecer ya se habían puesto de acuerdo.

Asentí incrédula mientras ella colocaba a mi nieta en brazos.

Mis hijos se tomaron de la mano y caminaron adelante mí.

Me entretuve un poco viendo a la pequeña princesa.

-Te van a poner una marca en tu frente, como la que te hicieron en tatuaje el día en que naciste. Te darán miles de regalos de todas partes del archipiélago, y sobretodo serás reconocida como una hija legitima del jefe. Es un gran honor Siri. –le susurré mientras salía de la cabaña rumbo al Gran Salón donde se llevaría a cabo la ceremonia, prácticamente todo Berk estaba allí.

Miré de nuevo a Hipo y a Astrid.

De cierta forma me identificaba con ella por el gran amor que le tiene a su familia pero sobre todo por la facilidad de ayudar y alentar a los demás.

Abracé a mi nieta y le volví a susurrar. –Es un gran honor ser hija del jefe, Siri, pero es mayor el honor que tienes de que tu madre sea… ella.

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Fin

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Notas de la autora:

Y Colorín colorado, este cuento se ha acabado!

Mil gracias por llegar hasta este momento conmigo, espero que les haya gustado este fic y que hayan disfrutado de este proceso en que Valka y Astrid se conocieron.

Gracias por sus comentarios, ahora este fic forma parte del club de los fics que tiene más de 100 reviews

Gracias por todo

Gracias por leer

Dios los bendiga

**Amai do**

Finalizado: 11 de octubre de 2015