¡Holaaaaa! ;u; Ay, Dios santo, sé que tardé muchooooooo para actualizar, pero, lasdjkdsaljsdllassdgf, en mi defensa digo que no era porque no tuviese el capítulo listo, sino porque me quedé sin internet y cuando quise actualizar, pues, me era complicado ir al ciber ;_;
Por lo tanto, mejor me esperé para el cumpleaños de mi Cavendish para traerles el final de esta historia, porque sí, este es el final del short-fic uwu.
Ya desde antes les había dicho que sería una historia corta, así que espero al menos les guste ;u;
¡Feliz cumpleaños a Cavendiiiiish!
Disculpen si tengo algún error ortográfico o incoherencia narrativa.
El rubio agradecía bastante que su hermana le hubiera presentado a aquel dúo de chicos, hermanos de Mugiwara, que aunque este último no le caía tan bien, sus hermanos eran otra cosa. Esto porque le habían ayudado con algo bastante especial al ser ellos músicos y ya con sello discográfico.
Era la primera vez que se esforzaba así por alguien, a esa magnitud. Y es que aunque fuera un egocéntrico, realmente egoísta no era, no con personas importantes para él, para nada.
Ahora solo tenía que esperar el atardecer en pleno otoño para terminar lo que quería en esta fecha bastante importante.
Solo que sus organizados planes no podían salir perfectos, como lo era su persona, gracias a que esa misma belleza "perfecta", le trajo nuevamente a todas aquellas admiradoras que casi siempre se encontraban en la calle cuando no estaba en compañía de su novio peliverde. Y como la buena súper estrella que se consideraba, no podía permitirse el rechazar esa atención, porque algo de tiempo siempre les dedicaría a su seguidores.
Pero debido a eso, el tiempo para él se fue volando.
Por eso, cuando Bartolomeo lo había visto a lo lejos, rodeado de tanta mujer e incluso algunos hombres, los celos se encendieron cual sirena de patrullas. Normalmente, no se cabreaba tanto por esto, la cosa era que hoy no era un día cualquiera y prácticamente había quedado plantado por veinte minutos en espera. La valdría mierda si fuera cualquier persona que le hacía eso en este día, pero tratándose de Cavendish, siempre era egoísta y un posesivo sin más, no lo podía evitar.
Pero no se iba a ir, claro que no. Después de todo, su novio era su novio, así que se acercó hasta la multitud de mujeres y gruñéndoles o mirándolas mal, logró que poco a poco se largaran, dejando al rubio solo al fin.
—Hey, no tienes por qué ser tan brusco con las chicas. No es un crimen que ellas admiren mi belleza —dijo Cavendish con un suspiro, pero no estaba molesto. Incluso le sonrió.
—Me jode que te retrasen, eso es todo —replicó Bartolomeo, sujetándolo de la cintura.
—Ya, mejor vamos a comer de una vez —Cavendish se inclinó a dejar un beso en la comisura de los labios ajenos.
Los chicos ya llevaban cuatro meses de pareja, desde junio hasta octubre. Al menos, desde aquella fiesta en que se hizo oficial su relación para todos. Porque ninguno lo escondió.
Al principio, el peliverde le había dicho solo por molestarlo, el hecho que quizá a Cavendish no le gustaría hacer pública una relación entre ellos, siendo ambos chicos y el hecho de que a este siempre le molestaba que dañaran su imagen. Sin embargo, el rubio le había dejado en claro que el hecho de querer siempre ser el centro de atención, no quería decir que siempre le importaba lo que la gente decía, además, si su popularidad decaía por algo como eso, significaba que no era lo suficientemente hermoso, cosa que no era así, porque era la viva encarnación de la belleza.
Todos quienes tenían mente cerrada ignoraban esos puntos diferentes de la vida de Cavendish, pues su belleza seguía como ninguna, ganando a todos. Por eso, no había timidez en que ambos fueran bien sujetos al caminar por las calles o cuando ingresaron al restaurante.
Todo iba bien con la comida que tenía con Bartolomeo, incluso este había dejado aquellos celos hasta que notó las miradas de todos los clientes y empleados en su rubio, poniéndolo ligeramente de malas. Y aunque Cavendish no admitiría a palabras que ese sentir lo compartía también, lo experimentó, cuando de la nada, apareció cierto pelinegro.
— ¡Cabbage, Romeo! —saludó Luffy completamente lleno de energía y tras oler el delicioso aroma de la comida, como un animalito mal adiestrado, se sentó sin permiso al lado del peliverde—¡Huele delicioso, shishi!
—Ah, Mugiwara —Cavendish frunció el ceño—. Lo está, pero nadie te invitó a…
— ¡Gyaa, L-L-Luffy-senpai, puedes c-comer lo que quieras! —expresó Bartolomeo, repentinamente olvidándose del mundo entero y solo viendo con ojos de perrito al pelinegro.
El rubio lo miró de forma sombría y se cruzó de brazos. Para él, ahora la sorpresa que tenía preparada, se había arruinado, ¿en verdad tan débil era el peliverde tratándose de ese chico? Si no fuera porque estaba bastante seguro de sus sentimientos, pensaría que Barto también estaría enamorado de Luffy. Pero era más que obvio no era así, se notaba su fanatismo y Cavendish no era alguien para nada inseguro. Aun así, los celos por defender y dejar en claro lo que es suyo, estaban queriendo emanar como fuego.
Como no, si luego de que terminaran de comer, o mejor dicho, Luffy se comiera toda su comida ordenada, cuando salieron rumbo a la casa del peliverde, el otro chico los acompañó. Venía haciendo un mal trío ahí, pero de forma inocente, él solo iba platicando con los dos, haciendo caso omiso del deseo asesino que tenía Cavendish y el "fanboyeo" que hacía Bartolomeo.
Solo fue que antes de llegar a dos cuadras a la casa del peliverde, el pelinegro se despidió de una forma muy atrevida.
—Shishi, por cierto, Romeo, Sanji y Zoro me dijeron que te abrazara de su parte —Luffy sonrió cual sol y se abalanzó al peliverde para estrecharlo con fuerza. Hasta le dejó un beso en la mejilla como si fuera un hermano pequeño.
Y luego, se despidió de Cavendish con la mano, riendo.
Tanto el peliverde como el rubio quedaron en shok. El primero casi se revolcaba en el suelo por la emoción, hasta llorando estaba, mientras que el segundo fruncía los labios con vil ira.
—Supongo que, cómo estás en un momento de pleno éxtasis, me iré yendo —dijo Cavendish y es que se sintió estúpidamente excluido.
Esas palabras hicieron reaccionar un poco a Bartolomeo, quién luego de inhalar como diez veces, logró incorporarse del piso y limpiarse los lagrimones, para alcanzar al rubio.
—Espera, Cabbage, no hagas drama por esto. No puedo permitir que te enojes con Luffy-senpai solo por esto —pareció un poco molesto.
— ¿Solo por "esto"? ¡Aparte de abrazarte se pasó en medio de nosotros toda la tarde! ¿Cómo permites que él haga todo eso? —si el otro se mostró molesto, Cavendish lo estaba más.
—Luffy-senpai puede hacer lo que quiera, yo no soy digno de negarle nada nunca —espetó Bartolomeo con sumo respeto, como si fuera obvio.
— ¿Lo pones incluso sobre de mí, tu novio? —Cavendish se detuvo para verlo a la cara.
Bartolomeo hizo una mueca enojado. ¿Por qué Cavendish decía algo como eso, siendo que hacía lo mismo, no? ¡Y a diario con sus fans! Porque él solo veía a Luffy de vez en cuando.
—No es eso. Pero, ¿tú no haces lo mismo con tus malditas fanáticas? ¡Todo el tiempo te rodean las mujeres y no me vez quejándome porque respeto tus mierdas!
— ¿Y eso justifica que no pongas un alto al idiota de Mugiwara cuando yo estoy contigo? Porque también respeto tu ridículo fanatismo, ¡y yo no te hago a un lado!
Era cierto, Cavendish lo respetaba, cada uno tenía su espacio personal y no lo invadían de mala manera, después de todo ya eran adultos. Sin embargo, ¿qué era una relación sin algunos problemitas?
Pero esas palabras de verdad hicieron perder la paciencia en Bartolomeo, quién le miró con advertencia, sería muy su novio, pero tampoco se dejaba y además de que seguía molesto también por como encontró al rubio anteriormente.
— ¡NO INSULTES A LUFFY-SENPAI! ¡Tú no tienes derecho a decir algo como eso! —las comisuras de sus labios se deslizaron hacía abajo, acentuando la expresión enojada que tenía— ¿Ridículo fanatismo dices? ¡Eres tú el que se la pasa de maldito arrogante con todo el mundo, creyéndose la gran cosa, diciendo estupidez y media para que el mundo te mire!
Dichas palabras, pegaron justo en el orgullo del rubio.
— ¿Me estás juzgando? —Cavendish adquirió una expresión sombría, que se veía extraña con su cara de ángel.
—Te estoy diciendo la verdad, maldita sea —Bartolomeo también se estaba dejando llevar por todos los celos reprimidos de esos meses, que aunque fuera un sinvergüenza, habían veces que tenía que tragárselos por mero orgullo—. Insultas a Luffy-senpai y no lo conoces.
—Porque es ridículo, no necesito…
— ¡No lo es! Él no es egoísta, no es arrogante y siempre da la cara por sus amigos, así de fácil y sencillo. Es como un sol, no lo idolatro por cosas estúpidas como simple belleza, como tus admiradoras superficiales.
El rubio frunció los labios, pero le miró altanero y no dijo nada.
—Incluso yo no soy digno de Luffy-senpai, y aun así él no se olvidó de este día. Y tú preferiste estar pavoneándote con esas mujeres ahí, porque incluso llegaste tarde.
— ¡No sabes lo que estás diciendo, Bartolomeo!
— ¡Apuesto que ni has de saber qué fecha es hoy por estar con tu estúpido egocentrismo!
Y Cavendish no pudo más, sacó de su pequeña bolsa una cajita mediana, adornada con papel de cumpleaños.
— ¡DEJA DE TRATARME COMO SI FUERA SOLO UN EGOÍSTA MEZQUINO! —lanzó dicha cajita a la cara del peliverde con verdadera fuerza. Esperaba que de verdad le hubiera dolido— Sé qué fecha es hoy, idiota, ¡por eso estaba tan molesto de que Mugiwara llegara a meterse! ¡Quería este día para los dos, solo los dos porque sé bien es tu bendito cumpleaños, Bartolomeo!
— ¡…! —Bartolomeo no pudo decir nada, solo vio la cajita caer.
— ¡Me reclamas cosas como si no me conocieras! ¿Qué demonios te pasa? ¡Yo también tengo derecho a estar celoso, endemoniadamente celoso, ¿sabes?! —Cavendish le miró con desesperación.
El silencio reinó por un largo minuto, sin que los dos volvieran a decir nada.
—Buenas noches —Cavendish se despidió, dejando al peliverde con una expresión completamente alterada y llena de confusión.
No esperaba lo fuera a detener, lo conocía bastante bien. De modo qué paró un taxi para irse a su casa, dejando atrás a Bartolomeo.
La cara del peliverde daba aún más miedo de lo normal, cuando llegó a su casa, tanto que ni Kid se burló, ni preguntó. Era la primera vez que veía esa expresión en su cara y solo quería decir que el problema era con aquel rubiecillo y en problemas de pareja no se metería, para nada.
Bartolomeo tenía en sus manos la cajita que destapó segundos después. Sabía bien era su regalo, cosa que lo hacía sentir el ser más despreciable del mundo, sobre todo, porque de su mente no salía la mirada dolida y decepcionada que el rubio le dedicó antes de irse, ¿qué tanto la había cagado esta vez? Es que para ser sinceros, normalmente tenían peleas, pero solo infantiles, la verdad. Esta era la primera que tenían así de fuerte, se podía decir. Y aunque antes defendió bien sus palabras, ahora se sentía completamente mal.
Pero es que, siempre que se dejaba llevar por algo, era demasiado bestia como para contenerse y los celos no fueron la excepción, además del hecho que Cavendish también insultó a la persona que más respetaba en el mundo, ¿cómo no alterarse con eso?
Y es que, era bastante fastidioso ver siempre a todo el mundo correr a lo que le pertenecía, pese a que respetaba la forma que tenía de ser su novio, no quitaba que se pusiera celoso. Cosa que no expresaba debidamente con palabras, es decir, dejaba en claro con sus acciones que el ojiazul era suyo, pero jamás llegó a hablar seriamente con el rubio por eso. No era bueno para esto de tener relaciones, si nunca había tenido ninguna antes de Cavendish.
El contenido de dicha cajita, era un pequeño mp3 verde, que tenía una nota con la hermosa caligrafía del rubio.
"¡Feliz Cumpleaños! Disfruta tu regalo, mi chico bestia".
El peliverde suspiró y sintió el perfume de su novio impregnado en ese papel. A continuación, se puso los audífonos y dio play al mp3.
De acuerdo, si antes se sentía culpable y un completo idiota por haber explotado así gracias a sus estúpidos celos impulsivos, al saber el contenido de su regalo, se sintió mucho peor.
En ese mp3 estaban cinco canciones completas, interpretadas precisamente por Cavendish; hace tiempo recordó que le prometió cantaría para él, siendo lo que estaba estudiando era música. Y ahí estaba, ese había sido su regalo.
El único hijo de mierda soy yo, maldición, pensó y metiéndose el mp3 en el bolsillo, salió corriendo de su habitación y de su casa.
—Buena suerte, pedazo de idiota —dijo Kid, al percatarse de como su amigo salía disparado de ahí.
Sin embargo, cuando Bartolomeo llegó a casa del rubio, solo estaba la luz del porche y el patio trasero, tocó y tocó durante casi dos horas, pero no hubo respuesta. Como era sábado, no creía que Cavendish hubiera salido fuera tan rápido o bueno, la verdad no tenía idea de que podía hacer, si cuando lo vio irse estaba tan cabreado.
O quizá solo lo estaba ignorando como castigo, que igual era probable.
Había frío gracias al viento de otoño, pero aun así, Bartolomeo se sentó en el porche dispuesto a esperar a que su rubio apareciera, sin importar la hora que fuera, se quedaría ahí, que no dejaría ir esta oportunidad. Tenía que remediarlo, porque el único cabezota había sido él.
Su celular había marcado eso de la una y media de la madrugada. Había pasado casi siete horas en casa de Farul, su mejor amigo luego de la discusión que tuvo con Bartolomeo, porque necesitaba calmarse y acudir a su hermana sería algo más… complicado, porque si el rubio ya solito era dramático, juntando a Hancock…
Y, la verdad es que los consejos de Farul fueron bien recibidos, pues lograron calmarlo lo suficiente, además de hacerlo pensar con claridad todas las cosas. Aunque todavía seguía dolido, más que molesto, pero no tanto como un inicio, porque también sabía tenía parte de la culpa en todo esto. Por eso, cuando divisó al peliverde dormido en el porche de su casa, casi pega un grito de sorpresa. Hacía un frío que calaba los huesos, ¿por qué era tan imprudente y estaba ahí a estas horas?
Sí, todavía estaba molesto, pero no quería ver enfermo al otro de pulmonía.
— ¡Bartolomeo, despierta! —masculló Cavendish, agachándose para sacudir suavemente al otro.
— ¿Eh? —Bartolomeo parpadeó rápidamente y al divisar al rubio, se despertó por completo— Cavendish, yo…
—Guarda silencio. Estás completamente helado, te resfriarás —le reprendió Cavendish con seriedad—. Mi hermana está durmiendo adentro, así que no sabrá si entras, vamos.
Cuando los dos estuvieron de pie, con cuidado, ingresaron a la casa de dos pisos del rubio, en silencio. Bartolomeo siguió los pasos de Cavendish, hasta que ambos estuvieron en la habitación del segundo.
— ¿No podías esperar hasta mañana para venir en lugar de quedarte en medio del frio? —regañó Cavendish, ligeramente molesto, mientras pasaba un edredón alrededor del cuerpo del peliverde.
—… No podía —Bartolomeo suspiró y gruñó, con nerviosismo, parecía inexperto en estos momentos. De modo que enfurruñó más su expresión—. Yo tenía que… disculparme o no podría dormir —frunció los labios y desvió la mirada.
Cavendish lo miró con atención y se sentó a su lado.
—Bartolomeo, tú…
—Ugh, lo siento. Te reclamé muchas cosas y yo también estaba siendo… egoísta, beh —mientras más hablaba, mas enfurruñado se ponía. Se notaba a leguas lo mucho que le costaba decir estas cosas.
—Bueno… —Cavendish suspiró. Viendo que el peliverde estaba diciendo lo que pesaba, sin importar su orgullo poco a poco de lado, él obviamente haría lo mismo. Y aunque él otro no hubiera dado la iniciativa, de todas formas lo haría— No eres el único culpable en esto. Lo siento, yo también dije cosas que no son lo que realmente pienso —alzó sus ojos para ver al peliverde—. Es cierto, no entiendo tu fanatismo por Mugiwara, pero siempre lo respeté como tal. Tú no eres alguien que va repartiendo admiración a cualquier idiota —hizo un puchero para finalizar.
—Gracias por el regalo —añadió Bartolomeo.
—Feliz cumpleaños, idiota —Cavendish le sonrió cual ser celestial.
Un cosquilleo apareció en la piel del peliverde. Esa sonrisa, sentía que no podía contra esa sonrisa.
— Cabbage, ¿recuerdas la vez en tu cumpleaños que me tardé una semana en darte algo?
El aludido chico, asintió, viéndole curioso.
—Mierda, fue porque estuve buscando algo para darte que no se repitiera con todas las cosas que tus admiradoras te dieron.
—No me enojé porque tardaras esa vez, ¿sabes? —Cavendish se acostó y jaló al peliverde que estaba sentado para que le hiciera compañía en la cama y le dejó un beso en la frente con suavidad.
Bartolomeo hizo un sonido que parecía el ronroneo de un tigre, complacido por el abrazo al que se vio sepultado por el rubio. Al principio, pensó que le costaría más ser perdonado por el ojiazul.
—Hey, Bartolomeo —llamó de pronto Cavendish, mientras se quitaba los zapatos empujando sus pies en la orilla de la cama. Su tono hizo estremecer al peliverde—. ¿Y tanto son tus celos de verme rodeado de gente?
El peliverde frunció el ceño con más fuerza. Si esta iba a ser la conversación de ahora, tal vez hubiera preferido que le costara más ser perdonado.
Pero no. Él también sabía jugar sucio, por supuesto.
—Sí, ¿cómo carajo estaría tranquilo? Pero aun así… —sin más, Bartolomeo le propinó una mordida en el cuello, con ganas, siguiendo el camino de su clavícula, como si estuviera dejando huella en su territorio.
Cavendish no replicó nada, porque esta vez de verdad sentía la necesidad de ser tomado así. Probablemente tenía que ver con la pelea de hace varias horas y por más que su orgullo y él mismo se hubiera sentido herido, no podía permanecer enojado con esa estúpida bestia que tiene por novio, por más que quisiera. Además, se sentía complacido por el hecho de que el mismo moreno lo había ido a buscar.
Él era más calmado, claro, una vez dejado la sombra de los celos.
Bartolomeo ahora estaba saboreando esos labios a rosas con vehemencia y un deseo ferviente que parecía la explosión de un volcán.
Lo bueno de sus peleas, que en un principio parecían infantiles y terminaban mal, no duraba mucho sin volver a verse. Él era demasiado orgulloso del mismo modo que su príncipe, pero aunque no lo dijera, ese mismo príncipe arrogante era su adicción.
Así que, con todo el deseo de no querer separarse nunca, Cavendish terminó gimiendo bajo para el cuerpo febril de Bartolomeo, mientras ambos se tocaban con necesidad, como que sin con cada beso, lametón y chupetón fueran borrando y superando cada mal momento de hace unas horas. Y, ciertamente, ellos así lo sentían que era.
El peliverde se encontraba mordiendo con ganas los pezones del rubio, mientras sus tres dedos iban y venían en un sinfín de embestidas, preparándolo para lo mejor a la vez que Cavendish ahogaba sus gemidos mordiéndose los labios rojos sin tanta fuerza, pues su hermana se encontraba en la casa y no podía permitir que los escuchara.
— ¿Estás listo? —preguntó Bartolomeo, con una sonrisa salvaje y erótica, mientras se lamia los tres dedos que antes tenía en el interior del rubio.
—La pregunta es innecesaria —respondió Cavendish entre jadeos fuertes, mientras acomodaba sus piernas alrededor de la cadera ajena de mejor manera. Así, le permitió el acceso al miembro duro de su novio mientras arqueó la espalda y se fue a morder el hombro ajeno para no gemir tan fuerte, así como también le jaló del cabello con fuerza.
A Bartolomeo, lejos de dolerle esa mordida y jalones, gruñó con ferocidad y sin esperar, empezó las embestidas contra ese blondo cuerpo que tanto le enloquecía, pero luego le sujeto de las manos, entrelazando ambos dedos, en un gesto por demás romántico en ese ambiente lleno de deseo, porque también hacían lo que hacían con amor.
Y Cavendish se sentía consumido por todo eso, era un placer completamente febril, algo que empezaba a devorarlo desde su interior con saña y no paraba hasta calar en su alma, embriagándolo poco a poco de placer, hasta que sentía que no podía más.
Porque para los dos, no importara las veces que se consumieran en el amor que se tenían, siempre eran atrapados de manera surreal, encajando a la perfección y sus barreras de orgullos se desvanecían, quedando desnudos no solo físicamente, sino más allá.
Era algo de lo que nunca llegarían a cansarse.
Por eso, entre besos fogosos y frenéticos, ambos continuaron entregándose con todo, como siempre que sucedía, mientras sus gemidos se ahogaban en esos ósculos que compartían.
Cuando Bartolomeo despertó, tenía el rostro escondido en el cuello ajeno, teniendo de almohada el brazo del rubio, con su cabellera en la cara. Lejos de molestarle, simplemente sonrió. Cavendish siempre olía tan bien.
Los dos chicos estaban desnudos, por supuesto. Las pieles de ambos se rozaban y daban calor mutuo. Y todavía dormido, Cavendish se dio la vuelta por lo que el peliverde lo abrazó por detrás.
Todavía era muy temprano para levantarse, por eso mismo, Bartolomeo decidió volver a dormir, pero esta vez; alcanzó como pudo su abrigo para sacar del bolsillo su mp3 de regalo y le dio play. En ese momento, se dio cuenta de que había una canción extra que no había alcanzado a oír ayer que salió a la carrera.
"Este es un regalo extra para ti, Bartolomeo. Y no te permito lo uses para tu conveniencia en un futuro".
El peliverde sonrió macabramente por el tono de la voz de su rubio, pero continuó escuchando.
"Sé que todo el mundo mi admira, pero realmente solo hay una persona me interesa nunca deje de verme y ese eres tú. ¡Siéntete agradecido de que la viva encarnación de la belleza te diga algo como eso!"
Casi le da algo ahí mismo, sintió vergüenza por esas palabras que si el rubio se lo hubiera dicho a la cara, seguro se sonroja o se tapa con las manos. Él sabía que era importante para su novio, por supuesto, pero que se lo dejara tan en claro como una grabación en el mp3… De repente, le entraron ganas de hacer otra vez suyo a Cavendish, de comérselo cual caníbal. No sabía qué coño tenía para hacerlo tan especial y aunque no lo dijera a palabras, si se consideraba afortunado.
—Maldita sea, rubio bonito, me vuelves loco —susurró Bartolomeo con una sonrisa y enterró la cara en el cabello ajeno, para respirar ese dulce olor que lo hacía olvidarse de todo—. Agh, nadie se compara a ti.
Y mientras se volvía a quedar poco a poco dormido, Cavendish sonrió entre sueños. Después de todo, estuviera dormido o no, siempre escuchaba y sentía el corazón de su bestia.
Porque sus corazones estaban hechos para pertenecerse.
¡Y así es como llegamos al final, god!
Sé que fue algo dramático, pero no sé, yo no soy tanto de hacer historias siempre color de rosas y además es obvio que entre Bartolomeo y Cavendish una discusión como esa, tenían que tenerla, ustedes saben a lo que me refiero xD. Así que sí, no dudé en hacerlo.
No obstante, la escena del sexo no fue demasiada, quizá no era lo que esperaban, pero yo sí quedé conforme con ella y bueno, para mí no tenía caso narrarla tampoco, siendo que estaban en casa, con Hancock durmiendo(?). De todos modos, no sé cuándo, pero ya les traeré algo para compensarlo evé.
Creo que salió al revés también, porque aquí, Cavendish celebró el cumpleaños de Bartolomeo y no al revés, dado la fecha que estamos hoy xDDDDDDDDD.
Pero espero les haya gustado aun así uvu.
Ahora, voy a ponerme cursi(?):
¡MUCHAS GRACIAS A QUIÉNES ESTUVIERON SIEMPRE APOYANDO ESTA HISTORIA!
Dioses, siempre diré que no encontraré las suficientes palabras para expresarles mi gratitud por leerme y comentarme, porque no imaginan lo que significa para un autor o bien fanficker, conocer el apoyo que sus lectores le dan y como disfrutan de la historia.
Incluso aunque no todos los que leen comentan, apreció mucho el que siguieran la historia ; v ;
Me hicieron muy feliz, de verdad que lo hicieron.
Ufff, este fue el primer fic donde no hago uso de mi vena del drama, al menos no como estoy acostumbrada xD, pero me siento muy conforme con ella. Fue todo un reto manejar las personalidades de Bartolomeo y Cavendish, porque es la primera vez que me topó con un personaje tan vanidoso como Cabbage y a uno bestia como Romeo :v, y juntar a ambos en un ambiente romántico no es tan simple como parece x'D.
Pero me doy por bien servida, porque en verdad que disfruté escribir dicha historia y fangirlearme como loca en varias escenas, como dije en alguna ocasión.
Y tal vez esta historia finalice, pero es seguro que me volverán a ver/leer en otra, porque sí, tengo planes futuros para darles más BartoCaven, oh, sí, babies :3.
Si gustan unirse al grupo BartoCaven en Facebook, son bienvenidos, responde al nombre de "BartoCaven [Beast&Beauty]". Solo que ahora ando sin internet y por eso no lo he mantenido muy activo :c.
En fin, esto ha sido todo, ¡y les agradezco un montón otra vez! ;u;
¡Nos vemos! 3
¡Y Feliz Cumpleaños a Cavendish!