Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, la imagen de portada es de su respectivo autor. Lo único mio es la historia.

Advertencia: Este fic contiene lemon en días de genin. Repito, días de genin. No llamen a la ONU por favor, sólo dejen de leer.

Notas al final.


Marca de afección

.

Capítulo 1: La marca de maldición


Tenía tanto sueño que le costaba mantener la cabeza lejos del suelo. Sus rodillas le dolían por la posición en la que se encontraba desde hace horas, pero no quería moverlas porque ese mismo dolor le ayudaba a estar despierta. Sudaba a grandes cantidades, y su cuerpo estaba maltrecho y sucio. Cada parpadeo duraba cinco segundos y creía que a Naruto le estaba saliendo una segunda cabeza. Había muchas cosas que dificultaban la situación, pero, aun así, sólo tenía una prioridad.

Había tenido un sueño, una pesadilla con exactitud, y juraba que por cada uno de sus cabellos detestaría que se convirtiera en realidad. Orochimaru, ese hombre que en cuestión de horas había volteado toda la situación convirtiéndola en una desgracia podría aparecer en cualquier segundo. Dos de tres miembros del equipo siete se hallaban en un estado deplorable, y si ese canalla decidía aprovecharse de su debilidad actual, todos aquí lo lamentarían.

Miró la espesura del bosque, otra vez. Que tétrico.

Cada vez le preocupaba más que sus amigos no fuesen a despertar, pues estar en la mitad de un bosque sin atención médica ni comida no les ayudaba en nada, pero tampoco podía tomar el riesgo de renunciar y decepcionar a sus compañeros de equipo. Ellos necesitaban un descanso, pero no sabía cuánto tiempo éste iba a durar. Tal vez cuando despertaran ya podría ser demasiado tarde para aprobar, y eso sin contar que no tenían ningún pergamino en su poder.

Alzó la vista hacia el cielo que se podía ver entre las grandes ramas de los troncos.

— Ya es de día — dijo para sí misma.

Estaba sola.

Deseaba que el tiempo corriera más rápido. Lo que sea que fuese a ocurrir, que ocurriera ya. La incertidumbre estaba carcomiéndola, no quería que nada malo sucediera, pero sabía que sería inevitable encontrándose en medio de un examen ninja. Las ganas de llorar habían desaparecido hace horas, no le quedaban fuerzas ni para siquiera pensarlo. Cuando su cabeza se inclinó a punto de desfallecer, volvió a levantarla decidida. Debía estar en guardia. Tal vez sus habilidades no fueran lo suficientemente grandes para derrotar a alguien igual a Orochimaru, pero algo podía hacer, algo debía hacer.

Los arbustos tras de ella hicieron un ruido repentino. Ella tembló, pero rápidamente tomó su kunai y se puso a la defensiva ante la presencia de cualquier contrincante. Estaba asustada cuando giró el rostro, pero se percató de que sólo se trataba de un pequeño roedor.

— ¡No me asustes así! — pensó aliviada.

La piel se le había erizado con tan sólo pensar que alguien podría atacarlos, y una vez que su cuerpo se dio cuenta de que en realidad no había nada que temer, sus sentidos se controlaron. Al menos ya estaba más despierta.

El pequeño animalito pretendía acercarse a su dirección. Alarmada, lanzó un kunai para desviar el trayecto de la ardilla, asustándola, y haciendo que corriera despavorida a otro lugar. Eso había estado cerca. Regresó a la misma posición del principio; con su cuerpo sobre sus piernas en orientación a sus compañeros de equipo. Como deseaba que despertaran pronto.

Cinco minutos, sólo ese tiempo había pasado. Le parecía una eternidad. No podía soportar mucho más tiempo las ganas de dormir. Estaba muy cansada y ya se había mojado el rostro varias veces, pero nada funcionaba. Únicamente dormiría unos instantes, nada más necesitaba de eso y ya, sólo unos instantes, sólo un pestañeo. La calma estaba a su alrededor, nadie saldría de la nada, todo estaba bien.

— ¿Ya estás dormida? Eres quién vigila, ¿no?

Esa frase hizo mucho más efecto en ella que cualquier balde de agua fría. Rápidamente miró en la dirección de aquella voz que podía reconocer. Los había visto antes por supuesto, habían destacado en la sala de los exámenes escritos como ningún otro. El ninja vendado, un tipo delgado y una mujer. Eran los ninjas del Sonido.

— Bueno, ya no tienes que preocuparte. Ya los encontramos — el ninja lleno de vendas era el que hablaba. Aquel que se había atrevido a golpear a Kabuto en las instalaciones del examen escrito.

En esa ocasión, le había quedado claro que era peligroso, y ahora, con el corazón en la garganta, ni por asomo quería tener que pelear con ellos. Los tres ninjas habían saltado frente a ella en una fila de ataque.

— Levanta a Sasuke, queremos pelear con él — su voz era seca, y no daba ninguna oportunidad a la piedad ante sus enemigos.

Pero no le haría temer, por su parte al menos, no demostraría ni un pequeñísimo rastro de miedo. Armándose con kunai y mucha valentía ante la mención de Sasuke, le miró furiosa. «Nunca lo vencerías, idiota» se atrevió a pensar. Ese tipo era muy fuerte, lo sabía, pero Sasuke tenía su Sharingan, su inteligencia y sus habilidades que lo ponían muy por encima de cualquiera de los ninjas en ese examen. También muy por encima de ellos.

— ¿Qué están buscando? — dijo, no se permitió demostrar miedo, aunque en el fondo quisiera dar media vuelta y correr muy lejos— ¡Ya sé que es Orochimaru quien maneja todo esto!

Los ninjas del sonido se mostraron sorprendidos, no se esperaban que esa niña supiera sin necesidad de hacer nada el nombre del sujeto que los mandaba. Ninguno de los acompañantes del ninja vendado dijo nada, porque al parecer la palabra sólo la tomaba él. Pero incluso si pensó en alguna respuesta, la kunoichi no dio espacio a que la pronunciara.

— ¿Qué es esa extraña marca que tiene Sasuke en su cuello? — Siguió el cuestionamiento de la kunoichi — Saben que él no está en condiciones, ¿y ahora quieren pelear?

— Oye, oye, oye — interrumpió el otro miembro masculino del grupo, cansado de la osadía de esa mocosa. No había viajado tan lejos y soportado tantas ridiculeces para que una chiquilla le alzara el tono tal y como lo estaba haciendo, castañeó los dientes y la miró con acida burla — No soporto que me hablen así —le gritó—. ¡Así que primero te mataré y luego seguiré con Sasuke!

Esperaban la reacción de miedo por parte de la niña, pero no hubo nada de eso. Ella se mantenía quieta, con la mirada fija en el enemigo, sin perder de vista ninguno de sus movimientos. Su cuerpo estaba a la defensiva, esperando cualquier acción por parte del equipo contrario. Demasiado valiente o demasiado tonta. Parecía que esa niña no poseía sentido de la supervivencia.

Entonces las cosas tuvieron sentido. Y eso fue suficiente para el ninja vendado dándose cuenta de lo que tramaba. Incluso lo sospechó antes cuando lanzó el kunai hacía la ardilla, pero no era sino hasta ahora que lo tenía claro. Ella había puesto una trampa y estaba demasiado confiada en que caerían en ella.

— Espera Zaku —detuvo a su compañero, quien no parecía haberse percatado.

— ¿Eh? ¿Por qué?

El que parecía ser el líder del equipo removió el pedazo de pasto en el que había enfocado repentinamente la vista de su único ojo visible.

— Este tipo de hierbas no crecen aquí —dijo mirándola.

— ¡Ah! ¡Qué patético! — gritó el tal Zaku, a pesar de que él no lo había notado hasta que su compañero no lo había explicado.

Rápidamente se agruparon para atacar los tres al mismo tiempo. Eso era cobarde e injusto, pensó la kunoichi, por eso no le daba ni la más mínima pena en hacerlos caer en su siguiente trampa. Con el kunai que minutos antes había sacado, cortó un hilo que atravesaba el árbol. Eso soltó uno de los troncos que estaba atorado y oculto entre las ramas que ella misma colocó horas antes.

El tronco se abalanzó directo a ellos tomándolos esta vez por sorpresa, ya que ninguno se había percatado de aquel inmenso pedazo de madera rigurosamente acomodado. Y aunque en un principio lo descolocó, las habilidades del ninja vendado hicieron que el tronco terminara destrozado en miles de pedazos, burlándose de ella y de sus intentos vanos de proteger a su gente.

Ese había sido su último recurso, era todo, se había acabado.

En un principio, la penumbra no le había permitido enfocar su mirada. Todo era extraño, él mismo se sentía extraño, como si estuviera en un lugar que no le correspondía; O mejor dicho, como si estuviera en un lugar donde subconscientemente no quería estar. No caminó, el escenario avanzaba hacia él. De pronto se detuvo en una casa olvidada de toda vida, que había sido su hogar durante mucho tiempo y que recordaba muy bien.

Un niño había aparecido, pero no cualquier niño, era él.

Era aquel pequeño que había visto los cuerpos de sus padres tendidos en el suelo, uno sobre el otro, en su propia casa. Aquel niño al que le fue arrebatado todo lo que conocía de la manera más dolorosa y traumante posible. El niño balbuceó cosas que se hacían más fuertes y claras a cada segundo, pero sentía que no tenía ganas de escucharlas.

— ¿Por qué soy tan débil? — se preguntó el pequeño. Sollozaba bastante, sosteniendo su pequeña cabeza llena de las imágenes de su clan masacrado.

El miedo inundaba su cuerpo sin piedad. La traición de su hermano carcomía su corazón.

— ¡Si tan sólo hubiera sido más fuerte! — dijo, odiándose a sí mismo — ¡Si tan sólo hubiera tenido más poder! —continuó. Las lágrimas bañaban su rostro, hasta que repentinamente se habían secado y levantó su rostro directo hacía él.

El dolor llegaba sin invitación a su vida. La ira pronto apareció nublando su conciencia.

— Te quedaste parado y los viste morir.

Entonces, Sasuke miró al pequeño que antes estaba frente a él una vez más. Ya no era aquel niño inocente. Era otra persona. Alguien más se había apoderado de él. El pequeño lo veía con burla, con sadismo. Se reía de él. Se reía de sus desgracias, de su falta de poder, de su inutilidad.

— Si hubieses sido más fuerte — se burló inmundamente — Si hubieses tenido más poder — esa voz ya no era suya. La acidez de sus palabras no le pertenecían. Otra persona estaba en su cuerpo, ya no era Sasuke, era alguien más.

En ese momento grandes cantidades de recuerdos acudieron a su memoria. Y por último, un deseo aún más grande que cualquier cosa, que quemaba su pecho y se puntualizaba en su cabeza, haciéndole apretar los puños, dándole un único objetivo a su existencia. La venganza.

Sentía el poder. Lo sentía recorriendo cada parte de su cuerpo. En sus piernas, en sus manos, en cada parte de su alma. Se sentía poderoso, nuevo, único. Ya nada le dolía. Se levantó del lugar en donde estaba sin ni siquiera pensarlo. Era difícil explicarse a sí mismo cómo llegó a ese punto, pero en lo más reciente de sus memorias lo recordó, a ese hombre, a Orochimaru.

La imagen de su pequeño yo con el rostro de otra persona se desvaneció dándole paso a otra imagen aun más irritante.

— ¡Sasuke! ¡Al fin despiertas…! — antes de que la kunoichi agregara algo más, se interrumpió a si misma ante la figura de su amado compañero.

No necesitaba pensar demasiado. Los escalofríos en su cuerpo aparecieron por si solos. Era Sasuke el que estaba ahí, sin embargo, algo le hacía saber que en realidad no era él.

— Sakura — Sasuke dio varios pasos, hasta que la imagen de su compañera de equipo se hizo más clara.

En el campo de batalla se hallaba ella, justo al lado del chico vestido de verde que estaba desmayado y el equipo que reconocía como los del sonido. Ambos chicos de Konoha se encontraban heridos, pero el tipo de las cejas grandes le importaba en lo más mínimo. Su completa atención estaba en ella.

— Sakura, ¿quién fue? — preguntó. Estaba furioso, acababa de rememorar aquella masacre, y las emociones tanto como la desesperación estaban a flor de piel. Despertar y encontrarse nuevamente en una situación donde las personas que él tanto quería estaban siendo lastimadas por los malvados fue el colmo. Pero las cosas eran diferentes ahora, él no era más un niño débil.

— Sasuke, ¿qué te sucede? — la pregunta de su compañera le hizo fijarse en su propio cuerpo. No lo sabía con exactitud, pero lo intuía.

— Estoy bien. No tienes que preocuparte, puedo sentir el poder fluyendo a través de mí. De hecho, me siento mejor que nunca — contestó sin ánimos de perder más tiempo. Quería destruir a alguien y comenzaría con aquel que le hizo daño a la única mujer que le importaba — Ahora dime ¿Quién te hizo eso?

Si Sakura había pensado un momento en decirle quien había sido, no tuvo el momento de hacerlo, porque esa misma persona se adelantó para entregar su cuello a las fauces del lobo.

— Fui yo, ¿y qué? —resonó una voz burlona.

Sasuke, con la más tétrica de sus miradas, le dedicó unos minutos de su atención. Sólo mirar su maldita cara le repugnaba por completo. Quería despedazarlo, hacerlo sufrir la más grande de las torturas por su osadía contra su compañera. Debido a este sentimiento, las manchas negras de la marca de maldición cubrieron aún más su cuerpo. Estaba preparado para atacar.

Zaku hizo el primer movimiento, utilizado un gran ataque que pretendía no sólo borrar a Sasuke del mapa, sino también a todo su equipo con él. Pero no hizo efecto alguno. Sin mucho esfuerzo, Sasuke había esquivado ese ataque, salvando a sus amigos en un parpadeo.

Atacó utilizando apenas un poco de su fuerza. No pensó demasiado en los contraataques, ese combate resultó ser más sencillo de lo que imaginó. En un movimiento, puso a Zaku contra el piso, simplemente sujetándolo de ambos brazos por encima de su espalda y estirándolos. Ni un minuto había durado ese estúpido, inmundo y despreciable ser.

— Apuesto a que estás orgulloso de tus brazos — dijo Sasuke con un tono sádico — Apuesto a que tienes mucho apego a ellos — murmuró con ironía.

La acción que continuó a eso era de esperarse. Sasuke le había roto los brazos sin dudar en un sólo instante, y debido a su cara, estaba disfrutando del dolor de su enemigo.

Lo escuchó gritar agonizante, pero nada le hizo dudar ni detenerse.

— Ahora sólo quedas tú — Sasuke dio la vuelta en dirección al único oponente que aún seguía en pie — Espero que hagas esto más interesante que tu amigo.

La mujer del equipo ni siquiera había intentado meter su nariz en aquel combate, supuso que ella tenía unas habilidades demasiado patéticas para pensar en intentarlo. Sakura veía todo desde su posición. Incapaz de creer que el Sasuke Uchiha que ella conocía fuera capaz de hacer algo así. No, no podía ser él. Lo repetía varias veces en su cabeza, recordaba sus momentos juntos y lo comparaba con el monstruo que estaba de pie ahora. Pero no había manera, no había posibilidad de que ese fuera su Sasuke.

— ¡Sasuke-kun!, ¡Sasuke-kun por favor no lo hagas! — ignorando todo el dolor que tenía en las rodillas, Sakura se levantó rápidamente rumbo a su compañero.

Corrió hasta él, pues no iba a permitir que cometiera atrocidades, incluso si se trataba de un enemigo que estaba dispuesto a asesinarlos a ellos. Jamás en toda la vida permitiría que Sasuke actuara siguiendo un instinto de sangre como si de un vil asesino se tratara, porque ese no era Sasuke, era un ser manipulado por una persona ruin. ¡No era Sasuke!

No pensó demasiado en lo que iba a hacer para detenerlo, él era más grande y fuerte, simplemente no podía someterlo. Así que, en contra de todo acto de racionalidad, lo primero que vino a su mente, casi por instinto, fue rodear su cuerpo entre sus brazos en alguna clase de abrazo.

— No lo hagas — dijo, temblando desde su espalda.

No sabía qué esperar de su acción. Sasuke simplemente podía detenerse o seguir avanzando dejándola caer de bruces al suelo. Después de todo estaba muy debilitada. Mantuvo el rostro en dirección al suyo, donde él tenía una mirada mezclada entre furia y perversidad. Sin embargo, no hizo nada, se quedó ahí parado, sólo observando los ojos temerosos de su compañera, como si olvidara por un momento que los ninjas del sonido seguían esperando ser derrotados.

El momento fue aprovechado por quienes habían llegado escupiendo arrogancia para después ser pisoteados. El ninja vendado tomó a su compañero mientras la mujer le seguía y se marchó de ahí sin pronunciar una palabra. Rock Lee seguía inconsciente y sin señales de despertar, Naruto no había cambiado de condición en ningún segundo. Sólo Sasuke y Sakura se mantenían ahí, unidos, ella atrás de él, sin soltarlo ni alejarse un sólo centímetro.

La mirada escarlata del Uchiha se volvió más oscura, pero sus ojos no dejaron de ser rojos. Su sonrisa se había ensanchado más de lo que ya la tenía al romperle los brazos al ninja del sonido. Sakura estaba aún más temerosa que antes. Sabía muy bien que ese no era Sasuke, y aunque al despertar parecía haberse preocupado por ella, le quedaba claro que sólo actuaba por sus instintos de venganza.

— ¡Sasuke-kun por favor!, ¡este no eres tú! — dijo ella entre su llanto, tratando de hacerlo reaccionar. El moreno ni siquiera se atrevió a parpadear.

— Te equivocas Sakura — contestó él, en un tono que jamás le había escuchado pronunciar con ella — Este soy yo, el nuevo yo.

Su voz, que siempre era escuchada dura y seria, ahora era burlona y viperina. Se estaba riendo de ella, de su ingenuidad, de su inútil deseo porque él regresara a la normalidad. No lo haría. El Sasuke Uchiha que estaba viendo, era el Sasuke ansioso de poder y venganza. Ya no más el niño tonto que jugaba con sus amigos. El chico que veía era un ser diferente y superior al antiguo Sasuke.

Con poca fuerza empujó el cuerpo de su compañera hacia atrás. Ella tuvo que retroceder y caer por la debilidad de su cuerpo. Entonces Sasuke en toda su altitud la miró desde su posición. Ella era importante para él. No lo quiso reconocer hasta que no la vio herida, pensando en la posibilidad de haberla encontrado muerta. Hace tiempo había perdido a toda su familia, pero ahora, no permitiría que alejaran de su lado a las personas más importantes para él.

El cuerpo de Sakura había quedado sentado. Era Sasuke, pero no iba a permitir que la asesinara si así le apetecía. Deseaba que Naruto estuviera despierto, el sabría seguramente qué hacer para traer al verdadero Sasuke a la realidad.

— Sasuke-kun por favor — las lágrimas que se habían secado por un instante regresaban, mezclándose entre la suciedad de su piel. — Por favor, ¡vuelve a la normalidad!

— Sakura — El joven Uchiha se arrodilló frente a ella y gateó toscamente hasta quedar cara a cara — ¿No te gusta el nuevo yo?

El chico no parpadeaba y ella dejó de hacerlo cuando lo tuvo tan cerca. En cualquier otra circunstancia estaría rebosante de felicidad por tenerlo tan cerca de su persona, pero en ese instante lo único que quería era que su amado Sasuke volviera a ser el chico serio que tanto le gustaba, a ese Sasuke no lo reconocía.

En un acto de reflejo desesperado y anhelante, básicamente semejante a la primera vez, impulsó su cuerpo y rodeó el cuerpo de Sasuke en un nuevo abrazo, pero esta vez de frente. Cerró los ojos y esperó un golpe o un empuje más fuerte de parte del chico, pero no ocurrió. Tampoco le correspondió, simplemente se quedó ahí sintiendo la cercanía del cuerpo de la pelirrosa, sintiendo el calor que ella emanaba y que voluntariamente compartía con él.

Volvió a sonreír de lado. Le había gustado esa acción de su compañera. Su cuerpo estaba lleno de adrenalina y necesitaba un poco de acción. Además, era ella misma quien se había ofrecido.

— Sí te gusta — susurró contra su mejilla respondiéndose a sí mismo su antigua pregunta, pues había pegado su cara a la de ella.

Bruscamente jaló los cabellos de la pelirrosa quien dejó escapar un grito de sorpresa. Su cabeza estaba contra el suelo, pero debido al rápido reflejo de sus brazos se apoyó en el piso quedando arqueada y exponiendo su cuello a la mirada feroz de Sasuke. Él pegó sus labios a la piel desnuda de su compañera, restregándolos contra sus mejillas y luego contra su cuello, pero inmediatamente de eso le dio una fuerte mordida. La sangre no tardó en aparecer y ella no pudo aguantar otro grito. A Sasuke ni siquiera le importaba que ambos estuvieran sucios, ni tampoco sentir en su lengua el sabor de esa suciedad mezclándose con la sangre de su compañera, a él sólo le importaba beber de ella. No lo tenía claro, pero sus entrañas estaban rugiendo de ansiedad, necesitaba sacar aquel ardor que amenazaba con quemar sus músculos y consumirle hasta el alma.

Decir que estaba sorprendida era poco. Esperaba cualquier reacción de su compañero, pero menos una mordida en el cuello en una posición tan salvaje. Quería pedir ayuda, pero ¿a quién? Todos en ese bosque eran enemigos, y si eran guiados por sus gritos, la situación se volvería peor de lo que ya era. Se removió bajo su cuerpo incómoda, gemía de temor, pero eso a él ni le inmutaba.

— No volveré a perder a quienes me importan.

Sakura lo escuchó hablar bajito, y aunque no pudo entender el significado exacto de sus palabras ni a quien se las dirigía, retuvo el impulso de preguntarle, pues la prioridad en ese momento era escapar de sus garras.

— No dejare que se alejen de mí.

Sasuke levantó la cara hasta que pudo mirar fijamente a los ojos de la kunoichi. Sus ojos verdes mantenían el miedo, pero él podía ver más allá de lo que ella le quería mostrar. Podía leer su mirada tan perfectamente, porque Sakura siempre fue un libro abierto para él. Esa mujer no podría esconderle nada, ni cuando se sentía triste, ni cuando se subestimaba a sí misma, ni mucho menos podía engañarlo. Ella le quería, y cualquier cosa que Sasuke estuviera dispuesto a hacer con ella, Sakura le recibiría con amor.

Junto sus bocas en un beso. Nadie se movía, Sakura incluso había dejado de respirar. Sólo el chico mantenía sus bocas juntas sin ni siquiera haber cerrado los ojos. No tenía ni idea del por qué quería hacerle eso a la pelirrosa, únicamente sintió el deseo y lo llevó acabo. Esos impulsos con los que había despertado le dictaban qué hacer, y le gustaba el rumbo al que lo dirigían.

Simples y llanos instintos que florecieron en él, o que tal vez ya los llevaba ocultos en el fondo de su consciencia.

La sonrisa era algo que ya se había plasmado en su cara como algo permanente. Las marcas de maldición se movían por ratos inquietas por el estado de ánimo de su usuario. Sakura no sabía qué hacer, ni dónde mirar. No sabía si empujarlo o quedarse ahí temiendo de la sensación. El pánico se mezclaba con la extrañeza y el encanto natural que Sasuke provocaba en ella.

El joven tomó esa falta de reacción de la pelirrosa como una invitación a continuar. Movió sus labios instintivamente, y ella comenzó a seguir su ritmo. El beso a cada momento se hacía más húmedo y apasionado a pesar de ser torpe y hasta desagradable a la vista de cualquiera. Ninguno de los dos pudo soportar el seguir teniendo los ojos abiertos. Perder cualquier visión aumentaba la concentración en otros lugares, como en el contacto de sus bocas y los sorbos que Sasuke hacía con sus salivas. Al no tener ni la más mínima idea de lo que debía hacer combinado con su euforia, Sasuke los condujo a ambos en un pegajoso enredo de lenguas con sabor a sangre y tierra. Ella soltó pequeños gemidos inconscientes de resistida angustia que fueron escuchados por sobre el sonido de sus bocas al moverse la una contra la otra. Siguiendo las sensaciones, Sasuke se restregó contra su compañera y terminó recostándose sobre ella.

Sakura se había dejado nublar por sus instintos. No estaba mal, no hacían nada malo. ¿Que tenía de errado dejarse llevar por unos besos? El miedo seguía latente en su cuerpo, no lo negaría, pero su Sasuke la estaba besando y aunque tratase de resistirlo, sería como clavarse un puñal a sí misma si negaba que le gustaba ser besada por él.

Todo se sentía bien, todo era muy agradable, hasta que sintió una de las manos de Sasuke acariciar uno de sus pechos por sobre la tela. Entonces Sakura reaccionó sintiendo un escalofrío. Empezó a manotear suavemente mientras susurraba pequeños «basta», pero Sasuke tomó de sus muñecas sobre su cabeza. La fuerza debilitada de Sakura no se comparaba con la del nuevo Sasuke. Las marcas extrañas de su cuerpo se extendieron un poco más y Sakura temió a que se pusiera peor que antes. Dejó de luchar contra él –aunque en realidad apenas lo había intentado–, el Uchiha rápidamente se dio cuenta de eso así que con confianza soltó sus muñecas.

— Es lo mejor Sakura… —dijo, rozando su nariz por el contorno de la cara de la pelirrosa—… porque no te dejaré ir.

Sasuke beso sus labios mientras estiraba el vestido de ambos lados haciendo que la cremallera se zafara de un extremo sin romperse y se abriera por completo. Tironeó un poco de la tela para que las partes importantes de la pelirrosa quedaran a su disposición. Ella llevaba un top y mallas en la parte superior de su cuerpo, al moreno no le costó ningún trabajo remover la prenda que cubría sus pechos para dejarlos al descubierto. Rompió las mallas y con las mismas amarró las muñecas de la kunoichi bajo su confundida mirada. Ella forcejeó en el primer instante en que se dio cuenta de sus intenciones, pero Sasuke le había apretado las muñecas tan fuerte para que se dejara de mover que sintió que las rompería.

— Sólo por si se te ocurre hacer una tontería — susurró, aunque la pelirrosa pudo detectar el «Ni se te ocurra escapar» implícito en su pronunciación y sus palabras.

El temor pasó a ser vergüenza al tener a Sasuke viéndola tan fijamente sin nada cubriendo su torso. Los pequeños senos resaltaban con la respiración irregular y las ganas por cubrirlos eran una necesidad inmediata. Removió sus brazos por instinto, pero era inútil, el amarre era excelente y no dejaba espacio ni oportunidad para un escape.

No quiso bajar la mirada para encontrarse con la de Sasuke. No quería ver al chico que amaba abusar de su cuerpo sin consideración. La vergüenza, el temor, la desesperación, la expectación, el deseo; todo se mezclaba en un sólo sentimiento difícil de describir. Esperaba que todo fuera una pesadilla, que se hubiera quedado dormida sin darse cuenta y esta situación fuera producto de su imaginación, pero cuando sintió el primer roce de la lengua de Sasuke contra uno de sus pechos supo que no era así.

La lengua del moreno se deslizaba, casi sin tocar, la piel más sensible de la joven kunoichi. El pequeño botón de su cuerpo brillaba ante la acumulación de saliva contra los rayos del sol que se empezaban a colar entre las ramas de los árboles. El cuerpo de la pelirrosa se erizó por completo. La sensación era indescriptible y escalofriante.

El moreno entonces empezó a jugar con el mismo botón, mientras que con la otra mano complacía al seno descuidado. La lengua tanteaba el territorio inexplorado por otros hombres, pero siempre regresando al pequeño montículo de piel más colorida que sobresalía entre sus senos. Lo abrazaba con la punta de su húmeda extensión y le daba calor.

Se sentía muy bien. Sakura quería luchar contra las sensaciones que la lengua de Sasuke le hacía en su pecho, pero era demasiado difícil considerando lo fascinante de sus caricias bruscas. Algo empezó a pulsar entre sus piernas y su respiración era cada vez más complicada de mantener. A veces, inconscientemente, aguantaba el aire dentro de sus pulmones, pero entonces la mano de Sasuke volvía a acariciar sus pezones y lo soltaba todo.

— No te contengas, no tienes por qué hacerlo — Pronunció él, atento a cada una de las reacciones de la joven.

Sasuke levantó un poco su cuerpo del de su compañera hasta quedar sentado en su cadera. La vista que le ofrecía la pelirrosa era demasiado para él. Sabía muy bien que ella estaba disfrutando todo tanto como él lo hacía, pero le gustaba fingir la inocencia que claramente no tenía. Ella estaba sucia. Tan sucia como él. Tan sucia como todos en ese estúpido mundo ninja.

Puso una de sus manos en cada extremo de sus pechos, y los apretó haciéndolos ver más voluminosos con la presión del uno contra el otro. Le encantaba esa parte de su cuerpo y más le encantaba la sensación de sus pezones rozando su palma al cubrirlos con sus manos. Le gustaba el color, el calor, el sabor. Podría estar comiendo de ellos todo el día si se pudiera.

Pero no era suficiente, todo lo que le había hecho a su cuerpo no bastaba para él. Todo había comenzado como un reclamo hacía su cuerpo como propiedad, pero ahora verdaderamente quería poseerlo por la mera satisfacción que éste le ofrecía. Entonces decidió bajarse de las caderas de su amiga y sentarse un poco más atrás, hasta que las piernas flexionadas de la pelirrosa quedaran por completo frente a él. Los pantaloncillos verdes estaban sucios y algo maltrechos por la reciente batalla, pero eso no importó, ya que no iban a durar mucho en su sitio.

Para entonces los pensamientos de Sakura se habían desequilibrado por completo. La idea original de detenerlo ya casi había desaparecido de su cuerpo. Nunca se había sentido así. Quería llorar, sí, pero también quería que Sasuke continuara con todo lo que le estaba haciendo. Se sentía una completa sucia por disfrutar físicamente de la situación porque, aunque su mente quisiera evitarlo, su cuerpo ardía deseoso por más. Se preguntó de dónde Sasuke sacaba tanto atrevimiento y maestría. Tal vez era obra del sello, o tal vez siempre había estado allí y la marca de maldición sólo le había dado la confianza de liberarlo contra ella.

Sasuke, ajeno al debate mental que ocurría con la pelirrosa, procedió a quitar los pantaloncillos llevándose también la ropa interior. Ya se había entretenido demasiado tiempo en otras partes y estaba ansioso por llegar hasta el final de todo.

La pelirrosa reaccionó apretando sus piernas. Era demasiado incómodo que alguien le viera su parte más íntima del cuerpo, ni siquiera permitía que su madre la viera al bañarse. Pero su esfuerzo no duró mucho porque Sasuke inmediatamente apretó sus muslos tocando una parte sensible de sus nervios.

— No estoy para juegos — susurró con necesidad contenida — Te romperé las piernas si sigues de infantil.

— ¿Infantil? — contestó ella, sorprendida por la elección de palabras que su compañero había usado para su descripción— ¡Vas a violarme!, ¡y mi reacción te parece infantil!

— No voy a violarte, Sa-ku-ra — dijo, saboreando cada silaba del nombre de su compañera—Porque a ti te está gustando.

Sin perder más tiempo, tomó las caderas de la pelirrosa y jaló de ellas hasta alzarlas. Ahora todo el peso de la kunoichi estaba en la parte superior de su espalda, ya que lo demás estaba curvado haciendo que su cadera estuviera en el aire. Sasuke consiguió acomodar su cara entre las piernas de la kunoichi antes de que a ella se le ocurriera empezar a repartir patadas y sin una pizca de encanto devoró lo que le ponía al frente.

El moreno no fue nada gentil en su acción. Los pliegues de la intimidad de su compañera fueron rápidamente acariciados por la lengua de Sasuke. Él recorría todo y lo saboreaba como si del más exquisito manjar se tratara. Su respiración era agitada, pues prefería hacer succiones en determinados lugares antes que respirar.

A este punto Sakura ya no pudo más. Comenzó a gemir de éxtasis sin importar nada. No quiso pensar en enemigos aproximándose, ni tampoco en Naruto reaccionando. Sólo pensaba en lo bien que se sentía tener la cabeza de Sasuke entre sus piernas devorándola. Una vez más era embargada por sensaciones indescriptibles, era demasiado para su cuerpo. Disfrutaba cada acción del chico, pero a la vez había algo dentro de su cuerpo que sabía que no era suficiente. Y esa sensación incrementó cuando sintió al chico introducir la lengua en su entrada vaginal.

La última acción del moreno fue desquiciante. Sin realmente quererlo, apretó las piernas y la cabeza de Sasuke quedó atrapada entre sus muslos. Bastó de un pellizco para que Sakura lo soltara. La recorría de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Hacía especiales succiones en su montículo más sensible y de vez en cuando mordía los labios brillosos por la humedad de ambas cavidades. Introdujo uno de sus dedos y Sakura entrecerró los ojos sin poder mirar nada en realidad. El dedo de Sasuke se movía lento hasta adquirir una velocidad apropiada y sacar el mismo dedo para lamerlo. Desde su posición Sakura lo podía ver todo, era increíble la expresión que ponía él, pero no tanta como la que él le veía a ella.

Sin embargo, ella ya no pudo contenerse por más tiempo. Sin pensarlo, movió su cadera y la cabeza de Sasuke seguía esos movimientos sin dejar de beber. La razón de Sakura la había abandonado mientras ella mordía sus labios y los mojaba porque no sabía qué más hacer para no gritarle al mundo que se sentía maravillada. Tiritaba mientras soltaba gemidos tan queditos que a Sasuke le acariciaban el cuello, y le entusiasmaba para seguir satisfaciéndola. Cuando él volvió a acariciar su entrada mientras su dedo acariciaba más atrás, antes de llegar a un sitio mucho más vergonzoso para ella, su cuerpo tembló sintiendo una explosión en su vientre que se extendió hasta sus piernas y de regreso por su espalda. Dejó escapar el ultimo gemido de gloria antes de llegar al primer orgasmo de toda su vida.

Fueron unos segundos nada más, pero suficientes para no recordar en donde estaban, ni la misión que tenían, ni siquiera su propio nombre. Sólo sabía que había tenido la experiencia más placentera de su vida sin mencionar –que al principio– era en contra de su voluntad.

Las caricias de Sasuke se detuvieron apenas ella llegó a su culminación. No sabía si el chico frente suyo también lo había alcanzado, pero se sentía ansiosa al no tener reacción de él. Aún seguía en la incómoda posición en la que Sasuke la había puesto. Y como el chico ya no ejercía presión en sus muslos, con sus antebrazos gateó en reversa para poder ver por lo menos la expresión que tenía.

— Sasuke — susurró.

Por unos instantes, parecía que quien había abusado de alguien aquí era ella. Las marcas de maldición ya no estaban, tampoco estaban aquellos ojos Sharingan que parecían querer degustarla completamente, ni ese rostro deformado en burla o ira.

— Sa-Sakura.

No, ahora sólo estaba un confundido Sasuke Uchiha, frente a una desnuda y abusada Sakura Haruno.


TBC

Huehuehue editando.

SM~