Capítulo 38. Control.

¡Feliz Adviento a todos!

He estado semanas bloqueada por los recientes acontecimientos del manga, cap. 95 y, sobretodo 96. (Abajo podeís leer en las notas del final lo que opino de Yukio). Sin entrar en spoilers, los acontecimientos guardan un cierto paralelismo con este fanfic y esto me llevó a no ser capaz de continuar en este universo paralelo sin dejarme influenciar por el canon. Los que estéis al día del manga reconoceréis los guiños aquí y allí. No he podido evitarlo. Aún así, espero que os guste.

Los personajes de Blue Exorcist son obra de Kazue Kato y la finalidad de este relato es solo entretener.


Rin sabía que a Yukio no le gustaba ser rescatado.

Su hermano pequeño había vuelto a la Orden, había mentido a Angel, a Lightning y al consejo de seguridad solo para poder salvarle. Realmente la información que le había proporcionado Samael sobre el órdago lanzado por Yukio, no le sorprendía.

Lo que le preocupaba a Rin es cuanto le debía doler a Yukio el volver a estar a merced de su poderoso hermano mayor, ahora que solo podía contar con su auxilio para salvarse.

En su cuerpo y en su alma guardaba Rin aún las cicatrices de aquellos balazos en la nieve.

No, no iría en su auxilio. No quería volver a ver aparecer el odio envidioso en sus ojos. Además, de nuevo en el Vaticano, él dejaría de ser Rin, volvería a ser un rey de Gehenna y, como tal, trataría despóticamente al hermano que no contaba con el favor de la deidad de Gehenna, el que había sido tan tonto y cobarde de encerrar su corazón demoniaco en una caja de plata.

Su prioridad era la desaparición del Portal, el devolver su independencia a Assiah.

Con su vuelta a los cuarteles de la Orden, Rin confiaba en que retrasarían la ejecución pues él tenía claro, al igual que Samael y Amaimon, que no era más que un cebo.

Rin era consciente que podía morir y su heroicidad sería recordaba como una victoria de la Orden sobre el Anticristo y de que solo quedaría de su gesta un expediente en los archivos centrales y para él una eternidad solitaria de tormento en los infiernos de Gehenna soportando los reproches de Satán por la oportunidad única perdida para someter Assiah.

-¿Estás preparado? –le preguntó Samael mientras revisaba con satisfacción de modisto de alta costura como le quedaba a Rin aquellos ropajes reales que él ya encargó meses atrás a las hilanderas del Averno cuando habían planeado convertir la profecía en real.

A Rin le picaba la piel el solo contacto con aquella tela azul de igual corte que la verde de Amaimon y la violeta oscuro de Samael.

-Solo puedo morir, -contestó Rin con su fingida relación de antaño. - ¿Qué más me puede pasar?

Samael le dio unas palmaditas al hombro mientras se reía complacido.

-Ese es el espíritu.

Rin soltó aire lentamente mientras contemplaba como Samael levantaba la mano derecha para chasquear los dedos y transpórtales a la Basílica de San Pedro.

Justo entonces, por gracia de quien no podía controlar el destino fuera del Vaticano pero sí dentro de él, Shiemi apareció en mitad del dormitorio.

Con la mirada desorientada trató de descubrir dónde estaba y su abatimiento mudó en alivio cuando los brazos de Rin la arroparon en una seguridad que ella creía para siempre olvidada.

A sus ruegos de perdón, a sus preguntas atropelladas, ella puso un dedo en sus labios silenciando aquellos porqué, cómo y qué, y con un gemido confesó lo terrible:

-Satán me ha robado mis recuerdos con Yukio, todo, noto el vacío en mi cerebro, en mi corazón.

-¿Has olvidado a Yukio? –Rin no comprendía que quería decir Shiemi.

Ella ocultó su rostro en la solapa de las nuevas ropas de Rin y se tragó las lágrimas que sus ojos agotados podían soltar de nuevo.

-No los siento como míos, he dejado de atesorarlos, no son más que sombras de lo vivido. No significan ya nada para mí. Es como un libro en otro idioma. Veo las letras pero no las entiendo.

Rin comprendió la terrible verdad de lo que le había sucedido a Shiemi.

-¿Ha hecho un pacto con Satán, verdad?

Al notar el odio en la voz de Rin, Shiemi tembló.

-Sí -confesó ella en un susurro-, le he entregado mi amor por Yukio a cambio de que le salve.

Con la rabia creciéndole en las entrañas miró Rin a sus dos hermanos.

Samael empezó un largo monólogo, de aquellos que tanto gustaba escucharse él solo, sobre como los humanos se dejan tentar por proposiciones peligrosas, mientras que Amaimon se acercó a Shiemi y girando la cabeza para contemplarla mejor, enunció lo obvio:

-Ahora ya la tienes toda para ti, Rin, no tienes que temer que te sea infiel. Padre es muy pragmático cuando se trata de resolver problemas familiares.

Amaimon se libró de esquivar el puñetazo que deseó darle Rin en toda la boca porque llevó en volandas a Shiemi hasta la enorme cama de Samael y haciendo sitio para los dos, a pesar de la invasión de peluches y cojines, la abrazó con todas sus fuerzas mientras acompañaba los lamentos de ella por el error irreversible cometido y le prometía él que le devolvería lo que Satán le había obligado a entregarle, lo haría.

Cada vez que Rin le repetía cuanto la amaba, Shiemi trataba de fijar esas dulces palabras en su corazón. No dejaría que Satán se las robase.

Cuando Angel y Shura se reunieron con Lightning en la sala de control, éste dejó de lado los chascarrillos que se le habían ido ocurriendo sobre la serpiente enroscada a la espada del Paladín y solo comentó, porque no podía perderse una ocasión única como aquella:

-Contáis con mi bendición y con gusto pagaré mi apuesta.

Angel soltó una carcajada como si Lightning acabase de contar el mejor chiste del mundo pero Shura solo suspiró agobiada al recordar aquella vez haciendo guardia los tres a que apareciese un Necrófago en Kanagawa, cuando se entretuvieron aquellos dos apostando a cuál de los dos consentiría Shura darle algo más que una patada en los genitales si intentaban algo con ella. Shura lo consideró un comadreo entre colegas y hasta ella misma les siguió la broma, asegurando que antes se rebajaría a besuquearse con Mephisto que dejar que cualquiera de los le pusiesen un dedo encima.

Recordó la risita nerviosa de Angel y la diversión de Lightning al apostar. Pensándolo bien, Shura se dio cuenta que Lighitning ya sabía lo que sentía Angel por ella. Era quien más conocía a Angel como los mejores amigos que eran.

Shura tuvo claro que debía pedir salir de la legión angelical pero cuando Angel la agarró de la mano mientras le pedía a Lightning una actualización del estado de la crisis tras la sentencia de Yukio Okumura, Shura supo que no podía alejarse de él. Aquel calor que sentía en su pecho era el mismo que cuando estaba con Shiro.

Shura notó como Lightning le lanzaba a ella una mirada de inteligencia.

¿También sabía él, mucho antes que ella misma, que estaba enamorada del orgulloso Paladín de la orden?

-No debes preocuparte por Yukio, Shura – la tranquilizó Lightning sacándola de sus ensoñaciones sobre un futuro viaje romántico a la Costa Azul – Todo ha sido una sugerencia mía al consejo de emergencia para hacer regresar a Rin y, sobretodo, para picar a Satán.

Lightning pulsó un botón del panel de control y en una pantalla apareció Shiemi en la cámara de seguridad, sangrando sangre por la boca y con los ojos fosforescentes con el fuego del dios de Gehenna.

-¡Está poseída! –gritó Shura aterrada mientras Angel lanzaba una maldición.

-Lo ha estado –les aclaró a los dos Lightning –Ahora está libre de la posesión de Satán en Villa Faust junto con Rin.

-¿Cóóóómo?

-Tengo fuentes, Angel –le aclaró Lightning- Mephisto avería todas las cámaras y micrófonos si intentamos meterlos en su mansión pero no puede controlar todo.

-¿Quieres decir que durante todo este tiempo Mephisto ha estado en su casa? –quiso cerciorarse Angel. Lightning asintió. -¿Y tú lo sabías y no me lo dijiste?

-Estabas demasiado nervioso para intentar que comprendieses que allí es justo donde Mephisto es más fácil de controlar y, además, su compañía no te hace nada de bien.

Shura reconoció en el gesto de levantar la barbilla en alto como el comienzo de una protesta de Angel pero entonces pasó lo inesperado: se echó a reír.

-Tienes razón.

Shura estaba asombrada.

-Ves, Shura, le haces bien –le apuntó divertido Lightning a ella mientras le guiñaba un ojo.

¿De verdad tendría que aguantar ella sus burlas continuas?

-¡Oíd, vosotros dos! ¡Yo sigo siendo vuestra compañera, una exorcista de primer nivel! –mirando a Angel añadió- Y me da igual que haya pasado entre nosotros dos, calvito, allá en la cárcel. Si oigo una gracia más sobre mi o sobre lo que hago o deje de hacer, os prometo que me doy la vuelta y os dejo aquí con vuestros chistes de machos.

-Shura, no era la intención nuestra. Perdónanos.

¿Angel le acababa de pedir perdón? ¡Ay Dios!

-Sí, Shura, no te mosquees –secundó las palabras de Angel, Lightning. –Solo eran unos momentos de esparcimiento antes de ponernos serios.

Lightning tomó una hoja de la mesa y se la pasó a Angel.

-He impreso la foto que me acaba de mandar Suguro desde su móvil.

El tono de Lightning era especialmente profesional y Shura miró la hoja por encima del hombro de Angel.

¿Aquello era lo que parecía? ¿Una versión extendida de la profecía?

-He pedido al Papa que abandone el Vaticano pero se niega de nuevo. Os necesito para que entre los tres le convenzamos de la urgencia de evacuarle de aquí. La parte de "la iglesia católica perderá su cabeza" en la profecía solo tiene una lectura: Satán va a matarle para colocar a Rin en su lugar.

Continuará


Nota: Yukio, de verdad, ¿cómo pudiste hacerlo? Has herido mortalmente en todo el kokoro a Rin y de paso a todos los fans. Intento comprenderte, de verdad que lo intento pero solo vienen a mi cabeza palabras como Baka. No sé que nos tiene preparados Kato, pero me temo que no hay salvación para ti, cielo. Y eras un encanto pero te has vuelto un personaje muy interesante para el lector por tu complejidad y excelente desarrollo pero, para tus amigos, para tu familia, para tu única familia que es Rin, has resultado todo dolor. Aunque nos rechaces, porque no quieres mostrar tu debilidad, todos tus fans te enviamos un enorme abrazo.

Yo me quedaré siempre con tu ternura fraternal en mi fanfic " el angel caído"

¡Feliz Navidad, Yukio!