Realmente hay muy poco sobre esta pareja tan singular, y no he podido evitarlo he tenido que subir este pequeño drabble. Lo primero que escribo de ellos.

Espero que os guste, y que me lo hagáis saber.

¡SALUDOS!


Ich habe dich vermisst

Bate sus pestañas en un intento de deshacerse del hielo que las cubre, que amenaza con pegarlas y cegarle. La nieve cae; una lluvia de azúcar se cierne sobre San Petersburgo, una imagen tan digna de verse que es inverosímil retener esa sonrisa despellejada, casi purpúrea.

Su interior solo es una vorágine originada por invocaciones involuntarias de tiempos pasados, ahora mismo su interior es como la tormenta de nieve que lucha por desmembrar la ciudad. Y no lo entiende, o simplemente su ego inflado de esteroides se niega a reconocerse una verdad que hace mucho para él dejó de estar elíptica. ¿Miedo Gilbert? Cuándo empezó a tener tendencias masoquistas que rayan con lo bizarro; sus recuerdos ya no son únicamente esa basura que desprende un hedor tan nauseabundo que le dobla a la mitad y le hace mezclar su saliva con el ácido del vomito. Porque se ha contemplado durante veintiséis años en ese espejo que le recuerda cada mañana lo patético que es, le mira con sus ojos de plata viendo lo que hay debajo de ese cuerpo huesudo nutrido únicamente por una piel cadavérica que le marca cada vena y le traza cada cicatriz susurrándole entre gemidos lo grande que fue un día bajo el sol, que se para conteniendo el aliento cuando con sus dedos engarrotados acaricia con mimo esa marca que le surca el costado izquierdo.

¿Cuándo la dignidad pasa a ser orgullo? Quizás solo se enlazan, puede que esa fuera su confusión. Porque echar de menos a una persona que te mata no es lógico, porque desear la muerte a una persona a la que amas suena irónico.

Suspira y el vaho se escapa de él, el último soplo sale de sus adentros congestionado y moribundo. Parece un grito de socorro ahogado entre pedazos de hielo que comienzan a segar su carne. Entonces su cara se dibuja en su mente, tan lucida que cree tenerlo allí mismo, tiembla. Es el hombre más hermoso que has visto nunca. Si tan solo pudiera…

-¿Qué haces aquí conejito?

-Iván.

Dice su nombre desconcertado, con miedo, pero aún así le estaba esperando. Iván sonríe de esa manera dulce y aniñada, le mira con esos ojitos violáceos como pedazos rasgados del alba y parece que por un momento él también ha olvidado el dolor… Pero no, Gilbert sabe que lo que más desea es partir su cuello. Aunque no le preocupa, no importa si quiere dañarle, no es su problema en absoluto. Si le hiere es que aún le importa lo suficiente. O eso ha pensado siempre.

-Yo… quería verte.- Confiesa mientras sus ojos miran fijamente sus botas cubiertas de barro. No espera que le crea, después de todo él tampoco lo haría.

Él ladea la cabeza, parece un niño que no comprende, está realmente hermoso con esa mueca dubitativa dibujada sobre su rostro que de repente a adquirido un matiz tierno e infantil. Siempre le gustaron esa clase de gestos pero nunca ha dejado de ser demasiado él para reconocerlo.

Se acerca a grandes zancadas, dispuesto a romper el hielo. Esta vez hará lo que desea.

Acuna su cara entre sus manos rígidas, apenas puede moverlas correctamente, pero sentir su calidez va más allá de su raciocinio. Lo sabe.

-Ich habe dich vermisst Iván.