− ¡Empuja! ¡Vamos, ya casi esta!
− Yo…no…¡No puedo!
− Claro que sí, un último esfuerzo
Tras un largo tedioso parto acompañado de un mar de sangre, sudor y lágrimas, las oscuras paredes desconchadas que protegían el salón principal de Capsule Corp, vieron llegar al mundo a una preciosa bebe de luminosa mirada aguamarina.
− Es una niña guapísima − exclamó Gohan sonriente mientras entregaba la recién nacida a su madre − Se parece mucho a ti
Bulma estrechó a la pequeña entre sus brazos férreamente, aun sin atreverse a mirarla; tenía miedo, no quería que él se la arrebatase al igual que hizo con su primer hijo, del que nunca volvió a saber nada.
El semisaiyajin que la acompañaba notó pronto el temor en los ojos de la científica, azules como el cielo.
− No te preocupes, no le hará daño, no lo consentiré − afirmó decidido el joven para alentar a su amiga
− Ella no debería haber nacido − musitó Bulma aun sin ser capaz de posar sus ojos en los de su bebe que no paraba de llorar, quizás porque tenía hambre o tal vez porque sentía la indiferencia de su progenitora − No debería haber nacido − repitió entre lágrimas − Todo fue un error, ese hombre debió haber muerto hace mucho − aclaró llena de rabia
− Pero no fue así…
− No, no fue así porque yo le defendí − admitió furiosa sin cesar en su llanto − Y ahora tengo que aceptar todos los ´favores´ que exige si no quiero que acabe con lo que queda de Tierra
− El pasado, pasado esta − concluyó el guerrero − Él se aprovechó de tu bondad y hospitalidad, tú sólo quisiste ayudar y ahora no hay vuelta atrás
− Vuelta atrás… − susurró la peliazul inaudible
− Piensa que esta niña no es fruto de un error, sino de un sacrificio grande y hermoso por la humanidad y todos los seres del universo − continuó animándola − Siento el ki de esta pequeña, ahora mismo es indefensa, pura e inocente, pero alberga un poder inmenso en su interior. Estoy seguro de que un futuro será capaz de derrotarle
− ¿Tú crees? − dijo finalmente posando sus esferas celestes sobre la recién nacida
− ¡Estoy seguro! − asintió esperanzado
Bulma por fin sonrío − Gohan tiene razón, eres bellísima − se dirigió a sus bebe provocando al instante que dejasen de brotar lágrimas de sus ojos − Perdóname, querida − rogó abrazándola más fuerte contra su pecho − Te llamarás Bra y salvarás al universos de ese maldito Tirano.
Tras unos minutos de vuelo, la joven de cabellos azules llegó a su destinto: La Antártida. Mientras que aterrizaba sobre la blanca llanura congelada e inmaculada un gran escalofrío sacudió todo su cuerpo y empezó a temblar por el frío glacial que reinaba en la tierra del perpetuo invierno. Llevaba chaqueta deportiva, una camiseta entallada de manga corta, mallas negras y calzaba unas gruesas deportivas, cualquier humano hubiese muerto al instante al entrar en contacto aquellas extremas temperaturas portando tan poca e inadecuada ropa, sin embargo, ella no era una humana cualquiera, de hecho, ni siquiera era completamente humana, era una guerra decidida a luchar por el destino de su planeta y las bajas temperaturas solo suponían una parte más de su entrenamiento.
Caminó admirando el majestuoso paisaje cristalino hasta que llegó a la cabaña en la que desde hace tiempo su maestro había establecido su lugar de entrenamiento, un improvisado centro de investigación e incluso su vivienda personal.
El pequeño refugio del guerrero estaba completamente cubierto de nieve y era difícil de vislumbrar a simple vista, por suerte, Bra podía valerse de su habilidad para detectar el ki y así averiguar fácilmente el paradero de su maestro. Llamó a la puerta de madera y en cuestión de segundos fue recibida por un hombre de mediana edad, pelo negro como el carbón, mirada azabache y rostro cubierto por una aparatosa cicatriz de batlla
− Adelante − la invitó a pasar
Bra entró sin vacilar y siguió al hombre en profundo silencio hasta que llegaron a la habitación más alta de la cabaña en la que se encontraba un improvisado laboratorio repleto de máquinas de las cuales la joven apenas conocía el uso de la mitad de ellas.
− Mira aquí − dijo Gohan señalando a un punto brillante en el centro de una inmensa pantalla verde − Este punto de aquí muestra la posición de la nave del Tirano, y este otro de aquí − indicó refiriéndose a otro punto que se encontraba en la esquina inferior izquierda del monitor − es la Tierra
− Lo que quiere decir que se aproxima ¿No es así? − dedujo la peliazul
− Exacto − confirmó su maestro − Pero no hay que alarmarse, que su nave venga en esta dirección no quiere decir que se dirija a nuestro planeta, probablemente solo este de paso para…
− ¡Debemos de aprovechar que ahora esta cerca para acabar con él! − interrumpió la joven entusiasmada, sin embargo la respuesta que recibió fue un ´No´ tajante por parte de su mentor
− Pero…
El semisaiyajin renegó − Debemos actuar con cautela, no estamos preparados. Creo que aún no eres capaz de comprender, ni llegar a imaginar, su inmenso poder
− No puede ser tan fuerte, además hemos entrenado muy duro
− Pero lo es, Bra, lo es − suspiró tratando de mantener la calma − Por el momento nuestra única esperanza es la máquina del tiempo de tu madre
− ¡Otro empeñado en ese maldito artefacto de película! − recriminó indignada − ¿¡Cuándo vais a dejar de obcecaros con esa inútil idea y poneros manos a la obra!? ¿¡Acaso no veis como ha dejado la Tierra!?
− ¿¡ Y TU NO VES QUE TU MADRE Y YO HACEMOS TODO LO QUE PODEMOS?! − explotó finalmente el semisaiyajin furioso y lleno de rabia provocando que su discípula se encogiese −¿¡ Crees que si fuéramos capaces de acabar con él no lo hubiésemos hecho ya, en lugar de dejarle aniquilar a nuestros seres queridos !?
− Lo siento… − susurró la muchacha cabizbaja
Y en verdad estaba tontamente arrepentida de haber sido tan agresiva e insensible, Gohan había sufrido demasiado desde la irrupción del Tirano, mucho más que ella, aunque aun no fuese capaz de figurárselo
− No tiene importancia − concluyó intentando relajarse − Hace poco tu madre me comentó que necesitaba más materiales para su máquina del tiempo − cambió de tema para rebajar la tensión − Sé donde podemos conseguirlos
− ¿Dónde? − preguntó con algo de parsimonia
− Sabes que antes que el Tirano purgase por completo nuestro planeta, unos androides intentaron destruirla ¿Verdad? − Bra asintió − Bien, pues he podido rastrear la ubicación del laboratorio en el que esas abominables máquinas fueron creadas, se encuentra en una zona montañosa al norte ¿Me acompañarías ahora a inspeccionar el lugar?
Aceptó sin rechistar la petición de su tutor aunque siguiese sin tener fe realmente en el utópico proyecto. Abandonaron la cabaña, ella no sabía donde se dirigían exactamente por lo que se limitó a seguir al hombre de cabello negro. Su relación con su maestro nunca había sido perfecta, siempre habían tenido sus discusiones y es que el clima de tensión, guerra y destrucción provoca que hasta los corazones más cálidos y nobles como el del buen Gohan se enfriaran y se tornaran duros como el acero. Según su madre, él no era así, incluso cuando el Tirano devastó por primera vez el planeta, el semisaiyajin siguió conservando su carácter alegre y positivo, aunque solo fuese para animar a los demás, sin embargo, todo cambió tras la muerte de su mujer, una joven encantadora llamada Videl, y su pequeña hija, Pan, de apenas un año de edad, ambas asesinadas a manos del Tirano en su última visita a la Tierra. A partir de ese momento, el joven se volvió más distante y jamás volvió a recuperar su luminosa y alentadora sonrisa. Bra, a pesar de solo conocer esta última versión más deshumanizada de su maestro y amigo, le profesaba un gran respeto y admiración, aunque la forma de ser de la peliazul, impetuosa, luchadora, convencida de sus ideales, en ocasiones llegando a ser terca y obstinada, solía propiciar más de una discusión.
− Ya estamos llegando − la voz firme de Gohan la sacó de sus pensamientos − ¿Tu también sientes un ki cercano, o son imaginaciones mías?
− Sí, pero no parece fuerte, será algún terrícola que se haya perdido por las montañas o que este utilizando el laboratorio abandonado como refugio
El hombre bufó − Supongo, espero que si es el segundo de los casos no nos dificulte la obtención de los materiales
Descendieron y accedieron al antiguo laboratorio del Doctor Gero , no había nadie, por lo que pudieron suponer que el ki que percibieron anteriormente solo iba de paso por las cercanías, pero el laboratorio estaba limpio e impecable y las máquinas parecían funcionar a la perfección, por lo que era imposible que ese lugar llevase más de veinticuatro años abandonado.
− ¿Crees que el creador de los androides seguirá viviendo aquí? − cuestionó la más joven
− Imposible, el Tirano también se deshizo de él antes de marcharse al espacio
− ¿Entonces…?
− No tiene importancia, veamos que encontramos por aquí
Tras unos minutos registrando la estancia repleta de cables y máquinas, Gohan ya había recavado algunos materiales que servirían de ayuda en su trabajo a su amiga la científica, mientras tanto, Bra presionó sin querer un botón que abrió una compuerta, en teoría secreta, que conectaba con una inmensa sala en la que se encontraba un artilugio enorme oculto tras una lona blanca de similar tamaño.
− ¡Ten cuidado con lo que tocas! − la regañó − ¡Podrías haber hecho explotar esto!
No obstante, la peliazul hizo caso omiso de los reproches de su maestro y se quedo atónita contemplando el tremendo artilugio. Se disponía a retirar la sábana para averiguar que se escondía tras ella, pero los gritos furiosos de una voz femenina la detuvieron
− ¡No toques eso! − chilló la desconocida indignada − ¿¡Quién os ha dado permiso para entrar a MI laboratorio ¡?
Ambos semisaiyajines se giraron para contemplar a la presunta dueña del lugar, era una mujer adulta de mediana estatura, por las pequeñas arrugas que comenzaban a asomar en su rostro y varios mechones blancos que tenían su larga cabellera negra debía rondar los cincuenta años, aún así su tez blanca como el nácar combinada con unos hermosos ojos cristalinos y unos finos labios rojos denotaban que en su juventud debió lucir bellísima. Vestía un abrigo largo de camuflaje con una peculiar estrella roja estampada, pantalones vaqueros y botas altas negras.
− ¿¡ Qué miráis ¡? − preguntó alterada − Niña, no se te ocurra volver a ponerle un dedo a eso − reprendió a Bra − Y tu jovencito − dijo dirigiéndose a Gohan − suelta todo lo que has cogido, es mío.
− Perdone, señora − se disculpó el mayor de los intrusos − Pensábamos que este laboratorio estaba desocupado y queríamos conseguir unos materiales pare…
− Venderlos y así dar de comer a vuestra pobre familia − lo interrumpió para terminar su frase con tono sarcástico − Lo siento mocosos, pero en este mundo todos pasamos por la misma situación, yo incluida, así que no os daré nada ¿Me oís? − resaltó − ¡NADA! Ya podéis largaros
Bra frunció el ceño tras las desagradables palabras de la mujer − ¡Oiga señora, sin faltar! − replicó indignada − No es culpa nuestra que este amargada
−¿¡Qué me has llamado, niñata!? − demandó la extraña aún más furiosa de lo que estaba
− Le he llamado A-M-A-R-G…
− ¡Ya es suficiente! − la joven calló por orden de su maestro − Discúlpenos − se dirigió a la mujer de vestimenta militar − Sabemos como esta la situación desde la llegada de ese horrible Tirano, a nosotros no es que nos vaya maravillosamente bien, pero tampoco nos faltan recursos básicos…
− ¿Y entonces que hacíais usurpando mi laboratorio?
− Creemos poder vencerle, o al menos evitar que él nos derrote a nosotros, pero para ello necesitamos que nos preste algunos de sus…
− NO
La científica del pelo negro continuaba negándose a colaborar con los jóvenes y la paciencia de Gohan, que hacía un gran esfuerzo por ser lo más amable y cortés posible con las desconocida, se agotaba poco a poco cada vez que esta lo interrumpía, mientras que Bra se mordía la lengua para no soltar algo demasiado ofensivo
− Pero señora, ¿No quiere que el mundo vuelva a estar en paz y recuperar a sus seres queridos? − volvió a insistir, captando, esta vez sí, la atención de su interlocutora
− Llevo años recluida en este laboratorio para encontrar la manera de acabar con ese monstruo ¡Y por fin tengo lo necesario para llevar a cabo mi plan! − admitió sonriendo orgullosa − No necesito vuestra ayuda
− ¿Usted cree que será capaz de vencerlo sola? − intervino la peliazul que no pudo evitar explotar − No me haga reír, ¿Qué plan tiene?
La mujer ignoró el tono irónico de la impetuosa muchacha y sacó una llave del bolsillo de su chaqueta que empleó para abrir un cajón que se encontraba detrás de Gohan, apartó al hombre bruscamente y cogió de su interior una especie de pulsera metálica que alzó para que maestro y alumna pudieran apreciar.
− ¿Veis este brazalete? − preguntó mostrando el artilugio plateado − Absorbe la energía del portador y sólo puede ser removida por un código de voz pronunciado por su creadora, osease, yo − explicaba con prepotencia − Y este es el fruto de mi arduo trabajo, la máquina de mis amores − alardeaba refiriéndose al enorme artilugio escondido tras la sábana blanca − No pienso levantar la lona porque me cuesta mucho volver a cubrirlo, pero es una nave espacial con una velocidad punta superior a lo ya inventado, además de disponer de gran tipo de comodidades
− Si no le importa − inquirió el hijo de Goku − Me gustaría comprobar si realmente funcionan esas pulseras
− Es imposible que lo hagan − comentó Bra
− ¿Por qué no la pruebas tu, niña? Ya que eres tan escéptica − ofreció desafiante
− Por supuesto
La peliazul accedió convencida de que el invento de la mujer no funcionaría, si embargo, nada más ponerse la pulsera notó como su propia energía comenzaba a disminuir y su cuerpo se debilitaba, empezando incluso a temblar, intentó forzar el accesorio metálico pero era incapaz siquiera de mover el brazo.
La mujer sonría de nuevo con orgullo al ver el sudor en la frente del rostro impotente de la joven mientras que su tutor observaba la escena atónito.
− ¿Quieres que te las quite? − preguntó victoriosa
La joven de ojos azules se limitó a bufar mientras movía la cabeza en señal de aprobación, su orgullo le impedía reconocer en voz alta que se había equivocado.
Viva Pilaf susurró la científica y la pulsera al instante se desprendió de la muñeca de Bra que suspiraba aliviada tras ser liberada de la peculiar arma que la oprimía.
− Sus inventos son admirables − reconoció el semisaiyajin − Pero no creo que sean suficiente ¿ Como piensa colocarle la pulsera al tirano? No creo que el se ofrezca voluntario
La señora gruño como respuestas
− Además, no esta sólo − añadió la peliazul − tiene un ejército interminable y un hijo que tendrá una fuerza como mínimo igual a la suya
Gohan se estremeció al recordar que aún no le había hablado a Bulma del infante del Tirano, que casi al cien por cien también era hijo de la científica de pelo azul, aquel que le fue arrebatado hace ya veinticuatro años y del que jamás volvió a saber ¿Le habrá dicho Bra algo ya? Torció el gesto, el debió contárselo antes. La amiga de su difunto padre se lo reprochará y con razón.
Por su parte la mujer también se quedó pensativa, los mocosos tenían razón, las cosas no iban a ser tan fáciles como ella había ideado, pero ¿Por qué esos chicos conocían tanto acerca del hombre que amenazaba la Tierra? En sus planes no estaba colaborar con nadie, pero le podía la curiosidad.
− ¿Y vosotros? − interrogó − ¿Cuál es vuestra 'brillante' idea por la que necesitabais asaltar mi laboratorio?
− ¡Luchar contra él y hacerle pagar por todo el dolor que ha causado en nuestro planeta? − contestó la hija de Bulma con entusiasmo
−No − la contradijo su mentor − Queremos utilizar una máquina del tiempo para viajar al pasado y pedir ayuda a mi padre, él era un guerrero muy poderoso, pero murió a causa de una enfermedad en ese entonces incurable antes de poderse enfrentar al Tirano, por suerte ahora tenemos la cura y…
− Suficiente
De nuevo otra interrupción
− La historia de tu 'papi' es conmovedora − admitió sarcástica − Pero las máquinas del tiempo solo existen en las películas, ni siquiera yo sería capaz de diseñar una
Bra rió para sus adentros, por fin tenía un punto en común con esa científica desequilibrada.
− No − concluyó la señora de ojos cristalinos − Creo que lo de la máquina del tiempo es una idea imposible y prefiero emplear MIS materiales en inventos que puedan ser útiles de verdad
− Entiendo − se rindió finalmente con resignación el mayor de los dos − Bra, vámonos ya
¿Ya? ¿Así de fácil iban a renunciar a salvar el destino del universo? La muchacha iba a protestar, pero bastante la había reprendido su maestro por hoy, así que optó por bajar los brazos y retirarse en silencio
− Por cierto − clamó el semisaiyajin antes de abandonar la estancia − No nos hemos presentado, soy Gohan y esta es mi amiga Bra
− Mai − reveló finalmente su identidad la dueña del laboratorio
− Un placer Mai − se despidió el mayor de los semisaiyajines − Espero que cambies de opinión y colabores con nosotros para vencer al Tirano
− Ya veremos mocosos, lo pensaré − y dicho esto cerró rápidamente las puertas del laboratorio
A pesar de su actitud antipática hacia los chicos, Mai estaba verdaderamente feliz, hacía más de veinte años que no tenía contacto con ningún otro ser humano.
− ¡Que mujer más borde! − se quejó Bra una vez en el exterior − ¿Te has fijado en lo mal que nos ha tratado? ¿Por qué has dejado que nos eche tan fácilmente?
− Tranquila − su maestro trato de conseguir que se relajase − Es normal que se haya comportado así, hoy en día nadie confía en nadie, y , de cualquier manera estábamos robando en su laboratorio, estaba en su completo derecho ¿ No crees?
− Bueno − reflexionó la joven discípula − Pero lo hacíamos por una buena causa ¿ Te puedes creer que no nos quisiese ayudar a derrotar al Tirano?
− Dale un poco de tiempo, Bra. Claro que desea acabar con él, pero al encontrarnos con las manos en la masa se alteró − trató de justificarla − Pero debe de ser muy inteligente, esa pulsera es verdaderamente un invento fantástico. Estoy seguro de que esa mujer se convertirá una importante aliada
− ¿Tú crees?
Y obtuvo una sonrisa por respuesta, era la primera vez que le veía sonreír de manera sincera, parece que entre tantos escombros por fin habían encontrado una esperanza
− Aún no hemos entrenado hoy − recordó el mayor de los dos − ¿Te queda tiempo o debes regresar ya a casa?
− Todavía tengo un rato − respondió satisfecha − Pero ¿Y los materiales?
− ¿Pero no eran para un cachivache de película? − contestó Gohan divertido − Estoy convencido de que Mai nos los acabará cediendo, y si no ya encontraremos la manera de hacernos con ellos − aclaró tras ver a la peliazul fruncir el ceño, le hacía gracia su cara cada vez que le miraba así, pero por otro lado no podía evitar acordarse del verdadero progenitor de la muchacha.
Tres días después del nacimiento de la pequeña Bra, Bulma recibió la visita de la joven Videl, esposa de Gohan, que venía acompañada de la pequeña Pan. Las mujeres tomaban el té mientras charlaban sobre el futuro de sus retoñas
− Serán grandes heroínas − afirmó Videl
Mientras tanto Gohan proseguía con su entrenamiento, de momento realizaba sus ejercicios en las montañas, pero se estaba planteando seriamente remplazar este lugar por el clima frío de los polos o el asolador calor de un desierto para así poder mejorar aún más, adaptando su cuerpo a las peores condiciones.
El joven estaba distraído tratando de aprender el uso de una nueva técnica cuando de repente captó un ki maligno que no era para nada desconocido
− ¡No puede ser! − gritó desgarradoramente provocando una explosión de energía que destruyó todo el relieve a su alrededor − ¡Videl, Pan! ¡Bulma, Bra!
Sonó el timbre en lo que quedaba de lo que un día fue la gran mansión Capsule Corp, Bulma se disponía a levantarse para abrir, pero Videl se ofreció para que la mujer, dolorida y cansada aún tras el parto, no tuviese que levantarse, al oír a la pequeña Pan llorar se la llevó con ella para calmarla. Al cabo de unos instantes escuchó un ruido ensordecedor proveniente de la entrada. La peliazul se levantó y con las pocas fuerzas que conservaba corrió hacía el lugar del que provenía el estruendo. Cuando llegó al fin se encontró con el cadáver de Videl y de su hija yaciendo frente su asesino.
− ¡Tú! − exclamó horrorizada al ver el rostro del autor del brutal crimen − ¿Qué haces aquí? − la peliazul intentaba aparentar que no estaba asustada, pero sus ojos vidriosos y el tembleque en sus piernas la delataban
− ¡Oh! − rió el agresor − No era mi intención matar a ningún terrícola más, pero me lleve una decepción al ver que no eras tu la que me recibía. Tu también me has decepcionado − admitió − ¿En serio creías que podrías ocultarme tu que estabas embarazada?
− ¡Aléjate, Vegeta! − chilló llena de rabia − ¡No dejaré que le hagas daño!
− ¿Y cómo piensas impedírmelo? − preguntó con malicia mientras avanzaba hacía el salón
− ¡Vete! − intentó agarrarle pero sólo consiguió que el la apartase violentamente dejándola en el suelo
− ¡Bulma! − escuchó la llamada de Gohan desde fuera de la casa − ¿Qué ha pas…? − El joven no fue capaz de terminar la frase cuando vio los desfigurados cuerpos sin vida de las personas que más amaba
− ¡Gohan, detenle! − demandó la peliazul
Pero el semisaiayjin se encontraba en shock, completamente paralizado e incapaz de reaccionar, por lo que la peliazul, haciendo un esfuerzo sobrehumano consiguió avanzar a gatas hasta la sala en la que se encontraba su niña recién nacida, los llantos de la pequeña que eran audibles desde el pasillo provocaban que incrementase el sentimiento de angustia en su madre. Cuando consiguió llegar, vio como Vegeta trazaba una especie de marca en su hombro sirviéndose de su láser como pincel
− ¡Para, por favor, le haces daño! − suplicó la científica entre lágrimas, a lo que el saiyajin pareció hacer caso omiso, aunque al cabo de unos segundos cumplió los ruegos de la que hace años le hospedó en su hogar
Lanzó a Bra bruscamente hacía el sofá causando que el berrinche de la niña se acrecentase aún más y se acercó hacía Bulma que aún se arrastraba por el piso para tomarla por el mentón y susurrarle − Dejaré con vida a tu hija, puede que en un futuro me venga bien, la he marcado para no confundirla con ninguna otra terrícola y tomarla por error como esclava sexual − explicó sus macabros planes − En cuanto a ti , te perdonaré tu ofensa como recompensa a tus años de servicio ¿No dirás que no soy misericordioso? − rió sádicamente − Además, ya estas demasiado vieja, no necesito que volvamos a citarnos en mi nave, pero espero que estés a mi entera disposición cuando necesite de tus inventos. De momento, ya puedes empezar diseñando otra cámara de gravedad, los inútiles de mis científicos son capaces de hacer una de similar calidad a la tuya
Al terminar su monólogo soltó a Bulma sin ningún cuidado dejándola caer de nuevo al suelo, la peliazul estaba exhausta, asustada y se encontraba incapaz de articular palabra
− Bulma − La llamó el Tirano antes de marcharse − Te has vuelto una cobarde…
N.A: ¡Buenas a tod s! Sé que llevó mucho tiempo (demasiado ) sin actualizar, pero espero esta vez comenzar definitivamente a escribir con más regularidad, aunque justamente ahora este con los exámenes finales intentaré traer al menos un capítulo mensual hasta Junio. No me gusta dejar las cosas a medias, y sé que tengo más fics aún por concluir, pero quiero empezar por este que me hace especial ilusión, que ya he planeado perfectamente ( Aunque siempre dejando un pequeño espacio a la improvisación) Y que estoy segura que será de su agrado.
Quizás este capítulo me quedó un poco largo, pero prefiero hacerlo así para evitar una gran cantidad de capítulos introductorios que terminen haciendo el fic tedioso.
Muchas gracias a las que comentaron en el capítulo anterior, espero que aún se acuerden de este fic y le den vuelvan a dar una oportunidad, los nuevos lectores son por supuesto bienvenidos. ¿Comentarios? ¿Dudas? ¿Críticas? Estoy abierta a todo, me gustaría saber vuestra opinión.
Y antes de desear un feliz día, informar de que probablemente cambiaré mi nombre de usuaria, el que tengo me lo puse hace tiempo cuando era más pequeña y ahora no me gusta, prefería avisar antes de hacerlo para evitar malentendidos. Ahora si me despido ¡Gracias por leer y que tengan un feliz día!