Capítulo Tres.

Indiscutible.

Hace cinco años.

El sonido de las sábanas al movernos sobre el colchón, el de nuestros besos y el de los suspiros ocasionales que se escapan entre beso y beso rompen con el silencio sepulcral de la habitación. Leonardo trata de pararme pero no lo dejo, lo tomo de ambas manos y me lo como a besos. Lo miro a los ojos por un momento para asegurarme de que se rinda, intenta soltarse pero no pienso permitírselo. Ha pasado mucho tiempo desde que estuvimos a solas y ya no puedo esperar más.

Finalmente se rinde, siento su cuerpo relajarse debajo del mío. Le suelto las manos y sus brazos rodean mi cuello y hombros. Los suspiros se prolongan mientras que los besos se vuelven cada vez más intensos. Nuestros sutiles ruidos de placer se desvanecen dentro de nuestras bocas. "Rafa… Espera." Leonardo se detiene finalmente.

Se ríe muy silenciosamente, debe de estar viendo mi cara de confusión y frustración al mismo tiempo. ¿Qué rayos quiere ahora? "Tranquilo.. Solo déjame apagar la vela y…" Pero antes de que lo haga, la apago yo y me le lanzo encima de nuevo.

La suave risa de Leo es silenciada por un beso repentino y apasionado que le planto inmediatamente, me responde con igual deseo y rápidamente empatamos. Me devuelve la atención y nuestras lenguas se masajean al mismo ritmo cadencioso y desenfrenado que a ambos nos vuelve locos y con impetuoso ánimo de ir por más. A este punto ya no veo nada y cuando nos cubrimos con la colcha, todavía menos, pero no importa, lo único que quiero es estar con él, ya lo extrañaba demasiado.

Hoy es tu cumpleaños Leo y la familia lo ha celebrado en grande sin embargo, soy egoísta, te quiero solo para mí. Te quiero solo para mí porque lo único que me importa es hacerte feliz, estar a tu lado, darte placer y que nadie más te importe, solo yo. Te amo, te necesito, quiero que me ames como yo te amo a ti y que solo me quieras a mí. Que me quieras de el modo en el que yo te quiero y que quieras tenerme del mismo modo que yo quiero tenerte, ya ahora, en este mismo instante… Y que nada importe, solo estar juntos. Te busqué durante todo el día hasta que finalmente logré tenerte... Lo único que quiero ahora es hacerte sentir como nadie más lo hará y que digas mi nombre mientras hacemos el amor, que me beses y volverte loco de placer. Eres mío Leo, solo mío.

El tiempo parece detenerse en lo que la temperatura aumenta y en lo que nuestros cuerpos buscan unirse ardientemente. Labios, lenguas, dedos, brazos y piernas; cada centímetro de tu piel esmeralda, quiero sentirla una vez más. Reparto besos por todo tu cuerpo y la anticipación te mata mientras me deslizo lentamente hacia abajo, dejando un camino húmedo de besos por donde se me ocurra en lo que voy deslizándome entre tus piernas hasta que mi cabeza queda finalmente entre ellas. Cada vez es más difícil evitar hacer ruido. Comienzas a gemir de placer y tus piernas se tensan con anticipación al primer par de lamidas y cuando finalmente me la meto casi toda entera a la boca todavía te permites hacer más ruidos. El placer quema, pesa y la anticipación mata. Ya la tienes bien dura y como siempre me sabe bien rico, te la chupo y te la lamo del modo en que te gusta.

De pronto te das cuenta de que estás haciendo mucho ruido y te aguantas los gemidos sin embargo tus jadeos inundan la habitación de todas formas. Mientras me la trago completita tú colocas tus manos sobre mi cabeza en un intento de metérmela toda por la garganta, tus muslos tiemblan y me miras con irritación cuando de pronto decido detenerme.

Busco tus labios en la oscuridad para calmar la incomodidad que provoqué al haberme detenido, mi mano entre tus piernas sustituye mi boca para continuar dándote placer, torturándote solo un poco más pues ya no puedo esperar… "Rafa ya..." Tu aliento húmedo y pesado sobre el mío, caliente.. "Te quiero dentro de mi.."

Hace demasiado calor debajo de esta móndriga colcha, buscar y tantear a ciegas en los cajones y debajo del colchón por lubricante nos genera un leve enfado y la búsqueda se siente eterna, sin embargo todo se me olvida cuando finalmente te penetro. "Ah! NNngg..." Gimes un par de veces al momento en el que sucede y luego te aguantas de nuevo la urgencia de hacer ruido, yo hago lo mismo y para compensar la exasperación que genera el tener que restringirme te la meto bien duro, ya no puedo con las ganas que te traigo. Tus piernas Leo, se cierran alrededor de mi cuerpo, apretándome mientras nos movemos desesperadamente, ojalá y tardáramos más tiempo pero hemos esperado demasiado para este momento.

Estamos tan ensimismados el uno con el otro que se nos olvida la regla principal de nuestros encuentros y nuestros gemidos se dejan oírse por toda la habitación, 'te extrañaba', 'te amo', 'más duro, métemela más duro... Más', escucharnos el uno al otro nos vuelve locos de pasión. De pronto esa maldita regla se nos acuerda y nos tapamos las bocas mutuamente para no gritar pues aguantarnos es ya imposible. Mi pulgar se desliza entre los labios de Leonardo y el mordisco que me da es incentivo para cogérmelo todavía más duro, su mano se mueve de mi boca para darle un fuertísimo apretón a mi muslo pero apenas y registro el dolor que eso me causa, de algún modo me trago mis gemidos, estoy cerca ya.. Muy cerca..

"¡LEO! ¡ADIVINA QUÉ! ACABÉ DE VER LAS OCHO TEMPORADAS DE 'TWO AND A HALF MEN'!" La puerta se abre de golpe ¡Mikey! Ahora entendí que quería Leo antes de que comenzáramos a hacerlo ¡Quería ponerle seguro a la puerta! ¡Maldita sea! No solo me trago los posibles ruidos de placer que estaba a punto de hacer, también me trago el alma que del susto casi se me sale por la boca… Ahora si me duele la mordida pues los dientes de Leo se cerraron con fuerza alrededor de mi pulgar del puro susto. Más agradecido de haberme olvidado de quitarnos la colcha de encima no puedo estar y ruego a lo más sagrado que pueda existir en el universo que Mikey no pueda vernos, pues estábamos totalmente a oscuras antes de que él abriera la puerta.

"¡Al fiiinnn! ¡Tuve que hacer una pausa por tu cumpleaños pero finalmente lo logré! Mikey sigue habloteando. "¡No puedo creerlo! ¡Creo que envejecí VEINTE años viendo esa mugre serie! De hecho… ¡Creo que hoy ya celebrábamos tu cumpleaños número cuarenta!" No se calla, que bueno, parece estar distraído.

Andábamos tan urgidos al final de la fiesta, que se nos olvidó que Mikey aún seguía viendo la televisión cuando nos escabullimos a la habitación de Leonardo.

Oh no... ¡Una pausa! ¡Ya nos vio! Quisiera moverme pero no puedo, estoy petrificado en la más comprometedora y menos favorecedora de todas las posiciones, trato de no hacer ni un ruido mientras sigo entre las piernas de Leo… Y adentro de él.

Y la peor parte de todo es que quiero seguírmelo cogiendo.

"¡Ahora ya no se qué hacer con mi vida!" Mikey exclama y sigue total y completamente distraído, suspiro muy levemente de alivio… Pero aún no podemos cantar victoria. "Um… Mikey." Leonardo se saca mi pulgar de su boca. "Two and a half men aún no acaba, el programa sigue al aire." Le dice, y su tono suena muy convincente. "¡Ahora déjame dormir! Estoy cansado ¿Qué no ves que ya cumplí cuarenta años?" Bromea como distracción.

"¡Oh mierda! ¡Es verdad… Bueno, voy a decirle a Rafa!" Y se va… Pero deja la puerta abierta. Nos miramos el uno al otro por unos breves segundos, nuestros ojos tan abiertos que fácil podrían salirse de sus cuencas. "Um… Rafael..."

"Si ya se..." Ni la más puta idea de cómo, pero logro zafarme de entre las piernas de Leonardo y corro a cerrar la puerta. "¡Qué puta madre! ¡Rayos!" Leonardo se ríe nerviosamente. "Lo lamento." Sus dedos rozan mi mejilla, consolándome del buen susto que ambos nos acaban de pegar. "No. Fue mi culpa." Le digo antes de besarlo. El beso se vuelve intenso en cuestión de segundos, Leonardo se desliza hacia mí buscando estar más cerca, hasta que sus piernas se entrelazan con las mías. Su cuerpo se apretuja contra el mío aplastando nuestras erecciones y su lengua se mueve dentro de mi boca pidiendo más, sus manos bajan por mis caderas y mis muslos causando reacciones en mi cuerpo, y generando deliciosas sensaciones que me enchinan toda la piel.

A pesar del susto, ambos queremos desesperadamente seguir haciendo el amor. Cuando finalmente regreso entre sus piernas, se la meto rápido y mucho más duro que como antes de que nos interrumpieran tan abruptamente, la frustración de regresar y retomar lo que estábamos haciendo hace que fervientemente busquemos todavía más placer.

Después de que dejo que Leo nos dé vuelta y se monte sobre de mi, bastan solo un par de minutos de incesante e intensa cogedera para que se venga sobre mi estómago, sus muslos se estremecen y se detiene por un momento solo para seguirse moviendo todavía más duro, mis manos aprietan sus caderas con fuerza cuando finalmente me vengo. Pasa rápido y violentamente, de nuevo nos tragamos nuestros gemidos pero a este punto de nuestro encuentro, realmente no importa pues nos tenemos el uno al otro donde finalmente queríamos. Mi mente se cierra, mi cuerpo se tensa y mis sentidos se derrumban ante el inmenso placer que ocasiona este orgasmo tan intenso…

"Espero te haya gustado tu regalo de cumpleaños."

"Rafa… Tener sexo no cuenta como regalo. "

"Ha pasado tanto tiempo que debería de."

"¡Qué drama! Solo faltan los violines como fondo musical."

Me planta un beso en el cuello y seguido, una mordida. "No te vayaaassss.." Me quejo cuando deja de abrazarme y se sienta en el borde de la cama. "Espera Rafa, que no veo nada." Me da un par de palmadas en la mejilla, la última palmada se siente más fuerte y es totalmente apropósito, y finalmente se me separa. El colchón se movetea en lo que Leo se desliza junto a la mesita de noche, el olor del azufre de un cerillo seguido de la luz de la vela hacen que la habitación se ilumine apenas lo suficiente para que podamos vernos, con eso nos basta. Te amo Leo, regresas a mis brazos y nos besamos lentamente; nos sentimos satisfechos sin embargo las ganas que nos tenemos mutuamente están por ahí aún presentes… No quiero que esta noche se acabe. "Rafa.."

"¿¡No me digas que vas a echarme ya!?" Le digo, mirándolo a los ojos con algo de fastidio. "No.." Se ríe. "Sólo quería decirte lo mucho que te quiero." Me besa de nuevo. "Leo… De-Dejé tu regalo en mi habitación, se me olvidó dártelo hace rato." Le digo de una manera estúpida, para sustituir el 'yo también te quiero mucho´ que se supone debería de seguir. El me sonríe. "Me diste algo mejor hace rato." Los besos continúan afectuosamente, interrumpiendo nuestra charla de vez en cuando. "¿No que coger no contaba como regalo?" Le respondo en tono de broma. "Tienes razón, no cuenta. Pero eso no quiere decir que no sea mejor que un regalo." Me besa de nuevo.

"No me importan los regalos, Rafa. Lo único que me importa es estar contigo." Y me planta otro beso más para reafirmar esto último que me ha dicho.

Nos miramos a los ojos por un momento, perdiéndonos en ese intercambio de intensas miradas, tal vez me cuesta trabajo decirle que lo amo, no puedo evitar sentirme cursi... Tal vez es mucho asumir que él lo sabe por el modo en el que lo miro, pero siento que lo sabe cuando me mira de ese modo. "Entonces devuélveme el dinero que gasté en comprártelo pues me costó carísimo." Ah, mejor. Le bajo el tono a la 'cursilería' (¡sé que no lo es, pero no puedo evitarlo!)

Se me viene encima y me aplasta. Antes de que proteste y me queje de su peso, se anticipa y me desarma con un beso intenso, lento e instigador, mis brazos se cierran alrededor de su cuello y brazos. "Leo.."

"Lo sé, Rafa."

El resto de la noche transcurre de igual modo, sin embargo no fueron suficientes las horas para perdernos el uno dentro del otro, me voy de su habitación antes de que la mañana se haga presente, creo que anoche ha sido la ocasión en la que he pasado más tiempo ahí. Me cuesta trabajo dormirme y no tiene caso ya, además -cursilería aparte- acabo de irme y ya lo extraño, extraño su olor, su cuerpo y sus besos. Ya no falta mucho tiempo ya para que el día comience y todo transcurra como siempre y de nuevo, anoche fue excepcional pero ya está en el pasado, sin embargo sé que el resto del día, me la pasaré pensando en ese encuentro.

Y que seguiremos buscando de algún modo de tener más noches como esas…

Tiempo presente.

"No sabía que ya meditabas."

Mis ojos se abren abruptamente ante la interrupción y lo miro con odio intenso, Leonardo sonríe de modo burlesco y eso hace que mi enojo se incremente. "¿Y a ti que putas te importa lo que haga o no? ¿Eh?" Me levanto del suelo de un modo brusco y me alejo de él. Leonardo me sigue mirando de un modo divertido, no se mueve, solo me mira y sigue sonriendo burlescamente. "Además, es necesario, evita que te rompa la madre de una vez por todas."

"Mn…" Leonardo se me acerca pero se detiene justo junto al saco de arena y lo empuja suavemente un par de veces. "¿Entonces qué esperas?" Me desafía. "Ven y 'rómpeme la madre' Rafa." Me mira de un modo serio.

Rayos, mi enojo se disipa… Solo apenas lo suficiente para calmarme y tratar de cooperar. No tengo más opciones. Comienzo a sentirme frustrado y con ganas de rendirme. Tanto enojo duele; últimamente me despierto cansado y con dolores en las piernas, brazos o en la quijada como consecuencia de tanto tensar, apretar y contraer mis músculos por el estrés que yo mismo me ocasiono.

Pero no puedo evitarlo.

El enojo es todo lo que tengo… Pero, por más berrinches que haga, sé que no puedo obligar a Leo a quererme de nuevo. He tenido demasiado tiempo entre enojo y enojo para centrar el origen de mi frustración, quiero que Leo me ame de nuevo.

Nunca dejé de quererte, Leo.

"Aún no dan las seis de la mañana." Le contesto de un modo sarcástico. "Es demasiado temprano para tumbarte las muelas, decrépito."

No puedo obligarte a quererme Leo, no tiene caso enojarme, sin embargo eso es todo lo que me queda y juro que mientras pueda seguir haciéndolo, seguiré haciéndote pasar el peor de los ratos.

Y pensar que este es solo el principio de uno de tantos largos días…