Digimonnomeperteneceyescriboestosinfinesdelucro.


INTERCAMBIO ESPECIAL NÚMERO II – Proyecto 1-8

Mendiga: ¡Japiera!


Fic para el Intercambio Especial Aniversario II del Foro Proyecto 1-8.

Rating T por palabrerío levemente subido de tono.

Aclaración: puede sonar un poco extraño, pero les juro que el verbo "saber" de sabor se conjuga exactamente igual que "saber" de conocer.


A POR TODAS


La segunda parada de Koushiro fue Miyako Inoue, tan solo dos días después de haber atentado contra Mimí. Se apuró porque era probable que ambas amigas se contaran todo. Y si lo hacían después de que él hubiera llevado a cabo su plan, les parecería divertido. Mimí se reiría y Miyako se emocionaría por compartir algo tan preciado con ella.

Pero si acudía después de que ellas hubieran hablado, Miyako se mostraría emocionada por él y ya no podría avanzar con su plan. Era vital ser veloz.

Sin embargo, no la visitó en su casa porque siempre había muchos hermanos dando vueltas, y algunos amigos también. La citó en un bar de estudio, esos en que la gente se sentaba casi en silencio en grandes mesas separadas unas de otras. Eso era para poder hablar en paz: porque estudiar, no iban a estudiar ingeniería justamente…

─… y entonces a mi profesor le pareció que mi composición era poco original y dijo que debería poder hacer algo más elaborado. No me reprobó, pero tampoco me graduó. Así que deberé esforzarme más en el futuro ─terminó su historia. Siempre bebía el café con crema y se le marcaban los bigotes. Por lo general Koushiro se lo avisaba, pero esta vez el descuido iba de la mano de su plan.

─¿Sientes que has tenido muchas malas noticias últimamente?

Si no era sobre el digimundo, Koushiro hablaba poco y sus preguntas siempre eran originales. Por eso a Miyako le gustaba tanto contestarlas.

─No diría que lo de mi profesor sea una mala noticia, a mí me gusta esforzarme. Me halaga también saber que se tomó ese trabajo solo conmigo: de verdad analizó lo que hice y, mejor aún, lo que puedo hacer ─mientras masticaba sus galletas, estas se manchaban de crema, pero ella no se daba cuenta─. Aunque sí debo contarte que me pasó algo extraño hace unos días…

─Cuéntame, sobre todo si es una buena noticia.

─Es solo algo extraño que me pasó… pues resulta que me crucé con Joe cuando salía de la uni, de frente: él caminaba por la vereda en una dirección, yo por la misma en dirección contraria. Le sonreí, previendo encontrarlo a mitad de camino para saludarlo. ¿Y qué crees que pasó? ─Abrió los ojos expectante, para que ella continuara. Sin embargo, ya sabía por donde iría la historia─. Pues el muy mal amigo ¡cruzó la calle! Rompió una norma, ¿lo entiendes? No caminó hasta la esquina: ¡atravesó la calle a la mitad! Al senpai le está ocurriendo algo y debemos hablar con él. Tal vez se merece una intervención ─finalizó muy seria.

─Pienso que no será necesaria la intervención… porque yo podría echarte algo de luz sobre las motivaciones detrás de su extraño comportamiento…

─¿Oh, en serio? ¡Pues cuéntame, cuéntame! ─reclamó, zarandeándolo. Volaron restos de espuma de café.

─Lo que tengo que contarte es una mala noticia, Yolei. Y es una que te va a herir. Por eso te cité aquí: no quiero que tus hermanos se enteren de nada que tú no quieras contarles ─suspiró, previendo su propia maldad─. También por eso te pregunté sobre las malas noticias que recibiste últimamente: no quiero agregarte una más. ¿Estás segura de que quieres saber?

─¡Por supuesto que quiero saber, siempre quiero saber!

Koushiro no contestó con palabras. Retiró de su bolso un pequeño papel, no el mismo que le había mostrado a Mimí, ni siquiera en el mismo formato: porque el que tenía ahora en sus manos era un original que hábilmente había sustraído de la mansión de la vergüenza.

"Miyako Inoue hará el amor contigo a principios de mayo" leyó. Se le empañaron los anteojos. Le temblaron las piernas y se le deslizó el resto de crema de café por la comisura de los labios. Koushiro la limpió.

Le limpió la crema y le limpió las lágrimas.

Ella no sabía bien de que se trataba todo, pero no podía imaginar una sola situación en el mundo donde estuviera permitido tipear, imprimir y recortar un papel con semejantes e hirientes palabras. Koushiro la abrazó y se sintió bien. Él nunca la había abrazado, y de hecho no recordaba la última vez que la habían abrazado con cariño.

─Fue parte de una broma de mal gusto que idearon los chicos. Joe se sintió mal y se fue. Pero yo… yo me escandalicé y los amenacé, los amenacé a todos ─suspiró, y se rió─. No me hubieras reconocido si me veías…

─¿Pero por qué? ¿Por qué conmigo? ¡Si yo nunca les llamé la atención!

─No sé porqué contigo y mucho menos sé porque nunca les llamaste la atención… creo que no terminan de entender lo especial que eres ─modo manipulador, ON.

─¿A qué te refieres con especial? Yo no soy especial, Izzy… hasta te diría que más que nada soy un desastre. Confundo izquierda con derecha, no sé maquillarme y olvido el argumento de películas que vi el mes pasado, además de jamás recordar sus títulos ─terminó de secarse las lágrimas con el pañuelo que le había dado Koushiro y lo guardó en su bolsillo─… me visto como hippie y me enamoro tonta y rápidamente: ¿cómo seguir el rastro de mis amigos por los que he sentido mariposas en el estómago? Creo que solo Cody está excluido, y el tonto de Davis ─miró largamente al frente, con la vista perdida. Limpió sus anteojos.

››Tal vez fue por eso, ¿no? Porque soy una enamoradiza sin remedio que sin embargo jamás concretó con ninguno de ustedes. Entonces me convertí en la burla. ¡Soy la burla digieligida!

Koushiro le limpió las nuevas lágrimas que acudieron a sus ojos, esta vez con una servilleta del bar. Le apretó una mano y le sonrió. Ella lo vio entre las lágrimas y se preguntó si, a sus ojos negros, ella era linda.

Y la verdad es que no lo era, no en ese momento en que lloraba. Se le habían hinchado las ojeras y habían adquirido el mismo tono rojo que las aletas de su nariz. Tenía el bozo manchado de crema marrón y sus enormes gafas redondas descansaban olvidadas sobre su regazo.

Miyako sabía ser linda, aunque no se maquillara bien y se vistiera con bandanas. Pero ese día no estaba linda. Y sin embargo, Koushiro Manipulador Mode On (KMMN, C'mon de ahora en más) tendría que mentirle.

─No quiero que llores por una tontería como esta. Esos chicos no te comprenden. Te valoran, pero no te saben como te sé yo. Yo te sé cuando te pierdes en la calle de camino a la universidad por mirar las flores de los balcones y por perseguir notas musicales. Te sé cuando combinas los colores alocadamente y recibes los retos de Mimí por ello. Yo te sé cuando disfrutas de la ópera y luego en tu casa escuchas Taylor Swift.

››Pero sobre todo yo te sé valiente: te sé amorosa, te sé pura y te sé sincera. Yo veo tu esfuerzo por agradar y sobre todo por ayudar: sé que siempre tomas el camino difícil porque es el único que te sienta cómodo. Y entiendo que por ello golpeaste a Ken cuando no quería unirse al equipo y que por ello viajaste a Rusia aunque no entendías ni sus letras.

››Yo te sé, Miyako Inoue. Y por ello no admito que llores por quienes no te saben ─C'mon, Koushiro el poeta.

Miyako la sabida y Koushiro C'mon el poeta se observaron en silencio. Ella abrió la boca. Tenía la costumbre de tener la boca abierta, por lo general para hablar, pero también para pensar o para reposar. Simplemente se le abría la boca.

¿Y se merecía por ello ser parte de un chiste malvado entre personas que se decían sus amigos, entre un conjunto de ex enamorados suyos a los que no se animó siquiera a chatearles? Ella, la que escuchaba ópera y Taylor Swift y así se inspiraba en sus estudios, la que contaba sus pasos pero los olvidaba cuando en un balcón asomaba una flor, y luego los volvía a contar y se iba para la derecha aunque todos los días se repetía que su universidad quedaba a la izquierda: ella, ¿tenía derecho a sufrir y llorar como loca en un bar donde nadie la veía?

Aunque en realidad, alguien la veía: la veía Koushiro.

─Tú eres el único que me sabe, Izzy. Y creo que eres el único al que le importo. Y estoy cansada de ser conocida como la que no concreta: ¡ya verán!

C'mon el poeta no hizo nada esta vez, porque Miyako actuó por él. Ella lo besó y a él le supo a café con crema. Le supo a café triste, y aunque estaba en modo C'mon, quiso por un ratito ser Koushiro Izumi, a secas. Porque al final de la acción siempre le daba un poquito de culpa.

Se besaron toda la tarde, y él supo que Mimí se enteraría y se alegrarían por él. Pero la culpa no amainó.

─Creo que debes dejar de perseguir a Ken Ichijouji. Eres una persona preciosa: déjalo que él se juegue por ti. Y tú no muevas un solo dedo ─fue su recomendación culposa.

Y aunque entró C'mon, al dejarla en la puerta de su casa se fue Koushiro.


Daisuke se apresuró a calzarse sus zapatillas y salió sin atarse los cordones: como siempre, llegaba tarde. Salió corriendo, y en el negocio junto a su casa chocó a un joven con capucha que miraba la vidriera. Le gritó sus disculpas mientras seguía corriendo.

En la esquina se cayó, por los cordones desatados. Observó al joven que había chocado, por temor a que se riera de él. Pero ya se alejaba a paso tranquilo.

Koushiro golpeó la puerta del departamento de Daisuke mientras se retiraba la capucha. Desde hacía años tenía la costumbre de hackear a sus amigos y agendar sus horarios. Y los de sus familiares. Algunas veces les habían sido de utilidad, aunque honestamente nunca pensó que los de Daisuke le servirían para algo. Más aún con su manía de llegar tarde a todos lados.

Lo atendió Jun. Lógico: sus padres tenían su caminata semanal los sábados luego de almorzar desde hacía dos años. Jun en cambio, aprovechaba la quietud de su casa para permanecer dentro… eso era una presunción lógica, en realidad no tenía idea de que hacía Jun cuando se quedaba sola en casa, todos los sábados luego de almorzar desde hacía dos años.

─Acabas de perder a Davis. Se fue a su práctica de fútbol ─fue su saludo.

Sus cabellos morados se parecían a los de Taichi, solo que mientras que los de él eran definidos por el caos, los de ella tenían una cierta gracia y simetría. Eran cabellos de mujer: inadvertidamente cuidados. Koushiro nunca había reparado en sus ojos negros, más redondeados que los de su hermano.

En realidad nunca había reparado en ella. Desde aquella vez en que acosara a Yamato y lo persiguiera hasta el campamento, le había sido bastante indiferente. Le había dado algo de miedo, incluso.

No lo suficiente como para no agendar sus horarios, y hoy podía estar agradecido de ella.

─Oh ─contestó, haciéndose el sorprendido. Creía que estaba aprendiendo a actuar.

Jun no cerró la puerta y él no se fue. Se miraron incómodos unos momentos.

─Eh… ¿quieres dejarle algún mensaje? ─preguntó, dubitativa.

─Sí ─respondió. Pero no le dio el mensaje.

Volvieron a mirarse en silencio. Jun jugueteaba con su pie, apoyando la punta contra el piso. Koushiro no hacía nada más que mirarla.

─Y… ¿Cuál es el mensaje?

─Oh, lo siento. Me distraje pensando en otras cosas. Lo siento, no debería importunarte.

─No me importunas dejándome un mensaje para el baka de mi hermano.

─Oh, no me refería a eso. No debería importunarte con mis pensamientos. Mejor me retiro ─hizo una pequeña reverencia y se aprestó a partir.

1, 2, 3…

─¡Oye, Izumi, regresa! ─le gritó, asomando el cuerpo por la puerta. Él no se había alejado─. ¿A qué te refieres con no importunarme con tus pensamientos?

─Lo siento, Jun-san. No es mi intención involucrarme, creo que no debería intervenir en tu vida privada.

Esas fueron las palabras mágicas. Ella acortó la distancia y lo tironeó de la campera.

─Si sabes algo de mi vida privada, debes compartirlo conmigo.

Y así fue como Koushiro se encontró sentado en el living de los Motomiya, compartiendo una gaseosa con una joven con la que nunca había intercambiado más que un saludo de compromiso.

─Yo sé por mi hermano que tú eres muy inteligente. ¡Así que no quiero que me des vueltas! Todo lo que sabes, debes decírmelo ahora mismo ─le ordenó; pequeñas llamas de fuego se habían encendido en sus ojos negros. Koushiro las vio.

─Honestamente no quiero entrometerme en tu vida ─tomó un sorbo de su gaseosa para generar expectativa─. Pero deberías saber que Shuu se portó muy mal contigo.

─¡¿Qué sabes de Shuu?! ─Jun saltó de su sillón y se encaramó al lado de Koushiro, quien volvió a hacer tiempo tomando de su vaso.

─Oh, nada privado. Solo lo que es de público conocimiento.

─¡¿Y qué es de público conocimiento?! ¿Fue mi hermano, cierto? ¡Ese pequeño maldito! Sabía que me escuchaba las conversaciones telefónicas, ¡lo sabía!

En realidad no había sido Daisuke el miembro informante, Koushiro simplemente había hecho un buen trabajo de investigación en las redes sociales de su hermana. Pero, ¿para qué salvarle el pellejo a su ex amigo?

─Solo quiero decirte que ha sido un cobarde. Ningún hombre de valía se escapa a otra ciudad sin contestar a una declaración de matrimonio. Debería no solo hacer aceptado, sino haberte preguntado si estabas segura de casarte con alguien como él, cuando tú tienes tanto que aportar.

A Jun se le humedecieron los ojos mientras los recuerdos acudían a su mente. Pero no lloró a lágrima viva.

─¿Pero qué tengo que aportar? Hice famosa la banda de Yamato armándoles un club de fans, ¡y él se va con esa pelirroja desabrida! Luego le encontré a Shuu numerosas razones para que volviera a Odaiba de sorpresa a ver a su familia, ¡y él me lo agradece huyendo de la ciudad luego de escuchar mi propuesta!

Koushiro no le quiso decir que, técnicamente, llamarlo repetidas veces a lo largo de los años para avisarle que sus familiares habían tenido accidentes ─de mentira─ no significaba traer a alguien "de sorpresa" a ver a su familia. Pero no era necesario entrar en tecnicismos.

─No han sabido valorarte, Jun. Ellos se la pierden: y ya ves de mal que les ha ido.

Jun no sabía a que se refería con que les "había ido mal", pero súbitamente ya no le importaban. Por primera vez miraba, de verdad miraba, a ese nerd pelirrojo que de tanta ayuda había sido para su hermano. Nunca había notado sus cejas gruesas ni sus ojos sin pestañas. Mucho menos había reparado en esa expresión de viveza que traía en su rostro. ¿Estaría marcado por el gimnasio? Quiso que hiciera calor, para ofrecerle que se sacara la campera… aunque pensándolo bien, ya con el bien formado Yamato le había ido mal.

Ahora quería todo lo contrario.

─¿Y qué crees que es lo que se pierden? ─le preguntó, ya casi encima de él.

Koushiro se atragantó con la bebida, solo para pedirle que le fuera a buscar más. Y para que de paso no se sentara sobre sus piernas.

─Se pierden tu alegría ─le dijo cuando regresó. Jun había agregado un pedazo de torta, hecho por ella misma según había dicho. Ella le quería hacer entender que era buena cocinera ─. Se pierden tu capacidad de ver las cosas lindas de la vida y de sorprenderte. ¡No has perdido la capacidad de sorprenderte con la vida! Ese brillo en tus ojos lo demuestra.

››Te resulta fácil hablar con la gente y siempre tienes algo interesante que decir. Contigo, uno no puede perder el hilo de la conversación. Además, estoy seguro de que nunca serías capaz de ofender a un chico diciéndole que se está quedando pelado o que no sabe vestirse. Creo que siempre tienes la palabra justa en tus labios y sabes encontrar sus necesidades. Yamato quería ser famoso y Shuu quería ver a su familia. Y tú les proveíste sus sueños.

Sí, Koushiro había aprendido de la mayor conquistadora que conocía: Mimí Tachikawa. Y estaba usando sus propias palabras, las que ella había usado para "conquistarlo" a él, para conquistar a una chica, a una a la que ni siquiera conocía.

Y había funcionado, y ¡cómo!

Jun nuevamente estaba encima de él, pero esta vez se entregó al llanto emocionado.

─¡Nunca nadie me había dicho cosas tan lindas como tú! ¡Y me conoces tan bien!

Sí, eso sobre todo; era la primera vez que le hablaba.

Koushiro apenas pudo mirar la hora antes de que ella se le abalanzara a los besos.

Coordinación perfecta. Daisuke volvía de su práctica de fútbol.

─¡¿Jun?! ¡¿Izzy?! ─gritó, mientras los ojos se le salían de las órbitas y la pelota rodaba por el piso.

Su hermana saltó el sillón como una fiera y se le fue encima, no llegó a las manos, pero sí a posarse como una pared entre él y su amante. Koushiro, desde atrás, lo observó todo.

Y Daisuke la vio. Vio la cara de cachorro de perro malvado, a punto de destrozar con ahínco el jardín de sus dueños, que en realidad no eran sus dueños sino las personas que le daban de comer en la esquina.

─¡No te atrevas a volver a gritarle a mi Koushiro! ─le espetó, empujándolo levemente.

─¡¿Tu Koushiro?! ¡Pero si no sabes de lo que hablas! ¡Viene de besarse con Mimí y Miyako, no es tu nada! ¡Esto no es más que una estúpida venganza contra mí!

─¡Mentira! ─gritaron, ambos. A Jun la reconfortó que él hubiera gritado junto a ella, para invalidar la malvada mentira de su hermano y para coordinar sus pensamientos. Ese era solo el primer paso.

Koushiro sería el amor de su vida.

─Mi Koushiro me conoce mejor que nadie: me entiende y lamenta las cosas malas que los otros tontos de tus amigos me hicieron. Y no es necesario que mientas usando a tus amigas: ¡ninguna amiga tuya volverá a sacarme al amor de mi vida!

Koushiro la abrazó por la cintura y le susurró al oído, con la intención de que Daisuke lo oyera.

─Mi Jun querida, creo que tienes muchas cosas que hablar con tu hermano. Yo no quiero ser causa de disturbio entre ustedes, para mí las familias son muy importantes ─le explicó con seriedad─. Prefiero que hablen tranquilos y coordinar contigo para verte en otra ocasión.

Luego de "mi Jun querida", ella no había escuchado más nada, así que lo dejó ir, embobada. Daisuke lo persiguió hasta la puerta.

─Esto no quedará así, Izumi. Puedes jugar con Mimí y Miyako, pero no te perdonaré que le crees falsas expectativas a mi hermana.

Koushiro le sonrió sobrador. Daisuke se enfureció.

─Tal vez aún no te has dado cuenta, pero estás cavando tu propia tumba. Tú también pagarás un precio por esto ─añadió.

El pelirrojo lo despidió con la mano mientras se alejaba por el pasillo.

Él no lo sabía, pero el precio del que hablaba Daisuke estaba comenzando a deberlo en ese mismo momento…


La reunión fue en casa de Taichi: donde todo había comenzado. Jyou, el único exceptuado de la venganza, fue convocado como juez. Se lo tomó muy en serio: hasta le pidió el martillo a Zudomon y todo. Nadie supo como, pero enruló sus largos cabellos azules.

─Hubiera sido más sencillo que te compraras una peluca blanca ─se burló Yamato.

─¡Objeción! ─le contestó Jyou─. ¡No confraternice con el juez!

La verdad es que Jyou no tenía la más pálida idea de que debía pasar en un juicio. Nunca había tenido tiempo de mirar series y los residentes no podían darse el lujo de estudiar derecho por pura diversión. Pero llevó consigo la seriedad y la presteza que correspondían a un juez.

Koushiro no tuvo abogado, porque hasta Iori se le quería echar encima.

Y así fue, se le echaron encima a los gritos apenas puso un pie en el departamento.

─¡Miyako se niega terminantemente a hablarme! ─le gritó Ken, seguido de Iori:

─¡Mi mejor amiga me echó de su casa porque cree que permití que se burlaran de ella!

─¡Mi hermana ha decorado su habitación con imágenes tuyas ampliadas que robó de mi caja de recuerdos del digimundo!

─¡Mimí ha manipulado a todas las chicas para que no nos hablen! ¡Hasta nos echaron del grupo de whatsapp! ─se quejó Yamato.

─Oh, ¿es por eso que mi celular está tan silencioso hace días? ─preguntó el juez, balanceándolo frente a sí─. ¡Oye, si yo no tengo nada que ver! ¿Por qué hiciste que las chicas dejasen de mandarme fotos de gatitos y recetas de comida con forma de panda?

─El juez debe ser imparcial ─explicó Iori.

─La imparcialidad se toma con café ─agregó Takeru, logrando que se hiciera el silencio. Yamato pensó en desmayarlo de un golpe mientras durara la reunión.

─¡La futura madre de mis hijos piensa que hago photoshops de ella desnuda con cuerpos de actrices porno! ─arremetió Ken, iniciando la nueva ronda de reproches.

─¡Miyako me partió mi shinai revoleándolo por la ventana!

─Deberías haberte vengado con Taichi, ¡el único japonés que no sabe comer sushi! ─reclamó Yamato, pataleando contra el piso.

─Oye Takeru, ¿a ti las chicas te echaron del grupo? ¿No tienes ahí fotos nuevas de animalitos para mostrarme?

─Jyou, ¡que el juez no debe intervenir! ─le reprochó Yamato.

Koushiro permaneció sentado en el sillón, ambos brazos extendidos sobre el respaldo y su pie izquierdo apoyado sobre su rodilla derecha. Había una mirada de satisfacción en su rostro, y una sonrisa que no trataba de ocultar.

Pero quien tampoco ocultaba su sonrisa ni su satisfacción era Taichi, recostado contra la pared y mirando la escena divertido, y hasta un poco burlón. Finalmente fue él el encargado de traer orden al griterío, indicándole al juez que era hora de golpear el martillo de Zudomon contra la mesa.

Ouch, eso quedaría marcado en la madera de por vida…

─¡Orden en la sala, orden! ─gritó Jyou con rulos; él siempre había querido hacer eso, por eso no se resistió a la orden de Taichi, aunque el que debía dar las órdenes era el juez, o sea él mismo.

Takeru mientras tanto buscaba en su teléfono más fotos tiernas de animales para mostrarle.

─Ahora que ha terminado la exposición de los testigos, es hora de que el fiscal exponga la pena que solicita para el acusado ─explicó Taichi, caminando de un lado al otro. Se había puesto un traje, para parecer más serio.

(En realidad era porque venía de rendir un final en la facultad, pero él quería que todos pensaran que se tomaba en serio lo del juicio).

─¿Quién es el fiscal? Nadie me avisó que había un fiscal, yo soy el juez, ¡quiero decidir la pena por mi cuenta!

─Yo soy el fiscal ─dijo Taichi, con presteza y entereza, como correspondía a un fiscal─. Y solicito para el acusado nada más y nada menos que ─Yamato hizo redoble de tambores sobre la mesa, total ya Jyou la había arruinado al golpearla con el arma de Zudomon─… ¡la absolución!

Y como en un juicio de verdad, los testigos se abalanzaron enojados contra el fiscal, gritándole que reconsiderara, mientras Takeru le estrechaba la mano al acusado, sonriente, y Jyou le exigía a Iori que explicara que era su decisión la que importaba, y no la del fiscal.

Pero Koushiro, muy contento, se puso en pie listo para tomárselas de ahí. Se restregó las manos, señal de que todo estaba listo y terminado, y encaró hacia la puerta. Fue Daisuke otra vez el encargado de detenerlo.

─Mi hermana está abajo, ¡fue Taichi quien la invitó, yo no tengo nada que ver! ─se excusó rápidamente─. No para de repetir que va a ir a casa de Miyako y de Mimí a aclararles quien es tu novia, y yo creo que se va a armar una pelea de mujeres si no intervienes.

Koushiro se detuvo en seco, con la mano sobre el pasaporte. Su cerebro, como siempre, trabajaba a mil por hora buscando una manera de escapar al encuentro con Jun. Pero claro: el fiscal no se la iba a hacer tan fácil.

─Y, ¿Koushirito? Parece que no analizaste bien las consecuencias de tu plan macabro para enamorar a todas las chicas… ahora, si quieres evitar una tragedia y dejar muchos corazones rotos, vas a tener que elegir a una de ellas…

─Y Jun no te lo va a hacer fácil, ¡no te lo va a hacer fácil! ─Daisuke quería darle un consejo, pero internamente deseaba que su hermana lo asustara por el resto de su vida.

Maldición, él que tan inteligente era, no había previsto ese inconveniente antes de seducir a Jun. Ya bastante difícil sería elegir entre Mimí y Miyako, si a eso se le sumaba una Jun despechada decidida a que no volvieran a robarle un pretendiente en sus narices… pero Koushiro respiró hondo, nadie iba a tomar la decisión por él. Y nadie iba a verlo nervioso, jamás. Eso era el Koushiro antiguo: este, el Koushiro C'mon, agarraba el toro por las astas y lo revoleaba por el aire. Este Koushiro, al truco, le cantaba retruco, a la desgracia, se le reía en la cara, a los que le daban la espalda, les tocaba la cola, a los que le apostaban, les redoblaba la apuesta, a las amenazas, las hacía realidad él… todo eso era lo mismo, él solo quería que quedara clara la idea.

Así que lo hizo: movió el picaporte, abrió la puerta y sacó medio cuerpo. Y medio en el pasillo, medio en el departamento, ante la atónita mirada de sus amigos, les espetó:

─Yo voy a elegir a una de las chicas. Pero antes voy a seducir a Sora y a Hikari.

Y con la mayor sonrisa de triunfo, y los enloquecidos gritos de los testigos, el juez y el fiscal también, claro, les revoleó la puerta por la cara, les dio con la puerta por las narices, los abandonó burlonamente, es decir, cerró la puerta y se fue.

Ya vería ahora como escapar de Jun… si hubiera sabido que esa broma de mal gusto le acarrearía estas consecuencias…

FIN

Notas: Ahora sí:

Propuesta increíble, inigualable, genial y divertidísima:

OTP: koushiro x mimi.

Curiosidad: koushiro x miyako.

Crack: koushiro x jun.

Indicación única: Koushiro a por todas (y no todas a por Koushiro)

Aclaración: El "a por todas" queda a interpretación libre.

Ya ven, como nunca sé elegir títulos, esta vez me lo robé . ¡Japi! ¿Te gustó? Sino, sale otro con fritas. ¡Yo me divertí muchísimo escribiéndolo!

Y a todo el resto de mis lectores, espero que hayan disfrutado de Koushiro manipulador y seductor… ¡déjenme un review lindo contándome al respecto!