Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece.

[Capítulo editado]


Er ist ein Pirat


.

Prefacio

J a d e

.

—¡Juvia!

Escuché que mi amigo me gritaba preocupado. Mi tobillo dolía demasiado y sabía que no podría ponerme de pie. Gajeel profirió un joder enojado y se aproximó a donde yo había caído. Sin embargo no logró llegar, por lo menos no antes que ese asqueroso hombre.

Sentí que unas manos grandes me tomaban del cabello y me elevaban con brusquedad. Dolía, joder que si lo hacía. Grité sin poder evitarlo, como también no pude evitar las lágrimas que amenazaban con salir.

Ya no más, estaba harta de eso. ¿Por qué teníamos que hacer cosas como esas? Me pregunté, pero al instante me llegó la respuesta.

No tienen otra opción...

—¡Gajeel! —lo llamé llorosa. Esperando que me ayudara, él era fuerte, sabía que él podía.

—¡Calla perra! —el hombre me zarandeó bastante furioso —¡Ahora tú, devuélveme lo que es mío! —exclamó dirigiéndose a mi amigo.

Pude escuchar como Gajeel rechinaba los dientes, algo que hacía inconscientemente cuando no sabía que hacer. Cuando estaba desesperado...

—¡No te hagas, pequeño bastardo! ¡Devuelve eso!

—¡No hasta que la sueltes, hijo de puta! —de alguna manera me alegró escuchar la voz de él, me permitía tener esperanza de que todo eso acabaría.

Aún cuando ese término casi no existía nuestras vidas.

—Así que el mocoso quiere negociar, ¿eh? —hasta su tono me parecía asqueroso.

Gajeel se mantuvo en silencio, posiblemente asesinándolo con la mirada. Aunque ciertamente aquello no ayudara en mucho.

—Entonces si quieres que te la devuelva no te importará que antes me divierta un poco con ella, ¿no es así?

Abrí mis ojos asustada. No supe cómo, pero lo había hecho. Ya no sentía dolor y miraba a Gajeel a los ojos con miedo y terror...

Y adrenalina, mucha adrenalina.

—Gajeel —murmuré.

—¡No te atrevas, bastardo! —me miró por unos segundos y devolvió su roja mirada hacia el mastodonte.

De nuevo me sentí desesperada por tocar el suelo con mis pies, pero ya no quería correr, esta vez sólo quería permanecer abrazada a la espalda de Gajeel. Estando con él sabía que mi miedo podría apaciguar, aunque fuera solo un poco.

—Alguien como tú no me ordena que hacer —la voz del hombre que me sujetaba se me apeteció amenazante.

Espera... ¡No!

Sentí como él se daba la vuelta, dispuesto a devolverse a esa pocilga que antes se había atrevido a llamar casa.

¿Qué harás...? ¡Espera! ¡Suéltame maldita sea!

Sin embargo nada de eso salió de mis labios, en cambio solo fueron gritos de pánico y... luego dejé de hacerlo para gritar de dolor. Había caído al suelo húmedo sentada, ¿por qué ese hombre ya no me llevaba con él? Es que... ¿me había soltado? Eso seguramente pero... ¿por qué?

Noté como en mi campo de vista aparecía rendida a mi lado la misma mano que hace unos momentos me había lastimado. La misma que aún me seguía pareciendo asquerosa.

¿Por qué estaba inconsciente en el suelo? ¿Acaso Gajeel...?

Más la mirada que se encontraba frente a mí tranquilizándome no fue la de él. Esta fue una mirada clara, una mirada color jade. El chico frente a mí no dejaba de sonreírme, y de un momento a otro, estaba extendiéndome su mano, invitándome a tomarla.