Gracias a todos los que han seguido la historia. En especial a los que han tomado un poco de su tiempo en comentar. Este es el final. NO HAY EPILOGO.


Disclaimer: Nada me pertenece. No lo hago con fines de lucro. Es una adaptación. Personajes: J. K. Rowling. Historia: Anne Weale.

Capítulo 10

Pasaron la última noche de su luna de miel en un pequeño hotel castillo en la preciosa región de Garona, un sitio de tranquilidad idílica a menos de una hora de viaje de Burdeos.

Hermione había perdido la cuenta de las veces que habían hecho el amor. Ella había empezado el viaje como una novata y ahora se sentía a la altura de sus amigas. Y a juzgar por las cosas que le habían contado, en términos de placer físico, iba por delante de ellas.

Pero aunque en los brazos de Harry había encontrado una nueva dimensión de la vida, no estaba tan feliz como debería.

El sudoeste de Francia estaba atravesando una ola de calor, por lo que cenaron en la terraza. La mayoría de los huéspedes eran americanos ricos y Hermione se alegró de haberse puesto el vestido de terciopelo.

—Estás fascinante, querida —dijo Harry cuando se reunió con él besándola en las manos.

Pero después, durante la cena, dijo algo que la dejó preocupada.

—Estabas diciendo el otro día que tus estudios fueron una pérdida de tiempo.

¿Por qué no haces algo al respecto? Podrías matricularte en la universidad a distancia y sacar un título en algo que te guste. La mayoría de las mujeres que he conocido, social y profesionalmente, pasan horas a la semana ejercitando sus cuerpos, pero no ejercitan mucho sus mentes.

—Lo harán en sus trabajos.

—No necesariamente. Las carreras le dan a la gente un objetivo, pero normalmente uno estrecho.

Harry cambió de tema y Hermione pensó que no quería volver a pensar en la vida diaria hasta que terminaran su luna de miel.

Una hora más tarde, en una habitación con una cama de dosel, volvieron a hacer el amor a la luz de la luna, pero cuando Harry se durmió, ella permaneció despierta pensando.

¿Querría su comentario decir que le gustaba en la cama pero la encontraba menos entretenida fuera del dormitorio?

En el vuelo de vuelta a casa, Hermione decidió probarse a sí misma, pero no de la forma que él había sugerido.

En las semanas después de su vuelta, su vida transcurría buscando una casa los fines de semana en el campo, volviendo a Londres el lunes por la mañana y saliendo el viernes por la tarde. Muchas de las casas que habían visto le gustaron a Hermione, pero Harry parecía mucho más exigente. Nada de lo que habían visto le satisfacía y ella estaba empezando a pensar que no encontrarían lo que él buscaba.

Llevaban casados casi dos meses cuando acudieron a una cena de gala dada por una anfitriona cuya misión en la vida, según una revista, era reunir a los mejores cerebros del país.

Hermione se vistió de negro y se puso las esmeraldas. Harry estaba muy distinguido con su corbata negra, pero no tenía el ánimo muy festivo.

La educación de Hermione le permitía desenvolverse con soltura en todos los círculos sociales, pero los que había frecuentado hasta su matrimonio habían sido mucho más frívolos. Por eso le sorprendió encontrar a dos caras conocidas en la fiesta.

Cuando su anfitriona le presentó a Ron y a Lavender, él dijo:

—Hermy y yo nos conocemos desde pequeños. Y le había dado un beso en cada mejilla.

En el taxi de vuelta a casa al final de la velada, Harry comentó:

—Ron Weasley y tú parecéis conoceros muy bien.

Sabiendo que a Harry no le había gustado que Ron la hubiera llevado a un aparte después de la cena, Hermione dijo:

—Crecimos juntos... Somos casi como hermanos. Ron piensa que a su padre le gusta mi madre y cree que deberían salir juntos. Pero sabe que su padre no hará ni dirá nada si mi madre no le da alguna esperanza antes. Me pidió que averiguara lo que siente ella.

— ¿Y qué te parece a ti?

—Podría ser buena cosa... Mejor a que mi madre pase sola el resto de su vida.

El taxi paró frente a la casa. Harry salió y extendió la mano, como hacía siempre.

Pero esa vez fue un gesto automático.

En su habitación, se desvistieron en los extremos opuestos y de repente Harry

dijo:

—Es evidente que la mujer de Weasley es la que lleva los pantalones en la casa.

— ¿Y cómo puedes hacer ese juicio en sólo un breve encuentro?

— ¿Y cuánto tiempo más hace falta? Ese hombre puede tener un cerebro privilegiado, pero no tiene gusto a la hora de elegir.

—Puede que tenga un excelente gusto. ¿Cómo puedes saberlo tú?

—Porque podría haberte tenido a ti y la eligió a ella. Hermione se puso blanca.

—No sé de qué estás hablando.

Él se acercó a su lado y le alzó la barbilla.

—No me mientas, Hermione. Necesitaba saber de quién habías estado enamorada y tu abuela me lo contó. Ahora dime una cosa. Si hacer de celestina con tu madre, te va a dar la excusa para que veas más a Ron Weasley, olvídalo. Tú me perteneces ahora.

Para dar más fuerza a sus palabras, la atrajo hacia sí y la besó con fuerza.

Hermione no quería responder. Intentó ignorar los mensajes que su boca estaban enviando a todas sus terminaciones nerviosas. El cerebro le estaba diciendo que no tenía derecho a obligarla a la sumisión, pero la mujer primitiva que tenía dentro se alegraba de que estuviera celoso y enfadado.

Al final dejó de resistirse. En cuanto la sintió doblegarse, Harry la llevó hasta la cama donde dejó de tener que controlarla por la fuerza. Entonces hicieron el amor de igual a igual, como si nada hubiera pasado.

Por la mañana, Hermione se despertó para encontrarse una nota en la otra almohada. Se había olvidado de que Harry estaría en Alemania dos noches. Habían decidido que como estaría ocupado todo el tiempo, no tenía sentido que lo acompañara. La nota decía:

"No quería despertarte. Intentaré llamarte esta noche.

-H"

Hermione suspiró y se levantó. Sabía que hacer el amor la noche anterior no había resuelto la tensión latente entre ellos. Harry no estaba feliz ni ella tampoco. Pero no sabía cuál era la solución.

En vez de quedarse en Londres en su ausencia, decidió pasar los dos días con su madre.

La señora Granger parecía feliz y contenta. Resultó que durante su luna de miel, la señora Evans le había invitado a su casa y había disfrutado mucho. Más adelante, la abuela de Harry iría a devolverle la visita.

— ¡Qué diferencia hay entre las dos abuelas de Harry! — comentó su madre—. No me gustó nada lady Potter. Espero que encuentres pronto un sitio para vosotros dos.

Cuando Hermione le interrogó acerca de sus sentimientos por el padre de Ron, resultó que la señora Granger hacía tiempo que sentía debilidad por él.

Hermione decidió ir a ver a Arthur Weasley y hacerle algunas insinuaciones. Pero no tenía intención de hacerlo vía Ron para no enfurecer a Harry.

Lo que su marido no había comprendido era que haber vuelto a ver a Ron le había abierto los ojos acerca de la naturaleza de su amor por él. Aunque había durado mucho más de lo que suele durar un primer amor, eso era todo lo que había sido: una pasión inmadura de adolescente ahora sustituida por otro amor maduro.

De lo que no estaba segura era de cuando se había enamorado de su marido. Quizá hubiera sabido que era especial desde el primer día que lo había visto. Mirando hacia atrás ahora, podía ver el progreso... la emoción imprevista mezclada con furia de su primer encuentro... la fuerte respuesta a su contacto físico... el cosquilleo que había sentido el primer día que había ido a buscarla a la estación... el terror al verle escalar la pared.

Hasta que por fin lo había comprendido. Aquél era el hombre por el que iría hasta el fin del mundo. El hombre por el que moriría.

Cuando Harry volvió de Alemania, no llevaba en la casa ni un cuarto de hora cuando la llevó a la cama. Fue entonces cuando ella descubrió la pena de hacer el amor con alguien y no poder decir lo que se moría por decir. Era como escuchar una música sin la letra: algo incompleto.

Después de terminar, Harry se incorporó sobre los codos.

—Eres adictiva. Después de dos días sin ti, tengo síndrome de abstinencia. Ella sonrió jugando con el pelo espeso de su cabeza.

—A mí me pasa lo mismo.

Pero sabía que él se refería a que se había acostumbrado al sexo con ella, no que la hubiera echado de menos en el sentido de la gente que se ama.

Más tarde, cuando estaban cenando solos, le contó lo de la visita a Arthur Weasley y que podría no tardar el que su madre y él acabaran juntos.

Harry no le preguntó si se había puesto en contacto con Ron. Sólo dijo:

—Espero que tengan el sentido común de probarlo antes de apresurarse. Vivir con otra persona es siempre un ajuste importante a cualquier edad, pero aún más a las suyas.

—No creo que a mi madre le gustase eso.

—Debes intentar convencerla de que es lo más sensato.

Aquel comentario le hizo pensar a Hermione que, a pesar de lo que había dicho en la habitación, él no estaba encontrando su matrimonio tan sencillo como había esperado.

Quince días más tarde, Hermione había tomado dos decisiones. Se matriculó de un curso de diseño de interiores que empezaría en septiembre y se fue a ver al ginecólogo para el control de natalidad. Hasta el momento, se había encargado Harry, pero ya era hora de que tomara ella sus propias responsabilidades.

Se lo contó a Harry durante la comida. En vez de hacerle preguntas interesantes, sólo dijo:

—Probablemente estarás embarazada para entonces. Ya es hora de que vayamos pensando en eso.

—No estoy de acuerdo. Creo que deberíamos esperar unos años, así podré tener en marcha mi carrera. Tú mismo dijiste que debía ejercitar mi cerebro. Y es así como quiero hacerlo.

—Londres está ya saturado de diseñadores. No quiero ser un anciano cuando mis hijos sean adolescentes.

El tono de Harry fue abrupto y al borde del enfado. Su actitud desató el temperamento de ella.

—Si eso es tan importante para ti, podrías haberte comprado una mujer a los veinte.

— ¡Yo... no... te... he comprado! —bramó él.

La máscara había caído revelando al hombre cuyo temperamento igualaba al de ella, excepto que la rabia de sus ojos estaba mezclada con fiero deseo.

Antes de que tuviera idea de lo que pretendía hacer, Harry la había tomado por la cintura, se la había cargado a los hombros y estaba subiendo la escalera hacia sus aposentos privados.

Hermione estaba demasiado aturdida como para reaccionar. Para cuando la tiró en la cama, tenía la cara roja, estaba jadeante y sin habla. ¿Qué podía decir cuando el hombre al que amaba se había convertido en un cavernícola?

Lo observó despojarse de la ropa y sintió que sus emociones cambiaban, la mujer primitiva que llevaba dentro respondiendo a la belleza del poderoso cuerpo masculino emerger del convencional traje. Sin él, Harry dejaba de ser un civilizado ejecutivo de la ciudad y se convertía en el hombre que ella siempre había deseado: un hombre capaz de defenderla, de luchar por ella y, si llegaba el caso, de dominarla.

Pero esa vez no tenía que hacerlo. Cuando se echó en la cama a su lado, Hermione sólo aparentó resistirse por orgullo hasta que sus bocas se unieron en una explosión de emociones. Hermione deslizó los brazos alrededor de su cuello y sintió que su enfado se derretía al instante dejándole sólo el ansia de poseerla. Se entregó a él en total abandono intentando expresar con el cuerpo lo que estaba encerrado en su corazón y que quizá nunca pusiera en palabras.

Al día siguiente, mientras él estaba en el banco, se fue a visitar a la señora Evans. La abuela de Harry la recibió con calor detectando enseguida que algo iba mal. Hermione lo admitió y le explicó que Harry podría estar arrepintiéndose de lo apresurado de su matrimonio.

— ¿Qué te hace pensar eso?

—Desde que hemos vuelto de la luna de miel lo he sentido distanciarse.

—Harry tiene un trabajo de mucha responsabilidad y es un hombre complejo que a menudo no encuentra fácil discutir sus sentimientos más profundos. Le pasa a la mayoría de los hombres. ¿Te ha contado lo de la separación de sus padres?

—Sólo por encima.

—Lily, mi hija pequeña, no debería haberse casado nunca con el padre de Harry. Era demasiado mayor para ella. Fue un capricho que pronto se le pasó. Cuando Harry tenía diez años, conoció al hombre adecuado para ella. Harry amaba a sus dos padres y se sintió terriblemente herido por su abandono. Eso cambió su actitud hacia todo el género femenino. No le ayudó nada el que a los veinte, se enamorara de una chica que sólo buscaba su dinero. Estaba empezando a creer que nunca encontraría a nadie que lo amara por sí mismo hasta que apareciste tú. Entonces supe que por fin había encontrado a la chica adecuada.

—Pero yo no estoy segura de serlo.

Se sintió fuertemente tentada de descargarlo todo, pero se contuvo porque sabía que a Harry no le gustaría que contara las bases reales de su matrimonio.

En vez de hacerlo le preguntó:

— ¿Podría quedarme aquí unos días? Le diré a Harry que estoy bien, pero no le diré dónde estoy. Creo que necesitamos estar un tiempo alejados el uno del otro.

—Por supuesto que puedes quedarte. Tu madre me ha dicho que se te da muy bien la decoración. Hay una casita en el terreno que quiero arreglar. Quizá me puedas dar algunas ideas.

Más tarde, mientras la señora Evans se ocupaba de su jardín, Hermione sacó su ordenador portátil y le envió un mensaje a la casa. Después llamó a Collin para decirle que había un mensaje para su marido.

Entonces llamó a su madre y a Luna para que no se preocuparan por ella, pero no les contó la causa de su partida aunque insistieron.

Cuando colgó, volvió a leer el mensaje. Se preguntó cómo reaccionaría Harry cuando lo leyera. Decía así:

"Harry:

Voy a estar fuera una temporada. No debes preocuparte por mí. Me pondré en contacto cuando haya tomado una decisión. Por el momento, no me siento capaz, de mantener mi parte del trato. Pase lo que pase, siempre me alegraré de que hayas sido mi primer amante. Si sólo el resto de nuestra relación funcionara igual, no debíamos tener problemas. Pero los tenemos y no estoy segura de que se puedan arreglar.

-Hermione."

Al día siguiente, cada vez que sonaba el teléfono Hermione daba un respingo con la esperanza de que pudiera ser él. Pero siempre era otra persona. Cada vez con más frecuencia subía a ver si había algún mensaje en su ordenador, pero la carpeta de mensajes permanecía obstinadamente vacía.

En la segunda noche en la casa, el agotamiento le hizo dormir. Cuando se despertó, seguía sin tener una sola pista de cómo dirigir su futuro.

Más tarde, estando con la señora Evans en la sala de dibujo discutiendo las ideas de Hermione para la casita apareció en la curva del camino un Jaguar negro.

— ¡Harry! —exclamó Hermione horrorizada.

—No te preocupes, querida. No tienes que verlo si no quieres —contestó la abuela con calma.

—Habla tú con él primero.

—Desde luego.

La abuela de Harry abrió una puerta secreta en el panel que Hermione no había visto antes. Conducía a una pequeña antesala con una mesa, una silla y las paredes cubiertas de libros.

Hermione se sentó con los nervios a flor de piel en la habitación secreta que él debía conocer.

No tardó mucho en oírle saludar a su abuela. El sonido de su voz resonante, claramente audible, le produjo un escalofrío.

— ¡Qué placer tan inesperado! ¿Por qué no está Hermione contigo? Su respuesta fue seca.

—Porque me ha dejado.

— ¡Oh, querido! Siento oír eso. Pero yo no me preocuparía demasiado. Los recién casados siempre tienen peleas. Ella debe tener temperamento y tú puedes ser muy difícil a veces, querido muchacho. ¿Por qué no llamas a su madre? Supongo que se habrá ido con ella.

—No, no está allí, ni con su hermana. No tengo ni idea de donde está... y estoy muerto de preocupación. Me he comportado como un bruto. No me sorprende que se fuera.

—Las mujeres tienen mucha capacidad de perdonar al hombre al que aman. Estoy segura de que lo que hiciste no fue tan terrible.

—Lo fue... y ella no me ama. Creo que puede ser una sorpresa para ti, pero nos casamos por conveniencia mutua. El amor no entraba en el acuerdo... entonces.

La anciana se quedó silenciosa un rato.

—Pero eso ha cambiado por tu parte, ¿verdad?

—Sí... Estoy loco por ella... Nunca me había enamorado como se enamoraban los demás chicos cuando éramos jóvenes y ahora estoy tan locamente enamorado que no puedo dormir, concentrarme o trabajar. Creo que me voy a volver loco.

—Eso es una cosa muy buena, querido —respondió su abuela con serenidad — Enamorarte de tu mujer después de haberte casado con ella es mucho más sensato que hacerlo antes.

—Pero Hermione no siente lo mismo. Estaba enamorada de otra persona y sólo se casó conmigo por despecho.

—Estoy segura de que podrías conseguir que se enamorara de ti si pones todo tu corazón en ello. Como se suele decir ahora, tenéis mucho de vuestra parte.

—Yo no fui agradable con Hermione la noche antes de que se fuera. Fui un bastardo con ella —dijo con tono de contrición.

Hermione nunca le había oído hablar así antes, pero su abuela debía ser de las pocas personas a las que le abría el corazón.

—Y hay algo más —prosiguió él—. No puedo mantener mi parte del trato. Ella se casó con un banquero londinense con un futuro asegurado, pero cuando estuvimos en los Pirineos, comprendí que no podía seguir perdiendo mi vida en el banco. Si papá no hubiera estado tan grave, lo habría hecho años atrás. Es tarde, pero no demasiado para convertirme en un escalador profesional. Es algo que tengo que hacer, abuela. Incluso por Hermione, no puedo seguir con esta... esta mascarada en Potter Bank.

—Me sorprende que hayas tardado tanto, hijo. Siempre pensé que eras como un círculo metido en un cuadrado a la fuerza. Y si tienes la suerte de tener una vocación, deberías seguirla hasta el final.

—Sí, pero muchas mujeres no pueden soportar estar casadas con un escalador.

—Tú misma lo has pasado. Sabes cómo es.

—Desde luego que lo sé. Es una mezcla de cielo y de infierno, pero nunca, nunca me arrepentí de haberme casado con tu abuelo. Hay dos tipos de hombres en este mundo. Los estables, seguros y terriblemente aburridos y los aventureros. Cuesta más vivir con los segundos, pero la vida es mucho más excitante. Si Hermione te ama y quiere lo mejor para ti, tendrá que pagar la felicidad con periodos de ansiedad.

—No podría pedirle eso. No sería justo.

—Deberías saber a estas alturas que la vida no es justa. De todas formas, eso depende de Hermione. Ábrele tu corazón y espera a ver lo que dice.

—Lo haría si pudiera encontrarla. ¿Dónde está? — Sonaba preocupado a muerte.

Hermione abrió la puerta de par en par.

— ¡Estoy aquí! —cruzó la habitación para echarse en sus brazos. — ¡Oh, cariño! Te he echado tanto de menos.

—Gracias a Dios que estás a salvo —dijo con voz ronca—. Me estaba volviendo loco por la preocupación.

—Lo siento.

—No me vuelvas a hacer esto nunca. He vivido un infierno... pensando en todo tipo de cosas que podían haberte ocurrido. No puedo vivir sin ti, Hermy.

—Ni yo tampoco sin ti —susurró ella temblorosa.

—Voy a dejaros solucionar esto en privado —dijo la abuela en voz baja antes de salir.

Cuando la puerta se cerró tras ella, Hermione dijo:

—Si realmente me amas, no hay nada que solucionar. Si quieres vivir en un hotel en Katmandu, a mí me parece bien. Me importa un pimiento donde vivamos siempre que me quieras tanto como yo te quiero a ti. Incluso con la mitad me bastaría —añadió empezando a sonreír—. ¡Oh, cariño! ¿Tienes un pañuelo?

Harry sacó uno mientras se secaba la cara con el dorso de la mano y la devoraba con la mirada como si no creyera que se hubiera materializado.

—Odiarías vivir en un hotel en Katmandu —dijo él con una sonrisa—. Por suerte, mi abuelo dejó un fondo para mi padre que yo he heredado y mi padre hizo lo mismo para mí. Sumado a mis propias inversiones, puedo mantenerte con el tipo de vida que quieras. Personalmente me gustó aquel castillo de Francia que viste en mi álbum, pero lo primero es lo primero. ¿Estás segura de que podrás soportar ser la mujer de un escalador? No lo haré todo el tiempo, por supuesto. La mayoría de las montañas que me gustaría escalar sólo son asequibles en ciertas estaciones.

—No todos los escaladores mueren jóvenes como tu abuelo. Algunos tienen larga vida. Y muere mucha más gente en la carretera que en una montaña —dijo Hermione.

— Puede que tenga que pasar semanas fuera de casa.

—Pero cuando vuelvas será un paraíso, como ha dicho tu abuela. Como lo es ahora —añadió con suavidad—. Lo que no entiendo es por qué no me dijiste lo que de verdad sentías. No eres una persona insegura de sí misma.

—No en la forma ordinaria. Pero cuando te enamoras por primera vez a mi edad de una chica que estaba tan comprometida con otro hombre como para guardarle su virginidad, no es una situación que sepas resolver con facilidad. Cuando estábamos de luna de miel, por primera vez en mi vida supe cómo podría ser perfectamente feliz. Vi que si llegabas a amarme y no tenía que volver a Potter Bank, el futuro sería perfecto. Podía hacer algo respecto al banco, pero no podía hacer que me amaras y no podía renegar de mi acuerdo.

—Vamos a dejar ese trato y empecemos de nuevo... como una pareja enamorada —sugirió ella acurrucándose contra él.

Bastante tiempo después escucharon una llamada en la puerta. Hermione se levantó del regazo de Harry antes de contestar:

—Adelante.

Era la señora Evans con una bandeja con té y pastas.

—Pensé que unas pastas con mermelada casera tendrían un efecto reparador. Las tormentas emocionales dejan un apetito atroz, creo recordar —les dirigió una mirada amorosa a los dos —. Pero todo va bien ya, ¿verdad?

—Fantásticamente bien... No podría ir mejor — contestó Harry con una sonrisa.

—Me alegro mucho. Estaba segura de que sería así. La primera vez que os vi juntos supe que estabais hechos el uno para el otro.

Mientras devoraban las pastas, la abuela dijo: —Tengo una idea que quiero discutir con vosotros en cuanto tengáis la boca un poco más vacía —sus ojos destellaron — Esta es una casa demasiado grande para una persona y yo necesito ayuda con el jardín. Tu madre siente lo mismo, Hermione. Nos llevamos tan bien que estoy pensando invitarla a venir a vivir aquí. La casa tendría que ser convertida en dos independientes y el jardín dividido. Ella querrá traer sus plantas favoritas. ¿Qué te parece?

Creo que es un plan excelente —dijo Harry — ¿Qué crees tú, amor?

—La única duda posible es que mi madre tiene... un admirador. Un hombre que era nuestro chofer.

—Eso no tiene por qué ser un obstáculo. Esta casa tiene sitio suficiente para los dos y un hombre agradable en la casa siempre es una seguridad. De todas formas, se lo sugeriré. Ahora me voy a la huerta a recoger un poco de verdura para la cena y vosotros podéis haceros la cama. Harry sabe dónde se guarda la ropa de cama. Yo escogería la que llamamos la habitación de la tía Petunia. Le da el sol por la mañana.

Esa noche, después de un pollo asado con patatas nuevas más la verdura recién cortada de la huerta, subieron a la cama de postes con unas sábanas de otra era e hicieron el amor...

—Dios... te quiero tanto. ¿Cómo he podido vivir sin ti todos estos años? Nunca te apartes de mí otra vez. ¿Me lo prometes?

—Con todo mi corazón. Oh, qué bien sienta poder decirlo en alto. Te amo... te amo... te amo...

Mientras desde alguna parte un reloj daba las once, permanecieron uno en los brazos del otro planeando un futuro muy diferente del que habían acordado.

Fin