Circulo: Vicio Tsun.
Advertencia: El capitulo tiene contenido sexual. (Vamos, no sé para que lo advierto sí ya todos lo esperabamos xD)
Atado a un sádico bastardo.
11. Kyoya.
Quería morder a todos hasta la muerte. Golpearlos y hacer que agonizaran por haberle engañado para ir a la maldita fiesta de Sawada Tsunayoshi y el bebé. Le habían dicho que Mukuro estaría ahí, sí bueno, estaba Chrome, pero no golpearía a la chica sin razón alguna; le dijeron también, que el potro salvaje estaba ahí y lo estaba, sin ninguno de sus seguidores por lo que pelear con él era una pérdida de tiempo. Y por supuesto el bebé sólo le dio las gracias por presentarse antes de ignorarlo por completo.
Por otro lado, Yamamoto Takeshi y Ryohei Sasegawa llevaban un buen rato portándose más idiotas de lo normal, todos lo notaron hasta que cayeron en cuenta que tomaron alcohol de Reborn por accidente. Kyoya tuvo que soltar su aura más atemorizante para que incluso estando los dos borrachos no se le acercaran.
—Sí que son unos imbéciles, Décimo. —río Gokudera. —No debería preocuparse.
Hibari lo miró con una sonrisa burlona en el rostro, preguntándose cuanto tardaría en darse cuenta de que se encontraba tomando un vaso con el mismo contenido que Yamamoto y Sasegawa, quizás estuviera un poco más acostumbrado a la bebida al ser italiano. Aunque sería muy gracioso el hecho de verlo ebrio.
— ¡Qué tanto miras! —gritó al verlo. Hibari no se inmuto por lo que la Tormenta fue a paso veloz hacía él, ignorando a su querido Décimo que le pedía no quemar su casa. — ¿Tienes algún problema, bastardo imbécil?
—Tú boca ya es de por si un problema. —objetó, quitándole la bebida de la mano. — ¿Al menos sabes que estas tomando?
— ¡Te vale mierda! —rezongó intentando tomarla. Kyoya, burlón, subió el vaso por encima de su cabeza. — ¡Hibari!
—Estas bebiendo alcohol. —dijo serio. —Te lo prohíbo.
— ¡Y quién mierda te crees para darme ordenes! —intentó darle un golpe el cual no paso a rozar ni un centímetro de Hibari. — ¡Joder!
—Ya estas ebrio. —se acercó a él, casi pegando la cara con la contraria, notaba un ligero rubor en sus mejillas. Quizás era tolerante al alcohol, pero si continuaba bebiendo sus acciones serian cada vez más torpes. —Sólo bebe un poco de agua para que se te baje.
— ¡Puedo tragar lo que a mí me plazca, bastardo! ¡No eres mi madre! —fue hasta donde se encontraban los vasos para los adultos y se empinó dos de golpe. Hibari puso el vaso que le quitó en la mesa, observándolo con molestia.
—¡Gokudera-kun! —llamó Tsuna, preocupado. — ¡Te confundiste también! ¡Reborn, deberías poner tus bebidas en otro vaso!
—Yo no tengo la culpa de esto. —reprochó el bebé, haciendo un mohín. —Fuiste quien insistió en no ocupar la vajilla fina.
— ¡Con Lambo corriendo mi mamá me mataría si llegará a romper algo!
Pasaban de las dos de la mañana cuando despertó oliendo humedad por la reciente brisa, un viento frío que le causo un escalofrío en la espalda. Arropó a la persona al lado suyo, acercándose más a él para darle un poco de calor. Hibari jugó con uno de los mechones plateados de Gokudera, lento, haciendo un rizo que se desbarato en el mismo dedo. Hayato dormía, tranquilo como una tormenta en calma, su entrecejo siempre fruncido lucía plano, descansado. Tras sus parpados se encontraban aquellos orbes esmeraldas que le provocaban perder la compostura; quiso sentir su mirada, orgullosa e impaciente, rogándole que le diera un beso.
Gokudera dejó escapar un quejido de incomodidad al momento en que Hibari paso su mano a la mejilla, acariciándola con delicadeza. Parecía que su mano había sido hecha para su cara, rodeaba a la perfección el contorno de ella; los dedos palpaban encima del hueso malar, provocando un cosquilleo por la piel del albino.
—Gokudera Hayato. —murmuró su nombre, anhelándolo.
Cuando lo miró por primera vez, en su oficina acompañando a Sawada, Yamamoto y el bebé no espero que le llamara la atención. Era débil. Incluso el beisbolista tenía mucho más potencial en atraer su atención, por no decir nada de Tsunayoshi. Nunca se dio cuenta el momento, el instante en que se metió en su vida, con las bombas que cargaba dentro de sí, llego a él. Atrayéndolo, seduciéndolo.
—Herbívoro rebelde. —de nuevo, como siempre, era lo que mejor le quedaba.
Y en ese efímero segundo que pasaba, sonrió. Ya no podía ocultarlo más, aunque no quisiera, aunque odiara aquel sentimiento que se juró enterrar, ahí estaba delante de él, mucho más fuerte, más intenso que nunca. Cada día que pasaba se encontraba enamorándose de Gokudera Hayato.
— ¿Hibari? —llamó el otro, soñoliento. Forzaba los ojos para enfocar su vista, con la noche el cabello de Kyoya se fundía en la oscuridad. — ¿Por qué estás despierto?
—Shh. —acarició su cabeza, acurrucándolo para él. Gokudera se dejó hacer, sin dejar de observarlo, en sus ojos notaba el cielo nocturno estrellado llamándolo para que se perdiera en ellos. Desde hace tiempo que siempre lo hacía. —Vuelve a dormir, herbívoro.
Hibari cerró los ojos, con los brazos de Gokudera sobre su pecho, sucumbió ante el sueño.
— ¡Maldición Hibari! —tronó la tormenta junto con un trueno que sonó en el cielo. — ¡Ya te dije que puedo caminar bien sólo! ¡Déjame tranquilo!
Hibari soltó un gruñido, estaba harto de Gokudera Hayato y sus quejas de sacarlo de la fiesta que su "querido Decimo" preparó con tanto esfuerzo. La verdad es que en ese momento lo único que quería el prefecto de Namimori era soltarlo, tirarlo a un lado de los botes de basura y dejarlo dormir ahí. Sólo que se veía jodidamente indefenso, tal vez ni tuviera la oportunidad de sacar su dinamita para defenderse.
Suspiró con desgane al ver su casa de cerca. No contaba con ninguna opción, sí bien conocía la dirección de Hayato, él mismo le confesó durante la segunda calle que recorrieron que no recordaba donde estaban sus llaves y que seguramente el portero no lo dejaría entrar así. A Kyoya le importaba muy poco el portero, lo podría morder hasta la muerte y asunto arreglado, sólo que la maldita puerta del albino era el problema. Y la verdad es que quería tirarse en una cama lo más pronto que fuera posible, olvidándose que tenía a la molestia a su lado.
Si el maldito herbívoro tan sólo se hubiese percatado como lo miró Mukuro al materializarse en la fiesta, no estaría tan alegre como lo estaba en ese momento.
—Esta es tú casa, Hibari. —balbuceó dándole golpecitos en la espalda. — ¡Es muuuy grande!
—Cierra la boca antes de que te la cierre. —jalándolo para avanzar Gokudera dio un traspié, haciéndolo que pasara sus manos de los hombros a las caderas.
—"Te morderé hasta la muerte" —imitó con sorna. —Yo también podría morderte hasta la muerte, Hibari.
— ¿Qué?
Quedaron delante de la puerta principal de la casa, mirándose el uno al otro. Hibari suspiró con fuerza, ignorándolo. Una vez adentró subió por las escaleras a Gokudera, antes de estrellarlo contra su cama para que durmiera.
—Deberías dormir en el suelo. —gruñó metiéndose en el baño, poniéndose el pijama.
Gokudera miró la habitación desconcertado. Una parte del alcohol comenzaba a retirarse de su sistema, aunque su mente aún estaba demasiado nublada para pensar de manera razonable donde se encontraba. Sintió la tibia cama de Hibari debajo suyo y sólo se dejó envolver por las cobijas.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Hibari saliendo del baño. Gokudera de pronto se convirtió en una oruga hecha de sabanas.
—Hibariiiii...—llamó, arrastrando las palabras. Con mucha pereza de desenvolvió de las cobijas, sentándose de golpe. —Luces increíble en pijama. —chasqueó los dedos, simulando un coqueteo tal y como Shamal de dijo.
—Iré a dormir a otra habitación. —lo que menos quería Kyoya en ese momento era escuchar a un borracho italiano.
—Espera…—Gokudera se levantó de un salto, tomándolo por el brazo. —Quédate.
La Nube lo miró sin expresión, intentando comprender que se proponía. Tenía la cara roja por el efecto del alcohol, dando un tirón Gokudera consiguió moverlo un poco, acercándolo a la cama. Bien, bien, bien. Momento de poner un alto.
— ¿Qué estás haciendo, herbívoro?
— ¿No quieres quedarte un rato conmigo?
—Estás ebrio.
—Me gustas, Hibari. —confesó poniendo los brazos alrededor de su cuello. El prefecto se tensó al mismo instante que el aire de su cuarto. El cuerpo de Gokudera rozó con el propio en un movimiento brusco que hizo para atraer su atención.
—No sabes lo que estás diciendo. —retiró sus manos de su cuerpo, aventándolas al costado de Hayato. Él le hizo un puchero descarado, volviendo a retenerlo por la espalda al darse la vuelta. —Suéltame antes de que te muerda hasta la muerte.
—Yo dije que también podía morderte~—susurró juguetón, sorprendiendo al mayor enterró los dientes en su hombro derecho. Hibari se volteó a él, tomándolo por la camisa. — ¡Vaya!
—Dije que era sufí-
Gokudera interpuso fuerza sobre el agarre de Hibari, acercando sus labios a los suyos hasta encontrarse con la otra. Un beso feroz que pronto encendió una chispa fugaz en el aire, incendiando todo el oxígeno hasta dejarlos sin aliento. Por impulso Hibari lo tomó con fuerza de los cabellos, echando para atrás su cabeza, logrando que el beso fuera mucho más intenso que antes. Su instinto lo domino en ese instante, tomándolo por las caderas con el otro brazo, tirando de él para pegarlo contra su cuerpo. Hayato gimió en su boca por la brusquedad; si bien logró que Hibari reaccionara, también consiguió una nueva llama.
— ¿Te quedarás entonces? —preguntó con un toque en su voz que consiguió desenfocar la mirada de Kyoya. ¿Desde cuándo el herbívoro solía ser tan atrevido?
—No. Es suficiente, te arrepentirás de esto mañana. —lo soltó con esfuerzo. Hayato soltó un bufido molesto.
—Deja que yo decida si me arrepiento o no. —se interpuso entre la puerta y Hibari, impidiendo rápidamente el paso del mayor. Se quitó la playera que llevaba encima y a una velocidad impresionante ya lo tenía encima suyo, intentando besarlo.
Lo poco que le quedaba de sensatez se perdió en aquella frase. Lo primero que tomó fue su boca para hacerla callar, aprisionándolo contra la cama que se hundía con el peso de ambos. Gokudera sabía a alcohol y cigarrillos. La lengua jugaba con la propia, haciendo una danza nada armoniosa; las manos de Hibari debajo de la playera tocando toda su piel estremecían a la tormenta, provocando que gimiera incontables veces.
Como un gato asustado de ser reprendido, Gokudera se acercó a la oreja de Hibari usando la lengua sobre ella, recorriendo suavemente el borde de ella, deslizándose para llegar al cuello, que pudo morder a gusto mientras sentía la vena de este palpitar sobre su lengua.
Los pantalones de ambos pronto quedaron olvidados en el suelo, la camiseta de Hibari quedo en algún punto de la habitación, y de pronto ambos se observaron en calzoncillos, examinando el cuerpo del otro, confiando su cuerpo en las manos ajenas. Realmente Hibari no estaba muy seguro de que hacer, y sólo se dejó guiar por su instinto, que le exigía tocarlo en todos lugares. Marcar la piel de Hayato.
Besó justo en el centro donde se unían las costillas, por debajo del pecho. Gokudera se estremeció al sentir la lengua deslizarse hasta su ombligo, la mano de Hibari palpaba inexperto el pene ajeno por encima de la ropa. Las caricias y el deseo con el que iba cada una lo hacían retorcerse, Hayato abrió de más las piernas, ofreciéndose.
—Hibari…—llamó, tomando sus labios de nuevo, atrayéndolo para que quedara encima de él. Con los miembros de ambos uno encima del otro, comenzaron a moverse en una suave danza, suspirando en la boca del otro.
Kyoya llevó una mano a uno de los pezones de Gokudera, pellizcándolo. Gokudera gruñó de dolor. La Nube volvió a hacerlo, sólo que uso sus dientes y lengua esta vez; un gemido fue lo que obtuvo y una danza mucho más intensa.
—Hayato.
La piel expuesta se sentía bien, sabía muy bien. Las mordidas que dejo que pronto se convertirían en marcas diciendo que el cuerpo debajo suyo le pertenecía, que Gokudera Hayato era suyo. Lamió y mordió casi cada parte de él, siendo las piernas donde se centró un buen tiempo, devorando todo a su paso.
Hayato jaló su cabello logrando que alzara su cabeza para verlo. La mirada de La Tormenta estaba cargada en deseo, con el pie empujó el hombro de Hibari echando el cuerpo atrás. Gateó sobre la cama, llegando a él. De pronto los papeles se intercambiaron, ahora era Hayato quien estaba encima, montándolo.
Las manos de Hibari acariciaron su torso, después su trasero y por último sus piernas. Gokudera se inclinó a él, besándolo a profundidad, ambos vieron meteoros bañados en fuego al cerrar los ojos. Ninguno de los dos sabía besar correctamente, eso era obvio, la saliva comenzaba a escurrir de la comisura de los labios. Kyoya apretó las nalgas de Gokudera, volviendo a frotarse con él. Se sentía tan bien aquello que no dudaba en volver a repetirlo cada que podía.
No tardó mucho para que sólo el frote de sus penes se volviera insuficiente. Necesitaban más. Así que Gokudera ante su posición bajo totalmente hasta encontrarse a la cara el pene de Hibari, tragó saliva al tomarlo entre sus manos, de repente nervioso de hacerlo. Kyoya lo miró por encima, un poco de él quería detenerlo, la parte más dominante de su mente fue la que hizo tomar la cabeza de Gokudera e inclinarla a él. La Tormenta entendió perfecto el mensaje y sólo se dejó dominar de nuevo.
Empezó frotando de arriba abajo, lamiendo la punta que tenía un sabor amargo. Un sabor que nunca probo. Siguió de lado, una y otra vez, lengüeteando hasta llenarlo de saliva. El agarre se hizo más intenso en su cabello, dándole otra indicación; lo metió a su boca de lleno, sacándolo casi al mismo instante en una arcada. Escupió saliva, tosió repetidas veces sosteniendo un firme agarre en el pene. No deseaba soltarlo. Al recuperarse volvió a la misma acción, mucho más despacio que la primera vez, sin dejar de frotarlo con la mano consiguió meterse la mitad en la boca, a partir de ese punto decidió frotarlo con esta.
Hibari encogió sus piernas, apretando contra la cabeza de Gokudera. Bien, el chico era jodidamente inteligente para llegar a la conclusión de cómo hacerlo sentir mejor. Kyoya movió su cadera para adelante, metiendo un poco más en Gokudera; y así siguieron hasta que ni pudieron darse cuenta el momento en que Hayato recibió el semen en su boca.
Kyoya se incorporó de pronto, impidiendo que lo escupiera y metió sus dedos en la boca. Gokudera tosió al tragar, el cuerpo de Hibari se situó de nuevo encima de él, los dedos lubricados con el semen y saliva volvieron a poner a su pareja duro. La otra mano de La Nube separó sus piernas, deslizándose por ellas, tocando su pene y apretando sus testículos, bajó esta vez más lento para llegar a su entrada. Tanteó levemente, notando la humedad. Sacó los dedos de la boca de Gokudera y logró meter uno muy fácilmente. El segundo se abrió paso despacio, deslizándose lentamente en él.
— ¡H-Hibari! —el grito de Gokudera y su movimiento de caderas electrizaron de más la habitación. Los ojos azules de Hibari estaban perdidos en el cuerpo debajo de él, devorándolo. Un beso estalló en sus bocas, mordiéndose los labios, luchando con la lengua contraria.
Entonces Gokudera comenzó a sentir que ya no eran los dedos lo que sentía, era algo mucho más grueso y doloroso. Le ardió hasta las profundidades tenerlo todo dentro. Consolándose únicamente de los besos fogosos de Hibari, mordiendo sus labios, apretando sus piernas contra sus caderas. El vaivén comenzó lento, deslizándose poco a poco, saliendo y entrando hasta que les dejara de doler a ambos.
Su nombre saliendo de los labios de Hayato conseguían aumentar el ritmo de Hibari, que sí por él fuera ya se vería destrozando el cuerpo contrario. Y sí fue así, al momento en que Gokudera recitó una sola palabra.
"Kyoya."
Sólo quedaba esperar a que la luna le cediera el paso al sol, y entonces todo acabaría.
Joder, lo paro acá que sentí que fue mucho para mí -no- tan inocente mente. Podemos imaginar lo demás, R.I.P al trasero de Gokudera. Hace añisimos que no escribía ningún lemmon, pueden entender en parte la tardanza del capítulo XD Eso espero. ¡No me maten! Se me fue toda la inspiración de esta FF, y apenas hace no más de una semana acaba de echarme un vistazo acordándose de mí.
Ahora espero poder actualizar al menos igual de frecuente que antes.
Agradezcan a Mukuro, sin él esto no estaría pasando. XD
De nuevo, perdón por todo el tiempo detenida.
LilyVongola, AnhiVann, satorichiva, shanoon59, Kia-chan kuchiki, paulina & Srta. Komaeda. ¡Muchas gracias por sus reviews! De verdad, lamento no actualizar.
Con cariño,
MimiChibi-Diethel.