Capítulo 3: Bajo los escombros

Quien la describió, dijo que fue una nube horrorosa que levantó el cielo, estalló cerca de Dios y después dejó tras de sí un rugido feroz como el de un león.

-¡Rei-chan, Rei-chan!-. Habló el rubio que entraba a la casa de los Ryugazaki alzando los brazos, corría rápidamente hasta llegar al jardín trasero donde Rei se apresuraba a enterrar todo muy bien en una fosa hecha por el mismo.

-Nagisa-kun…- habló el de gafas en un suspiro y después paró su labor para acomodarle bien la ropa-Adelántate, por favor, yo te alcanzaré…-

Pero el rubio negó con la cabeza; los padres de ambos murieron durante un bombardeo americano, así que, ahora solo se tenían a sí mismos, y, Nagisa ahora no quería separarse del peli azul por ningun motivo. Rei solo asentía, sabía que estaban de más los ruegos para aquel rubio testarudo.

-Bien, entonces...-aplanó la tierra con la pala y después se apresuró a llegar a lado del rubio, el cual le tomó de la mano y, así, ambos se encaminaron al refugio.

-Odio los refugios, Rei-chan…-admitió Nagisa abrazándose a Rei cerrando los ojos lo más fuerte que podía, y tratando de cubrir con sus manos sus oídos, pues afuera las bombas caían desde lo alto de los aviones verdes olivo, Rei le abrazó y asintió, a él tampoco le gustaban los refugios, pero debían ser fuertes, porque pronto el imperio japonés ganaría, él estaba seguro de eso.

Cuando el bombardeó acabo, la gente que había alcanzado a llegar al refugio, salió buscando con sus miradas a algún familiar que se haya retrasado, la madera de las casas ardía en fuego, algunos árboles de igual manera, se podría decir que todo se estaba consumiendo en aquella guerra.

-¡vamos, Rei-chan!-. Habló Nagisa con una sonrisa mientras le jalaba del brazo con aquella hermosa expresión, aquella cara que le hacía dudar que se encontraran en medio de la Guerra.

Aquella cara alegre con la que Nagisa le jalaba del brazo para ir a pescar, o para ir a comprar bombones; antes de la guerra, todo era hermoso, amaba aquellos momentos a lado del rubio, en donde la única preocupación era alcanzar a ver la función de marionetas en los festivales.

-Cada vez es menos…-habló Rei dando un suspiro al recibir su dotación de arroz blanco, las reservas que había enterrado en el jardín trasero se habían acabado y el dinero ya casi se agotaba, de hecho, ya había sacado todo el restante del banco de su familia, al igual que Nagisa, sin embargo, los precios subían y, ahora ya no se podía intercambiar nada.

Lo poco que les quedaba a ambos ahora, les alcanzaba para una lata de arándanos, dotación de arroz para dos y un poco de soya, en pocas palabras era nada.

La gente ya no desperdiciaba nada, ahora cualquier alimento era bien recibido, así sean pequeñas porciones.

-Ya solo queda esto…-habló en un murmuro el de cabellos azules mientras miraba a Nagisa correr jugueteando con cualquier cosa que se le pusiera en frente. A pesar de todo lo que estaba sucediendo, Nagisa era el único que había sonreído, nunca perdió la costumbre de hacerlo a pesar de que la situación era deplorable, Rei suspiró y miró las pocas monedas de metal que quedaban en su mano, en pocos días no tendrían más que dar a cambio de comida, y ahora, los negocios no aceptaban cosas, solo dinero en efectivo, los fondos de la familia Ryugazaki y Hazuki se habían agotado. Rei estaba angustiado, mucho muy angustiado.

-¡mira, mira, Rei-chan!-. Habló Nagisa con una sonrisa entusiasmada quedándose frente a un negocio ambulante mirando una pelota de papel- ¿Podemos comprarla?-.

Y Rei negó.

Nagisa agachó la cabeza un poco desilusionado pero después asintió con una sonrisa "Vale" le dijo y volvió a correr por ahí con una sonrisa, Nagisa necesitaba también zapatos nuevos; Rei suspiró y sonrió, para todos eran tiempos muy difíciles.

-Vamos, Vamos, Rei-chan…- decía alegre el rubio jalando a Rei que se encontraba vendado de los ojos.

-Me caeré, Nagisa-kun…- Reprendió Rei algo molesto.

-Te gustará…- Y dicho esto, el de cabello azul pudo sentir el pasto largo rozar sus piernas, después sintió como Nagisa le quitaba la venda de los ojos y remplazaba la tela con sus blancas manos.-¿Estás listo?-.

Y después le dejó mirar un montón de mariposas volando sobre un enorme jardín de flores de colores, a pesar de que estaban en guerra, había lugares que no perdían su hermoso sello, aquel escenario le hizo sentir feliz, y tranquilo. Nagisa había estado observando a Rei, le miraba preocupado y muchas veces se la pasaba hasta muy tarde en un trabajo en el cual, apenas y le pagaban lo necesario para comprar comida, Nagisa también había intentado ayudar en los gastos de la casa, pero en ningun lugar le aceptaban.

Todo aquello era un regalo para su Rei-chan, se lo merecía por esforzarse tanto.

Una mañana, Rei salió a aquel miserable trabajo, sin embargo, cuando la tarde cayó, a todos los jóvenes les dijeron que ya no era necesaria su ayuda, dándoles así su último pago.

¿De nuevo estarían en las mismas dificultades? Todo cada vez era peor, ¿cómo decirle a Nagisa que tendrían que buscar un nuevo lugar en donde vivir?, en ese momento recordó que le había prometido un regalo de cumpleaños a Nagisa, "el más hermoso" le había dicho él, suspiró por recordarlo al último, en ese momento había terminado con las últimas reservas que tendrían en mucho tiempo, y tan solo habían quedado algunas monedas, giró su rostro topándose con aquel puesto ambulante de hace unos meses, recordó la mirada ilusionada de Nagisa al ver aquella pelota de papel, se encaminó a aquel lugar, y así gastó lo último que le quedaba en un regalo para Nagisa.

Cuando Nagisa escuchó las pisadas de Rei en la entrada corrió hasta él abrazándole.

-¿Cómo te ha ido, Rei-chan…?

Pero al mirar la sonrisa triste de Rei, no fue necesario continuar, simplemente le sonrió y acarició su mejilla.

-Preparé pastel de arroz para hoy, iré a servirte…- le sonrió y después corrió a la cocina.

Y mientras ambos se encontraban sentados comiendo un poco de aquel pastel de arroz, Rei le contó lo ocurrido, Nagisa le sonrió diciendo "ya encontraremos que hacer, no te angusties, Rei-chan", aquella sonrisa hizo que el de gafas se relajara y después asintió, se levantó de su puesto siendo observado por Nagisa que se hallaba curioso por aquel gesto de Rei, cuando Rei volvió se sentó frente al rubio y sopló de la boquilla dándole forma así, a una pelota de papel, los ojos de Nagisa se llenaron de lágrimas al tomar la pelota.

-Rei-chan… ¿por qué..?..-

-No sé cuando volvamos a tener dinero, Nagisa-kun…- acarició sus cabellos y le sonrió- Feliz cumpleaños-.

Nagisa sonrió alegre, hacía mucho tiempo que no recibía un regalo, abrazó a Rei lo más fuerte que pudo, estaba feliz, amaría aquel día, amaría el primero de agosto de 1945, porque fue el día en el que volvió a sentirse feliz.

Durante la noche, Nagisa se levantó del futon, Rei aún no se iba a dormir, y ya era muy tarde, seguramente estaría angustiado por lo que pasaría ahora que no tenían dinero, se paró acomodándose la ropa de dormir y tomó una vieja manta, caminó y miró a Rei sentado en el tatami con la mirada al jardín, Nagisa se acercó despacio y le colocó la manta sobre sus hombros.

-Nagisa-kun… Es tarde. No deberías estar despierto…-

-Lo mismo te digo, Rei-chan…-reclamó Nagisa, se sentó a su lado y recargó su cabeza en su hombro-No debes preocuparte, Rei-chan. Ya veremos que hacer después, además, tengo el presentimiento que pronto acabará la guerra.-

-¿Y si no es así, Nagisa-kun…?...-

-Será así, Rei-chan…-y tomándole de la mano, le hizo levantarse para caminar hacia la recamara, Nagisa estaba preocupado por Rei, cada vez se veía más y más acabado, por ello decidió ayudarle a quitarse las ropas, Rei se resistió un poco, pero se dio por vencido casi de inmediato, Nagisa miró las múltiples marcas que Rei tenía a causa del incesable trabajo, se inclinó un poco y besó una de estas marcas, pero Rei lo detuvo, negó con la cabeza a manera de desaprobación, Nagisa le miró con los ojos llenos de lágrimas y se abrazó a él ocultando su rostro en el pecho de Rei, tal parecía que todas las lágrimas que había contenido habían decidido salir.

-No quiero seguir con esto, Rei-chan. No quiero que sigas lastimándote, no quiero que la guerra siga, por favor, Rei-chan… si te pierdo a ti ¿Qué otra cosa me queda?-y las lágrimas se multiplicaron, tanto que Nagisa perdía la voz- eres lo único que tengo, Rei-chan. No quiero alejarme de ti, y cuando tú te vas y tardas en volver, yo me asusto mucho…- alzó la mirada para toparse con la mirada violácea de Rei que le observaba fijamente, enternecido- yo… te amo tanto, Rei-chan, que no quiero que nada te pase…- admitió por ultimo abrazándose más fuerte al de cabello azul.

Rei le abrazó, dejándose caer en el futon que se encontraba a un lado, dejando a Nagisa debajo de él, limpió sus lágrimas con el dorso de su mano y después besó sus labios, Nagisa le miró con una sonrisa ante aquel besó rápido, seguido del cual llegó uno más profundo, y después uno más, y otro más, las caricias aumentaron el ritmo conforme aumentaba el tiempo…

-Te amo, Rei-chan…-susurró Nagisa acorrucándose en el pecho desnudo de Rei; Rei le cubrió con las cobijas y besó su frente, ¿hacia cuanto no sentía esta agradable tranquilidad? A decir verdad, no lo recordaba.

-Y yo te amo a ti, Nagisa-kun…-

Cinco días pasaron, y todo estaba extrañamente tranquilo, Nagisa se encontraba recostado en el tatami mirando a las hormigas avanzar en fila india, Rei se encontraba a un lado de él acariciando sus cabellos mirando el cielo azul, miraron aviones americanos llegar, sin embargo, la alarma no sonó.

Pero…

Lo siguiente fue una luz enceguecedora que cubrió el pueblo, Nagisa alzó un poco la mirada y después, vio como la pelota que Rei le había obsequiado en su cumpleaños se deshacía, Rei lo abrazó con fuerza y después oscuridad.

Cuando Nagisa reaccionó sintió el brazo de Rei, hacía calor, un calor insoportable. Sentía como el aire le faltaba, y también como algo pesado le aplastaba la mitad de su cuerpo.

-Rei-chan…-susurró Nagisa.-

-La guerra acabó, Nagisa-kun… acabó para nosotros…-habló Rei con dificultad. Rei estaba cerca de él, lo sabía por la cercanía de sus respiraciones, Nagisa asintió, Rei buscó la mano de Nagisa en la penumbra la cual encontró y se aferró a ella con una sonrisa, Nagisa sintió como la vida se le iba, ambos buscaron sus labios en la penumbra, cuando se encontraron se unieron en un último beso, tantas cosas habían pasado, tanto dolor habían sufrido ambos, tantas muertes… Pero siempre juntos. Y así, ambos se obsequiaron algo que nunca olvidarían, el último latido de sus corazones, ambos murieron sin saber… que la guerra había acabado con aquella bomba que los dejó bajo los escombros, con aquella bomba creada para matar… Aquella bomba a la que los americanos le llamaron "La Bomba atómica".

Morir no es tan malo… ¿o sí?... ese fue el último pensamiento de ambos aquel 6 de agosto de 1945.

Notas finales:

Gracias a todos los que leyeron este fanfic.

Trate de enfocar el dolor de lo que ocasiona una guerra desde tres puntos:

-Los soldados que mueren al frente.

-Las familias o parejas que se separan y nunca más se vuelven a ver.

Y, por último:

-Los civiles que no tienen nada que ver con la guerra.

A veces, no valoramos lo que tenemos hasta que lo vemos perdido, a veces no valoramos la vida, a veces simplemente nos da igual lo que pase con los demás, total "a mí no me afecta en nada".

Recuerda valorar a aquellas personas que son especiales para ti, aunque no te lleves bien con algún familiar cercano, recuerda que algún día esa persona puede no regresar, y entonces dirás "cuanto lo extraño", pero será demasiado tarde porque él o ella no lo sabe, y nunca lo hará.

Disfruta los pequeños regalos que te da la vida, desde un amanecer, hasta una lluvia, disfruta de tus amigos y las risas, disfruta de cada momento con tu pareja, haz que valga, porque no sabes en que momento, en que minuto, en qué segundo, todo acabara.

Muchas gracias por leer.