Esto es una traducción al español del fanfic "Why Am I Pinkie Pie?!" hecha por mí con permiso de su autor, Hoopy McGee. Si os gusta, podéis leer esta y otras historias suyas en inglés dentro de su perfil en Fimfiction.


Em… ¿Hola?

¿Hola? ¿Alguien puede oírme?

¿Hola?

Em…

Vale, esto es una estupidez. Ni siquiera sé si esto funciona. Oh, bueno… supongo que vale la pena probar.

En fin, voy a continuar y a asumir que alguien puede recibir esto. Estos poderes para romper la cuarta pared tiene que servir para algo, ¿no? Eso si es que son reales y de verdad puedo usarlos, claro.

Vale, creo que debería empezar por el principio.

Hola. Soy una persona humana perfectamente normal. Y, por alguna razón, también soy Pinkie Pie. Me explico…

Vale, no, no puedo explicarlo. No tengo ni idea de cómo ha ocurrido esto. Estaba un día en el Target que tengo cerca de casa para comprar algunas bombillas, bolsas de basura… ese tipo de cosas. Estaba por la sección de decoración y pensé en pasarme por el pasillo "rosa" para ver si tenían alguna cosa de ponis nueva. Le eché una mirada al espejo que tenían expuesto y me quedé completamente helado al ver cómo cierta poni rosa con cara asustada me devolvía la mirada.

Parpadeé, y después noté una sensación extraña, como si me desplazaran. Cuando abrí los ojos de nuevo, vi cómo mi propia cara me devolvía la mirada, pero no seguía estando en el Target ni de blas. Volví a parpadear, y cuando abrí los ojos, mi cara ya no estaba, y el espejo mostraba una vez más la cara de una muy confundida Pinkie Pie.

Sí, vale. Es algo increíblemente raro, y obviamente estaría alucinando, ¿verdad? Tenía ponis en el cerebro y estaría teniendo alguna especie de transtorno mental. Me había vuelto loco de remate y en realidad estaría por el suelo del pasillo del Target, probablemente echando espuma por la boca y balbuceando el tema de My Little Pony.

Pues en realidad no parecía que fuera así. Demasiadas sensaciones. Podía notar que la habitación olía algo a polvo y tenía un pequeño toque a perfume femenino, pero también podía notar cómo el aroma a pastelería subía por las escaleras. Galletas, tartas, pastelitos… ese tipo de cosas. También podía escuchar algunas voces que venían de fuera. No tenía esa sensación de movimiento constante que tiene uno cuando sueña, y además podía sentir el duro suelo de madera bajo mi trasero.

Lo que realmente me puso los pelos de punta fue el ligero sabor a glaseado que notaba en mi boca. Sabía que eso nunca me lo hubiera imaginado. Es algo que jamás se me hubiera ocurrido si hubiera estado alucinando, o teniendo un ataque o lo que sea. Así que, como no lograba procesar lo que estaba pasando, me quedé ahí quieto. No sé cuánto tiempo pasó, pero me quedé ahí sentado sobre mi extraño y peludo trasero rosa, mirando simplemente al espejo con unos ojos azules como platos mientras trataba de negar que todo aquello estaba pasando.

Y entonces una gota de sudor resbaló hasta uno de esos ojos y me escoció cosa mala. Finalmente comencé a parpadear otra vez y empecé a darme cuenta de que todo esto era real. Pero no podía ser real. Pero era real. Pero no podía serlo…

¿Alguna vez has visto una de esas películas viejas de ciencia-ficción donde engañan a los androides/robots/computadoras asesinas con puzles de lógica y eso hace que se les frían los circuitos y exploten? Pues así es como me sentía, todo mientras miraba a esta extraña pero conocida cara en el espejo.

Por suerte, mi cerebro no explotó. Y tampoco me desmayé, que es lo que normalmente pasa cuando les ocurren cosas de este calibre a los personajes de las historias que leo. En vez de eso, me quedé un poco empanado y traté de levantarme. Tenía que ver si de verdad estaba en Ponyville, porque estaba clarísimo que aquello era la habitación de Pinkie. La recordaba perfectamente de la serie. Estaba incluso ese pequeño caimán sin dientes mirándome de forma enigmática.

Caminar a cuatro patas es difícil, así que me tropecé unas cuantas veces mientras me dirigía a la ventana. Tampoco fue tan mal, ya que no llegué a caerme al suelo, pero no iba a ganar ninguna carrera, eso os lo garantizo. No puedo ni empezar a describir lo raro que me resultaba el notar aquellos músculos y huesos extraños bajo mi pelaje. Era totalmente surrealista.

¿Y caminar con cascos? ¡Olvidadlo! Jamás había sentido nada parecido. No, no es como caminar de puntillas, o al menos no exactamente. Además, pensaba que los cascos eran duros y toscos, y que sería como llevar botas muy gruesas. Pero no, en realidad podía sentir la madera del suelo con ellos. Resulta que la parte blanda del casco (que por cierto, lo busqué y se llama "ranilla") es muy sensible. Al menos en los cascos de Pinkie. Oh, y cuando pones tu peso sobre ellos, se expanden un poco. Fue… bastante extraño sentir eso.

Llegué hasta la ventana, la abrí, y me apoyé torpemente contra la repisa. Sip, estaba en Ponyville sin ninguna duda. ¿Queréis saber por qué lo sabía? Pues porque había ponis multicolor dondequiera que mirara, charlando, jugando, paseando…

Guau.

Si habéis visto la serie, sabréis de qué estoy hablando. Los edificios parecían sacados de una pintoresca aldea de cuento de hadas. La mayor parte eran blancas por fuera y con tejados hechos de paja. Sus decoraciones eran de todo tipo de colores pastel, tonos rosas en su mayoría, pero también verdes, azules y morados. Era precioso, era nostálgico… ¡y me llevé el susto de mi vida!

Me volví a sentar sobre mi trasero y puse la espalda contra la pared mientras trataba de recuperar el aliento. ¡Dita sea, yo solo quería comprar algunas cosas, y ahora estoy en Ponyville y soy Pinkie Pie! ¡Y ni siquiera me hice con las bombillas, que eran la principal razón por la que salí a comprar!

Y entonces una pequeña voz en mi cabeza dijo: Al menos no eres Twilight Sparkle.

¿Por qué dices eso? —pregunté a la voz de mi cabeza—. ¡A mí me gusta Twilight Sparkle!

¡Así es, voz en mi cabeza! ¡No te metas con Twilightlicious! Pero aquella voz interior no dijo aquello por decir.

Porque probablemente Twilight sea la única que pueda descubrir lo que ha pasado y llevarte a casa —dijo de forma razonada. Y que me aspen si no estaba en lo cierto.

Me quedé allí sentada durante unos minutos, con la espalda contra la pared y las patas traseras extendidas frente a mí, pensando en lo que iba a hacer, en lo que podría decir, en todas las cosas que pasarían si le contara a Twilight que yo era un ser alienígena dentro del cuerpo de su amiga. Un extraño ruido de succión interrumpió mi concentración. Bajé la mirada y vi una cosa rara y verde enganchada a uno de mis cascos.

—¡Ahh! —Lo que dije no fue la cosa más elocuente del mundo, pero me hice entender. Solté una patada en acto reflejo y la cosa rara y verde (que obviamente era Gummy, el caimán desdentado) salió volando. Contuve un grito; no quería hacer daño al pequeñajo, pero hizo un arco suavemente en el aire y cayó sobre la cama de Pinkie. Me quedé mirándolo, preocupado, y él me devolvió la mirada, parpadeando un ojo y después el otro.

Estaba muy seguro de que estaba bien.

En fin, mi nueva voz me llamó la atención. Así que dije lo mismo otra vez.

—Ahh. —Hmm. Qué raro.

—Ahh. ¡Ahh! Ah ah ah. ¡Gaaaaaah! ¡Gaaaagaaaahhhhhahahahaaaa!

—¿Va todo bien, cariño? —preguntó de repente una voz.

—¡AHH! —contesté.

Di un salto y miré por las escaleras que subían a la habitación. La señora Cake había asomado la cabeza lo suficiente como para ver la habitación, y me miraba con una mezcla de preocupación y buen humor.

—¡Oh! ¡Ah! Emm… —dije. Magnífico, ¿verdad?—. Tan solo estaba… em… ¡practicando algunos ruidos!

Le mostré una sonrisa de pánico. Ella me devolvió la sonrisa y bajó las escaleras. Estoy seguro al 110% de que estaría pensando algo parecido a "¡Ay, esta Pinkie y sus locuras!"

En fin, mi voz sonaba igual a como os imaginaríais. Muy aguda e igualita a la de Andrea Libman. Una voz femenina. Lo que significaba, por cierto, que ahora soy una chica. O una yegua. O una poni yegua. Una poni yegua chica rosa y oh Dios mío estoy flipando en colores y…

Vale, vale, lo siento. Todavía me pasa de vez en cuando. En fin, aunque era algo bastante terrible, la pérdida de mis genitales masculinos en realidad pasó a un segundo plano comparado con la pérdida de mi humanidad en general. En serio, creedme.

Estoy seguro de que no hace falta que describa cómo me veo ahora. O bueno, no sé, tal vez sí. Estoy asumiendo que, si estoy rompiendo la cuarta pared, todo esto le llegará a algún compañero brony, aunque puede que no sea el caso. Tal vez esto le llegue a alguna niña pequeña que es fan de la serie, en cuyo caso… em… perdón por haber nombrado lo de los genitales. Olvida lo que dije, ¿vale?

Nota mental: dejar de mencionar los genitales por si acaso hay niños.

O tal vez la persona a la que le llega esto no es ni brony ni fan. Espero que al menos sea humano. Si eres un alienígena, entonces espero que no seas de los que abducen a la gente y les hacen pruebas con sondas, porque, en serio, esto ya es bastante perturbador de por sí. Ahora que lo pienso, si fueras un alienígena de esos que se te pega a la cara la cosa sería aún peor. Por favor, si eres uno de esos horrendos alienígenas a los que les gusta abrazarse a las caras, no hace falta que te molestes en ayudarme, así estoy bien.

Ah. Me voy por las ramas. Perdón. No sé si es por el cerebro de Pinkie o qué, pero ahora suelo salirme por la tangente muy a menudo.

¿Por dónde iba? Ah, sí. Descripciones. Vale, soy una poni. Más concretamente, una poni rosa con el pelaje más rosa que te puedas imaginar por todo el cuerpo. Mi cola y crin, de un rosa más oscuro, están bien enmarañadas, son gruesas y esponjosas, y parece que tengan vida propia.

Creo que ya mencioné antes que mis ojos son azules, pero también son enormes. Unos ojos muy grandes de color azul claro. Tienen una mirada muy inocente, y eso es algo muy, muy poco apropiado. ¡No soy lo bastante inocente como para merecer estos ojos! ¡Soy un hombre adulto, por el amor de Dios! ¡He hecho cosas obscenas con otras chicas y todo!

Ay, ya me olvidaba de que esto podía llegar a alguna niña. Vale, cerebro, ¡deja de pensar en cosas obscenas!

Oh, ups. Jejeje, perdón. Espero que esto último no haya cruzado la cuarta pared. Es un poco como cuando tratas de no pensar en elefantes, y entonces lo único en lo que puedes pensar es en elefantes, ¿sabéis?

Bueno, continúo, y espero que corramos un tupido velo sobre este embarazoso incidente…

Ya había visto a Pinkie Pie en la serie de dibujos, y en ella el color de su cuerpo era uniforme, pero ese no es el caso en… bueno, no sé de qué otra forma decirlo, así que llamaré a esto "vida real", ¿vale? No nos liemos en detalles. Su pelaje… mi pelaje… en fin, solo se ve de un color rosa uniforme cuando se mira desde lejos. Cada uno de los pelos son, en su mayoría, de un color rosa brillante, pero también tenía tonos distintos mezclados, desde rosa claro a oscuro. Había incluso algunos pelos que eran totalmente blancos, aunque eran muy pocos.

La excepción era la cutie mark, que eran tres globos en cada una de mis caderas. Cada marca tenía dos globos azules y uno amarillo, y eran pelos tintados de ese color. Molaban bastante, la verdad.

También mis… sus… cascos eran de un color un poco más oscuro que el pelaje. La parte externa era dura, tal y como esperaba, pero la planta de los cascos era… rara. Vale, para empezar, siendo una poni, no debería de poder verme la planta de mis cascos, ¿no? Pues olvídalo; los ponis de por aquí pueden hacer todo tipo de cosas ridículas, y poder mirarse la planta de los cascos es de las cosas más normales que he visto desde que estoy aquí.

Lo siento, he vuelto a irme por las ramas.

A lo que iba, hay una parte detrás de la uña que es bastante rara y esponjosa, y después está la ranilla, que es una especie de tejido blando y rosa (por supuesto) con forma triangular. No sé si se debe a que son ponis mágicos o no, porque no me imagino a los caballos de mi mundo con un tejido así de blando en sus cascos. Pero bueno, así son los de Pinkie.

Ya basta de descripciones. Si nunca has visto la serie, es suficiente con que sepas que soy una poni mágica de color rosa dentro de un mundo mágico lleno de ponis mágicos.

Lo gracioso (ja, ja, mira cómo me río) es que siempre he querido venir aquí. Sí, siempre he querido venir aquí, pero con mi cuerpo. No con el cuerpo de Pinkie Pie. Así que, decidí hacer caso a esa voz que tenía en mi cabeza y pensé que ya era hora de irme a buscar a Twilight Sparkle.

Como si necesitara una razón para eso. Es mi poni favorita al fin y al cabo.

Aun así, si hay alguien que pudiera descubrir lo que me ha pasado, imaginaba que sería la prodigiosa y superinteligente poni que… que…

¿Quién vive en una biblioteca en el fondo de un árbol? ¡Twi~light Spar~kle!

Lo siento, tenía la canción de Bob Esponja metida en la cabeza. ¡Oh, Dios mío, creo que el cerebro de Pinkie me está pegando sus locuras!

Vale, creo que voy a descansar un momento. Volveré a contaros mi historia dentro de un rato, cuando las locuras se hayan calmado un poquito.