Itachi Uchiha POV
Me sentía realmente culpable por haber caído en las provocaciones de Kakashi. Shikamaru tenía razón cuando nos dijo que no deberíamos hablar así de la persona que amamos, ni siquiera cuando no nos pueda escuchar, es una gran falta de respeto... fui un estúpido pero no tenía ni idea de que Minato se había acostado con Kakashi, ¿había estado jugando conmigo? No lo sé... no creo... cada vez que le miraba a los ojos podía ver todos los sentimientos que tenía por mí, cuando le besaba sentía su amor por mí y, cuando uníamos nuestros cuerpos, sé que se entregaba al máximo como sólo lo haces cuando estás con la persona que quieres. ¿Entonces por qué se acostó con él?
Cuando Kakashi me dijo aquello, no razoné, solamente me dejé llevé por los celos y quería quitarle esa estúpida sonrisa que tenía Kakashi en su cara en aquel momento. Dudé por unos instantes porque no sabía si era buena idea contarle lo que había pasado entre Minato y yo, sólo por respeto a la persona que amo pero al final los celos pudieron conmigo y acabé presumiendo de lo mucho que disfrutaba Minato conmigo. Pero cuando vi que él había escuchado toda nuestra discusión, me sentí la peor persona del mundo. Me disculpé con él de inmediato pero el daño ya estaba hecho.
Tras acabar la misión y volver al cuartel de los ANBU, vi a Minato salir de allí con rapidez seguido por Kakashi. Me levanté para ir tras ellos pero Shikamaru me detuvo, me dijo que no pensaba encargarse él solo del informe de la misión, por lo que me tuve que quedar para ayudarle, aunque mi mente solamente estaba pensando en él y en lo que podría estar haciendo con Kakashi... de nuevo mis celos surgieron. Redacté el informe lo más rápido que pude y salí de allí para ir al barrio Uchiha, concretamente a la casa donde vivía Minato.
Cuando llegué, toqué al timbre como loco esperando a que él abriese la puerta enseguida, pero no lo hizo. Observé que no había ninguna luz encendida y pensé que quizás estaba durmiendo aunque, al segundo siguiente, la imagen de él y Kakashi haciéndolo en su cama se me vino a la cabeza. Apreté los puños de la rabia y comencé a golpear la puerta con fuerza. Creo que hice demasiado ruido porque Ino salió de mi casa preocupada.
- ¿Itachi? ¿Qué estás haciendo? - me preguntó confusa – Vas a despertar a Fugaku.
- Lo siento – me disculpé alejándome de la casa de Minato para ir a la mía.
La mención de mi hijo fue lo que consiguió calmarme, no quería despertarle y que me viese de esa forma.
- ¿Por qué estabas aporreando la puerta de esa manera? - me cuestionó.
- Nada, es sólo que... ¿has visto llegar a Minato? - le dije.
- No, no he sentido que volviese a casa aún. ¿Por qué? ¿Se encuentra bien? ¿Le ha pasado algo? - me preguntó preocupada.
- No, tranquila. Todo está bien, ha salido primero del cuartel junto con Kakashi, seguro que habrán ido a celebrar que la misión ha sido un éxito – le contesté para calmarla, no quería preocuparla sin ninguna razón, bueno tenía una pero no se la podía contar, era algo personal – Gracias por haber cuidado de Fugaku – le agradecí cambiando de tema.
- No hay de qué, sabes que siempre podéis contar conmigo para lo que necesitéis – me sonrió – Será mejor que vuelva a casa, es hora de pasar tiempo con mi marido y mi hija.
Después de despedirnos, se marchó dejándome solo con mis pensamientos y no me gustaba nada por dónde se estaban encaminando... Si Minato no había vuelto a casa, es posible que estuviese con Kakashi en la suya. No quería pensar en que en ese momento estarían quitándose la ropa con pasión, besándose con desenfreno... ¡No! Era suficiente, no podía seguir así, necesitaba comprobarlo, necesitaba saber que no había sido un juego para Minato... ¡No podía serlo! Estaba a punto de salir, cuando recordé a mi hijo, no podía dejarlo solo y sabía que si le cogía para llevarlo a casa de mi hermano, se despertaría y no quería hacer tal cosa. Pegué un puñetazo en la pared por la frustración haciendo un agujero en ella y me fui a mi habitación para intentar dormir pero sabía que no lo conseguiría.
A la mañana siguiente, me levanté de la cama, me duché y me puse ropa limpia. Tenía la intención de ir a la casa de al lado para comprobar si Minato había regresado o no pero antes debía dejar a Fugaku en casa de Naruto. Si iba a hablar con Minato de temas de adultos y quería hacerlo con tranquilidad, no podía llevarme a mi hijo conmigo. Fui hasta su habitación y entré sin hacer ruido, no quería que se despertase de mal humor. Me acerqué hasta su cama y le acaricié la frente para después depositar un beso en ella. Vi cómo abría lentamente los ojos y me miró aún medio dormido con una pequeña sonrisa en su rostro.
- ¿Papi paza? - me preguntó mientras se le volvían a cerrar los ojos del sueño.
- No pasa nada, cariño. Sigue durmiendo – le susurré.
Me daba mucha lástima tener que interrumpir su sueño por lo que al final lo cogí en brazos tapándolo con una pequeña manta dejando que siguiese durmiendo apoyado en mí y salí de mi casa para dirigirme a la de Sasuke. Al llegar, me abrió Tai y le pedí que cuidara de Fugaku durante una hora o dos, que me había surgido un contratiempo y él aceptó encantado sin poner ninguna objeción. Le agradecí la ayuda y le pasé a mi hijo el cual ni se inmutó y continuó en el mundo de los sueños, después me despedí de Tai y cuando cerró la puerta, me aseguré de que se había adentrado en la casa para que no pudiese verme y me fui hasta la casa de Minato.
Al llegar, volví a tocar al timbre como la noche anterior, pero de nuevo nadie salió a abrirme la puerta. No se oía ningún ruido ni sentí el chakra de Minato por lo que deduje que no había vuelto aún de... estar con Kakashi. Quizás me precipitaba en mi conclusión pero era la única respuesta lógica que se me ocurría, habían salido al mismo tiempo del cuartel de los ANBU, Minato aún no había aparecido por aquí y él no solía quedar con ningún otro miembro del equipo. Decidí ir hasta la casa de Kakashi, quería una explicación por parte de Minato y la iba a obtener. Me alejé de allí y recorrí algunas de las calles para dejar el barrio que pertenecía a mi clan pero cuando estaba a punto de salir, me topé de frente con Minato quien se sorprendió de verme allí y, para qué negarlo, yo también estaba sorprendido.
- Itachi... - susurró.
- ¿Dónde has estado? - le pregunté inquieto – Anoche fui a tu casa y no estabas. Acabo de ir a comprobar si habías vuelto y seguías sin aparecer.
Había sentido celos, rabia y dolor durante las últimas horas pero hasta ahora no sabía lo preocupado que había estado por él también.
- No tienes por qué preocuparte por mí, ya soy bastante mayorcito para cuidar de mí mismo – me contestó con un tono de reproche.
Me sorprendió que me hablase de esa manera, Minato no solía ser así, él siempre era amable con todo el mundo. ¿Qué le pasaba?
- ¿Estás bien? - le pregunté.
- Sí, lo estoy pero necesito hablar contigo – me dijo con firmeza.
No me gustó nada la expresión tan seria que tenía en su rostro. Tan sólo unos minutos atrás había estado deseando una explicación por su parte pero ahora mismo me daba miedo escuchar lo que me tuviese que decir. Creo que no estaba preparado para lo que estaba a punto de oír.
- De acuerdo, ¿por qué no vamos a mi casa y hablamos con tranquilidad? - le propuse intentando ganar tiempo.
- No, no hace falta, no me llevará mucho tiempo contártelo – me respondió con ese tono neutro.
- Está bien – accedí al final - ¿Que querías decirme?
- Sea lo que fuere lo que tuviésemos, debe terminar – me dijo sin ningún tipo de emoción en su voz.
No podía hablar de la impresión, me había estado imaginando que lo que tenía que contarme era algo así, pero pensarlo es una cosa y otra muy diferente era escucharlo de sus propios labios.
- ¿Por qué? Si es por lo que pasó ayer, de verdad que lo siento, no era mi intención tratarte de esa manera. No se volverá a repetir, lo siento – le respondí cuando pude recuperarme de la impresión inicial.
- No, eso me ayudó a darme cuenta de lo que de verdad siento.
- ¿Lo que de verdad sientes? ¿Qué quieres decir? - le pregunté incrédulo.
- Me he dado cuenta de que no siento nada por ti, sólo me dejé llevar por la curiosidad de estar con alguien más joven que yo.
- ¿Me has utilizado? ¿He sido sólo un juego para ti?
No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Kakashi había tenido razón en lo que me dijo?
- Estoy enamorado de Kakashi – me confirmó – él tenía razón cuando te dijo que me gustaban los hombres maduros y no alguien más joven que yo.
Sentí un terrible dolor en mi pecho al escucharle decirme todo eso. Me quedé estático, incapaz de reaccionar. Todo a mí alrededor desapareció, no podía oír nada, sólo podía ver los labios de Minato moverse diciéndome que amaba a Kakashi. Esas palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, taladrándome el cerebro pero sobre todo tatuándose en mi corazón, haciéndolo desangrarse del dolor.
- No te creo – le contesté intentando convencerme a mí mismo de que se trataba de una mentira – Cada vez que nos hemos besado, he notado los sentimientos que tenías por mí, cómo me los devolvías con pasión, he sentido cómo temblabas entre mis brazos y, cuando te he hecho mío, también lo he sentido. Con tu cuerpo me transmitías tu amor por mí.
- Te estás confundiendo, no era amor, sólo pasión. Eres muy bueno en la cama y me gustaba todo lo que hacíamos pero sólo fue eso, sexo. Nada más... debes aceptarlo. Lo siento.
Antes de que pudiese replicarle, había desaparecido ante mis ojos. No me dio tiempo a decirle nada más, me dejó con la palabra en la boca. No podía creerme lo que acababa de ocurrir, era imposible. Por primera vez en mucho tiempo, dejé que las lágrimas saliesen de mis ojos, no podía retenerlas mucho tiempo más. Minato me había destrozado, me había usado para pasar un buen rato y nada más... Minato amaba a Kakashi... Sentí una furia crecer en mi interior al pensar en ese hombre, él me había arrebatado a la persona que más amaba en este mundo pero esto no se iba a quedar así.
A una gran velocidad, me dirigí a la casa de Kakashi, le iba a dar su merecido por interponerse entre Minato y yo, algo debió decirle anoche para que hoy viniese Minato a soltarme algo como aquello. Me negaba a creer que había perdido contra Kakashi. Cuando llegué, ni siquiera toqué a la puerta, directamente la abrí de una patada y me adentré en su casa. Le vi salir del cuarto de baño con sólo un pantalón y aquella máscara que le tapaba la parte inferior de su cara, por lo que se acababa de duchar. Mis celos aumentaron al pensar que él y Minato habían estado follando hacía tan sólo unos momentos antes y Kakashi había aprovechado que Minato se había ido para quitarse todo rastro de semen y sudor. Me lancé contra él y le golpeé tan fuerte que lo tiré al suelo resbalando varios metros por el pasillo.
- ¿Pero qué...? - intentó decir cuando se recobró de la sorpresa inicial pero no le dejé terminar porque me volví a lanzar contra él.
Me senté encima de Kakashi y le seguí golpeando en cada parte de su cuerpo que no podía cubrir con sus brazos, aunque por poco tiempo porque Kakashi se hartó de mis puñetazos y me dio una fuerte patada en el estómago lanzándome al otro lado del pasillo. Creó un clon que me impidió levantarme mientras el original se acercaba a mí hecho una furia y me pegó un puñetazo en la cara.
- ¿Se puede saber por qué cojones entras en mi casa de esa forma y me atacas como un salvaje? - me gritó cabreado – Me había levantado de muy buen humor porque he tenido una noche increíble de sexo y tú me lo acabas de arruinar.
Me revolví cabreado intentando librarme del agarre. Yo tenía razón, Kakashi se había estado tirando a Minato durante toda la noche y mi cabreo creció de forma inmensurable.
- Eres un maldito, me has quitado a Minato, jamás te voy a perdonar que te hayas metido en medio – le chillé fuera de mí.
Observé que Kakashi abrió los ojos sorprendido. ¿Por qué reaccionaba así? ¿De qué se sorprendía?
- Espera... repítelo de nuevo porque creo que he entendido mal – me contestó incrédulo.
¿Se estaba burlando de mí? Pues no estaba para bromas, me acababan de dejar y no tenía ganas de aguantar gilipolleces.
- Me has quitado a Minato – le volví a decir – y me las pagarás.
- ¿De qué estás hablando? - me preguntó extrañado.
- No te hagas el tonto, sabes perfectamente de lo que hablo. Minato me acaba de decir que está enamorado de ti.
De repente, Kakashi se puso muy serio y me volvió a dar un puñetazo en la cara.
- No tiene ninguna gracia, Uchiha. No sé qué te habrá pasado para que actúes así pero no tengo tiempo para tus bromas de mal gusto.
- ¿Broma? Te puedo asegurar que no estoy bromeando. Minato me acaba de dejar, me ha dicho que sólo estuvo conmigo por curiosidad pero que se ha dado cuenta de que te ama a ti.
Kakashi me miró serio, parecía que estaba meditando algo porque se quedó bastante tiempo callado.
- ¿Cómo estaba él cuando te ha dicho eso? - me preguntó tras varios minutos en los que había estado observándome.
- ¿Qué tiene que ver eso? - le cuestioné malhumorado.
- Sólo contesta. ¿Estaba llorando?
- No, estaba serio – le respondí sin entender nada.
De repente, resopló y se llevó una mano al cuello mientras que se sentaba en el suelo pegando su espalda a la pared y hacía desaparecer a su clon. ¿Por qué me soltaba?
- No me puedo creer que te haya engañado precisamente a ti – me dijo divertido, no me gustaba que se riera de mí en esos momentos tan dolorosos para mí.
- No intentes confundirme.
- No lo hago. Minato te ha mentido y tú te lo has creído. Ha conseguido engañar al mayor mentiroso de todos los tiempos, aquél que hizo creer a toda una villa y a su propio hermano que era un traidor, que había matado a su propio clan por ver si era capaz de hacerlo, el que estuvo durante años haciendo creer a su hermano que le odiaba. Es bastante irónico y divertido.
No sabía qué pensar en ese momento. ¿Kakashi me estaba diciendo la verdad? ¿Minato me había mentido? Pero, ¿por qué?
- Anoche me dijo que sentía hacerme daño pero que estaba enamorado de ti y no paró de llorar en todo momento. Ésa es una de las razones por las que he sabido que te ha mentido.
- ¿Cómo? - no podía pronunciar nada más, mi cabeza estaba hecha un lío, no sabía a quién creer o qué pensar.
- Ya sabes cómo es Minato, es demasiado bueno por eso cuando cuenta una verdad que pueda hacer daño a las personas que quiere, se derrumba y llora por ellos compartiendo su dolor – me explicó – aunque actuó un poco raro cuando me dijo que estaba enamorado de ti.
- ¿A qué te refieres? - le pregunté un poco más calmado, ya no sentía furia aunque aún estaba muy confuso.
- Parecía como si aunque te amase no pudiese estar contigo, como si algo se lo impidiese... no lo sé, puede que sólo fuese mi impresión, pero te puedo asegurar que Minato me dejó claro que no tenía posibilidades con él, que su corazón te pertenecía.
- Entonces, ¿por qué me ha dicho que te ama a ti? - le pregunté confuso.
- No tengo la respuesta, sólo la tiene Minato. Deberías hablar con él – me sugirió.
Me levanté con cuidado, me dolía el cuerpo por los golpes de Kakashi. No me había dado muchos, pero me pegó con mucha fuerza. Le miré y me di cuenta de que yo también le había pegado bastante fuerte, tenía varios cortes por el rostro y podía ver que se le empezaban a formar varios moretones por su torso.
- Siento haberte atacado así – me disculpé – y siento haber destrozado tu puerta.
- Está bien, te entiendo perfectamente, si hubiese sido al contrario creo que hubiese hecho exactamente lo mismo que tú. El amor nos hace actuar como locos muchas veces – me dijo sonriendo melancólico – Pero ni sueñes con librarte de pagarme los destrozos que has hecho, ya te pasaré la factura de los arreglos – me dijo medio serio y medio bromeando.
Asentí con la cabeza y me dirigí a la entrada de su casa pero antes de salir le agradecí por haberme ayudado a darme cuenta de que Minato me había mentido. Me fui de allí y dirigí mis pasos de vuelta al barrio Uchiha, tenía que hablar con Minato. Necesitaba saber qué estaba pasando, por qué me había dicho algo así si de verdad me amaba y por qué pensaba que no podía estar conmigo, si es que Kakashi tenía razón en cuanto a su teoría. Cuando llegué, fui directo a su casa y llamé a la puerta varias veces pero como desde la noche anterior, Minato no abrió. ¿Dónde podía estar? Antes de que pudiese pensar en algún sitio donde se pudiese encontrar Minato, Naruto salió de su casa y me miró extrañado y sorprendido.
- Itachi, ¿qué haces aquí? Tai nos había dicho que habías tenido un contratiempo y por eso habías dejado a Fugaku en casa, aunque hace un momento que mi padre ha venido a recogerlo porque se había encontrado contigo y le habías dicho que era mejor que lo cuidase él, que seguramente nosotros tendríamos otras cosas que hacer y no podríamos ocuparnos de Fugaku.
- ¿Qué? - le pregunté muy sorprendido.
Eso sí que no me lo esperaba. ¿Por qué Minato se había llevado a Fugaku y más después de haberme dejado claro que no quería nada conmigo? ¿Qué demonios estaba pasando?
- Yo no le he pedido que cuidase de mi hijo – le dije serio – Naruto, algo raro está pasando con Minato.
- ¿De qué hablas? - me preguntó preocupado.
- Ha estado actuando muy raro estas últimas horas – le expliqué.
- ¿Crees que Orochimaru le está controlando? - me cuestionó alterado.
¿Podría estar esa serpiente detrás de todo esto? No estaba seguro, esta mañana no parecía como si le estuviesen controlando pero... a decir verdad, tampoco le había visto bajo la influencia del poder de Orochimaru por lo que no podía saber la diferencia.
- No lo sé, pero será mejor que le encontremos. Tiene a mi hijo y no puedo arriesgarme a que le haga daño.
- Avisaré a Sasuke e intentaremos localizarlos.
- De acuerdo – le dije y ambos nos fuimos del barrio Uchiha a toda prisa.
Minato Namikaze POV
¿Había mentido a Itachi? ¡Sí! Sé que era el mayor mentiroso de todos los tiempos, había leído su informe, fue el mejor espía que Konoha pudo tener, estaba acostumbrado a mentir pero yo también podía mentirle, podía engañarle y todo… ¿Para qué? Para que no me descubriera, para que dejase que me marchase.
Salté en la siguiente rama con velocidad y pasé sin mirar atrás a la siguiente. En mis brazos llevaba aquellas mantas envueltas y tenía que llevarlos a la guarida, tenía que llevárselo a Orochimaru, eso me decía una y otra vez mi cabeza, no había vuelta atrás. Sentía cómo mi cuerpo iba solo, hacía rato que ya no podía pensar por mi mismo, todo eran órdenes y más órdenes, mentir a Itachi… raptar al pequeño Fugaku, ir a la guarida, entregarlo a Orochimaru… había mentido a todo el mundo, me mentía a mí mismo y lo sabía, me estaba convirtiendo en un mentiroso peor que Itachi.
A cada paso que me alejaba de la Villa sentía cómo mi corazón se rompía más y más. Amaba a Itachi Uchiha pero había secuestrado a su hijo, tenía que llevarlo con Orochimaru y sabía… que en cuanto lo tuviera me mataría, yo ya no le serviría para nada pero ya nada me importaba, yo tampoco servía para nada, no tenía nada en esa Villa, me acusarían de traición, Itachi no me perdonaría esta mentira, mi familia… mi familia no perdonaría este secuestro, yo era la oveja negra de esta maldita familia, les había decepcionado a todos, pero luchar contra este sello no había sido nada fácil.
Estudié mucho para quitármelo, quizá… sólo quizá si hubiera habido un Uzumaki en quien pudiera haber confiado me habría quitado el sello, pero el único Uzumaki que conocía era mi hijo Naruto y él me había puesto de niñera a Itachi para vigilarme, nadie se fiaba de mí ¿Por qué tendría que haberme fiado yo de ellos? En realidad hacían bien en no confiar en mí. Me daban la espalda un solo segundo y esto es lo que pasaba, que estaba de camino hacia Orochimaru con el pequeño Fugaku en brazos.
Pensé en todo lo que le había dicho a Itachi y una lágrima resbaló por mi mejilla. Me dolía haberle dicho todo aquello. No amaba a Kakashi, tampoco sentía que había sido sólo sexo entre nosotros, quería pensar que hubo sentimientos, que sentía algo por mí, que lo que yo sentí por él era real y no una mentira del que me controlaba pero ya no sé lo que era mío propio y lo que me ordenaban, no podía distinguir mi realidad y eso me frustraba. Era mejor para todos que me marchase, era mejor para todos que muriese y eso es a lo que iba, estaba en camino de mi muerte, lo sabía sin necesidad de confirmarlo. Mentir a Itachi era lo más difícil que había tenido que hacer, lo más doloroso pero a la vez, lo más satisfactorio, porque no dejaría que sufriera al verme morir, no dejaría que muriera él tratando de salvarme a mí que ya estaba perdido.
Llegué a la guarida quedándome detenido en el centro de la gran sala y permaneciendo a oscuras. Limpié con la manga de mi chaqueta la lágrima que había resbalado al pensar en Itachi y permanecí completamente quieto mirando en mi otra mano ese revoltijo de mantas. Aquí terminaba todo, aquí terminaba mi vida, mi misión, mi cometido, volvería al reino de los muertos de donde nunca debía salir.
Frente a mí salió una figura cubierta con una capa negra. Se acercaba a paso lento y sé que venía a por este niño. Mi mano se apretó entre las mantas agarrándolas con mayor fuerza pero permanecí quieto. Pensé en Itachi. ¿Me estaría buscando por lo de su hijo? Esperaba que no, pero no estaba seguro.
- Buen trabajo Minato – escuché aquella voz frente a mí - Has conseguido traer al mismísimo hijo de Itachi Uchiha – sonreía – Sabes… una vez traté de obtener sus ojos, pero Itachi me derribó en un golpe, ni siquiera vi su habilidad, un chico asombroso. Supongo que si no puedes con su padre, coge a su hijo y aquí está, me lo has traído – decía Orochimaru mientras yo agarraba aún la manta en mis manos – Dámelo, Minato.
Me tensé, me quedé quieto en este abrumador silencio, en mitad de esta gran sala en la que retumbaba el eco de sus palabras y otra lágrima resbaló de mis ojos sólo por haber escuchado el nombre de Itachi.
- No llores Minato – me dijo aunque yo mantenía mi rostro agachado ocultando mis ojos con mi flequillo - ¿Creías que alguien como Itachi podría enamorarse de ti? Estás muerto Minato, tu cuerpo sólo se mueve porque yo lo permití, ese sello me ha dejado ver y sentir todo lo que tú hacías en esa villa. ¡Menudos revolcones con Itachi! – sonrió – Podía sentir cómo te enamorabas Minato, sentía tus dudas, tus miedos y he disfrutado mucho viendo cómo sufría Itachi por ti sin saber que le engañabas, que le mentías para arrebatarle a su hijo.
- No… no le mentí – le dije.
- Tus sentimientos no le mentían – me dijo – pero tú le mentiste, le ocultaste lo que te ocurría para no involucrarle en tu problema, eres como los Uchiha, soberbio pensando que podrías arreglarlo solo, sin pedir ayuda a nadie. Reconozco que tuve miedo en algún momento cuando empezaste a enamorarte, creí que le contarías a Itachi lo que te ocurría, pero no, aquí estás.
- Yo no soy como los Uchiha – le dije.
- ¿No? ¿Entonces por qué no se lo contaste?
- Porque no quería ver sufrir a nadie más – le dije claramente – si lo hubiera dicho, habrían tratado de ayudarme, habrían tratado de encontrarte y matarte, seguramente podrían haber muerto ellos y no iba a generar más muerte por alguien como yo que ya estaba muerto.
- Qué noble… no esperaba menos del cuarto hokage, no quiere que nadie muera por él. Dame a ese Uchiha.
- Cógelo – le dije decidido y cuando se acercó a cogerlo, dejé la manta en sus manos desapareciendo y sacando un Kunai apuntando a su corazón.
Orochimaru fue más rápido que yo… en realidad no era cuestión de ser rápido, era cuestión de que este sello se activó cuando ataqué evitándome hacerle daño. Caí al suelo retorciéndome de dolor mientras escuchaba el ruido metálico de mi kunai caer a unos centímetros de los pies de Orochimaru.
- ¿Crees que puedes atacar a tu creador? – me gritó - ¿Tan estúpido crees que soy? Jamás dejaría una creación suelta que no pudiera controlar. ¿Te duele? Espero que sí porque voy a ver cómo te retuerces de dolor hasta que mueras.
No podía dejar de gritar, mis oídos no dejaban de escuchar ese pitido agudo, mi cabeza no dejaba de doler, mi cuerpo no se movía excepto por el temblor que provocaba el dolor que sentía. Abrí un ojo aún sosteniéndome los oídos tratando de aminorar ese maldito ruido, viendo cómo Orochimaru destapaba las mantas para encontrarse con nada… absolutamente nada y enfadado, se acercó hasta mí golpeándome en el estómago mandándome contra la pared.
- ¿Dónde está? – me preguntó - ¿Dónde está ese crío? ¿Qué has hecho con él? Vi como lo cogías, vi como lo traías.
No contesté, ni podía ni quería. Engañar a Orochimaru era como quitarle un caramelo a un niño, lo complicado era engañar a Itachi, pero con Orochimaru… él no era rival ni siquiera para las mentiras de alguien tan inexperto como yo.
Flashback
Había mentido a Itachi en sus narices y ni siquiera lloré, tenía muy claro por qué le mentía, por salvarle y por él haría lo que fuera. Notaba el control del sello pero empezaba a entender un poco cómo funcionaba. Cuando dejaba de intentar luchar con él, se relajaba, cuando la persona que me controlaba veía que hacía lo que quería, bajaba la guardia dándome la oportunidad de actuar.
Cuando me marché y vi cómo Itachi se iba en dirección contraria, me acerqué a la casa de Naruto y con una gran sonrisa pedí que me entregase a Fugaku para cuidarlo, una sencilla excusa como que me importaba por si ellos tenían algo que hacer y tenía a Fugaku en mis brazos. Era como robarle un caramelo a un niño, tenía al hijo de Itachi Uchiha tapado en las mantas y dormido.
Me metí en mi casa para no levantar sospechas y desde allí me teleporté lejos del clan Uchiha llevándome a Fugaku. Estaba a mitad camino de mi destino cuando se despertó y frené en seco en uno de los tejados.
- Nato – me dijo sonriendo y yo le di un beso en la frente.
- Duerme Fugaku – le dije con calidez – voy a llevarte a un buen lugar, te lo prometo. Tu padre vendrá pronto a por ti.
Lo llevé a la casa de Iruka, más que nada porque había sentido el chakra de Kakashi allí, sabía que él lo protegería, pero cuando llegué no estaba, en su lugar, estaba Iruka que se llevó un susto de muerte al verme entrar por la ventana. Yo me sonrojé un poco cuando se le cayó la toalla que llevaba envuelta a su cintura del susto que le di, pero enseguida la cogió tapándose de nuevo.
- ¿Qué formas son esas de entrar? – me preguntó.
- Lo siento, no tengo mucho tiempo. He dejado una copia en movimiento para que no sospechen.
- Ey… ¿Estás en peligro? – me preguntó preocupado.
- No – le mentí – toma, llévaselo a Kakashi o a Itachi.
- ¿Por qué tienes tú al hijo de Itachi? – me preguntó de nuevo pero yo aproveché a darle al niño durmiendo quitándole las mantas.
Cuando le di el niño, Iruka tuvo que soltar de nuevo la toalla para que no se le cayese la criatura al suelo y se quedó allí desnudo. Supongo que no fue muy bueno por mi parte hacer eso, pero me aseguraba que desnudo no saldría detrás de mí. Desaparecí frente a él mientras escuchaba aún cómo insistía en que le contase qué pasaba, pero yo no tenía tiempo para explicaciones, me vigilaban y sólo tenía unos segundos que mi copia me daría para poder hacer el cambio. Al final… sólo llevaba unas mantas vacías en mis manos, es lo único que podía hacer para proteger a la familia de Itachi, era lo único que podía hacer para proteger a mi familia.
Fin Flashback
- De verdad te enamoraste de él – me dijo Orochimaru – prefieres morir con tal de salvar a ese niño, a un niño que ni siquiera es tuyo, prefieres morir antes que decepcionar a Itachi. No tengo ningún reparo en matarte pero tengo una idea mejor y es que Itachi vendrá a por ti, estoy seguro de eso.
- No vendrá – le susurré ya que el dolor apenas me dejaba hablar – le mentí, le herí, le traicioné… sólo fue sexo – le dije mientras sentía que una lágrima caía de mis ojos.
- Estoy seguro de que vendrá a por ti, Itachi es un hombre que se deja llevar por su orgullo, en cuanto se dé cuenta de tu trampa vendrá como un gato en celo a por ti. Le daremos un buen recibimiento Minato – dijo sonriendo.
Itachi Uchiha POV
Estaba muy preocupado por mi hijo, no sabía dónde estaba ni dónde se lo había llevado Minato, pero ahora mismo no soportaba más esta ansiedad. Ya perdí a su madre en el parto sin poder evitarlo y no iba a perderle a él también, no a mi hijo, eso no lo permitiría jamás. Iba a destrozar definitivamente a Orochimaru por haber estado controlando a Minato, él no debería haber estado involucrado en todo esto y todo… por unos ojos, por la maldita codicia.
- ¿Lo has encontrado? – preguntó mi hermano alcanzándome.
- Aún no – le dije.
- Aparecerá – intentó calmarme.
Desde que Sasuke había recuperado su visión… ni siquiera parecía utilizarla como antes, supongo que en estos años había aprendido a utilizar más sus sentidos y no depender sólo de su vista, eso lo hacía mejor Ninja ahora. Estaba pensando en ello cuando sentí un chakra conocido que se acercaba por detrás y supe que era el de mi hijo. Me detuve en seco viendo cómo mi hermano también se detenía y me giré observando cómo llegaba hasta nosotros Iruka con mi hijo en sus brazos.
- ¡Dios mío! –exclamé corriendo en dirección contraria y cogiendo a Fugaku en brazos.
Yo había estado muy asustado, pero él sonreía y me tiraba de la nariz pidiéndome jugar como siempre hacía. Ni se había percatado de todo lo que pasaba, para él todo era un juego, una excursión.
- Papá – sonreía Fugaku - ¿Nato? – preguntó extrañado y yo también sentí curiosidad.
- ¿Dónde está? – le pregunté a Iruka.
- Me lo dejó y se marchó, parecía alterado y con mucha prisa.
- Se ha marchado – me dijo Sasuke – no hay nada de su chakra en toda la villa, hemos revisado todos sus sellos… no está en la Villa. ¿Dónde estará?
- Apuesto lo que sea a que está con Orochimaru – le dije – se ha marchado a su muerte.
- ¿De qué hablas? – preguntó mi hermano.
- Estos últimos días no paraba de decirme que iba a morirse, le prometí que no dejaría que eso pasara, pero está pasando, van a matarle. Tengo que encontrarle – le dije marchándome.
- Itachi… espera, no hagas locuras, no puedes ir solo.
Dejé a Fugaku con Iruka de nuevo diciéndole que volvería más tarde mientras él me gritaba que no me fuera así sin más, que él no sabía cuidar bebés. Desde luego Sasuke me siguió y en el camino se unieron Naruto y Kakashi, al cual me extrañó bastante ver por aquí, supongo que no lo hacía por mí, sino por Minato.
No tardamos mucho en llegar a la guarida de Orochimaru pero sus guardias trataron de impedirnos la entrada. Los tres me abrieron un pasillo para que pudiera entrar a buscar a Minato mientras ellos se quedaban a ocuparse de los secuaces. Cuando llegué a la sala, Minato estaba en el centro tumbado. No podría decir si estaba vivo o muerto.
Me acerqué hasta él con rapidez pasando mi brazo bajo su cuello para incorporarle levemente. Tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad, su cuerpo se desintegraba poco a poco y supe que se moría allí mismo. Abrió sus ojos al sentirme y trató de sonreír.
- Eres idiota – me dijo – vete de aquí Itachi, sabes que es una trampa.
- Lo sé – le dije – pero te prometí que no morirías.
- Ya estoy muerto – me dijo – vete, sé feliz con tu hijo, cuida de mi familia. ¿Vale?
- No lo permitiré, vas a volver conmigo a Konoha – le dije pero en realidad creo que me mentía yo mismo y lo supe cuando una lágrima me resbaló cayendo en la mejilla de Minato.
- Un Uchiha llorando, jamás creí ver que a Itachi Uchiha enamorado de alguien – escuché a Orochimaru al fondo viniendo hacia nosotros – has apuntado muy alto chico… ni más ni menos que enamorarse del cuarto hokage.
- Espérame unos minutos Minato, acabaré con él y te quitaré ese sello.
- Vale – me dijo aunque creo que ya se había rendido hace mucho, sólo lo decía para no llevarme la contraria.
Ya vencí una vez a Orochimaru, podía hacerlo y lo sabía, ahora era mucho más fuerte que antes. Dejé a Minato tumbado de nuevo y me incorporé mirando fijamente a Orochimaru. Nuestra batalla comenzaba aquí. No le di mucha tregua a Orochimaru, ataqué con todo lo que tuve y lo cogí en varias ilusiones, pero no esperé jamás que el mismo Minato acabase atacándome. Le esquivé de milagro y es que intuí que Orochimaru estaría controlándolo con el sello, al menos su cuerpo, porque le veía llorar, aún podía ver en su mente al Minato original diciéndome que me fuera, que le olvidase… pero no podía, no podía olvidar a ese chico rubio, yo no abandonaba a un compañero y menos si era al que amaba.
Alcanzar a Minato era imposible, ni siquiera mis ojos le veían cuando me atacaba y escuchaba gotas de sangre caer, me estaba hiriendo, era mi sangre la que caía y aunque él no quería hacerlo, no podía evitarlo. Me centré más, tenía que centrarme en su velocidad hasta que lo vi, lo vi moverse hacia mí y cogí su muñeca deteniéndole. Minato se sorprendió pero cuando vio cómo cogía su nuca obligándole a mirarme a los ojos, él ni siquiera los cerró, me facilitaba meterle en la ilusión, es lo que buscaba, intentaba ayudarme.
Lo metí en ella diciéndole que le amaba, le metí en aquella ilusión escuchando cómo me pedía perdón y se desplomaba en el suelo. Orochimaru no se podía creer que lo hubiera detenido pero mi pelea no era contra el cuarto hokage, era contra él y me iba a pagar todas las que le había hecho a mi familia. Le ataqué, pero no vi cuando su katana venía hacia mí, la vi tarde… demasiado tarde. Noté el empujón que me tiró al suelo y al abrir los ojos estaba Minato frente a mí de pie con la espada clavada. No podía creerlo, él se había metido en medio, me salvó.
Me levanté corriendo hasta él y le quité la katana sosteniéndole de la cintura. Su rostro cayó en mi hombro susurrándome que me amaba antes de que sus piernas fallasen y nos fuéramos los dos al suelo.
- Ey vamos, quédate conmigo Minato – le pedí pero él no respondía – Quédate conmigo maldita sea – le grité – tú no… tú no puedes morir aquí, te prometí que te salvaría – grité una y otra vez y al final… lloré, no pude evitarlo más.
- ¿Papá? – escuché detrás de mi a Naruto con lágrimas en los ojos que venía corriendo – Papá – dijo lanzándose a abrazarlo llorando igual que yo.
Fue Sasuke quien al entrar y ver el panorama, tuvo que gritarme para que saliera de mi trance y acabase con nuestro enemigo. Lo hicimos juntos al final, pero incluso sabiendo que mataba a Orochimaru… el dolor no desaparecía, había perdido a Minato.
Su cuerpo fue llevado a Konoha para ser enterrado nuevamente y en los siguientes meses… para mí todo desapareció, las misiones dejaron de tener sentido, Fugaku no dejaba de preguntarme por Minato y yo no sabía qué contestar… vencimos a Orochimaru pero… ¿A qué precio? Perdí al hombre al que más amé en mi vida.
Un año entero pasó y hoy el cielo estaba nublado, era el aniversario por la segunda muerte de Minato y se supone que debía de ir, pero no sé si tenía fuerzas, mi vida ahora carecía de todo sentido, sabía que nada volvería a ser igual. Tan sólo tenía a mi hijo, él era lo más importante ahora para mí.
Acabé yendo a la conmemoración del cuarto Hokage, estaba bastante serio y tenía mis sentimientos bajo control hasta que vi en la lápida la fotografía de Minato sonriendo como siempre hacía, entonces es cuando tuve que retirarme un poco hacia unos árboles para llorar. Fue Naruto quien vino a verme y me abrazó intentando consolarme.
- Todos le echamos de menos pero el dolor pasará – me dijo
- No sé si puedo superarlo – le dije – le prometí que lo salvaría y… está muerto, dejé que lo matasen, le dejé solo y desconfié de él cuando se llevó a Fugaku, lo único que hizo fue mantenernos a salvo y yo no pude salvarle ¿Para qué sirve ser el genio Uchiha si no puedo salvar a la persona que amo?
- Tienes que seguir adelante Itachi, sé que perder a Minato ha sido un duro golpe para todos pero… tienes que pensar en ti y en tu hijo, encontrar a alguien con quien seas feliz y que Fugaku desee estar como una familia.
- Fugaku sólo quería a Minato como su padre – le aclaré – aún me pregunta por él y yo no sé qué decirle.
- Naruto… déjame un momento a solas con él – escuché a mi hermano.
Sasuke apareció en aquel momento y Naruto deshizo su abrazo marchándose dejándome a solas con mi hermano.
- No reconozco a este Itachi – me dijo serio – estoy harto de verte tambaleándote por las paredes, supéralo Itachi, no pudiste salvarle pero lo intentaste, quédate con que no le permitiste morir solo, murió en tus brazos, murió acompañado por ti y eso es más de lo que podías haber hecho. Orochimaru no iba a dejarle vivo y lo sabías. Investigué ese sello, lo estaba matando día a día, tenía un plazo de tiempo antes de que volviera a morir. Esa técnica no era como el Rinnegan, no podía aguantarlo vivo mucho tiempo.
- Saber eso no hace que me sienta mejor, jugaron con Minato, lo trajeron aquí, hizo que me enamorase de él y ahora… sólo siento dolor y soledad en mi pecho.
- Itachi… vete a casa, date una ducha y juega un rato con tu hijo. Acuéstate y descansa – me dijo – intenta reponerte de esta pérdida, ha pasado un año, Minato está muerto, tienes que rehacer tu vida.
- Es fácil decirlo – le dije - ¿Qué habrías hecho si hubiera sido Naruto?
- No habría pasado, antes muero yo que dejar que le hagan daño a él.
- Pues espero que jamás tengas que pasar por algo como esto Sasuke, porque no puedes imaginarte lo que duele.
- Sé lo que duele Itachi, tú mataste a toda nuestra familia, ¿recuerdas? Lo he vivido, sé lo que es la pérdida, por eso jamás dejaría solo a Naruto. Te enamoraste de un difunto, sabías que moriría tarde o temprano. Hazme caso… ve a casa y descansa.
¿Por qué mi hermano insistía tanto en que me fuera de esta conmemoración por la muerte de Minato y volviera a casa? No lo entendía pero cuando volví, Ino estaba jugando con Fugaku a unos rompecabezas. Le sonreí al verle intentando aparentar fortaleza y me senté a su lado jugando un rato con él mientras le agradecía a Ino por haberse quedado a cuidarle este rato. Cuando se marchó Ino aproveché para duchar a Fugaku, darle la cena y acostarle.
Ya iba a irme a la ducha con toda la faena hecha cuando escuché un golpe en la puerta. Alguien había golpeado y me llamaba para que abriera. Supuse que sería mi hermano o Naruto para que cuidase de sus hijos aunque creo que hoy estaba Tai por la casa. Me acerqué a la puerta viendo a través de los papeles el cabello de Naruto y sonreí… algo querría a estas horas. Abrí la puerta encontrándome con la sonrisa de Minato frente a mí y me paralicé.
- Estoy en casa – me dijo sonriendo pero yo no podía moverme, mis ojos me causaban una mala pasada, seguro que era el cansancio, él no podía estar ahí frente a mi puerta.
Como yo no me moví, fue él quien se abalanzó sobre mí abrazándome y comprobé que era real, me estaba tocando, me estaba abrazando y mi corazón iba a salirse del pecho por todos estos sentimientos que tenía, pero yo no podía moverme, mi cuerpo reaccionaba hacia Minato pero mi cerebro aún trataba de asimilar esto.
- ¿No te hace ilusión? – me preguntó ahora serio mirándome – será mejor que me marche entonces – me comentó separándose para irse pero yo le cogí de la muñeca antes de que se marchase.
- D-dame un segundo – le dije - ¿C-Cómo…?
- Yumiko y Natsume, creo – me dijo sabiendo a qué me refería – me parece que Sasuke ayudó también un poco. No soportaban verte tan deprimido y…
- ¿Están bien? – le pregunté porque sabía que utilizar mucho el Rinnegan les dejaría ciegos, Sasuke ya lo había utilizado, Tai también, no quería que más gente se quedase ciega.
- Están bien – me dijo – ninguno está ciego, pero no tentemos mucho más a la suerte ¿Vale? Vas a tener que protegerme mejor la próxima vez, no podemos estar reviviendo siempre que queramos – me sonrió como él hacía y yo sonreí también.
- Te quiero – me lancé abrazándole y él se sobresaltó por mi acelerado impulso, por mi abrazo tan efusivo, pero yo sólo pensaba en hundir mi rostro en su cuello y dejarme llevar por su aroma, estaba aquí, estaba conmigo.
- Yo… también te quiero, Itachi.
- Te he echado mucho de menos – le dije llorando, acariciando su cabello pero sin soltar el abrazo, no quería soltarle por miedo a perderle de nuevo, no quería perderle, no quería abrir los ojos y ver que desaparecía frente a mí.
- Itachi… estoy aquí – me dijo como si supiera lo que pensaba – estoy aquí y vengo a quedarme, no voy a irme a ningún lado sin ti. ¿Dónde está Fugaku? – me preguntó sonriendo.
- Durmiendo – le dije separando el abrazo por fin para mirarle a esos preciosos ojos.
- Estupendo – me dijo entonces abalanzándose sobre mí besándome con pasión y le dejé, yo mismo acabé empotrándole contra una de las paredes del salón para besarle con desesperación.
Fue Minato quien cerró la puerta principal estirando su brazo mientras yo colaba mi lengua en su boca. Le había echado demasiado de menos, no podía dejar mis manos quietas. Tenía que tocarle, necesitaba tocarle y hacerme a la idea de que estaba aquí conmigo. Un año… todo un año y ya no aguantaba más mis ganas de estar con él, no podía evitarlo.
Besé su cuello y me negué a apartar mis labios de él, no quería perder el contacto ni un segundo, seguía teniendo miedo de que desapareciera, de que todo fuera una ilusión, así que mi mano izquierda se agarró con fuerza a su cintura reteniéndole contra mi cuerpo mientras con la derecha cogía sus muñecas elevándolas por encima de su cabeza.
Cuando le escuché gemir sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo ¿Cuánto había soñado con oír de nuevo sus dulces sonidos al sentir cómo disfrutaba conmigo? Ahora los tenía de nuevo aquí conmigo, esos sonidos que tanto me excitaban habían vuelto y me volvían loco, me encantaba escuchar gemir a este chico rubio.
Aparté mi mano de su cintura sólo para quitarle la bandana con el emblema de Konoha de su frente y escuché cómo caía al suelo provocando ese ruido metálico al caer. Acaricié su frente y le besé de nuevo con pasión bajando mi mano hacia su pecho, bajando la cremallera de su chaqueta grisácea con la que había venido.
Aproveché para meter mi mano por dentro de aquella chaqueta rompiendo su camiseta de dentro para poder tocar su piel. Gritó levemente al sentir cómo desgarraba su camiseta pero no se quejó, ambos deseábamos demasiado este momento como para preocuparnos de una camiseta rota. Toqué su pecho, sus pezones, su abdomen mientras le escuchaba gemir, mientras sentía como sus piernas temblaban levemente y lo presioné aún más contra la pared evitando con mi cuerpo que se cayese.
Sus labios no paraban de llamarme y seducirme una y otra vez, era incapaz de soltarlos, podía ver cómo se enrojecían por nuestros agresivos contactos pero ninguno se quejó, nos deseábamos demasiado y nos negábamos a soltarnos. Yo no podía aguantar más, había estado todo un año soñando con este chico, soñando que lo hacía mío una y otra vez, porque sólo en sueños podía tenerle, ahora estaba frente a mí y no podía controlarme más.
Bajé su pantalón hasta sus tobillos y él se desplazó un poco dándoles una patada para alejarlos. Lamí mis dedos para empezar a introducirlos en su entrada con lentitud. Sé que debía dolerle algo, pero él no se quejó, nunca le vi quejarse de nada de lo que yo le hacía, era mi alma gemela y lo sabía, no podía amar a nadie que no fuera a él. Cuando me posicioné para entrar en él, Minato subió sus piernas a mi cintura enrollándolas a ella para sostenerse mejor mientras yo empezaba a entrar en él buscando el fondo. Su estrechez me gustaba, me excitaban sus sonidos, sus gemidos, su forma en que agarraba las piernas a mi cintura, la forma en que se dilataba dándome paso.
Gemí cuando llegué al fondo y él me sonrió un poco forzado. Sé que le había dolido hasta ahí y cuando me moví supe que le dolía pero era normal. Intenté tener el máximo cuidado que pude, quería hacerle disfrutar y tras varios minutos moviéndome en él, lo conseguí. Todo su cuerpo temblaba, convulsionaba frente a mí y no podía dejar de gemir y jadear, yo tampoco podía llegado a este momento. Podía sentir cómo mi miembro dentro de él se hacía cada vez más grande, sentía el placer cuando sus paredes me apretaban y al final ante tanto placer, me corrí en él.
Salí de él y permanecimos un rato en el suelo sentados intentando recuperar el aliento de lo que habíamos hecho y aunque no pronunciamos ni una sola palabra por la falta de aire, nos miramos y empezamos a reírnos. De verdad que éramos un poco brutos los dos, pero le había echado tanto de menos en este año que no había podido controlarme.
- ¿Una ducha? – le pregunté y él asintió.
Al final… lo que iba a ser una tranquila ducha, se convirtió en el segundo asalto de la noche, porque hoy estaba dispuesto a darle su mayor noche de placer, iba a hacer todas las rondas que mi cuerpo aguantase, todas las que el de Minato pudiera soportar, no iba a quedarme sólo en esto, quería recuperar todo el tiempo perdido que pude estar con él y no tuve.
Por la mañana cuando abrí los ojos, Minato estaba desnudo a mi lado, tapado con esa fina sábana blanca que habíamos hecho un revuelto y que sólo le cubría a él. Su cabello rubio en esa almohada blanca era lo más hermoso que había visto en la vida. Dormía bocabajo con una mano en la almohada y se la aparté un poco acariciando su mejilla, su oreja, su cabello, su cuello y su espalda. Él sonrió y cuando abrió los ojos, podía asegurar que veía el mar en ellos, un cielo abierto y despejado, eran tan azules que me hipnotizaban y me cautivaban, era el ser más hermoso que había visto nunca y su sonrisa me enloquecía.
- Buenos días – me dijo sonriendo con dulzura.
- Buenos días – le dije apoyando mi cabeza sobre mi mano mientras con la otra seguía acariciando su espalda – Te amo – le dije y él sonrió.
- Y yo a ti. Menuda nochecita – me dijo sonriendo intentando desperezarse y yo aproveché a buscar mi pantalón y ponérmelo ante de volver a tumbarme a su lado.
- Deberías ponerte algo, no creo que tarde en entrar el… - no me dio tiempo a terminar de explicárselo cuando abrió la puerta Fugaku restregándose un ojo con su puño.
- ¿Papá? – preguntó mirándome.
- Creo… que tienes una sorpresa por aquí – le dije sonriendo y Minato se incorporó mirando a Fugaku y tapándose más su intimidad con la sábana.
- Bu – le dijo Minato sonriendo sacándole una gran sonrisa a Fugaku.
Mi hijo se acercó corriendo y saltó por encima de la cama lanzándose al cuello de Minato sonriendo.
- Minato – dijo su nombre completo por primera vez.
- Ey… cuánto ha crecido mi pequeñín – dijo Minato sonriendo - ¿Cuántos años tienes ya? Como veinte por lo menos – le exageró y Fugaku empezó a reírse señalándole con la mano tres dedos.
- Tengo tres tonto – le decía sonriendo.
- ¿Tres? – decía Minato riéndose - ¿Sólo tres? Pero si tienes que verte… mira que grande, ya eres todo un hombrecito.
- ¿Qué tienes en el cuello? – le preguntó Fugaku y miré el cuello de Minato rojo y lleno de marcas por mis mordiscos.
- Un mosquito… un mosquito muy grande me ha atacado esta noche – le dijo Minato sonriendo – y esta noche… me encargaré de cazarlo – dijo mirándome con una sonrisa.
- ¿Por qué no has venido a verme? - le preguntó Fugaku un poco triste.
Minato se quedó callado durante unos segundos, se había sorprendido por la pregunta de mi hijo, pude notar que no sabía qué contestarle y me miró buscando una explicación y yo le negué con la cabeza queriendo decirle que no le habíamos contado nada sobre lo que le ocurrió. Minato volvió su vista hacia mi hijo y con una de sus tranquilizadoras sonrisas le habló.
- Estuve en una misión muy importante que ha durado mucho tiempo. Siento no haber podido venir a verte antes – le explicó mientras le acariciaba la mejilla – Te he echado mucho de menos, Fugaku, no sabes cuánto – le dijo mientras le abrazaba fuertemente.
- ¿Volverás a irte? - le cuestionó mi hijo desanimado.
- No, te prometo que jamás me separaré de tu lado... siempre y cuando quieras que me quede contigo y con tu papá.
Pude notar un deje de miedo en la voz de Minato por la respuesta que pudiera recibir por parte de mi hijo. Fugaku separó ligeramente su cabeza del pecho de Minato para mirarle con una gran sonrisa en su rostro.
- Sí – gritó muy feliz – quiero que tú seas mi papá también.
Me alegré mucho de oír que mi hijo aceptaba a Minato como parte de la familia y que lo veía como una figura paterna también. Vi que la cara de Minato pasaba de una expresión de sorpresa a otra de completa felicidad y depositaba un dulce beso en la frente de Fugaku para después volver a estrecharle entre sus brazos. Me sentí dichoso ante tal escena, las dos personas que más amaba en este mundo, se aceptaban mutuamente y se querían mucho por lo que no pude evitar unirme a su abrazo. Ésta era mi familia ahora e iba a hacer todo lo que estuviese en mi mano para protegerla y para que jamás nadie volviese a separarnos, aunque me costase la vida en el intento.
- Entonces, ¿te parecería bien que Minato y yo nos casásemos? - le pregunté a mi hijo.
Minato me miró anonadado por la repentina propuesta de matrimonio, pero ahora que lo había recuperado no quería perder el tiempo ni un segundo más, quería formar una familia con él, estar para siempre juntos.
- Sí – volvió a gritar Fugaku muy feliz - ¿Tendrás que usar un vestido de novia? - le preguntó a Minato.
Ambos nos quedamos mirándolo sorprendido, no esperábamos para nada esa pregunta por su parte. Estallé en carcajadas por la ocurrencia de mi pequeño, hacía mucho tiempo que no me reía así, incluso se me escapó alguna lágrima de la risa. Minato se quedó observando a Fugaku y luego a mí sin poder reaccionar, pero al ver el ataque de risa que me dio, comenzó a sonreír y después se unió a mí desternillándose también. Fugaku nos miraba con un puchero en sus labios, se había molestado porque nos estábamos riendo de su comentario.
- ¿Por qué os reís tanto? - preguntó ofendido.
- ¿De dónde has sacado la idea del vestido de novia? - le pregunté una vez que pude calmarme.
- De la tía Ino. Ayer estaba mirando una revista y dijo en voz alta que ojalá hubiese habido vestidos como ésos cuando se casó – nos contó.
De nuevo sonreí por la inocencia de mi pequeño, aunque creo que debería comenzar a decir de nuestro pequeño. Para mí, Fugaku era tanto mi hijo como el de Minato, aunque no me olvidaba que había sido Karin quien le había traído a este mundo.
- Pero eso sólo se lo ponen las mujeres – le expliqué – Minato no llevará uno de esos vestidos... a no ser que él quiera – le dije mientras miraba a mi rubio con una sonrisa divertida.
Minato me miró fingiendo molestia pero podía sentir que se reía por la idea de casarse con un vestido de novia.
- No, gracias – me respondió sonriendo – Me parece que no es mi estilo.
Seguimos riéndonos y charlando durante un rato más hasta que recordé que Minato seguía desnudo bajo las sábanas.
- Fugaku, ¿qué te parece si vamos a preparar un delicioso desayuno para los tres mientras dejamos que tu nuevo papá se duche? Démosle una buena bienvenida – le sugerí con una sonrisa en mis labios.
Nuestro pequeño aceptó encantado y salimos de la habitación dejando a Minato para que pudiera asearse y vestirse, no sin antes guiñarle un ojo con complicidad y mi rubio me sonrió de la misma forma.
Tras disfrutar de aquella mañana para nosotros tres solos, fuimos a casa de mi hermano. Quería agradecerles a todos por haber traído de vuelta a Minato, sé que no lo hicieron solamente por mí, seguramente también por Naruto y los niños, al fin y al cabo también eran su familia, pero aún así sentí que debía hacerlo. Pasamos toda la tarde en familia, Naruto dejó a Temari a cargo del poco papeleo que le había quedado el día anterior, supongo que tenían todo muy bien planeado para darme aquella sorpresa.
En un momento en el que estábamos los cuatro disfrutando de una taza de té mientras los niños jugaban en el patio, decidí hablar con Naruto y con mi hermano sobre mi futura boda con Minato. Sé que quería pasar el resto de mi vida junto a él pero necesitaba saber que el resto de mi familia estaba de acuerdo con ello, entendía que podía complicar un poco nuestra situación familiar.
- Naruto – llamé a mi cuñado nervioso aunque supe camuflarlo muy bien.
- ¿Qué ocurre? - me preguntó curioso.
- Quería tu consentimiento para casarme con tu padre – le dije lo más directo que pude.
Naruto me miró serio y por un instante temí que se negase pero al segundo siguiente se echó a reír, lo cual me tranquilizó bastante.
- Tenemos una familia de lo más peculiar – dijo entre risas – Parece que yo fuese el padre al que le estás pidiendo la aprobación para casarse con su hijo.
- Entonces, ¿te parece bien? - le pregunté dubitativo.
- Por supuesto que sí, Itachi. Ya sabía lo mucho que le amabas y estoy convencido de que eres la persona correcta para hacer feliz a mi padre. Además, dudo que me hicieseis caso aunque me opusiera a vuestra relación, conozco de primera mano lo tercos que podéis llegar a ser los Uchiha – me dijo divertido.
En toda nuestra conversación, Minato había estado ligeramente colorado debido a la vergüenza mientras que mi hermano nos observaba divertido con su sonrisa de medio lado. ¡Era un situación de lo más surrealista! A pesar de todo, no podía sentirme más feliz, pronto estaría casado con el hombre al que amaba y mi hijo tendría otro padre que le quería como si fuese suyo propio también.
Varios días después, celebramos nuestra boda en el patio de nuestra casa con nuestra familia y nuestros amigos, incluso Kakashi apareció junto a Iruka y me felicitó con sinceridad. Supongo que ya no sentía nada por Minato o quizás ya no tanto porque se le veía feliz junto a Iruka, parecía que en ese año Kakashi había decidido pasar página y comenzar una relación con aquel agradable profesor. Me alegré por él aunque hubiese sido mi rival en el amor durante el pasado.
La ceremonia fue de lo más hermosa y tranquila. Minato y yo llevamos un haori y el hakama tradicionales, para decepción del pequeño Fugaku que aún seguía con la idea de que Minato debía llevar un traje de novia y continuaba sin comprender que esos vestidos solían llevarlos las mujeres. Al acabar la fiesta, Naruto y mi hermano se llevaron a Fugaku con ellos para que mi esposo y yo pudiésemos disfrutar al máximo de nuestra luna de miel... y vaya que la disfrutamos. Creo que no dejamos ni un sólo rincón de nuestra casa donde no lo hiciésemos como animales en celo.
A las pocas semanas de casados, la idea de aumentar la familia acudió a mi mente y se lo comenté a Minato. Me apetecía mucho tener otro miembro más en nuestra pequeña familia, quizás deberíamos adoptar a algún niño o niña aunque lo que realmente me apetecía era tener uno biológico con Minato.
- Minato – le llamé.
- ¿Qué pasa, Itachi? - me dijo somnoliento.
Era de noche y ambos estábamos en nuestra cama descansando tras una agotadora sesión de sexo. Tenía a mi esposo entre mis brazos y le acariciaba su espalda mientras él hacía lo mismo con mi pecho.
- ¿Te gustaría tener un hijo conmigo? - le pregunté directo.
Él levantó su rostro para mirarme a los ojos y me sonrió dulcemente.
- Por supuesto que sí pero pensé que quizás esperaríamos un poco más, creí que más adelante adoptaríamos a algún niño – me contestó sin entender a lo que me refería.
- Ésa era una de las ideas que tenía en mente pero lo que realmente deseo es tener un bebé contigo.
Minato no supo cómo reaccionar, me miraba atónito y con la boca ligeramente abierta.
- Pero, Itachi, los dos somos hombres... ¿cómo se supone que vamos a tener un bebé juntos? - me preguntó consternado.
- Recuerda que Naruto tuvo a los mellizos. Él sabe cómo transformarse por completo en mujer, él podría ayudarnos, nos podría enseñar el jutsu y podríamos intentarlo. ¿Qué te parece? - le dije ilusionado.
Minato pareció meditar mis palabras con tranquilidad, supongo que estaba considerando las ventajas y los inconvenientes de aquella situación.
- ¿Y quién de los dos aprendería la técnica y se quedaría embarazado? - me preguntó divertido y yo le sonreí.
- La verdad es que me encantaría verte llevando a nuestro bebé. Creo que estarías realmente tierno con una barriga de embarazado.
- Ey, ¿y por qué tengo que ser yo? - fingió estar molesto pero aún sonreía divertido.
- Te prometo que si te quedas embarazado ahora, para la siguiente vez seré yo el que use la técnica de Naruto para tener a nuestro siguiente bebé. ¿Qué te parece mi oferta? - le propuse.
Me miró divertido durante unos segundos pero después se puso serio y se quedó pensativo.
- ¿No crees que sería un poco peligroso? Tengo entendido que necesitó mucho chakra para aguantar durante nueve meses y yo ya no tengo la otra mitad del Kyuubi en mi interior – me dijo preocupado.
Lo bueno de que mi hermano junto a la ayuda de mis sobrinos hubiesen resucitado a Minato, es que ahora tenía todos sus recuerdos. Recordaba todo su pasado antes de morir la primera vez, recordaba cuando fue resucitado durante la cuarta guerra y también todo lo que ocurrió después de que Orochimaru le reviviese.
- Naruto necesitó tanto chakra porque tenía a dos bebés en su interior. Estoy seguro de que podremos conseguirlo. Yo te ayudaré con mi chakra, soy muy fuerte, tengo de sobra y tú también eres muy fuerte, no por nada fuiste el cuarto hokage.
- Pero, ¿y si vienen dos también?
- Entonces, le pediremos ayuda a mi hermano, a Naruto y, si hace falta, a nuestros amigos. Dudo que tengan algún problema en ayudarnos – le tranquilicé.
Minato se relajó con mis palabras y me besó con dulzura. Me encantaban sus labios, eran tan suaves y tan adictivos, podría estar toda mi vida besándolos y saboreándolos sin parar.
- Está bien, intentémoslo. Pero recuerda que para el siguiente será tu turno – me dijo con diversión en su voz.
- Como quieras – le contesté muy feliz antes de lanzarme a por sus labios de nuevo.
Aquella noche volvimos a unir nuestros cuerpos para celebrar que pronto aumentaríamos la familia. Al día siguiente, fuimos a casa de mi hermano y hablamos con Naruto para contarle nuestros planes y pedirle su ayuda y, aunque no se esperó para nada que le pidiésemos algo así, aceptó enseñarnos su jutsu. Yo también lo aprendí por si en el futuro me tocaba cumplir con mi parte del trato. Tras unas pocas semanas, Minato y yo dominamos por completo el oiroke no jutsu, no por nada éramos los genios de nuestros clanes. Sasuke se divirtió mucho viéndome como mujer, se burlaba de mí diciéndome que cuando me transformaba no cambiaba demasiado, que el pelo largo ya lo tenía.
En cuanto aprendimos la técnica, Minato se transformó en mujer y yo traté de dejarle embarazado o, en este caso, embarazada. Tras varios intentos, por fin mis espermatozoides hicieron su trabajo y dejaron embarazado a mi esposo. Me sentí el hombre más feliz del mundo y Fugaku también estaba muy contento por convertirse en ese momento en hermano mayor, decía que iba a jugar mucho con el bebé y que le querría y protegería muchísimo y eso me hizo aún más feliz. Al principio, a Fugaku le costó un poco acostumbrarse a ver a Minato como mujer pero cuando lo hizo, cuidó de él en todo momento.
Tras unos nueve meses después, en el que compartí mi chakra con Minato para mantener su forma de mujer, nos encontrábamos en el hospital de Konoha. Había sido una larga noche en el que estuve al lado de mi esposo mientras dilataba lo suficiente para dar a luz a nuestro bebé. Pude ver su rostro de sufrimiento y de esfuerzo mientras empujaba pero en cuanto pusieron en sus brazos a nuestra hija, se le llenaron los ojos de lágrimas por la alegría y no paró de sonreír ni un momento. Yo también lloré con él mientras le daba un beso a nuestra pequeña y le decía a Minato lo mucho que le amaba. Estaba realmente feliz y aliviado, porque tuve miedo de que pudiese volver a repetirse la situación de Karin y que Minato muriese durante el parto pero para mi tranquilidad, no ocurrió ningún contratiempo.
Ahora estábamos en una habitación para que Minato pudiese descansar. Ya había vuelto a la normalidad y estaba recostado en la cama con nuestra pequeña en brazos mientras yo estaba sentado a su lado abrazándole y observando a ese pequeño ser vivo. Tocaron a la puerta y di permiso para que pasase a quien estuviese al otro lado. Por la puerta entraron mi hermano, que tenía a Fugaku en brazos, Naruto, que llevaba un jarrón con flores frescas, y mis sobrinos. Sasuke se acercó a nosotros y dejó a mi hijo en la cama, el cual miraba muy feliz a su hermanita.
- Es muy pequeña – comentó - ¿cómo voy a jugar con ella? - preguntó preocupado.
- Tú también fuiste así de pequeño y mírate ahora lo grande que estás – le sonreí.
- No te preocupes, tu hermanita crecerá y podrás jugar con ella – le tranquilizó Minato.
Todos se habían colocado alrededor de la cama para ver a la pequeña pero a una distancia prudente para no agobiar a Minato o al bebé.
- Vaya, es la primera Uchiha rubia que va a haber en la familia – comentó mi hermano – Ya tenemos todo el repertorio, varios niños morenos, una niña pelirroja y ahora una rubia – dijo con diversión.
- Y tiene los ojos azules – le dije sonriendo – me parece que físicamente ha salido a los Namikaze. Va a ser una niña muy guapa, como su padre – y miré a Minato feliz.
- Fugaku, vas a tener que protegerla de niños indeseados que se le acerquen demasiado – le dijo Sasuke a mi hijo, pero éste le miró sin entender a lo que se refería.
- Y, ¿ya habéis pensado un nombre? - nos preguntó Naruto.
- Creo que es justo que Minato elija el nombre que quiera, para algo ha pasado nueves meses con nuestra pequeña en su interior – contesté a Naruto pero sin dejar de mirar a mi esposo.
- ¿Estás seguro? - me preguntó Minato y yo le respondí muy seguro que sí – Kaoru – dijo tras mirar las flores que había traído Naruto y que estaban cerca de la cama – Su nombre será Kaoru.
- Es un nombre muy bonito – dijo Natsume.
Todos coincidieron con él. También pensaba que era un hermoso nombre porque cada vez que me llegase la fragancia natural de mi pequeña, recordaría uno de los momentos más felices de mi vida.
- Papi, tengo una duda – se dirigió Yumiko a Naruto.
- Dime, Yumi, ¿qué duda tienes? - le contestó mi cuñado.
- Si el abuelo está casado con el tío, ¿ahora es nuestro tío también o el tío Itachi es nuestro abuelo? Y, Kaoru, ¿es tu hermana o tu sobrina? ¿Es nuestra tía o nuestra prima? - preguntó confusa.
Todos nos quedamos callados de la impresión. Creo que nadie esperaba que Yumiko llegase a preguntar algo como eso, ni siquiera creo que nadie llegase a pensar que una niña tan pequeña llegase a esas conclusiones por sí sola. Todos nos miramos sin saber qué contestarle porque esa pregunta no tenía una respuesta sencilla.
- Eso no importa, cariño – le contestó al final Naruto – lo importante es que somos una familia y nos queremos todos sin importar quién sea qué – le dijo sonriendo dulcemente.
Yumiko miró a su padre sin estar totalmente convencida de la respuesta pero tras unos segundos, levantó los hombros con indiferencia y sonrió junto a su padre. Todos nos relajamos y sonreímos también. Naruto tenía razón, éramos una familia sin importar que no fuese una muy normal o típica, lo importante es que nos queríamos mucho y estaríamos ahí para el resto en todo momento.
No podía creer lo afortunado que era. Había tenido una segunda oportunidad cuando me resucitaron, pude estar con mi hermano como siempre deseé, tuve un hijo maravilloso y pude enamorarme de la persona más maravillosa del mundo y formar una estupenda familia con él. No podía pedir nada más, por lo que me pasaría el resto de mi vida cuidando y haciendo feliz a toda mi familia por completo... tenía una segunda oportunidad en esta vida y la aprovecharía al máximo junto a mis seres queridos.
FIN