Notas de Autora:
Pues he visto muchos Fanfics con Roxas como un tsundere y me he dicho a mi misma. ¿Y qué hay del Roxas tímido y adorable que todos amamos? ¡Pues aquí esta!
Aviso de posible OoC, aunque se intenta evitar...
En fin, disfrutad.
El último día de Instituto. Sólo seis horas de charlas aburridas y entregas de notas antes de salir a pasar un estupendo verano, libre de los lazos que te ataban a las estúpidas tareas escolares. Todos en Villa Crepúsculo estaban más que contentos por esto. Todos excepto cuatro chicos, que no parecían pasarlo muy bien, y no sólo porque uno de ellos había suspendido más de la mitad de las asignaturas, si no porque ese suponía el último día de Roxas en el Instituto Público de Villa Crepúsculo. El rubio se marcharía a finales de Agosto a un sitio llamado Islas Destino por culpa del trabajo de su padre. Como allí vivía su primo no había necesidad de hablarlo más, y el traslado era definitivo. Aun no era momento para ponerse tristes, tenían todo el verano para eso, pero no podían evitar sentirse algo nostálgicos.
Tras recoger las notas, y esperando a que comenzase la charla del Representante escolar, los cuatro comenzaron a recordar memorias que habían vivido juntos ahí. Se sentaron en las gradas con el boletín en mano. Aún no había llegado nadie, sólo un señor que arreglaba el micrófono para la charla. Eso era porque todavía quedaba una buena media hora para la reunión.
- ¡Yo tengo otra! -Habló de pronto Olette, una muchacha de pelo marrón y ojos verdes. -¿Os acordáis cuando Hayner y Roxas se pelearon?
- ¡Hahaha! ¡Y tuvimos que volver a unirlos! -Pence empezó a reír junto a la chica, mientras que los dos rubios del grupo se miraban con molestia.
- ¡Teníamos 10 años! -Se excusó Hayner. -Además, fue culpa de Roxas de todas formas. -Le picó con una sonrisita divertida.
- Ya claro, fue mi culpa llorar porque me quitaste mi peluche favorito. -Roxas le respondió sacándole la lengua.
- Pero te lo devolví, ¿verdad?
- Roto y manchado de helado de sal marina.
Los cuatro empezaron a reír, mientras que el señor del micrófono se volvía ofendido, pensando que era de él de quien se estaban riendo. Eso sólo hizo que las risitas del grupo se volviesen carcajadas. El pobre peluche aún estaba en su habitación, en sus pésimas condiciones. Pero se negaba a tirarlo, porque era uno de muchos recuerdos que tenía con sus amigos. Roxas suspiró con diversión. El conflicto del peluche acabó con Olette y Pence rindiéndose por su cabezonería, y con ellos dos comiendo un helado en la torre del reloj por voluntad propia.
- También me acuerdo de cuando a Olette le gustaba Seifer. -Hayner hizo una mueca de disgusto absoluta. -¡Eso podía considerarse como alta traición!
- ¡Estábamos juntos en el grupo de lectura! Además, Hayner a ver si creces. Tienes quince años, ¿no estás mayorcito para tener enemigos mortales?
- ¡Seifer es NUESTRO enemigo mortal, a ver si te enteras! ¿Verdad, Roxas?
- Definitivamente. -Asintió el rubio con fingida seriedad, como si fuese lo más importante del mundo.
Olette resopló con molestia, apartándose un mechón de la cara. Luego sonrió.
- ¿Os acordáis de cuando nos hicimos amigos en primaria? -Murmuró con cariño.
Los otros tres acabaron sonriendo con el mismo cariño que lo hacía Olette. Como olvidarlo...
- Fue gracias a Roxas, ¿no? -Respondió Pence, estirándose en las gradas.
- ¿Eh? ¿A mí? No lo recuerdo así... -El rubio se pasó una mano por la nuca. -Ya os veíais unidos cuando os acercasteis a mí.
- No. Lo cierto es que nos llevábamos bastante mal. -Asintió Hayner. -Tú viniste nuevo a nuestra clase, y nos pareciste de lo más guay. Pero eras tan tímido, que cuando cualquiera de nosotros se acercaba para ser tu amigo te marchabas corriendo con la cara como un tomate.
- Eso... Suena a algo que yo haría. -Soltó Roxas con una pequeña risita.
- Un día por la tarde nos peleamos para ver quien acabaría siendo tu amigo. -Suspiró Olette con nostalgia. -Y fue entonces cuando te molestó ese perro callejero, ¿no?
- ¡Ah, sí! -El aludido asintió con fuerza. -Olette lo distrajo con su bocadillo, Pence me curó las rodillas y Hayner... Hacia tonterías.
- ¡Lo hacía para que dejases de llorar! -El rubio de ojos marrones se giró con fingida ofensa. Luego sonrió. -Entonces decidimos que los cuatro seriamos amigos.
Empezaron una risa que fue apagándose poco a poco. Las cuatro miradas de distintos colores se posaron en el suelo de forma incomoda.
- No será lo mismo sin ti... -Pence se atrevió a decir lo que todos pensaban. Roxas suspiró. Si hubiese una forma de evitar las despedidas...
- No podíamos pensar que estaríamos juntos siempre, ¿verdad? -Hayner suspiró. -Esto pasaría en algún momento de todas formas...
- Hayner... -Murmuró Olette dedicándole una mirada llena de reproches.
- Pero es cierto, no estaremos juntos toda la vida... -Repitió suspirando, y mirando hacia el techo. -Así que hagamos este verano inolvidable. ¿Qué os parece? -Ahora se giró hacia sus tres amigos, guiñando un ojo.
Roxas levantó la cabeza con una enorme sonrisa y asintió con fuerza, al igual que los otros dos. ¡Sería el mejor verano de sus vidas!
Estuvieron en silencio unos minutos. No era de esos incómodos en los que no sabes que decir. Era un silencio típico en su grupo. Cuando todo estaba dicho, y en el que lo único que querías era guardar esto en tu memoria y que el momento durase eternamente. El que solía romper este silencio era Hayner con alguna locura que pensaba a causa de estar tanto tiempo callado. Esta vez sin embargo, fue Olette la primera en hablar.
- Por cierto, con la tontería no hemos hablado de las notas. ¿Qué tal os ha ido?
Hayner hizo una mueca de disgusto absoluta.
- Dejadme verlas. -El rubio agarró los cuatro boletines empezando a compararlas, mientras que el resto del grupo apretujaba las cabezas para echar un vistazo.
- Que fuerte, Hayner. -Bromeó Roxas, pinchando a su mejor amigo.
- No me puedo creer que hayas suspendido seis asignaturas... -Murmuró Olette, dándose con la palma de la mano en la cara. -Estas más que muerto.
- ¡Ya se eso! No tienes que reprochármelo, Señorita Matrícula de Honor en todo.
- No veo que hay de malo en sacar Matriculas de Honor... -Pence se encogió de hombros, haciendo que Hayner le dedicase la misma mirada que a Olette hace unos momentos.
- Tú no eres mejor que ella, Pence. También tienes un diez en todo excepto Gimnasia... ¡Incluso ahí me superas!
- Tal vez si estudiases, para variar... -La chica hizo una mueca, y siguió mirando. -¡Roxas! ¿Has suspendido Biología? Pensé que se te daba bien.
Todos posaron la vista en el boletín de Roxas. Sus notas no eran extremadamente buenas, pero tenía casi todo aprobado. Excepto, lo que acababa de decir su amiga.
- Si, bueno... Este año ha sido difícil... -Comentó, pasándose una mano por la nuca.
Los otros tres se miraron con una sonrisa sospechosa.
- ¿No será por ese chico de tu clase? Ese del que siempre hablas... ¿Cómo era...? -Murmuró Pence.
- ¡Aaaaxeeel! -Respondieron a coro Hayner y Olette, empezando a reír.
- ¡Callaos! ¡No es por eso! -Roxas frunció el ceño, avergonzado. -Es porque el profe es un amargado.
- Aw... A mí me gusta el profesor Setzer. -La chica del grupo se encogió de hombros.
- Claro... Le gusta... Tanto como a Roxas le gusta ese tal Axel.
Hayner hizo disimuladamente un gesto obsceno con la boca y la mano derecha, que pretendía significar lo que todos pueden imaginar, y Olette empezó a regañarlo por esto. Roxas seguía mascullando cosas sobre que no tenía nada que ver Axel en este asunto, y Pence reía con las tonterías de sus amigos.
En menos de cinco minutos, las gradas empezaron a llenarse de gente para escuchar la última reunión justo antes del principio oficial del verano. En cuanto el representante del Instituto subió al escenario con orgullo, Hayner empezó a quejarse con cara de asco. Soltaba lo mismo cada vez que había un comunicado oficial.
- Para empezar, no entiendo como todos han votado a Seifer para representante.
Y Olette, le respondía con un suspiro.
- Claro, que saque buenas notas y sea amable no tiene nada que ver, ¿eh?
- Pues no.
Y en ese punto ninguno respondía, sólo escuchaban las mil y una quejas que Hayner tenía hacia Seifer y su "patética" gestión. Roxas habría intentado hacerlo callar para oír las últimas palabras del curso, pero algo llamó su atención. Algo mucho más interesante que las quejas de su mejor amigo.
- A ver, Demyx, ni siquiera es para tanto. Ya sabes cómo es el profesor, y que te pases las clases escuchando música no ayuda. Era obvio que te iban a suspender las Matemáticas.
- ¡Aun así! ¡Debería compadecerse de mí! Le he entregado los cuadernos...
- ¡Eso es mentira! ¡Hahahaha! -Esa voz grave acompañada de la risa del chico que acababa de tomar asiento detrás de Pence (el cual estaba casi dormido por la charla) hizo que al pequeño rubio le diese un vuelco el corazón.
Hayner estaba muy ocupado con sus rollos, pero Olette que estaba a su lado se dio cuenta del rostro carmesí de su amigo. Se giró hacia Roxas, y luego hacia el pelirrojo de atrás. Sonrió con diversión y le dio un codazo al chico para llamar su atención.
- Creo que deberías hablar con él. –Murmuró ella.
- Ni siquiera sabe que existo. –Refunfuñó de vuelta, mirando hacia detrás disimuladamente.
Hoy el tipo alto y pelirrojo llevaba una camiseta amarilla que contrastaba con su pelo. Como de costumbre tenía esos piercings bajo el labio, y en la oreja. Sus ojos verdes, que reflejaban diversión, estaban clavados en el que supuso que era su mejor amigo, un tipo rubio de ojos azules también muy alto. Le pareció que por un momento sus miradas chocaron, y Roxas se volvió tan rápido como pudo, de vuelta hacia Seifer. Olette soltó una risita disimulada.
- ¡Por eso mismo! Roxas, se supone que este verano puedes hacer lo que quieras sin preocuparte por las consecuencias. –La chica hizo una mueca mirando hacia Hayner que había elevado el tono de la voz. –Dentro de lo legal… Y este chico te gusta desde hace un año o más. No pierdes nada por presentarte, ¿no?
- Si. Mi dignidad.
- Oh, vamos. Llegados a este punto no tenemos de eso. –Bromeó la chica, soltando otra risita.
- Eh, mocosos. -La voz de Seifer en el escenario ahora iba directamente hacia el grupo de Roxas. Claro, entre Hayner que no paraba de quejarse y su conversación, estaban molestando a los demás. Todo el salón de las gradas posó sus miradas en el grupo. Y ese todos incluía por supuesto a Axel. -¿Qué tal si os calláis un ratito?
- ¡Si dejases de aburrirnos nos callaríamos! -Gritó Hayner como respuesta. Algunas chicas empezaron a susurrar ofendidas por el comportamiento del rubio. El típico club de fans de Seifer. Mientras que el resto de la sala simplemente soltó una risita.
Seifer hizo un movimiento con la cabeza, y lo siguiente que supieron fue que algunos profesores y un conserje los sacaban a los cuatro del auditorio cogidos por el brazo. Todo el salón empezó a reír, y Roxas sólo podía fijarse en el rostro y las carcajadas de Axel y su amigo. Se quería morir de vergüenza.
- ¿Ves lo que quiero decir...? -Murmuró con voz amortiguada Olette que parecía igual de avergonzada, porque se estaba cubriendo el rostro con la cara.
Maldito Hayner.
- ¿Es que siempre que hay un problema estáis vosotros cuatro en medio? -El Director les empezó a regañar, mientras que Roxas y Olette miraban mal a su amigo. Podrían haberse disculpado y listo, pero nooo. El señor tenía que plantarle cara a su "enemigo mortal". El hombre, que parecía tan o más cansado que ellos hizo un gesto con la mano. -En fin... Ya podéis marcharos. Hasta el año que viene. Y buena suerte con tu nuevo Instituto, Roxas.
- Gracias, Señor... -Respondió el rubio con una pequeña sonrisa fingida.
En cuanto salieron del Instituto, Olette empezó a regañar a Hayner, mientras que él se defendía con que no iba a dejarse comer por nadie. Parecía que el resto ya se habían ido hace rato... Todos excepto cierto rubio un año mayor que ellos. Justo cuando Roxas estaba a punto de gritarles que dejasen de discutir, Seifer apareció en su campo de visión y los cuatro se callaron abruptamente. Ya empezaban otra vez...
- ¿Qué pretendías intentado fastidiar la charla, rubito? ¿Acaso creías que lo ibas a conseguir?
Roxas posó una mano en el hombro de Hayner.
- Simplemente ignóralo. Vamos al lugar de siempre. -Murmuró, pasando por el lado de Seifer sin echarle cuenta.
Hayner suspiró y se contuvo, por muchas ganas que tuviese de saltar encima del más alto y pelearse como solían hacerlo. Hoy no era el día, ni este era el lugar. Y si su amigo se lo pedía, pues le haría caso, porque quería hacer un verano perfecto para Roxas. Olette siguió al de ojos azules con la cabeza bien alta, y tras ella Pence. El rubio le sacó la lengua a Seifer de forma infantil, y empezó a caminar para marcharse con sus amigos. Pero algo de lo que dijo ese tipo simplemente lo sacó de sus casillas.
- Al menos se va uno de estos mocosos insoportables... Gracias a Dios.
Roxas pudo oír eso perfectamente. Y sabía que Seifer lo hacía sólo para provocar a su mejor amigo. Se giró con una mueca, y al parecer es justamente lo que había conseguido.
- ¡HAYNER, NO! -Gritó Olette, intentando detener al rubio, pero era muy tarde. Ya se había lanzado para pelear con el otro más alto.
Estas peleas nunca sabias como acababan. A veces ganaba Seifer, a veces lo hacía Hayner. Dependía de la dirección del viento y las nubes del cielo. Pero si que terminaban siempre con un "Ya tomaremos la revancha". Y el que perdía es el que solía provocar al otro la próxima vez. Por esa regla, Seifer es el que perdió anteriormente, y tenía más probabilidades de ganar hoy. Eso se los había explicado Vivi una vez que Hayner y Seifer discutían por un helado, y los otros seis simplemente miraban. Pero hoy Roxas no tenía ganas de movidas largas. Así que... Sí. Se metió.
- ¡ROXAS, PARA! ¿QUÉ HACES?
Y como Roxas se metió, pues también lo hicieron los amigos de Seifer. Esto no podía quedar así por lo que, Olette le rogó a Pence que intentase separarlos. Así que también se metió en la pelea el moreno. Parecía una discusión absurda, en la que la pobre chica y Vivi miraban horrorizados como unos se partían la boca a otros.
- Oye, oye, oye. ¿Qué está pasando aquí? -Una voz grave hizo que el cuerpo de Roxas se congelase por completo, y por esto mismo recibió un puñetazo en toda la boca cayendo fuera del "ring" imaginario que habían creado en sus cabezas.
- ¡Roxas! -El rubio pensaba vengar a su amigo, pero no consiguió hacerlo.
La pelea acabó en ese momento, porque alguien tiró de Hayner para que dejase de pelear con el maldito Seifer, y Olette se aseguró de sacar a Pence de toda la movida.
Por suerte, antes de que Roxas se diese contra el asfalto alguien se aseguró de agarrarlo por el brazo para que mantuviese el equilibrio. Posó sus ojos azules en su mejor amigo que le gritaba improperios a Seifer, el cual se marchaba con un gesto de desprecio. No podía seguir peleando, porque le agarraba de los brazos el tipo rubio de antes, que se quejaba de las Matemáticas o algo así.
Espera... Ese tipo...
Miró a Olette que intentaba disimular una sonrisa, porque en el fondo estaba preocupada. Pero no podía evitarlo. Por último, se giró lentamente, y fue entonces que notó como su rostro se encendía de forma exagerada.
- A-Ah... -Roxas dio un salto como si fuese un gato al que acaban de asustar. Pudo oír la risita de Olette taladrarle la cabeza. -A-A-Ax...
- Oye, ¿Estás bien? Ese puñetazo debe hacerte dado muy fuerte.
- ¡N-No! Yo... Ah... Ouch... -Roxas se pasó la mano por la boca, de donde salía un pequeño hilillo de sangre. Debía de haberse mordido la lengua o algo así.
- Tranquilo, está bien. -Vino Olette con Pence a su rescate, mientras que Hayner seguía pataleando en los brazos del rubio alto. -Gracias por ayudarme, esto... Axel, ¿verdad?
- No hay problema, señorita. -Sonrió con diversión, volviéndose hacia su amigo. -Eh, Demyx. ¿Cómo lo llevas con el diablillo? Ya puedes soltarlo.
- ¡Bua! ¡Qué bestia! -El tal Demyx soltó a Hayner con una risotada. -Este crio pega de lo lindo... Deberíamos haberlo dejado seguir repartiendo tortas. -Bromeó.
Hayner miró hacia Roxas con una expresión de disculpa, pero se fijo en el pelirrojo que tenía delante y no pudo evitar sonreír de forma extraña. Axel se volvió ahora a los cuatro, mientras que Demyx caminaba hacia ellos también. Ambos examinaron al grupito con una mueca divertida.
- Sois muy pequeños para meteros en movidas como estas, ¿no creéis? -Empezó Axel, repasándolos con la mirada uno a uno.
- ¡No somos tan pequeños! Ya tenemos quince años. -Se defendió Hayner, mirando disimuladamente a su mejor amigo. -Podemos hacer muchas cosas, ¿verdad Roxas?
- Ah... Eh...
- Sólo tienen un par de años menos que nosotros. -Asintió Demyx con una sonrisilla. -Cada vez son más bajitos...
- ¡Tampoco somos tan bajitos!
- Roxas, ¿eh...? -Axel adoptó una pose pensativa mientras miraba fijamente el rostro ardiente del nervioso rubio. -El caso es que me suena tu cara... ¿Nos hemos visto antes?
Todo el grupo miraba expectante a su amigo, que parecía querer que la tierra le tragase ahí mismo. Oh dios, estaban hablando de verdad. Y le había hecho una pregunta. Tomó aire por la nariz intentando relajarse y abrió la boca esperando no decir ninguna tontería...
- Vamos juntos a Biología... Eso creo...
- Espera... -Axel y Demyx se miraron con una expresión divertida, y se volvieron al rubio. -Tú eres ese niño genio tan tímido de mi clase, ¿no?
Roxas se frotó la nuca, avergonzado.
- Niño genio...
- ¡Sí! ¡Nuestro Roxas avanzó una clase el año pasado! -Hayner agarró por los hombros a su amigo, con verdadero orgullo.
- Hahaha. Eso explica que seas tan cortón. -Demyx soltó una risotada. -Pues aquí donde lo veis, nuestro Axel repitió el año pasado también.
- ¡Demyx! -Le regañó el pelirrojo frunciendo el ceño.
- ¡Pero es cierto!
- En fin, tenemos que irnos ya. -Axel le hizo un gesto con la cabeza a su mejor amigo. -No volváis a meteros en líos, ¿eh?
Antes de marcharse, el pelirrojo le sacudió el pelo a Roxas como despedida. Demyx les dedicó una sonrisa, y siguió a su amigo hacia la estación para pillar el tren. En cuanto desaparecieron, Hayner, Pence y Olette se quedaron mirando fijamente al rubio de ojos azules que parecía a punto de explotar. Su cara estaba de un extraño color rosa-rojo, uno que probablemente no era sano para el cuerpo humano. Parecía como si fuese un ordenador que se hubiese congelado.
- ¿Roxas...? -Empezó Olette, dándole un toque en la mejilla. Entonces pareció responder, porque abrió mucho los ojos.
- Mmmm... Mierda. -Se cubrió el rostro con ambas manos, completamente avergonzado y empezó a correr hacia el camino contrario a la estación.
Los otros tres se miraron con un suspiro divertido. Sabían perfectamente hacia donde iba el rubio... Aunque antes de seguirlo, probablemente deberían parar a comprarle un helado para tranquilizarlo.