Los personajes utilizados en esta historia no me pertenecen. Todos ellos son obra y magia de Akira Toriyama y sus secuaces.


"(...) Un corazón herido puede construir historias macabras y dolorosas. Un corazón herido puede ser la fuente perversa de una destructiva misiva."


Capítulo veinticinco: Explosión

Bulma pidió a sus padres que cuidaran a Trunks mientras ella y Vegeta partían en búsqueda de Yamcha; un beso en la pequeña mejilla sonrojada y adormilada fue suficiente despedida que la científica entregó a su hijo, temía no volver a verlo, pero al mismo tiempo se negaba a pensar en esa posibilidad. Encendió la nave y se marcharon rastreando la devastación dejada a su paso y el notorio barullo que el terrícola estaba incitando.

— ¿Hacia donde crees que fue? —consultó la muchacha solo para romper el frío silencio.

— No lo sé

— ¿Crees que Yamcha está dejando huellas para que logremos encontrarlo?

— No. Ni siquiera sabe lo que hace —aseveró intentando demostrar con sus palabras que la conversación era innecesaria.

— ¿Cómo puedes saberlo?

— Porque pude verlo cuando tu y tu padre se desvanecieron, pude notar que el imbécil no sabia lo que hacia, actuaba casi por instinto, y es extraño, los terrícolas no tiene un instinto demasiado útil

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Quiero decir que sus facetas instintivas conforman acciones irracionales y banales

— Todo lo instintivo alude a acciones irracionales y banales, Vegeta

— No para un saiyajin —alardeó en tono jocoso solo para disgustarla.

— Ni siquiera viviste lo suficiente en tu planeta para comprender tu raza, además, Goku actuaba irracional cuando…

— Kakaroto no cuenta, él fue criado fuera de nuestras costumbres

— Tu también

— ¿De verdad quieres que discutamos esto ahora, Bulma? —preguntó sin demasiado interés, su intención desde un principio era importunarla para que dejara de hablar, pues su concentración estaba en el lío forjado a sus pies que examinaba minuciosamente con su ojo de lince.

— Deberías superar un poco tu desprecio hacia los humanos, te recuerdo que soy una, al igual que tu hijo

— Trunks es…

— Lo que sea, sabes a que me refiero

Cuando el saiyajin se disponía a reprender en una nueva discusión, una enorme detonación se instauró en las lejanías.

— Mantente aquí

— ¡NO!, si te vas me llevas contigo, no pienses que me dejarás sola, Vegeta

— ¡Bulma! No es momento para tus arrebatos, solo me estorbaras

La científica adecuó la nave en automático y se aferró fuertemente al guerrero. — Me llevas contigo, debo asegurarme de que no lo mataras ni terminaras matándote tu, no pienses en abandonarme

A pesar de los intentos de la muchacha, Vegeta se separó groseramente y enfadado. — dije que no, y ni pienses en aparecer porque no me preocuparé por cuidarte

— ¡Vegeta! —aun cuando sus gritos turbaron la nave, el guerrero emprendió vuelo sin siquiera mirarla perdiéndose en la profunda oscuridad de la noche.

— ¿Qué me aleje? —expresó en un monólogo. — ¡Claro que no!

Sentada al control de la máquina aceleró el viaje hasta llegar a un pueblo cercano a la explosión. Un enorme volcán parecía a un paso de la destrucción. La gente corría despavorida en medio de la confusa vorágine. La muchacha cogió una caja de cápsulas y comenzó a transitar en dirección contraria a la que todos lo hacían, se acercaba al volcán, pero a medio camino fue sujetada duramente por la espalda.

— Te dije que no vinieras, maldita sea Bulma, porque eres tan terca

— Te lo repetiré Vegeta, no pienso permitir que lo mates ni te mates tú, no me quedaré...

El cuerpo de la muchacha de desvaneció en los brazos del guerrero. Sin lastimarla, con un raudo movimiento en el cuello la dejo inconsciente, y llevándola a una cueva que parecía segura la dejó acostada en una improvisada cama. Se inclinó a su lado acariciándole la mejilla susurrando un leve 'Lo siento'.

Una estela de polvo, barro y arcilla quedo navegando en miles de partículas difuminadas al emprender el ascenso hacia el volcán que humeaba estrepitosamente expulsando restos de lava y rocas descontroladas, cuya consecuencia convertía el verde prado y los frondosos bosques en una negruzca y carbonizada imagen.

En la boca del cráter, la temperatura notoriamente elevada incluso para un saiyajin de gran resistencia, le empapó el rostro canela en un espeso sudor que se abría paso por todo el cuerpo dejando marcas húmedas en la armadura. — demonios, lo que faltaba —espetó con la boca reseca, envuelto en un fulminante calor que aturdía su ya deshidratado cuerpo. Mientras descendía evitando agotar su energía, pues la consunción causaba un mayor descendimiento de sus aptitudes de pelea, esquivaba y destrozaba pesadas rocas envueltas en un manto ardiente desencadenadas por los constantes terremotos que estremecían la montaña.

El magma se irrigaba por todo su cuerpo protegido bajo el traje de combate, pero las gotas que rociaban su rostro le producían profundas laceraciones marcando nuevas heridas sobre su ya magullada complexión de batallas pasadas, figurando extrañas lesiones que sellaban su semblante sombrío, empero a pesar del daño recibido nunca había dejado que banales aflicciones lo detuvieran, pues ni la muerte misma había sido capaz de hacerlo regresar de sus convicciones. En ese momento su mente estaba fija en acabar con todo el dilema que se había formado hasta entonces, estaba decidido a llegar hasta la ultima consecuencia necesaria, sin embargo era difícil saber donde se encontraba el problema pues por alguna razón el KI de su oponente parecía inexistente, como si hubiera desaparecido por completo en un abrir y cerrar de ojos. Su corazón palpitaba incesante ante la abrumadora incertidumbre de no lograr ubicar a ese bastardo. La sed inundaba sus labios marchitos y agrietados, el sudor nublaba la vista en tanto avanzaba levitando entre viscosa lava anaranjada abrasadora; pero entonces un grito ensordecedor estremeció cada rincón. Al llegar al punto de encuentro se percató que aquello que estaba enfrente de sus ojos no era más que una abominable deformidad. Yamcha agitaba su cuerpo maltrecho por la ropa carcomida en el fuego, tenía llagas supurantes por el excesivo calor que adornaban grotescamente al lobo del desierto, sus manos despellejadas revelaban lo que había sido un hombre hacía no demasiado tiempo.

— Al fin llegas, Vegeta —expelió en un grito de aversión. — tu me hiciste esto, asqueroso saiyajin

El príncipe se abalanzo sin pensarlo a pesar de sentir cierto asco de tocar aquel cuerpo desecho, sin embargo, su táctica había fallado pues aquellas heridas parecían no lastimar a lo que existía en esa masa de ligamentos, restos de piel y exceso de protuberancias deformes, pues continuaba actuando como si no tuviese ningún tipo de dolor y los espasmos de su enardecida materia no decaían aun cuando estaba notoriamente destrozado.

Una pelea de golpes coordinados entabló convulsiones internas en la tierra. Cada encuentro de puños, patadas y poderes sucumbían en una colisión atronadora. A veces se podía ver a Vegeta sujetando con el brazo enganchado al risible cuello de Yamcha quitándole el aire y extrayendo levemente los globos oculares que parecían a punto de estallar, pero luego Yamcha lo detentaba entre sus enormes extremidades en un intento por romper cada hueso de su esqueleto, la sangre que desprendían en grandes cantidades desaparecían al instante mezclándose en la lava ardiente.

El desgaste físico acompañado por un ambiente nada acogedor producía dificultades en mantener una lucha constante. Ambos, en un espasmo conjunto de expulsión energética destrozaron la montaña, dispersando el contenido en una misiva de destrucción total; por un momento Vegeta recordó a Bulma e inquieto por la probable posibilidad de que aquella acción la hubiera lastimado lo alejó de la batalla en pensamientos. En su descuido de principiante, un puñetazo en el estomago lo regresó vertiginosamente convirtiendo su boca en un mar de sangre y con los pulmones totalmente vacíos de aire, retorciéndose de dolor e ira por su estúpida maniobra. Retomó nuevamente la disputa bajo aquel cielo estrellado al instante en que el oxigeno regresó a su organismo. Un cúmulo tóxico y atezado cubrió el ambiente acompañado de un aroma a madera quemada, carne asada, muerte y devastación, que ahora revestía por completo sus cuerpos y se arraigaba en la piel.

— Ya estoy harto de ti —anunció frívolo. — no me importa lo que hayas sido, ni quien seas ahora, acabaré contigo de una vez por todas

Bulma vagaba de un lugar a otro dentro de una acuosa caverna maloliente golpeteando sus dedos sobre los brazos, mordía sus uñas y suspiraba esperando ansiosa que todo acabara de la mejor manera posible. Grandes explosiones estremecían todo a su alrededor, pero no fue sino hasta aquella detonación que logró divisar una una nube oscura y espesa, que la hizo caer sobre un pozo de agua estancada y fétida. Decidida en averiguar el paradero de ambos guerreros, por un momento, reflexionó junto a pensamientos racionales y no de los impulsos que siempre incitaban a sus decisiones impetuosas y muchas veces erradas. — Vegeta, solo por esta vez —y sentándose sobre una roca ocultó su rostro pálido entre sus manos temblorosas.

Yamcha reía monstruosamente. Su voz cálida ahora estaba atrapada en guturales sonidos aberrantes. La piel parecía caerle a fragmentos y su pasividad exacerbada no calzaba en las intenciones que Vegeta creía. A pesar de que el saiyajin siempre estudiaba y calculaba cada ataque y movimiento, el exceso de confianza del terrícola lo enloqueció al punto de disponerse a destruir todo vestigio de aquel molesto rival, pero antes de que su ataque lograra tocarlo desvió la energía. Lo había entendido todo, Yamcha no pretendía luchar contra él, sus intenciones siempre fueron asesinarlo de la manera indigna: llevándolo consigo a la tumba es una hecatombe destructiva.

— Saiyajin, tu te vas conmigo —bramó al tiempo que su cuerpo se expandía fugazmente y esparcía con él los restos del ácido almacenado en el interior de su alma.

CONTINUARÁ...


Lo sé, ha pasado mucho tiempo. No quiero justificarme, pero realmente pasaron tantas cosas que me impidieron continuar antes. Desde que perdí la cuenta de Fanfiction porque no lograba recuperar el correo, hasta que mi computadora eliminó todos los archivos de la historia, entre otras tantas situaciones devastadoras que sucedieron repentinamente, estoy de vuelta.

¡Lo siento!