Y volvemos a la rutina de siempre, esta semana he empezado la universidad, y este año parece que lo he cogido con ganas… ya os iré contando a medida que vayan pasando las semanas… porque las mates son peores que Cora Mills! No me voy a dilatar más y como prometí hoy por Facebook, aquí está el nuevo capítulo… a ver que os parece.
Como siempre, muchas gracias por cada uno de los reviews que me dejáis y yo igual que vosotras, no me fio ni un pelo de Elsa… que va de mosquita muerta, pero ejem ejem… ya veremos que hará más adelante…
Y aprovecho de paso para hacer un poco de publicidad… xD ¿os acordáis de mi fic anterior Recuérdame? He hecho otro video basado en esta historia, así que TODOS a youtube buscarme por vesita {es el mismo nick} Regina&Emma|Remember me
{link de youtube}/watch?v=7L9qfOnLiBo
Espero que os guste.
Capítulo 22
Mi imaginación voló dándome una de las mejores ideas que había tenido hasta ahora para relanzar y mejorar el club, despedidas de soltera… no podía fallar, así que cuando fui a "venderle" mi idea a Ruby, ésta aceptó encantada.
Cuando volví al piso de Regina, ella ya estaba en casa, se había cambiado de ropa, el vestido que llevaba esta mañana era sustituido, por una camiseta muy holgada con un hombro descubierto y unos shorts tan cortos que estaba casi segura de que no llevaba ropa interior... se acercó a mi cuando salí del ascensor y me saludó con un beso exuberante que hizo que m volviera loca.
- Vaya… hola a ti también – le dije
- Llegas tarde – contestó con sus labios sobre los mío.
- ¿Y?
- Estaba preocupada…
Su boca recorrió mi mejilla y se detuvo en el lóbulo de mi oreja, una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo haciendo que mi clítoris palpitara por el deseo.
- ¿Te preocupada de que me hubiese pasado algo?
- Que no regresaras – confeso de pronto
La empujé hacia atrás para mirarla a los ojos.
- Regina Mills, ¿por qué te preocupaba que te dejara plantada? – Era una estupidez pensarlo - ¿No te das cuenta de que soy la clase de mujer que se aferra a su novia?
Se inclinó hacia delante y acarició su nariz con la mía…
- Si te comportaras como la mujer inteligente que eres, ya me habría dejado tirada hace un tiempo…
- Pues que bien que no me comporte como la mujer inteligente que soy…
- Eso es bueno para mí – ella sonrió. – la cena está lista preciosa.
Me llevó al comedor, donde la mesa estaba preparada con un centro de orquídeas blancas, dos candelabros con velas encendidas y una botella de vino abierta.
- Es precioso – me acerqué a ella y la besé, nos quedamos mirándonos una a la otra durante un momentos, pensé en que si seguíamos un poco más en esa situación y mirándonos así, la cena tendría que esperar… y yo ya tenía las bragas empapadas… Regina Mills lograba eso con solo una simple sonrisa… seguramente a ella le pasaba lo mismo, porque se separó de mí y sirvió vino en las copas, después desapareció en la cocina y regresó con dos platos, me indicó con la cabeza que me sentara y yo obedecí al instante, colocó los platos en la mesa y se sentó, durante la cena charlamos sobre cómo nos había ido el día y sobre la idea que tuve de las despedidas de soltera para el club y como no ella se mostró de lo más impresionada… la cena estaba deliciosa pero la compañía lo era aún más, hablamos sobre la posibilidad de contratar algún cocinero excepcional para los eventos privados que organizaríamos en el club hasta que ella dejó su tenedor y me cogió la mano…
- ¿Podemos dejar de hablar de negocios? Me gustaría pasar el rato con mi novia… haciendo cosas de novias… - aquello me hizo callar, era la primera vez que me llamaba así… y menuda sensación que provocaba en mi interior, el pecho se me calentó con lo que me aprecia un nivel de calor radiactivo que se extendía por mis miembros y subía hasta mis mejillas… yo era la novia de Regina Mills. – Aparte de trabajar, ¿qué has hecho esta tarde? He visto que han llegado los libros, ¿todo bien con los transportistas?
- Si… todo bien, además Elsa vino con ellos.
- Ah…
Supuse bien que a Regina no le haría gracia que Elsa hubiera pasado tiempo en el ático… desde que se le había ido de la lengua sobre su pasado, parecía que temía que ésta me pusiera en su contra. Por mucho que se lo dijera, Regina no entendía que no había nada en el mundo que me alejaría de ella.
- Me sorprendió… seguramente estaba distraída cuando llamó, porque entró directamente.
Regina frunció el ceño.
- Tengo que quitarle la llave.
- No te preocupes… no ha estado mal, hemos tenido una charla muy agradable.
- Eso no me gusta nada. – todo el cuerpo de Regina se tensó.
- No te preocupes, ha sido agradable, además hablamos de Anna. En algún momento debo conocer a tu hija…
- Ella no es mi hija…
- Lo sé, pero para el mundo sí que lo es… además me gustaría conocer a Elsa, es tu mejor amiga, y quiero sentir que estoy cerca de ti… y no te preocupes no me ha revelado ningún oscuro secreto – me reí – ella se alegra por nosotras – hice una pausa para dejar que asimilara mis palabras – cree que mereces estar con alguien que te quiera.
- No te merezco, ni te mereceré nunca…
- No digas eso – le acaricié la mano – es todo lo contrario, soy yo la que no te merece, necesitas alguien mejor que yo, sin tantos problemas como yo, alguien que esté a tu altura y todos el mundo lo sabe.
- Emma – ahí estaba ese tono autoritario… - no quiero que sigas diciendo estas tonterías… y tampoco quiero que veas a Elsa. – maldita sea ella hablaba en serio. Pero yo necesitaba información privilegiada, además quien era ella para decirme con quien puedo y no puedo verme… pero estábamos tratando de que esto funcionara, y si eso era importante para ella… no me podía oponer.
- De acuerdo, pero yo tampoco quiero que la veas tanto como hasta ahora… - al fin y al cabo era la madre falsa de su hija.
- Puedo soportar no verla en absoluto… - me sorprendió mucho su comentario – y si tengo que verla, será contigo a mi lado.
- De acuerdo. – Me levanté bruscamente de la mesa – ahora vuelvo.
Fui al dormitorio principal, más concretamente a "mi vestidor". Cogí el conjunto de lencería más sexy que había y me cambié lo más deprisa posible. Me detuve delante del espejo del dormitorio para ahuecarme el pelo y alborotármelo de la forma más sensual, el picardías tenía un camisón suelto que elevaba mis tetas, ya de por si firmes, a una altura desorbitada. Se abría por la mitad y dejaba ver mi vientre plano y el tanga de encaje a juego. Joder, me follaría a mí misma.
Volví al comedor con andaré provocativos encontré la mesa vacía y a Regina en la barra preparándose una copa de espaldas a mí. Torpemente, traté de adoptar una pose de estríper, pero cuando se giró hacia mí, solo conseguí ladear la cadera y ponerme una mano en la cintura.
Casi se le cayó la copa, con los ojos abiertos de par en par.
- Joder, Emma… estás… - se mordió el labio – JODER…
Era increíble dejarla sin palabras, de hecho eran muy pocas las veces que Regina Mills se quedaba sin palabras, sin dudas eso era una buena señal.
Yo simplemente sonreí.
Me acerqué a ella, lentamente, mientras sus ojos no se apartaban de mi cuerpo, cuando estuve lo suficiente cerca, tiré de su mano y la acerqué a mí, sin tocar nuestros labios, recorrí su hermoso rostro con la punta de mi nariz, y mis dejos se deslizaron por su apretado culito que era cubierto por aquellos diminutos shorts…
- Tú me has servido la cena, he pensado que yo puedo servirte el postre.
Aquella mañana me había dejar llevar a mí, cosa que no solía hacer muy a menudo. La verdad era que ella solía complacerme tanto en la cama que muchas veces yo sentía que no atendía sus necesidades de la misma manera, cuando estábamos juntas, ella podía pasarse horas entre mis piernas, regalándome orgasmo tras orgasmo, fallándome con una variedad de juguetes sexuales cuyos nombres ni si quiera podía recordar, pero cuando era mi turno de complacerla, siempre pensaba que podía hacerla disfrutar más… quería tomarme mi tiempo, hacérselo muy lentamente, quería perderme yo entre sus esbeltas y largas piernas, hundir mi boca entre sus resbaladizos pliegues y follarla con mi lengua hasta dejarla desfallecer…
- Era lo menos que podía hacer después del desayuno que me serviste… - sonrió dejándose acariciar – sin duda llegue al trabajo muy relajada…
- Entonces mañana estarás igual de relajada como hoy – mordí suavemente su cuello, desabroché aquellos indecentes shorts, y luego era a mí a quien regañaba por ir medio desnuda… - estos shorts… son tan cortos… - ella se rio de nuevo, maldita sea, adoraba s risa – que diría que son hasta indecentes…
- Al menos los llevo solo para ti…
- Soy una mujer afortunada – le susurré mientras bajaba aquella diminuta prenda y comprobé como había pensado que no llevaba ropa interior… - Sin duda me esperaba esto… - respiré hondo – Eres hermosa – le quité también la camiseta que llevaba dejándola completamente desnuda. – Increíblemente hermosa. – la guie hasta el sofá y la dejé que se tumbara cómodamente. – Vamos hacer un trato – acaricié su pierna con mis uñas provocándole escalofríos – esta noche – ella me miraba fijamente - bajo ningún concepto…puedes cerrar estas preciosas piernas que tienes – Regina volvió a morderse el labio – porque quiero comerte este magnífico coño como nunca nadie te lo ha hecho… - vi como su clítoris palpitó por mis palabras y sus ojos se volvieron negros como la noche… - esta noche haremos las cosas a mi manera – ella asintió – ahora, pellízcate los pezones. – sabía que Regina no era una mujer que se dejaba dominar en la cama, todo lo contrario, por propia experiencia ella solía llevar las riendas en la habitación, pero esta noche…. Esta noche haría que mi reina del sexo ardiente, tuviera el mejor orgasmo de su vida… incluso mejor que el de esta mañana. Bajé la luz del salón y saqué de mi bolso con varios lubricantes bajo su atenta mirada… - así me gusta con las piernas bien abiertas… - me coloqué entre sus piernas – me gusta lo mojada que estás… tan caliente y suave… - Empecé a depositar suaves besos por su esbelto cuello, su respiración se aceleraba… - ¿Estas ansiosa, Regina? – le pregunte al oído, ella dejó caer su cabeza en el respaldo del sofá dándome mejor acceso a su cuello. Mis manos se movían por su delicada piel dándole suaves caricias…. Acaricié sus magníficas tetas… Regina se estremeció cuando apreté sus pezones con mis dientes, quería saborearla, probar cada parte de su piel, memorizar cada centímetro. Le acaricié el pezón con el pulgar esta vez y sonreí al ver como ella contenía la respiración. Atrapé con mi boca su otro pezón y lo succione para luego jugar con mi lengua… sus gemidos resonaron por todo el salón… seguí besando su cuerpo hasta llegar hasta su entrepierna. Di un primer lametazo y Regina volvió a gemir, era vez más fuerte. – Abre más las piernas, mi amor. – Inhalé profundamente su olor, y acaricié su clítoris con la lengua, ella se arqueó entre mis manos – me encanta como tu cuerpo responde a mis caricias – Regina empezó a balancear las caderas en mi cara, buscando alivio, pero no se lo concedí, agarré fuertemente su culo – con calma… - le dije mientras volvía a succionar, no dijo nada simplemente volvió a gemir… le lamí el clítoris de un modo implacable hasta que Regina volvió a temblar…
No recuerdo cuanto tiempo pasé entre sus piernas, de hecho creo que tanto ella como yo perdimos la conciencia aquella noche más de una vez… y por primera vez en mi vida sentí que conectaba con alguien. Que conectaba de verdad. Recuerdo que Regina se corrió de una manera en la que nunca lo había hecho estando conmigo, su respiración era muy entrecortada, como apenas podía tomar aire… como su cuerpo aún temblaba por el potente orgasmo cuando sacó fuerzas y tiró de mí y apretó sus brazos alrededor de mi cuerpo y me susurró…
- Quédate esta noche.
No fue una pregunta ni una invitación. Afirmaba que me quería y, por supuesto, lo iba hacer…
- De acuerdo – respondí de todos modos.
¿En qué otros sitio iba a querer estar?
A la mañana siguiente después del desayuno, volvimos a la cama, Regina estaba sumergida en sus informes tumbada, en ropa interior y una diminuta bata negra, mientras que yo estaba leyendo un libro en más o menos las mismas fachas que ella… después de llevar leyendo el tiempo suficiente como para perderme en los primeros de mi libro, me di cuenta de que Regina me estaba mirando, sentí un escalofrío…
- ¿Qué?
- Me encanta que estés en mi cama
- A mí también – sus labios se curvaron en una sonrisa sensual.
- ¿Qué has cogido para leer?
Levanté el libro para que viera la cubierta.
- El talento de la Sra. Ripley. Interesante. Un libro sobre una sociópata de verdad. - Un inesperado frio recorrió mi cuerpo, Cora me había dicho que Regina era una sociópata, incapaz de sentir empatía ni amor, que era distante y se aprovechaba de las personas. Pero yo había visto todo lo contrario en ella. Regina me quería, se preocupaba por mí como nadie en mi vida lo había hecho. – Regina… ¿puedo hacerte una pregunta? – de pronto la necesidad de respuestas a muchas preguntas, se hizo aún mayor.
- Sí, le haré cosas indecentes a tu cuerpo como las que tú haces con el mío… - dejó los informes que estaba revisando en la mesilla de noche.
- Te estoy hablando enserio.
- Yo también… - sonrió – pero si… pregunta lo que quieras.
- Elsa me dijo que manipulabas a las mujeres, quiero saber bien toda la historia… no los trozos que voy averiguando de aquí y de allí… quiero que me lo cuentes tu…
- No… ni hablar. – respondí con rotundidad.
- Si vamos a ser sinceras una con la otra tengo que saberlo… de verdad que entiendo que quieras dejar las cosas en el pasado, pero siempre temes que yo no quiera estar contigo si me entero de todo… y yo quiero demostrarte que no es así… que siempre te querré a pesar de todo.
- ¿Pero y que pasa si no es así? ¿Se te ha pasado por la cabeza que quizás haya hecho cosas que jamás me podrás perdonar?
- No hay nada que…
- Eso no lo sabes – me interrumpió ella…
Así que cambié de táctica…
- ¿Y no crees que haya cosas que yo he hecho que cambien tus sentimientos por mi…?
- Eso no es lo mismo, Emma...
- Eso tampoco lo sabes tú. Pero tú me estás ocultando tu pasado…
- No lo estoy haciendo, simplemente no hay nada por lo que valga la pena hablar…
- Esa es por esa clase de cosas que tu madre no se cree que estamos juntas… porque no sé nada de ti. Nada de nada.
- Se trataba de un juego… siempre era un juego. Intentaba que una mujer se enamorara de mí y cuando lo conseguía… terminaba con ella… la destrozaba. Pero una de las veces se me fue de las manos… - se quedó callada – quería saber si podía conseguir que una persona se enamore de otra… estaba en la facultad cuando conocí a un tío… Will… un auténtico gilipollas, un imbécil que creía que podía tener a cualquier mujer… y también a Belle… era muy tímida, estaba en la facultad gracias a una beca, era guapa pero se vestía tan mal que le quitaba todo el atractivo… descubrí que se sentía atraída por mí pero que también le gustaban los chicos… así que actué de casamentera, convencí a Will que ella era lo más, que su belleza estaban en el interior, que solo tenía que darle una oportunidad y conseguí lo que quería, hice que se enamoraran… completamente. Sinceramente.
- Regina, eso es muy bonito – le dije
- Luego, me la folle… y nos grabé y se lo enseñé a Will…
- ¡Dios mío…! - Me llevé instintivamente la mano a la boca. No estaba preparada para aquello e inmediatamente sentí vergüenza. Había tratado de ser comprensiva.
- Belle intentó decirle que había sido un error, que la había engañado, que le quería… pero él nunca creyó en ella… se encargó de hacerle la vida imposible, hasta que se fue de la universidad… Te advertí que no te iba a gustar escuchar mi pasado…
- Solo dame un momento para asimilarlo – había dicho que su pasado no iba a cambiar mis sentimientos por ella, pero ¿lo hacía? Dejé de lado aquella horrible historia y me concentré en Regina… - Yo también he hecho cosas horribles…
- Emma, no digas tonterías.
- Mi orden de alejamiento, su nombre era Lilly, era una chica sin más…me fijé en ella en una discoteca. Me llevó a su casa, y después de… en fin, después quería que me fuera, pero me hice la borracha y me quedé toda la noche. – hice una pausa, Regina me miraba fijamente – mientras dormía, registré sus cosas, y encontré unas invitaciones de boda. Tenía una prometida, Milah, por lo visto ella había salido de la ciudad el fin de semana y yo era solo su ligue… la había visto con ella…pero no me importó, cuando Lilly entró en la discoteca aquella noche, vi una oportunidad… - mis manos sudaban – ella sabía que estaba colada por ella así que cuando me insinué, no se lo pensó dos veces… ella quería que me fuera, que olvidara todo, donde vivía… ni si quiera me dio su número de teléfono, pero yo ya me había hecho con él, mientras ella dormía. No podía dejarla escapar… creía que… - me detuve – creía que era mi alma gemela, que estábamos destinadas o algo así… fue una locura, ni si quiera la conocía. Yo… estaba loca. En fin… yo no trabajaba, así que tenía mucho tiempo libre, vivía de mi herencia, así que pasaba mucho tiempo vigilándola y siguiéndola… todos los días. Durante unos cuantos meses. Un día convencí al guardia de seguridad, que ella era mi novia, y me dejó entrar en su despacho… cuando ella volvió, la estaba esperando… - bajé la mirada – desnuda…
Regina se tensó.
- Me echó de allí, llamó a los de seguridad sin darme la oportunidad de ponerme algo de ropa – la garganta se me cerró ante aquel recuerdo tan humillante – después de aquello solicitó la orden de alejamiento. – hablar de aquello era vergonzoso… - después de aquello me apunté a clases de Pilates y me hice amiga de Milah, salía con ella y con sus amigas, hasta que en una fiesta también coincidí con Lilly… ella tuvo que decidir en aquel momento si denunciarme o dejar correr las cosas… así que me denunció, Milah se enteró y la dejó…
- Se lo merecía… - dijo Regina
- Puede ser… - yo no estaba tan segura, sí, había engañado a su prometida, pero eso no justificaba mi comportamiento.
- ¿Lilly fue la única con la que te pasó esto?
- Fue la única que acudió a la policía…
- Entiendo – Regina se quedó en silencio durante unos segundos asimilándolo todo. - ¿Por qué piensas que esto iba a cambiar lo que siento por ti?
- ¿Estas de broma? ¿No te preocupa que me cuelgue por ti de la misma manera?
- No… yo quiero que te quedes igual de colgada de mi… ella era una gilipollas, que no se daba cuenta de lo que tenía delante. Pero yo sí. – me abrazó
- Ten cuidado con lo que deseas, Regina – le di un beso en el hombro – si me vuelvo loca por ti… querrás que me vaya.
- Yo nunca te haría eso…
- ¿Y qué pasa si empiezo a dudar de ti? Eso ya me ha pasado… a veces no me fiaba de lo que me decían y me ponía a fisgonear e invadir el espacio personal de la persona con la que estaba, les hacía daño.
- Entonces es simple, tendré que asegurarme de que no tengas motivos para dudar de mí, fisgonea, no tengo nada que ocultarte… Además Emms, comparada conmigo tú fuiste un ángel, yo destrocé la vida de dos personas que se amaban, que querían estar juntas… en cambio tú le abriste los ojos a Milah. Yo hice daño a otros porque quería y porque podía…
- No, tú hiciste daño a otras personas porque no tenías ni idea de lo que era el amor de verdad. Estabas tratando de comprenderlo del único modo que sabías… perdonaría mil cosas peores que hayas podido hacer, puedo perdonártelo todo, porque te quiero. Te quiero demasiado, como siempre te he querido.
Pasamos el día en la cama, haciendo el amor, sin prisas, tomándosenos y entregándonos una a la otra, hasta que estuvimos seguras de que el recuerdo de nuestros cuerpos juntas ardían con más fuerza y más luz que los terribles recuerdos que habíamos compartido de nuestro pasado.