In fraganti
Hacia exactamente 12 horas que habían salido de cita. 6 horas en las que Hank olvido dicha cita. 3 horas en las que después de mucho rogar por perdón y dejar de lado un millón de experimentos por fin salieron a cenar.
Una hora desde que; después de una desastrosa velada estaban en el sofá del departamento de Janet. 20 minutos desde que comenzaron a besarse.
Besarse.
A lo más que recordaba Hank era lo bonita que se veía con ese entallado vestido negro, como sus hermosos ojos azules brillaban y se escondían tras aquellos parpados con espesas pestañas que le observaban de reojo. ¿Qué estaba diciendo? No tenía la más remota idea, pues sus ojos se intercalaban entre esa mirada de cielos y sus labios carnosos, con ese labial rosa que le hacía ver inocente.
Solo supo que en determinado momento la timidez dejo de existir entre ambos "como si alguien más tomara control de él mismo".
En algún momento, mientras su lengua comenzó a explorar la cavidad ajena, sus manos se posaron en las caderas de la castaña sentándola sobre de él. Sintió un respingo proveniente de ella y, a pesar del notorio sonrojo en sus mejillas, una sonrisa se asomó en sus labios cuando mordió discretamente el labio inferior de la avispa.
Los brazos de Jan se enredaron en su cuello, con sus manos despenando sus rubios cabellos.
El ambiente comenzaba a ser sumamente pesado y la verdad era que necesitaba más de esos labios. Los cuales soltó por fin logrando escuchar un pequeño gemido salir de ella. Por una milésima de segundo se preguntó si aquello estaba bien, más los labios ajenos comenzaron a besar su cuello llenándolo de sensaciones amorfas.
—J-jan… — susurro ahogando un gruñido ronco, mientras la lengua de la joven se deslizaba de arriba hacia abajo en su garganta, justo en ese punto llamado manzana de adán. Era… aferro con un poco de fuerza sus caderas con la diestra, mientras la zurda acariciaba su pierna derecha.
Aquel vestido que dejaba poco a la imaginación. Y al parecer era de una tela ultra fina porque la avispa se estremeció ante el mero toque.
"Perfecto"
Dijo una voz parecida a la suya en su cabeza. Dejo de pensar mucho en ello cuando recordó algo que quería probar. Tomo entre sus manos el rostro de Janet y la observo antes de acercarse y besarla con calma. Moviendo su lengua y jugueteando con la ajena; hasta que finalmente sus manos se deshicieron de la parte superior del vestido, dejando a la chica con aquel sostén de lino blanco que tanto le gustaba. Sus manos se dirigieron entonces a los omoplatos de su novia, con los dedos pulgar e índice comenzó acariciando esa parte. Era aún más sensible de lo que uno podría pensar; después de los experimentos con las partículas Pym este había sido el resultado.
Masajeo una y otra vez, logrando que la castaña se estremeciera en sus piernas, las caderas ajenas comenzaron a moverse al compás de sus dedos y la excitación en su propio cuerpo comenzaba a ser presente. Janet empezó a gemir, primero de una forma leve y penosa, su rostro enrojecido y sus labios hinchados de tanto poseerlos.
Fue en ese instante que sin quererlo la castaña redujo su tamaño.
"Bingo"
La sostuvo en su diestra al mismo instante en que la notaba inquieta. El fino vestido negro quedo sobre su regazo y la pequeña joven en su mano… literalmente hablando. El jadeo de Janet podía escucharse aunque su voz era remotamente más baja, veía las mejillas ajenas de una coloración roja parda mientras los azules ojos de su novia estaban nublados por el deseo.
— ah…ah… ¿Hank?— Sus miradas se cruzaron y una sonrisa de medio lado se posó en los labios del científico. Con delicadeza de un experto incorporo a la chica sobre su palma al instante en que la giraba para que esta quedara de espaldas. Su dedo meñique se deslizo por la pequeña espalda ajena provocando de inmediato que la avispa se estremeciera.
Las rodillas de Janet fallaron e hincada en la mano ajena se sostuvo de los dedos de Hank no contento con ello, el rubio deslizo su húmeda lengua por las alas de la castaña haciendo que de ella saliera un gemido potente y se aferrara a sus dedos.
"Delicioso… excelente…"
Fue fácil quitar las pequeñas bragas de la mujer más no tanto el sostén, sin embargo ahí estaba su regalo. Por fin desenvuelto. — Jan… mi… Jan…— susurro viéndola con ternura y al mismo tiempo con deseo. ¡Dios! Esa mujer la estaba volviendo loco, y la erección escondida en sus pantalones era insoportable. Y entonces paso.
— ah... j-jan ¿qué…? — la joven comenzó a lamer con sensualidad los dedos ajenos de arriba hacia abajo como si fuera una paleta y Hank no pudo ni quiso detener su imaginación ante esa escena. Era pequeña y aun así le excitaba de sobre manera sus acciones, como si de aquel tamaño se intensificaran sus acciones y… así eran o más bien tenía la misma intensidad que si estuviera de tamaño natural.
"Vamos tómala"
Se dijo sintiendo los pantalones ya muy apretados. Y ella le miro como si supiera en que estaba pensando. Sus ojos celestes tenían un brillo oscuro y sus pupilas estaban dilatadas por la excitación. Su piel cremosa, y perfecta se abría ante él en completa libertad. Sus hermosas alas tenían un brillo aunado con la humedad de su saliva. Y su cuerpo, pequeño cuerpo que temblaba. Podía asegurar que estaba escuchando los latidos del corazón ajeno. Aunque en realidad era el suyo propio.
No lo soporto más comenzó a besar su pequeño cuerpo mientras se incorporaba del sofá y caminaba en dirección a la habitación ajena, no concebía hacer aquello en la sala, Janet no lo merecía así. Incluso se regañó por lo que estaba a punto de pasar pero no era como si pudiera controlarse… del todo.
Tomo las sabanas de la gran cama y quito posando en medio de la gran cama a la pequeña avispa. Y entonces cambio de tamaño a uno mínimo acostándose a su lado. Las mejillas rojas como tomates y sus ojos, Dios, no podía dejar de observar aquellos ojos. Con seguridad desconocida para sí mismo tomo los labios ajenos besándole con dulzura.
Un pequeño toque acariciando y luego lamiendo esos rosados labios. Ella sin embargo poso sus manos sobre el pecho ajeno separándolo. Le observo con duda y una inexplicable vergüenza.
— No es justo que aun traigas ropa Blue eyes… pero eso déjamelo a mí —menciono ella y supo que podía desmayarse en cualquier ínstate cuando sin pena alguna se deshizo de inmediato de su chaqueta y camisa.
—J-jan…
—Sí que alguien quiere salir a jugar…—dijo con un guiño coqueto, poso su mano sobre el miembro ajeno a pesar de las ropas que le cubrían aun podía sentir aquel toque. Mordió su labio inferior. Al sentir aquella pequeña mano quitar el botón y bajar el cierre.
Janet introdujo su mano dentro de los pantalones ajenos. Sin perderse un instante del rostro de su novio. ¿Estaba temblando? Al verlo, al sentir aquel palpitante ser en su mano tan caliente la humedad entre sus piernas aumento.
Su corazón latía rápidamente. Tomo sus labios en un beso feroz y sintió como las grandes y masculinas manos ajenas se posaban en sus caderas desnudas provocándole un saltito de sorpresa. Era un delicioso escalofrió que la recorría el sentirlo tan dispuesto, tan entregado. Janet empezó segura aquel juego y ahora estaba temblando con timidez. Más aun al sentir la desnudes ajena.
Se detuvo un instante y le observo con curiosidad. Era el mismo Hank que conocía desde hace tiempo, a quien casi tenía que sacar a bailar y obligar a comer, el mismo Hank que se apenaba de verla con la falda hasta las pantorrillas. Y que ahora le observaba con una seguridad plena, sus pupilas le devoraban, le hacían arder desde la punta de sus dedos hacia el vientre donde comenzaba a sentir unas leves cosquillitas.
Fue cuando lo vio. Sus mejillas se sonrojaron sin poderlo evitar. Así mismo noto como su pareja se apenaba de igual forma. Ambos curiosos y expectantes pero sobre todo ambos con las ansias quemándoles las entrañas.
—Sí no estas segura yo…
No le dejo hablar puesto que se recostó en la cama nuevamente y con su diestra le acerco tomándole de la nuca. Posándolo sobre ella.
—Te amo Henry Pym…— susurro antes de terminar de acercar ambos rostros y tomar los labios ajenos en un beso, lento, asfixiante, con cada sentimiento que tenía, diciéndole sin palabras que ella le deseaba tanto como él la deseaba a ella.
— ¿Estás segura?
—Por supuesto. Janet iba a quedarse con Hank esta noche. Aunque sinceramente no sé qué le ve.
El rostro de Steve Rogers era un poema. No le parecía correcto entrar a casa ajena a esas horas de la noche, pese a que eran las nueve aun. Soltó un suspiro bajo y siguió a la coronel Danvers dentro del departamento de la avispa.
Había dejado un archivo importante en posesión de Van Dyne, y por más que le llamaba al móvil ésta no contesto en ningún momento. Observo el departamento a oscuras. Algo no estaba bien.
—espera…
— ¿Qué es lo que…?— Carol guardo silencio apenas lo noto. La mesa de la sala estaba tirada, había objetos rotos de camino por el pasillo. Y… la ropa de la Janet en el sofá. Sus ojos se abrieron de inmediato. ¡No podría ser posible!
De pronto ambos escucharon unos sonidos en la habitación principal. Se miraron el uno al otro. Aquello evidentemente era un ataque. Sino ¿Por qué estaría el móvil roto y la botella del vino tinto más caro por sobre la alfombra? La cuan por cierto no solo era nueva, sino que carísima.
En un segundo ambos ya estaban en la habitación escuchando ruidos extraños, objetos cayéndose y sobre todo quejidos. No lo pensaron más y abrieron de par en par. La habitación era un desastre. La cortina estaba en el suelo. Las sabanas rotas e incluso el tocador con todo su contenido en el suelo.
— ¿Jan? ¿Janet estas bien? —menciono Carol acumulando energía en sus manos y tratando de localizar a la avispa.
— Avispa ¿Dónde estás? — Se escuchó la voz de Rogers —Salga de ahí, donde quiera de este y libere a nuestra compañera. —exigió. El baño estaba cerrado.
— ¡Salgan ahora mismo de aquí! — se escuchó la voz de Van Dyne con molestia desde algún lugar de la habitación y de pronto con si fuera una ráfaga, algo los saco de la habitación cerrando la habitación en sus narices.
— ¿Qué?
El rostro de ambos héroes enrojeció de inmediato comprendiendo de cierta forma la situación.
—S-será mejor irnos…— dijo Rogers saliendo de ahí a toda prisa. Danvers simplemente le siguió con una imagen mental no muy propia.
—C-creo que ya se fueron… —menciono con cierta vergüenza la voz masculina.
— ¿… p-piensas… seguir…? —la voz femenina inquirió.
Ambos sobre la enrome cama. Hank observo el cuerpo de Janet y desviando la mirada con una sonrisa tímida se acercó. —T-tu… p-pero…
—Te juro que si tú lo no haces lo hare yo…— respondió la avispa con una marcada urgencia.
Fin.
Dedicado a legendary. Te amo mi vida y amo esta pareja.
Gracias por leer.
¿comentarios? esta vez no actualizare hasta que existan al menos 5 comentarios(?
09.04.2015