Hola muy buenas a todos :), llevo un tiempo escribiendo este fic y creo que ha llegado el momento de publicarlo. Soy partidaria de los Capítulos largos, pero en este caso debe ser así de corto, ya lo entenderéis al leerlo :),
PD: no es un comienzo muy normal, porqué en vez de ser el principio... Empieza por el final :)
En El Hospital
Muy poca gente se paseaba normalmente por los alrededores del Hospital Central de Beika a las 4 de la mañana, pero como todo en la vida, siempre hay alguna excepción.
Sin un rumbo fijo, repetía una y otra vez el mismo recorrido, iba y venía a lo largo de la calle donde estaba situado el Hospital, y al llegar a la esquina donde la calle se torcía hacia la derecha, se daba la vuelta. Miraba de vez en cuando al cielo, la noche lucía estrellada y despejada, y la luna le devolvía la misma mirada triste que él llevaba gravada en el rostro mientras en su mente enumeraba una y otra vez todo lo que le había llevado a ese hospital.
Había sido un largo camino, había superado innumerables pruebas y cuando creía que al fin la victoria estaba solo a un paso de ser alcanzada, la vida le demostraba lo equivocado que estaba. Si tuviese que definir con una sola palabra como se sentía, habría respondido que el sufrimiento que lo embargaba no podía expresarse con ninguna existente.
—Me inventaría una nueva—Pensó sonriendo tristemente.
Ahora que se paraba a pensarlo, hacía un frío insoportable, deseó haberse puesto al menos una chaqueta cuando salió de su casa, pero no había tenido tiempo ni de pensarlo ni de hacerlo.
De alguna manera que él desconocía, las ganas de llorar estaban ganándole de nuevo la batalla... estaba ya tan cansado de batallas. Se miró entonces las heridas de las manos, brazos y piernas y recordó como la enfermera le había insistido en curarlas y en como él la había rechazado con vehemencia.
—Si se preocupasen más por atenderla a ella... —Pensó eliminando de su mente la imagen que más le costaba asimilar.
Una pequeña lágrima salía de uno de sus ojos azul cielo al mismo tiempo que se repetía una y otra vez aquella atrocidad en su cabeza. La sangre fría de esa gente no conocía límites y a él las fuerzas se le estaban acabando.
Él la quería, ya lo creo que la quería, cada parte de su ser le gritaba venganza, le pedía justicia... ¿Pero que podía hacer ahora?
—Nada...
El suave roce de su piel blanca como la nieve, sus ojos azules e inocentes, su pelo castaño y largo.. ¿Cuántas veces se había perdido en él?, ¿Cuánto la había hecho sufrir?
—Un beso tuyo Ran... Ahora es todo lo que necesito —Pensar su nombre le dolía más que cualquier otra cosa, pero aun así lo hizo.
Heiji, Kazuha, Ai, Akai... Pensar en Ran como tal había sido el detonante de todos esos nombres que se mezclaban en su mente creando un torbellino de sensaciones. Todos habían estado allí, todos lo habían visto... Como la persona que él más quería caía al suelo por culpa de un disparo.
Estaba tan enfrascado en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que un señor, sentado en uno de los bancos de la entrada del hospital, lo miraba fijamente. La desconfianza que sentía por naturaleza le obligaba a alejarse de allí, pero una fuerza invisible le decía que no había peligro alguno.
Se acercó lentamente muy poco consciente de lo que hacía y se sentó a su lado, el señor, por su parte, seguía mirándolo fijamente.
—Disculpe que lo mire así joven, pero me recuerda usted tanto al detective Shinichi Kudo... —Le dijo al fin.
Shinichi le miró entonces, poco seguro de si debería revelar su identidad.
—Lo soy... —Contestó varios minutos después.
El silencio reinó entonces, cada uno enfrascado en sus pensamientos.
—Me estaba preguntado que puede hacer un detective como usted en este hospital a las casi 5 de la mañana.
—Es una historia demasiado larga me temo —Replicó.
—No quiero incordiar, discúlpeme, solo soy un pobre viejo aficionado a las novelas de misterio, soy muy fan de su padre —Le aclaró despacio.
Shinichi sonrió irónico, era la primera vez que olvidaba sus problemas desde horas atrás.
—No se disculpe, si me diesen un yen por cada vez que me han parado fans de mi padre por la calle sería rico.
El anciano sonrió a duras penas y apretó con mas fuerza el bastón que llevaba en la mano izquierda. Vestía con un gran abrigo de lana y por debajo se podía ver un pijama de rayas que a Shinichi no le pasó desapercibido.
—Están operando a mi nieta ¿Sabe?, de apendicitis aguda, tuve que traerla de urgencia al hospital porque empezó a sentirse realmente mal y no tuve ni tiempo de vestirme, al parecer me había estado ocultando que se sentía mal.
La confesión inesperada de aquel señor que no conocía de nada conmovió a Shinichi.
—Vaya... lo... lo siento mucho —Dijo tristemente.
—No se preocupe joven, se va a poner bien —Dijo con seguridad dando un golpe en el suelo con el bastón. —Sus padres murieron hace tiempo en un incendio y yo soy lo único que tiene.
Shinichi no quería seguir escuchando la historia de ese señor, no quería ser el guardián de más desgracias... ¿Es que no podía salir nada bien?
—Yo... bueno también están operando a alguien muy importante para mí —Soltó.
—¿Un familiar?
Ran no era exactamente un familiar, era su novia, la persona con la que deseaba compartir el resto de sus días. Luchó de nuevo por no llorar más.
—No... ella es mi novia.
—Vaya, lo siento muchacho...
Posó su mano libre en la espalda de Shinichi transmitiéndole así que él lo comprendía, que de alguna manera no estaba solo en esto.
—Le dispararon... —Quiso continuar pero se quedó sin voz.
—Le deseo lo mejor a la joven y a ti detective... ¿Puedo preguntar que pasó?, ¿Pillaste a algún asesino y se vengó, tal vez?
—No, esto es más complicado que todo eso... y muy largo.
El anciano lo observó de nuevo con aquellos penetrantes ojos.
—Creo que dispongo de tiempo para escucharte muchacho —Dijo mirando el reloj.
No era casi consciente de lo que estaba haciendo cuando empezó a hablar, las palabras empezaron a salir automáticamente por su boca.
—Hace dos años, me metí donde no debía y fui testigo de un intercambio ilegal por unos hombres vestidos de negro, me pillaron y me hicieron tomar una píldora que supuestamente contenía veneno.
—Pero no lo tenía...
Se cruzaron sus miradas, Shinichi sabía lo que tenía que decir a continuación y no estaba para nada convencido de que fuese buena idea...
—No... Esa píldora me hizo volver a los 7 años —Dijo al fin dudando.
El señor lo miró sin entender.
—¿Cómo?...
Se sintió terriblemente idiota, era evidente que ese señor no se lo creía, no debió ni de contarlo, pero necesitaba deshacer aquel nudo en el pecho.
—Por cierto me llamo Gosho Aoyama, encantado, no me acordé de mencionarlo.
Se dieron la mano levemente y la calle quedó de nuevo en silencio, solo se escuchaba el claxon de coches lejanos y el sonido producido por insectos.
—Te creo —Dijo entonces aquel señor llamado Gosho.
Shinichi se giró sorprendido, ¿Después de todo se creía su historia?
—Sé que es complicado, pero mi historia esta llena de cosas inverosímiles —Le avisó.
—No te preocupes por eso, con mucho gusto la escucharé.
Dudó sin continuar... de nuevo algo dentro de él le decía que no era seguro... pero lo necesitaba... realmente lo necesitaba mucho.
—Un buen amigo de la familia me recomendó esconderme... pero justo entonces llegó ella y no me pilló por los pelos, me puse unas gafas viejas de mi padre y conseguí inventarme una identidad rápidamente.
—Supongo que te refieres a tu novia —Aventuró Gosho.
—Sí... me escondí en su casa bajo la identidad de Conan Edogawa y mientras intentaba dar con ellos iba resolviendo los casos que se me planteaban pues el padre de mi novia es detective como yo.
—Supongo que no te costó dar con ellos.
—Al contrario, ellos dieron conmigo —Dijo sonriendo a duras penas. —Poco después apareció en mi vida la científica creadora de esa dichosa píldora, al parecer se intentó suicidar con su propio invento.
—¿Pero entonces... Te atacó?
Shinichi se rió sin poder evitarlo, le era muy difícil imaginarse a Haibara atacándole.
—No, ella se unió a mí y poco a poco fui descubriendo a algún que otro miembro de esa organización... Vermouth... Kir... Todos tienen nombres clave de bebidas alcohólicas.
Gosho miraba impaciente a Shinichi, definitivamente se había enganchado a la historia del joven detective.
—Llegué incluso a encontrar pistas sueltas sobre el jefe, era un trabajo lento pero que poco a poco daba sus resultados, hasta que un día...
—¿Un día...?
Un día inofensivo, como cualquier otro, de fuerte lluvia y numerosas nubes en el cielo, empezó su camino hacía la gloria y también su destrucción.
—Un día... se desencadenó todo.
Bueno hasta aquí el primer Cap :), a partir de aquí iré contando la historia desde ESE DÍA, pues para llegar a este punto de la historia nuestro Shinichi pasó por demasiadas cosas :D.