Hello!
Estaba revisando mis libros en PDF y encontre el libro "Solitario" de Scarlet Blackwell
Un libro hermoso que me saco algunas lagrimas (no se preocupen, sho shoro por todo)
Y bueno, me lo trague en dos horas, imagínense.
Después de terminarlo y quedarme unos minutos tirada en mi cama como lagarto, pensé en los personajes tan lendos que tiene ese libro.
El pasivo es un poco triston y dulce, y se me vino la imagen de un Makoto decaído (cosita, yo te apapacho~) Iba a cambiar a su lindo perrito por un gatito blanco, pero al final lo deje un ovejero como es originalmente :3.
El activo se esconde en una mascara de hielo con profesionalismo, y pensé en nuestro lisiado gruñón
Y bue, así nació esta hermosa adaptación de ese hermoso libro.
Las chicas de The dram of desire hicieron un trabajo grandioso en cuanto a la traducción, las hamo~
Bueno, espero que le den una linda aceptación rabanitos y nada, a leer~


Nada de esto me pertenece.
Los personajes son de mi idolo Kōji Ōji (lo amo por crear a mi Mako~) y el universo y todo lo que ello conlleva de Scarlet Blackwell.


Capitulo Uno.

Sousuke Yamazaki se puso en cuclillas pasando su brazo alrededor de los hombros de la propietaria de su paciente.

En la UCI, el gato pelirrojo yacía en sus brazos, con un gotero que serpenteaba detrás de su pata a la jaula. Sousuke había sacrificado al paciente y ahora escuchó tan discretamente como pudo como se desvanecía su vida mientras la dueña de Charlie lloraba.

—Se ha ido.— Dijo en voz baja, apretando su brazo, tratando de transmitir consuelo lo mejor que pudo.
Ella asintió con la cabeza, besando al gato en la cabeza, limpiándose las lágrimas con una mano.

—¿Quieres que te dé unos minutos?

—Sí.

Sousuke se puso de pie, con las piernas acalambradas.
Se deshizo de la jeringuilla y tiró sus guantes antes de lavarse las manos. Luego salió al pasillo y se apoyó contra la pared.

Joder, amaba su trabajo, pero odiaba esta parte. Por supuesto que fue correcto poner fin al sufrimiento, pero cómo consolar a la devastada propietaria después de haber dejado atrás diez, quince, veinte años de atención a su mascota?

Esta vez habían sido dieciocho años. Después de una vida plena, Charlie había sucumbido a la insuficiencia renal, al igual que la mayoría de los gatos con esa edad.

Caminó hasta el puesto de descanso y tomó una botella de agua de la nevera para quitarse el nudo en su garganta. No fue fácil y debería haber estado agradecido por eso. Cuando practicó la eutanasia a un animal sin sentir un profundo remordimiento, pudo haber sido el momento de retirarse.

Suspiró y se dejó caer en una silla. Un par de minutos era todo lo que tenía, había un montón de
pacientes en la sala de espera.

Sousuke estaba casado con su trabajo. Siempre había sido así desde que se había hecho veterinario; cinco turnos de doce horas a la semana y sin nada de energía para dedicarse a su vida personal. ¿Qué vida personal?

A Sousuke le gustaban los hombres, pero casi no tenía oportunidad de estar con uno. Después de aceptar este trabajo en Iwatobi, había dejado atrás a sus padres y amigos de la escuela en Tokio y lo había intercambiado por relaciones de trabajo. Ahora, sus únicos amigos eran compañeros de trabajo y dudaba si alguno de ellos querrían ir de bares gay con él.

Supuso que había elegido ese estilo de vida y lo había aceptado, pero estar solo noche tras noche, poco a poco se convirtió en algo aburrido.

La puerta se abrió de golpe, sorprendiéndole de sus pensamientos sensibleros. La enfermera jefe, Gou Matsuoka, le gritó:

—Acaba de llegar una emergencia desde el estacionamiento. Perro víctima de accidente de coche. Tienes que venir. Sala de reconocimiento número cuatro.

—Muy bien. —Sousuke era tranquilo y sereno y no hablaba mucho. Nunca se dejaba llevar por una crisis.
Nunca gritaba y vociferaba al equipo durante un intento de reanimación. Nunca mostraba nada salvo respeto por sus colegas.

Sabía lo que pensaban de él; solidez, fiabilidad y una gran cantidad de conocimientos. Pero lo que de pensaba de sí mismo era soledad, un trabajo lejos de casa, cansancio e infelicidad. Se levantó y arrojó su vaso a la papelera antes de seguir a Gou.

Oyó un perro gimiendo y suaves sollozos mientras abría la puerta de la sala de reconocimiento número cuatro.
Encontró un chico sentado en un rincón con un pastor alemán adulto tumbado de alguna manera sobre rodillas.

Un primer vistazo de reconocimiento le llevó a Sousuke al paciente, en estado de shock, gimiendo de dolor, goteando sangre sobre el suelo debajo de una toalla que el propietario llevaba sobre su pata derecha trasera y con múltiples abrasiones en el resto de su cuerpo.

Su segunda y menos profesional mirada lo llevó al propietario mientras levantaba la vista. Un chico de unos treinta años, con los ojos rojos y lacrimosos, pero que apenas restaba unos sorprendentes y atractivos -ojos esmeraldas y un pelo castaño y corto- y un hermoso rostro dolorosamente exquisito.

Sousuke trató de apartar sus pensamientos, concentrándose en su trabajo y en el tratamiento inmediato de este necesitado paciente.

—Buenos días, soy el Dr. Yamazaki, señor... —Miró a su identificación.

—Tachibana. Makoto Tachibana. —La voz del hombre temblaba. —Yo... no —apartó la mirada por un momento. —Corrió hacia la carretera. No pude...

—Está bien, llévalo a la mesa de reconocimiento. —

Makoto levantó el perro con dificultad y gimió en protesta cuando lo puso sobre la mesa. Sousuke se encontraba en el lado opuesto al chico.

—¿Cómo se llama? —Comenzó a hacerle un examen completo, pasando con su linterna por los ojos del perro, buscando sangre en los oídos y abriéndole la boca para observar el color pálido de las encías. El perro estaba en estado de shock grave. No podía perder mucho tiempo con esto.

—Tanus. —Makoto acarició su perro, su ensangrentada mano choca con la de Sousuke. —Lo siento.

Sousuke bajó la pata lesionada. Makoto sacó la toalla y reveló una fractura del fémur.

—Bueno, tengo que llevármelo, darle un poco de líquido y estabilizarlo. Mañana podremos intervenirle. Le pondremos una sujeción en el fémur, para que se cierre del todo. Es una gran operación, pero podemos hacerlo.— Esperó un momento. Todos los propietarios siempre estaban de acuerdo inmediatamente, algunos empezaban a preocuparse por el dinero. Makoto llevaba una descolorida camiseta negra, vaqueros y zapatillas baratas. Sousuke dudaba de que tuviera algún dinero para afrontar la operación.

—Sí, sí.— Dijo Makoto a toda prisa mientras Sousuke levantaba a Tanus.

—Ve a la sala de espera cuando esté estable y le haya hecho unas radiografías, volveré y hablaremos.
Makoto le siguió hasta la puerta, abriéndosela. Se enredaron incómodamente en la puerta mientras Makoto bajaba la cabeza para darle un beso a Tanus.

—Voy a estar aquí, mi vida. —Las fosas nasales de Sousuke se crisparon.

Makoto olía bien. Su cuerpo era delgado y alto, aunque un par de centímetros más pequeño que Sousuke. Eso hizo que su pene respondiera sorprendentemente rápido.

—Te veré en breve.— Sousuke llevó a Tanus fuera y abrió la puerta a la sala de reanimación, mirando hacia atrás de nuevo a un Makoto merodeando.

Cristo, era impresionante.

—¿Puedo tener un poco de ayuda aquí? — Puso a Tanus sobre una mesa.— Necesito una cánula y un apósito con iodo en esta pata.

Gou se volcó con Tanus, con una máquina de afeitar en la mano, afeitando su pata delantera, mientras que otra enfermera se fue por apósitos. Rin, un doctor, se acercó, acariciando a Tanus, quien yacía sin fuerzas, uno enormes ojos resignados miraban de una persona a otra.

—Él es un perro encantador. — Remarcó.

—Sí, lo es. — Respondió Sousuke.

Deberías ver a su dueño.

Incluso ahora, su fuero interno se estremeció con el recuerdo de Makoto. No podía recordar la última vez que se había sentido tan fuertemente atraído por alguien a primera vista. La sensación lo emocionaba tanto como lo consternaba.

Makoto era un cliente.

El dueño de su paciente.

Makoto estaba angustiado, difícilmente con algún estado de ánimo como para darse cuenta de que su veterinario se lo estaba comiendo con los ojos.

Apartó esos pensamientos. La cánula estaba colocada, ordenó el drenaje y luego gimió ante la presión de la sangre del perro.

—Está bien, ábrelo por completo. Cuando termine, lo llevaremos a rayos X. No debería ser necesario sedarlo.—Vio la pierna lesionada de Tanus siendo vendada. Esperaba que el perro no muriera.


—Señor Tachibana.

Makoto estaba sentado en la sala de espera con la cabeza agachada entre las rodillas, como si intentara controlar las ganas de vomitar. Su cabeza se sacudió. Sus lágrimas estaban secas, pero su rostro estaba pálido manchado por el llanto.

—Makoto.— Dijo levantándose.

—De acuerdo, Makoto, llámame Sousuke. Ven conmigo.

Makoto siguió a Sousuke a su despacho, donde había dejado las radiografías en el dispositivo para examinarlas. Apagó las luces principales y le indicó a Makoto que se situara junto a él.

—Está bien, así que aquí está la pierna lesionada de Tanus. Este es el fémur, el hueso principal de la pata trasera, lo que equivale a nuestro hueso del muslo. La fractura es simple, un corte limpio a través del hueso.
Aparte del hecho de que es abierto, uno de los extremos del hueso penetra en la piel. El riesgo de infección es grande, pero lo tenemos bajo sedantes y sueros. Su presión arterial ha aumentado y espero que esté en condiciones para anestesiarlo mañana. Después le colocaremos una fijación, tendrá puesta una escayola y luego una larga recuperación, con terapia física.

Makoto asintió. Se mordió el labio, mirando a las radiografías.

—¿Alguna pregunta?
Los hinchados ojos esmeraldas de Makoto se deslizaron hacia él.

Aquí empieza todo.

—Sí, yo...— Se sonrojó, inquieto. —Odio tener que preguntar esto, pero...

—¿Cuánto va a costar? Aproximadamente unos trescientos mil cuatrocientos yens. Excluyendo la atención de seguimiento y terapia física.

Los encantadores ojos de Makoto permanecieron sobre él durante un largo rato. Luego suspiró, se dejó caer en una silla y puso su cabeza entre las manos.

—Yo no tengo esa cantidad de dinero.

Sousuke esperó pacientemente. Había visto todo esto antes.
Había visto a los animales perfectamente sanos sacrificados porque sus dueños no podían darse el lujo de atenderlos y eso le rompía el corazón cada vez.

Era un crimen cuánto lo que costaban los tratamientos veterinarios, él lo sabía. Pero también sabía que un propietario inteligente hacía un seguro para su mascota.

Él no tuvo que preguntar si Makoto lo tenía. Makoto lo miró con nuevas lágrimas condensándose en
esos tiernos ojos verdes.

—¿Qué voy a hacer?

—Lo dejaremos aquí hasta mañana para que puedas solucionarlo. Quizá amigos, tus padres...

Makoto negó con la cabeza.

—No tengo a nadie.

La difícil situación de Makoto lo conmovió más de lo que nadie lo había hecho. Sousuke lo sentía por é ía ganas de ofrecerle su dinero, como siempre lo hacía, pero si lo hubiera hecho con todo el mundo que alguna vez había necesitado ayuda, él mismo habría caído en bancarrota y estaría ahora viviendo en la calle.

—Tienen un...— Makoto tropezó con sus palabras. —¿Plan de pago?

—Tendrías que hablar con la recepción. Creo que tienen algo, pero tendrías que poner para empezar un veinticinco por ciento. O algo por el estilo.

—Yo no tengo eso.— Las lágrimas rodaban sus mejillas pálidas y finas. —¿Qué voy a hacer? Tengo a Tanus desde hace cinco años. No tengo a nadie más que a él. No puedo perderlo, él es todo para mí. Todo.

—Entiendo.— Sousuke sacó un pañuelo de la caja en su escritorio y se lo entregó. Apretó las mandíbulas para que su traicionera boca no le ofreciera el dinero.

No.

Sé un profesional.

Una cara bonita no va a conseguir que le ofrezcas dinero a un completo desconocido.

—Todo lo que puedo decir es, que vayas a casa y pienses en ello. Llámame a la tarde.

Makoto lo miró fijamente. Él se limpió los ojos con el pañuelo de papel. Nada va a cambiar, su mirada se lo transmitió a Sousuke.

Puedo pensar en ello todo el tiempo del mundo y el dinero no va a aparecer.

Makoto se levantó.

—Gracias por su tiempo, doctor.—

Le tendió la mano.

—Sousuke, por favor.— Él se la estrechó. Sus miradas se encontraron y se mantuvieron más tiempo de lo normal antes de que Makoto apartara la mano y se dirigiera a la puerta.

Sousuke suspiró. Apagó la luz y quitó las radiografías antes de salir de su oficina para ir a la UCI. Tanus estaba acurrucado dentro de su jaula, mirando tristemente con unos grandes ojos marrones mientras Sousuke se arrodillaba ante él.

Abrió la puerta y lo acarició.

—Hola chico, ¿cómo estás? —Tanus acarició la mano débilmente. —Eres un buen perro. Todo va a salir bien. —

No debía hacer tales promesas. Makoto no iba a encontrar ese dinero a menos que robara un banco. Mañana a esta hora, Tanus estaría muerto.


Sousuke terminó a las ocho, pero no se fue hasta las nueve de la noche. Esto era habitual para él.

A veces se tomaba un rato libre si la clínica estaba tranquila, pero era muy raro que hubiera alguno. Se colocó unos vaqueros y una camiseta, tirando su ropa de trabajo en una cesta de ropa, y encontró su bolso y las llaves del coche.

Su maletín con el almuerzo estaba intacto. Esperaba poder comer cuando llegara a casa a la hora de la cena.
Caminó por el estacionamiento oscuro y abrió el coche con el mando a distancia. Mientras guardaba la chaqueta y el bolso en el asiento de atrás y abría la puerta del conductor, un crujido repentino detrás de él lo hizo estremecerse.

Él se dio la vuelta para ver a Makoto Tachibana pie detrás de él.

—Dios, ¿qué estás haciendo?

—Lo siento, no quise asustarte.—Makoto parecía igual de pálido y con los ojos enrojecidos como hacía doce horas antes.

—¿Qué quieres?

—He pensado en la única forma en que puedo hacerlo.

Sousuke se sintió aliviado y preocupado.

—Dime.

—Si lo haces de forma gratuita, Tú puedes... tenerme. Por una noche.

Los ojos de Sousuke debieron ponerse como platos. Casi se echó a reír con los nervios.

—¿Cómo dices?

Makoto siguió sin inmutarse, serio.

—Vamos, sé que te gusto. Eso es obvio. Haré lo que quieras. Cualquier cosa y quiero decir eso. Me acostaré contigo todas las noches durante una semana si lo deseas. Un mes. Un año. El resto de tu vida. Haré cualquier cosa. Sólo por favor...— La voz de Makoto se quebró. —Por favor salve a mi perro.

La mente de Sousuke giró sobre escenarios un tanto subidos de tono. Esto era nuevo. Todavía nunca nadie le había ofrecido su cuerpo como pago. Pero Makoto no era estúpido. Le había ofrecido lo único que a Sousuke le interesaba. Aun así, él se echó a reír.

—Vamos, compórtate.

—¡Lo digo en serio, Sousuke!

—Sí, y yo también, no es cosa mía el hacerlo de forma gratuita. Eso no es algo que yo estipulara y lo sabes, es el coste de todo el equipo, de la cuota de la compañía de seguros de animales a la que tendría que afiliarme. Y además, no tengo que pagar por ello. ¿Por qué crees exactamente qué valdrías mil setecientos dólares?

No había querido ser tan cruel, pero Makoto retrocedió con lágrimas en los ojos y el rostro sonrojado de vergüenza.

—Por favor.— Dijo de nuevo, desesperado, derrotado. Sousuke lo miró fríamente.

—Vete a casa. — Mientras Makoto simplemente se quedó mirando con lágrimas en sus ojos, Sousuke levantó la voz. —Lo digo en serio. Vete a casa.

Makoto se apartó. Tropezó en el estacionamiento oscuro de camino hacia un automóvil coreano con al menos quince años de antigüedad y se metió dentro.

No se fue de inmediato y Sousuke vio aporrear el volante y gritar algo antes de que el motor empezara a rugir y Makoto saliera haciendo rechinar los neumáticos.

Sousuke lo miró.

Sólo cuando se subió a su coche se dio cuenta de que estaba temblando.


Pasó la noche sin dormir acostado bajo las mantas, con los oídos zumbando con las palabras de Makoto.

Él se rió y gimió lascivamente. Jesucristo, no podía creerlo. El hombre más excitante que había conocido le había ofrecido su cuerpo en bandeja. Cualquier cosa, le había dicho.

Cualquier cosa y me refiero a cualquier cosa.

El miembro de Sousuke se puso rígido y lo acarició mientras pensaba en Makoto a cuatro patas, mostrándole el culo, ofreciéndoselo.

Oh Dios, era demasiado. Sólo la idea de ventilar toda su frustración sexual en Makoto era demasiado para poder soportarlo. Se estremeció con fuerza, eyaculando sobre su vientre, imaginando esos ojos verdes mientras se venía. En el resplandor, con su respiración tranquilizándose y los latidos del corazón volviendo a la normalidad, se sintió avergonzado.

Makoto se había ofrecido a prostituirse porque amaba demasiado a su perro. Y en vez de sentirse horrorizado por haber llegado a eso, Sousuke simplemente había fantaseado acerca de tomar ventaja sobre él en la peor forma posible.

Se volvió hacia un lado, mirando sin ver a través de la oscuridad. Era un ser despreciable.
Pero no era más que un hombre, después de todo.


Ahí lo tienen~
Me dan su opinión? Creen que los personajes quedan bien? O se van pal' OOC?
Bueno, espero que les haya gustado.
Besos rabanitos~