Disclaimer: La presente historia es mía, usa sin ánimo de lucro los personajes y locaciones de la obra de JK Rowling, no se tiene intención de vulnerar sus derechos de autor, sólo de entretener al público.

"Oro y Plata: Desobedeciendo al Destino"

Clasificación: T

Aleksast, 2015

V

El profesor Snape tenía cierta fama de ser un poco aterrador. Para Severus, lo que hizo Malfoy fue un capricho de un niño que no tiene el mínimo sentido de lealtad. Recién se había enterado de que su familia lo había repudiado, y no podía estar más de acuerdo en eso.

Draco no sabía si era casualidad o el aula de pociones aparentaba estar más oscura y sombría que en otras ocasiones. Lo que sí sabía es que definitivamente no volvería a cruzar una palabra amistosa con el profesor, no quedaba en él, lo tenía en cierta estima, sin embargo, éste no volvería a ser condescendiente ni un ápice.

En un momento se encontraba ya frente a su caldero, con su libro de texto a un costado. Se había hecho un poco de jaleo al ver al ex Slytherin tener que cambiar de lugar a una mesa solitaria y un tanto alejada del resto, claro, todo esto era premeditado para alejarlo del resto de estudiantes de su casa, de hecho compartía mesa con una Hufflepuff que se la pasaba ausente por cierta enfermedad recurrente, y que probablemente acabaría abandonando el curso pronto dada su condición.

La poción era complicada, requería de una precisión y meticulosidad propias de un estudiante avanzado. Hábilmente tomó los ingredientes y comenzó a prepararlos antes de meterlos dentro del caldero. Según el libro, debía quedar una sustancia totalmente transparente, pero con un aroma a cedro y un humo color ocre. Tenía que ser cuidadoso con la temperatura, excederse de los 60 grados de temperatura resultaría en un oscurecimiento de la sustancia que acabaría resultando en una especie de petróleo. Lo opuesto, es decir, poner una temperatura menor a 60 grados, acabaría convirtiendo la mezcla en un tipo de sustancia viscosa que se congelaría tan pronto saliera del contacto con las paredes internas del caldero.

Para variar, Longbottom acabó demostrando de nuevo su mala pata, estornudó y el mechero que mantenía caliente su caldero se apagó, estornudó de nuevo y de algún modo esa sustancia viscosa burbujeó y le cayó en la cara, embarrándolo de azul y enfriándole la cara, por lo cual acabó en la enfermería, para variar. Hermione hacía todo lo posible por regular la temperatura, Harry le seguía cada movimiento atentamente, Ron estaba nervioso, sobre todo después de ver a Neville salir despavorido hacia donde Madame Pomfrey debía atenderlo. Lo reconocía, apestaba para esta materia pero tenía fe en poder hacer la poción de manera satisfactoria. Volviendo con Draco, las cosas marchaban de manera regular, llegó el momento en que Snape ordenó a todos dejar sus calderos, pasó por cada uno de ellos: Harry había aprobado, por poco. Hermione lo había hecho casi a la perfección, pero como era usual ver en esta clase, sólo obtuvo un comentario escueto de aprobación sutil por parte del profesor. Ron igual aprobó por poco, la mayoría tuvo que irse con la tarea de volver a hacer su poción. Llegó el momento en que Draco tuvo que ser evaluado, muchos se habían ido salvo por el trío de amigos que tenía. El rubio miraba fijamente a Snape, pero sin altivez, sino calmado, sereno. Éste observó la poción y quedó sorprendido. El humo era perfecto, la traslucidez era casi total, sinceramente mejor que la de los demás. Entonces, abrió la boca para decir algo.

–Demasiado bueno para ser un Gryffindor– masculló, colocando un poco de la poción en una probeta y tapándola con un corcho –Esta poción, aqueaignis, sabiéndola utilizar, puede ser tu último recurso si estás rodeado de… arañas, por ejemplo. No obstante, bien preparada puede ser capaz de incendiar un acre de bosque. Esta, no obstante, haría un fuego mediano y de poca duración. Te la daré, sólo no hagas algo tan estúpido como caerte y dejar que se encienda con el oxígeno en medio del Gran Comedor.

–¿No es peligroso darnos algo como eso, profesor Snape?– preguntó Hermione, horrorizada al ver el uso que tenía tal pócima.

–¿Está cuestionándome, Granger?– se viró Snape a verla con mirar penetrante –El señor Malfoy será responsable del manejo de esto– dijo señalando la probeta, luego dirigiéndose a Harry y a Ron –. Sólo espero que quienes lo rodean no lo convenzan de hacer alguna tontería o, peor, lanzársela a alguien –Apretó los labios, y volvió a dirigirse a Draco –. Ten, largo de mi vista, todos.

Una sonrisa se dibujó en Draco, satisfecho con haberlo hecho bien a la primera, se agradecía un poco de reconocimiento al esfuerzo después de algo tan avergonzante como una carta de su familia diciéndole que no tenía hogar de aquí para adelante. Una pequeña victoria le daba ánimos. Los tres volvieron a su sala común tras acabar clases, y se reunieron en un rincón de la misma para hablar acerca de la advertencia respecto del heredero de Salazar Slytherin.

–Honestamente, creo que tal cosa no existe– comentó Draco, siendo el primero en abordar el tema –. Es decir, Salazar se fue de Hogwarts y no es como si hubiese hecho una dinastía de herederos para tomar después el poder de éste. Por otra parte, cualquier mago extremista podría decirse heredero de él con tal de organizar a otros para eliminar a muggles y… mestizos.

–Como Voldemort– agregó Harry, con tono severo –Pero está muerto, lo vi morir frente a mí.

–De todas formas debemos de averiguar qué es lo que hace Ginny ahora. Cualquiera con el poder de lavarle la cabeza o manipularla debe ser castigado. Además había sangre, ¿de quién? Es lo raro, no hay noticias de alguien muerto en el colegio– comentó Ron, preocupado por su hermana.

–Mañana debemos seguirla, alguien de nosotros debe hacerlo y saber de una vez por todas qué hace y por qué– indició el rubio –. Yo me ofrezco. Además será más conveniente para que ella no piense nada ni tenga sospechas de ustedes.

–Podrías usar la capa de invisibilidad de Harry, pero ten mucho cuidado, no sabemos contra qué o contra quién estamos luchando– los otros asintieron mostrándose de acuerdo con el plan.

–Bueno, Gryffindor es de personas valientes, se supone… que si ya soy Gryffindor debo ser valiente, así que lo que sea que controle o no a tu hermana, Weasley, se topará conmigo. Merlín –abrió los ojos al recordar lo último que dijo –, ni en mis pesadillas más tontas pensé que fuese a decir eso.

Los otros rompieron a reír y Draco se les unió a ese ánimo festivo. Compartieron unos cuantos dulces antes de ir a los dormitorios. Momentos después, un par de horas, se oyó el ruido de unos pasos en los pasillos, luego unos murmullos acabaron por despertar a Harry, quien se puso de nuevo sus gafas para bajar a ver qué había pasado. Con la capa de invisibilidad puesta salió de la sala común, siguiendo el rumor de voces. Entonces vio que los profesores estaban reunidos alrededor de algo en el suelo, acercándose a una distancia prudente pudo ver que se trataba de alguien petrificado.

Agudizó su oído y pudo escuchar que se notaba de Colin Creevey, justamente el chico de la cámara que era uno de sus admiradores más fervientes. Al parecer había sido petrificado al momento de tomar una fotografía, sin embargo, al querer averiguar qué era lo que tenía el rollo fotográfico la cámara tuvo una ligera explosión que dejó una enorme humareda, de tal modo que era imposible revelarlo o repararla.

La preocupación estaba latente entre los profesores quienes no parecían saber la causa o el causante de esto, no obstante, la mención del tal heredero de Slytherin, fuese quien fuese, ameritaba, decían, investigar a fondo las circunstancias. Colin fue llevado a la enfermería, esperando que pudiese sanar de algún modo. Snape no pudo volverlo a la normalidad con un finite incantate, lo cual significaba que quizás era magia muy oscura para ser revertida. Con el corazón acelerado Harry intentó ser cauteloso y volver a su habitación una vez que quedó fuera de la vista de los profesores y de Filch, quien luego se reunió con ellos. Subió las escaleras y se cubrió con las sábanas con la esperanza de que mañana Draco pudiese saber algo más acerca de Ginny con las esperanzas de que ella no fuese la causante de esa petrificación. ¿Podría Malfoy defenderse si Ginny lo atacase? Esperaba que fuese así, de otra forma se sentiría responsable de no seguirle… con las gafas de nuevo en la mesa volvió a cerrar los ojos, esperando que el peligro acabara lo antes posible.