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Una historia inspirada en los personajes de Rumiko Takahashi.

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Fantasy Fics Estudios & Chaotic Team presentan:


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En un campo lleno de flores…

Una pequeña mariposa encontró a una hermosa compañera

Era la más delicada y agraciada

Con alas blancas como la nieve

Y aguardaba delicadamente en un tallo…

la pequeña mariposa quedó enamorada en cuanto la vio

E inicio sin demora su mejor baile de cortejo

Con giros y piruetas en el aire danzó solo para ella

Bailó día y noche para así ganar su amor

Mas la otra indiferente ni un solo aleteo le regaló

La fría indolencia no la desanimó y su vuelo siguió y siguió

Hasta que su pequeña vida

por el esfuerzo la mariposa consumió

Cuando su cuerpo caía el viento una vez más la elevó.

Y quiso la suerte que junto a su amor reposara.

La mariposa que de una blanca flor se enamoró.

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Ciego

-Ciego tonto- -Ciego idiota- -Ciego obstinado-

Hace mucho tiempo busqué la definición de ceguera para tratar de darle un poco de sentido al insulto que me ha acompañado toda mi vida.

Unos libros dicen que es la total privación de la vista, mientras que otros afirman que es un afecto que ofusca la razón.

Muchos dirán que yo tengo ambas clases de ceguera, pero de hecho yo no estoy ciego. Yo puedo ver cosas que otros no pueden y desde muy joven encontré una maravillosa joya que era invisible a otros pero que para mí brillaba como el sol.

Si tú descubrieras una inmaculada perla dentro de una gran pila de carbón ¿Acaso no cavarías incluso con tus manos para desenterrarla? Todos me miran cavar frenéticamente en esa gran montaña negra, todos ven mis esfuerzos en apariencia vacíos, muchos se compadecen de mi dolor cuando mis manos sangran en un esfuerzo en apariencia inútil. Todos miran, pero en realidad nadie ve, nadie presta atención. Y mientras tanto yo sigo quitando las capas que encierran ese tesoro que solo yo puedo ver ahora, cuando lo alcance les mostraré la valiosa joya que se escondía frente a sus ojos.

Pero me estoy adelantando, lo mejor es que cuente cómo descubrí ese maravilloso tesoro...sí, lo mejor es ir desde el principio.

««««o»»»»

La aldea de Joketsuzoku o aldea de las amazonas como la llaman los extranjeros es mi hogar. Un lugar que se encuentra en China más específicamente en Qinghai en el corazón de las montañas Bayankala un lugar oculto para quienes no conocen los senderos correctos. Es como dirían en occidente una aguja en un pajar.

En las canciones que aprendí de niño la aldea siempre se describía como un lugar de ensueño: un valle amplio y fértil protegido por altos picos de montañas cuyas cimas siempre estaban envueltos en una blanca niebla, un río amplio que siempre nutre la tierra para buenas cosechas y si un extranjero se alimentaba en nuestra aldea podía obtener tal fuerza como para ir corriendo hasta la cima de las montañas sin cansarse.

Era como pueden imaginar propaganda para dar una imagen más prospera de la aldea de lo que es en verdad, pero de algún modo funciona. Todo niño aprende estas canciones y cuando un extranjero pregunta sobre cómo es nuestro hogar todos respondemos con citando alguna parte de la canción y con una sonrisa secreta en el rostro. La aldea está en efecto protegida por altas cadenas montañas, pero son como las siluetas verticales de un pescado que intenta escapar del cruel suelo para volver al dulce cielo. Al avanzar las colinas y si no conocías los senderos secretos solo encontrarías otra montaña con la forma de un pez y luego muchas más. La tierra nos alimenta de forma constante si la trabajas de forma constante, el agua del río es dulce y tiene ese sabor después cargarla en baldes del pozo a casa, la caza es constante si tienes el coraje y la disciplina para seguir las presas por el bosque; en efecto todos en la aldea podemos correr a las montañas sin sentir cansancio pero es por la severidad de nuestras vidas. Una vida que nos hace ver muy fuertes ante los ojos ajenos.

En la aldea la fuerza es una cualidad muy importante y eso es por la simple razón de que te permite mantenerte vivo. En un lugar donde la disciplina y el duro esfuerzo son constantes ser fuerte es casi una necesidad. Por ejemplo a los niños pequeños no se les permite tomar un nombre verdadero hasta que cumplen siete años, antes de llegar a esa edad se les llama "migajita" a los niños y "semillita" a las niñas indistintamente de su clase social.

La razón de usar estos nombres es para que en teoría los padres no tomen mucho afecto si los niños no logran superar esta primera barrera en su vida.

Solo cuando el infante supera siete temporadas de un clima despiadado, entrenamiento, otros competitivos infantes y en muchos casos hambre se le considera lo suficientemente fuerte para merecer un nombre. Para nosotros un nombre indica entre varias cosas la clase social: las clases privilegiadas dan a sus hijos nombres relacionados con perfumes o productos de limpieza, la siguiente clase da nombres de condimentos para la comida, la siguiente (que es para los más pobres o los hombres) procura nombres de alimentos con alguna cambio en los caracteres o el sonido para evitar confusiones.

Para otorgar el "nuevo nombre" las madres se reúnen en la centro de la aldea con sus hijos y en la plaza principal una a una se colocan frente a la multitud y gritan en nombre con el que se conocerá a su hijo por el resto de sus días. En teoría es un momento de júbilo porque es el momento en que "nace" un nuevo guerrero y protector para la aldea…

…si tienes la suerte de haber nacido mujer.

Si eres hombre se te considera de segunda para la aldea: un hijo de segunda clase, un guerrero de segunda clase, una amazona de segunda clase. ¡Ja! Lástima que nadie le informó de ese pequeño detalle a mi mamá…

El día de mi nuevo nombre yo no usaba mis ropas color marrón para las labores del campo. Vestía un pantalón negro de buena calidad, zapatillas cómodas y una túnica blanca recién comprada, mi cabello negro estaba bien limpio y brillaba como el ala de un cuervo. En aquella ceremonia donde se reunían los padres e hijos de la aldea mi aspecto era el adecuado para uno de los "clase alta", no como otros niños quienes habían sido sacados de sus actividades normales y lucían sucios y despeinados. Cuando fue nuestro turno ella avanzó con la misma elegante arrogancia que las hijas de las matriarcas y como si exhibiese una gema a un grupo de barbaros Musk gritó que a partir de ese día se me llamaría Mouse.

Se oyeron algunos aplausos por compromiso pero cuando nos retirábamos para que pasara la siguiente mujer la matriarca intervino.

—Un momento Jan-mon. Debo pedirte que rectifiques el nombre de tu hijo.

Una anciana pequeñita y fea como una cabra se aproximó dando saltos sobre un bastón hacia donde estábamos mi madre y yo. El lugar se quedó en silencio por lo anormal de la situación, pero mi madre respondió con una voz confusa.

—¿El nombre que he elegido es ofensivo para la aldea o nuestros antepasados gran madre Cologne?—la matriarca no lo notó pero yo sentí que la mano de mi madre apretaba la mía, ella solo tenía ese gesto al estar nerviosa.

—Pequeña mía, el nombre que has elegido está reservado para una mujer de clase diferente a la tuya.

Con esto la anciana se dirigió a las mujeres presentes para explicar lo que ya todos sabían sobre las opciones disponibles para un nombre. Luego explicó con toda calma lo que era un mouse y su función para embellecer el cabello.

—Gran madre, nada de eso sabía pues yo solo he buscado un nombre correcto y adecuado para mi hijo. Y tal como piden las tradiciones lo he nombrado de un modo similar a un alimento. El mousse es un postre especial que lleva leche, crema, huevo y otros ingredientes. Pedí la receta a varias de nuestras hermanas que viajan fuera para comerciar e intercambiar. Y hoy por ser un día especial lo he preparado yo misma como un regalo para mi hijo.

—Esto requiere hablarse un momento con el consejo, sígueme.

Resultó que mi madre había mencionado el tema del "postre especial" por lo menos un par de veces a cada matriarca. Lo que demostró las intenciones de mi madre eran completamente limpias. Por lo tanto mi nombre era totalmente valido a los ojos de la aldea. "Ve y comparte con todas tus hermanas el nombre de tu hijo" fue lo que le dijo el consejo de amazonas a mi madre. La anciana Cologne carraspeo incomoda y aunque parecía no estar totalmente de acuerdo dio su consentimiento también.

Y fue de ese modo como la humilde campesina le ganó una mano a la matriarca.

Así que nos formamos de nueva cuenta para que mamá pudiera repetir mi nombre ante la aldea.

Pasamos justo después de una niña de color de cabello gracioso, usaba un vestido de seda rojo y una expresión en el rostro como si fuese a llorar de un momento a otro, la mujer gritó que desde ese día esa niñita se llamaría Shampo.

Ese fue mi primer encuentro con ella, pero la conocí realmente tiempo después...

...y la causa de su constante tristeza.

Esa noche en casa y a la luz de una vela mamá me confesó que sí sabía sobre el producto para el cabello. Me había llamado Mouse porque que era su forma de rebelarse contra las tradiciones de la aldea.

—Tú no eres ningún hijo de segunda por lo que no te di un nombre de segunda.

Yo miré asustado como si las paredes de nuestra humilde casa pudiesen escucharnos; pero ella dijo que era un nombre que no solo era para un "clase alta" sino también para "un guerrero de primera" era un recordatorio vivo para mí de que existe más de una forma de ver una misma cosa.

—Una espada puede ser para matar o para conseguir alimento para los tuyos, un fuego puede arrasar una aldea o dar calor en la época de nieve. Un hombre puede ser solo "un inferior varón" o un guerrero que protege a los que ama.

Ella me miró con una expresión seria en su rostro y me dijo:

—¿Qué prefieres ser tu mi pequeño?

««««o»»»»

Ya tenía el nombre de un guerrero de primera ahora debía ganarme el respeto de dicho nombre.

««««o»»»»

Una vez que la aldea reconocía nuestra existencia se nos preparaba para cumplir con las obligaciones que nos correspondían como amazonas. La primera y más importante era la de convertirnos en guerreros. Para lograr esto nos enviaban a las dos escuelas de "formación" la primera es llamada Li-wū o casa de la fuerza y es donde se recibe un entrenamiento básico para auto defensa, cacería, rastreo, agricultura y los fundamentos básicos para el manejo de armas. La segunda es la casa de la maestría o Nèibu de zhuānyè que es donde se aprende las "artes superiores" de los maestros en combate.

Mujeres y hombres se entrenan en la casa de la fuerza hasta los 10 años de edad, pero solo las mujeres pueden entrar en la segunda para volverse especialistas. Si un hombre desea entrar en la segunda casa debe mostrar alguna destreza superior de forma innata y lograr ser admitido por sus propios medios.

Yo en mis infantiles pretensiones me veía superando a mis compañeros para ganarme un lugar en la escuela de Nèibu. Me esforzaba mas de lo que se nos exigía: tres vueltas más a la aldea corriendo, diez lanzamientos adicionales con la jabalina cincuenta flexiones extras. Siempre el primero en llegar a la casa de fuerza y el último en abandonarla. Las instructoras solo miraban con amable indulgencia mis comentarios y acciones. Para ellas era como decir que cambiaría el color del cielo a base de trabajo y fuerza de voluntad…

..es la clase de miradas que me dan las personas en Japón cuando digo que ganaré el favor de mi amada.

Pero a la edad de ocho años tuve que cambiar de planes porque mi vista comenzó a menguar. La caída de mi visión no llegó de repente; sobrevino gradual, pero inexorablemente.

Las cosas a mi alrededor empezaron a ser confusas, como si las viera a través de un espejo, pero distorsionado. Como cuando veía desde lo alto de una colina el paisaje; los contornos individuales se empañaban tanto que los objetos se fundían y confundían y el paisaje no era más que una masa amorfa de color.

Yo no quería hablar de eso y trataba de mantenerlo como un secreto doloroso. Cuando alguien apuntaba algo y decía: "¡Mira ahí!", yo exclamaba: "¡Ah, sí!", aunque no sabía si debía entornar los ojos o escabullirme.

Por un tiempo pude ocultar mi condición y en un principio mi familia y mis amigos me consideraban simplemente inexperto o quizás torpe. Pero en aquel tiempo, con la vanidad de mis propios comentarios, deseaba pasar más como, un patán que como un inválido.

Sin embargo, cuando necesitaba buscar en alguno de los cuartos de nuestra casa, conseguía moverme con libertad sin caer encima de las cosas y lo podía encontrar sin tener que tentalear, pero el alcance de mi visión continuó disminuyendo quizás a la distancia de un brazo de largo y cuando cumplí los nueve años ya no pude disimular lo suficiente como para que este hecho pasara inadvertido a otros. Supongo que llegó a ser obvio para todos que estaba perdiendo el más importante de los cinco sentidos. Al darse cuenta los niños de mi edad con la crueldad de los escorpiones me clavaban aguijones salvajemente con sus comentarios y me gritaban: "¡Mira ahí!" Yo, achicando los ojos, decía: "Ah, sí." En sus voces yo escuchaba deleite o temor de algo que yo no podía ver mientras ellos decían: "¿Verdad que es algo fantástico?"

Yo forzaba mi vista desesperadamente y decía: "Claro que lo es."

Entonces ellos estallaban de risa y gritaban burlonamente: "¡No hay nada que ver ahí, Xiā-zhì!"

«Xiā-zhì» era un insulto doble ya que quiere decir "topo ciego" y era su forma "creativa" de decir que yo era un ciego incluso entre los ciegos.

Mi madre dijo poco cuando lo descubrió, pero a su modo trató de protegerme. Cuando tenía que ir a lugares que no me eran familiares y le era posible acompañarme ella tomaba mi mano como si fuera solamente el gesto cariñoso de una madre, pero con discreción y presteza guiaba mis pasos alrededor de cualquier obstáculo que hubiera en mi camino.

Sin embargo, a mí sí me importaba mucho, y por un largo tiempo de mi joven vida me compadecí de mí mismo. Nunca llegaría a ser el guerrero que anhelaba y terminaría siendo un genérico y anónimo hombre con el nombre de un alimento para la aldea. Nada más allá de mi tragedia personal me importaba.

Yo aún continuaba compadeciéndome cuando una noche mi madre que estaba particularmente molesta por mis quejas me dijo:

—¿Qué eliges ser Mouse?

Con su cara tan cerca de mi rostro pude ver en sus ojos el temor y la preocupación por mi destino. Y a pesar de todo…ella aún tenía fe en mí.

Entonces, a los nueve años la oscuridad que me invadía pareció disminuir y detenerse. En realidad no lo hizo, pero después de los primeros años la disminución de mi vista fue menos perceptible.

A pesar de todo, muy despacio y resignándome me adapté a mis limitaciones.

Por necesidad tuve que andar despacio y detenerme frecuentemente, así yo escudriñaba en lugar de ver. Cuando otros se apuraban, yo esperaba; cuando otros tenían prisa, yo me movía deliberadamente despacio. Aprendí a diferenciar entre el movimiento premeditado y la mera moción, entre la acción y la mera actividad. Donde otros impacientes veían una aldea, yo advertía a su gente y sus hábitos regulares.

Empecé a notar cosas que pasan desapercibidas a la mayoría de la gente, de cierto modo comencé a recuperar la vista.

Han notado como la respiración de una persona se escucha diferente cuando está enojada o excitada. Por mucho que intente aparentar calma puede escucharse un resoplido constante de su nariz. O si se pone atención en el bosque se puede escuchar un muy ligero crujido de las ramas y las hojas, cuando este sonido es constante es casi seguro que lloverá. O cuando acompañaba a mi madre a comprar víveres, algunas comerciantes no tenían muchos escrúpulos para vender cosas en mal estado; yo fingía examinar con mis ojos de topo la mercancía pero lo que buscaba era un sonido en especial. Cuando una persona miente con deliberada malicia el tono de su voz se eleva muy muy sutilmente, es similar a la forma en que se le habla a un bebé es un poco más fuerte de lo normal y con un tono similar a cuando se canta. Con el paso de los años pude notar ese gesto inconsciente en las personas de diferentes naciones y en todas significa la misma emoción.

Codicia.

Yo sé que fueron solamente detalles triviales en los que ejercité mi nueva disposición de ver de cerca y examinar atentamente todas las cosas. Sin embargo, la necesidad hace virtudes y esta vez sin ningún tipo de grito o alarde comencé a retomar mi entrenamiento. Desde que salía el sol hasta el anochecer, practicaba en la casa de la fuerza y en mi propio hogar sin horarios e improvisando materiales de entrenamiento.

No sabía lo que el destino me reservaría, pero sí sabía una cosa. Si iba a ser destinado a alguna obligación indeseable había sólo dos medios para evadirla: demostrando ser incapaz de realizarla o mostrándome demasiado inteligente para eso.

Cuando faltaban seis meses para terminar nuestra estancia en la casa de la fuerza formaron a todos los niños mayores afuera del gran salón de entrenamiento y nos hicieron pasar de a uno para una especie de prueba. Cuando fue mi turno de entrar me encontré solamente con nuestra instructora de armas Thal-ko. La mujer era una retirada de la gran guerra con los Musk y pasaba su tiempo intentando explicarnos la mejor forma de usar un arma. Naturalmente aún no se nos permitía el uso de lanzas o espadas y en su lugar teníamos sustitutos de madera con bordes de plumas. Durante las prácticas mojábamos nuestras "espadas" en un aceite de color rojizo durante la práctica el objetivo era "herir" a nuestro oponente, cada golpe de espada dejaba una línea de esa tinta que no se borraba en todo el día. En nuestra primera práctica a los ocho años quedé cubierto de líneas rojas en menos de dos minutos con lo que me volví inservible e invisible para mi maestra desde ese momento. No esperaba nada de mí y en los entrenamientos me llamaba simplemente con un "¡eh, tú!".

Cuando entré dio un resoplido de fastidio al verme y me dijo.

—Ah, eres . Bien esto será rápido, toma cualquiera de las armas que "ves" frente a ti y sígueme.

Yo me tome un tiempo para examinar las armas y tomé una espada de hoja curva que estaba aún en su funda y apoyada como por descuido en uno de los pilares. Cuando la mujer notó mi elección pude escuchar los rítmicos resoplidos de su nariz.

—Esa es mi espada Xiā-zhì, pero como yo misma te ordene que tomaras cualquier arma está bien.

Debo admitir que noté un estremecimiento cuando tuve por primera vez en mis manos una verdadera espada, y no el arma de juguete hecha de madera y plumas. Era pesada, pero a diferencia de muchas de las herramientas de granja con las que había practicado su propio peso parecía decir: «Yo soy poder, yo puedo ser muerte» Tomé un momento para acostumbrarme al peso y medir el balance del arma. Aquel movimiento mío era producto de la práctica ya que me había roto varios dedos al aprender que cada herramienta tenía su propio equilibrio, no se podía sostener con la misma fuerza un hacha para cortar madera y un flexible Bo de madera. Con esta espada el principio era mismo, no podía simplemente tomarla como un pesado garrote porque no lo era.

—Veo que la levantas y la giras con una mano —observó la maestra—. No muchos de tu edad podrían hacer eso. Ven acá Xiā. A este tronco fuerte, tírale un golpe a matar.

El tronco era viejo y grande casi del tamaño de una personas adulta y tenía el grosor de dos hombres robustos juntos. Lo que mi venerable instructora no sabía era que yo había practicado con hachas de casi todo tipo en mis entrenamientos secretos.

Solamente balanceé la espada experimentando simplemente la deje caer y el filo del acero mordió el tronco con un hambriento ¡tunk! Yo podía cortar el tronco sin mayor dificultad pero si pretendía sacar a la maestra de su apatía hacia mi debía lograr algo mucho mejor que eso. Saque la cuchilla meciendola, la agarré con las dos manos y balanceándola muy por arriba y atrás de mi cabeza, la dejé caer con todas mis fuerzas, pero además de eso le agregue un poco de mi propio ki. Mi control en esa época era muy básico y solo esperaba que la espada rajara más rápidamente dentro del tronco, pero me llevé una verdadera sorpresa cuando lo cortó limpiamente, sin ningún tipo de resistencia. La espada fue aún más lejos cuando seccionó de la misma manera la piedra que lo sostenía. El tronco titubeó un momento sobre si mismo antes de derrumbarse. La base emitió un chasquido y una línea apareció dividendo la roca que era mucho más gruesa de lo que esperaba.

Cuando cesó el ruido me giré a hacía Thal-ko y aunque no podía ver la expresión de su cara pude escuchar la ruidosa respiración que delataba su emoción. Ella finalmente me veía.

Ayya muchacho, eso fue bueno. Dame la espada y entra a ese pequeño cuarto al fondo…te esperan retos interesantes en el futuro emm…

—Mouse, maestra. Mi nombre es Mouse.

Creo que fue la única vez que escuché a esa mujer reír.

««««o»»»»

En el pequeño cuarto al que me envió mi maestra me encontré con una pequeña sorpresa. Había otras cuatro niñas, una de ellas era aquella con el cabello de color curioso…Shampo.

Yo era aún era invisible para el resto de los niños de la casa de la fuerza. Las niñas pasaron de la sorpresa inicial a las risitas mal disimuladas. Creo que tenían la idea de que yo había entrado por error a esa habitación. Ninguna dijo nada pero de vez en cuando se reían a excepción de la niña de cabello purpura quien me daba una mirada llena de curiosidad.

Como si me viese por primera vez.

Cuando por fin entró la maestra, en lugar de la paliza que las niñas esperaban que recibiera por estar donde no me correspondía, la mujer nos anunció formalmente que los 5 éramos candidatos para ir a Nèibu de zhuānyè.

Ir a la casa de la maestría era el objetivo de todas las niñas que entraban en la casa de la fuerza, el hecho de que un niño fuera elegido era muy inusual.

Yo estaba muy feliz como para querer discutir la decisión. Pero la realidad era que continuaba siendo invisible para mis compañeras.

—Maestra, topo no debería estar aquí, él es solo un varón y…

¿Osas cuestionar mis decisiones Lyly-mento?

Las niñas dieron brinco coordinado por el susto, ninguna quería atraer la furia de esa mujer porque eso solo era un sinónimo de dolor, mucho dolor así que muy lentamente la niña giro su cabeza negando.

Nosotros cinco fuimos separados de las clases regulares y se nos entrenó en el uso de armas "reales" y otras técnicas de combate.

Durante nuestros últimos seis meses de trabajo en la casa de la fuerza el equipo de candidatos del que yo formaba parte fue entrenado muy duramente; en esos meses juntos las niñas desarrollaron un tolerante respeto hacia mí porque padeciamos por igual. Por su parte Shampo no mostraba ningún recelo en mi contra y me aceptaba como si fuese una mujer más. Al terminar cada día de práctica estábamos tan cansados, sucios y apaleados que era un desperdicio de fuerza el tener cualquier mezquina disputa. Mientras tanto nuestros temores infantiles crecían, ¡todo ese doloroso entrenamiento y aún no entrabamos en la casa de la maestría!

Finalmente se cumplieron los seis meses y la noche antes de partir hacia la casa de la maestría mi madre me compartió lo que sabía sobre ese lugar.

—Hijo mío, tu pasaras por un severo juicio antes de ser admitido, pero a diferencia de la casa de la fuerza solo se te permite renunciar los primeros tres meses de iniciado tu entrenamiento. Yo no pude soportar los rigores del entrenamiento y desistí tras un mes, pero el precio que pagué fue alto pues quienes renuncian nunca más pueden entrenar en combate y se les enseña un solo lo necesario para ser útiles a la aldea.

—¿Qué pasa después de los primeros tres meses? —pregunté asustado de que hubiese algún severo castigo por fallar.

—Si pasas el juicio y los tres primeros meses de entrenamiento solo te aguardan dos caminos, serás un maestro en el arte o morirás en el intento.

Y colocando sus manos en mis hombros ella me dijo las viejas palabras de despedida que usan los Joketsuzoku para los guerreros que no verán por un largo tiempo.

—Que los senderos que camines sean planos y rectos, que tus armas estén siempre afiladas y que tus enemigos sean estúpidos para todos tus días.

Eran palabras que solo se usan para despedir a la élite de nuestros guerreros, se dicen con orgullo y fiereza, pero yo pude detectar el temblor en la voz de mi madre.

Esa noche no dormí pensando en lo que me esperaba, el camino para ser un maestro sería duro y como ya había notado en la casa de la fuerza de muchos que lo intentaban solo unos pocos tenían éxito.

Por tradición los niños que van a la casa de la maestría no se despiden de sus familias, pues se considera que van a iniciar una nueva vida, deben salir cuando aún no amanece y en completo silencio. Cualquier luz o indicio de despedida dejaba fuera al candidato. Mi madre no pudo romper esa norma de la aldea pues nuestra casa era una de las vigiladas por ser yo un candidato. Pero como era su costumbre encontró otro camino; la casa estaba en completo silencio y oscura como cueva de tigre pero un ligero aroma floral provenía de algunas partes de la casa. Eran unas varitas de incienso de diferentes aromas junto a cada escencia pude encontrar cosas para el camino. Una bolsa con ropa, un poco de comida, un cuchillo y una curiosa cajita negra fueron las cosas que "encontré" mientras salía un aroma desconocido llamó mi atención. Un pequeño tazón de madera contenía un alimento del que solo pude dar una ligera probada pues los ojos se me llenaron de lágrimas.

Era un poco de mousse de limón.

Salí de mi hogar en silencio y recorrí un sendero largo que llevaba a la parte más lejana de la aldea. Recorrer un sendero en piedra viva y luego una escalada en la montaña fue de inicio muy duro ya que no había lugar para detenerse a tomar aliento. Al llegar a la cima el sol ya me daba con fiereza en la cara pero desde semejante altura pude sentir que el calor aún no llegaba a la aldea que continuaba siendo una mancha negra en lo profundo del valle. Con un suspiro resignado me di media vuelta solo para descubrir otro sendero angosto que atravesaba de la montaña donde me encontraba a otra más alta, creo que fue la parte en la que avancé más lento ya que si daba un solo paso en falso terminaría muerto en fondo del abismo.

Al fin llegué frente a unas grandes puertas de madera que pertenecían a un edificio incrustado directamente en la piedra viva de la montaña. Una a una fueron llegando las otras niñas a ese mismo lugar, tenían rostros tristes y serios la niña del color de pelo gracioso era quizá la que se veía mas triste; pero en cuanto nos encontramos nuestro miedo se disipó un poco. Todos estábamos por la misma razón en ese sitio iniciar una nueva parte de nuestras vidas.

Continuará...


Notas del autor:

He leído muchas historias en las que Mouse es tratado como un idiota obsesivo, pretendo contar las causas de ese comportamiento. Y sus consecuencias.

Como pueden notar he hecho algunos ajustes de la trama principal como los nombres o el hecho de que Mouse desafía a Shampo desde muy niños y pierde. Todo con el animo de explicar muchos por qué de la conducta de Shampo y Mouse.

Hasta el próximo capitulo.

Fhrey