A/N: Hola mis queridos querubines, primero que nada quiero pedirles una disculpa, porque se, de verdad que lo sé, he tardado muchísimo en actualizar, pero entre trabajo, vida, rutina en general, ha sido muy difícil poder orquestar este capítulo a mi gusto, sin embargo, aquí esta, es una actualización larga, y quiero dejarles esta nota porque en este capítulo hay muchos eventos que suceden a la vez, por lo que es muy importante que pongan atención a la anotación del lugar y el momento, para que se puedan dar una idea de la proximidad que tiene la parte detonante del plan de la orden.

De verdad que fue un poquitín complicado orquestar esto y hacerlo lógico a la hora de la lectura, pero ha quedado bastante interesante, y ha sido un ejercicio personal por demás satisfactorio. Espero poder estar actualizando para antes de las fiestas decembrinas.

Les dejo la recomendación de soundtrack para este cap. How soon is now, The Smiths.

Cap.25 Para quién suenan las campanas.

Ministerio de Magia, Londres, Inglaterra. 8:00 a.m.

Rufus Scrimgeour POV.

El atrio del Ministerio de Magia estaba inundado de reporteros, un mar de gente se difuminaba entre sombrosos de bombín, vuela plumas, trajes, togas mágicas, sacos y el humo de alguno que otro tabaco encendido; el lustroso mármol verde reflejaba las luces de las cámaras que constantemente tomaban fotografías al lugar; fijas en cada una de las chimeneas esperando al protagonista de la noticia.

El bullicio era audible, con voces entre mezcladas, de diversos acentos y nacionalidades, se había tenido que llamar al cuerpo de aurores para hacer una valla humana y ofrecer algo de seguridad a los trabajadores, en los pasillos volaban notas de comunicados entre oficinas, sobre todo con la Secretaria Ejecutiva del Wizengamot, todos los memorándums con la misma pregunta urgente, "¿es cierto que la silla de Lord Black será ocupada una vez más?, había expectativa y urgencia en la gente, ese apellido era temido por todos, porque sabían el poder que conllevaba aquello, lo que "esa" casa representaba.

A las cinco de la mañana el primer tiraje del Profeta se imprimía con el título escandaloso en primera plana "SIRIUS BLACK ¿INOCENTE DE TODA CULPA?", en otros hacían acusaciones de una audiencia ilegal, e inclusive había quienes aseguraban que "habría pagado una suma considerable" para que aquello se llevara a cabo. La cuestión aquí es que, en la versión pública del documento oficial, que ya estaba en todos los periódicos, la firma autógrafa de Albus Dumbledore estaba al calce de cada página de la sentencia, las firmas de quienes debían de estar legitimaban aquello, para muchos era impensable.

Bien, era lo que Rufus Scrimgeour esperaba, desequilibrar, hacer lo impredecible, después de todo, no todos los días se recibía la noticia de que una Antigua y Noble Casa que se creía caída, regresaba de la nada a reclamar lo que le correspondía, no había precedentes en esto.

La sonrisa que el primer ministro portaba en su rostro al ver como su Secretario Particular, PiusThicknesse; unos pasos detrás de él, se aferraba a su antebrazo izquierdo tratando de sobrellevar el llamado de su maestro, era algo macabro de atestiguar. Perfecto, al parecer Tom estaba enterado de la situación.

Todos estaban presentes, reporteros del Profeta, El quisquilloso, algunas otras columnas de chismes, revistas de negocios a lo largo de Europa, todos querían ser testigos del regreso del hijo prodigo.

Desde las escalinatas del atrio principal observaba cada movimiento orquestado con suma precaución; era un controlador, necesitaba saber cada detalle a cada paso que daba, algo que desgraciadamente había aprendido después del tiempo y la experiencia de amigos perdidos en batalla, alumnos, situaciones que cargaba en su conciencia y que lo cazaban por las noches, rostros… vidas que jamás regresarían.

Con ojos penetrantes sorteaba la mirada entre la multitud, buscando a quien pudiese parecerle sospechoso, algún rostro que fuese demasiado familiar; sin embargo, no había nadie fuera de los trabajadores y los medios, presentes. El reloj de su muñeca marcó las ocho con cinco minutos, acto seguido la chimenea principal se iluminó de verde, dejando entrar a Albus Dumbledore, quien se había asegurado de que su mano "maldita" estuviese muy a la vista de las cámaras, para cualquiera que quisiera notar el detalle.

"Bien pensado camarada", fueron las únicas palabras que surcaron su pensamiento, no obstante, en los días venideros, no sería eso lo que quedaría grabado en su memoria.

En sucesión al director entraron Sirius Orión Black III y Harry Potter en persona, el muchacho lucía una sonrisa en su rostro, una sonrisa prometedora de lo que esto significaba para él, para su vida. Algo en su pecho se contrajo al ver aquella mirada de ilusión en el muchacho a quien la vida y el destino habían marcado con tanta pérdida. Harry lucía despreocupado, feliz, no era aquel muchacho que los diarios habrían retratado después de la batalla en la sala de los misterios, con los hombros tensos al sentir el peso del mundo mágico en ellos, con esa expresión culpable por el miedo de perder a sus amigos, por haber pensado a su padrino muerto.

A su lado Sirius era la viva imagen de todo lo que un Black debía representar, exudaba poder, sus túnicas finamente ataviadas gritaban de su estatus para quien pudiese observar: un corte recto y elegante, su anillo que le otorgaba el derecho patriarcal reluciendo en su mano izquierda, su cabello negro ébano hasta sus hombros, sus grises y tempestuosos ojos, enmarcando esos rasgos aristocráticos por cejas perfectamente delineadas, características innegables de su familia.

Su expresión pétrea, con ese brillo de travesura permanente en la mirada; la gama de grises de su traje y túnica superior le daba un porte singular; y por si quedaba duda de quién se trataba, el bastón de ébano que portaba en su mano derecha mostraba la constelación que le había dado su nombre.

La cresta de su casa finamente engarbada en el broche que llevaba prendido en su solapa izquierda, Lord Black, en definitiva, paseo su mirada hasta llegar a sus pies y una sonrisa sincera se dibujó en su rostro, botas de piel de dragón, claro que Sirius Black se rebelaría inclusive de las formas más sutiles, y hoy no sería la excepción.

Como quien molesta a un panal de abejas, un zumbido incesante de fotografías, preguntas y empujones tomó lugar; vuela plumas persiguiéndolos a los tres para intentar captar alguna palabra, era una locura, todos urgidos por obtener una declaración, ansiosos por tener las primeras palabras, una exclusiva, habidos por la narración de los hechos.

El cuerpo de aurores presente se encargó de controlar la situación en la medida de sus posibilidades ya que el jaleo era impresionante, abriendo el paso para los tres individuos y ayudándoles a llegar a su verdadero destino que era básicamente al otro lado de la sala. Labor titánica si tienes que atravesar un mar de gente, cuando pudieron sortear los obstáculos humanos hicieron una pausa, voltearon a ver a los medios a través de la valla y en unidad dieron un mensaje… todos guardaron silencio.

-Es un día difícil sin duda alguna, y el estar aquí frente a ustedes no ha sido tarea sencilla… hoy se cumplen quince años, quince años de vidas que han costado al mundo mágico, de la pérdida de hombres y mujeres valiosos para sus familias, amigos, camaradas, y no ha pasado un solo día donde no los extrañe…a mis amigos, a mi hermano. Ha sido un trayecto escabroso y largo, camino en el que nos vimos traicionados por las personas que menos esperábamos, donde fui culpado injustamente de la muerte de veintitrés muggles y de Peter Pettigrew; donde se me declaró autor intelectual de la traición a Lily y James Potter, revelando información de su paradero a Lord Voldemort, para su posterior asesinato la noche del 31 de octubre de 1981—el silencio era sepulcral en este punto, se tomó unos momentos para respirar y tratar de calmar la emoción en su voz.

Más cámaras dejaron salir sus luces y todos los reporteros observaban lo mismo, las manos de Sirius y Harry estaban unidas, buscando soporte y apoyo en el otro.

—Dónde bajo el ojo de todas las instituciones mágicas y la vigilia de aquellos que juraron proteger nuestros derechos y la justicia; se me encarceló sin un juicio previo, sin ofrecimiento de prueba alguno para comprobar mi supuesta culpabilidad, sin darme la oportunidad de defender mi buen nombre y arrebatándome la oportunidad de estar al lado de mi muchacho. Pasando por encima de las voluntades póstumas de Lily y James, QUIENES SACRIFICARON SU VIDA EN POS DE UN BIEN MAYOR, fieles a sus ideales y a la causa por la que luchaban, retaron a Lord Voldemort hasta el día de su muerte; si hago el conteo de lo sucedido, de las vidas perdidas y afectadas, las incontables víctimas, de la INJUSTICIA DE NUESTRO SISTEMA, la arrogancia de las instituciones, la corrupción clara en los funcionarios; a quienes sacrificamos nuestras vidas e integridad en pos de una casusa mayor nos salen debiendo, sin embargo, hoy puedo decir: la justicia se ha servido, en un acto magnánimo, justo y en pos de un bien mayor, se han realizado las investigaciones pertinentes, y el aparato burocrático que una vez me condenó, me restituye mis derechos en una labor titánica, es por eso que HOY ESTOY DE PIE ANTE USTEDES COMO UN HOMBRE LIBRE—

A estas alturas había funcionarios detrás del Primer Ministro que habían estirado sus espaldas como si les hubiesen colocado un hierro caliente, se sienten aludidos acaso; la sonrisa irónica que Rufus Scrimgeour portaba en su rostro era única, a su lado Kingsley y Nymphadora que apenas llegaban a ver el espectáculo, aplaudían silenciosamente las palabras de Sirius.

-Es en honor a ellos, a Lily y James Potter, a la familia McKinnon, a Dorcas Medowes, Caradoc Dearborn, Gideon y Fabian Prewett, Benji Fenwick, Frank y Alice Longhbottom, y muchos más cuyos rostros y nombres desconocemos, es gracias a su gran sacrificio que el día de hoy tómo el lugar que me corresponde, porque es mi responsabilidad, obligación y compromiso moral continuar con la causa por las cuales ellos perdieron y sacrificaron sus vidas, lucharé por hacer las cosas correctas, desde mi trinchera buscaré la creación de un sistema anticorrupción, de una fiscalía especializada para terminar con las intenciones veladas de aquellos que buscan imponer un nuevo orden, a quienes habitan en la oscuridad moviendo los hilos de sus marionetas les digo, las palabras "secreto, superioridad, hegemonía" son despreciables en una sociedad diversa, plural e inclusiva, y como parte de la Noble y Antigua Casa de los Black, como Lord Sirius Orión Black III, miembro del Wizengamot, y de los llamados Sagrados 28; les digo lucharé incansablemente por combatir esas fuerzas en la oscuridad, ha llegado el tiempo de elegir entre lo que es fácil y lo correcto—

Mostró el pergamino que lo declaraba Inocente para que todos lo vieran. Una lluvia de luces cubrió la sala mientras las cámaras hacían su trabajo, las palabras del heredero no dejaban dudad de a quiénes eran dirigidas. Aplausos y vitoreo se escucharon por parte de algunos espíritus valientes dentro del cuerpo de aurores y los periodistas presentes.

-Sirius—Rita Skeeter levantó su mano y la vuela pluma estaba lista—las circunstancias tanto de tu encarcelamiento como de tu liberación fueron tan extrañas, dirías que todo esto fue un plan desde el inicio para poder retomar la hacienda de los Black, ganar un protagonismo político y hacerte del poder suficiente para llegar a la oficina principal del cuerpo de Aurores, que por cierto está desocupada de momento—dijo de manera viperina y con una sonrisa exagerada mostrando su diente dorado.

-Eso lo dirías tú Rita querida—dijo con sonrisa encantadora, mientras hacía reír a los presentes—esta es una oportunidad que se me brinda para poder hacer las cosas de la manera correcta para mi muchacho y para mí—

-Harry, Barnabas Collins, para Aliento de Dragón, nos sorprende verte a la derecha del hombre que en su momento fue acusado de ser el autor intelectual de la muerte de tus padres, ¿estas convencido de su inocencia? —

-Se que es inocente y no me cabe ninguna duda—respondió escuetamente el muchacho, mientras Sirius le colocaba una mano en su hombro y lo apretaba un poco. La complicidad entre ambos era evidente.

-Sirius, Allegra Johnson, corresponsal de La Via de la Victoria, apenas unos momentos atrás mencionabas que esto era una oportunidad de hacer las cosas de la manera correcta, ¿eso quiere decir que piensas tomar la silla que por herencia te corresponde en el Wizengamot, y con eso retomar todo lo que por derecho le corresponde a la hacienda de la familia Black? —

-Así es Allegra, desde el día de hoy la hacienda de la familia Black está restituida, quiero aprovechar para reconocer como miembro de la familia Black a mi prima hermana Andrómeda Tonks, quien en su momento fue desheredada al igual que yo por sus alianzas con los hijos de muggles; de igual manera QUIERO DEJAR MUY EN CLARO ESTO, LA FAMILIA BLACK REPUDIA LAS ACCIONES DE BELLATRIX LESTRANGE Y HA SIDO BORRADA DEL ÁRBOL FAMILIAR, DESLINDANDOLA POR COMPLETO DE CUALQUIER RELACIÓN CON NUESTRA ESTIRPE Y HACIENDA—esto último lo dijo muy fuerte y claro para que todos los presentes lo escucharan, causando conmoción por la connotación de aquellas palabras y lo que implicaba ser repudiada mágicamente de un árbol genealógico tan influyente como el de los Black.

-Sirius ¿estás trabajando con el Ministerio? —

-¿Cuál es la estrategia para combatir a quien no debe ser nombrado? —

-Harry, Harry, ¿eres tú el elegido? —

-Harry, Sirius ¿han ido a visitar sus tumbas en Godric´s Holows? —

La lluvia de preguntas incesantes y sin pausa se hicieron presentes después de aquella declaración que no dejaba lugar a dudas sobre las alianzas que la familia Black mostraba y en pos de qué trabajaba, sin precedentes. El silencio de Albus Dumbledore y su "cansada" apariencia no habían pasado desapercibido para nadie, sin embargo, fue en este momento que el apacible director se colocó frente a Harry, dando por zanjada aquella rueda de prensa improvisada, no hizo declaraciones, no era necesario después de aquellas palabras.

Fue en ese momento que Rufus Scrimgeour decidió intervenir, interrumpiendo aquello, colocándose en medio del escaparate, mostrando un frente unido para todos. Por vez primera se podía tomar una fotografía que gritase unidad entre las instituciones mágicas como esta imagen frente a tantos testigos lo hacía, en primera línea Albus Dumbledore, Sirius Black, Harry Potter y el Primer Ministro; detrás el Departamento de Aurores completo, por último, varios directivos y secretarios importantes de diversas oficinas ministeriales. Aclaró un poco su garganta.

-Son tiempos sombríos, eso es innegable. Nuestro mundo quizás jamás ha enfrentado una amenaza más grande que esta. Pero le diré esto a toda la ciudadanía, nosotros, sus abnegados sirvientes continuaremos defendiendo sus libertades y repeliendo las fuerzas que quieren arrebatárselas. ¡Su Ministerio... permanece... fuerte! —

Aquella declaración era abierta, no dejaba lugar a dudas, y aun así no había declaración expresa de un enfrentamiento, tiempos de incertidumbre se acercaban, una segunda guerra mágica estaba a la vuelta de la esquina; simplemente haría falta determinar los bandos. Pero el discurso del Primer Ministro no terminó ahí.

-La palabra secreto es repugnante en una sociedad libre y abierta como bien lo ha dicho Sirius; y nos hemos opuesto intrínseca e históricamente a las sociedades secretas, a juramentos secretos y a procedimientos secretos. Sin embargo, hoy, nos enfrenta una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia basada en infiltración en lugar de invasión, en subversión, en lugar de elecciones, en intimidación en lugar de libre elección. Es un sistema que ha usado vastos recursos humanos y materiales para construir una maquina eficaz, estrechamente tejida, que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, criaturas mágicas, estrategias políticas y magia muy oscura. Sus preparativos son ocultos, no se publican, hasta el momento en que vemos esa maldita marca en el cielo nocturno. Sus errores son enterrados no salen en los periódicos. Sus disidentes son silenciados, no elogiados. Es por eso, que hoy pido su ayuda, medios de información, son ustedes quienes representarán el mayor apoyo en lo que está por venir; en la tremenda tarea de informar y alertar a la población mágica, confiando que con su ayuda los magos y brujas de esta gran nación seguirán viviendo como han nacido, libres e independientes—

Fin de POV

Un silencio reinante quedó en el atrio principal después de aquellas palabras dirigidas a los reporteros, inclusive Rita Skeeter portaba una expresión pensativa y contrita, las vuela plumas habían dejado de escribir, las fotografías se habían tomado y la semilla de la duda había sido plantada, echando una profunda raíz en los asistentes.

Era su misión el mantener informada a la población, el ser jueces imparciales a la hora de comprobar la veracidad de lo dicho, era su labor la de investigar y destapar a esos "disidentes". Lo que Rufus Scrimgeour había logrado esa mañana pasaría a los libros de historia, como "el discurso" … los reporteros asistentes no se atreverían a cambiar una sola palabra de lo dicho, por fuerte que fuese, abría un pequeño umbral de esperanza.

Sin decir más los cuatro al frente se retiraron, seguidos de todos los altos funcionarios, dejando únicamente a los aurores que prosiguieron a desalojar el atrio principal. El cambio estaba por llegar.

…..

Hogwarts, Sala Común de Gryffindor. Mismo día, tres horas más tarde.

Todos los diferentes titulares de los periódicos vespertinos hacían alusión a lo mismo y eran tan variados, como creativos:

Una Luz Oscura, Sirius Black; ¿Qué le pasa a Dumbledore, la vejez le ha llegado?; El Frente Unido Por El Elegido; Harry Potter ¿El Elegido?; Un nuevo Patriarca ha Surgido; Rufus Scrimgeour, una clara oposición; El Primer Ministro y su combate a la corrupción; Recordando a los caídos.

Todos hacían alusión a lo mismo… "no hay una declaración abierta de guerra, sin embargo, la tensión es palpable"

Quizás fue la epístola escrita por Remus en El Quisquilloso remembrando a los Potter lo que Harry disfrutó más de las noticias esa tarde, fuera del ajetreo mediático y locura conspirativa; era un momento extraño del que disfrutaban a decir verdad, porque hacía mucho que Ron y Hermione no estaban en la misma habitación sin tirarse esas miradas que pondrían de rodillas inclusive a Bellatrix LeStrange, no obstante, los amigos sabían que la declaración oficial de Sirius como un hombre libre debía ser celebrada, así que ahí estaban reunidos los tres en un raro pero intimo momento en la sala común de Gryffindor, después de bastante tiempo, un silencio apacible reinaba entre los tres.

No había una Lavander que le estuviese succionando la cara a Ron en la proximidad, no estaba Draco Malfoy en la periferia, solamente eran ellos tres; como en los viejos tiempos, antes de la adolescencia y de que las cosas se pusieran complicadas. Era bueno saber que a pesar de todo pudiesen compartir una cerveza de mantequilla, que aún existía ese lazo que los unía.

El bullicio habitual alrededor de ellos, las miradas en su dirección, mientras ocupaban su lugar preferido frente a la chimenea; a estas alturas y después de seis años, estaban acostumbrados a ser de alguna u otra manera foco de atención.

Pero, a pesar de todo aquello, "el trío dorado" parecía estar en un mundo propio, sentados muy juntos en ese diván, había algo parecido a la plenitud en sus expresiones, y las sonrisas que compartían eran afables, ecuánimes, sinceras. Al centro había una bandeja con bocadillos y cervezas de mantequilla, cortesía de Dobby; las miradas de Ron y Hermione en Harry, en esa expresión sonriente que hacía tiempo no le veían portar.

Hermione y Ron conectaron sus ojos momentáneamente, los dos con expresiones de alivio por lo que esto representaba… este verano Harry no tendría que regresar con los Dursley, no más encierros, privaciones de alimentos, gritos, insultos y alienación para su amigo, Harry viviría con Sirius en la mansión Nigrus, su amigo no tendría por qué volver a pasar todo eso.

Hoy no había vaticinios de Lord Voldemort, o de más clases con Dumbledore. Hoy era solamente Harry. El niño que se encontraba feliz por saber que tendría una familia, que finalmente después de todo este tiempo de haber aprendido la verdad, podría gritar a los cuatro vientos, que su padrino era libre.

-Hermione—la castaña volteó a ver esos orbes verdes llenos de alegría y una expresión parecida a la inocencia.

-Dime Harry—

-Podrías leerla otra vez, por favor—dijo el joven mientras continuaba mirando el fuego.

-Claro Harry—el pelirrojo y ella compartieron una mirada de comprensión, Hermione tomó la edición más reciente de la revista "el Quisquilloso" que tan amablemente había traído Luna, respiró hondo y comenzó a leer:

"Remembrando a los Potter:

La primera vez que corrí a su lado en los pasillos lo supe, sabía que había encontrado a mi familia, acompañado de cerca por su mejor amigo y camarada, eran tal para cual, ambos con sus risas estridentes, con su carisma, su autenticidad; lo primero que surcó por mi cabeza fue un torbellino, un torbellino del cual una vez parte, tu vida se acomodaba a sus caprichos y voluntad; su sonrisa contagiosa y permanente mirada de travesura adornada por esos lentes que por alguna u otra razón siempre estaban chuecos, representaban el sinónimo de "problemas", y de verdad llegué a amar esos problemas.

Por el contrario, lo primero que recuerdo de ella es su sonrisa afable, su personalidad caritativa y bondadosa, capaz de ver la belleza en quienes no podían verla en sí mismos. Y sus ojos, que hermosos ojos. Pero no confundamos la bondad con debilidad, si había algo que se comparará con el rojo de su cabellera era su carácter explosivo.

Quienes estábamos en su generación, jamás pensamos que esos dos fuesen a terminar juntos, personalidades más opuestas no podría haber, sin embargo, para James Potter, Lily Evans era el final del camino. Y qué camino, fuimos dueños de risas, aventuras y sinnúmero de anécdotas. Estar en su presencia, era estar en la presencia del amor.

Sin embargo, no estoy aquí para hablar de su lucha, de su valentía constante, de su temple, osadía, no; estoy aquí para hablar de su legado, de lo que han dejado detrás de ellos.

Queda conmigoaquel recuerdo imborrable de vitoreos en los partidos de Quidditch, fiestas interminables, risas, bromas acompañadas siempre de una explosión de sonrisas; me quedo con el hecho de saber que hicieron frente a aquello que consideraron injusto, y que dieron, dieron mucho, a manos llenas y a raudales.

Están conmigo las memoriasde esos bellos momentos compartidos en compañía de dos estrellas brillantes del firmamento destinados a brillar más de lo cualquiera pudiese imaginar; porque fueron felices, tan felices, y haber sido testigo de aquel ensueño, de aquel amor creciente como dos universos que colisionan para encontrarse fue de las cosas más gratificantes en mi vida.

Donde una guerra nos unió en el dolor de la perdida de nuestros hermanos, en el amor, en la lucha por la justicia, por aquello que considerábamos correcto, haciéndonos dueños de nuestros destinos y sellándolos por completo.

Porque fuimos dueños de aventuras, de sueños, de decepciones, muchos logros y emociones, pero así es el destino supongo yo, caprichoso e injusto, porque se los llevó antes de tiempo y solamente dejaron una estela de humo a su paso, plagando de recuerdos nuestra nostalgia, imposibilitados de poder arrebatarle a la vida una sonrisa más que no estuviese cargada de ellos dos.

No puedo evitar pensar en aquella frase que tanto James como Lily repetían hasta el cansancio "Los locos como nosotros, no vivimos mucho tiempo, porque vivimos como queremos", vivimos como queremos, que razón tenían, y ahora en el eco de los fantasmas del ayer me encuentro robando valor de aquella frase y sonriendo a una fotografía junto a mí.

Amigos míospuede que hoy por hoy no estén a mi lado, pero créanme que su legado y memoria me ayudan a continuar el camino que se encuentra por venir, porque habré de caminarlo con el mismo valor con el que ustedes enfrentaron el destino hasta el último momento, tengo su recuerdo vivo y presente a mi lado siempre, no se han ido, no del todo, no se han ido, ¡quedaron conmigo!

-No se han ido Hermione—dijo el pelinegro con voz de cuello mientras limpiaba las lágrimas de su rostro y una sonrisa continuaba iluminando su rostro.

-Claro que no se han ido—dijo la voz de Ginny que tomaba su lugar frente al fuego y destapaba una botella de cerveza de mantequilla—ellos viven a través de ti, tu eres su legado—

-Además no estás solo amigo—soltó Ron, en un raro momento—estamos contigo, y lo seguiremos estando hasta el final—

-Hasta el final—prometió Hermione.

-Hasta el final—repitió Ginny

-Gracias—

…...

LeStrange Manoir, Sussex. Mismo día.

Erguida entre hermoso follaje y columnas jónicas de gran tamaño, como un sueño helénico a la vista, se mostraba en su blanco y acabado preciso marmoleo la mansión de la Antigua y Noble Casa de los LeStrange.

Frente a la hermosa fachada barroca, un lago artificial con una hermosa estatua del nacimiento de Venus hablaba de la opulencia y la ostentosidad de la familia que en ella habitaba. A pesar de los años que cargaba a cuestas la estructura estaba intacta en todos los aspectos.

Sus cimientos fuertes, sostenían el legado de todos los ancestros del lugar, sus ventanales hermosos e imperturbados contaban la historia de la familia, mostrando su árbol genealógico hasta el día de hoy.

Sus puertas de caoba fina, madera perteneciente al galerón que los había traído a estas tierras a probar suerte y donde finalmente habían echado raíces. En el ala este, si ponías fina atención verías un tragaluz que daba vista aérea al hall, tragaluz que en este momento se veía perturbado.

Un estridente grito se había escuchado, mientras más vidrios se rompían por la explosión mágica incontenible; los elfos domésticos en el interior corrían atemorizados de su ama y señora.

Otra vasija reventó contra la pared seguido de un grito de impotencia, y una carcajada de voz masculina y profunda, en el fondo de la sala otro hombre se sobaba las cienes de manera pasmosa y marcada, su larga melena castaña en rulos cerrados y hasta los hombros, sus ojos verdes como esmeraldas y piel tostada por el sol.

Su expresión plagada de rasgos aristocráticos mostraba hastío, su fino bigote encorvado sobre su labio superior, mostrando su desagrado; era el más joven de los dos hermanos, también el más inteligente.

A diferencia de Rodolphus que era una bala perdida, Rabastan poseía una mente aguda, es decir, uno era la fuerza bruta, y otro el cerebro.

Frente a él, su hermano mayor, sumamente parecido a él, con la única diferencia en sus ojos miel, reía a carcajadas mientras observaba a la loca de su esposa seguir explotando cuanta herencia se le ocurriera.

-Sabes esa era una de las vasijas preferidas de mi madre—soltó Rabastan con aburrimiento, mientras trataba de seguir leyendo el periódico matutino, y tomar su té.

La única respuesta que tuvo fue la explosión de la tasa de té que llevaba a sus labios.

-Oh Bella cállate de una vez, una banshee es más silenciosa que tú—sentenció Rabastan, mientras se paraba de su asiento para sacudirse, limpiándose inmediatamente con la varita los escombros de porcelana fina—estaba disfrutando ese té—soltó como niño caprichoso, mientras volteaba los ojos al ver como el heraldo del Señor Tenebroso mataba a un elfo que pasaba equivocadamente por el lugar.

-Es difícil conseguir Elfos eficientes, Bella—dijo el hombre señalando a la pobre criatura en el suelo.

-LO VOY A MATAR—sentenció la mujer—VOY A MATAR A ESE MALDITO TRAIDOR A LA SANGRE—

-Claro y de paso fíjate en ver sí tu centro mágico no ha cambiado, ¿quieres? —eso terminó por amansarla, colocando una mirada de extrañeza en los rostros de ella y su hermano.

-¿De qué hablas Bass? —preguntó el mayor. Irguiéndose por completo del diván en el que estaba.

-Si es cierto que Sirius Black hizo el ritual de repudio en tu contra Bella cariño, quiere decir que tomó su lugar en las piedras sarasences de la Mansión Nigrus, por lo que no solamente te borró del tapete familiar, sino de la magia familiar… ¿alguien me sigue? ¿No?, ¿nadie sabe de magia roja acaso?, que triste; tu firma mágica y tu poder, ahora contienen únicamente la firma de los LeStrange, y no me mal entiendas querida, eres una bruja poderosa, pero no sabemos qué tan poderosa seas después de esto, o de qué tanta utilidad le puedas ser al Señor Tenebroso, cuando para todos los fines, eres el equivalente de un squib, en lo que a los sangre pura se refiere, todos sabemos que la magia de los Black es lo que te daba mano firme para dominar las artes oscuras, ahora simplemente serás una bomba de tiempo—en ese preciso momento se tiró al suelo esquivando una maldición asesina, ahora si riendo a carcajadas.

Se levantó del suelo, mientras colocaba una sonrisa de suficiencia en sus varoniles facciones, enarcando una ceja perfecta, chasqueando la lengua y riéndose más al ver la expresión de desasosiego en las hermosas facciones de su cuñada.

-Ah, no habías pensado en eso, ¿a qué no? —señaló a su alrededor, mientras la comprensión ocupaba las facciones de Rodolphus—antes en una rabieta tuya, este lugar se habría incendiado Bella—

Y con eso, dejó a los esposos para sus cavilaciones mentales, mientras los ojos de Bellatrix se desorbitaban de manera desmesurada, y Rodolphus la miraba con extrañeza e impotencia.

-Si lo que dice Bass es cierto—

-No quiero ni pensarlo, no—

-Bella tenemos que considerar las opciones—

-No hay opciones, todo continuará como hasta ahora—

-Si le dejas de ser útil—

-JAMÁS, mi Lord jamás se atrevería—

Mansión Riddle, esa noche.

No les resultaba extraño que los hubiese convocado con tanta premura, mucho menos después del tremendo golpe atestado por la Orden del Fénix, jamás habrían pensado capaz a Dumbledore de fraternizar con el Ministerio, y ese había sido su más grande error, los subestimaron.

Sin embargo, el hombre ahora al frente de la institución no era cualquiera, y en el pasado, él y su escuadrón le habían provocado problemas a varios mortifágos, después de todo él había entrenado a los hermanos Prewett y todos sabían cómo había terminado aquella batalla, diez hombres le habían costado a sus filas el matar a aquel par; tenían que verse en la necesidad de admitir que el pusilánime de Cornelius Fudge tenía sus utilidades para el sistema que había creado con tanto cuidado, y que ahora Rufus Scrimgeour amenazaba con destruir, habría que hacer frente de una manera que enviase una declaración clara a la sociedad mágica y muggle por igual.

-Muchos de ustedes se habrán preguntado por qué los he llamado con tanta premura y urgencia esta noche, ha llegado a mi atención que varios de nuestros camaradas están siendo perseguidos y vigilados en el ministerio de magia—los murmullos no se hicieron esperar—no obstante a esto, creo que es necesaria una declaración publica de nuestra parte, después de todo, toda campaña necesita de su respectiva promoción, y la misión que desde hace años hemos emprendido, requiere de una fuerte declaración—

Todos se encontraban sentados, mientras entendían las implicaciones de aquellas palabras, literalmente abrirían fuego de una forma publica y sin consideraciones, ¿acaso el hombre se había vuelto loco?, ¿tan seguro estaba de que ganarían la guerra?

-Si me lo permite mi Señor—dijo Bellatrix aclarando su garganta—quizás sería bueno primero derribar una cabeza importante para asustar a los peones, si matamos a Scrimgeour, por ejemplo, el Ministerio no tardaría mucho en estar a nuestra merced—

Lord Voldemort no pudo evitar sonreír ante aquella aseveración, había que reconocerle algo a Bellatrix, era astuta hasta la medula, pero fue Lucius quien lo sorprendió aún más.

-Suena astuto tu plan Bella, no obstante, es obvio que Dumbledore tiene bien afianzado al Ministerio acorde a lo que se ha visto, el circulo interno de Scrimgeour son nada más y nada menos que Shacklebolt y la meretriz que tienes por sobrina, ambos miembros activos de la Orden, sí matamos a Scrimgeour, no duden vendrá Kingsley a ocupar la silla vacía, o Black que ahora está completamente restituido, no nos conviene para nada que Sirius ocupe esa silla, no con el poder que la familia Black representa; lo que tenemos que hacer es dejar a los muchachos afianzar el plan y matar a Dumbledore—

Aplausos se escucharon desde la cabecera de la mesa, sorprendiendo a todos, mientras una risa estridente invadía el lugar, helándoles hasta los huesos a los presentes, nada bueno seguía después de aquella risa.

-Parece que Azkaban no te afectó tanto como aparentabas, verdad, Lucius—dijo sedosamente el hombre con cara de serpiente y ojos rojos como la sangre—así es Bella, si matamos a la cabeza saldrán dos más, sin embargo, no hay claridad en el supuesto Plan de los muchachos, Lu-cius—ahora todas las miradas fijas en el rubio.

-Un día—sentenció el patriarca de los Malfoy.

-¿Estás diciendo que Albus Dumbledore estará muerto en un día? —escupió Bellatrix con ironía, mientras soltaba tremenda carcajada de incredulidad, acompañada enseguida por los chiflidos de sorpresa de los hermanos LeStrange.

-Hablas con demasiada seguridad—soltó Thorfin Rowle con su imponente voz al final de la mesa.

-Es porque estoy seguro de ello—

-Muy bien, entonces Bellatrix, Rowle y Dolohov irán en la misión de reconocimiento, Severus claramente ayudará desde dentro, y los muchachos abrirán las puertas para que podamos llegar a jugar—

-Ha llegado a nuestra atención mi señor—dijo sedosamente Snape—que probablemente nos encontremos a un contingente dentro del castillo, aurores, y sé de primera mano que las barreras de Hogwarts han sido reforzadas hasta el cansancio—

-Con todo el debido respeto mi señor—fue ahora Rabastan quien habló—dado a los recientes sucesos, sugeriría que, por seguridad de mi querida cuñada; Bella no participara en la comitiva, hasta estar seguros de las implicaciones que ha tenido el ritual de repudio en su centro mágico—

La mirada del Señor Tenebroso se posó inmediatamente en quien era su brazo ejecutor, su impartidora de justicia, mientras que Bellatrix asemejaba a una niña regañada reclinándose más profundamente en la silla, como si el mueble pudiese tragársela de alguna manera. La mirada de su señor le pesaba y le dolía, antes, descartarla de una misión jamás había sido una opción que sopesar, y ahora, ahora era una variable para considerar, eso quería decir… ¿quería decir que había pasado a ser una más del montón?

-Irás tú en su lugar Rabastan—concluyó Lord Voldemort después de unos segundos que parecieron eternos para la mortifaga, sintiendo esas palabras como dagas en su interior, su labio inferior temblaba perceptiblemente en aquel gesto compungido asemejando a un berrinche, todos lo habían notado.

Sin embargo, Bella ante todo era una Black, con o sin la aprobación del patriarca, jamás permitiría que la viesen vulnerable, compuso sus facciones en una máscara fría de desinterés, mientras dejaba que sus entrañas se tragaran el resto.

No pudo observar las miradas de suficiencia que portaban Lucius o Severus ante aquella situación, la satisfacción que había pasado momentáneamente por sus ojos no había captado la mirada que le brindó su hermana por encima del hombro; no entendía que todo estaba en su lugar.

Flashback.

-¿Y cómo pretendes que exhibamos de esa manera a Bellatrix, Albus?, eres consciente de que es la más fiel, ¿cierto? –escupió Snape, en aquella reunión a puerta cerrada que el director y sus otros tres camaradas sostenían en su hogar en Spiner´s End.

-Los cálculos de Remus son muy claros, Severus—dijo el anciano con su voz apaciguadora, mientras se llevaba las manos a la barba—calcular los Vectores de probabilidad es difícil, tu sabes, y manipular los eventos a favor, es algo que no ha pasado desapercibido para ningún ser que ansié el poder—

-Eres consciente que de todos los mortifágos, Bellatrix jamás lo traicionaría—dijo la hermana de la protagonista de aquella discusión, mientras se inclinaba un poco más sobre la mesa.

-Sin embargo, una mujer despechada, sí que es el peor enemigo de cualquier hombre—Marcus Nott, que siempre tenía esta capacidad de seguir el pensamiento de Dumbledore de manera veloz, externó—quieres fingir que ella lo traicionó, y para esto es necesario cronometrar bien las cosas, Dumbledore; sacar el horrocrux de la bóveda, y exponer a Bellatrix frente a todos—se pasó una mano por su larga cabellera castaña, mientras emitía un chiflido de impresión, abriendo más sus ojos azules—es difícil, pero no imposible, tendría que tener máximo dos días de deferencia uno con lo otro, y la única manera de hacer esto es lograr que el Lord dudara realmente de la capacidad de su heraldo—

-Lo cual no es difícil si restituyen a Black como patriarca—siguió Lucius entendiendo rápidamente el hilo de pensamiento.

-No estarán sugiriendo el ritual de repudio—Narcissa se llevó ambas manos a su boca mientras negaba con la cabeza—la magia que implica, Sirius es un mago poderoso, pero no cualquiera puede llevar acabo eso y salir con vida—sentenció la mujer.

-Estamos hablando de un mago que logró convertirse en animago a los 15 años señora Malfoy, donde se unen las dos líneas sanguíneas principales de los Black, es EL heredero—dijo el director con un brillo particular de orgullo en sus ojos.

Sin embargo, se encontró con miradas dubitativas y un destello particular de preocupación de Narcisa.

-Ni siquiera ha sido restituido como patriarca—dijo la rubia.

-Pronto—soltó crípticamente, intentando disipar todas las dudas.

El antiguo ritual del repudio se traducía en reprobar, desdeñar, rechazar, censurar, despreciar, abominar, apartar, repeler, desestimar, recusar, y excluir a alguien de un antiguo árbol familiar; en no admitir ni aceptar por lo considerado como condenable para dicha familia una acción o una determinada serie de acciones provenientes de una persona ligada profundamente con las raíces familiares. Implicado a lo anterior, solamente el patriarca o matriarca reconocidos de esa familia podían realizar dicho ritual; que a su vez significaba realizar un sacrificio de sangre, sudor y lágrimas al dios Arawn, un ofrecimiento por la pérdida que dicha persona pudiese representar en el centro de magia de dicha familia, y para que una vez realizado esto, ella o él jamás reencarnará en esa familia…las implicaciones de aquello eran descomunales, ya que si Arawn consideraba como banal el ofrecimiento del Patriarca o Matriarca en cuestión, se tragaba su magia.

Ni siquiera cuando Sirius había huido, Orión, se había atrevido a realizar el ritual por las implicaciones que esto pudiese traer en su magia, o quizás por cobardía y sentido de supervivencia; a pesar de la insistencia de Walburga al respecto, Orión se había negado rotundamente, lo mismo pasó con Cygnus, jamás se atrevió a solicitar el repudio de Andrómeda al patriarca. No había registros de algún ritual realizado en el último siglo.

-Sirius lo logrará, estoy seguro de ello—sentenció el anciano con una sonrisa tranquila.

-Admiro tu optimismo Albus—soltó el dueño de la casa con total franqueza—pero estamos hablando de enfrentarse al guardián del Velo—

-Black, tiene lo que se necesita—meditó Marcus después de unos momentos de sobriedad de parte de todos—tiene una motivación más grande que él mismo, sus intenciones serán nobles para Arawn—

-Una vez realizado el ritual—continuó el director—Bellatrix se convertirá en algo desechable para Voldemort—

-Por lo que en el momento su traición no quedará en duda—finalizo Snape.

-Solo necesitamos que alguien la vea, alguien habido de poder; la noticia de su traición no puede venir de ninguno de nosotros, sería demasiado obvio; alguien inocuo, imperceptible—puntualizó Nott.

-Runcorn—sugirió Lucius, a lo que los otros tres enseguida asintieron con la cabeza, visualizando al hombre—será perfecto para el trabajo, y Shacklebolt se puede encargar de esa parte—

-Muy bien—dijo Dumbledore.

-Quizás yo podría tener una conversación con Rabastan—sugirió Snape—siempre ha sido el más astuto de los dos LeStrange, podría "hacerle ver" lo que esto implica para Bellatrix, todos sabemos que Rabastan no desaprovecharía una oportunidad de venganza contra Bella—

Fin del Flash Back.

Las puertas del Hall se escucharon abrirse pesadamente, mientras unos quejidos subsecuentes a eso comenzaron a distinguirse, Gregory Goyle Sr. entraba con su máscara aún puesta, y su túnica un poco sucia, su gran barriga lo hacía fácilmente identificable, una sonrisa de satisfacción en su rostro, mientras en su mano derecha se aferraba la larga cabellera de Pius, quien se había atrevido a rechazar el llamado de Lord Voldemort momentos antes. Arrojándolo a los píes de aquella figura reptiliana que le devolvía una expresión de desinterés y hastío, procedió a tomar su lugar junto a Crabbe Sr.

-Pius, mi viejo amigo, por un momento pensé que habías perdido el camino—las risas de todos no se hicieron esperar, mientras su líder se regodeaba en esta pequeña muestra de poderío, levantándose de aquel pedestal y caminando de manera serpenteada y depredadora a lo largo de la mesa—dime camarada, ¿cómo es posible que no supiera lo acontecido con el indulto entregado al traidor a la sangre de Sirius Black?, ¿no era acaso que tu pertenecías al circulo interno de nuestro querido y respetable Ministro, Pius?, ¿no era acaso que tus aportaciones serían invaluables para la cusa y nos ayudarías a construir el mundo con el orden debido?, ¿no era que Rufus confiaba tanto en ti, que hasta te hizo su Secretario Particular?—

A cada paso que daba alejándose de él, Pius, se arremolinaba intentando liberarse de las ataduras impuestas por su captor, sus ojos delatando el miedo real de aquella situación en la que se encontraba, incapaz de elaborar palabra alguna, mientras tartamudeaba y lagrimas corrían libres por sus mejillas. Un siseo se escuchó provenir de detrás de él y sintió el roce cadencioso en su pierna derecha, Naggini, que hacía su entrada triunfal al lugar.

Todos sabían lo que vendría si la serpiente había entrado, las espaldas de los presentes se enderezaron y tensaron un poco, algunos con un brillo particular en sus ojos, y la presencia del morbo en su mirada, ansiando el espectáculo que estaba por llegar.

-Naggini—habló en parcel—parece ser que ya no nos es útil a la causa, que sirva para enviar un mensaje—

El silencio reinaba en los presentes, mientras observaban la conversación que su Señor llevaba a cabo con la serpiente, que con movimientos cadenciosos y lentos comenzaba a acercarse a su próxima víctima. Pius que se encontraba completamente inmovilizado no podía hacer otra cosa más que abrir sus ojos desorbitadamente, lagrimas caían libres por sus mejillas, mientras balbuceaba en suplicas inteligibles por su vida, nada de aquello era fructífero, la sentencia estaba dictada.

Al sentir las escamas rozar la piel de su cuello Pius miró al techo de la mansión Riddle, suplicando al universo, al tiempo, a los dioses, lo que fuese que lo escuchara que su muerte no se fuera en silencio de esta manera; mirando de pronto a sus "camaradas" sentados plácidamente en la mesa sin ningún tipo de reparo en lo que estaba a punto de suceder… fue entonces que supo lo que era la verdadera impotencia, el desasosiego, la incertidumbre; y pensar que estos eran los últimos momentos de su vida, pasarlos así, de esta manera tan inverosímil y fatua.

-Naggini—siseo Lord Voldemort—mata—

La orden directa accionó a la serpiente, que, como la mano de dios, robaba la vida del hombre que estrangulaba; los presentes escuchaban el crujir de los huesos de la víctima, mientras los músculos constrictores de la serpiente hacían bien su trabajo, sin embargo, había una mirada que parecía perturbada en los testigos de aquel acto. La mente del heraldo del Señor Tenebroso no podía dejar de mostrarle la imagen de que ella podía estar en ese lugar, Bellatrix miró a su amo y maestro sentado a su izquierda en la cabecera de aquella larga mesa, y como si de un gatillo se tratase el le devolvió la mirada por encima de su hombro, una sonrisa enmarcada en sus facciones, sonrisa que por vez primera le sabía ajena.

-¿Pasa algo Bella querida? —dijo arrastrando las palabras.

-No mi señor, nada—su voz titubeó

Rabastan LeStrange observó aquel intercambio con una sensación de triunfo interna, la mujer que tenía sentada frente a él pagaría por sus años en Azkaban donde sintió esfumarse los pocos rasgos de cordura que quedaban en su persona; pagaría por cada una de las noches de frio y cruel desasosiego, por la miserable y solitaria muerte que habían tenido sus padres, y por la piltrafa en la que su hermano se había convertido… ella y nadie más que Bellatrix Black había sido la responsable de aquella fatídica noche en casa de los Longhbottom, su estupidez y arrebato no la dejaron pensar con claridad, el resultado de aquello ya todos lo sabían, no obstante continuó con la tortura cuando era obvio que los aurores no sabían nada, no hizo caso a sus advertencias, ni siquiera cuando el maldito cuerpo de aurores estaba afuera del lugar, fanfarroneando después de haber sido atrapada, gritando a los cuatro vientos sus alianzas, estúpida.

Ella fue quien blandió la maldita varita, ella y su hermano fueron lo suficientemente estúpidos para continuar con aquella locura, aún incluso de saber perfectamente bien que eran los Potter quienes habían perecido; y él lo fue más… debió huir, debió esconderse, mentir como los demás, pero Rolph estaría en ese purgatorio solo y no podría lidiar con aquello, decir que los años venideros en aquel lúgubre lugar fueron tortura era poco, prefería el destino de la locura antes de recordar la primera vez que tuvo que hacer sus necesidades en el vil suelo, el aroma de aquella celda, la mirada perdida de su hermano, y el consuelo de tener que aferrarse a una simple idea, venganza, nada feliz quedaba en él, nada de luz, estaba corrupto, completa y enteramente corrupto, y sin embargo era aquella idea la que lo había mantenido con cordura; lo único que los dementores no habían podido robarle, su sed por ver arder en el infierno a la maldita perra del hades que tenía por cuñada, porque la vería arder y de eso estaba seguro.

Poco le importaban los fines de Severus, de Lucius o de Nott; porque no era idiota, sabía que traían algo entre manos, simplemente ya no le importaba lo suficiente como para conjeturar de más, no superaba su deseo de venganza, su objetivo fijo en su mente, y que lo demás pasara, así tuviera que quemar media Gran Bretaña, así tuviese que irse el mismo al infierno, se la llevaría aferrada de la melena como un trofeo.

Hogwarts, séptimo piso, entrada a la sala de Menesteres, esa misma noche.

-¿Estás completamente seguro de lo que escuchaste Theo? –preguntó Blaise con su varita iluminando en la oscuridad.

-Positivamente—afirmó el castaño, mientras miraba en todas direcciones, moviendo su varita de forma intrincada murmurando—Salvio hexia, repelio inimicum—

-Bien, eso nos dará por lo menos cuatro horas para buscar—murmuró Draco.

-Luna me ha dibujado un diagrama de como luce la diadema, hice dos copias más—les entregó el trozo de pergamino mientras paseaba frente a la pared con el tapiz de Barnabas el loco develando la puerta a la sala de menesteres.

-Tenemos que encontrar el objeto esta noche, y pensar que ahora le hacemos el trabajo sucio a Potter—terminó Blaise para sus adentros, sabiendo perfectamente bien el día que mañana traería para ellos un devenir de sucesos imparables.

-Lo vamos a lograr, lo tenemos que lograr; cámbialo de perspectiva Blaise, hacemos lo que San Potter no puede, medios para fines amigo mío—dijo Theo mientras pasaban a la sala de Menesteres. Ahora los tres tenían sus varitas en mano—Lumus máxima

Los otros dos hicieron lo mismo, y arriba de ellos a manera de cinturón se colocaron tres grandes luces, iluminando la sala por completo.

Frente a ellos una especie de ciudad pequeña conformada por miles de objetos dejados por generaciones pasadas para ser ocultados de ojos fisgones, sería una larga noche.

Pilas y pilas de libros, centenares de sillas, un tocadiscos con megáfono se escuchaba tocar y repetir una misma canción a lo lejos, el armario evanescente se encontraba al fondo de uno de esos pasillos a la izquierda. Los tres muchachos observaron una vez más el diagrama de Lovegood, memorizando el objeto que debían encontrar, tenían que retirarlo de ahí, no podían dejar nada al azar, no si al día siguiente tres mortifágos, tres PODEROSOS y LEALES mortifágos entrarían por ese mismo lugar a Hogwarts.

-Ni siquiera hemos llegado a la primera parte del Plan, carajo—terminó por decir Draco, evidenciando su corta edad y el nerviosismo de lo que les esperaba, sus manos un poco temblorosas y su corazón con un ritmo delator.

-Trata de calmarte Draco, por favor—suplicó dolorosamente Theo con una voz un poco gutural—el otro puede sentir tu temor y le pone los nervios de punta—soltó sin mucha parsimonia, tratando de censurar que lo que realmente pasa es que lo hacía salivar de satisfacción.

…..

Salón de Transfiguraciones, Despacho Privado de McGonagall, misma noche.

Minerva McGonagall respiraba profundamente mientras miraba la chimenea encendida de su despacho, sus codos recargados en la mesa, y su expresión indescifrable, el único sonido que acompañaba el silencio de su despacho eran las llamas del fuego, el crujir de las brazas y el reloj en la pared.

Sus cejas perfectamente enarcadas tras sus gafas características, su pelo en un moño alto, estrictamente peinado como siempre, junto a ella la tetera humeante para el té, y dos tazas esperando a ser servidas. Un ruido en la puerta la sacó de sus cavilaciones mentales.

-Pase señorita Granger—su voz monótona y sin emoción alguna.

-Me llamó Profesora McGonagall—preguntó la joven.

Se permitió mirar a la joven que tanto le recordaba a Lily Evans por unos instantes; con sus túnicas perfectamente pulcras y su insignia de prefecta en la solapa, justo a un lado del orgulloso escudo de su casa; era solamente una niña. Lejana de aquella chica dientona y desubicada ciertamente, pero a final de cuentas una niña solamente.

-Toma asiento, Hermione—habló quedamente, inclusive de manera tierna, lo cual terminó de desconcertar a la joven, la jefa de su casa era una mujer entera y hasta cierto punto ruda, que no tenía ese tipo de delicadezas o reparos a la hora de hablar.

-¿Qué sucede, Profesora? —los ojos avellana de la joven se abrieron un poco de la impresión, tan transparente, la animaga veía reflejado en sus facciones algo parecido al miedo, la mente de Minerva le gritaba "dieciséis años" una y otra vez.

-¿Te gustaría tomar un poco de té conmigo Hermione? –preguntó la mujer mientras servía las dos tazas.

-¿Me llamó para tomar el té? —dijo la castaña un poco lívida y con una exclamación de incredulidad, sin embargo, la Profesora siguió sirviendo el té y le brindó su taza, a lo que en movimiento autómata tomó entre sus manos, sin dar sorbo alguno, el vapor que salía la reconfortaba del frío, sin embargo, estaba perdida.

—Profesora ¿podría decirme qué sucede? Me está asustando—terminó por decir Hermione con voz temblorosa, mientras observaba a la mujer frente a ella sorber de su taza. La aludida tomó un profundo suspiro y la miro directamente a los ojos; Hermione jamás olvidaría aquella mirada que le dedicó, o las palabras que salieron después de aquel suspiro.

-A llegado a ser de nuestro conocimiento que sus padres están siendo perseguidos por Mortifágos—

Silencio… y una especie de chillido en sus oídos, parpadeaba, ¿había olvidado como respirar acaso?, ella sabía, sabía cuales eran los riesgos de inmiscuirse en esta guerra, de ser la mano derecha de Harry Potter, sabía todo lo que podía implicar y eso era por lo que había mentido, les había mentido desde el segundo año, a decir verdad, pero esto ya era por demás, no tenía control sobre esto, sus padres estaban en peligro de muerte.

-Se les ha colocado una guardia personal, Remus y Tonks están viviendo momentáneamente en la casa de al lado, y Albus en persona colocó los encantamientos proteicos—continuó hablando en ese mismo tono de voz pétreo, no había otra manera de decírselo, pero podía ver como la impresión de aquello iba tomando lugar en las facciones de la joven, cuyo rostro comenzaba a contorsionarse en la más aterradora de las angustias.

-No es suficiente, cierto, de lo contrario no hubiese habido necesidad de decirme, todo esto—terminó de decir con esa lógica fría que la caracterizaba.

-Así es Hermione, no es suficiente—dijo con voz queda.

-¿Qué necesita La Orden que haga? –

-Siempre ha sido la mejor en encantamientos señorita Granger—dijo McGonagall con total franqueza y frialdad—si sus padres no supieran de su existencia, si usted dejara de "existir" para ellos, no habría peligro—

La joven que en ese momento tenía su cabeza recargada en sus manos, la taza de té hacía tiempo olvidada, sus manos enterradas en su melena larga, aferrándola como para provocar algún dolor, por mera necesidad de percibir la realidad, de saber que eso realmente estaba pasando.

-Quieren que levante mi varita CONTRA MIS PADRES—gritó con molestia y una clara frustración, su mirada retadora e incisiva, fija en la mujer que ella consideraba un modelo a seguir.

-No Hermione, queremos que hagas lo necesario para protegerlos—contestó con la misma tranquilidad.

-Quieren que ellos me olviden—

-Queremos que vivan—

-No hay manera de revertir un Olbiviate, Profesora, eso provoca un daño mental permanente—

-Si pudiese ser reversible, seguirían en peligro Hermione, porque cualquier mago podría deshacerlo; implantar ideas o identidades falsas no puede ser deshecho con un simple finite Hermione, lo sabes—dijo con total tranquilidad, como quien discute teoría de la magia, o el clima.

La aludida miraba a lo lejos, su mente en algún lugar más allá de las llamas de las chimeneas que se observaban reflejadas en sus ojos. La cosa es que ya había salido limpia durante bastante tiempo, era cuestión de tiempo para que esta guerra tocara a sus puertas, literalmente. Para Hermione, regresar a su casa siempre era como tocar algún tipo de Santuario, no había Señores Tenebrosos, ni mortifágos, ni profecías o investigaciones interminables; eran ella y sus padres, Los Granger, los vecinos que eran amables con todos, y regalaban dulces sin azúcar en Halloween.

La normalidad que aquello representaba le sabía ajena y se veía lejana para ella, ya nada sería igual, incluso si lograban sobrevivir a esta guerra, para todos los efectos sería una huérfana… pero, sí no sobrevivía, no tendrían que pasar por el dolor de perderla, y Hermione realmente no sabía si sobreviviría a esta guerra.

Una especie de determinación tomó lugar en las facciones de la joven Gryffindor, fue casi imperceptible, pero ahí estaba el cambio, como el botón de flor que se abre de la noche a la mañana, algo cambió esa noche en ella.

-Se hará lo que sea necesario Profesora—dijo con quietud y parsimonia—y lo haré yo, nadie más levantará una varita contra mis padres, me dejaran disfrutar del verano junto a ellos, y lo hare yo—

-Como digas Hermione—

-¿Es todo? —

-Si, puede retirarse señorita Granger—

Cuando la joven hubo salido del despacho, Minerva McGonagall se permitió derramar unas cuantas lagrimas por la niña que se había roto en ese momento, por la inocencia que se había perdido, se permitió llorar por el miedo que aquella mirada le provocó, un reminiscente de una guerrera, de alguien que haría lo que fuese necesario para salir victoriosos.

-Es una joven admirable—terminó por decir el retrato de Sir Cadogan, quien por vez primera había decidido ser prudente y guardar silencio ante aquel intercambio.

-Lo es, mi buen señor—

-Digna de la casa de Godric Gryffindor—

…..

Despacho de Severus Snape, Tres horas más tarde.

Había sido una ardua tarea localizar la diadema, y decir que se encontraron en un momento de desesperación pensando que ya no estaba dentro del castillo, sería subestimar el sentimiento de frustración que había tomado lugar en nuestros jóvenes camaradas; al final, fue Vill el único capaz de encontrar el artefacto, ya que los sentidos del lobo le permitían "sentir" la presencia de la magia oscura.

Con ojos brillosos había sonreído triunfal a quienes estaba comenzando a considerar como miembros de su manada. Cuando le preguntaron ¿cómo había logrado encontrarlo?, su respuesta fue simple, "los iguales se atraen", haciendo referencia a su naturaleza oscura, y a la del objeto respectivamente.

Ahora, ya en control de su persona, Theo, Blaise y Draco estaban con el jefe de su casa, y con el director de la escuela, quien, ante el llamado urgente de Severus, no dudó en acudir. Frente a ellos, en un cojín de seda se encontraba la diadema de Rowena Ravenclaw… era el que hacía falta por reunir.

Los presentes miraban el objeto con una mezcla de curiosidad y aberración, la atmosfera se sentía pesada, y el aire denso; era notoria la mancha de magia oscura que poseía, y el poder del monstruo al que se enfrentaban.

-Profesor Dumbledore—fue Draco el primero en interrumpir aquel silencio—señor, nosotros queríamos pedirle—pero las palabras se le agalopaban en la garganta, su orgullo le impedía terminar aquella frase.

-Lo que el príncipe aquí, está intentando decirle señor, es que sentimos todo esto—terminó diciendo Theo con aquella sonrisa característica, enmarcada por sus hoyuelos, a lo que el aludido bufó exasperadamente. Theo siempre había sido el más humilde de los tres, y no confundamos, que el punto de comparación no era bueno en ningún sentido, los tres Slytherin carecían de cualquier sentido de empatía, sin embargo, este año habían aprendido lecciones duras, sus ojos eran más sabios.

Los ojos conocedores del anciano miraban a los tres chicos frente a él con un brillo particular, mientras asentía levemente, y se permitía unas palmaditas internas, definitivamente valdría la pena, si al final, después de todo esto, existía un mejor futuro para los niños que una vez más se habían tenido que involucrar en esta guerra.

-Hicimos lo que teníamos que hacer para sobrevivir—sentenció Blaise con total franqueza—y no es justificación, pero era su cuello o el nuestro señor—terminó sonriendo de buena gana, fincando la obviedad en aquello.

-Mañana tendremos que asesinarlo para el mundo entero, y lo que se avecina después de ello es una guerra cruda, pero—Draco miró hacía la foto de Lily Evans junto a un joven Severus Snape, comprendiendo a la perfección la carga de conciencia con la que su padrino vivía.

-¿Pasa algo Draco?—preguntó por vez primera el director, que veía a los "niños" frente a él, un extraño momento de vulnerabilidad antes de lo que se avecinaba para ellos.

-No señor—los tres jóvenes se compusieron inmediatamente, enmarcando aquellas mascaras perfectas de indiferencia, sus ojos lejanos una vez más y su mente puesta en el objetivo, se levantaron inmediatamente, haciendo una pequeña inclinación de cabeza, y retirándose del lugar.

-Todo estará listo para mañana—les dijo Snape, cuando comenzaban a retirarse lentamente, las espaldas de los jóvenes se tensaron visiblemente, sin embargo fue el más alto de los tres el que volteó con una mirada que hasta ese momento les había sido ajena a los dos adultos presentes, y la voz que le siguió terminó por helarles los huesos, aquella sonrisa canina develaba la verdadera naturaleza de quién estaba frente a ellos.

-Y nosotros estaremos listos también—

-¿Quién eres?—preguntó veladamente Severus Snape, mientras intentaba penetrar en la mente de Theo.

-Vill—respondió "Theo".

-¿Eres amigo o enemigo?—preguntó Dumbledore con total normalidad.

-Ninguno de los dos, anciano—dijo con total franqueza—el camino que beneficie a mi manda y a mi hembra, eso soy—

-Tu hembra—dijo con tranquilidad Dumbledore, que comenzaba a atar cabos en su cabeza—veo entonces que no pudiste esperar a marcar a la señorita Lovegood—una sonrisa franca se dibujó en sus facciones en aquel momento—y ahora ¿vas a marcar a tu manada?—preguntó una vez más; los años de experiencia al tratar con Lunático, la otra personalidad de Remus Lupin, le habían ayudado a entender a Albus Dumbledore el alter ego que se desarrollaba en los hombres lobos, después de haber sobrevivido el traumático evento de ser mordidos y haber sobrevivido.

-Aún no—dijo veladamente Vill, quien no quiso revelar más información, el anciano era inteligente, si seguían hablando, deducirían que su hembra estaba en cinta, y no sabía cómo podía afectarle eso, a ella y a los cachorros… sin mediar palabra alguna salió del lugar, seguido de sus camaradas.

-Y ¿Cuándo piensas marcarnos?—preguntó Blaise tranquilamente.

-Cuando acepten su espíritu animal—contestó Vill, que comenzaba a tomar camino a la torre de Ravenclaw.

Los otros dos se quedaron parados mirando la espalda frondosa que se alejaba de ellos.

-Se referirá a que tenemos que aullarle a la Luna o algo así—dijo Blaise totalmente perdido. Mientras Draco se palmeaba la cara en total desesperación.

-Se refiere a que tenemos que convertirnos en animagos primero, esa es la mejor manera que conozco para abrazar tu espíritu animal—explicó mientras sacaba el galeón que Hermione le había dado de su bolsillo.

-Hechizo proteico, Granger es brillante—silbó Blaise mirando la creación de la joven.

-Lo es—pero la expresión de Draco se transfiguró en una de preocupación—tengo que ir—

-Ve, seguramente te está esperando—la mirada del moreno fue distante por un momento.

-Y tú no vas a—pero no lo dejó terminar si quiera.

-No amigo, hoy necesito reflexionar, porque lo que se avecina es grande—

Sin mediar palabra alguna el rubio platino se hecho escaleras arriba, rumbo a la torre de astronomía, mientras que Blaise seguía caminando de frente a la entrada de su sala común, cuando llegó a la entrada distinguió inmediatamente al elfo domestico de los Zabinni en el lugar, la pequeña criatura estaba dormida, seguramente esperando ah por él, entre sus manos un pergamino con el sello personal de Elora Zabinni, su madre, la boca de Blaise se sentía pastosa.

-Trix—la criatura se levantó inmediatamente de su ensueño.

-Amo Blaise—dijo con su acento italiano.

-¿Qué haces aquí?—preguntó, intentando no hiperventilar.

-Su madre me ha pedido que le traiga esto señor—le extendió el pergamino.

Se le quedó viendo por unos momentos como si fuera algo del otro mundo, esperando que explotara entre sus manos, y trajera algún tipo de veneno al contacto, que se activaría como una especie de maldición; podría sonar dramático pero con Elora Zabinni, jamás se podía ser "demasiado" precavido.

-Tómelo amo, Trix revisó por maldiciones—

-Con mi madre no se puede estar demasiado seguro Trix—

Blaise tomó el pergamino y comenzó a leerlo, mientras sentía la ligera sensación de estar siendo observado, con Elora siempre era así, esos ojos esmeraldas que lo seguían y se adelantaban a cualquier paso o movimiento; tener noticias de su madre en este punto y a estas alturas era algo completamente inesperado, estuvo a punto de repudiarlo, jamás pensó que recibiría una carta o noticia de ella.

Tenía una simple oración, nada significativo para quien lo leyese, pero no para Blaise, él sabía perfectamente bien que esto era demasiado significativo para su madre.

Estoy aquí.

E.Z.

Blaise empuño el pergamino y se despidió de su elfo, respirando profundamente para lo que le esperaba al día siguiente, fingir la muerte de Dumbledore sería un viaje por Honeydukes a comparación de lo que le esperaba con su querida progenitora. Las campanas del reloj sonaban a lo lejos.

A/N: Les pido una disculpa enorme chicos, no se cual ha sido el problema, pero esto no me dejaba subir el cap. así que si han recibido como mil notificaciones han sido por los problemas técnicos. :(