EL CABALLERO Y LA PLEBEYA

CAPITULO 8

El aula de segundo año de la carrera de pedagogía estaba casi desierta, después de culminadas las cátedras de ese día, todos los alumnos y alumnas se habían retirado a sus respectivos dormitorios, o algunos como de costumbre, se perdían en los entornos del campus en compañía de amigos, o de sus parejas; con los jóvenes es difícil adivinar que sentimiento o deseo les acontece.

Solo una persona quedaba recogiendo los apuntes asignados, limpiando el pizarrón y cerciorándose que todas las libretas estuvieran en el escritorio del maestro.

—Así que tú eres la encargada de esta clase, Iru Umino, ¿verdad? — Le interrumpió una voz masculina muy conocida, justamente la persona que le había asignado aquel labor.

—Maestro Kakashi— Dijo sorprendida —pensé que no vendría por ellos hasta más tarde

Kakashi se acercó al escritorio y levantando uno de los cuadernos de trabajo comento

— ¿Te gusta mucho esto de enseñar?

Iru sonrió, terminando de colocar los últimos cuadernos en el orden alfabéticamente correcto contesto.

—Es mi sueño, ser maestra, ¿a usted no le complace serlo?

—La verdad no mucho, siento que no soy muy bueno en esto.

—¿por qué lo dice? — pregunto curiosa

-No es mi vocación, supongo, y al no serlo no le dedico lo necesario.

Iru suspiro, tomo el cuaderno de tareas que tenía su nombre y lo abrió.

— "Escriba un ensayo sobre su vida, que factores de ella le impulsaron a tomar la decisión de estudiar pedagogía" — Iru rio con ternura —Que peculiar tarea nos ha dejado.

Kakashi la contemplo extasiado, su sonrisa era dulce, cálida y reconfortante, sus facciones indicaban una madurez prematura, y la calidez de una madre se albergaba en su mirada. Debía admitir que se había sentido atraído hacia ella desde el primer contacto. Trato de fingir que no pasaba nada, y de espantar aquellos pensamientos… pero el cielo era testigo de lo difícil, casi imposible que aquello había resultado. Sucumbió de momento a su lado humano y sin medir consecuencias se acercó a ella, a una distancia prudencial, pero a la misma vez intima.

—¿lo leerías para mí? — Susurro con dulzura.

Iru al sentirlo tan cerca no pudo evitar sonrojarse, y quiso retroceder, pero su retaguardia choco con el sillón del escritorio.

—Es-Es-Aburrido— murmuro con dificultan

la pongo nerviosa—Pensó con orgullo el joven maestro.

—Por favor, me encantaría escucharla… de tu boca

Iru agacho la mirada, intentando evitar el contacto con aquellos ojos negros que más de una vez se habían aparecido en sus sueños.

Respiro profundo y se dejó caer sobre el sillón del escritorio. Cerro sus ojos un instante y cuando hubo recuperado la compostura se dispuso a empezar su lectura.

— "Cuando se es apenas una crisálida, y la vida te fuerza a volar antes de tiempo; es cruel, una mariposa de alas tiernas intentando volar, mas no logra alcanzar ni la flor más pequeña.

Y ahí me vi, no solo a mí, sino a la reina de mi corazón, mi pequeño sol que nutrió mis alas para que se alzaran con fuerza y cargaran no solo con mi peso, si no con el de alguien más.

Mi vida como un ensayo sería algo deprimente, algo aburrida, algo monótona. Es simple, tan simple como yo, como las letras que escribo; pero es mi deber, estimado tutor, el cumplir con sus exigencias puesto que a mi parecer es peculiar y nada convencional su petición, más la ley del aula es ley total, y por así decirlo… me gustan las leyes.

A mi corta edad, huérfana de padres y con una hermana que añoraba en demasía las empanas deliciosas que solo mi madre sabía hacer, cabe recalcar el gusto exigente de aquella diminuta boca que reconocía de manera infalible el sazón casi celestial de la que fue nuestra progenitora. Y qué decir, sin receta ni previa enseñanza me vi forzada a aprender a hacer empanadas, quedarme las primeras más duras que una roca, las segundas un tanto toscas y las próximas saladas. ¿Qué los espíritus no podrían pedirle a mi madre en el cielo la receta, y hacerla llegar hasta la fría mesa de la que por gracia de un corazón, fuese nuestra nueva cocina? Pues déjenme decirles que tal vez no me hicieron aprender por magia la receta de mi madre, pero atenuaron las exigencias de mi hermana, que, ya fuera por compasión o empatía… comenzó a amar mis extrañas y duras empanadas.

Pero en fin, como en la cocina resulte ser un fiasco al menos he de alegrarme de que en mi alma el amor a la enseñanza hubiese crecido, y más crecía al ver como con mis palabras mi hermana aprendía, al verla afanada realizar las más sencillas sumas que traumaban su vida como si se tratase de la formula algebraica más complicada del universo. Que hermosos momentos donde conseguía papel de colores y llenaba su libreta de estrellas y flores que eran para ella la mejor recompensa de sus tortuosas labores.

Y amaba yo esos momentos, como quien ama fuertemente en secreto, y amaba el verla aprender con mis pocos conocimientos.

Y así, es ella mi inspiración y mi razón de estar escribiendo esto, de sentarme cada mañana en esas bancas de madera que están en el aula de segundo año de la carrera de pedagogía".

Kakasi la veía extasiado mientras los ojos de aquella morena se cristalizaban al rememorar su vida tras esas palabras.

—¿Cómo se llama tu hermana?

—Naru… —Respondio con dulzura, con la dulzura celestial de una madre.

—Ella debe ser muy afortunada por tenerte…— Dijo el maestro mientras retiraba de las manos de Iru aquella libreta y la ponía sobre el escritorio, para luego tomar su mentón y levantar su rostro viéndole directo a los ojos. —Si vieras como te brillan los ojos al hablar de ella… te ves muy hermosa al hacerlo—

Iru sentía su corazón latir a mil por hora, la cercanía de su maestro la ponía sumamente nerviosa y ella era conciente del porque de aquella situación, el le gustaba, le gusto desde que lo vio el primer dia.

—M-Maestro…K-Kakashi.. De-Debo seguir ordenando los…—

—Se… sé que no te soy indiferente, tu tampoco lo eres para mí Iru-chan—

—Maestro… ¿es esto correcto? —

—No pienses en eso ahorita por favor…—

Dijo estas ultimas palabras para acercarse lentamente a los labios de la morena y aprisionarlos con un calido y dulce beso que ella respondio temblorosamente.

Por favor no me hagas pensar si esto es correcto…— Pensó el peligris — Ya me negué a mi mismo la felicidad por tanto tiempo… solo… déjame creer que era a ti a quien estuve esperando

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Y asi, cada dia, después de clases se encontraban a solas, ya no en el salón de clases pues podían ser descubiertos, pero los predios de aquel enorme lugar les ayudaban mucho a mantener su secreto.

—¿Qué te paso en las manos? — Pregunto Kakashi al ver las venditas que cubrían la delicada piel morena de su pareja.

—Se acerca el festival por la llegada del Rey…— La joven se ruborizo al sentir como las manos de Kakashi sostenían las propias, llevaban saliendo un par de semanas y aun no podía evitar ruborizarse con tan simples acciones. —… estaba cociendo el traje de Naru-chan—

Kakashi sonrió, y se acercó despacio hasta sus labios rosándolos con su aliento —Ella debe sentirse dichosa de tenerte como hermana…—

—Yo me siento dichosa por ella… mi Naruko…—

Era extraño como todo ese tiempo hablando de la pequeña y nunca había escuchado pronunciar su nombre por completo.
—¿Co-Como le has llamado? — Pregunto un poco asombrado —La probabilidad que sean la misma persona es casi imposible, improbable, ¿cuantas jóvenes con ese nombre me he topado? Y… bueno, ninguna hasta el momento, pero además ya lo ha dicho Iru… es su hermana, no, no debo alterarme por esto

—Naruko… Naruko Umino— Respondió algo extrañada — ¿Pasa algo Kakashi? —

Este suspiro profundo y busco sus labios para apresar sus preguntas —No, solo no había escuchado llamarla así—

—Me acostumbre únicamente a decirle Naru… de cariño—

Kakashi sonrió, un poco más calmado y dejando que la cercanía de su pareja le esfumara de la mente cualquier otro pensamiento fuera de ella.

— ¿Y a mi cariño?... ¿Cómo me dirás? — Dijo mientras acariciaba la mejilla de Iru, y se acercaba peligrosamente a sus labios causando un fuerte sonrojo en la morena.

—Ka-Kashi… ese es tu nombre ¿No? —

—Y me gusta cuando tus labios lo pronuncian—

Sus labios se juntaron en un beso cálido, lento pero profundo, degustándose completamente, saboreando la dulzura del otro y dejándose embargar por las sensaciones que les acompañaban. Iru se aferró a los hombros de Kakashi, y este abrazaba las finas caderas de la chica, unidos como si no existieran nadie más, o más bien; como si nada más les importara.
Pero los buenos momentos no duran para toda la eternidad y cerca de uno de los árboles que les ofrecían su protección contra los rayos del sol; un pajarillo mensajero se posó, entonando un peculiar sonido que ya era conocido por Kakashi.

— ¡Maldición! — Murmuro mentalmente el mayor — ¿Por qué justo ahora?
Se separo de los labios de Iru quien lo miro con una cálida sonrisa, sonrisa que desapareció al ver la expresión en el rostro de su pareja

— ¿Qué pasa Kakashi?

—Debo hacer algo en este momento… —Suspiro resignado — ¿Nos vemos en clase mañana? —

Iru no dijo nada más, solo asintió y se alejó del lugar volviendo al instituto; ya se había acostumbrado un poco al misterio que encerraba a aquel hombre, pero eso no quitaba que su curiosidad despertara más y más.
Observo aquel animalito que al notar que Kakashi se había quedado solo, voló nuevamente hasta posarse en el brazo de este; donde instantáneamente se prendió en llamas hasta convertirse en letras de fuego que iban apareciendo poco a poco frente al Peligris.
La nota provenía de su superior, dándole las instrucciones que debía seguir para los preparativos de la llegada de la realeza en el instituto. Llegarían unas tropas con una semana de anticipación que se instalarían provisoriamente se retirarían en compañía del Rey y la Reina. Pero él, siendo el de mayor confianza debía operar por su lado en búsqueda de cualquier peligro y adelantándose a la jugada de cualquier enemigo.

Y por último. Como siempre hacia, preguntaba al joven maestro si había encontrado alguna pista en dicho instituto, un indicio de que, ahí estuviera, o haya estado la pequeña princesa.

Lo mejor será investigar un poco más; un simple nombre no significa nada… Aunque recuerdo que según Jiraiya, Naruko no es un nombre conocido... definitivamente debo conocerla, le pediré a Iru que me la presente. Naruko Umino… ¿será acaso posible?