Epílogo: El descanso final

Un año después de lo transcurrido en aquel día, Twilight se encontraba estudiando junto a su nueva estudiante, Starlight Glimmer, cuando Spike entró de repente con un mensaje de la Princesa. Tan pronto lo leyó, se teletransportó a la plaza central de Canterlot y hechó a correr hacia el palacio.

La plaza central estaba llena de ponis que vivían sus vidas diarias, niños jugando y estudiantes que recorrían las calles sin preocupación alguna, lo que costaba creer que alguna vez ese lugar fue escenario de una batalla. Sin embargo, un monumento nuevo se alzaba en el medio de la plaza, el cual poseía un unicornio parado sobre sus dos patas y una placa debajo de él con una gran lista de nombres y un mensaje que recitaba.

"A la memoria de CLEAR SHOOT, héroe quien sacrífico cuerpo y espíritu por proteger a su nación, y a todos aquellos valientes quienes lucharon durante la Cuchilla de Canterlot"

Los que sobrevivieron a aquella batalla, no hablaban con los jóvenes acerca de ello, y lo que se sabía era que una raza desconocida había atacado la ciudad, pero muchos civiles que no tenían ni idea de lo que verdaderamente ocurrió. Por otra parte, si había rumores de extrañas criaturas monstruosas que aparecían aisladamente aquí y allá, algunos diciendo que se habían encontrado una nueva especie o mutación, mientras que otros aseguraban que se trataba de algun nuevo tipo de monstruo mágico. Pero dichos rumores iban y venían, sin mucho más noticias que de un avistamiento de algo extraño, o un monstruo que pronto era cazado o dado a la fuga.

Twilight arribó al palacio con gran veolcidad y no tardó en acceder a la cámara del trono, la cual se encontraba casi vacia a excepción de dos grandes figuras que see giraron a mirarla. Una de ellas era Celestia, quien la miró con tristeza al ver que entraba, y la otra… era Artanis, el cual era inconfundible por su brillante armadura y la estructura circular que llevaba detrás de la cabeza.

El templario esperó antes de inclinarse a que Twilight se acercara lo suficiente, lo cual hacía con lentitud debido a la sorpresa de ver al Jerarca de los Daelaam sin hhaber aparecido ninguna nave ni aviso.

- ¿Artanis?- Preguntó la Princesa de la Amistad sin poder aun creerlo- ¿Qué haces aquí? ¿Qué está…?

- Zeratul dijo que desearía volver aquí una vez su trabajo estuviera completo. ¿No es verdad?

Twilight se paró en seco sin comprender.

- Ehm… sí, eso dijo. Aunque solo fue un pensamiento. ¿Y que tiene que ver con…?

Pero el Jerarca no la dejó terminar, y sacó de su brazo una pieza de armadura, la cual estiró para dársela a Twilight. Esta no supo lo que era hasta que la tomó con su magia.

- Su espada warp…- Dijo Twilight, reconociendo el brazalete- Esta era su arma. Pero si tú la tienes, significa…

De repente la idea penetró en su mente como un alfiler, y Twilight leventó la vista a Celestia, quien confirmó su sospecha con una mirada de profunda pena. Twilight volvió a mirar la armadura, y un par de lágrimas se formaron en sus ojos.

- No…- Dijo, mientras tomaba el brazalete con sus propios cascos, y apoyaba el cuerno sobre este- No puede ser…

- El prelado tétrico… cayó en Aiur- Explicó Artanis- Su último acto fue el liberarme a mí del control de Amon, y sus últimas palabras, fueron las que condujeron a mi pueblo a la esperanza, a la victoria.

Twilight lloró un poco en silencio antes de secarse las lágrimas y mirar a Artanis con pesar.

- Gracias… por decírmelo.

Intentó devolverle el brazalete, pero Artanis retiró su mano y negó con la cabeza.

- ¡No puedes darme esto!- Protestó Twilight.

- Lo último que queda de Zeratul, la última pieza de su armadura y memoria, es esa espada. Consideré apropiado que el último lugar de su descanso, fuera aquel que arriegó tanto por proteger, y el que aseguró que sería nuestra esperanza.

Artanis se agachó un poco y mostró a ambas la base de su nuca, donde antes estaban sus cuerdas nerviosas, los cuales parecían sus cabellos a simple vista. Celestia y Twilight se sorprendieron de no haberlo notado antes.

- Amon, el Dios Oscuro, corrompió el Khala y lo utilizó para esclavizarme a mi y a mis hermanos a su voluntad. Zeratul fue quien descubrió esto, y sacrificó su vida para liberarnos. Ahora… el Dios Oscuro está muerto, y nuestra raza forja un nuevo futuro en las estrellas. Pero deseaba dejar este recuerdo en buen recaudo, en… miembros de alguien quien lo mantendrá seguro.

Twilight volvió a mirar la espada y luego a Artanis, quien se levantó y los miró solenmente.

- Gracias- Dijo nuevamente Twilight- Lo atesoraré.

Artanis asintió, y un haz de luz lo hizo desaparecer, mientras Twilight se ponía firme y se despedía de Celestia antes de encaminarse hacia el Bosque Everfree. Solo había un lugar donde sería digno de colocar ese recuerdo.

Era el único lugar. Un lugar digno de ser el último descanso del Prelado Tétrico. Allí donde todo comenzó. Donde otro de los grandes héroes protoss que trajo la paz a su raza, incluso sin saberlo, también descansaba en memoria y recuerdo.


Mientras eso ocurría, a muchos kilómetros de allí, algo oscuro reptaba bajo la tierra de un territorio desconocido para los ponis. Una criatura se arrastraba sin rumbo, sin propósito, abriéndose paso a travez de túneles mientras buscaba algo sin saber lo que era. Necesitaba encontrarlo… necesitaba cambiarlo…

Recordaba su antigua creadora, ahora perdida para siempre. Desde que se separó de su Enjambre, se dejó llevar por su instinto, pero este no le daba nada que hacer. Se encontraba solo, aburrido. Ansioso por encontrar algo que cambiar… pero al mismo tiempo tembloroso de criaturas que pudieran hacerle algún daño.

De repente, la criatura liberó un tunel y cayó de bruces en una caverna, sin poder parar su caída y gruñendo al aterrizar. Algo se movíó dentro de esa caverna al sentir su presencia. Varias cosas. Sentía peligro, debía moverse.

Pronto, se vio rodeado por criaturas con forma de ponis, pero distintas. Le resultaban familiares, sabía que eran peligrosas. No tenía escape, las criaturas siseaban intensamente, y el monstruo sintió un extraño llamado que las obligaba a mantenerse al margen. Esperando. Una miembro de esa especie, más grande y poderosa que sus subordinados, apareció volando y se paró frente a él, mientras este trataba de achicarse, sin éxito.

- Vaya… vaya…- Dijo Chrysalis con evidente placer- ¿Qué tenemos aquí?

Morgoroth miró con sus múltiples ojos a la Reina de los Changelings y sintió su poder. Había una conexión, había propósito. Podía trabajar.

- Changelings…- Dijo con voz queda, pero emocionada- Diseño aerodinámico. Energía desconocida empleada para metamorfosis instantánea. Capacidad de transformarse en criaturas enemigas. Superioridad en sigilo e infiltración. Sin embargo… fragiles. Ponis, superan por diversos factores. Poder optimizar. Su puede hacer mejor.

Chrysalis iba a decir algo, cuando miró a sus drones, quienes siseaban, ansiosos por destruir a su presa, y luego miró al ente evolutivo. Su mirada, sádica y cruel, pasó a ser una de de astucia y con un gesto casi divertido.

- ¿Es eso verdad…?

Una risa malvada se elevó por la caverna, sin que ninguna otra criatura viva pudiera oirla, y el incesant ruido de siseos amenazantes se enmudeció de repente.