Eh... ¿Disfruten?
Nos leemos al final...
Mukuro suspiro, re leyendo la información en el ultimo reporte de red de informantes. Algo estaba sucediendo en el bajo mundo, aunque nadie parecía muy seguro de que. Las famiglias se estaban armando, preparando, pero se mantenían ignorantes ante el problema. Su boca hizo un pequeña y casi imperceptible mueca. El tiempo no podía ser una coincidencia.
Saco su teléfono y, con los ojos aun clavados en el papel frente a él, marco un numero ya conocido.
- ¿Hai? – Mukuro frunció el ceño, alejando el celular de su oído para ver el nombre del recipiente. No. No se había equivocado. ¿Qué estaba pasando?
- Kusakabe. – Al otro lado del mundo, Kusakabe giraba con rapidez un lapicero en su mano, un tic nervioso que había desarrollado. El tono del ilusionista fue todo lo que el joven necesito para saber lo que Mukuro quería.
- El director Asano prohibió toda comunicación al exterior durante la competencia. – Mukuro no se decidía entre maldecir o reír, así prefirió mantener su silencio. – Kyo- san dejo a la mitad del comité disciplinario en Namimori, y me dejo a la cabeza. – Mukuro suspiro. Eso solucionaba la pregunta de por que Kusakabe estaba respondiendo ese número, pero también complicaba un poco más las cosas.
- Soichi. – Fue su respuesta. Si algún otro elemento estuviese con él en ese momento, se burlarían de su similitud con la nube de mantener una conversación con pocas palabras, pero Mukuro estaba demasiado irritado como para preocuparse por pequeños detalles.
Kusakabe negó la cabeza, aunque sabía que la niebla no podía verlo. Giro en su silla, viendo el cielo azul por el enorme ventanal de la oficina.
- Tsuna no se quería arriesgar. – Mukuro rodo los ojos. Sospechaba que tenia menos que ver con el riesgo y más con el hecho de que Tsuna prefería jugar limpio. Su cielo elegía los peores momentos para tener una buena moral.
Sin decir palabra, colgó. Sabía que Kusakabe no lo tomaría personal, después de todo el adolescente lidiaba todos los días con Hibari Kyoya.
Frustrado, guardo el aparato en el bolsillo de su abrigo. Tenía una visita que hacer.
Su cuerpo estaba relajado, aunque mantenía un firme agarre en su Shinai. Sus ojos, atentos y precavidos, seguían los movimientos de su enemigo. Dio un paso atrás, inclinando su cuerpo, para esquivar el ataque de su contrincante. Cambio el agarre en su arma, subiéndola con precisión en un arco, donde resonó al encontrarse con el arma opuesta. Una jovial risa salió de sus labios mientras, usando como ventaja su fuerza de brazo, rompió el encuentro, mandándola la otra Shinai a unos metros de distancia.
El arbitro alzo la bandera con su color, declarando al ganador. Aun con una sonrisa en el rostro, Takeshi se quito el casco, estirando una mano para ayudar a su compañero, quien había caído con el ultimo golpe.
Mochida negó la cabeza con diversión, agarrando la mano ofrecida.
- Deberías quedarte con el Club de Kendo. – Reprocho Mochida, quitándose el casco para ver con claridad a su contrincante, Yamamoto Takeshi.
Takeshi rio, quitándose el uniforme mientras hablaba.
- Sabes que no puedo Kensuke. Soy capitán del equipo de Baseball, no del club de Kendo. – Le recordó, una amable sonrisa en los labios. Mochida rodo los ojos, cruzando los brazos en un gesto vagamente infantil.
- Solo por que no quieres. – Respondió, más por el placer de discutir amenamente que por otra cosa, después de todo sabía que Takeshi no cambiaria de opinión. Yamamoto alzo los hombros, finalmente habiendo salido de toda la armadura.
- El equipo de Baseball me necesita. El Club te tiene a ti, van a estar bien. – La sonrisa se mantenía firmemente en sus labios, peros sus ojos, aunque cálidos, se habían vuelto serios. Mochida pudo sentir una calma ajena a él invadirlo y, sin embargo, no pudo reprochárselo. Aparto la mirada, asintiendo.
Takeshi agarro uno de sus hombros, dando un suave apretón antes de partir. Salió del gimnasio que había sido asignado a su escuela y no pudo evitar dirigir una mirada a la pequeña casa que se podía ver a la distancia en la montaña, su boca volviéndose una firme línea al recordar su significado. (Un lugar para los marginados. Los fracasados de la escuela.)
(Un lugar que, en unos años, seria el hogar de un grupo de jóvenes que romperían las expectativas. Un grupo que brillaría. Un grupo de jóvenes asesinos. Pero esa, es otra historia.)
- Esa fue una buena pelea. – Una chillona y reconocible voz hablo a su lado, forzándolo a mover sus ojos a la pequeña figura. El fedora de Reborn estaba ligeramente inclinada, mientras que con escrutinio observaba al joven.
Takeshi mantuvo una sonrisa en el rostro, aunque por dentro unos nervios poco usuales en él empezaban a nacer. Una versión de ese mismo bebe le había enseñado mucho de lo que sabía, por lo que Takeshi estaba más que consciente de lo que esas pequeñas manos eran capaces de hacer. Su cielo confiaba en que el Arcobaleno no los dañaría, pero, aunque Takeshi confiaba completamente en la intuición de Tsuna, no podía evitar estar un poco precavido.
-Haha. ¡Gracias! ¿Estas perdido? – Takeshi se arrodillo, dándole una sonrisa alegre al bebe. (Sus instintos le gritaban para que se alejara. Para que se quitara de aquella posición tan vulnerable, pero Takeshi, con voluntad de hierro, los callo.)
- Soy Reborn, el tutor de Tsunayoshi. – Reborn tildo la cabeza, observando con satisfacción a la joven lluvia. Había encontrado por fin a un guardián potencial y aquel enfrentamiento de Kendo solo había cementado su deseo de atraer a la lluvia.
- ¡Ohhhh! ¿Estas jugando a la escuela con Tsuna? – A sus adentros, Takeshi gruño, pues sabía que cuando algunos de los otros elementos se enterasen de esta discusión, lo reñirían por su actuación, después de todo, era un juego peligroso contra el mejor hitman del mundo.
- Si. Y también estamos jugando a la mafia. ¿Quieres jugar? – Takeshi no pudo evitar reírse, considerando lo irónico de la situación. Además, estaba bastante seguro de que una expresión tan inocente no pertenecía en el rostro de Reborn.
- ¡Claro! – No pudo evitar que un temblor recorriera su espalda ante la honestamente terrorífica sonrisa satisfecha que Reborn le dio. Y, en un abrir y cerrar de ojos, el Arcobaleno había desaparecido.
- Director. – Tsuna inclino levemente la cabeza, sus labios doblados hacía abajo. Gakuho Asano le sonrió, una sonrisa burlona y llena de veneno.
- Bienvenido, Kaicho. – Estrecharon las manos, ninguno de los dos apartando la mirada.
(El veneno de las palabras no dichas pasaba como una corriente inquieta entre ambos. Sus labios permanecían en silencio, pero sus sonrisas lo decían todo.)
- ¡Sawada Kaicho! – Una voz femenina interrumpió la tensa situación. Tsuna se separo inmediatamente del director, solo para segundos después ser atacado por una hermosa joven de pelo morado, quien al tenerlo en brazos lo beso.
Tsuna, cuando finalmente fue liberado, dio una enorme bocanada de aire.
- Es bueno verte de nuevo, Kurokami Kaicho. – Medaka sonrió, usando una mano para apartar su largo cabello de sus hombros.
- Por su puesto. – Respondió con confianza. Hubo un silencio tenso, en donde cada uno media al otro.
(Tres depredadores, sabiendo el riesgo de su enemigo y aun así afilando sus garras para el combate.)
Un suave toque en la puerta los distrajo de su guerra de miradas. La recepcionista, al abrirla, estuvo a poco de retroceder al recibir la intensidad de las tres miradas sobre ella.
- L-La inauguración ya va a empezar, director. – Tartamudeo, retrocediendo en cuento el hombre asintió.
No hubo más palabras entre los integrantes, cada uno caminando con pasos determinados hacía la puerta.
(Directo a una guerra disfrazada de competencia estudiantil.)
Si...No. No tengo la menor idea de que estoy haciendo con esta historia. Bueno. Se que voy a hacer en este arco, pero después...
En fin, espero que lo hayan disfrutado.
¿Quién reconoció a la otra presidenta? Si no la reconoces, no te preocupes. No es un cross-over, solo estará presente en algunos capítulos, pero no tienes que saber nada de ese anime para entender la historia. :3
Me despido, pero (espero) los veré...O bueno...Leeré, pronto.
¡Nos leemos!
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¡Chaos!