Nota de autora: ¡Feliz cumpleaños (atrasado /llora), Luz! Espero este pequeño pero, humilde, Daikari sea de tu agrado.

Basado en la imagen 205 propuesta por SkuAg "Gato en ventana y chica mirándolo" (portada)

Inspiración extra: "Fairytale" por BuzzG ft. GUMI


XII - Cuento de hadas


Cuando Hikari despertó de otro sueño, se preguntó qué pudo haber visto. Parecía que tenía un sombrero, y pensó que quizás se trataba que era hija de algún sombrerero. También había un muchacho, un muchacho al cual nunca podía verle la cara y su nombre estaba en la punta de su lengua. Lo apuntó en su diario de sueños y salió de su habitación luego de cambiarse para darse con una sorpresa.

Miko se había escapado otra vez. Hikari sacó su paraguas, corriendo en busca del escurridizo gato que jamás los dejaba en paz. Podía ser tranquilo y pacífico, pero a veces, solo a veces, se ponía testarudo y deseaba correr sin mirar atrás. Por eso Hikari tampoco lo hizo para no perder de vista al calicó. Fue por aquél motivo que no notó cuándo fue que llegó a un callejón multicolor. Le parecía diferente, único y extraño. Pensó que quizás había pasado por alguna madriguera y fue transportada a un País de Maravillas; o solo se tratase de esas calles en las cuales los artistas podían dejar libre su imaginación y llenar el mundo de colores.

Miau.

Alzó la mirada y ahí estaba Miko, lamiéndose las patas en el borde de la ventana. Se acercó sigilosamente, procurando no hacer ruido alguno con los charcos causados por la lluvia. Aunque, ¿por qué sacó un paraguas? ¿Realmente estaba lloviendo? Ahora que lo nota, el sol estaba reluciente en el cielo. Retiró su mirada del glorioso azul para notar que ya no tenía el paraguas en la mano, y la susodicha lluvia ahora estaba dentro de la casa, era capaz de verla detrás de Miko, quien ahora se había acostado y dormía plácidamente. Hikari cerró los ojos y suspiró. Su gato era un caso.

—Mm, te la contaré de nuevo, ¿te parece, amiguito?

Hikari se quedó estática, no sabía cuándo había aparecido ese muchacho. Simplemente, cuando abrió los ojos, estaba ahí. Se sintió corta de respiración e hizo todo lo posible para que, al inhalar aire, sea imperceptible.

—Este cuento de hadas que nadie ha escuchado… Bueno, solo tú, pequeño gatito. Me pregunto si tienes dueño. Llevas un collar y siempre estás aseado y bien peinado. Te deben de querer mucho—cruzó ambos brazos tras la nuca y Hikari intuyó que sonrió.

El chico seguía de espaldas. Hikari deseaba verle el rostro.

—No soy muy bueno pero, tengo que pasar esta materia de todas formas. ¿Por qué tiene que ser obligatorio siempre tener como tarea escribir una historia corta por lo menos una vez? Detesto los cursos de redacción—bufó.

Hikari contuvo las ganas de reír.

La hora de la despedida llegaría pronto, ellos dos lo sabían muy bien—se colocó de cuclillas para estar a la altura de Miko y acariciarle la cabeza—, entonces su conversación se vio reducida a la mitad. Querían hablar mucho pero, muchísimo y el tiempo no les cabía; la pareja rió en unísono, "El día sí que está apresurado", y contuvieron ese pensamiento al regresar al inicio de su aventura.

Miko ronroneó, complacido de la muestra de afecto.

—Hm, sí que eres un gato bien regalón. Me pregunto si a cualquier extraño lo tratas con tanta confianza, aunque ya no somos tan extraños. Siempre estás aquí cuando yo estoy aquí—un rayo de luz se hizo paso entre las nubes, dando contra el chico. Hikari volvió a desear verle el rostro—. Ah, salió el sol… me gustaría brillar como el sol. Siempre dicen que soy muy alegre e incluso a veces demasiado que llego a ser algo irritante pero no me considero una persona brillante ya que… no puedo brillar por mi cuenta. No es tan fácil teñir un color en blanco, como la misma luz.

¿No puede brillar por su cuenta?

—Hay una continuación a esta historia que te estoy contando, ¿la escuchas?

Hikari asintió, por más que sepa que la pregunta no iba dirigida a ella.

—"Hace mucho tiempo que no nos veíamos", decían los latidos que incrementaban en ellos, sintiendo el pulso de sus resplandecientes vidas. Incluso, por más que recibas el amor de alguien, este no se irá. Si vemos aquellas estrellas que ante nosotros siguen aquí, pero, a mil años luz dejaron de existir en tan solo unos segundos en la Tierra…

Se le formó un nudo en la garganta.

¿Debo estar divagando, no? Lo que quiero decir es… que es el tipo de historia en la cual nos volveremos a ver incluso si pasan miles y miles de años. Es una promesa. Una promesa entre los dos.

Miko maulló, complacido; el chico se rascó la cabeza en frustración.

—¡Argh! Sé que no tiene sentido, pero fue lo primero que salió anoche… ¿en verdad te parece bien, gatito? No se puede comparar con el literato de Takaishi, todo lo que escribe termina publicado en el periódico de la escuela o en el anuario... ah...—suelta un largo suspiro—. Esto me pasa por escribir algo que está basado en experiencia propia en vez de crearlo desde mi imaginación.

Hikari giró su paraguas. Había vuelto a sus manos, una vez más, sin explicación alguna. Lanzó una sonrisa, dando un paso hacia delante.

—A mí me gustó mucho—aplaudió con felicidad.

El chico dio media vuelta, estático ante la figura que veía.

—¿Hikari…?

—¿Te conozco…?—ella parpadeó, el mundo cerca a la casita de colores iluminándose de a pocos.

—¡Sabía que te volvería a encontrar! ¡Por más que pasasen millares de años sabía que nos volveríamos a ver!—corrió para sostenerla de las manos, irradiando calidez con su tacto. El paraguas se desintegró al caer al suelo. El chico repitió las palabras de su cuento—: Hace mucho tiempo que no nos veíamos.

—¿Dai… suke?

Memorias llegaron a Hikari. Millares de memorias. De otros mundos. Miles de mundos. Mundos en donde exploraba un lugar Digital desconocido. Uno en donde parecía ser un hada. Otro en donde era una alquimista. Le pareció incluso ver otro en donde era una princesa. Todos esos mundos que ella creía ilusiones al ser sueños, resultaron ser otras vidas.

Vidas en donde siempre conocía a Daisuke.

—¡Sí, Hikari! ¡Sí!

El atardecer había llegado. Se podía escuchar cantar a los cuervos.

—El día parece estar apresurado.

—Pues que espere un poco más, porque al fin te encontré de nuevo.

—Fue una promesa entre los dos. No podía romperla.

Hikari recordó. Recordó todo lo que había vivido con Daisuke en vidas pasadas. Que no eran solo una ilusión en su sueño, sino que sí había sido una realidad. Una distante realidad en otros mundos pero, indudablemente, su realidad.