Epilogo:
Transcurrió un año desde los sucesos del gremio oscuro. Juvia se encontraba en una tierra que desconocían en un principio, era otro país, tan lejano que los magos eran deseados como una bendición de los dioses. Ella se encontraba en el hogar que montaron, en la parte más alta de una llanura, a lo lejos de una aldea de cazadores. Siempre recibían visitas de los lugareños para que los ayudasen con sus distintos problemas. Por fortuna para ellos eran personas discretas a las que poco les importaba el pasado de los recién llegados.
Gray sama ingreso en el living, vestía un pantalón y una chaqueta de cuero en la cual se podía ver el nuevo tatuaje del gremio que han creado. Llevaba en brazos al pequeño hijo de ambos, fruto de las noches de pasión que comenzaron durante el alzamiento del gremio oscuro. Tenía los rasgos de Juvia y Gray siempre se quejaba de eso, que no tenía nada en lo que se parecieran, salvo su carácter.
—Creo que tiene hambre.
—Tráemelo.
Le llevo el bebe y Juvia lo amamanto con mucho gusto. Lo amaba, era lo que siempre había deseado que sucediese con Gray sama y ahora lo tenía en sus manos. Sus sueños se habían cumplido y no podía pedir nada más. Un mordisco le genero una mueca de dolor, pero continuo manteniendo al bebe en la mama. Tres golpes en la puerta la despertaron de su letargo.
—¿Quién es?—Pregunto Gray sama
—Una amiga—Dijo una voz femenina.
Gray fue a recibir a la visitar. Cuando regreso, los ojos de Juvia no podían creer que era lo que estaba viendo. Era Mirayane, con otra apariencia, pero era ella. Aun mantenía el vivido color de la nieve en el cabello y su rostro angelical seguía iluminado el lugar mientras sonreía.
—¿Mira?—Pregunto Juvia.
—Sí, ¿cómo están?—Pregunto Mirayane y como no obtuvo respuesta continuo hablando—También escape a este país, la verdad que fue lo único que pude hacer para sobrevivir.
—Claro, nosotros también… ¿Deseas un te?—Dijo Juvia.
—Me encantaría.
—Ya te lo preparo—Dijo Gray y se fue hacia la cocina.
Mirayane se sentó cerca de Juvia. Ella no estaba segura de que sentir, si preocupación o alegría. Esta aparición tan repentina hizo que se preocupara sobre su falsa seguridad.
—¿Cómo nos encontraste?
—La verdad fue complicado. Logre ocultarme cuando comenzó todo y al ver la intensidad de los acontecimientos hui lejos. Cuando intente regresar, los guardias del consejo mágico estaban dando caza a todos los sobrevivientes de Fairy Tail. Así que decidí huir, vague por distintas ciudades, pero la cacería se torno un asunto de importancia nacional, por lo que no había ningún lugar seguro en todo Fiore. Entonces encontré un barco mercante que venía hacia aquí. Y bueno, eso es un resumen de todo.
Gray ingreso con el té. Juvia lo bebió con ánimo, estaba endulzado con miel. Mirayane tomo un sorbo y lo volvió a colocar en el platito. Los miro a ambos en silencio, primero a Gray y luego a Juvia.
—Pero no todo fue una desgracia—Comenzó Mirayane—Tienen un hermoso hijo juntos.
—Si—Dijo Juvia—¿Quieres cargarlo?
—Me encantaría.
Mirayane lo tomo en brazos y el niño quiso tocarle el rostro. Al ver que no lo podía hacer, luego intento bajarle la blusa para comer nuevamente.
—Es hermoso—Dijo y le devolvió el hijo a Juvia—Me alegro que todo haya transcurrido bien, nuestro deseo.
—¿Deseo?
—Claro, es para festejar que Zeref haya reencarnado en ese niño que estas alimentando—El rostro de Juvia se volvió sombrío—Me alegro que mi plan haya funcionado, lo sabía perfectamente. Fuiste la mejor incorporación que pudimos tener al gremio oscuro, al dar tu vientre y su alimento a nuestro querido dios. Solo me queda amarte a ti también, como madre del gran Dios.
—Yo… No puede ser…
—Lo siento Juvia, te amo, pero no podía decírtelo aun.
Ahí lo comprendió todo. Fue utilizada como vientre para darle una nueva vida a Zeref. Ella, la única persona en el mundo que deseaba detener y que podía hacerlo, estaba vinculada directamente con el Dios. Su hijo era un Dios-Demonio y que traería una nueva era a este mundo. Juvia alzo la vista y comprendió a la mente maestra de todo el plan, Mirayane solo movía a sus marionetas, la única persona de la cual nadie sospecharía alguna actividad herética.
Ahora solo quedaba continuar con la vida, no podía ir en contra de su hijo, lo amaba, por lo iba a luchar contra cualquiera por protegerlo.