Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin no me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama.
Advertencia: Relación Chico x Chico (Yaoi), Lenguaje Vulgar, Universo Alterno (AU), M-preg y Lemmon.
N/A: !Las he extrañado un montonal! ;A; Este lapso de ausencia no fue planeado, juro que no. Pero de verdad que tengo muchas cosas por hacer y dispongo de poco tiempo libre, realmente muy poco :c
Si aun siguen aquí, muchas gracias por este apoyo incondicional. Cada vez que abría mi correo y veía la notificación de un review, un cosquilleo crecía en mi interior ante la felicidad.
Gracias por estar aquí, por darme fuerzas y dedicarme de su tiempo con hermosas palabras.
Sin más por decir, las invito a leer.
!Disfruten!
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La impotencia crecía cada vez más en su interior.
La mirada de Levi no dejaba de inspeccionar meticulosamente a Hannes, atento a cada movimiento que realizaba frente a él mientras esperaba impaciente algún diagnostico que aliviara la preocupación que se apoderaba de él a cada minuto.
Observo en silencio como Eren contenía una mueca, justo cuando doctor del reino comenzó a limpiar las heridas localizadas sobre las palmas de sus manos, tratando de aguantar y reprimir lo mejor posible el dolor que le causaban los pequeños cortes en su piel.
– No dejaran ninguna cicatriz si nos aseguramos de desinfectar la herida constantemente – aviso Hannes con calma, concentrándose en envolver una venda en cada mano con extremo cuidado.
Eren asintió en silencio, sintiendo sus ojos pesados, dejando que las sabanas sobre él le proporcionaran el calor que su cuerpo tanto anhelada, aun adolorido y con unas ganas infinitas de acurrucarse sobre la cama para echar una siesta.
Los moretones en sus brazos hacían que pegara pequeños respingos en cuanto cualquier cosa tocaba su piel. Los había apreciado con claridad cuando, con ayuda de Levi, tuvo que retirarse las ropas humedecidas para tomar un baño caliente de inmediato. La expresión que puso el azabache al ver la tonalidad violeta en su piel lo motivó a cubrirlo en un abrazo, asegurándole de que no le dolían en lo absoluto ante la urgencia de impedir que cometiera alguna locura.
– Levántate un poco, voy a checar tu vientre.
Los ojos de Eren se elevaron en dirección a Hannes, regresando de sus recuerdos ante la petición que inusualmente pidió.
– Necesito que me digas si te duele en alguna parte – le indico el rubio, al tiempo que tomaba el borde de las sabanas para comenzar a retirarlas con cuidado.
Eren entendió de inmediato el motivo de su acción.
Acató la orden en silencio, levantándose un poco sobre las almohadas tras su espalda para hacerle el trabajo más fácil, sintiendo a los pocos segundos como las manos de Hannes se cernían en torno a su vientre, tocando con lentitud y en movimientos pequeños la zona que abarcaba toda su barriga, comprobando visualmente el tamaño que debía de tener a juzgar por los meses de gestación.
Hannes estaba al tanto de la situación a la que se habían enfrentado. Como su profesión se lo dictaba, era estrictamente necesario conocer los motivos que debilitaron a sus pacientes, en especial, cuando se involucraba un embarazo tan especial para todos.
Aunque la idea le causara un nudo en su garganta, era necesario enfrentarse a la peor de las ideas: – ¿En algún momento te golpearon?
Los hombros de Levi se tensaron al instante, concentrando su atención en el castaño.
– Solo el rostro – respondió el menor, recordando la bofetada que había recibido cuando tuvo la intención de gritar.
– ¿Presenciaste algún tipo de sangrado cuando fuiste al baño?
– Ninguno.
– ¿Tal vez calambres en tu vientre?
– ¿Por qué mierda está preguntando eso? – gruñó Levi tras de ellos, interviniendo el interrogatorio al demostrar libremente que no le estaba gustando.
Eren sintió su garganta seca al darse cuenta del motivo de aquellas preguntas. Trato de mirar a Levi de reojo, pero la figura de Hannes frente a él lograba abarcar gran parte de su visión.
– Eren, necesito que me respondas – insistió Hannes en su dirección, ignorando olímpicamente los reclamos del azabache.
– Y yo le hice una jodida pregunta – la desesperación motivó a Levi a interrumpir la consulta e ir a interponerse entre ellos, tomando una actitud recelosa ante la nula respuesta del rubio.
– Le pido que no intervenga en mi trabajo, príncipe – advirtió el mayor, frunciendo el ceño con inconformidad.
La expresión de Levi se volvió tensa: – Su trabajo aquí es hacer lo que yo le diga – notificó con un tono autoritario – Y si le pido una maldita explicación, usted se va a encargar de dármela, le guste o no.
Una mano se envolvió entre la suya con calidez, deteniendo sus palabras, en un rápido movimiento que logro capturar la atención de Levi al reconocer de memoria aquel contacto, sintiendo el calor que únicamente percibía en una persona y del cual reconocería en cualquier lado, aun con los ojos vendados.
– Estoy bien, no sucedió nada grave – aseguró Eren, atrayendo sus miradas, dando un leve apretón en la mano que sostenía la de Levi.
– Tienes moretones en tus brazos, mocoso – reconoció Levi, poniendo en duda su afirmación.
– Fue por los forcejeos, nada más – aclaró de inmediato – No puse resistencia después. El pañuelo en mi nariz hizo que todas mis fuerzas se desvanecieran.
Para Hannes, aquella afirmación tenía total coherencia. En especial cuando conocía a la perfección los efectos que podría traer aquella droga que se usaba para sedar a pacientes con fuertes grados de dolor, sacándoles de su conciencia de inmediato.
– Tal vez las preguntas no suenan lógicas en estos momentos, pero el embarazo es un tema delicado cuando se involucran daños físicos. Es necesario alejar toda sospecha de una posible pérdida – explico el mayor, sintiendo el mal sabor que le producía aquella palabra – A pesar de que el embrión está protegido, se pueden llegar a consecuencias desalentadoras en cualquier caso donde se sufra una agresión de gran magnitud y se llegue a desgarrar la bolsa que lo sostiene.
La respiración de Levi se detuvo, pasmada, tratando de aparentar a simple vista el golpe emocional que la idea le causo, incapaz de pensar que la vida de su hijo podría estar en riesgo.
– No va a suceder nada de eso ¿Verdad? – su voz anhelaba una afirmación rápida.
– Si no hubo algún tipo de lesión, el riesgo disminuye notablemente.
– No las hubo – reafirmó Eren con total seguridad, mirando en dirección a Levi sin ningún tipo de duda reflejada en sus ojos – El bebé está bien, lo prometo. Jamás mentiría si sintiera que se encuentra en peligro.
Levi trago saliva, suavizando su expresión hasta convertirla en una mueca dudosa, no muy seguro de dar un visto bueno en torno al tema de su salud.
– Ahora solo nos preocuparemos en que sus fuerzas se revitalicen por completo – intervino Hannes, logrando que rompieran el contacto visual. Dio un pequeño respiro, tomándose el lujo de relajarse un poco – El crecimiento del bebé va de acuerdo al estado de gestación, en cuando menos se lo esperen, ya podrán tenerlo entre sus brazos.
Levi jamás pensó que una oración podría generarle grandes sentimientos de gratitud. Poco le importaba que Erwin fuera el causante de su caída en el trono, sin embargo, el tema de su hijo era todo un caso aparte. Jamás le perdonaría que por su culpa, la vida de su bebé e incluso la de Eren corrieran algún tipo de peligro.
Aun si eso implicaba enfrentarse a él personalmente.
– ¿Levi?
El pequeño momento de silencio se vio interrumpido ante el sonido de la puerta al abrirse, casi en un gesto vacilante, dejando ver la figura de Pixis asomarse entre ella a los pocos segundos.
– ¿Qué sucede? – inquirió el azabache en un tono seco, dejando en claro que no era un buen momento para su llegada.
– Necesito hablar contigo – solicitó el hombre, enfrentándose a su gélida mirada.
– Estoy ocupado, iré cuando termine por completo – se excusó, dándole el mensaje de que se retirara.
– Sabes que no te llamaría si no fuera rotundamente necesario – atajó Pixis con insistencia, tomando la valentía de improbar su decisión.
Levi vacilo un poco ante la urgencia de sus palabras. La idea de abandonar al castaño ni siquiera era una opción, sin embargo, muy pocas veces era testigo de la expresión inquieta que Pixis tenía presente en estos momentos.
Descendió su mirada, encontrándose con los ojos verdosos en los que se perdía cada día de su vida. Eren asintió con su cabeza en un sutil movimiento, entendiendo a la perfección el debate que tenía con tan solo verlo a los ojos; afirmándole que estaba bien y que era libre de retirarse para atender aquel asunto de importancia.
A veces, Levi pensaba que el mocoso era mucho más fuerte que él.
– Regresare en cuanto pueda – prometió Levi, acercándose hasta él para depositar un prologando beso sobre su frente, importándole poco que Pixis o Hannes pudieran obsérvalos por completo.
Buscando solamente hacerle saber a Eren que no se encontraba solo.
Pixis retrocedió un par de pasos antes de abrir la puerta por completo, dejándole el camino libre al azabache conforme se acercaba hasta la salida. Levi dio una última mirada en dirección al menor antes de retirarse por completo y separarse de él aun a pesar de que su alma se lo recriminara injustamente.
Verlo tan débil y con una semblante forzado a ocultar la preocupación le provocaba un mal sabor de boca. Recordar los moretones en torno a su cuerpo y la palidez que poco a poco comenzaba a desvanecerse no hacían más que hacerlo sentir inútil por no haberle protegido a la hora en que ocurrió todo.
Por más que le costara aceptarlo; Erwin lo había tomado totalmente desprevenido.
Pixis y él se encaminaron hasta su oficina en un andar silencioso, sin comentarios amigables o preguntas innecesarias; la tensión que se podía sentir en el ambiente era el mayor indicio de que las cosas no andaban bien.
En cuanto llegaron a su destino, el azabache ingreso al interior antes de que Pixis cerrara las puertas tras él, colocando el seguro ante cualquier prevención de que alguien pudiera interrumpirlos.
Aprovechando la oportunidad por completo, las palabras salieron en automático en cuanto dio media vuelta para encararlo: – Necesito saber qué es lo que sucede, Levi – pidió con un notable sentimiento de preocupación, observando como el menor se dejaba caer en su asiento tras el escritorio con pesadez – Nada de esto tiene sentido. Nadie entiende que es lo que esta pasando y eso está causando muchas teorías innecesarias.
Levi ya se esperaba un comentario parecido. No podía culparlo, era notorio que todos en el palacio buscaban una respuesta ante todo lo sucedido, en especial, cuando llegó cerca de la medianoche con Eren entre sus brazos, después de su inesperada desaparición, ordenando a viva voz que fueran en búsqueda de Hannes en el menor tiempo posible.
– Tú mismo leíste esa tarjeta – recordó Levi, animándole a unir los cabos – Sabes perfectamente quien estuvo detrás de todo esto.
– … ¿Erwin realmente lo hizo? – su expresión estupefacta dejaba en evidencia la sorpresa de aquella acción – Jamás se había atrevido a realizar un acto tan arriesgado.
– Pensó que ya era hora y termino ganando – retuvo el aire en sus pulmones antes de atreverse a confesar – Ha obtenido lo que siempre quiso, le he otorgado todo mi reino.
La expresión de Pixis decayó en una mirada atónita, incrédulo, dejando que el nulo sarcasmo en la voz de Levi le confirmara que aquella era toda la verdad. Sobretodo, porque él nunca mentiría en un aspecto tan delicado e importante como lo era su ascendencia en el trono.
– ¿P-por qué? – balbuceo el mayor, tomando asiento en completa confusión.
– Ese era su plan desde el principio – prosiguió Levi, tensando la mandíbula en un gesto involuntario – Ese hijo de puta se lo pensó bien y me arrebato algo que jamás cedería ante él.
No había necesidad de pronunciar nombres, Pixis conocía a la perfección la persona que causaba aquella actitud protectora por parte de Levi.
– Te provoco – dedujo el mayor, casi en completa afirmación.
– Amenazaba con hacerle daño – la rabia estaba plasmada en la voz del azabache – Por eso lo secuestro, para tenerme en la palma de su mano y manipularme como se le dé la jodida gana.
La sensación de inquietud aún seguía presente al recordar las manos de Erwin recorriendo el cuerpo de Eren, su mirada lasciva y burlona, sus asquerosas intenciones; el miedo contenido en los ojos del castaño.
– Si tan solo lo hubieras visto – frotó el puente de su nariz en un intento por contenerse – Tenia que sacarlo de ahí lo antes posible, no había otra opción.
– ¿Eren se encuentra bien? – se atrevió a preguntar, consciente de las cegadas acciones que podría tomar Erwin con tal de conseguir su objetivo – ¿No existe el riesgo de…?
– Ni siquiera lo digas – advirtió Levi con firmeza, desechando la idea de inmediato – No va a suceder, Pixis. Ese desgraciado me las va a pagar si algo le llegara a suceder a Eren o a mi hijo. No los voy a perder – sentenció con una determinación que no dejaba lugar para dudas.
Pixis comprendió su temor y la razón de elegir abandonar el trono. No tenía ningún derecho de reclamarle algo que eligió en base a su instinto de proteger aquello que se había ganado su corazón. Conocía a Levi a la perfección, prácticamente desde que era un infante en brazos de su madre, por lo que era plenamente consciente de que no tomaba sus decisiones en base a otras personas; mucho menos cuando ni siquiera compartían un vínculo de sangre.
Ahora estaba más que claro que Eren se había convertido en su principal prioridad.
– ¿Cuál fue el trato final? – inquirió Pixis con cierta resignación, conociendo las tácticas que usaba el príncipe del reino María para que las cosas salieran a su favor.
– Mis tierras a cambio de Eren – respondió Levi, mirándolo a los ojos – Sea cual sea tu opinión, lo volvería a elegir a él miles de veces.
– Lo sé – un suspiro salió de sus labios – Y en parte, estoy orgulloso de ti.
Levi no pudo evitar sorprenderse.
– Las cosas materiales van y vienen – prosiguió ante su reacción – Pero las personas nunca se podrán reemplazar con nada, Levi. Si hubieras perdido a Eren; lo hubieras perdido todo.
El azabache no replico contra ello, encontrando en aquella frase una verdad que él mismo tenia presente: – Pensé que te pondrías en contra de mi decisión – confesó.
– Es más que obvio que las cosas se pondrán difíciles de ahora en adelante, pero realmente me hubiera sentido decepcionado si hubieras elegido otra opción – concedió Pixis en un tono sincero.
– Ni siquiera me lo hubiera perdonado – dejó salir el aire de sus pulmones con pesadez –… Aun cuando estaba seguro de que las cosas cambiarían radicalmente con eso.
– No te ciegues solo porque la situación parezca llegar a su fin – animó Pixis, dando esperanzas que nulamente se cumplirían.
– Conoces a Erwin, saber que no tendrá piedad por nada – recalcó la verdad, cortando de tajo cualquier ilusión innecesaria – Ahora que el reino le pertenece, tendrás que servirle a él por completo.
Pixis reprimió cualquier comentario protestante que pudiera salir de entre sus labios ante la sola idea de servir y ser cómplice de un reino que sería gobernado por alguien ruin y déspota. Sin importar quien fuera el próximo rey de Trost, él tendría que ejercer su papel como el consejero de la familia real tal cual su profesión lo indicaba. Aun sí los Ackerman eran exiliados de su poder y un nuevo rey se alzara sobre él.
– ¿Quieres que haga algo por ti? – ofreció sus servicios, esforzándose en ocultar su decadente estado de animo.
– Solo arregla todo – Pixis percibió un tono decaído en su voz – Preparate para lo se avecina. Cualquier documento que tenga que ver con mis padres e incluso con Hanji mándalos a mí, no quiero que Smith tenga poder sobre ellos también y los use a su favor – proclamó, dictando lo que probablemente sería una de sus últimas órdenes.
– Me pondré en ello de inmediato – acepto el mayor sin rechistar, irguiéndose de su asiento para caminar en dirección a la salida con pasos apresurados.
Ambos sabían que el tiempo se les estaba escurriendo de entre las manos.
– Pixis – llamó Levi, justo cuando estaba por retirarse – Ninguna palabra a nadie.
El hombre frunció el ceño por inercia: – No creo qu-
– Yo mismo lo hare cuando la ocasión lo requiera – aclaró con firmeza, deteniendo cualquier tipo de reclamo – Les diré toda la verdad y del rumbo que ahora tomaran las cosas, después de eso; cualquiera que lo deseé es libre de irse.
Los amigos de Eren llegaron a su mente en un fugaz parpadeo.
Pixis no podía estar más que sorprendido. Con un sutil movimiento en afirmación y una mirada alentadora, cerró la puerta por completo para comenzar con la orden que Levi le otorgo con importancia; dejando que el interior de la habitación se hundiera en un completo silencio ante su partida.
El azabache aprovecho la intimidad para frotarse la cara en un gesto cansado, fatigado; víctima de la incertidumbre que corrompía su corazón de tan solo pensar en el futuro que le deparaba a lo que alguna vez fue su futuro reino.
Aquel lugar donde habría gobernado junto a Eren y que ahora estaba siendo arrebatado de entre sus manos.
Miles de cosas atormentaban su interior en torno al tema, dejando que la pequeña esperanza que inútilmente conservaba se fuera extinguiendo entre la oscuridad; dejándose envolver por el cruel destino que aún le esperaba.
Hundiéndose en la miseria de tener que renunciar a todo.
Deseando, por última vez, que se tratara de una pesadilla.
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– ¿De verdad que el bebé está bien?
Hannes detuvo sus anotaciones tras escuchar la pregunta.
Con una mirada triste, dio media vuelta para encontrarse con los ojos atentos de Eren; aquellos que anhelaban una respuesta que ahuyentara todas las pesadillas que inundaban su mente en torno a la cosa más preciada que tenía en la tierra.
Al instante en que Levi abandono la habitación junto a Pixis, la opresión sobre su pecho aumento ante la oportunidad de dejar salir todo aquello que lo ahogaba. Se había obligado a sí mismo a mantener la calma frente al azabache, resguardando en su interior la sensación sofocante y abrumadora que sintió en base a todo lo que estaba pasando.
Necesitaba mantenerse fuerte; si él se derrumbaba, Levi perdería todo el soporte que le ayudaba a seguir adelante.
– He dicho la verdad pero… – respiró profundo, omitiendo la parte donde las manos de Erwin recurrieron su cuerpo con aquellas intensiones que le hacían vomitar – Solo quiero estar seguro.
– Nunca mentiría en un aspecto como este, mucho menos cuando algo tan importante esta en camino – aseguró el mayor, dejando de lado su labor para tomar asiento frente a Eren, sosteniendo su mano en un gesto tranquilizante – Eres la persona más fuerte que he conocido durante toda mi vida y afortunadamente, le has heredado esa gran fuerza al pequeño que crece en tu interior.
Los labios de Eren se elevaron en una triste sonrisa, conmovido por sus palabras y ante aquella sinceridad que percibió con claridad. Aun a pesar de sus esfuerzos por contenerse, sus ojos se tornaron brillosos en un fugaz parpadeo, sintiendo pequeñas lagrimas acumularse por el borde de sus ojos antes de que cayeran por la redondez de sus mejillas, tan rápido que muy apenas pudo pasar el dorso de su mano sobre ellas antes de que resbalaran por su mentón.
Para Hannes, era más que evidente el cambio tan drástico que había tenido el castaño con la partida de Levi. Como si una muralla se hubiera derrumbado en su interior y en consecuencia, un sinfín de emociones se desbordaran entre cada respiración.
– L-lo siento, no puedo evitarlo – su voz dejaba en claro la vergüenza de su reacción, tratando de limpiarse la cara aun a pesar de que el llanto involuntario no tenía indicios de detenerse.
– Has tenido muchas emociones fuertes estas últimas horas, descansa un poco – estiro su mano para colocar un mechón castaño tras su oreja, despegando su cara, en una acaricia paternal que lleno de calidez el corazón del menor – No te hace bien, Eren. Entiendo que la situación no es de las mejores, pero necesito prevenir que te agobies demasiado.
No quería entrometerse más allá de lo que su profesión le dictaba, sin embargo, la preocupación por Eren fue el motivo suficiente para cruzar aquella línea invisible que separaba su trabajo laboral con la relación personal que mantenía con el castaño.
En ocasiones, era rotundamente necesario hacer algunas excepciones.
– ¿Por qué te guardas tus sentimientos frente a Levi?
Eren contuvo la respiración, mordiendo su labio inferior mientras su mirada se elevaba en dirección a Hannes, incapaz de replicar en contra cuando su expresión le indicaba que no era una simple idea; ambos sabían que aquello era todo un hecho.
– No quiero que me vea así – hizo referencia así mismo, sintiendo su pecho temblar – Ya tiene suficiente con todo lo que ha pasado como para agregarle una preocupación más. Levi esta mostrándose fuerte frente a todo esto y sobre todo, frente a mí. Yo también quiero serlo y convertirme en su apoyo – no había ninguna pizca de duda en sus ojos – Si ve que estoy triste solo ocasionare que se preocupe innecesariamente y no quiero darle más motivos para sentirse abrumado.
– Si lo hace es porque realmente te ama. Aun si tienes lágrimas en tus ojos o una sonrisa plasmada en tus labios, él siempre estará preocupado por tu bienestar – reconoció Hannes, en una verdad que Eren había pasado por alto – No necesitas guardarte nada. Los sentimientos reprimidos pueden hacer incluso más daño que cuando los dejamos salir, en especial cuando tu bebé puede llegar a sentirse igual de inquieto que como ahora tú te sientes.
Las palabras de Farlan vinieron como un recuerdo en su memoria, en aquella ocasión donde le confeso por primera vez de su embarazo y sobre la batalla de emociones que estaba teniendo en base a la inquietud de aquel suceso inesperado; recordando todo el daño que le estaba ocasionando involuntariamente el pequeño que estaba creciendo en su interior.
– Si algo te preocupa, solo habla con Levi – prosiguió el mayor, notando como la respiración de Eren se volvía amena de poco a poco – Tal vez él también necesita desahogarse un poco. Ambos sabemos que no confía casi en nadie, sin embargo, siempre ha mostrado otra faceta cuando se trata de ti. Demuéstrale tu apoyo con tu compañía, solo eso será necesario – aseguró, limpiando con suavidad las ultimas lagrimas que aún estaban sobre sus mejillas.
Convirtiéndolo en una acción tan especial para Eren que no dudo en alzarse y rodearlo con sus brazos, conmovido por su acción y ante la seguridad de que Hannes siempre estaría ahí para brindarle el mejor consejo que saliera de su corazón. El mayor dio un suave respingo ante el inesperado abrazo, sintiendo los brazos del castaño apretujarse contra él en un contacto sincero. Formando una inevitable sonrisa, le devolvió el abrazo y acaricio su pequeña espalda con cariño, convencido de que jamás en su vida había encontrado a una persona tan especial como lo era Eren.
– Gracias – susurró el menor tras separarse un poco, sorbiéndose la nariz al intentar recuperar la fuerza en su voz.
– Duerme un poco mientras te preparo una infusión, confiemos en que sea suficiente para que te sientas mejor dentro de poco – acaricio sus cabellos, relajado de que el problema se hubiera terminado – Ya has pasado la mitad del cuarto mes, es necesario estar al pendiente de cualquier reacción o síntoma.
Pensar en el crecimiento de su bebé hacia que el interior de Eren se llenaran de un cosquilleo inexplicable, trayendo consigo una oleada de emoción que le hizo sentirse nervioso ante la idea de que la espera estaba a poco de llegar a su fin.
Haciéndole notar el futuro que estaba por tener.
– … ¿Cree que las cosas mejoren? – se animó a preguntar, incapaz de resignarse por completo – Tal vez podamos recuperar el trono de nuevo.
El semblante de Hannes decayó en una expresión triste, tan clara que fue suficiente para que la motivación de Eren se desvaneciera lentamente, interpretando aquella reacción como un mal indicio; una pregunta que ya tenía una respuesta asegurada.
Aun así, el mayor se limitó a contestar: – Hay ocasiones en que realidad nos conduce a un mismo camino.
No hubo indicios de esperanza o resignación en su voz, solo una verdad que, independientemente del resultado que traería, tarde o temprano tenían que afrontar.
Aun a pesar de los sueños rotos que arrastraran con ello.
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La victoria se saboreaba tal cual una buena copa de vino.
Incluso mucho más.
La satisfacción inundaba su venas conforme daba sorbos a la implacable copa que sostenía entre su mano, dejando que el alcohol fuera el perfecto acompañante para la celebración que estaba llevando a cabo al interior de su oficina.
– Debiste ver su cara – recordó, lanzando un suplico burlón – Fue un sueño que se mostrara tan sumiso ante mí.
Petra, quien anteriormente ignoraba cualquier comentario de su parte, no pudo evitar mostrar cierto desconcierto ante sus palabras. Observo a Erwin con atención, en busca de cualquier indicio que le confirmara que aquello solo fue una mera broma, o incluso, alguna fantasía causada por la ingesta de alcohol, sin embargo; gran fue su sorpresa al encontrarse con su mirada apacible, sin culpa y con una sonrisa de autosuficiencia plasmada en sus labios, mayor confirmación de que sus palabras contenían una sola verdad.
Levi se había doblegado ante él.
– ¿Ni siquiera puso resistencia? – Petra arqueó una ceja, incapaz de creérselo por completo.
– Al principio – concedió Erwin, elevando los hombros en un gesto sin importancia – Pero en cuanto Berthold trajo a Eren, dejo de lado su orgullo para firmar y cumplir con el acuerdo.
El rosto de la joven no se demoró en deformarse ante la sola mención del castaño.
– Y además, – Erwin sonrió divertido, entretenido por su reacción – por primera vez, escuche a Levi decirle a alguien que lo ama.
Una justificable rabia se expandió por todo su interior de tan solo pensar en la escena que su mente cruelmente creo, aquella donde el mocoso usurpaba el lugar que desde un principio debía de pertenecerle a ella.
Se había hundido en la desdicha desde que Eren acepto el acuerdo de matrimonio y desde que Levi comenzó a tener sentimientos por aquel tonto mocoso. No importaba cuanto se demorara o las cosas que tuviera que hacer; se encargaría de destruir todo aquello por lo que tanto habían luchado en conseguir.
– ¿Cuándo vas a acabar con todo eso? – espetó la castaña en un tono impaciente.
– ¿Acaso estas celosa? – reconoció Erwin con fingida inocencia, ignorando por completo su pregunta.
– No me hagas reír – bramó Petra – ¿Cuándo vas a quitarles el reino? – repitió en un tono exigente, dejando en claro que no estaba para bromas.
– La frustración es un sentimientos tan fuerte que puede destruir a cualquier persona – citó el mayor, observando su bebida con interés – ¿Sabes cuantas veces he deseado ver a Levi hundido en la miseria?
– Pues ahora que puedes hacerlo, no pierdas el tiempo – recalcó la joven, entrecerrando sus ojos con recelo – Su reino, sus tierras, sus pertenencias, no los dejes con nada; arrebátales todo y humíllalos tanto como sea posible.
Erwin veía a plenitud un brillo vengativo en los ojos de Petra.
–… Hazlos sentir miserables – continuó, endureciendo la mirada – Que ese bastardo que tienen crezca entre la basura, justo como sus padres.
– Jamás te había visto tan desesperada – inquirió el rubio, apoyando el mentón sobre su puño.
– No voy a dejar que salgan libres después de todo lo que hicieron – justificó sin culpa – Tuve la dicha de ver al mocoso justo como siempre me lo imagine. Si por mí fuera, hubiera dejado que se pudriera en ese calabozo durante toda su vida.
– Estaba empapado cuando regreso con Levi – comentó Erwin en un sutil tono acusador – No recuerdo haberle traído así desde Trost.
– Solo lo ayude a que se despertara – aclaró sin importancia ni remordimientos.
– Estas exiliada, Petra. Nadie puede verte merodear libremente por mi palacio con esa imagen que todos tienen de ti – advirtió, demostrando su poca tolerancia en torno a su actitud – Jamás te di el visto bueno para que salieras del cuarto que te asigne, y si te digo que no hagas algo, simplemente no lo haces – mandató.
– Estoy en María, la ley es diferente aquí – contradijo la castaña, alzando la babilla por mero orgullo – No iba a desaprovechar el poco tiempo que tenía a solas con él y hacerle recordar el nivel inferior al que pertenece.
– Y del mismo del que tu provienes – completó Erwin, fastidiado ante su terquedad – No te olvides que ahora estas bajo mis órdenes.
– Yo no obedezco a nadie – alzo una ceja en ironía, deteniendo sus labios en una sonrisa burlona.
– Entonces toma tus cosas y lárgate de aquí – espetó Erwin, irritado al ver su pequeño festejo arruinado – Ahora que tengo todo lo que quiero ya no me sirves para nada. Si no estás dispuesta a acatar mis órdenes, vete. Cruza los dedos para que alguien más te reciba aun a pesar de tu mala reputación.
Aquello logro calar el orgullo de Petra.
– Estas bajo advertencia, preciosa – continuó Erwin, aprovechando la nula respuesta de la castaña – Si no te comportas, olvídate de la caridad que recibes por mi parte.
– Sabes que puedo delatarte – amenazó Petra, rechinando los dientes – Decir que tú fuiste quien provoco el accidente del carruaje.
– Y tú te hundes conmigo – jacto el mayor con la mirada sombría, sin dejarse intimidar ante ella – Si vamos a ponernos en estos planes la única que va salir perdiendo serás tú. No me tientes, Petra. No te conviene tenerme de enemigo.
La mirada de Petra se mantuvo en alto, amenazante y orgullosa; mostrándose indomable ante los ojos de Erwin y trayendo consigo una batalla sobre quien se doblegaba primero ante el otro.
Aun a pesar de su recia actitud a ceder, estaba plenamente consciente –por más que le fastidiara admitirlo– que el rubio tenia cierta ventaja ante ella, comenzando con el primordial detalle de que Erwin contaba con el poder del cual todos carecían.
– Tenemos un trato – recordó la castaña, disimulando su fracaso con una fría voz – Yo ya cumplí mi parte al darte información, ahora cumple con la tuya. Tienes las tierras, aprópiate de ellas y acaba de una buena vez con esto.
Con la cabeza en alto y sin detenerse a recibir una respuesta por su parte, Petra se levantó de su asiento para darle la espalda al rubio y comenzar a dirigirse en dirección a la puerta con un caminar seguro, dejando ver que sus amenazas no le había afectado en lo más mínimo.
Sabía cuáles eran sus límites y no pensaba tentar a su suerte; al menos no por ahora.
Erwin no aparto sus ojos de ella hasta que la vio desaparecer tras la puerta de su oficina, dejando que su irritable actitud arruinara el gran momento que estaba teniendo.
Con un sorbo brusco, se terminó el último trago de vino que quedaba en su copa antes de dirigirse a su pequeño almacén y reemplazar la bebida por algo más fuerte, aturdiendo sus sentidos con tan solo probar el contenido.
Las acciones de la castaña era algo que comenzaba a provocarle dolores de cabeza, en especial, cuando su sed de venganza la cegaba ante toda coherencia.
Ya sucedió cuando perdió el control y logro que la echaran del reino de Trost. No podía arriesgarse a que sus celos la dominaran de nuevo y provocara algo que pusiera en peligro todo el trabajo que había hecho. Ahora que no le era de utilidad, no era necesario resguardarla en la comodidad de su palacio y mantenerla intocable ante todos.
Sin duda alguna, necesitaba pensar en algo para deshacerse de ella en el menor tiempo posible.
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Muy pocas veces había valorado algo a lo largo de su vida; realmente muy pocas.
Anteriormente, poco le importaba lo que sucediera con aquello que perdía por capricho o por mero desinterés, ya que, en cuanto lo deseara; podría volver a obtener cualquier cosa con tan solo alzar la mano unos cuantos centímetros.
O eso sucedía cuando aún conservaba el poder.
¿Se lamentaba de haber firmado el acuerdo?
Ni siquiera un poco.
Sin embargo, sabía que la situación no quedaba conclusa ahí. Cientos de cosas se verían involucradas ante la decisión que tomo en base de proteger aquello que se convirtió en lo más importante de su vida. Aquella persona por la que daría la vida misma.
Independientemente de los planes que tuviera Erwin en cuanto reclamara lo que ahora le pertenecía, todo el reino y las personas que formaban parte de él se verían involucradas plenamente ante el simple hecho de residir en el reino de Trost.
Una sensación de inquietud se asentó en su interior desde que Pixis abandono la habitación y de eso, ya habían pasado un par de horas. El silencio del lugar y lo crítico de la situación lo obligaron a analizar las cosas desde distintas perspectivas, tratando de hallar algún desliz que anteriormente había pasado por alto y que podría ayudarlos a salir adelante victoriosos.
La luz que se filtraba por la ventana comenzó a disminuir lentamente conforme el tiempo pasaba, dejando que su sombra se plasmara a plenitud por los alrededores de la habitación conforme iba de un lado a otro, leyendo documentos, memorizando tratos, dejando que sus ojos se pusieran rojos ante el cansancio de leer documento tras otro; cediendo lentamente ante lo que sería su nuevo destino.
– ¿Puedo pasar?
Su voz apenas fue un susurro, casi tímido. Pidiendo el permiso que hace mucho no pronunciaba pero que, en estos momentos, sabía que era rotundamente necesario. Levi levanto la mirada, saliendo de su concentración y parpadeando un par de veces antes de que sus ojos se enfocaran en la figura frente a él; frunciendo el ceño por inercia al reconocer la cabellera castaña.
Eren esperaba pacientemente al pie de la puerta, ansioso, cargando entre sus manos una pequeña bandeja mientras su mirada reflejaba la indecisión de entrar o no por completo, dispuesto a adentrarse en un terreno peligroso.
Con un ligero asentimiento, Levi le dio el pequeño empujón que necesitaba para ingresar.
– ¿Qué haces aquí? – fue lo primero que salió de sus labios, inspeccionando su figura con confusión.
– Te traje un poco de té – ofreció el menor con una voz suave.
– No deberías estar fuera de la habitación – atajó Levi, frunciendo el ceño en automático – Ni siquiera deberías de estar fuera de cama.
– Solo es por unos momentos – prometió en una pequeña sonrisa, sin vacilar en acercarse hasta él. Su mirada no tardó en fijarse en la cantidad de papeles esparcidos por toda la extensión del escritorio y parte del suelo, transmitiendo la frustración que claramente se palpaba en el aire: – He dormido lo suficiente como para renovar mis fuerzas – continuó, asegurándose de retirar algunos documentos y dejar un pequeño espacio libre para colocar la bandeja – Además, el doctor Hannes me aseguró de que mis signos vitales están casi estables.
– No ha pasado ni siquiera un día, Eren – reconoció el azabache, observando de reojo como servía el líquido humeante en una taza – Necesitas más que una siesta para recuperarte por completo, no necesito que en estos momentos recaigas por un tono sobre esfuerzo.
– Y yo no necesito que enfermes por falta de energía – sentencio, bajando la tetera con cuidado – Cuando venía hacia acá escuche decir a alguien que no aceptaste ningún tipo de alimento durante el resto del día. Te has saltado las comidas y no es algo que puedas negar.
– No sabía que tenía a gente entrometida en el palacio – soltó un resoplido, rodando los ojos con fastidio – Pensé que todos estaban cuidando de ti ¿Desde cuándo los papeles se invirtieron? Erwin tendrá que lidiar con ellos cuando llegue aquí.
– Están siendo amables, no es extraño que se muestren preocupados por tu falta de apetito– replicó Eren al respecto, ignorando la mención del rubio – Solo quería venir y asegurarme de que estuvieras bien.
– Bueno, pues nadie te pidió que lo hagas – espetó el azabache fríamente.
Eren endureció la mirada, tratando de disimular el golpe emocional que sus palabras le provocaron: – Y aun así lo hago porque me importas. No quiero que tu cuerpo se debilite por tu misma terquedad de ignorar las necesidades que ocupas para mantenerse en pie.
– Yo no tengo un bebé dentro de mí, Eren – repuso con la ceja arqueada, poniéndose a la defensiva ante la rebelión del castaño – Puedo hacer lo que se me pegue en gana con mi cuerpo.
– ¿A costa de que consecuencias? – inquirió, mostrándose molesto – Exiges que me cuide cuando ni siquiera puedes hacer eso contigo.
– No voltees las cosas, mocoso. Es completamente diferente – refunfuñó Levi, dejando en claro que no estaba de ánimos para discutir – Tu situación no se asemeja a la mía.
– Te equivocas, es exactamente lo mismo – contradijo Eren, ocultando el dolor de ver como Levi apartaba la mirada e ignoraba cualquier comentario de su parte. Su hombros decayeron unos centímetros, fijando su vista en la taza frente a él: – Yo también puedo estar preocupado por ti. Siempre lo voy a estar porque me importas y jamás me perdonaría que te pasara algo cuando yo puedo evitarlo. Tú renunciaste a todo por mí y yo siempre daré de todo para estar junto a ti.
El silencio se presentó ante ellos justo al terminar la última palabra, envolviéndolos en una quietud que ninguno se atrevió a romper.
La mirada de Levi se mantuvo por debajo, sin tener las fuerzas para encararlo, mucho menos cuando pudo percibir a la perfección una sensación de tristeza en sus palabras, haciéndole recordar que Eren siempre fue un libro abierto ante los sentimientos que inútilmente trataba de guardar en su interior. Lo había herido, rompiendo con sus palabras la promesa de siempre buscar su bienestar.
Su mirada viajo hasta la solitaria taza en la bandeja, aquella que reposaba olvidada sobre su escritorio. Ahora que prestaba atención a ella, pudo percibir el sutil aroma de su té favorito en el aire, dejando que la culpa lo dominara por completo al darse cuenta de que aquello no podría ser una mera coincidencia; Eren lo había preparado especialmente para él, y en cambio, solo había recibido un desprecio injustificable de su parte.
No pudo sentirse más miserable.
Se frotó la cara entre sus manos mientras dejaba salir un pesado suspiro, despabilándose y maldiciéndose internamente por haberse desquitado con el castaño. Eren no se merecía aquel trato, de entre todas las personas, él era el que menos debía de recibir sus filosas palabras.
Elevo su vista hasta él, rompiéndose el corazón al verle con la mirada baja: – Ven aquí – pidió, con cuidado, suavizando la mirada en un gesto dudoso.
Eren alzó sus ojos en automático, guiado ante la necesidad de su voz. Su expresión no tardó en transformarse a una de sorpresa al encontrarse con la mano del azabache extendida en su dirección, en una invitación sin palabras, dejando que su decisión fuera el determinante para destruir la anhelada respuesta afirmativa que esperaba de su parte.
Transcurrieron escasos segundos antes de que el castaño moviera sus piernas en pasos titubeantes, acercándose hacia él y sintiendo como la mano de Levi se cerraba sobre la suya en cuanto la distancia se los permitió.
Aprovechando aquel pequeño gesto –el cual aprobaba cualquier contacto– Levi aseguró el agarre y tironeo de él un poco, sin ser brusco pero con la suficiente fuerza para guiarlo y hacer que tomara asiento sobre sus piernas, asegurándose de ser cuidadoso al sentir como Eren se sobresaltaba un poco al principio.
En cuanto sus cuerpos se tocaron, el castaño se acopló perfectamente sobre él, dándose cuenta de sus intenciones y pasando sus brazos a cada costado del cuerpo de Levi, en busca de aumentar el contacto, abrazándose a él y refugiándose en su pecho por voluntad propia, dejando que su respiración lo envolviera en una calma que solo podía sentir estando a su lado.
El mayor no demoró en rodearlo por la cintura, rozando en el proceso –y tal vez con toda intención– el vientre redondeado de Eren con toda la extensión de su brazo, asegurándose de mantenerlo cerca y evitar que pudiera resbalar, sintiéndolo acurrucarse en su cuello.
La posición en la que se encontraban no era ni cerca de estar cómoda, sin embargo, el momento era lo suficiente especial como para dejar de lado aquella cualidad innecesaria y disfrutar a plenitud de la compañía del otro, transmitiendo con fugaces roces el anhelo de tenerse a su lado mientras los segundos se detenían por completo, otorgándoles un momento de completa necesidad.
– Me comporte como un idiota contigo – murmuró Levi, hundiendo suavemente su nariz sobre la cabellera castaña de Eren –… Lo siento
La respiración de Eren se detuvo por unos segundos: – No pasa nada – le reconfortó, abrazándolo con cariño al saber que aquella no era una palabra que saliera de su boca con facilidad.
– Deberías de enojarte, incluso de agredirme un poco – reprochó en una ligera mueca – A veces pienso que eres demasiado indulgente conmigo.
– Trato de ponerme en tu lugar y de entender como te sientes – justificó, acariciando su antebrazo en movimientos pequeños – No puedo culparte cuando sé que muchas emociones agobian tu interior últimamente. Por eso mismo te pido que no te las guardes para ti mismo, no cometamos ese error. Estoy contigo, Levi. Y te voy a apoyar en cualquier cosa que necesites.
Su corazón se aceleró con fuerzas al sentir como el mayor depositaba un beso sobre su coronilla, con una extrema calidez que algo se conmovió en su interior ante el contacto, aprovechando la cercanía para hacerle saber que apreciaba el apoyo que incondicionalmente le brindaba aun en las peores situaciones.
– No quiero preocuparte, mocoso – se excusó, aun rozando los labios contra sus mechones castaños – No sirve de nada que te inquietes por cosas que no puedes cambiar.
– Aun así quiero saberlo. Quiero ser un apoyo para ti, ayudarte a que salgamos adelante – insistió con afán, recuperando las fuerzas con aquel gesto inesperado – Sé que no puedo ser de mucha ayuda pero al menos tenme la confianza de decirme cualquier cosa, por más mínima que sea, no importa la hora; siempre te voy a escuchar.
Levi lo estrechó más contra él, aspirando su aroma, sintiendo la preocupante actitud del castaño en torno a su bienestar; satisfecho de recibir aquellas palabras que inconscientemente había esperado de su parte. No importaba cuan desanimante fuera la situación en la que se encontraran, Eren siempre lograba brindarle una pequeña calidez con sus actitud, con sus palabras, con aquella fe que siempre emanaba y con su sonrisa, aquella que logro capturar y enamorar a su corazón sin piedad.
Sus pulmones se llenaron de aire en una respiración forzada, tomando el valor suficiente para encarar la primera decisión que cambiaría su vida: – Estoy pensando en trasladarnos a otro reino.
Eren levanto la mirada al instante, sorprendido, tan rápido que no midió la distancia y rozó su nariz con la de Levi antes de separarse un poco, dejando que su expresión atónita fuera la misma reacción que el azabache se esperaba.
Los labios del mayor se fruncieron en una mueca culpable, sabiendo de antemano que le estaba quitando algo preciado, la razón por la que se conocieron, el motivo de seguir adelante, donde conoció a personas que se volvieron importantes; todo aquello que era su vida entera.
– Probablemente seremos exiliados – continuó, mirándolo directamente a los ojos – Erwin no se apiadara de nosotros, nos sacara de aquí en cuanto tenga la menor oportunidad. Y aun así, jamás permitiría que se acercara a ti de nuevo – tanteó la mejilla del menor, rozando la piel con sus nudillos – Mientras él hace sus movimientos, yo hare los míos. Necesito asegurarme de encontrar un mejor lugar donde podamos quedarnos.
Su decisión había sido tomaba en base a las momentáneas visitas que realizo en el reino María, teniendo la oportunidad de observar con sus propios ojos la escases que sufrían sus habitantes ante el egoísmo del rubio; dejando que las expectativas de que su reino corriera con una mejor suerte fueran realmente pocas.
– ¿A dónde iremos? – se atrevió a preguntar.
– Aun no se con exactitud – confesó, incapaz de mentirle – Tratare de comunicarme con los reyes pertenecientes a los reinos del sur, lo más lejano que se pueda. Sus gobiernos son productivos, tal vez si les cuento de nuestra situación puedan ayudarnos un poco – una expresión inconforme se acentuó sobre su cara – No estoy seguro de poder conseguir una casa grande cerca del pueblo e incluso es probable que tengamos algunas carencias al comienzo, pero tratare de que contemos con todo lo necesario, lo prometo.
– Cualquier cosa estará bien – respondió Eren con rapidez, reaccionando ante la frustración que reflejaban los ojos de Levi – No necesitas preocuparte por esos aspectos. Incluso una pequeña casa en el campo seria perfecta para nosotros – alentó, buscando fervientemente quitarle aquel peso de los hombros.
– Tendremos más dificultad de conseguir alimento – reprochó sin contratiempo, tomando en cuenta las dificultades de traslado.
– Nosotros mismos lo cultivaremos – ideó el castaño, incapaz de pensar que le culparía por no tener ciertas comodidades – Nos las ingeniaremos para tener de todo, incluso yo puedo trabajar cuando el bebé nazca ¡Soy bueno limpiando!
– No te conformes con cualquier cosa – alegó Levi mientras pasaba un mechón castaño tras su oreja, frenando de golpe aquel entusiasmo al reconocer sus intenciones.
– No me importan los lujos ni cualquier cosa material, tú y el bebé son lo único que necesito para sentirme completamente feliz – reafirmó, uniendo su mano a la de Levi.
El azabache percibió su apoyo por completo, dejando que el enojo y la derrota fueran un vago recuerdo ante la actitud animante que tenía Eren, haciéndole recordar que podrían enfrentarse a cualquier cosa.
– Trabajare duro para conseguir algo mejor. Maldita sea, juro que lo hare – exclamo con afán, besando su frente en una promesa asegurada – Solo espera un poco, prometo que luchare para tener una vida cómoda.
Eren sonrió con tristeza, acurrucándose contra su mano mientras un largo suspiro salia desde su interior; asintiendo con la cabeza en un acuerdo irrompible y del cual, estaba seguro de que Levi lucharía por cumplir.
El mayor admiro sus ojos verdosos, embelesado, encontrando en ellos el profundo amor que Eren siempre le dedicaba ante solo abrir los ojos cada mañana.
Atraído ante ellos, moldeo su mano en torno a la mejilla del castaño, acariciando su piel unos instantes antes de impulsarlo había adelante lentamente y unirse en un suave beso, rozándose con cariño, saboreando sus suaves labios mientras Eren le susurraba palabras de amor entre cada momento que se separaban para tomar aire, convenciéndolo de que las cosas irían mejorando de poco a poco.
Demostrándole de nueva cuenta que no necesitaban de extravagancias para ser felices. Cualquier pequeño detalle se volvería especial por el simple hecho de que estarían ahí para disfrutarlo, más aun cuando su hijo por fin estuviera entre sus brazos, creciendo con el amor que los dos le darían sin límite alguno.
Porque estaban juntos, y eso nadie podría arrebatárselos jamás.
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– Armin, la tetera ya está hirviendo.
Volviendo por completo de sus pensamientos, el aludido dio un respingo desde su lugar ante el llamado hacia su persona, tomando consciencia antes de observar asustado como el agua sobre el recipiente comenzaba a colarse por los bordes en consecuencia de la alta temperatura.
La mirada de Marco se volvió inquieta ante la distraída actitud que Armin había mostrado desde que las cosas comenzaron a desencadenarse. Aquella era la tercera vez que se mostraba ausente de su alrededor. Antes de cambiar turnos, Jean le informo con antelación de como había sido testigo de aquel aislamiento, sin embargo, ahora que lo veía con sus propio ojos, no pudo evitar preocuparse al darse una idea de la razón que guiaba a Armin a ser víctima de sus emociones.
– Espera, déjame ayudarte – se apresuró a decir, tomando con rapidez un trapo para humedecerlo y tomar la cacerola sin tener la probabilidad de quemarse, retirándola del fuego con pasos cuidadosos.
– Lo siento, no sé qué me pasa – se disculpó Armin con un gesto culpable, apresurándose en hacer un espacio sobre la mesa para que Marco pudiera colocar el recipiente sin problemas.
– No pasa nada – le dedico una pequeña sonrisa, aquella que siempre lograba calmar a sus amigos – Tenemos suerte de que Jean no esté aquí, de seguro hubiera hecho todo un alboroto al alegar que su cocina corre peligro – comento en un tono burlón, haciendo referencia a lo que seguramente sería la reacción de su pareja.
Los labios de Armin se elevaron sutilmente, justo al tiempo en que un resoplido se escapaba de entre sus dientes en una risa contenida, recordando las veces en las que Jean profesaba a viva voz que él tenía la última palabra sobre cualquier cosa que involucrara la cocina.
Marco se tomó la libertad de revolverle los cabellos rubios en un gesto amistoso, satisfecho de lograr un pequeño cambio en su actitud.
– ¿Has ido a hablar con él? – preguntó, confiado de que Armin entendería a quien se estaba refiriendo.
El menor negó con la cabeza al instante, tomando la confianza de que se encontraban solos en la cocina: – Fui a su habitación pero no se encontraba ahí – respondió con derrota, guardando silencio unos segundos ante el debate de continuar hablando.
Al no haberle encontrado en su habitación descansando, Armin solo pensó en otro lugar posible donde podría encontrar al castaño. Con pasos suaves y tranquilos se dirigió a la oficina del príncipe para averiguar el paradero de su amigo, sin embargo, cuando estuvo a punto de tocar la puerta con sus nudillos, una frase logro colarse por entre las paredes del palacio, llegando hasta sus oídos en un secreto silencioso.
"– Estoy pensando en trasladarnos a otro reino"
Su mano se detuvo por instinto propio, tan cerca de la puerta que sintió la madera rozar su piel. Su mirada se elevó en un gesto sorpresivo, identificando a plenitud la amortiguada voz del príncipe al otro lado de la habitación. El silencio tras aquello fue la única respuesta que pudo percibir antes de que sus pies retrocedieran unos cuantos pasos, dando media vuelta para regresar por el pasillo, dejando que la frase hiciera eco en su mente con importancia.
– Seguramente Eren se encuentra bien – la voz de Marco hizo que volviera a la realidad – Dudo mucho que el doctor le diera el permiso de abandonar su habitación si lo considerara riesgoso – opinó el azabache, rodeándolo por los hombros – No es bueno que te preocupes tanto, ya verás que pronto podrás verlo y se mostrara tan sonriente como siempre.
Armin no tuvo el valor para contradecirlo, mucho menos cuando no estaba completamente seguro de lo que escucho en el pasillo. Miles de teorías abundaban su interior ante una sola explicación de los hechos, aun sabiendo que lo más concreto seria esperar a un anuncio oficial, libre de supersticiones o ideas difusas.
Independientemente de la razón que motivara al príncipe de tomar aquella importante decisión, Armin estaba completamente seguro de que había percibido cierto grado de dolor y resignación en su voz, tal cual muestra de que la idea no era de su total agrado.
Inimaginable si se tomaba en cuenta la actitud del azabache, con aquella determinación por cambiar todo aquello que no estuviera en sus estándares; siendo el mayor indicio y la única confirmación de que algo malo estaba por avecinarse.
Tan solo cruzaba los dedos para que Eren estuviera completamente a salvo.
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Aun a pesar de que los ojos le ardían por el constante esfuerzo de leer las minúsculas letras plasmadas sobre el papel, en ningún momento pensó en la opción de detenerse para tomar un descanso.
La pila de documentos que Pixis trajo poco después de la visita de Eren, hizo que la mayor parte de su tiempo se consumiera en leerlos y verificar que tipo de información contenían, atento a que cualquier documento de importancia fuera depositado a su derecha para una próxima evaluación.
La presencia de Eren fue una completa revitalización, una guarida en la pudo recuperar las fuerzas ante las cálidas palabras y aquel apoyo incondicional que el castaño le brindaba. No siempre estaría orgulloso de las causas que lo motivaron a contraer matrimonio con Eren en un principio, sin embargo, fue una decisión de la jamás llegaría a arrepentirse, incluso podía apostar a ello.
Que Eren le asegurara de que no necesitaba de excentricidades para ser feliz le hizo recordar las razones por las que se enamoró de él. Eran tan diferentes, tal cual luna y sol, pero llegaban a complementarse tan perfectamente que su alianza se volvió inquebrantable con el pasar de los días.
Lo amaba, y aun a pesar de que le dijera que no necesitaba de comodidades, él mismo lucharía para brindárselas sin ningún tipo de restricciones.
Para él, Eren se merecía incluso el mundo entero.
Cerró la carpeta en cuanto termino de leer la última línea registrada, colocándola junto al pequeño montón de papeles que descansaba a su lado, en señal de que otorgaba un lugar especial y debía de conservarse. Ahí mismo se encontraban los primeros mandatos que realizo su padre en torno a su primera semana en el trono, sorprendiéndose un poco ante los notables cambios que dicto Kenny ante la idea de combatir la escases que los habitantes sufrían con recurrencia. Incluso, hace algunos minutos se encontró con el acta de matrimonio donde registraba la unión de sus padres, con los bordes un tanto amarillentos y con la tinta corrida en más de un fragmento, pero aun así, conservando a plenitud lo especial de la acción.
Aquello era lo que realmente buscaba, algo que Erwin jamás pudiera tener bajo su poder.
Soltó un pesado suspiro mientras se frotaba la cara entre sus manos en un intento por despabilarse, verificando de reojo como la luz que traspasaba la ventaba indicaba que las horas habían pasado en apenas un suspiro. Le había prometido a Eren –casi por obligación– que bajaría al comedor para alimentarse un poco, independientemente de los avances que hubiera conseguido ante el pequeño trabajo que tenía frente a sí.
Con un bostezo cansado estiró su brazo para tomar la siguiente carpeta, decidiendo internamente de que aquella sería la última antes de retirarse de su oficina, comer un poco y pasar lo que restaba del día al lado de Eren, verificando que su salud estuviera recuperada por completo.
Su ceja se arqueo con interés al leer su nombre completo en el encabezado del documento, junto con lo que sería su registro de nacimiento adjuntado a datos que comúnmente se le aplicaban a los recién nacidos. Hojeó la información por encima, casi sin leerlo por completo al ser el protagonista y conocer por experiencia propia las cosas que se declaraban ahí. Sin embargo, cuando estuvo a punto de botar la carpeta a un lado ante la excusa de que no era algo nuevo, cierta caligrafía logro capturar su completa atención, deteniendo sus manos en un gesto involuntario ante la sorpresa de encontrarse con aquella letra. Por más que pasaran los años, Levi nunca olvidaría la escritura elegante perteneciente a su padre.
Se tomó la paciencia de leerlo con cuidado, deteniéndose en ciertas partes donde la tinta se mostraba borrosa e ilegible a simple vista, sintiendo su corazón acelerar conforme la lectura tomaba coherencia y las palabras plasmadas mostraban cierta información de su vida que jamás había conocido, concluyendo el documento con la característica firma de su padre, al lado del sello que pertenecía a la familia de los Ackerman; reconociendo que el documento era totalmente legítimo.
La impresión, combinado con cierta esperanza, le motivo a erguirse sobre su asiento por completo y leer el documento de nueva cuenta, cerciorándose de que no hubo ningún error a la hora de leer e interpretarlo a la realidad.
Hasta la cuarta vez que en volvió a ver la firma de autenticidad, su cuerpo se movió tan rápido que la silla rechino contra el suelo cuando se levantó de un salto mientras que, con las manos temblando, volvía a guardar aquella hoja entre la carpeta como si su vida dependiera de ello.
Sus piernas se movieron en vida propia cuando salió de su oficina y descendió las escaleras con el documento en mano, dirigiéndose hacia las caballerizas, tan rápido que ningún sirviente tuvo el tiempo suficiente para terminar de ofrecer sus servicios ante su presencia, mirándose entre ellos con un gesto desconcertado ante tal actitud de su parte.
No importaba la hora ni a cuantos cocheros tuviera que despertar para ordenarles que prepararan un carruaje lo más rápido posible, guiando ante la necesidad de proseguir con la idea que su mente formulaba a cada segundo, consiguiendo que su sangre bombeara por sus venas en una adrenalina inexplicable.
Solo necesitaba de una persona para confirmar que su plan tuviera completa y absoluta validez.
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– Son asombrosos, Phillip – su voz reflejaba el orgullo que plenamente sentía – No dejo de sorprenderme cada día por lo rápido que logran aprender todo.
La sonrisa del mayor se acentuó en sus labios mientras le acercaba la taza humeante a Farlan, observando divertido la emoción que reflejó al preguntarle cómo iban las cosas con los niños que educaba en torno al proyecto en el que estaba participando.
– Suenas como todo un padre orgulloso – añadió Phillip con sorna, depositando la tetera en su lugar.
Farlan le dio un breve sorbo a su bebida antes de apresurarse en responder: – Y no es para menos, sus ganas de aprender es lo más admirable que he visto en años.
Y no mentía, aun cuando tuvo algunas dificultades cuando las clases comenzaron hace algunos días. La mayoría de los infantes contaban con una educación tan nula que le fue indispensable ejercer las clases desde lo más básico, dispuesto a que todos lograran adquirir conocimientos plenamente. Tal vez de una forma lenta, pero que sin duda alguna traía grandes resultados.
– Me sorprende que te desistieras en contratar a alguien para ayudarte – Phillip tomo asiento frente a él, tomando la oportunidad de que aún faltaban un par de minutos para que la cena estuviera lista.
– Todos son muy tranquilos, no hay necesidad de eso – movió su mano, restándole importancia al asunto – Hasta yo me sorprendo por las nulas travesuras que han hecho.
– No me extraña, esos niños te adoran más que a los dulces – una sonrisa delictiva se acentuó sobre sus labios – Pude verlo perfectamente la vez anterior.
– Vamos, hombre. No era necesario recordarlo – se cubrió la cara con una mano, avergonzado, escuchando la sonora risa de su acompañante en un triunfo divertido.
Phillip había ido a recogerlo el primer día de clases, justo cuando el sol estaba en su máximo punto y Farlan lo esperaba con un montón de niños tras su espalda, admirando embelesados el hermoso transporte del cual muy pocas veces podían ser testigos de ver. Con una última despedida y una promesa de que regresaría al siguiente día, Farlan ascendió al interior del carruaje para comenzar con el viaje de regreso. Gran fue su sorpresa cuando la mayoría de los niños lo despidieron entre risas y brincos, agitando sus manos con emoción mientras gritaban "Adiós, maestro" como si de un coro se tratara, logrando atraer la mirada divertida de sus padres.
El sonrojo en las mejillas de Farlan había perdurado aun después de la cena.
– Me he rendido en intentar decirles que no es necesario decirme así – comentó en un suspiro resignante, incapaz de mostrarse cómodo con aquel honorifico tan especial.
– No le veo nada de malo. Después de todo, si estas contribuyendo a su educación – opinó el mayor, encogiendo los hombros ante la verdad – Tú y el príncipe Eren se ganaron el respeto de toda esa gente.
Un cosquilleo se presentó en el interior de Farlan ante la mención del castaño, tan rápido e inesperado que sus labios no tardaron en elevarse con cariño.
– No hay nada que comparar, Eren es la persona más especial que he conocido – su mirada se volvió melancólica – Seguro que su bebé lucirá hermoso cuando nazca.
Una expresión triste se formó en el semblante de Phillip, adivinando los pensamientos del rubio ante la mención del príncipe de Trost. Aun cuando trataba de ocultarlo, el amor que sentía por él podría apreciarse en sus ojos con claridad, acallando el sentimiento que desde un principio estaba destinado a ser unilateral.
–... Tal vez sea mejor que pongas algo de distancia – aconsejó el mayor, consiguiendo la atención de su acompañante por completo.
– Eso ni siquiera es una opción – refutó Farlan de inmediato, negando con la cabeza en un movimiento seguro – Independientemente de los sentimientos que tenga por él, no faltare a mi promesa de permanecer a su lado y ser su apoyo ante cualquier cosa que necesite. Es por decisión propia, Phillip. Y lo haré hasta que el último aliento salga de mis labios.
El mayor soltó un suspiro por debajo, esperándose en el fondo una respuesta similar de su parte.
– Me ofendes que tengas una imagen tan débil de mi – refunfuño Farlan en un tono lastimero, tratando de aligerar el ambiente y la preocupación en la mirada de su compañero.
La mirada de Phillip no tardó en suavizarse: – La tengo desde que lloraste por tres días cuando tus padres tuvieron que hacer un viaje de urgencia – se justificó en una sonrisa burlona, siguiéndole el juego al adivinar sus intenciones.
– Tenía una imaginación infinita, ya pensaba yo que me habían abandonado – defendió sus acciones por completo.
Los dos soltaron una carcajada libremente, sustituyendo la ligera pesadez que se había formado con anterioridad en torno a un tema que siempre estaría presente.
Sabía que las intenciones de Phillip eran buenas y que solo trataba de buscar su bienestar, sin embargo, permanecer al lado de Eren aun cuando su corazón sufriera por un amor no correspondido ya era una decisión que no tenia intenciones de modificar.
Porque más que un compromiso, era algo que nacía desde su interior.
La plática entre los dos se vio interrumpida por el resonar del timbre entre las paredes, haciendo eco por toda la mansión al anunciar la llegada que, a juzgar por sus miradas de desconcierto, ninguno de los dos se esperaba.
– Voy a dejar esto en la cocina para ir a atender – se apresuró a decir Phillip, tomando la bandeja entre sus manos al tener aun el pendiente de verificar la cocción de la cena.
– No te apresures, yo iré a abrir – se ofreció Farlan en un rápido ademan, deteniéndolo de un posible accidente al bajar las escaleras con urgencia – Tal vez sea Nile, siempre acostumbra a visitarnos a estas horas.
Mientras Phillip se dedicaba a recoger las tazas usadas, Farlan se levantó de su asiento para encaminarse a la salida de su oficina, cruzando la derecha entre los pasillos que conocía a la perfección gracias a todos aquellos juegos de aventuras que se dedicó a inventar de niño.
Sus piernas se movieron con agilidad al descender uno a uno los escalones que conducían al primer piso, escuchando sus pasos resonar al contacto contra el fino suelo de madera, aquel que una vez su madre llego a adorar.
La luz que se colaba por entre las ventanas era lo único que le permitía ver con claridad mientras caminaba hasta la entrada principal, sintiendo su estómago gruñir ante la anhelación de alimento. Tal vez Nile aceptara el honor de acompañarlo a cenar, la lasaña que hacia Phillip era algo que inevitablemente debía de probarse antes de abandonar por completo este mundo.
Su mano se sujetó al pomo de la puerta, visualizando una silueta al otro lado, quitando el seguro y dando un ligero empuje para abrirla por completo.
Su sonrisa se desvaneció al no encontrarse con la figura regordeta de su amigo. Unos mechones azabaches ondearon libremente ante el viento, justo cuando el visitante dio media vuelta para encontrarse e inspeccionar la figura de Farlan con aquellos ojos grisáceos que destacaban la especialidad de su persona, logrando que el voraz apetito del rubio se convirtiera en un vago recuerdo ante la presencia que tenía frente a él.
– ¿Príncipe Levi?
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Contestando reviews en anónimo:
~ Guest: !Yo también quiero matar a ese cejón! Muchas gracias por tus palabras y por tomarte el tiempo de leer el capitulo anterior. Concuerdo contigo, las palabras de amor que dijo Levi hacia Eren fueron lo más bonito para mi ;A; Espero que este nuevo capitulo sea de tu agrado y lamento un montón la demora. Espero leerte pronto c:
~ Inno Nel: Tu comentario me saco una carcajada xD Sin duda, Erwin es la segunda por debajo de Petra, pobre de los sirvientes que los aguantan todo el día :v Armin es adorable~ Me dieron ganas de apretujarlo en un abrazo cuando la preocupación de no encontrar a Eren inundo su interior. Mis amigos no ven yaoi, pero me escuchan libremente cuando hablo de Eren y Levi c': con eso me basta(?) Muchas gracias por tu apoyo y por quedarte hasta el final !Abrazos!
~ Miri-Anath97: !De eso no hay duda! Habrá un bonito final cuando el fic llegue a su fin, incluso la opción de un epilogo esta presente en mi mente, ando pensando en eso c: No quería que Eren quedara traumado de por vida, así que pensé mejor en una escena con un poco de salseo, solo un poquito :c Creo que lloraste un montón por toda la tardanza de esta publicación, realmente lo siento ;-; Me llenó de alegría saber que el capitulo pasado fue uno de tus favoritos, en serio c': !Nos leemos la próxima!
~ Hbl: Ahora mismo necesito unas vacaciones :c !Jojoy! Tu teoría fue realmente especial, pero no quiero confirmar nada aun, en el próximo capitulo se hablara a plenitud de eso. Pero... dios, de verdad fue una sorpresa leer tu hipótesis, me conmovió saber que realmente lees el capitulo con atención c: La envidia es un sentimiento realmente fuerte y peligroso. A pesar de que Erwin cuenta con "lo mismo" que Levi, no se sentirá satisfecho hasta verlo inferior a él. Es inevitable, así es Erwin:c Espero que este nuevo capitulo te guste aunque sea un poquitin !Muchas gracias por el apoyo!
~ Heidy: Han pasado muchas cosas duras para Eren y Levi, pero las cosas comenzaran a recuperarse de poco a poco, de eso no tengas dudas. Me emociona saber que te quieras leer el capitulo completo de una sola vez, muchas gracias por esa dedicación tan especial c: Coincido contigo, Eren con barrigita es algo que me quita el aliento, es tan adorable, de verdad que me lo quiero comer a besos. No te preocupes por el largo del review, me encanta leer sus opiniones ;A; !Hasta la próxima!
~ Tochy: Nadamas no doy con tu nombre :c Las palabras de amor de Levi fueron realmente hermosas, aun tomando en cuenta la situación en la que estaban ;-; Un montonal de gracias por leerme aun a pesar de la tardanza, y no te preocupes, ellos recibirán su merecido !Abrazos y apapachos!
~ Harumi: Fue una decisión difícil para Levi, pero perder a Eren ni siquiera era una opción :c Muchas gracias por leerte el otro fic y por recomendarme con tu hermana xD Espero que la historia también le este gustando ;A; Química es realmente interesante, un tanto demandante a comparación de las otras materias que tengo, pero nunca me arrepiento de elegirla. Nos leemos hasta la próxima actualización c:
~ Kathy: Muchas gracias por tus palabras c: Levi es alguien realmente de admirar y Eren es un amor con patas, juntos son hermosos, de eso no cabe la menor duda ;A; En este capitulo y en el siguiente se hablaran del tema un poco, espero que la historia te siga gustando~ !Hasta la próxima!
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Creo que este capitulo fue una combinación de escenas y sentimientos. Desde la derrota e inquietud que sienten Eren y Levi ante todo lo que esta sucediendo, hasta el infinito amor que se tienen por el otro, demostrando que no hay mayor importancia que permanecer unidos ante cualquier adversidad.
Esta pareja me encanta c:
Si encontraron algunos errores de ortografía o gramática, perdonen por ello :c !La letra de Fanfiction me deja ciega a la hora de editar! Ademas, tuve algunos problemas al subir el capitulo. Por alguna razón, al subir el documento para aplicarle el formato correspondiente, todos los guiones de las conversaciones se borraron, así que tuve que poner uno por uno de nuevo al intentar re subirlo varias veces y obtener el mismo resultado. Jamas me había pasado, de verdad quería llorar.
Muchas gracias por su apoyo y por aquellos reviews que recibí aun a pesar de que había pasado más de una semana en que publique el capitulo pasado.
Me llenan de fuerzas, de verdad. Las aprecio un montón y siempre lucho en traer algo digno para ustedes; no se merecen menos.
Bien, bien, creo que esto es todo por hoy. Espero leernos pronto, cruzo los dedos para que así sea ;A;
Besos, abrazos y miles de apapachos. Hoy, mañana y siempre.
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~ ¿Review? ~