Bien, como se los prometí, aquí les va el segundo capítulo de compensación. ¡Que lo disfruten!

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Capítulo 6

A Través De La Mirada

Nuestro héroe no supo cuánto tiempo estuvo divagando en el pasado que tanto extrañaba, lo único de lo que sí se percató fue que cuando despertó de sus ensoñaciones, escuchó la puerta del baño abrirse y volteó en un acto reflejo hacia el lugar de donde provino el ruido.

No sabía si maldecirse internamente o felicitarse por haber hecho aquello…

Allí estaba Daxter, recién bañado, con su cabello entre naranja y rojo completamente húmedo, cayendo graciosamente sobre sus hombros y escurriendo agua, cuyas gotas bajaban suavemente por su pecho, remarcando su delgada y delicada anatomía. Traía puesta una toalla alrededor de su cintura y otra yacía sobre su brazo, usándola para secarse el cabello y el resto del cuerpo. En la otra mano portaba sus goggles y sus guantes.

Jak se había quedado atónito e inmóvil ante aquella visión, mirando detenidamente cómo las gotas de agua resbalaban por el cuerpo de su amigo, dándole un toque sensual a su figura…

¡Un momento! ¿Él había pensado en la palabra "sensual" al mirar a Daxter? ¡Por los Precursor! Sí, lo había hecho, y ese solo pensamiento había provocado que de nuevo un calor extraño acudiese a sus mejillas. Esa rara sensación estaba apoderándose nuevamente de él, y esta vez se intensificaba más, haciéndolo creer que tenía un animal removiéndose dentro de su estómago.

¿Por qué experimentaba esa clase de emociones y especulaciones con tan sólo mirarlo? ¿Qué le estaba pasando? No podía entenderlo, su mente estaba hecha un lío.

—¡Eh!—llamó Daxter, sacando nuevamente a su amigo de su ensueño. El otro sólo sacudió la cabeza, como despertando de un trance—¿Podrías pasarme ahora sí mi ropa, por favor?—preguntó el pelinaranja con un tono de reproche, mientras continuaba secándose con la toalla.

Jak obedeció casi mecánicamente tras aquella orden de su amigo, arrojándole el paquete. Una vez que Daxter lo tuvo entre sus manos, se dirigió a la mesa que tenía tras de sí, abriendo el envoltorio y sacando las prendas y el calzado que Torn se había encargado de conseguirle. Se trataba de un estupendo conjunto que constaba de una túnica roja y larga sin mangas, una camisa blanca de manga larga, pantalones pesqueros color café claro y unas botas largas color negro, además de ropa interior.

Daxter, al ver todo aquello, tenía que aceptar que Torn no tenían tan malos gustos y había elegido una vestimenta adecuada para su delgada figura. Una divertida risa hizo eco en la estancia, y Jak pudo notar la emoción que embargaba a su amigo, como si ese paquete fuera un regalo de cumpleaños.

El pelinaranja comenzó a vestirse, mientras desde el otro lado de la habitación, Jak continuaba observándolo discretamente y de cierto modo embobado —muy contra su voluntad—, admirando su estrecha y blanca espalda, sus piernas largas pero bien formadas, su delgada cintura y sus muslos redondos, perfectos para su cuerpo. El ojiazul pensaba que su amigo se veía muy bien con su cabello húmedo y cayéndole por los hombros, pues siempre había estado acostumbrado a verlo con el cabello parado, muy parecido al estilo punk que gran parte de los elfos de Villa Refugio traían de moda.

Tragó saliva: nunca imaginó ver a Daxter vistiéndose delante de él, pero debido a que ésa sería la primera y última vez que admirase aquella escena, se dedicó a contemplarla con devoción. Y decimos la primera y última vez, porque estaba completamente seguro que su amigo se vestiría dentro del baño de ahora en adelante, tal y como él lo hacía. Solamente que esta vez se vio obligado a salir porque Jak había "secuestrado" su nueva ropa.

Le resultaba incomprensible por qué se sentía tan nervioso mientras observaba al pelinaranja vestirse delante de él, y creyó que se debía a que era la primera vez que tenía la oportunidad de mirarlo, pues incluso cuando vivían en Sandover Village, nunca presenció algo parecido. Se sentía nervioso y emocionado a la vez, pero no acababa de comprender el porqué.

Una vez que se hubo vestido, Daxter se dirigió al pequeño espejo que estaba colgado en la pared, delante del ropero donde Jak solía guardar su ropa y otras cosas que le pertenecían al pelinaranja. Este último se puso a pensar en que debía pedirle a Torn otro conjunto igual al que llevaba en casos de emergencia.

Mientras se miraba frente al espejo, tomó un frasco de crema para peinar que era suyo, y del cual hacía uso para darle forma a su famoso tupé, mismo que cuidaba con mucha vanidad. Al ser un elfo nuevamente, era obvio que tendría que utilizar más crema para peinarse, por lo que comenzó a pensar a futuro, poniendo una cara dramática al llegar a la parte donde se imaginaba que ya no había acondicionador para su adorado cabello, y pegaba un gran grito de desesperación. Pero volvió a la realidad y sólo se burló de sí mismo al pensar en aquellos disparates. Después de todo, una de las cosas más importantes para él era su apariencia. Tomó su peine y comenzó a desenredar su cabello, dándole la forma deseada. Amaba la extraña peculiaridad que poseía su pelo: una vez que éste se encontraba peinado, resultaba casi imposible que su tupé se deshiciera; pero si se metía al agua, podía decirle adiós a ese efecto duradero.

Luego de verse por unos momentos en el espejo y sonreírse a sí mismo, tomó una de las dos toallas que había colocado sobre las sillas de madera y le aventó una a su amigo, es decir, la que oficialmente le pertenecía al ojiazul y que Daxter, en su habitual descaro, había tomado sin permiso. Fue una suerte para nuestro héroe que su amigo no se hubiese dado cuenta de las frecuentes miradas que le dirigía mientras se arreglaba.

—Ahora es tu turno—fue lo único que le dijo el pelinanja, mandándolo a bañarse también.

Jak se levantó de la cama, tomó su toalla, puso su arma, su turbotabla minimizada, sus guantes y sus goggles sobre la mesa y se dirigió al baño, cerrando la puerta tras de sí. Una vez dentro, comenzó a desvestirse mientras continuaba divagando en sus pensamientos, centrándolos principalmente en su mejor amigo. Al poco rato comenzó a escucharse desde fuera el agua de la regadera caer, señal para Daxter de que el ojiazul había comenzado su ducha.

El más joven, por otra parte, comenzó a darse cuenta que ya no iba a ser lo mismo con respecto a la hora de dormir, pues ahora que él era un elfo de nuevo, resultaría casi imposible el dormir al lado de su mejor amigo. Pensar en aquella situación hizo que se pusiese nervioso otra vez, percatándose de esa reacción, completamente nueva para él. ¿Se debía al cambio que había sufrido su cuerpo? Sí, era probable que fuera por eso. Además, necesitaba adaptarse de nuevo a su entorno, pues todavía llevaba a cabo de modo inconsciente, muchas de las costumbres que como ottsel había adquirido.

Eso lo llevó a recordar que cuando aún era un animal, no le resultaba extraño dormir con su amigo. Bueno, tenía que admitir que, en los comienzos de su vida como ottsel sí había experimentado ese nerviosismo que ahora volvía a sentir, pues no estaba acostumbrado a compartir cama con alguien. Sin embargo, debido a la situación, se vio obligado a dormir al lado de Jak, ventaja que le concedía su tamaño.

Había recordado algo más: las terribles noches que a veces pasaba cuando veía a su amigo moverse entre sueños, teniendo pesadillas de las cuales no podía despertar. No es que le resultase insoportable el verlo en ese estado, más bien le aterraba el no saber qué hacer en esas situaciones, y como única solución, se apegaba más a su pecho, buscando la manera de hacerle saber que, a pesar de estar soñando aquellas cosas tan espantosas, él siempre estaría a su lado, que nunca lo abandonaría. Ese tipo de acción lograba calmar un poco a Jak, quien dejaba de moverse para abrazar de forma inconsciente el peludo y cálido cuerpo de su mejor amigo, sintiéndose aliviado en cierto modo. Pero ahora las cosas serían muy distintas…

¿Continuarían durmiendo juntos a pesar de las circunstancias? En cierto modo, al pelinaranja le aterraba pensar que quizá Jak ya no lo quisiera en su cama, y si así fuese, ¿dónde dormiría? No resultaba alentador pensar aquella clase de cosas, pero tampoco se sentía tranquilo al respecto. Aun así, él sabía que su amigo nunca sería capaz de hacerle algo así, logrando que esa misma ansiedad de hace unos momentos se disipara por completo.

Unos minutos después, Jak salió del baño, sintiéndose fresco y un poco despejado de su mente, pero continuaba pensando en su amigo y en la forma de convencerlo para que continuase durmiendo a su lado. En realidad, se la había pasado dándole vueltas a ese asunto durante la ducha, buscando la forma de que Daxter accediese a continuar compartiendo cama con él a pesar de la nueva situación. Después de todo, ¿qué tenía de malo el dormir con alguien, y más si esa persona era tu mejor amigo? Pensó que las cosas podían haber sido un poco distintas si Daxter fuese elfa, pero ambos eran varones, por lo que no veía inconveniente alguno. Y sin embargo, aún razonando eso, sentía su rostro arder cada vez que pensaba que el pelinaranja dormiría a su lado.

—Jak, por lo que más quieras en el mundo, ¡permíteme seguir durmiendo en la cama! ¡Por favor!—rogó Daxter, mientras se hincaba sobre el colchón, provocando que el ojiazul se enterneciera por verlo actuar de ese modo tan infantil.

—Tranquilo—comentó Jak mientras se acercaba a él, sentándose en el borde de la cama—. Seguirás durmiendo conmigo, no hay problema.

Tras aquellas palabras, Jak desvió la mirada porque claramente volvió a experimentar su inhabitual nerviosismo. De nuevo se sintió de ese modo al estar tan cerca de su amigo, y no tenía ni idea de que dicha sensación aumentaría aún más. Inesperadamente, se percató de dos brazos que lo rodeaban por la espalda, mientras reparaba en el tibio aliento de su amigo Daxter chocando contra su puntiaguda oreja. Estaba sorprendido e impactado por la acción que su amigo había hecho, pero decidió no hacer un comentario al respecto.

Aunque podría decirse que se había quedado mudo por todos los sentimientos que apreció en ese momento.

—¡GRACIAS!—exclamó Daxter escandalosamente, obviamente feliz de que su amigo le haya permitido continuar durmiendo en esa suave y cómoda cama.

—C-claro, Dax…—balbuceó el ojiazul, todavía nervioso por la cercanía que experimentaba con su amigo.

Daxter notó el cambio de voz que se había tornado en su amigo, y eso lo llevó a ponerse alterado también, acordándose que Jak no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas. Supuso que, al igual que él, también se hallaba perturbado. Se apartó de su cuerpo y comenzó a preparar la cama para acostarse en ella, mientras esperaba que se les pasasen los nervios a ambos por aquella nada impredecible acción. El ojiazul ya debía haberlo esperado de Daxter, claro que sí… pero había que recordar que en aquel entonces era un ottsel.

Jak no volteó sino hasta unos minutos después, cuando creyó que Daxter ya tenía la cama arreglada para poder dormir. Vio la gran sonrisa de su compañero, evidentemente feliz porque iba a continuar durmiendo en ella. El ojiazul sonrió también con resignación cómica: Daxter hacía fiesta hasta por esas cosas tan sencillas.

—Bien, es hora de descansar—comentó su amigo, indicándole con un gesto que ya podía acostarse en su lado correspondiente.

Ambos se quitaron sus botas, sus guantes y sus goggles, y se metieron entre las sábanas de la mullida cama, tratando de acomodarse lo mejor que podían en ese pequeño espacio, mismo que de ahora en adelante tendrían que compartir, pues Daxter estaba seguro de que Torn no les daría una cama adicional, y ya se imaginaba al comandante negándole esa solicitud. Soltó una pequeña sonrisa ante aquel pensamiento, mientras miraba el techo de la habitación.

—Buenas noches, Dax—comentó Jak, apagando la única lámpara del cuarto, pues había quedado más cerca de ella.

—Que descanses, colega—replicó Daxter mientras se volteaba levemente hacia la orilla de la cama, acurrucándose lo más que podía por el estrecho espacio del que disponía.