A Spirky Christmas Carol
Disclaimer; Nieh, STXI no me pertenece, y esta genial historia es de IvanW a mi solo la traducción.
Summary: Spock como Scrooge en una versión de "Un cuento de navidad" de Dickens.
¿Puede darse cuenta de sus errores antes de que sea demasiado tarde?
N/T: Sé que no es navidad, sin embargo, me encanto esta historia así que pedí permiso para traducirla. Esta es una versión del libro Un cuento de navidad de Dickens.
Presente
Spock se quitó las manos de alrededor de su cuello y se levantó de su lecho de meditación. No había ni rastro de Huesos o el San Francisco del futuro o el Enterprise. Parecía ser su apartamento ordinario.
Salió de la habitación y se dio cuenta que era de día afuera, lo cual era extraño, ya que había estado oscuro cuando se había ido a meditar. Era el día siguiente, ¿La víspera de Navidad? O ¿Si hubiera estado viajando a diferentes períodos de tiempo durante más tiempo?
Vio su PADD en donde lo había dejado, en su mesa de comedor, y cuando lo recogió, efectivamente la fecha a leer era veinticuatro de diciembre.
Era la víspera de Navidad. Quizá pudiera encontrar a Jim y pasar el día con él, después de todo. Era la primera hora de la mañana, dijo, poco después de las ocho, así que Spock se apresuró a tomar una ducha y a vestirse, eligió pantalones grises lisos y un suéter gris. No muy festivo, se dio cuenta, pero Spock no poseía ropa festiva.
Recordando que la invitación de Jim había incluido permanecer hasta la Navidad, Spock lleno una pequeña bolsa de ropa y artículos personales para varios días. Cogió algo rápido para comer y luego cerró su apartamento.
Tenía que hacer una rápida parada en una antigua tienda de libros con la que estaba familiarizado, y a otro lugar, pero cuando estaba listo, él hizo su camino al pequeño apartamento de Jim. Nunca había estado allí, pero ahora después de haberlo visto con Huesos sentía como si él lo conociera.
Cuando Spock se acercó a la puerta justo antes de las diez de la mañana, espera que Jim estuviera en casa. No queriendo tener que seguirle la pista. Él lo haría, por supuesto.
Le tomó un momento o quizás más, Spock comenzó a ponerse ansioso, antes de que escuchara el ruido de la cerradura al otro lado de la puerta. La puerta se abrió y Spock contuvo el aliento.
Jim se quedó allí –el joven cadete Jim, vivo y hermoso-mirándolo bien con cansancio. Él parpadeó varias veces, antes de decir: — ¿Profesor Spock?
Él exhaló lentamente, dolorosamente. Podía respirar de nuevo. — Cadete. Jim.
El cabello de Jim estaba alzado y apuntaba a todo tipo de direcciones y olía ligeramente a alcohol rancio. Pero Spock no podía importarle menos. Jim estaba vivo. Nuevamente vivo. No había muerto mientras Spock era impotente para salvarlo.
— ¿Qué está haciendo aquí? — Susurró.
— Tú me invitaste a pasar la Navidad contigo. Y creo que la invitación se extiende a la víspera de Navidad. — Spock respondió.
La boca de Jim se abrió y se cerraba como la de un pez. — Pero... usted dijo que no. ¿Tu no?
— He cambiado mi mente y me gustaría aceptar. Si me es permitido.
Muy lentamente una sonrisa apareció en las comisuras de la boca de Jim y mientras miraba a Spock la sonrisa se amplió hasta que realmente se iluminó su cara el pasillo en el que Spock estaba de pie y abrió la puerta de par en par.
— ¡Por supuesto que es admisible! — Exclamó Jim. — Adelante.
Spock entró y parecía justo como lo había visto como cuando él había entrado con Huesos. Incluso hasta el punto que vio una botella vacía de whisky en el mostrador de la cocina y el paquete rojo y el árbol en la basura.
Jim siguió su mirada y de inmediato se sonrojo visiblemente. — Uh. Yo-tuve una mala noche.
Spock puso sus bolsas en el suelo. — Todo esta bien. Todos tenemos esas malas noches. Tuve un poco de un mal día yo ayer.
— ¿Lo hiciste?
Spock asintió. — Uno de los peores días de mi vida. — Él fue a la basura. — ¿Puedo?
Ante el asentimiento de Jim sacó el paquete envuelto y se lo entregó a Jim. Luego tomo el árbol. Una rama se había roto y los adornos estaban dañados pero no estaba completamente en ruinas.
Spock lo llevó al lugar exacto donde Jim había colocado previamente y lo coloco, enderezándolo.
Jim se mordió el labio. — Yo… como que lo destruí. No tenemos que tener uno. Dijiste que no te gustaba la Navidad.
— He dicho muchas cosas las que me arrepiento, — dijo Spock. — Y el árbol se queda.
Se acercó a sus bolsas.
— Creo que los adornos se rompieron. — dijo Jim, examinarlos.
Spock sacó una caja. — He comprado nuevos.
Jim se quedó mirando la caja de pequeñas bolas de color rojo, verde, oro y plata Spock se las entregó a él. — Guau. ¿Cómo Tú…?
Spock le entregó un paquete de rayas a cuadros verde y rojo brillante con un gran lazo rojo a Jim. — Y aquí esta un regalo.
— ¿Me tienes un regalo?
— ¿Esa no es la práctica normal?
— Bueno, sí. — Jim se quedó mirando a la etiqueta en el presente con su nombre en ella. — Na-nadie me ha dado un presente por un largo tiempo.
— Lo sé. — dijo Spock suavemente. — Tengo la intención de cambiar eso.
La mirada de Jim subió a Spock. — Y a lo hiciste.
— ¿Vamos a poner los regalos bajo el árbol de Navidad?
Jim asintió, sonriendo. — Sí.
Cuando terminaron de poner los nuevos adornos en el árbol, colocaron los regalos debajo de el.
— ¿Jim?
— ¿Sí?
— ¿Dónde está tu padrastro, Frank, ahora?
Jim lo miró un poco sorprendido. — ¿Frank? Uh. Riverside, Iowa, supongo. ¿Por qué?
— Sólo quiero estar seguro de que él no pueda hacerte daño.
Jim frunció el ceño. — Pero, ¿cómo sabes de Frank? ¿Lo he mencionado a él?
— Lo debiste de haber hecho.
— Yo no sé por qué lo haría. Lo odio.
Y Spock también lo hacia, para el caso. Pero él no se acercaría a Jim. Nunca más si Spock tenía algo que decir al respecto. Y lo haría.
— Yo no fui a la tienda a comprar algo para cocinar, — Jim admitido entonces, obviamente, con ganas de cambiar de tema.
—Haremos eso a la próxima, — Spock respondió. — Y también, me gustaría conseguir los ingredientes para hacer pan de jengibre.
— ¿Sí?
— Cuando era pequeño, a mi madre le gustaba hacer a pequeños hombres de pan de jengibre. Pensé que tal vez nos gustaría adoptar esta práctica.
— Está bien, seguro. Suena genial. Lo que quieras, Spock.
Spock arqueó una ceja. — ¿Lo que yo quiera?
Los ojos azules de Jim se agrandaron. — ¿Qué?
Spock coloco una ramita de muérdago sobre sus cabezas. — Así que si quisiera un beso, ¿Yo podría reclamar uno?
— ¿Qué? ¿Quieres... en serio?
Spock decidió que la mejor manera de convencer a Jim era de darle un beso, por lo que lo hizo. Con la mano que no sostenía el muérdago, agarró la mandíbula de Jim y bajó sus labios al hombre mas joven. Los labios de Jim eran suaves y agrietados y él sabía un poco a pasta de dientes de menta. Se movió sobre los labios de Jim, abriéndolos con la punta de la lengua, buscando la entrada para profundizar dentro de la suave humedad de la boca de Jim.
Jim gimió contra la boca de Spock y entrelazó sus brazos alrededor de la espalda de Spock, empujando en el beso. Spock dejo caer el muérdago y acerco más a Jim.
— La tienda de comestibles más tarde. — dijo más o menos contra la boca de Jim.
Jim sólo asintió mientras se movían hacia la cama de Jim.
Ellos decidieron caminar hasta el mercado para las cosas que querían, ambos liado con abrigos y bufandas porque era diciembre y hasta San Francisco era frío. Caminaron muy cerca, al lado del otro, pero Spock seguía siendo totalmente demasiado Vulcano para sostener la mano ni nada de Jim. Afortunadamente, Jim no parecía importarle.
Al pasar por el restaurante vegetariano, donde Spock había estado la noche anterior, Spock se detuvo frente a la puerta.
— ¿Qué? — Jim preguntó con confusión.
— Hay un camarero aquí. Me gustaría darle las gracias.
— Bueno.
Entraron y Spock se dirigió a la anfitriona en el escritorio en la parte delantera. — ¿Esta Huesos trabajando hoy?
— ¿Huesos? — Preguntó con una sonrisa amable.
— Él es un camarero aquí.
— Lo siento, señor. No hay ningún Huesos aquí.
— Leonard McCoy, — dijo Spock, recordando el nombre que Huesos le había dado.
Ella sonrió cortésmente. — Lo siento, no.
Se volvió hacia Jim, tratando de mantener en su frustración.
— Spock, ¿Quien es Leonard McCoy?
— Un hombre que un día se convertirá en una parte importante de tu vida, — le dijo Spock. — Va a ser un muy buen amigo para ti.
— Ah, ¿sí?
Spock lo pensó. — Y para mí también.
Jim sonrió y tomó la mano de Spock. Él le dio un suave apretón y luego la soltó.
— ¿Deberíamos?
Y volvieron al pequeño apartamento de Jim con muchas cosas. Las naranjas, nueces, una corona de pino que Jim habían insistido en conseguir, igualando medias que Jim quería colgar en la pared, ya que no había chimenea, que se llenaron de pequeños regalos que no dejaría que Spock mirara. Ellos compraron los ingredientes para la lasaña vegetariana, y para los hombres de pan de jengibre, se pasaron toda la tarde haciéndolos y cada uno de los que hacia Jim tenía orejas puntiagudas. Se rió cuando Spock lo señaló a él y Spock pensaba que el sonido de la risa de Jim era muy hermoso. Tal vez todo lo relacionado con Jim era hermoso y que debería ser apreciado.
Mientras esperaban la lasaña para hornear, Jim trajo el paquete rojo de debajo del árbol a Spock.
— ¿Por qué no lo abres?
— Todavía no es Navidad.
— Puedes abrir tu media en la mañana.
— Muy bien. — Spock deshizo con cuidado el papel envuelto, tenia la certeza de que no se debería de romper.
Jim volvió a reír. — Se supone que debes de arrancarla.
Él arqueó una ceja. — ¿Por qué?
— No lo sé. Sólo lo es.
— Ilógico. — Spock terminó de abrir el papel y lo deslizó fuera de la caja. Cuando levantó la tapa de la caja había un suéter negro y gris en el interior. Spock lo tocó y era muy suave.
Jim ahora desvió la mirada con timidez. — Me habías mencionado una vez que tu madre solía hacerte suéteres. Éste no está hecho a mano ni nada, pero pensé... ya sabes, quizás te guste. Si no…
— Jim. — Spock lo detuvo con sus dedos en la boca de Jim. — Me encanta.
— ¿En serio?
Él asintió con la cabeza. — Es perfecto. — Se levantó y fue a buscar el regalo que tenía para Jim. Ahora que él se enfrentó para dárselo a Jim pero no estaba seguro de que incluso le gustara a Jim.
Jim rasgó el papel de regalo con una sonrisa y luego se quedó mirando el libro de tapa dura en sus manos. — Un cuento de Navidad de Charles Dickens, — dijo en voz baja.
— Hace poco la historia ha celebrado un nuevo significado para mí, — le dijo Spock. — Sin embargo, si quieres algo más, voy a conseguirlo.
Jim sacudió la cabeza, con los ojos brillantes. — No, es perfecto. Me encantan los libros.
— ¿Estás seguro?
— Muy. Además, todo lo que quiero para Navidad es a ti.
Spock apoyó su frente contra la de Jim. — Yo correspondo el sentimiento.
No sabía cómo había llegado a ser tan afortunado de recibir esta segunda oportunidad para hacer las cosas bien, pero Spock estaba contento, muy contento de hecho, que había la había tomado. Le debía mucho a Leonard McCoy. El Leonard McCoy del futuro que amaba claramente a Jim tanto como lo hacia Spock. Y si la idea de que Spock amaba a Jim debería asustarlo de cualquier manera, no podía sentir miedo. Porque Jim estaba aquí... vivo.
Spock mantendría el espíritu de la Navidad y de Huesos en su corazón por amor de Jim y el amor de su madre.
— Feliz Navidad, Jim. — susurró contra los labios de Jim.
Jim suspiró y cerró los ojos, y se inclino hacia Spock. — Feliz Navidad, Spock. Esta es la mejor Navidad que he tenido.
Spock asintió y cerró los ojos. — Yo también.
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Muchas gracias a quienes siguieron esta historia, este es el capitulo final. Espero y les haya gustado :3 y quiero dar un enorme agradecimiento a miss mcCoy, Jatiki, Zary1701, mashimaro111 & Firefly of Blue Rose por sus lindos comentarios y a quienes dieron follow y Favs.
Nos leemos en las siguientes actualizaciones e historias.
Lía Out.