¡¿Hermanos?!

Clasificación: No menores de 16 años

Autor: Nikiitah

Categoría: Saint Seiya

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, sino a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi, yo solo los utilizo por diversión.

Género: Romance, Angustia, Shounen ai, Humor

Advertencia: Lemon, Mpreg, Incesto.

Aviso: Si no te gusta el Shounen ai (chico x chico) no leas~

Resumen: En una de sus búsquedas por encontrar a su hermano perdido, Aiacos se entera de que aún está vivo y que es ni nada menos que un santo de Athena ¡Milo de Escorpio! Ahora hará hasta lo imposible para estar a su lado sin importar que cause, tal vez, otra guerra santa. (Yaoi) (¿Aiacos/Milo?) (Camus/Milo) (Minos/Aiacos)

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I.- ¡¿Mi hermano es un santo de Athena?!

Año 1975, 8 de Noviembre

Corría a gran velocidad sosteniendo la pequeña mano de su hermano, que dejaba escapar pequeños sollozos de aquellos expresivos ojos. Ambos niños se detuvieron en un callejón oscuro, el frío empezaba a calar en sus huesos haciéndolos temblar. La noche en Grecia era muy fría y sus pequeños cuerpos, apenas cubiertos por grandes playeras que habían robado del hospital, no abrigaban mucho.

El menor de ambos se agasajó más hacia el mayor, buscando un calor que ahora no podía dar.

"Tengo miedo." Susurró, cerró los ojitos cuando las sirenas sonaban, sentía como las lágrimas empezaban a agruparse tras sus párpados, queriendo escapar en la primera oportunidad que tuvieran. El mayor viendo la cara de terror del pequeñito, acarició los rizos cabellos azules como los suyos.

"Estaremos bien… nada nos pasará mientras estemos juntos."

La voz segura del mayor tranquilizó al más pequeño. Sus ojos opacos volvían a brillar, teniendo la pequeña esperanza de algún día esos hombres malos no lo separaran de su único familiar.

"¿Me lo prometes por el dedito Aiacos?" dijo alzando su meñique para pactar su promesa. Aiacos sonrió enternecido y aceptó, colocando su meñique junto al de su hermanito.

"Por el dedito."

Ambos niños sonrieron, esa noche ambos se quedaría siendo abrasados por el manto de la noche. Aiacos pedía a la gran estrella que los alumbraban que algún día, sus destinos cambiaran, y tuvieran ambos una vida mejor. Con aquel pensamiento en su infantil cerebro, se quedó dormido, sin saber que a la mañana siguiente aquella promesa sería rota sin su consentimiento.

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La mañana trajo consigo un fuerte calor que abrasaba toda Grecia, a su alrededor podía escuchar algunas voces y exclamaciones de mujeres y otra de algunos hombres. Entreabrió sus ojos para ver de qué se trataba, encontrándose con varios pares de ojos.

"¡Oh por dios! Son solo unos pequeños."

"¿Has visto sus ropas? ¿Habrán sido secuestrados?"

Aiacos se levantó tallándose sus ojos. Con su mano derecha palpó su lado para asegurarse de que su hermano estuviera a su lado, pero al no encontrarlo se sobresaltó. Abriendo sus ojos empezó a buscarlo con la mirada encontrándolo a unos centímetros de su lado, hablando con un señor.

"¿Qué hace hablando con mi hermano?" el hombre volteó a mirarlo y dijo.

"Tu hermano va a ser adoptado."

Al escuchar aquellas palabras, abrió los ojos asustado, quiso acercarse, pero fue detenido por el dueño del orfanato. ¡Los habían encontrado!

"¡Suélteme! ¡No se llevará a mi hermano!"

"Aiacos… es necesario. Tu hermano y tú son los únicos que viven ahí."

"No me importa. Me quedaré con él."

Miró a su hermanito por última vez, éste tenía los ojos anegados por las lágrimas mientras intentaba forcejear con el hombre que lo cargaba.

"¡Aiacos!"

"¡No! ¡No se lo lleven!" vio como subían a su hermano en un taxi, y por más que deseaba soltarse del agarre, el mayor lo sujetaba con más fuerza.

"Él estará bien, ya lo verás." Pero aun así Aiacos no respondió, se dejó llevar por aquel hombre, sin su hermano ya no valía quedarse.

Las siguientes semanas sin su hermano habían sido un fiasco. El orfanato iba a cerrar en cualquier momento y él aún seguía ahí. Intentó escapar varias veces en vano, ya que desde la última vez habían reforzado la seguridad al máximo.

"Hermano…" suspiró sin esperanzas ¿adónde se lo habrían llevado? Está vez escaparía y buscaría a esos malnacidos que los separaron. Pero debía ser cuidadoso y no dejar que lo atraparan.

Alistó su pequeña mochila poniendo algunos dulces y chocolates que le regalaban, incluso el peluche favorito de su hermano.

"Te encontraré…"

"Aiacos…" el suave llamado de María la esposa del dueño se hizo escuchar. "Han venido a verte." La mujer abrió la puerta, mirando al niño que tenía su ceño fruncido.

"No quiero ver a nadie que no sea mi hermano."

"¡Que niño más malagradecido! Y eso que hemos venido personalmente a adoptarlo." Dijo un hombre de cabellos negros y ojos del mismo color.

"Tranquilízate Athan. ¿No ves que quiere encontrar a su hermano?" dijo un hombre idéntico al otro, excepto que tenía el cabello dorado igual que sus ojos, ambos llevaban puestos unas gafas rectangulares.

"Aiacos" habló de nuevo la mujer "Ellos son los hermanos Thalassinos y vinieron a adoptarte, ellos provienen de Inglaterra."

"¿Podemos hablar con él?" habló el de cabellera dorada. La mujer asintió y una vez solos, el de cabellos oscuros se quitó las gafas mirando ceñudo a su hermano.

"¡Ya me estaba hartando!" exclamó molesto. "Lo hubiéramos raptado y listo ¡Era el único niño!"

"¡Silencio!" demandó el rubio, miró al niño y sonrió. "Aiacos, tengo entendido que hace unas semanas te separaron de tu hermano."

"¿Y qué tiene que ver con ustedes?" dijo desafiante.

"Si vienes con nosotros lo podrás encontrar."

"¿En serio?" dijo asombrado para luego volver a mirarlos desconfiados. "¿Por qué debería confiar en ustedes?"

"Porque nosotros, no somos unos débiles humanos." Habló el azabache. "Somos Thanatos e Hypnos y tú Aiacos, has sido elegido como uno de los tres jueces del inframundo, Aiacos de Garuda la Estrella Celeste de la Valentía."

"Bien, si es así entonces iré con ustedes."

Y con esa nueva meta que se había propuesto Aiacos empezó una nueva vida junto a los espectros…

Siguió a los hombres en silencio, no se había despedido del dueño ni de su mujer que lo miraba con lágrimas en los ojos. Él los odiaba. Lo había separado a su hermano de él y eso era imperdonable.

Thanatos e Hypnos lo guiaron hacia una gran limosina donde dentro habían dos muchachos más, uno de ellos era rubio, de cabellos cortos y por alguna extraña razón tenía los ojos cerrados, tenía el entrecejo fruncido, mientras que el otro, de cabellos plateados, no mostraba sentimiento alguno, su mirada vacía color miel se posaron hacia él. Solo en ese momento el muchacho de cabellos plateados sonrío de lado, aunque más parecía una mueca torcida.

"Aiacos, ellos son Minos de Grifo y Radamanthys de Wyvern, tus compañeros y jueces del inframundo." Escuchó decir a Thanatos. "Te sugiero que empieces a llevarse bien." Al terminar de hablar dio media vuelta abriendo las puertas delanteras.

Aiacos se sentó junto a Minos.

Cuando la puerta se cerró sintió dos pares de ojos que lo miraban con curiosidad.

"¿Qué?" preguntó alzando una ceja, el peliblanco se cruzó de brazos, recorriendo de arriba hacia abajo con la mirada.

"No pareces griego." Afirmó, Radamanthys rodó los ojos exasperado, mientras que Aiacos alzaba una ceja.

"Ignóralo." Dijo el rubio. "Te va hacer muchas preguntas."

Aiacos parpadeó un par de veces para luego reír. Minos se acercó a él sin entender que era lo gracioso.

"No soy griego." Dijo luego de calmarse. "Soy de Nepal. Mi madre es originaria de aquí."

"Interesante." Dijo Minos. "¿Qué haces en Grecia?"

"Mis padres, mi hermano y yo vinimos a pasar las vacaciones acá." Se alzó de hombros. "Hace un año murieron y me quedé solo con mi hermano, hasta ahora."

"¿Y tú hermano?" preguntó esta vez Radamanthys. La mirada de Aiacos cambió a una más fría.

"Un malnacido se lo llevó…"dijo a regañadientes. "Juro que cuándo lo vea deseara nunca haberse llevado a mi hermano. Lo torturaré tanto que deseara no haber nacido nunca."

"¡Eres en verdad interesante!" gritó entusiasmado Minos, ganándose las miradas interrogantes de Radamanthys y Aiacos. "A partir de ahora, los tres seremos los más temibles jueces que haya existidos."

"¿Y era necesario que gritaras idiota?" gruñó el rubio.

"Es la emoción querido Rada, es la emoción." Dijo con una sonrisa ladina, posó sus ojos dorados hacia Aiacos y dijo "¿Qué dices?"

"No tengo nada que perder…" alzó sus hombros sin darle mucha importancia al tema. "¿Qué gano yo?"

Minos prácticamente se sentó encima de Aiacos y acercando sus labios al lóbulo, rozó con cierto morbo su oreja para susurrar.

"Poder." Posó sus manos en los hombros de peliazul, inclinando su cuerpo más hacia el otro, pegando ambos pechos. "Venganza."

Para ese momento Radamanthys no sabía quién era quien. Minos estaba tan pegado a Aiacos que ya parecían un solo individuo. Minos se separó de Aiacos que tenía una sonrisa maliciosa.

"Entonces seremos los mejores." Ambos miraron a Radamanthys que ahora miraba hacia el exterior. Éste al sentir las penetrantes miradas de Aiacos y Minos giró para verlos.

"¿Aceptaras tú también?" habló Minos "¿Verdad?"

"¿Tengo opción?" habló divertido. "Algo me dice que estando con ustedes quiera o no me meterán en problemas."

"Eso es un sí." Afirmó Aiacos. Minos empezó a discutir con Radamanthys de un tema que no llegó a escuchar, sus pensamientos se perdieron en la ciudad. Esperaba que ahora sirviendo a Hades pueda encontrar a su hermano.

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Actualidad

"¡Noooooooooooooooo!"

El gritó que soltó, retumbó por todo el inframundo asustando a todo ser vivo e incluso perturbando a los muertos. Hades que se encontraba en su trono dormitando, dio un brinco en su asiento y sin querer dando un manotazo a la charola que traía Pandora, derramando el líquido caliente sobre la pobre muchacha. Radamanthys que hacía sus rondas matutinas junto a Valentine se tapó ambos oídos por el irritante grito, mientras que su acompañante, aprovechando el grito y haciéndose el 'asustado' se apegó al rubio. Irritándolo aún más.

"¡Quítate Valentine!" gruñó Radamanthys, siendo aún más apretujado por Valentine.

Primera Prisión

Lune se encontraba en la primera prisión sustituyendo a su maestro que ahora dormía en sus aposentos, adoraba el silencio que reinaba a su alrededor, nada podía alterar su tranquilidad, estaba corrigiendo algunos pergaminos derramó toda la tinta en el papel.

"Mierda, no otra vez" gimió cansado.

En las habitaciones principales, en el pasillo donde se encontraban los aposentos de los tres jueces, Minos dormía plácidamente, soñando con cierto peliazul a 'jugar' entre sábanas. Sus manos recorrían cada centímetro de la suave piel, mientras sus labios degustaban la tersa piel del cuello. Sus piernas no se quedaban quietas tampoco, se metían entre las del menor rozando la entrepierna. Sus labios empezaron a descender por el largo del cuello, dando leves mordiscos dejando marcas rojizas por donde pasaba.

La mano derecha de Minos bajó por todo el torso, pellizcando los botoncitos rosados de Aiacos dejándolos erectos, siguió bajando por el vientre hasta llegar a su objetivo, el miembro erecto y goteante. Con su mano izquierda, descendió hacia la parte de los glúteos, donde los separó con delicadeza para introducir un dedo en él. Aiacos soltó un gemido de dolor por la intromisión, deleitando los oídos de Minos. Entonces en la mejor parte del sueño el grito del mismo peliazul lo despertó haciendo que cayera de la cama, estrellando su cara contra el frío suelo de piedra.

"¡¿Qué carajos…?!" dijo molesto y algo desorientado, miró por todos lados pero no encontró nada. Hasta que de nuevo a sus finos oídos el gritó de Aiacos volvió a retumbar. "Maldita sea…" se levantó hecho una furia y se dirigió hacia la habitación contigua, dando fuertes zancadas. "Maldito Aiacos y su maldita costumbre de despertarse temprano." Gruñó hasta abrir de una patada la puerta donde el otro juez dormía.

Cuando la puerta se abrió dejando ver a Aiacos, Minos se quedó parado perplejo y con una ceja alzada al ver a su amigo agarrándose la cabeza y murmurando cuantas maldiciones contra no sé qué. Minos carraspeó haciéndose notar, siendo ignorado olímpicamente por el otro. Carraspeó otra vez, teniendo la misma respuesta. Movió su pie derecho dando entender su impaciencia, volviendo a carraspear. Ya harto de ser ignorado se acercó a su amigo y lo tomó de los hombros, zarandeándolo con fuerza.

"¡¿Qué carajos te pasa, Aiacos?!" gritó fúrico. "¡¿Acaso no sabes que a esta hora algunos dormimos?! ¡¿En especial YO duermo?!"

Aiacos que recién se percataba de la presencia de Minos parpadeó un par de veces.

"Ah… Hola Minos" saludó con una sonrisa inocente. El peliplateado ya tenía un tic en el ojo ante a desvergonzada respuesta de su amigo. "¿En qué momento entraste?" y eso fue la gota de derramó el vaso. Minos no sabía si reír o llorar. Empezó a darse golpes contra la pobre pared, rajándola.

"¿En serio Aiacos? ¿En serio?" susurró frustrado. Aiacos no entendía que diablos le pasaba a su amigo, pero en cuanto miró su puerta el coraje brotó.

"¡¿Pero qué mierda te pasa?! ¿Por qué rompiste mi puerta?"

Minos que dejó de golpearse la cabeza con la pared, miró a su amigo con cara de psicópata asesino, no le importaba el ardor de su frente, ni el hilo de sangre que brotaba de su frente. Se acercó a Aiacos, al quedar frente a frente 'habló'.

"¡Eso debo preguntar yo! ¡¿Por qué mierda has estado gritando como loco?!"

"¡¿Qué?! Pero ¡¿qué mierda…?!"

Aiacos enmudeció al percatarse del problema.

"¿Y?" Minos se cruzó de brazos esperando la inteligente respuesta de Aiacos. Éste enrojeció agachando la mirada avergonzado.

"Bueno… verás…"

El tartamudeo de Aiacos estaba exasperándolo.

"¡Ya dime de una puta vez! ¡Joder!"

Sabiendo que no podía engañar a Minos, Aiacos jaló otra silla obligando a Minos a sentarse, mientras se sentaba a su lado junto a la computadora que había en su habitación.

"Tengo familia…" no pudo terminar de hablar ya que Minos lo tomó de los hombros, la mirada dorada del noruego cambió radicalmente.

"¿Quiénes son?" Aiacos alzó la ceja sin entender. "¿Quién es la maldita de tu esposa y esos niñatos?"

Ahora fue el turno de Aiacos de tener un tic en el ojo. ¿Es que acaso lo vio con cara de paternal?

"¡Idiota! ¡Tengo un hermano!" tras darle un zape en la cabeza, Minos cambió su rostro a uno más aliviado.

"Mira…" susurró Aiacos mordiendo su labio inferior, señalando la pantalla.

Minos volvió a alzar la ceja confundido, miró hacia la pantalla donde una pestaña estaba abierta, era el correo de Aiacos. Sin entender que tenía de especial leyó el contenido, sorprendiéndose de lo que leía. Volvió a releer el mensaje esperando haberse equivocado pero era igual. Sus ojos, pasaron de Aiacos a la pantalla, así mismo de la pantalla a Aiacos.

"¿Estás bromeando? ¿Cierto?" Aiacos movió la cabeza, negándolo. "Estás jodido…"

"Gracias por tu apoyo" respondió con sarcasmo.

Minos se alzó de hombros indiferente pero a la vez divertido.

"Te digo la verdad." Tuvo que esquivar una almohada que se dirigía hacia él, Aiacos agarró la otra tirándole de nuevo. Al haber fallado, agarró uno de sus zapatillas dispuesto a tirarle, pero Minos lo sujetó de las muñecas. "Ya, ya… lo siento."

"Más te vale." Aiacos hizo un mohín de disgusto, haciéndolo ver adorable para los ojos de Minos.

"¿Qué vas a hacer?" preguntó cuándo se calmó su amigo peliazul.

"¿Qué crees? ¡Voy a ir por él!" Minos lo miró incrédulo por lo que acababa de decir Aiacos. ¿Qué tenía en la cabeza?

"¿Has vuelto a fumar? ¡Estás loco!" gritó escandalizado. "¡Es un santo de Athena! Servidor de la enemiga de NUESTRO dios."

"Pero es mi hermano…" Aiacos hizo un puchero, como solía hacer cuando ni Radamanthys ni Minos les cumplía sus caprichos. "Sabes que siempre quise encontrarlo…" sollozó tapándose la cara con ambas manos. Minos se sintió mal por haberle hecho llorar a su amigo. Suspiró derrotado y acarició los cabellos azulados.

"Está bien… te ayudaré a reunirte con él."

Aiacos al escucharlo se destapa la cara mostrando una gran sonrisa, el tic en el ojo de Minos volvió a aparecer al ver que no había rastros de lágrimas en el rostro de Aiacos. ¡Otra vez lo había engañado! Y él como idiota cayendo. Volvió a suspirar, pero está vez cansado.

Esto sería el inicio de un largo camino… y no sabía cuál largo sería.

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A la mañana siguiente, luego de aclarar las cosas. Minos y Aiacos decidieron trazar un plan para poder reunir a Aiacos y a su primo. Pero ellos necesitaban a otra persona y ya sabía a quién pedirle ayuda.

Caminaban a hurtadillas como si fueran viles ladrones en una joyería, abrieron la puerta con sigilo y ahí lo vieron. Durmiendo destapado, con una pierna colgando, el rostro sudado y algo sonrojado. Un sueño erótico, pensaron los dos ninjas.

Se acercaron hasta quedar al lado izquierdo de la cama. Con una mirada, ambos sabían su próximo movimiento. Uno de ellos cogió la esquina de la cabecera, mientras el otro la esquina de la pateadera.

"Tres… dos… uno…"

Ambos alzaron el colchón, haciendo que el durmiente cayera de bruces, golpeándose la frente en el proceso.

Las risas empezaron a salir hasta convertirse en fuertes carcajadas. El pobre diablo que se encontraba sobándose la frente, donde un chichón estaba creciendo, los miraba ceñudo y con ojos asesinos.

"¡¿Qué mierda les pasa a ambos?! ¡Par de imbéciles!" gruñó molesto. Se levantó con rapidez preparando su ataque contra Aiacos y Minos.

"Tranquilo Rada, era solo una broma inofensiva." Dijo Minos que aún estaba riéndose. Su estómago ya le empezaba a doler y clamaba que se callara, pero aun así no lo hizo. La imagen de Radamanthys cayendo se repetía a cada momento en donde cerraba sus ojos.

"Cierra el pico Minos" bramó a regañadientes. Aiacos empezó a calmarse e intervino en la discusión.

"Lo siento Rada. Queríamos pedirte un favor." Radamanthys bufó molesto, se cruzó de brazos mirando impaciente a ese par de locos que tenía, por desgracia, como amigos.

"A la próxima vez que quieran 'venir' toquen la puerta o entra tú solo Aiacos." Se sentó en su cama cruzando sus piernas, apoyando sus manos en el colchón. "¿Qué quieren?"

"Tengo familia…"

Radamanthys al escuchar aquellas palabras se levantó de golpe, con los ojos muy abiertos y se acercó a Aiacos zarandeándolo con fuerza.

"¡¿Qué mierda te pasa?! ¡¿Acaso estás loco?! ¡¿Cómo puedes tener esposa e hijos?!"

Aiacos ya se sentía mareado por tanto ser zarandeado, si no fuera porque Minos detuvo el andar de Radamanthys hubiera vomitado.

"Ey, tranquilo viejo." Minos soltó el agarre de Radamanthys que tenía sobre Aiacos.

El juez de Garuda ya más tranquilo miró con resentimiento y algo perturbado a Radamanthys.

"¡¿Por qué carajos piensan que tengo esposa e hijos?! ¡El idiota de Minos también pensó lo mismo!" Minos agachó la mirada avergonzado, mientras Radamanthys desviaba el rostro nervioso.

"Ya, ya… lo siento ¿sí? No especificaste que clase de familia tenías."

"Si no me dejaste terminar…" infló sus mejillas que ya estaban rojas por su enojo.

Radamanthys sonrió enternecido por la conducta de Aiacos, mientras que Minos se perdía en los gestos de su amigo. Radamanthys tuvo que darle un codazo para sacarlo de su ensoñación.

"Ejem… ¿Qué querían?" preguntó algo incómodo por el ambiente que se había creado.

"¡Ah sí!" dijo emocionado Aiacos. "¡Encontré a mi hermano!" exclamó dando algunos saltos como un niño con dulces. "¿No es genial?"

"Claro…" sonrió abiertamente el rubio, pero la sonrisa de Aiacos se desvaneció a los segundos. "¿Qué ocurre?"

"Existe un problema…" habló esta vez Minos. Atrayendo la mirada del rubio, que lo miraba interrogante. "Es un caballero de Athena."

"¿Qué? ¿Quién?" dijo horrorizado.

"La copia de Aiacos, Milo de Escorpión."

Radamanthys se dejó caer sobre el colchón sin saber que hacer o que decir, miró a Aiacos y dijo.

"Estás jodido." Aiacos rodó los ojos ¿Qué ese par solo sabían decir eso?

Se tiró en la cama de Radamanthys, junto al rubio ocultando su rostro en el colchón.

"Por eso queremos tu ayuda Rada."

"¿Qué quieres que haga yo?"

"Convencer al señor Hades." Dijo firme Aiacos, Radamanthys miró a Minos que asentía con su rostro serio, si estaba serio entonces eso significaba que hablaban en serio.

"¿Qué hay que hacer?" preguntó.

Aiacos se levantó sonriendo al igual que Minos. Radamanthys meneó la cabeza con una sonrisa. ¡Los problemas que le metían sus amigos! Bueno, él tampoco era santo como para quejarse.

Comentarios de la Autora:

Hola! Aquí de nuevo =) trayendo esta vez un nuevo fic que se me ocurrió cuando veía de nuevo Saint Seiya XD siempre quise escribir un fic donde Milo y Aiacos eran hermanos separados y por fin pude escribirlo XD

En fin, gracias por tomarse su tiempo de leer y no olviden dejarme un reviews para saber si les gustó o no. SOLO CRÍTICAS CONSTRUCTIVAS.

Se despide Nikiitah.