¡Otro capítulo más de un fic mío (:! Bueno, espero que les agrade muchísimo. La próxima semana prometo subir algo de Frozen ^^. ¡Disfrute con la lectura!

Disclaimer: Vocaloid NO me pertenece, sino que a sus respectivos dueños.


Melody

Por E. Waters

Capítulo II

Hatsune Miku, de alguna u otra forma, siempre conseguía lo que quería, y realmente el conseguir a Megurine Luka para su hermano Gakupo no sería la excepción; es más, y aunque la conocía poco y nada, ella ya creía tener a la chica en sus manos.

—Señrita Hatsune, la señorita Megurine la requiere en su cuarto— fue lo que dijo uno de los sirvientes, una vez que Miku estaba vestida y aseada.

Una sonrisa maliciosa se formó en la blanca cara de la muchacha.

¡Tan fácil…! ¡Tan fáci…!

Y es que las condiciones no podían ser más que prósperas para ella, para así iniciar y emprender su empresa, esa en la cual los Hatsune volverían de donde jamás debieron de haber salido.

Cuando la joven de cabello celestes llegó hacia la habitación de su 'doncella', por decirle de alguna forma, tocó la puerta, pero antes de obtener una respuesta simplemente entró y ya.

—¡Señorita Miku! —exclamó Luka, la cual estaba demasiado acostumbrada a los modales estrictos que tanto en su casa se seguían.

—Ya te dije, llámame solamente Miku — la chica hizo lo posible como para su cara no demostrase la satisfacción que sentía. Es que en serio, todo parecía indicar que le habían entregado lo que pidió en bandeja de oro.

Se notaba a leguas que Luka sabía poco y nada sobre relaciones sociales, por lo cual cualquier cosa que ella le dijese, seguramente la otra muchacha se lo tragaría todo sin duda alguna.

—¿Sabes andar a caballo?

—No — admitió Miku, sintiéndose por breves instantes, ligeramente avergonzada, aunque una vergüenza que duró poco y nada.

—Oh, yo te enseñaré— dijo rápidamente Luka, esbozando una sincera sonrisa en su pálida y delicada piel.

Miku por alguna razón se sintió algo incomoda, incomodad que la verdad terminó antes que pudiese significar algo.

Siendo así, ambas muchachas se encaminaron hacia las caballerizas, y una vez allí estaba uno de los criados teniendo ensillando sólo a un corcel.

—Por ahora iremos en el mismo caballo… quiero mostrarte una cosa, antes de cualquier otra cosa.

Miku sencillamente asintió con la cabeza, y cuando Luka montó al caballo ayudó a subir a la otra chica, la cual algo torpe, lógico debido a que jamás había estado encima de un equino, la muchacha de ojos rosáceos hizo colocar las manos de la otra chica en su cintura.

—Así no te caerás—explicó la chica, sonriendo, siempre sonriendo.

Y es que Luka estaba realmente feliz de tener cómo compañía a una muchacha de su edad, como para camuflar o demostrar esa típica frialdad protocolar.

De esta manera, la misma Luka dio un golpecito al caballo, para que así éste comenzara a emprender galope.

Aunque Miku nunca lo llegase a admitir, el andar a caballo junto a Megurine Luka era por mucho una de las cosas más emocionantes y entretenidas que había hecho en mucho tiempo; obvio, considerando que su mundo se limitaba a su pequeña casa y los barrios más pobres del pueblo.

Además, Luka olía bien, muy bien, no cómo otras chicas que Miku había conocido con anterioridad.

No, Megurine Luka, a pesar de todo, era una verdadera damisela.

Una damisela que pronto caería en brazos de Gakupo…

Y con ello la felicidad de todos.

Pero la joven de cabello celestes se tomaría su tiempo; ella sabía a la perfección que una vez que Luka cayera bajo los brazos de su hermano mayor, a ella pronto la comprometerían, y con eso abandonar su preciada libertad.

Miku jamás había sentido nada por nadie, siempre guiándose por su ambición y astucia, además de codicia claro está.

Tal vez, la única cosa que la chica realmente amaba era su apellido, ese apellido que antes fue importante y atiborrado de abolengo.

Finalmente fue Luka quien detuvo el caballo. Se bajó de este, y seguidamente ayudó a su dama de compañía hacerlo.

—Hemos llegado—dijo Luka, tan sonriente como siempre.

Los ojos de Miku se abrieron mucho. Habían muchos árboles, el pasto largo y verdoso y un riachuelo entre medio, nada que ver con las sucias calles que quedaban aleñadas a su antiguo hogar.

—Este es mi lugar secreto… o bueno, nuestro lugar secreto— dijo Luka, mientras veía el cielo — ni siquiera mi padre sabe que existe, pero siempre quise compartirlo con alguien… y bueno, en vista que estaremos juntas por algún tiempo, he decidió mostrártelo.

—Oh… gracias— y muy en el fondo, y por un brevísimo instante, ella se sintió ligera, ligeramente culpable.

¿Cómo no, si era la primera vez que la trataban tan bien, y la otra chica parecía amigable y hasta… tierna?

—El plan, Miku, el plan— se dijo a sí misma la chica, como despertándose de sus cavilaciones, cavilaciones nada de beneficiosas, por lo demás.

No importaba cuán adorable fuese Megurine Luka, no importaba si olía bien o la trataba de forma amable… ella conseguiría su objetivo como a de lugar, aún cuando debiera de pasar a llevar a otras personas en el camino.

Ambas jóvenes se sentaron en el pasto, y Luka comenzó explicarle cómo funcionaban las cosas en el palacete Megurine.

—Mi padre puede dar a veces susto, Miku, pero en el fondo es un muy buen hombre.

Entonces, la aludida abrió ligeramente los ojos. Cierto, si deseaba la fortuna de los Megurine y la mano de Luka para Gakupo, también debía de ganarse la simpatía del jefe de aquel clan.

Realmente, ni la misma Miku supo cuánto rato había pasado, y es que la conversación con Luka era fluida, casi como si fuesen grandes amigas que se volvían a encontrar después de un largo rato separadas.

—Falta poco para la merienda— dijo entonces Luka— lo mejor será que regresemos a casa, pero mañana podríamos volver si te parece.

La otra chica asintió efusivamente la cabeza, y se sentó detrás de Luka a la hora de montar el caballo, y otra vez ese atrayente y agradable aroma volvió a sus fosas nasales. Sin evitarlo, posó su cabeza sobre la espalda de la otra joven.

Siendo así, los días pasaron y cada momento que Miku estaba con Luka, ella se daba cuenta que la muchacha no era tan bobalicona, como en el algún momento creyó.

Luka era una muchacha bastante inteligente, pero su exceso de timidez se debía simplemente a su crianza. Y entonces, la joven se dio cuenta que embaucar a Luka con Gakupo, sería más complejo de lo que ella en un principio creyó.

Después de todo, Luka podía ser introvertido, pero no por ello fácil de engañar o persuadir.

—¿Y si me convierto en su mejor amiga? — pensó Miku, sabiendo que esa una arma de doble filo. Ella nunca antes se había preocupado de tener amigos o amigas, en vista que siempre se juntaba con otras personas por mero interés.

Mas había algo en Luka, algo que sencillamente le impedía ser de esa vil forma con ella.

Miku no sabía muy bien por qué, pero sospechaba que era debido a que Luka era inocente y pura, todo lo contrario a lo que ella era.

—Dime, Luka, ¿alguna vez has pensado cómo sería tu futuro esposo? —dijo de pronto Miku, cuando llevaba casi un mes con los Megurine.

—¿Lo que he pensado, o en el que quiero?

—¿A qué te refieres?

—Muy simple, Miku, mi padre seguramente me casará con algún noble o algo así… pero yo quiero...

—¿Si?

—Simplemente que me ame, Miku, simplemente que me ame— y otra de esas sonrisas se dibujó en el rostro de la chica.

La joven de cabellos celestes se quedó en silencio, sabiendo que Luka nunca tendría al esposo que ella quería; si bien, Gakupo no era un monstruo, sí sabía que él no amaría a Luka, como ella querían que la amasen.

¿Era injusto? ¿Estaba mal lo que ella estaba confabulando con su hermano?

Ni la misma Miku sabía eso, o más bien dicho se negaba a saberlo.

—¿Por qué la pregunta?

—Simple curiosidad— dijo limpiamente Miku, y cabe decir que ella sabía mentir muy bien.

—¿Y cómo sería tu esposo ideal? —preguntó entonces Luka.

La otra chica miró atenta a la otra joven. Si le hablaba con la verdad, ella diría que un noble como mucho dinero, pero obviamente no era una respuesta que a Megurine Luka le agradase.

—Supongo que también alguien quien me amase.

Muy pronto, Miku y Luka se convirtieron en grandes amigas, o incluso la mayoría la podrían calificar que casi eran las hermanas que nunca las dos, tuvieron alguna vez.

Sin embargo, Miku no quería a Luka como hermana.

Y ella se daba cuenta de eso, porque el amor que le profesaba a Gakupo era muy diferente a lo que Luka le provocaba. En ello pensaba, cuando miró de reojo a la propia Luka, y observó su sutil escote.

—No mires, no mires — se dijo la chica a sí misma, pero no podía evitar quedársela mirándola de esa forma.

—¿Miku?

—¿Si?

—¿Qué… estás mirando? — y fue cuando la muchacha de cabellos celestes, se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

Estuvo a punto de mentirle, cuando de pronto el mayordomo les pidió a ambas chicas que fueran a sentarse a cenar.

Aparentemente, Luka olvidó el asunto, puesto que no le hizo ni una pregunta o alusión a lo que había sucedido anteriormente. Reprimió un suspiro, ¿qué le estaba pasando? —El plan, el plan, el plan—siguió ella insistente en su cabeza.

Pero es que ella jamás pensó en que conocería a alguien como Megurine Luka.

Se sentía en cierta manera dividida.

Por un lado, estaba ese lado ambicioso y aprovechador que lo único que quería era que los Hatsune volviesen a su apogeo…

Y por otro lado, por otro lado, estaba el hecho que Luka ejercía en ella una atracción que no estaba ni un poco presupuestada, al momento de aceptar y confabular aquel trato, entre ella y su hermano Gakupo.

¿Y si la hacía suya y ya?

Era una idea tentadora, de hecho muy tentadora.

Aún así, la muchacha no deseaba dañar a Luka, no deseaba marchitar y hacerle daño a la frágil flor que aparentaba ser.

Además, si ella no era la primera en la vida de Luka, Gakupo lo sería, y si miramos fríamente la situación, Miku era más indicada que su hermano mayor para ser la primera experiencia amorosa de Luka, en vista que en cierta forma, en muy cierta forma, Miku sí quería a Luka, no cómo Gakupo…

—¡No pienses cosas raras! —se dijo la muchacha a sí misma, tratando de desvanecer cualquier cosa extraña o anormal que pudiese aparecer en su fantasiosa cabeza.

Pero la idea seguía insistente ahí, sin desprenderse por ni un solo instante de su perturbada mente.

—Maldita sea—pensó Miku, dándose vueltas en su habitación— no sería tu primera vez con una chica… ¿por qué tanto problema con Luka?

Lo que la joven no se percataba, era que Meguirne Luka no era igual a otras chicas.

Fue justo por esos días, cuando una carta llegó de los Hatsune hacia Miku; sabiendo que no sería una buena noticia, la muchacha se dirigió rápidamente a su alcoba y la leyó con detención.

En el rostro de la muchacha se esbozó una amarga mueca. Su padre y su hermano la reprendían, la reprendían porque hace casi dos meses que había partido donde los Megurine, y no había noticias de ella.

Y es que Miku se sentía tan bien al lado de Luka, que a veces se olvidaba del porqué realmente se encontraba en ese sitio.

No quería, no quería dejar a Luka, los paseos a caballo, los riachuelos en medio de la pradera.

Pero sabía, sabía lo que debía de hacer, aún cuando le doliese, porque la sangre está primero que todo, ¿cierto?

¿Cierto?

—Te ves algo contrariada, Miku.

Cuando la muchacha se topó con los ojos azulosos de Luka, no pudo evitar que su compungido corazón diese un brinco. No, no podía contarle nada a ella, si lo llegaba a hacer, si lo llegaba a hacer…

Perdería a Luka por siempre.

—Es que extraño a mi familia.

—Nunca me has hablado de ellos, ¿tienes más hermanos?

—Sí— y ella supo que era el momento de hablar sobre Gakupo, de seguir con el plan— tengo un hermano mayor y mi padre… mi madre está muerta.

—¿Y cómo se llama tu hermano?

Miku posó sus ojos sobre la mirada de Luka, y aunque el corazón se le destrozaba por dentro, debía de seguir, debía de seguir con lo calculado, debía de seguir cómo se suponía que debía de ser.

—Gakupo.

—Ah…

—Él es muy guapo y en personalidad somos muy parecidos— añadió Miku, sabiendo en el fondo que estaba mal lo que estaba haciendo.

De esta forma, la conversación comenzó a girar en Gakupo, y después de un rato, estando las apoyadas en un árbol del 'lugar secreto', Luka fue la primera en caer dormida, cosa que Miku no hizo.

Siendo así, los ojos azulados de la muchacha vagaron por todo el rostro de Luka, deteniéndose en los labios.

Sin poder resistirlo y sabiendo en el fondo que estaba muy mal, la muchacha se acercó de forma peligrosa hacia la cara de Luka, y una vez que lo hizo depositó sus labios en esos labios inocentes y por demás vírgenes.

Tuvo ganas de besarla más, de explorar su boca, pero logró controlarse.

Había sido un impulso tonto, pero Luka estaba muy dormida como para recordar lo que había sucedido, por lo cual la chica pensó que todo quedaría allí.

Al menos, su primer beso había sido con ella, y no con Gakupo u otro joven ambicioso.

Y con eso Miku pudo respirar algo más aliviada.


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