Editado enero 2016

Digimon no me pertenece y escribo esto sin fines de lucro.


¡¿Sinto-WHAT?!


Capítulo 1

¡NO LO PERMITIRÉ!


―Moshi moshi, ¡familia Tachikawa! ―La voz de soprano de Mimí no había cambiado desde que fuera una niña en el Digimundo, así como no lo hicieron sus costumbres japonesas desde que se hubo mudado a Estados Unidos.

―¿Mimí? ─-La voz de Sora, más acompasada, se oía lejana, algo usual en las comunicaciones telefónicas a través del océano.

―¿Sora? ¡Sora! ―exclamó con alegría, haciendo sonreír a la pelirroja. A pesar del paso de tiempo y la distancia, cada vez que hablaban sentían que seguían vistiendo sus gorros del digimundo―. ¡Me llamaste por teléfono! ¡Teniendo tantos medios de comunicación, me siento honrada!

―Eso es porque tengo noticias especiales para contarte, que se merecían un llamado ―contestó, aún lejana, Sora Takenouchi. Los ojos de Mimí brillaron, apretó con fuerzas el tubo telefónico y comenzó a pegar pequeños saltitos.

―¡Oh, ya lo sé, ya lo sé! ¡No me digas nada que lo adivino sola! ―La emoción de Tachikawa era reconfortante, y Sora no podía hacer más que agrandar su sonrisa al escucharla hablar. Se la imaginaba: apretando su teléfono (seguramente rosado) y saltando ininterrumpidamente―. ¡Te vienes a hacer una pasantía en una gran empresa de diseño estadounidense!

―¿Eh? No, Mimí, lo siento… de hecho nunca he aplicado para algo semejante…

―Oh, claro, cierto… no, no es que alguien más pudiera hacerlo por ti, ¿no? Es decir, si tu no enviaste tus diseños, con tus datos de contacto, ninguna empresa de modas podría tenerlos, y conocerte, ¿eh? ―Nerviosa, cruzó los dedos, porque no le gustaba mentir―. ¡Entonces tengo una opción dos! ―gritó atropelladamente, sin darle tiempo a responder, solo por las dudas―. ¡Yamato se viene a trabajar de astronauta en la NASA! Oh, no, momento, que eso no sería una buena noticia si tu no vienes, no, eh… ¡Ya lo sé! Tus padres se juntaron. ¿Qué? ¿Cómo que nunca se divorciaron? Oh, yo no entiendo nada, ¡un momento! ―Sora apenas lograba pronunciar monosílabos mientras su mejor amiga seguía teorizando en forma alocada―. ¡Los padres de Yamato se juntaron! ¡Eso es! ¿Tampoco? Bueno bueno, última opción, oh my God… ¿Biyomon tiene novio? ―terminó, ya más dudosa.

―Mmh… no lo creo, fundamentalmente porque nunca he escuchado de un digimon que tenga pareja… no creo que sea así exactamente como nacen los digihuevos, Mimí…

―Oh… que decepción. Y yo intentando que Palmon enamore a Gomamon. ¡Sería una excelente idea! Así, podemos convencerlo para que trate mejor al Superior Jyou, ¿no te parece, Sora?

―Eh… si, pero… no quiero decepcionarte, Mimí, dudo que funcione de esa forma… ―Ante el tono decaído de Tachikawa (siempre había tenido muy fácil el cambio de humor repentino), Sora también bajó la voz, haciendo aún más difícil la comunicación interoceánica―. En fin, Mimí, si no tienes más hipótesis sobre el tema…

―Oh, sí, lo lamento, ¡es que me emociono! Por favor, ve ve, ¡cuéntame que me impaciento!

―Ahora dudo que esto sea tan emocionante para ti como todo lo demás que se te ocurrió, pero… Yama me ofreció matrimonio y le dije que sí… ―Sora fue consciente de que sonó dudosa, pero al no haber sido una de las primeras opciones para su amiga (luego de quince años de noviazgo), se imaginó que tal vez no le emocionaría tanto, estando lejos e incapacitada para acompañarla en la preparación de esa nueva etapa de su vida.

WHAT?! Oh Em Gi! ―Esto fue lo único que escuchó antes de que Mimí cortara el teléfono. Confundida, Sora sostuvo el tubo sin colgar. ¿La había ofendido? ¿No le había parecido una buena noticia? Sus cavilaciones fueron interrumpidas por el sonar de su celular, aún dentro de su cartera―. ¿Mimí?

―¡SORA FELICIDADES! ¡TE QUIERO TANTO! ¡ESTAESLAMEJORNOTICIADEMIVIDANOLOPUEDOCREERTODASLASFELICIDADESDELMUNDO! ―No pudo repreguntar, porque así de improviso como había llamado, Mimí cortó el teléfono. Sora permaneció confundida en el lugar.

Y no sanó su confusión hasta cuarenta y ocho horas después, cuando estaba sentada con Yamato en la mesa del comedor.

El departamento que compartían era relativamente grande para Tokio, cuyos edificios se poblaban de mono ambientes donde los millones de habitantes prácticamente dormían en roperos. En el caso de los futuros esposos, había una explicación lógica y una práctica para la posesión de un tres ambientes.

La lógica era la relativa comodidad económica que tenían. La vida de astronauta era una lejos de casa, cumpliendo misiones cortas en el espacio o trabajando en bases que jamás estaban en la capital. Esto acarreaba un montón de inconvenientes, pero también un abultado bono por desarraigo. Adicionalmente, los diseños de Sora habían comenzado a venderse bajo su propio nombre, aunque aún bajo la marca de una empresa más grande. La idea era independizarse laboralmente, pero ese momento aún estaba en construcción.

La práctica tenía varias ramificaciones. Yamato necesitaba un lugar cómodo donde guardar sus instrumentos, y Sora uno donde guardar sus telas en el ropero extra, su maniquí y su escritorio-inspiración, frente a la ventana para que le entrase buena luz. Además, como buen futuro matrimonio moderno, y solo cuando coincidían algunos meses viviendo juntos, a Sora le gustaba dormir en cuartos separados. Sin embargo, había reglas estrictas que cumplir: los fines de semana dormían juntos, se golpeaban la puerta cuando querían "visitar" al otro por las noches (o por las tardes…) y de ninguna manera se hacían rogar cuando uno de los dos quería compartir el lecho, como las parejas tradicionales. Ante ataques de inspiración de cualquiera de los dos artistas, debían inmediatamente retirarse al cuarto inspirador, para que el otro pudiese dormir. Y si eso implicaba pasar la noche entera allí, pues así sea.

Por eso tenían un pequeño futón guardado en el ropero.

Además porque Yamato a veces roncaba, y a Sora le daba pena contárselo.

Y Sora era inquieta y pateaba, y a Yamato no le gustaba amanecer dolorido.

Ahora retornemos al momento en que Sora sanó su confusión generada luego de la llamada telefónica con Mimí. Esto fue porque sonó el timbre, pero no el del edificio, sino el del departamento. Takeru era el único que tenía una llave extra, pero cuando visitaba sin previo aviso siempre tocaba el timbre, porque era muy educado.

Por esto a Yamato no le preocupó abrir la puerta como estaba, con bermudas y sin remera, además de un poco despeinado y con ojeras.

―¡HOLAYAMATOFELICIDADES! ¡¿DÓNDE ESTÁ SORA?! ―Mimí no saludó a Yamato, lo empujó hacia un costado e ingresó al departamento acarreando dos valijas rosadas. Desde su ubicación privilegiada en la mesa del comedor, Sora vio a su castaña amiga, con flequillo y pelo lacio, lanzándole un bolso a su novio y desparramando el resto de su equipaje por la entrada―. ¡SORA!

―¿Mimí? ―Detrás de ella, Yamato le lanzaba miradas incriminatorias mientras trataba de sostener el bolso y reponerse del golpe que se había dado contra la pared (¿quién hubiera pensado que Mimí fuera tan fuerte?).

―¡Sora, sí, soy yo! ―le gritó, soltando todo y corriendo en cámara lenta a abrazarla. Para cuando arribó a ella, ya Yamato había tenido tiempo de acomodar las valijas y el bolso sobre el sillón y de levantar la réplica de un cuadro de Jackson Pollock que había arrojado al golpear la pared―. Tengo el pelo distinto, ¡pero soy yo! ¡He venido a ser tu wedding planner!

―¿Mi wedding planner? Mimí, esto es muy dulce de tu parte, pero la ceremonia no es hasta dentro de siete meses… ―Sin cortar el abrazo, le acarició el cabello. No entendía como lograba tenerlo tan sedoso con todo lo que le había hecho. El suyo, siempre pelirrojo, era encrespado y rugoso al tacto.

―¡Lo imaginé! Por eso renuncié al trabajo ―contestó con simplicidad, sacando de su enorme cartera una carpeta con folios―. Esto es todo lo que tengo preparado hasta ahora, siéntate Yamato, ¡chop chop! ―chasqueó los dedos mientras le indicaba a Yamato una silla vacía de su propia casa.

Ishida no era dado a las sorpresas, y mucho menos a que le ordenaran que hacer dentro de su casa, pero aún estaba dolorido por el golpe de Mimí y le tenía un poco de miedo.

Ese sentimiento no se le iría en toda su vida.

Así que los tres ubicados en la mesa de vidrio circular del living, se dispusieron a atender la presentación de Mimí.

―No tuve tiempo de preparar un power point, pero para mañana lo puedo tener listo. ¿Por dónde quieren empezar? ―La carpeta era blanca y cada cierta cantidad de folios se visualizaban retazos de color, que evidentemente eran los separadores de categorías―. Por el principio, tienen razón―. Los jóvenes se miraron extrañados, ya que no habían pronunciado palabra―. En cuanto a las flores, tengo solo dos opciones, porque estimo que Toshiko-San será la encargada de definirlo. He pensado en sakuras. ―Extrajo de un folio una foto de una sakura y se la extendió a sus amigos―. O simplemente jazmines blancos. La boda será roja y azul, como sus emblemas, por eso pienso que debemos cortar con blanco. Honestamente, los colores de sus emblemas no son fáciles de combinar.

A las fotos de flores que tenían en las manos, les agregó cintas de tela en color rojo y azul, atados en un moñito.

―Respecto a la torta, les traje muchas opciones, pero mi preferida es la de ananá a la miel con baño de limón―. Yamato no pudo disimular su expresión de asco―. ¡Oh, vamos, no es tan malo! Mañana la cocinaré. Pero mientras tanto, pueden optar por la de pistacho y chocolate, o esta de fresa con crema chantilly, aunque ¡que aburrida!

Sora simuló considerar las opciones, apoyando su mano contra el mentón, mientras su novio la pateaba bajo la mesa. Le respondió actuando con indiferencia.

―¡Y esta es mi parte preferida! He hecho mi propia selección de shows para la fiesta, son todas opciones japonesas y he averiguado los presupuestos y los incluyo al final. Este es un show de mechas que tiran luces de colores y hacen breakdance y este un baile de Pikachus y otros pequeños pokemon que no conozco; yo no supe con cual quedarme, ¡tantas opciones originales! Así que pueden guiarse con los presupuestos. Pero como sé que Yamato es más conservador, ―gran patada para Sora. Ella se la devolvió―, me tomé el trabajo de considerar que podría querer reunir a los Teenage Wolves y reinterpretar los viejos éxitos. Para eso no tengo presupuesto. O tal vez simplemente quieran una orquesta que les toque Pachelbel en vivo, ¡yo puedo cantar! ―se emocionó, sin notar que el mentón de Yamato ya rozaba el piso.

El rubio intentó levantarse pero Sora lo detuvo a su lado.

―Sobre el vestido no he traído nada porque me imaginé que eso no te traerá problemas, Sora, pero por favor, por favor por favor, pretty please, ¡quiero que tengas un vestido corte sirena! ¡Te va a sentar en forma tan espectacular! ―Y a pesar de que no había traído nada, a las manos de Sora cayeron más de siete diseños de vestidos blancos, occidentales, con esa silueta tan particular.

Esta vez Sora no necesitó que Yamato la pateara para reaccionar. Muy sonriente, sin cerrar los ojos, estiró un brazo sobre la mesa para sostener la mano de su mejor amiga. Ella detuvo su verborragia de soprano para apretársela suavemente, también sonriente. Le encantaba saberse útil.

Sora no la dejó continuar y tomó la palabra.

―Mimí, amiga… ¡me encanta todo lo que has pensado! No me malinterpretes, estoy muy feliz de que hayas pensado en nosotros y hecho toda esta investigación en tan solo dos días. ―Y era cierto, porque no había avanzado aún ni un cuarto de la carpeta―, pero hay un detalle que se te está pasando y que necesito aclararte antes de continuar…

―Oh, ¿es que suspendieron la boda? No, Sora, ¡no, por favor, que renuncié a mi trabajo para venir a ayudarte!

―No hemos suspendido la boda ―replicó Yamato con rudeza, recibiendo una mirada matadora de su novia.

―No es eso, Mimí, claro que no… ―respiró hondo―. Es solo que nosotros, ya sabes, Yamato y yo, somos… somos más bien del tipo tradicionalista, ¿me entiendes?

Mimí lo meditó en silencio unos minutos.

―Oh… ¿entonces el vestido no puede tener escote? No hay inconveniente, espera ―le retiró de las manos los diseños más escotados―. Y estimo además que preferirán la opción de la orquesta de música clásica, ¡eso se puede hacer perfectamente! ―y también les quitó los pikachus y los robots danzantes.

―Eso está muy bien, Mimí, pero no era exactamente a eso a lo que me refería… ―Sora tenía mucho tacto para hablar, y usualmente eso a Yamato le gustaba, pero ese día no la soportó.

―Lo que Sora está tratando de decir es que vamos a tener una boda sintoísta. ―Así, como arrancar una vendita.

Yamato lo supo, en ese instante, y lo recordó por siempre. Es porque lo vio: vio el momento en que todo se descalabró, se rompió y se desarmó. Sintió, intuitivamente, como desde ese microsegundo todo cambiaría: vio el pequeño tic en los labios crispados de Mimí, notó como sus cabellos lacios se rizaban instantáneamente y el trueno explotando en sus ojos. Escuchó la indignación, la bronca y hasta el odio creciendo en su corazón.

Entendió que en ese momento en que toda la cordura abandonaba el cuerpo de Tachikawa, también se le escapaban su Sora, su noviazgo de quince años y hasta el nido que habían sabido construir juntos.

Mimí se irguió, aplastó ambas manos contra la mesa de vidrio, los observó fijamente y exclamó:

―SINTO-¡¿WHAT?! ―Levantó un brazo al aire, con el índice apuntando hacia el techo. Una luz cegadora, cayendo del techo, la iluminó. Y entonces llegó el grito y la vida de Yamato cambió por siempre―. ¡NO LO PERMITIRÉ!


Continuará…


Notas: ¡Hola! Finalmente vuelvo a escribir un long-shot (o médium shot), no era el que tenía planeado pero apenas algo mínimamente cómico aparece en mi cabeza, simplemente no lo puedo resistir.

La idea de esta historia es hacer capítulos cortos, mezcla de humor absurdo con algo de romance. Habrá Sorato, ¡pero solo mientras Mimí lo permita! Y también alguna pareja para ella, que aún no tengo definida.

Espero que me acompañen en este nuevo camino, que se diviertan y me dejen lindos reviews.

¡Muchos saludos!