Ya estoooooy aquiiiiiií… Cerrad las puertas y ventanas, esconded a los niños. ¡La loca de Cloe ha vuelto!

Después de varios años he vuelto, a ver que me deparará la suerte. Quizás estaba más guapa calladita en mi casa, quien sabe.

Ya sabéis a quien pertenece todo esto bla bla bla, J.K bla bla bla.

¡ATENCION!

LEER ANTES DE EMPEZAR EL FIC

Debido a algunos acontecimientos que no voy a nombrar XD me veo en la tesitura de aclarar ciertos puntos. Dichas aclaraciones serán universales para todas mis historias. ¿Y por qué? Pensareis… Pues por una sencilla razón, porque si tengo que avisar antes de cada historias sus posibles advertencias estoy contando un spoiler. Véase, antes de un posible lemmon hay que avisar. ¿Y si mis lectores no cuentan con ello y quiero que sea una sorpresa? Pues se fastidia la cosa porque antes de cada capítulo hay que avisar de las posibles advertencias por si alguien no quiere leerlas.

Y a mí, enterarme por adelantado de lo que va a pasar (más allá del summary por supuesto) no me gusta.

Así que he decido poner una advertencia estándar en todos mis capítulos/fics. Para evitar posibles auto-spoilers.

¡AQUÍ VA!

(Como en los productos alimentarios)

Todos mis fics pueden contener trazas de:

-Personajes OoC. (Con personalidades distintas al libro o fuera de carácter)

-Historias fuera de contexto.

-Faltas de ortografía, gramática y léxico. (obviamente no a propósito XD)

-Universos alternos.

-Exceso de azúcar en algunas escenas.

-Historias sin sentido y poco creíbles. (a veces queriendo y otras sin querer)

-Y Contenido para adultos:

-Insultos o vocabulario malsonante o soez.

-Violencia (lo dudo XD pero aviso por si acaso)

- Lemmon de cualquier tipo. Aunque este será avisado dentro del texto justo antes con ()

Además me atribuyo el derecho a revivir y matar a cualquier personaje que quiera y cuando quiera. Y cambiar las partes de los libros que mas me convengan. (Que para eso soy la Autora) XD

Bueno…

Esas son las advertencias.

Si no tienes problemas y decides seguir leyendo bienvenidos a mi mundo.

Pero si después de leer las advertencias hay alguna de esas cosas (sobre todo el contenido para adultos) que no te gusta o te puedan llegar a molestar o incomodar, por favor no sigas. Y si aun así decides seguir, tú mismo con tu mecanismo. Pero luego no quiero quejas sobre eso porque entonces… Solo entonces, es posible que me lo tome mal. XD.

FIN ACLARACIONES

Para los que se acuerden de mi (si es que todavía queda algun ) Bienvenidos de nuevo, ya sabéis cómo funciona la cosa.

Para el resto… Sed bienvenidos a mi mundo.

La promesa

Capítulo piloto

Junio, 1990

En algún lugar al sur de Londres.

Una niña de 10 años de pelo castaño largo y enmarañado leía ávidamente un libro sentada bajo el alfeizar de su ventana. Las cubiertas desgastadas y maltratadas de su libro contrastaban con el aspecto nuevo y pulcro de las ropas de ella y el de la habitación. Una mujer joven y risueña picó suavemente en la puerta.

-Hermione, cariño…- La llamó dulcemente. La niña alzó la vista algo desorientada, pero pronto se dio cuenta de lo que pasaba y le devolvió a su madre una sonrisa alegre. La observó atentamente, su silueta esbelta y grácil y su pelo alborotado cayendo en bucles castaños sobre sus hombros, se parecía tanto a su madre.- Es verano, deberías estar correteando por ahí con tus amigos.

-Me gusta más leer.- Afirmó.

-Lo sé, pero déjalo para un día que haga mal tiempo. ¡Mira que día hace!- Le dijo feliz abriendo todas las cortinas de la habitación y acercándose a ella con intención de quitarle la historia.

-Un poco más mamá.- Suplicó la jovencita mientras se negaba a soltar aquel libro que custodiaba cómo si fuera una auténtico tesoro.- Sólo un poco más, ya casi lo he acabado.- Jean agachó ligeramente la vista leyendo las letras negras de la portada.

-Creo que deberías leer algo adecuado para tu edad.- Le regañó la mujer sin apartar de su cara aquella sonrisa amable.- El sabueso de los Baskerville no es una lectura apropiada.

-Pero me gusta, papá me lo regaló.- Se defendió la pequeña cerrando la obra protegiéndola con recelo.

-Lo sé cariño. También tuve esta conversación con tu padre.- La mujer se dio por vencida ante el empecinamiento de su hija.- Está bien, no tardes mucho. Deberías estar fuera tomando el sol, es verano Hermione, deberías estar disfrutando de ello.

-Lo prometo mamá.- Dijo la niña sin poder ocultar su entusiasmo. Tan pronto como la mujer desapareció de la habitación, Hermione no tardó ni apenas unos segundos en volver a leer con afán aquella historia que tantas veces había leído, pero que seguía gustándole tanto o más que la primera vez.

Tal y como le había dicho a su madre en apenas unos minutos terminó de leer a Arthur Conan Doyle. Dejó su preciado ejemplar en la estantería junto al resto de sus libros. Estaba pensando que quizás, como había acabado tan rápido con El sabueso de los Baskerville, aún le daría tiempo a comenzar otra historia más antes de que su madre se diese cuenta de ello. Sonrió con algo de picardía, repasando con el dedo todas sus opciones. Podía continuar con Doyle y leer Sherlock Holmes, o cambiar de temática con Moby Dick, o algo un poco más adecuado a su edad, como le había dicho su madre, quizás los cuentos de los Hermanos Grimm, de mano de un maravilloso ejemplar de 1920 con ilustraciones.

Pero antes incluso de que se hubiera decidido, un bonito libro de cubierta roja salió flotando de la estantería, Hermione miró el libro avergonzada, mirando rápidamente por toda la habitación comprobando que estuviera sola.

Cada vez eran más a menudo aquellos "episodios". No entendía que ocurría, que le pasaba. Todo aquello parecía cosa de… magia.

-¡Hermione cariño!- La llamó su padre desde el piso de abajo. La pequeña se asustó y el libro cayó sobre la moqueta con un ruido sordo justo antes de que las puertas de su habitación se abrieran y la cabeza de su padre apareciera por el quicio. Sus cálidos ojos color miel la miraron con dulzura.- Acaban de preguntar por ti abajo ¿Te importa bajar?

-¿Por mí?- Preguntó curiosa, George asintió, haciéndole un suave gesto con la cabeza indicándole que fuera con ella.

Colocó el libro en su sitio en la estantería, para después bajar corriendo las escaleras, sus pies repiquetearon contra la madera anunciándoles a sus padres su llegada. Llegó al salón resollando ligeramente pero sonriendo, sin embargo su gesto cambió, su sonrisa se apagó un poco y su ceño se frunció con desconfianza. Al lado de sus padres se encontraba un joven de apenas 30 años, alto, delgado, de piel pálida rozando casi el aspecto enfermizo, su nariz aguileña le pareció demasiado grande para su cara. Sus ojos oscuros, negros como dos túneles, al igual que su cabello, algo grasiento y descuidado que llevaba a la altura de los hombros. Sus ropas extrañas y negras le llamaron enormemente la atención, le recordaban a algunos de los personajes antiguos de las novelas que tanto le gustaban. Su mirada seria, oscura y vacía le causó un escalofrío en todo el cuerpo.

Se movió con elegancia, asintiéndole brevemente a modo de saludo.

-Buenas tardes. Usted debe ser Hermione Granger.- Siseó el hombre, su voz calmada, su forma de tratarla y su comportamiento frío, junto con su aspecto le recordó a la niña a un murciélago "demasiado grande". Hermione asintió desconfiada.- Me llamo Severus Snape.

-No le conozco.- Comentó rápidamente la muchacha manteniendo una distancia prudencial, aquel hombre de mirada severa la intimidaba.

-Soy profesor de Hogwarts.- Susurró tratando de no perder la paciencia. Aquella tarea no tenía que hacerla él. No era una maldita lechuza mensajera. Snape se sacó un sobre lacrado de entre los pliegues de sus ropajes negros entregándosela a la joven. Hermione dudó varios segundos y buscó la mirada de sus padres buscando apoyo. ¿Qué se estaba perdiendo? Su madre le devolvió la mirada asintiéndole con confianza a pesar de que la notaba algo tensa, la mujer se esforzó en parecer calmada.

Leyó con rapidez la misiva, sus ojos se agrandaron a medida leía.

-Esto… ¿Esto es una broma?

-No es ninguna broma señorita Granger. Es usted una bruja.

-¿Bruja?- Su ceja se alzó con desconfianza y sorpresa mientras su ceño se fruncía sin tratar de ocultarlo.- La magia no existe. Son solo trucos para niños.- Afirmó la joven. Su respuesta le sacó a Snape una sonrisa de medio lado bastante inquietante.

-La magia existe.- Comentó tratando de parecer amable.- ¿Nunca ha hecho algo extraño, algo que no pueda explicar?- La chica no pudo evitar abrir los ojos con sorpresa al recordar el incidente de hacía pocos minutos. El mago alzó la mano con la palma hacia arriba e hizo aparecer una pequeña pajarita de papel que voló brevemente por el salón hasta desvanecerse en cenizas en una esquina.

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En el fondo estaba aliviada, saber que no era un bicho raro. ¡Era una bruja! ¡Por todos los dioses, una bruja! Sonrió nerviosa, excitada por ello. Se había quedado callada, sentada en el sofá en medio de sus padres, mientras oía a aquel hombre, (si no había entendido mal, su futuro profesor de pociones) hablar sobre ello. El colegio, su magia… Era tanta la información, tantas cosas que aprender.

-El Director del colegio Albus Dumbledore me ha mandado que les haga llegar sus felicitaciones por la admisión de su hija.- Su forma de hablar hipnotizaron a la pequeña. Ese hombre le infundía temor, pero a la vez respeto.- En condiciones normales, los estudiantes reciben las cartas 3 meses antes del comienzo del curso. Pero en este caso y como ya les había mencionado, la magia de su hija es…- Snape buscó las palabras adecuadas sin tener que parecer borde o desagradable.- Más avanzada que los de su edad.

Los padres de Hermione que aun trataban de asimilar lo ocurrido sonreían felizmente mientras agarraban la mano de su hija infundiéndoles cariño y protección.

-¿Eso qué significa?- Preguntó la joven bruja.

-Los cursos de Hogwarts comienzan con 11 años, sólo con 11 años. Para cuando se inicie el curso escolar dentro de tres meses el 1 de Septiembre usted no habrá cumplido aún la edad. Con lo cual hasta el año que viene no podrá ingresar en la escuela. Por ello, el director ha recomendado, que a partir de ahora y hasta su entrada en la escuela, reciba periódicamente tutorías sobre el mundo mágico, sus costumbres, su magia y la escuela.

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Durante todos los fines de semana de verano el profesor de pociones Severus Snape acudió fiel a su cita en casa de los Granger. No podía negarse, que la niña tenía un ansia por aprender, tanta ilusión y entusiasmo, que lo sorprendían. Esa cría aprendía sorprendentemente deprisa y aunque su curiosidad a veces resultaba algo molesta, reconocía que esa muchacha le gustaba. Sospechó que sería Gryffindor o Ravenclaw, estaba seguro que nunca sería Slytherin, una pena. Hubiera sido una gran adquisición para su casa.

A medida que las semanas pasaban, un extraño vínculo se creó entre profesor y futura alumna. Hermione le recordaba demasiado a él, inteligente, perspicaz, muchísimo más avanzada que los niños de su edad. Cuando el curso escolar comenzó, Snape siguió acudiendo periódicamente a su cita con la pequeña Hermione. Sus tutorías resultaban extrañamente refrescantes, se pasaba tantos días entre incompetentes que cuando llegaba el sábado agradecía tener alguien inteligente con quien entablar una buena conversación. Aunque esa persona fuera una niña de 11 años.

Hermione frunció el ceño varias veces mientras leía ensimismada Historia de Hogwarts. Había reconocido que ese hombre le intimidaba, su mirada fría y su voz sarcástica arrastrando las palabras la estremecían. Pero era tan reconfortante tener a un mago adulto que satisficiera todas sus preguntas. Era una hombre muy serio, si. Pero aun así, era fácil hablar con él. Nunca le negaba una respuesta, fuera la que fuera.

Los meses fueron pasando, en poco se cumpliría un año desde que el profesor le diera la noticia de que era una bruja y para sorpresa de Snape aquella mocosa no sólo le caía bien, si no que además habían entablado una curiosa relación de amistad y cariño. Snape había adoptado sin querer el rol de padrino, guiándola, enseñándola y protegiéndola.

Sus padres habían dudado del hombre los primeros días, era una hombre extraño, frío mantenía siempre las distancias con ellos, a veces incluso sus contestaciones bordeaban el insulto, sin embargo, los señores Granger se habían dado cuenta que el comportamiento del profesor, aunque bien no siempre era agradable, nunca había sido irrespetuoso ni había hecho nada por el cual no pudieran confiar en él. P La felicidad de su hija y la alegría que mostraba después de cada tutoría había sido suficiente para que los padres no dudaran de ese hombre. Incluso la señora Granger lo había invitado a comer en repetidas ocasiones después de que las reuniones con Hermione se alargaran más de la cuenta. Por supuesto, el educadamente siempre había declinado la oferta.

-Hoy estás muy serio.- Le dijo Hermione sacando al hombre de sus pensamientos. Snape alzó la vista mirando a la chica atentamente.

-No he tenido una buena semana.- Respondió Snape escuetamente.

-¿Hay algo que pueda hacer?- Preguntó la bruja dejando a un lado el pesado libro. Una ligera sonrisa se escapó de los labios del Slytherin la inocencia de aquella niña le traían muy buenos recuerdos.

-Eres muy pequeña para entenderlo Hermione.- Le contestó serio aunque sin la intención de parecer despectivo.

-Prueba.- Le retó la niña seria tratando de parecer muchísimo más adulta de lo que en realidad era. Severus alzó una ceja ante su pose.

-Me enamoré de una persona hace un tiempo… Incluso estábamos prometidos.- Le explicó.- Lamentablemente las cosas no salieron como uno esperaba.- Se lamentó, su semblante se ensombreció, cuando estaba con ella trataba de dejar las cosas en el pasado.

-¿Sigues enamorado de ella?- Preguntó la bruja sin ningún tipo de malicia o curiosidad morbosa. Snape asintió, quitándole el libro de las manos.

-Ya está bien por hoy.- Le indicó Severus.

-¿No has pensado en casarte con otra?- Preguntó la jovencita algo preocupada. El hombre negó con la cabeza como única respuesta.- ¿Y por qué no?

-¿Haces muchas preguntas, lo sabías?- Dijo algo molesto. Hermione se limitó a encogerse de hombros y sonreír tímidamente.- Es complicado.

-Nada es complicado. Los adultos os comportáis de forma muy rara a veces.- Sentenció la bruja frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.

-Cuando seas mayor lo entenderás.- Le habló serio.

-Eso dicen mis padres.- Se quejó ella.

-Porque tienen razón.- Espetó serio, aunque esa pregunta no pareció satisfacer la curiosidad de la chica.- Dudo mucho que ninguna mujer quiera casarse conmigo.- Confesó Snape recogiendo a golpe de varita todo lo que habían usado aquella tarde para estudiar. Hermione abrió los ojos con sorpresa. No entendía por qué.

-No lo entiendo.

-Te dije que era complicado.

-No vas a estar solo.- Le dijo la pequeña acercándose a él y dándole un abrazo igual que el que le daba su madre cuando tenía pesadillas. Snape se quedó de piedra, las muestras de cariño desinteresadas que la muchacha le ofrecían lo descolocaba. No importaba cuantas veces lo hiciera, su cuerpo siempre se tensaba.- Me tienes a mí.- Habló la pequeña bruja con firmeza rompiendo el tierno abrazo.

-Gracias.- Agradeció Snape alzando ligeramente una comisura del labio.- Pero eres muy pequeña para casarme contigo.- Comentó el hombre casi a modo de burla. Era curioso cómo se relajaba cuando estaba ella delante. Sin embargo a la bruja no pareció hacerle tanta gracia pues frunció el labio enfadada y se cruzó de brazos.

-Te prometo algo.- Dijo la castaña poniéndose de pie.- Si dentro de 15 años no te has casado, me casaré contigo.- Soltó la pequeña segura de su misma. Snape estuvo a punto de reírse, pero se contuvo.

-¿Que te hace pensar que querré casarme?- Preguntó con acidez.

-Es una propuesta seria.- Le echó en cara Hermione. Snape cogió aire cansado y lo soltó en forma de bufido raro, la madurez que demostraba aquella niña siempre le sorprendía.

-Eres muy pequeña, ni siquiera sabes lo que es eso.

-Se lo suficiente.- Se empecinó la niña.

-¿No te quedarás tranquila hasta que acepte verdad?- Le siseó algo impaciente. La bruja le asintió aún con los brazos cruzados, ahí de pie delante de él.- Está bien, tendré en cuenta tu promesa. Si dentro de 15 años nos estamos casados, nos casaremos.- Le dijo al fin Snape aunque en realidad lo estaba diciendo porque sabía que si no lo hacía Granger no lo dejaría en paz hasta que lo consiguiese. En eso, tenía que reconocer que ella era un poco Slytherin. Hermione sonrió satisfecha.- Estoy seguro de que dentro de unos años traerás de cabeza a varios chicos.- Le confesó el hombre serio.

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1 de Septiembre de 1991

Escuela de Magia y hechicería de Hogwarts.

La bruja sonrió entusiasmada, no podía creerse que después de un año y tres meses de espera, por fin estuviera ahí. No podía ser más feliz. Todo era tan excitante, incluso había conocido a dos chicos, Harry Potter y Ronald Weasley, el segundo parecía un poco tonto, pero ambos parecían buenos chicos. Entró en el gran comedor con una gran sonrisa en el rostro, la gente murmuraba a su alrededor asombrada al contemplar el cielo en el techo del gran comedor.

-Es… un hechizo. Lo leí en Historia de Hogwarts.- Le dijo a la chica que tenía al lado. Sonrió aun más, al recordar que había sido Severus el que le había traído aquel libro. Dios, Severus… perdón, profesor Snape ahora. Sonrió nerviosa, tenía ganas de verlo, lo echaba de menos.

Tras avanzar varios metros por el centro de la sala lo vio, estaba en la mesa de los profesores, tan imponente como siempre. Le sonrió con dulzura, estaba muy nerviosa, pero saber que Severus estaba ahí la reconfortaba. Sin embargo el hombre le devolvió una fría y desagradable mirada que la dejó temblando en el sitio. ¿Le ocurría algo? Cuando el sombrero seleccionador gritó Gryffindor, la muchacha sonrió emocionada.

Se sentó en la mesa de su casa con sus compañeros, estaba feliz, de verdad lo estaba, sin embargo, buscar el confort de Severus en la mesa de los profesores y recibir aquel gesto de desinterés la entristeció.

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Estaba nerviosa, muy nerviosa, era la primera vez que tendría clase con el profesor Snape. No podía estar más excitada, pociones. Sabía que era la asignatura que Severus impartía y que tan bien se le daba, lo sabía porque el mismo se lo había contado, incluso había visto de primera mano como había hecho una vez en su casa, ante la sorprendida mirada de ella, una simple poción revitalizante.

El Slytherin entró en el aula cerrando la puerta tras de sí con un fuerte golpe, avanzó por el aula veloz mientras su capa hondeaba tras él con vehemencia.

-No permitiré ni aireos de varitas mágicas ni bobos encantamientos en esta clase. Lo advierto. No creo que muchos de ustedes aprecien la sutil ciencia y precisión arte de la elaboración de pociones, no obstante… Aquellos, pocos elegidos que posean tal predisposición, conseguiré enseñarles a embrujar la mente, aturdir los sentidos, os enseñaré a embotellar la fama y a elaborar la gloria y hasta detener a la propia… muerte.- Siseó cruzándose de brazos con elegancia mientras los miraba a todos con aquella inquietante y penetrante mirada oscura. Hermione estaba algo aturdida y sorprendida por el tono tan silbante y amenazante de su profesor. No era el mismo hombre que ella conocía. Pero estaba ansiosa porque le ensañase todo aquello que le había dicho.- Señor Potter, nuestra nueva celebridad.- Escupió el nombre de Potter como si fuera un insulto.- Dígame. ¿Qué se obtiene al mezclar polvo de raíces de asfódelo con infusión de ajenjo. ¿No lo sabe?

Hermione levantó la mano rápidamente ante su pregunta. La conocía, por supuesto que conocía la respuesta, se lo había explicado el profesor en repetidas ocasiones a lo largo de todos aquellos meses.

-¿Nada?- Preguntó con desdén arrastrando las palabras. Hermione alzó aun más la mano. ¿Es que acaso no la veía? ¿Había hecho algo malo?- Probemos otra cosa. ¿Dónde podemos encontrar un bezoar?- Susurró arrastrando las palabras dotándolas de un curioso aire de desprecio que no le había oído nunca.

-No lo sé, señor.- Susurró Harry avergonzado. Hermione volvió a lazar la mano, todo lo alto que su pequeño cuerpo le daba. ¡En el estómago de una cabra! ¿Por qué no le dejaba responder a ella?

-¿Y cuál es la diferencia entre acónito y luparia?

-No lo sé, señor.

-Lástima, está claro que la fama no lo es todo.- Susurró con acidez mientras lo fulminaba con la mirada. La bruja volvió a alzar otra vez la mano, con la esperanza que la viera y le dejase responder.

-Hermione lo sabe ¿Por qué no le pregunta a ella?- Dijo Harry con obviedad. Snape se limitó a mirarlo despectivamente mientras ignoraba por completo a la joven bruja que tenía al lado.

-Para su información, Potter, asfódelo y ajenjo producen la una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de muertos en vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarse de la mayor parte de venenos. En lo que se refiere al acónito y luparia. Es la misma planta. Bueno… ¿Por qué no lo estáis apuntando todo?- Gritó con veneno. Hermione que lo tenía al lado lo miró interrogante, pero éste simplemente la ignoró como había hecho la primera noche en el gran comedor y como llevaba haciendo la última hora.- Y se le resta un punto a la casa de Gryffindor por su descaro Potter.

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Pasaron los días y a pesar de lo intentos de Hermione por llamar la atención del hombre e interesarse por él. Snape parecía ignorarla como si no existiera. Tras varias semanas de insistencia y con gran pesar y tristeza, la joven bruja desistió en su empeño de entablar conversación con su profesor y tras varios meses, la sutil y familiar relación que existía entre ellos desapareció. Snape comenzó a tratarla con el mismo desprecio y la misma frialdad, que a su amigo Harry. Incluso a veces intuía que sus insultos iban mas dirigidos a ella, que al resto de sus compañeros de casa.

Con él paso de los años, su trato se volvió inexistente, la relación entre Hermione Granger y Severus Snape se tornó estrictamente educacional o cortés en determinados encuentros. A medida que el tiempo pasaba, los cursos pasaron, aunque había tratado de tener el menor contacto con él, los años de guerra hicieron que tuviera que tratar más él. Pero siempre manteniendo las distancias.

Cuando la guerra estalló y a pesar de todo lo que estaba viendo, le costaba creer lo que la gente decía de ese hombre. Si, ella también había visto su comportamiento, pero incluso 7 años después, se negaba a creer que Snape fuera así. No podía creerse que aquel hombre que trataba a todo el mundo de forma tan sarcástica, fría incluso a veces cruel; fuera el mismo hombre que la había guiado durante tantos meses. Con el pasar de los años, Hermione comprendió algunas de las conversaciones que habían tenido.

Y cuando se enteró de lo de la madre de Lily, el corazón se le había encogido de sobre manera al recordar una de las últimas conversaciones que habían tenido. Porque… aunque no se lo hubiera dicho a nadie, y lo hubiera guardado en lo más profundo de su cerebro como un recuerdo sutil. Recordaba la promesa que le había hecho.

Y aunque ahora mismo el 99 por ciento de las veces ese hombre le provocase rabia, desagrado, incluso temor. En aquel entonces, cuando tan sólo había sido una niña inocente y curiosa, solo había querido demostrarle a aquel hombre que tanto cariño le profesaba, algo de amistad.

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2 de Mayo de 1998

Hogsmeade, casa de los gritos

-Harry, mírame, mírame…- Siseó Snape mientras notaba la sangre salir a borbotones de su cuerpo.- Tienes lo ojos de tu madre.

¡No! ¡No! Snape no podía morir, no podía. Vio a Harry arrodillado a su lado mientras sus manos trataban en vano de parar la hemorragia. Hermione se quedó de pie, al lado de Ron observando como a su profesor se le escapaba la vida con cada respiración. Entre sollozos de desespero y lágrimas de tristeza la talentosa bruja pudo ver una última mirada. Aquellos oscuros pozos negros la miraron como hacía 7 años que no lo hacían, por un momento, la bruja volvió a sentir aquel cariño que tanto le había tenido al profesor. Y tras algunos segundos de sentirse la peor persona del mundo, Hermione le mantuvo la mirada a Snape, hasta que sus pupilas se quedaron fijas en algún punto al fondo de la pared y su pecho se detenía a medio camino.

-¡No!- Gritó el chico.

-¡Harry deber marcharte!- Le gritó Hermione con los puños cerrados y las lagrimas en los ojos.- ¡Ve! Tienes que llegar al despacho de Dumbledore.- Le ordenó la chica sacando al pelinegro de su letargo.- Ron, ve con él. Acompáñale, debe llegar al pensadero.- Le explicó la castaña a su novio. Weasley asintió y levantó a Harry del suelo.

-Vamos colega.- Susurró el pelirrojo.- ¿Hermione, que vas hacer?

-Yo iré detrás, llevaré al profesor Snape al castillo. ¡Marcharos!- Les gritó mientras se quedaba ahí en medio de pie. Oyó a sus amigos desaparecer rápidamente del lugar. Avanzó temblorosa hacia el cuerpo sin vida del hombre, se dejó caer derrotada a su lado, sus rodillas golpearon la vieja madera de la casa haciendo temblar el suelo.

Sus lágrimas surcaron su cara, borrando la suciedad y el polvo de su rostro. Sus manos temblorosas tocaron con suavidad el brazo del hombre y su torso, notaba la tibieza que aún desprendía su cuerpo inerte. Y tras un par de minutos allí, sus ojos se abrieron con sorpresa e incredulidad cuando su mano, posada sobre el ensangrentado pecho de Snape, había comenzado a subir y bajar pesadamente, con dificultad.

Esperó durante unos segundos más asegurándose de que aquello no había sido fruto de su desesperada imaginación. Con inseguridad, buscó con sus dedos la yugular del hombre. Débilmente, bajo toda aquella sangre que comenzaba a coagularse, notaba la suave reminiscencia del pulso. Con el corazón en un puño y atropelladamente rebuscó lo más rápido que pudo en el interior de su bolso, apenas era capaz de acordarse de respirar por sí misma, para mantenerse con vida como para tener, que además procurar no perder la ya de por sí, precaria vida de su profesor.

Le añadió las pocas gotas que le quedaban de esencia de díctamo a los profundos cortes de su cuello y las preciadas lágrimas de fénix en el resto de las mordeduras que Nagini le había infringido. Después con dificultad y procurando que su voz no temblara en exceso, pronunció una y otra vez el hechizo Vulnera Sanentum, hasta que el pulso y la respiración del Slytherin recuperaron parte de la normalidad.

Lo estabilizó como pudo y se lo llevó al castillo como le había dicho a sus amigos. Madame Pomfrey lo atendió tan rápido como le fue posible. El corazón de la bruja no descansó hasta que el hombre abrió los ojos consciente un par de horas después. Había estado tentada en irse, su profesor se encontraba en buenas manos, sin embargo con las noticias de Harry de lo que había visto en el pensadero, solo le había servido para quitarse las dudas de la mente y quedarse con él.

Cuando Snape abrió los ojos, lo primero que vio fueron aquellas pupilas color miel bajo una maraña desordenada y sucia de bucles castaños. La respiración de la bruja se calmó, por desgracia, después de aquel breve contacto había tenido que irse, Harry estaba luchando la batalla con Voldemort en el patio del castillo. Esa sería la última vez que vería aquellos profundos y fríos ojos negros. Cuando volvieron al castillo tras la definitiva victoria de Harry...

Severus Snape había desaparecido.

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1 de Septiembre de 2005

Colegio Hogwarts de magia y hechicería.

-No sabes cómo me alegro que hayas decidido venir Hermione.- Agradeció la anciana acercándose rápidamente a la joven mientras la abrazaba efusivamente.

-Siempre es un placer volver a Hogwarts profesora McGonagall.- Habló con una gran sonrisa.

-Minerva, querida. Llámame Minerva.-Aclaró la señora alejándose un poco de la muchacha.- Espero que tus aposentos y tu despacho sean de tu agrado.

-Lo son, muchas gracias.- Agradeció la bruja.

-Entonces te dejo instalarte a gusto.- Dijo la directora saliendo del despacho de defensa contra las artes oscuras.

-Por cierto sabe algo de…- Hermione hizo el amago, pero no sabía si quería responder. Snape había desaparecido después de la guerra, seguía vivo, de eso estaba segura, porque el hombre se dejaba ver de vez en cuando por el Callejón Diagon, sin embargo había cortado cualquier tipo de contacto con la gente que conocía. Durante estos 7 años no había una solo momento en que no se preguntaba donde andaba su antiguo profesor de pociones.

-Lo conocías bien.

-Son muchos años.- Afirmó la bruja.

-15 para ser exactos.- Susurró una voz seseante y fría desde el umbral de la puerta. Hermione reconocería aquella voz incluso dormida.

-Severus ha decidido volver a su viejo puesto de profesor de pociones.- Habló con calma la anciana.- Después de siete años, volvéis a estar ambos entre estos muros.

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¡Hola chicas! Os presentó el capítulo piloto. Como en las series. Como no era capaz de decidirme por cual Fic continuar después de Encubiertos. He decidido subiros 4 capítulos piloto, con cuatro posibles Fics, y vosotras vais a decidir con cual sigo.

Las opciones son:

-La promesa.

-La Dinastía de los Morgan.

-Los recuerdos de la casa de los gritos.

-El día de la vergüenza. (Continuación de Incursiones a media noche)

Mandarme un review con vuestra preferencia. Daré una semana antes comenzar oficialmente con el Fic nuevo. Las otras ideas para los Fics no se van a descartar, simplemente irán después.