Se suponía que esto era una cita ¡Se suponía! Todavía no podía creer lo que pasaba en estos momentos. El estaba ahí, con sus mejores ropas y el muy desgraciado estaba hablando con esa…con…con… ¡Con Oppai-baka! Si, de ahora en más la llamaría asi. Esa mina se cree que por ser rubia, de ojos castaños y tener cuerpo de envidia podía tener cualquier hombre que se le antojase. Se reía internamente, estupida rubia ¡No puede tener a los homosexuales! Por que con quien estaba saliendo o era homosexual o era extraterrestre ya que jamás lo vio interesarse en el genero femenino, solo en la ropa. No, no quería decir que era travestí, se refería a que lo travestía a él. Mmm, no tiene sentido decir esto si no están contexturadas, por ello, empecemos por el viernes, viernes a la mañana.

Viernes a la mañana.

Nuestro castañito protagonista, Sawada Tsunayoshi. El uke mas uke (aparte de Enma Kozato) de todo el universo de KHR, estaba durmiendo placidamente en su camita con su pijama normal. No le hacía daño a nadie, excepto a los microorganismos que aplasta sin saber, pero bueno, esos no les importan ni a los vegetarianos. Bueno, estaba en su camita cuando una pequeña sombra con fedora entraba en la habitación, y se quedaba mirando el rostro de Tsuna. Aquel rostro tan hermoso y sonrojado naturalmente, con aquellas pestañas suaves y finas. Era toda una muñeca japonesa. Y supo que tenía que hacer. Con cuidado, dirigió su mano hasta el rostro de Tsuna y con "delicadeza" le pegó una bofetada. Porque los viernes había clases y era su obligación como su tutor despertarlo, lo demás correrá por la cuenta de Dame-Tsuna. Cuando escucho el chillido mañanero, dio su trabajo por hecho y se fue la habitación para hacer su segundo trabajito. Comerle el desayuno a Tsuna.

En cuanto escucho el portazo, nuestro conejito ya se había despabilado. Omitiendo el golpe hoy se sentía bastante contento, ya que mañana se inauguraba un nuevo parque de diversiones y su querido novio Kyoya y él lo inaugurarían con la excusa de "prueba". A veces era excelente tener un novio que odiase las multitudes, como cuando querían ver una película y había fila, cuando quería comprar algo y había fila. Prácticamente cuando quería hacer algo y había fila. Pero no piensen mal, Tsuna no usa a Hibari ya que después de todo luego tiene que "pagarle". Y me refiero ahí abajo.

Bueno, después de ese típico día en donde todo le salía mal, llegamos a la parte en donde se encontraba a solas con el prefecto favorito de todos. En estos momentos estaban sentados en el sofá, tan cerca que podían sentir las respiraciones el uno del otro. Kyoya estaba paseando su mano bastante entretenido por la espalda de Tsuna, escuchando aquellos gemidos que eran música clásica para el carnívoro. Su mano estaba descendiendo lentamente hacía cierta parte trasera del castañito. Iba a ser una tarde divertida… Hasta que alguien abrió la puerta de golpe.

-Kyo-chan~-dijo una voz melosa y femenina. Tsuna se volteo con una furia contenida. Se quedo de piedra. Frente a el había una bella mujer posiblemente de veintidós años, con cuerpazo de infarto con dos enormes globos (también conocidos como senos) y una larga cabellera rubia. Ojos castaño oscuro como chocolate amargo en un bello rostro. Era preciosa. O lo era para Tsuna hasta que la mujer se abalanzo hacía Kyoya y lo apretujo en sus pechos. Ahora para Tsuna era un horrible monstruo-Kyo-chan, te extrañe mucho-por otra parte, el carnívoro de la habitación no entendía que carajo hacía allí "eso", la ultima vez le había dejado bien claro que la quería fuera de su vida y que no se entrometiera más, pero al parecer era cabeza hueca y como nunca mordía herbívoros hembra, se estaba aprovechando-Nee, me llevaras al nuevo parque ¿Verdad? Anda, di que si-el tono de voz que empleaba la mujer era claramente uno ensayado, a Tsuna nada se le pasaba por alto cuando tenía que ver con su amor. Tal vez pueda usar su posición mafiosa para eliminarla…

-Suficiente-exclamó por fin Hibari-Tú-señalo a la mujer-vete, estoy ocupado con alguien que si tolero-como estamos hablando del prefecto de Namimori, ese es uno de los mejores cumplidos que podías esperar de el-vamonos-agarró de la mano al castañito, el cual aprovecho el pequeño para sacarle la lengua a la rubia como señal de triunfo. Saliendo de la habitación la mujer bajo la vista, y una pequeña sonrisa maliciosamente calculadora se hizo presente en su rostro.

Mientras tanto, la OTP de muchas estaba caminando hacía la casa del uke. Tsuna no quería arriesgarse a enfrentar el enfado del mayor pero eso no quería decir que no quisiese saber quien era aquella mujer que se demostró tan amable con Kyoya y cabe mencionar que el hombre no hizo tanto para alejarla. Kyoya vivía en un mundo donde las mujeres con unas palabras dejaban de insistir, pero no, las mujeres eran detectives a la hora de averiguar cosas y no descansaban hasta descubrir la verdad. Ya de por sí Tsuna se sentía frustrado por no poder tener un "tiempo a solas" con Kyoya, para que encima ahora no pueda obtener respuestas. La vida era tan injusta con él.

-Llegamos-le dijo bajito el prefecto al tiempo que se detenían. En efecto, los gritos de los niños decían perfectamente que habían llegado a la residencia Sawada. Kyoya se había agachado ligeramente para poder devorar un poco los labios de su conejito pero este desvió la mirada-¿Qué sucede?-le pregunto extrañado.

-Tú dímelo Kyo-chan-dijo con sorna el castaño para luego entrar en su casa dejando con las palabras en la boca al mayor. Nunca se había comportado de ese modo pero no podía permitir que Kyoya pensara que era un debilucho mental. Suspiro pesadamente-si esa mujer cree que puede tenerlo, esta equivocada-sonrió un tanto tétrico mientras corría escaleras arriba.

Una vez adentro cerró con llave y se dirigió a su armario. Revolviendo un poco encontró una caja bien escondida. Su mayor secreto que esperaba revelarle a Kyoya en su aniversario pero a veces había que hacer excepciones. Abriendo la caja saco lo que parecía un vestidito tipo lolita color celeste crema con encajes blanco, en la caja también había unos accesorios para el cabello al estilo moño medio suelto, medías blancas largas hasta el muslo y los zapatitos de charol negros. También había una ligera carterita con una carita de conejo. Jeje esa rubia no ganaría.

¿Dónde estaba su conejito? Ya hace quince minutos que venía esperándolo a petición de este y todavía no hacía acto de presencia. Un aura oscura se empezaba a cernir sobre el-Kyoya-gritó una voz a lo lejos, precisamente a su izquierda. Se volteó para ver quien era el osado que osaba gritarle y se quedo mudo de la impresión. Tsuna se había puesto el vestido con todo y accesorios que describí hace rato. Era la vista más maravillosa que había visto en toda su vida, mientras que en el exterior se mostraba neutro en el interior, diversos mini-Kyoya estaban haciendo una fiesta en su oficina mental. Tsuna especialmente para ese día se había puesto lo que pensaba que se pondría para su aniversario, el conejillo jamás sabría que el ladrón de ropa era él.

-Explícate-fue lo que dijo, tenía que seguir en su papel de "soy un seme frío y cool y por eso todas me aman".

Pero cuando iba a abrir la boca, otro "Kyoya" se escuchó, pero esta vez del otro lado derecho. Corriendo con un "boing, boing" de fondo producto de cierta zona atrayente para los heterosexuales masculinos. Se paró frente a Kyoya opacando a nuestro Tsuna al cual no le agrado nada esto-¿entramos?-dijo bastante feliz, agarrando a Hibari del brazo como si ella fuese su novia dejando atrás al Sawada, quien no podía creer lo que acababa de suceder ¡Y como burro no hizo nada al respecto! Malhumorado, entró también al parque.

Primero habían ido a unos juegos suaves, como las tacitas giratorias. Estaban en este orden: Tsuna, mujer, Kyoya. Si, aquella mujer se había puesto en medio de ambos como si fuese lo más natural del mundo y sonreía de oreja a oreja. Por un segundo hubo un atisbo de culpa por parte de la rubia, para luego volver a su mueca de "felicidad". La tacita empezó a girar hacía la derecha, yendo a una increíble velocidad y gracias a esa velocidad, los pechos de la mujer empezaban a golpear a Tsuna ¿¡Eso era normal!? En Japón tal vez…

Luego de aquel juego, fueron a la montaña rusa. Nuevamente aquella mujer le había robado el lugar al lado de Kyoya. Estaba considerando seriamente lanzarle un X-Burner. Pero curiosamente, en toda la montaña rusa la mujer se agarraba el cabello, tal vez para que no se le despeine.

Finalmente, fueron al juego en donde se ponía aprueba tu capacidad de tolerancia, concertación y decisión. Un juego en donde los más valientes han caído, un juego que si lo quiere te dejaba sin casa. Así es…La maquinita de peluches. Todo el mundo no puede ir a un centro de entretenimiento sin haber pasado por esta maquina (no quiero presumir, pero yo una vez saque un osito). Cuando pasaban por esa sección, Tsuna se vio interesado en una linda ballenita fucsia, la más fácil de sacar. Kyoya, notando esto, decidió sacárselo como buen seme que era mientras la mujer se había a comprarse algo de beber. Puso una moneda y con la garrita se dirigió hacia el peluche, logró atraparlo con éxito pero la muy desgraciada maquina troller por excelencia decidió dejarlo caer. Un aura oscura empezó a formarse alrededor del prefecto-Sawada Tsunayoshi-nombre completo, mierda-espera en la banca-no queriendo enojar más a su carnívoro, se fue a la banca más lejana mientras Kyoya empezaba a sacar las tonfas de a poco (porque no hay fic de Kyoya sin que este saque sus tonfas).

Lamentablemente tengo que censurar esta escena para evitar demandas de "No al maltrato de maquinitas troller, porque ellas también tienen derechos".

Volviendo al uke, este estaba sentado en una banca solo hasta que alguien se sentó a su lado-¿Realmente quieres a Kyoya? No lo parece-dijo sería esa mujer, Tsuna no le dio importancia, no quería arruinar más la cita-Solo digo, para dejar que pase el día más conmigo que contigo. Deberías dejarlo para dejarme vía libre-y luego eso empezó a reir de forma escandalosa, no importaba ya que eran los únicos en el parque. El sonido de una fuerte bofetada hizo eco y la mujer cayó al suelo. No, no fue Tsuna, fue Kyoya, el cual cargaba cientos de diferentes tipos de adorables animalitos de colores chillones o suaves. Si, solo Kyoya puede cargar peluches y seguir viéndose rudo-Kyo…-

-Ya cállate maldita herbívora-dijo más que cabreado el temido prefecto-te tuvo que aguantar todo el mísero día sin pretexto alguno ¿para que? Para que luego te metieras con mi presa-le entregó todos los peluches a Tsuna, el cual no solo estaba contento, sino que se preguntaba como llevaría todo eso a casa-No me importa que seas mujer-se empezó a acercar a la fémina-no me importa si luego me llegan cartas de herbívoras feministas-cuando estuvo lo bastante cerca, sacó nuevamente sus tonfas-y no me importa si luego tengo problemas legales-se puso en posición de batalla y exclamó lo que todas queríamos leer-kamikorosu-

Y con un grito un tanto exagerado, la rubia salió corriendo con el típico "boing, boing" de fondo. Dejando a la OTP finalmente sola.

Guardando sus tonfas nuevamente, Kyoya se sentó al lado de su conejito, pasando un brazo por los hombros del pequeño el cual abrazaba el peluche que quería desde el principio-jamás olvidare este día Kyoya-puso su cabecita en el hombro del más alto, contento de lo que hizo su novio. Si, no le gusto tener que ser la princesa que hace todo bien, pero era eso o ir a Vendicare por obvias razones. Pero ya nada importaba, era tarde y era hora de volver-Kyoya-llamó la atención del mayor al tiempo que empezaban a cargar los peluches-esta noche ¿Me puedo quedar en tu casa?-preguntó con aquel tono lujurioso que volvía loco al mayor. Esa noche harían las cosas que no pudieron hacer por culpa de la rubia.

Por otra parte, la rubia…

-Dios-dijo "cansada"-no vuelvo a hacerle un favor a Reborn. Por poco y muero-se sacó la cabellera rubia, rebelando una más corta y un poco más doraba, luego se sacó el maquillaje pero todavía no se saco los grandes senos falsos, seguía en la calle-estas cosas son una tortura-se las toco un poco por mera molestia.

-¿D-Dino-sensei?-menciono una vocecita detrás de él que tan bien conocía. Se giro lentamente solo para ver al pequeño Enma Kozato. Se quería morir.

-Enma, esto no es lo que parece-pero el chico no lo escucho, quizás por el shock de ver que su sensei era un travestí. No aguanto más, se fue corriendo-¡Enma, vuelve aquí!-

Y mientras el pequeño Kozato chillaba por miedo a que lo agarrase, esa callada tarde en la calle solo se podía escuchar un "boing, boing".