Las Aventuras Inéditas de Randy Cunningham

«Cómo Conocí al Ninja»

¡Hola a todos! Aquí les tengo un lanzamiento anticipado de mi serie de fics: "Las Aventuras Inéditas de Randy Cunningham". Originalmente este capítulo iba a ser el número 9 pero decidí publicarlo antes porque está basado en un par de imágenes publicadas por la página oficial de RC9GN donde se muestran a Randy, Howard, Doug y Stevens cuando eran pequeños y quería que vieran lo que creo que ocurre en esas imágenes antes de que salga al aire el verdadero episodio.

Así que disfrútenlo y comenten.


CÓMO CONOCÍ AL NINJA

Durante la hora del almuerzo en la Secundaria Norrisville, Randy y Howard se encuentran platicando mientras la cocinera les da su comida.

—Sigo diciendo que tú fuiste quien sugirió que nos coláramos —dijo Howard mientras se sentaba en una mesa.

—Por supuesto que no, Howard, fuiste tú —replicó Randy sentándose también.

—No tienes pruebas de ello —le contradijo Howard cruzando los brazos.

—¿Ah, no? Mira esto. —Randy le enseñó a Howard una vieja y arrugada nota.

—¿Y esa basura?

—¿Qué no recuerdas? —es la nota que le enviaron a nuestros padres cuando nos escapamos del salón.

Howard tomó la nota y la leyó.

Estimada Señora Cunningham:

Debo informarle que su hijo, Randall Cunningham y su amigo, Howard Weinerman, salieron del aula del preescolar sin autorización de su profesora y entraron al edificio de la secundaria, lo cual está estrictamente prohibido para los estudiantes de preescolar.

Cabe mencionar que pusieron sus vidas en riesgo tras acercarse demasiado a un ataque de robot en las instalaciones de la secundaria. Afortunadamente ninguno fue lastimado durante el ataque.

Debido a la gravedad de sus actos tanto su hijo como su compañero serán suspendidos durante dos días.

Sin más por el momento me despido.

ATTE.

Irving Delgadillo

Director de la Secundaria Norrisville

—Ahhhh, ÉSA nota —dijo Howard volviendo bola la nota y lanzándosela a Randy en la cara—. No, aún no recuerdo.

Randy gruñó y se golpeó la frente.

—Déjame recordarte cómo pasó —comenzó Randy—. Todo empezó hace años, cuando teníamos cinco…

Randy tuvo un recuerdo de ese día. Él y Howard estaban en un pequeño salón repleto de dibujos pegados en las paredes y el lugar olía a crayolas y a pegamento. Ambos estaban sentados en el suelo junto a otros niños escuchando atentamente a la profesora Zingwald, la cual fue su maestra de preescolar antes de dar clases de poesía en la secundaria. Ésta les estaba contando una historia sobre el héroe de Norrisville: el Ninja.

—… Y así fue como el Ninja devolvió a ese estudiante a la normalidad —terminó de contar la señorita Zingwald. Los pequeños estaban asombrados.

—Wow, Cunningham, ¿no sería increíble poder conocer al Ninja? —preguntó Howard a su amigo Randy.

—¡Eso sería TAN bruce! —exclamó Randy— Pero los ataques de monstruos y robots sólo ocurren en la Secundaria —Randy lanzó un suspiro de desilusión.

—Pues adivina qué amigo —le dijo Howard—, tengo un plan.

Un rato después, la señorita Zingwald salió con los niños al patio para hacer una actividad.

—Muy bien niños, quiero que hagan un dibujo sobre algo que les guste mucho —les dijo la señorita Zingwald—. Cuando terminen me lo entregan y podrán irse a jugar. Pero recuerden que por ningún, repito, NINGÚN motivo deben acercarse a la secundaria.

—Sí señorita —respondieron los niños al unísono.

—Bien, ya pueden comenzar.

Los niños tomaron sus crayones y comenzaron a dibujar. Mientras todos estaban ocupados, Randy y Howard estaban a punto de poner en marcha su plan para conocer al Ninja.

—Bien, Cunningham, este es el plan —susurró Howard al oído de Randy—: mientras los demás están distraídos y sin que la señorita Zingwald se dé cuenta, tú y yo nos iremos silenciosamente hacia la secundaria, entraremos por la puerta de atrás, nos esconderemos en la entrada de la escuela y esperaremos a que el Ninja aparezca.

—¿Y luego qué? —quiso saber Randy.

—Luego regresaremos y haremos como si nada hubiera pasado —respondió Howard orgulloso de su plan.

—Howard… hagámoslo —dijo Randy con determinación.

Ambos se agacharon y gatearon sigilosamente hasta que llegaron a la esquina del edificio del preescolar. Junto a ésta había una reja que separaba el preescolar de la secundaria.

—¿Cómo vamos a cruzar? —preguntó Randy.

—Por ahí —contestó Howard señalando un agujero en la esquina de la reja—. Yo primero.

Howard entró por el agujero pero se atoró, entonces Randy lo empujó hasta que logró pasar del otro lado. Randy pasó también por el agujero pero su McCapucha se había enganchado a la reja.

—De prisa Cunningham —lo apresuró Howard—. El Ninja nos espera —Howard se fue para ganar tiempo mientras Randy batallaba por liberarse.

—¡Espérame Howard! —exclamó Randy en un susurro para que nadie más lo oyera al tiempo que tiraba con fuerza de su McCapucha, hasta que por fin se soltó y corrió a reunirse con Howard, sin darse cuenta que un pedazo de su McCapucha había quedado prendido en el agujero de la reja.

—Eh… señorita —dijo Doug levantando la mano para que la maestra lo escuchara.

—¿Qué sucede Doug? —preguntó la señorita Zingwald dulcemente.

—Randy y Howard acaban de cruzar la reja —acusó Doug—. Fueron a la secundaria.

—¿Qué? —exclamó alarmada la señorita Zingwald dirigiéndose hacia la reja, donde encontró el trozo de la McCapucha de Randy— Ay, no. Niños, vuelvan adentro, iré a la secundaria a buscar a sus compañeros —la señorita Zingwald hizo entrar a los demás niños al salón y fue corriendo a toda prisa hacia la secundaria.

Randy y Howard entraron a la secundaria por la puerta trasera, no sin antes asegurarse de que no hubiera nadie.

—Todo despejado —indicó Howard saliendo al pasillo—. Ahora sólo tenemos que encontrar el salón principal y esperar a que llegue el Ninja.

—Mmm… no lo sé Howard —dudó Randy—. Tal vez sí sea peligroso.

—No me digas que no quieres conocer al Ninja —dijo Howard enojado.

—Sí quiero pero… ¿no crees que nos meteremos en problemas?

—A ver, ¿quién fue el que insistió en venir aquí en primer lugar?

—Tú.

—Pues… ¿por qué decidiste seguirme?

—Bueno, al principio me pareció una gran idea venir para ver al Ninja pero ahora ya no estoy tan seguro.

—Vamos, Cunningham, ya estamos aquí.

Arg, está bien —gruñó Randy—. Vamos.

Los dos caminaron de puntillas por el pasillo, procurando no hacer ruido y revisando que nadie los viera.

Después de varios minutos de recorrer la secundaria, se detuvieron.

—¿Qué ocurre Howard? —preguntó Randy.

—Ehhh… yo… —titubeó Howard.

—No tienes idea de dónde estamos, ¿verdad?

—Mmm… no —respondió Howard nervioso.

—Lo sabía —dijo Randy—. Sabía que era mala idea y ahora estamos perdidos aquí.

—¡Cunningham, mira! —exclamó Howard emocionado señalando una gran puerta frente a ellos.

Ambos empujaron la puerta y lanzaron un grito ahogado al ver el gran vestíbulo de la secundaria. Era sumamente amplio y hermoso y en el suelo había un bellísimo mosaico con la forma de una carpa y por ojo tenía una brillante piedra dorada.

—Aquí es —dijo Randy asombrado.

—¿Ves? Te dije que sabía a dónde iba —dijo Howard.

De repente, se escuchó un estallido proveniente del pasillo.

—¿Qué fue eso? —exclamó Randy sobresaltado.

—Vamos a ver —sugirió Howard.

Ambos se dirigieron rápidamente hacia la puerta y se asomaron al pasillo. Sus ojos no podían creer lo que veían. Frente a ellos estaba uno de esos robots que atacaban diario la secundaria. Era un robo-tigre de al menos dos metros de largo y rugía tan fuerte que destruía las paredes.

—¡Corran por sus vidas! —gritó el director Delgadillo presa del pánico.

Mientras tanto, Randy y Howard veían el ataque desde el vestíbulo.

—¡Santos Ninjas! —exclamó Randy— ¿Viste esa cosa?

—Ja, ja, ¡sí! —exclamó Howard emocionado— ¡Ahora podremos ver al Ninja en acción!

—¡Bomba de humo! —se escuchó una voz heroica.

Randy y Howard voltearon y lo vieron. Al final del pasillo se encontraba una persona en un traje negro con rayas rojas, tenía una banda y una larga bufanda ondeante del mismo color y su rostro estaba cubierto por una máscara. Randy y Howard apenas contenían la respiración. A tan sólo unos metros de ellos se encontraba el legendario héroe de Norrisville, SU héroe, el Ninja.

—¡Ahí está, ahí está, ahí está! —exclamó Randy entusiasmado—. ¡Es el Ninja!

—¡Sí, es fantástico! —exclamó Howard dando saltos.

—Bien robot, es hora de acabar con esto —anunció el Ninja sacando su espada y lanzándose sobre el robo-tigre.

—¡Vamos Ninja! —animaba Randy.

—¡Hazlo pedazos! —agregó Howard.

No muy lejos de ahí, la profesora Zingwald continuaba buscando a Randy y a Howard cuando junto a ella pasó corriendo el director Delgadillo.

—Disculpe director, ¿no ha visto a dos de mis niños? —le preguntó desesperada— Uno es bajito, de cabello anaranjado y el otro es delgado y de cabello púrpura.

—¿Qué? ¿Hay dos niños de preescolar en la secundaria? —gritó Delgadillo alarmado— ¡Debemos hallarlos pronto! ¡Hay un robot asesino destruyendo todo!

—¡Oh, no! ¡Debemos darnos prisa!

—¡Vamos!

El director Delgadillo se fue corriendo hacia donde se encontraba el robot seguido de la señorita Zingwald.

De vuelta en el pasillo, Randy y Howard miraban asombrados como el Ninja peleaba contra el robo-tigre.

—¡Esto es lo más brutal que haya visto! —declaró Randy con una gran sonrisa.

Pero entonces, el robo-tigre se volvió hacia ellos y saltó sobre Howard.

—¡Déjalo ya enorme gato! —exigió Randy al robo-tigre jalándole la cola. El tigre, furioso, lo encaró y comenzó a agitar su cola frenéticamente para hacer que Randy se soltara.

—¡Auxilio! —gritaba Randy con desesperación puesto que no podía sujetarse más tiempo, hasta que el robo-tigre lo lanzó al aire y comenzó a caer.

—¡Cunningham! —gritó Howard horrorizado al ver a su amigo a punto de golpearse contra el suelo.

Randy estaba terriblemente asustado. Jamás hubiera creído terminar así, de modo que cerró los ojos preparándose para caer, pero de pronto, algo detuvo su caída. Abrió sus ojos y no dio crédito a lo que veía. ¡El Ninja lo había salvado de caer!

—¿Te encuentras bien pequeño? —le preguntó.

—Ajá —asintió Randy boquiabierto.

Mientras estaban distraídos, el robo-tigre se lanzó hacia ellos, pero el Ninja saltó de ahí justo a tiempo con el pequeño Randy en brazos.

—¿Cómo Ninjas puedo vencerlo? —se preguntó el Ninja cansado de que el robo-tigre no se rinda.

—¡Usa una bola de fuego! —sugirió Randy.

—Gran idea —dijo el Ninja bajando a Randy y sacando una bola de color rojo de la banda de su cintura—. ¿Harías los honores? —propuso el Ninja ofreciéndole a Randy la brillante bola roja.

—¿En serio Ninja? —preguntó Randy mirándolo.

—Por supuesto amiguito —le respondió el Ninja.

Randy asintió y tomó la bola roja. Estaba que no lo creía. En sus manos tenía una de las tantas bolas que el Ninja utilizaba diario en sus batallas. Entonces, Randy miró retadoramente al robo-tigre que se preparaba para atacar.

—¡Bola de Fuego Ninja! —exclamó Randy arrojando la bola directo a las fauces del robo-tigre, que al impactar con éste, estalló convirtiéndolo en un charco de metal fundido.

Bruuuuce —dijeron Randy y Howard al mismo tiempo mientras contemplaban al robo-tigre envuelto en llamas.

Justo entonces llegó el director Delgadillo junto con la señorita Zingwald. Ésta corrió directo a donde estaban Randy y Howard y los abrazó fuertemente.

—¡Oh, niños que bueno que estén bien! —exclamó entre sollozos— ¿Cómo se les ocurrió hacer semejante cosa?

—Lo sentimos señorita Zingwald —dijeron Randy y Howard apenados.

—Está bien señorita Zingwald —dijo el Ninja—, estos dos pequeños valientes me ayudaron a vencer al robot.

—¡Sí señorita! —agregó Howard— Debió ver a Randy, ¡hizo estallar al robot! Estuvo colosal.

Randy se ruborizó y lanzó una risita nerviosa.

—¿Enserio? —preguntó Zingwald asombrada.

—Así es señorita —aclaró el Ninja, luego se volvió hacia Randy y se inclinó para estar a su altura.

—Chico, estuviste increíble —admitió—, tienes un talento para acabar con los robots y ese lanzamiento de bola de fuego fue total.

—Gracias Ninja —Randy abrazó al Ninja y éste le devolvió el abrazo.

—¡Yo también quiero! —exclamó Howard saltando sobre ellos. El Ninja también lo abrazó.

La señorita Zingwald y el director Delgadillo veían con ternura aquella conmovedora escena hasta que dejaron de abrazarse. El Ninja les revolvió el pelo a Randy y a Howard mientras los veía dulcemente.

—Bueno, es hora de irme —anunció el Ninja— ¡Bomba de Humo! —bramó arrojando al suelo una bola negra de la cual salió humo rojo, desapareciendo entre éste.

—¿Estamos en problemas? —preguntó Howard temeroso.

—Aunque hayan ayudado al Ninja a destruir al robot, desobedecieron las reglas y estuvieron a punto de salir lastimados —argumentó la señorita Zingwald.

—Lo siento chicos pero tendré que llamar a sus padres para contarles lo ocurrido —agregó Delgadillo.

Randy y Howard bajaron la cabeza.

—Vámonos ya chicos —dijo Zingwald. Los chicos la obedecieron y se fueron de regreso al área del preescolar.

—… y así fue como conocimos al Ninja —terminó de relatar Randy— ¿Howard? ¡Howard! —Howard se había quedado dormido sobre la mesa.

—¿Qué, cómo, cuándo? —dijo Howard sobresaltado tras haber sido despertado.

—¿No escuchaste nada de lo que dije? —le preguntó Randy molesto.

—Creo que debí dormirme en la parte donde la señorita Zingwald nos contaba una historia sobre el Ninja —respondió Howard.

Randy gruñó.

De pronto, una gran robo-cobra irrumpió en la cafetería destruyendo una de las paredes. Todos entraron en pánico y salieron corriendo asustados de ahí.

—Howard, creo que son las Ninja en punto —dijo Randy sacando su máscara y poniéndosela debajo de la mesa.

—¡Bomba de humo! —anunció apareciéndose frente a la robo-cobra como el Ninja— Bien robo-cobra, acabemos ya con esto.

El Ninja sacó su espada y se lanzó contra la robo-cobra, mientras que ésta trataba de encajarle sus gigantescos colmillos.

—¡Patada Ninja! —el Ninja pateó a la robo-cobra en la cara, haciéndola estrellarse contra una pared.

—¡Eso Ninja!

—¡Acaba con ella!

El Ninja se volvió y vio a un par de niños de preescolar vitoreándolo desde un rincón. Entonces recordó cuando él y Howard se escaparon del preescolar para conocer al Ninja, y ahora todo estaba ocurriendo de nuevo.

Mientras estaba perdido en sus pensamientos, no vio que la robo-cobra se había recuperado y lo golpeó con su larga cola. Lo primero que se le vino a la mente fue aferrarse fuertemente a la cola de la serpiente, tal como lo había hecho con el robo-tigre. ¡Eso es! ¡La bola de fuego!

El Ninja dio un salto y cayó junto al par de niños. Tenía una idea.

—Ey, pequeños —les dijo—, ¿les gustaría ayudarme a vencer a este robot?

—¡Sí! —exclamaron los niños entusiasmados.

—Bueno, tomen esta bola de fuego y arrójensela —les instruyó el Ninja.

Los pequeños tomaron la bola y miraron de frente a la robo-cobra.

—¿Listos? A la cuenta de tres. Uno… dos… ¡TRES!

—¡Bola de Fuego Ninja! —exclamaron los tres arrojando la bola hacia la robo-cobra, destruyéndola al impacto.

—Muchas gracias pequeños —agradeció el Ninja—. Han salvado a la escuela de un robot.

—¡Wow! Ninja no puedo creer que enserio estemos hablando contigo —dijo uno de los niños.

—¡Somos tus más grandes admiradores! —dijo el otro.

—Vengan aquí —dijo el Ninja extendiendo sus brazos. Ambos niños corrieron hacia él y lo abrazaron—. Bueno amiguitos, es hora de que vuelvan a la zona del preescolar, su profesora debe estar preocupada.

—Está bien Ninja —dijeron ambos. En ese momento, llegó su profesora.

—¡Niños! —exclamó corriendo a abrazarlos— Me han dado un gran susto, ¿qué no saben que es peligroso venir a la secundaria sin permiso?

—Está bien señorita —dijo el Ninja—. Estos pequeños me han ayudado a destruir al robot. Ya todo está bajo control.

—Gracias Ninja —dijo la profesora tomando a los niños de las manos—. Ahora, niños, volvamos al salón.

—No le contará a nuestros padres sobre esto, ¿o sí?

—Lo siento pequeños, pero me temo que debo informarles sobre lo que han hecho.

Ambos niños gimieron.

Una vez que se fueron, el Ninja se quitó máscara volviendo a ser Randy Cunningham. Desde ahí pudo contemplar a los dos pequeños niños siendo escoltados por su profesora tal y como les había ocurrido a él y a Howard hacía años.

—Cunningham, ¿te encuentras bien? —preguntó Howard acercándose a él por detrás.

—Sí, sólo estaba recordando el pasado —contestó Randy. Luego miró a su alrededor y contempló lo que quedó de la cafetería—. Creo que mejor nos vamos.

Él y Howard salieron de la cafetería y se dirigieron hacia el pasillo.

—Hablando del pasado… no terminaste de contarme cómo fue que conocimos al Ninja —dijo Howard. Randy gruñó y lo ignoró—. Vamos, cuéntame. ¡No me ignores! ¿Cunningham? ¡Cunningham!


Bueno esto ha sido todo, espero que les haya gustado, gracias por leer y por favor dejen sus reviews. ¡Hasta la próxima!