Akiyoshi Hongo y Toei son los únicos genios (trolles) y dueños de Digimon. Por lo tanto, debo anunciar que Digimon y sus personajes no me pertenecen.

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La metamorfosis después del Big Bang.

Prólogo.

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La teoría del Big Bang —en español: gran explosión—, es un modelo científico que intenta explicar cómo el Universo se originó y desarrolló. Esta es la definición más directa y fácil que les puedo dar y, para efecto de esta historia, es todo lo que necesitan saber.

¿Por qué lo menciono?

Porque en un principio —a diferencia de lo que muchos creen y dan por hecho debido a lo que su nombre significa—, en el Big Bang ni hubo explosión ni fue nada grande. Todos estos hechos tan contradictorios fueron dados de una manera un tanto irónica por un astrofísico ingles por los años 1.949 cuando este intentaba burlarse de la teoría científica que hoy por hoy tiene más peso en el mundo.

Pero esto no se trata de ciencia, mucho menos vamos a ahondar esta teoría. No estamos en clases de física, tampoco deseo aburrirlos. Crean lo que crean, tampoco es una parodia de esa famosa serie gringa. El motivo por el cual he comenzado a contar los hechos de esta manera es porque lo que da pie a esta historia —que nada tiene que ver con la teoría del origen del universo— empieza con un gran Big Bang. Y sí, lo digo literalmente.


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1—

Explosión de luces.

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Las cámaras estaban por todos lados. La noticia se esparció como pólvora. Alrededor del Aiiku Hospital se encontraban cientos de personas, cada una más curiosa que la otra. Los reporteros se daban un banquete con los sucesos, los fans lloraban descontrolados, la ola de carteles y mensajes para las víctimas se hacía cada vez más gigante.

La noche se prestaba para el drama. La llovizna se acrecentaba y los suelos eran lamidos por las pocas gotas que iban cayendo hasta el momento. Una nube blanca de neblina se ponía sobre sus cabezas y el vaho salía de las bocas de cientos de personas aglomeradas en la entrada de la Sala de Emergencias. Una noche fría, lúgubre y llena de expectación.

El clima y la ciudad hacían del show un espectáculo digno de una estrella del pop-rock.

Las aguas estaban en movimiento, pero serenas. El caos mediático comenzó cuando de un Audi negro bajó el embajador de Los dos Mundos. Todos los reporteros se lanzaron sobre el hombre de que vestía con un fino traje de cortes rectos, detrás de él le seguía el abogado de la súper estrella y compañero de vida, los reporteros parecían fieras salvajes que se peleaban por ver quien se quedaba con el último trozo de carne. Taichi e Iori no decían nada, mantenían la serenidad en medio del afán de los buitres sensacionalistas por conseguir una historia a costa del dolor ajeno. Rehuían y esquivaban las cámaras. El representante de la estrella del pop-rock caminaba detrás de ellos, con cada paso que daba decía:

Sin comentarios. No contestaremos preguntas de ningún tipo.

Pero la explosión de flashes y la avalancha de preguntas no cesaron hasta que los tres hubieron entrado en el hospital. Entonces todo el silencio que antecedió ese último minuto regresó, como si la prensa entrara en un modo de hibernación automático por falta de material.

Una vez dentro, los dos amigos se encontraron con algunos integrantes del grupo de digielegidos. Entre ellos estabael hermano y los padres de las víctimas.

Los ojos de Taichi recorrieron la sala de espera rincón por rincón, los rostros hinchados y acongojados de los presentes no hacían más que ratificar la noticia que le había dado hace algunas horas atrás su asistente. Iori se acercó hasta Natsuko y Takeru para mostrar el apoyo a la familia.

—¿Taichi? —Después del llamado siguió un gimoteo.

Sin embargo el otro no reaccionó de inmediato. Hubo que llamarlo un par de veces más para sacarlo de su estado de ensimismamiento que le hacían ver ausente del mundo. Mecánicamente levantó el rostro, entonces reparó en la presencia de Toshiko, quien era la responsable de aquél llanto y llamado insistente. La mirada de la mujer mayor estaba envuelta por una capa de lágrimas que parecían hacerla brillar, tenía el cabello hecho un lio y su cara era tan roja como el camisón de la pijama que llevaba puesta, sus manos inquietas asfixiaban un pequeño pañuelo blanco y todo en ella gritaba lo frustrada y enfada que estaba con los hechos que habían ocurrido esa misma tarde.

El aludido intentó decir algo, pero de sus labios salió un poco menos que un temblor y algunos balbuceos. No había palabras en el mundo que pudieran minimizar ni un poco la opresión que sentía en el pecho, mucho menos podía lidiar con el dolor de la otra. Se hubo dicho un millón de veces durante el vuelo hasta Tokio que todo estaría bien, que no era nada grave, resultaba ser falso, todo lo era. Y no existía nada en el mundo peor que ver la desesperanza en ojos de amigos y camaradas.

—Taichi —repitió Toshiko.

Entonces la mujer dejó el asiento en donde reposaba y caminó con pasos apurados hasta el otro. Taichi la recibió dentro de sus brazos —aunque seguía dentro de su estado de estupor—, dejó que la madre de Sora llorara sobre su hombro. La Sra. Takenouchi había recibido la noticia sin ningún familiar cercano a ella. Su esposo estaba en una conferencia de profesores en Hong Kong y su madre estaba demasiado enferma como para llamarle a mitad de la noche y darle la noticia que podría acabar con sus últimos días radicalmente. No tenía a nadie más y la tensión que había estado sosteniendo sobre sus hombros se desbocó al ver a Taichi, lo más parecido a una familia que tenía en ese momento.

—¿Todavía no han dado noticia alguna? —se atrevió a preguntar Iori.

—Jou está adentro —contestó Hiroaki Ishida—. No lo han dejado operar, pero si le han dejado dentro del quirófano. Nos mantiene informados, aunque ya ha pasado varias horas desde la última vez que le vimos.

—¡Es desesperante! —chilló Natsuko, a quien su hijo menor abrazó inmediatamente.

Natsuko tenía rastros de lágrimas muertas que delataban su último llanto. Sin embargo, exteriorizaba una fuerza mayor que la que Toshiko mostraba en comparación.

—Sus estados aun son críticos —agregó Takeru—. Están intentando detener una hemorragia en Sora y Yamato ha sufrido de múltiples heridas internas. ¿Alguien le ha avisado a Mimi?

—Taichi lo ha hecho —respondió Iori—. Ella y Koushiro deben estar por llegar. Tuvimos que conseguirles visas especiales para que vinieran desde Estados Unidos por una terminal del Digimundo.

Takeru dijo, luego de una pausa en donde se sintió un silencio ensordecedor, que Ken y Daisuke habían ido a por Hikari y Miyako. Pero que en su última llamada explicaron que debían llevar a los hijos de los Ichijouji con sus abuelos, pues sería poco responsable de su parte hacerles pasar la noche en el hospital.

Mientras Takeru contaba aquello, Jou hizo su entrada. Jou estaba vestido todo de azul, cubierto de pies a cabeza con ese traje que se usa para operar. Se quitó el tapaboca y todos se pusieron de pie, esperando recibir buenas noticias.


NA: Todavía tengo historias sin terminar a las que desde ahora comenzaré a darles prioridad. No prometo nada tampoco, siempre lo hago y termino poniéndome la soga al cuello yo misma. Sin embargo, pese a que cada vez parece que tengo más historias sin terminar, no podía dejar de lado esta historia y debía subirla porque sino se queda guardada y no ve luz o se me dañan los archivos y ya luego pierdo interés. Si la subo es para comprometerme conmigo misma a terminarla. No planeo hacerla larga, pero tampoco prometo que eso sucederá.

Espero me acompañen en esta historia. Sería alindo hacerlo juntos. :)

Ciao!