Descargo la responsabilidad: no soy dueño de Glee ni de sus personajes.

Habían pasado dos semanas desde la llamada que recibió Quinn de su madre y ya había decidido lo que iba a hacer. Decidió que no se reuniría con su padre. Lo que pasó con él hacía siete años la dolió y no quería saber nada de él nunca más. Ella sabía que a su madre no la hacía gracia porque al fin y al cabo, era su padre.

En cambio a Puck le parecía bien que Quinn no quisiera saber nada de aquel capullo. Eso era algo que ambos compartían, tenían unos padres que eran unos imbéciles. Él tampoco quería saber nada del suyo desde que se había ido de su casa y había dejado a su madre sola y con dos hijos a su cargo. Pero en su opinión, lo peor que había hecho su padre fue volver años después arrastrándose y pidiendo dinero para el alquiler. Desde ese momento se prometió a sí mismo ser una persona mejor y más responsable, algo que había conseguido gracias al apoyo de su familia, amigos y las Fuerzas Aéreas.

"¿Cómo se lo ha tomado tu madre?" preguntó Puck mientras terminaba de preparar la comida.

"Ni bien ni mal" respondió Quinn terminando de poner la mesa, "dice que me entiende por lo que me hizo, pero que al fin y al cabo es mi padre y no debería perder el contacto con él" dijo, acercándose a la nevera y cogiendo un cerveza fría.

"¿Y que la contestastes?" preguntó él, sirviendo la comida en los platos.

"Que me daba igual, no quiero saber nada de él nunca más" respondió, sentándose en la mesa.

"Bueno, como ya he dicho, te apoyo en lo que decidas" dijo él sentándose en la silla libre.

"Lo sé, y te lo agradezco" dijo ella, inclinándose para besarlo.

"No tienes que agradecerlo nena, sabes que siempre voy a estar aquí para ayudarte" dijo él mientras se apartaban.

Cuando terminaron de comer, se sentaron en el sofá para descansar un rato. Los días de julio eran tan calurosos que no les apetecía hacer nada, sólo quedarse en casa con el aire acondicionado y tumbados en el sofá.

"Que calor hace" dijo Quinn, tumbada con la cabeza apoyada en las piernas de Puck.

"Coincido totalmente contigo en eso" dijo él asintiendo con la cabeza.

"Podríamos ir a la piscina municipal a darnos un baño" propuso ella, girando la cabeza para poder mirarlo a los ojos.

"Es una buena idea, pero seguro que está totalmente llena" dijo él mirándola, "me da un poco de pereza" dijo.

"A ti todo te da pereza Puck" dijo ella levantándose. "Entonces, ¿qué podemos hacer?" preguntó.

"Podríamos quedarnos aquí y darnos nosotros un ducha fría" dijo él poniéndose de pie frente a ella.

"¿Enserio te apetece sexo con este calor?" preguntó ella levantando una ceja.

"Nena, tu sabes que a mi me dan igual las condiciones cuando se trata de hacer el amor con mi chica" respondió él defendiéndose, agarrando de la cintura y trayéndola más cerca de él, "parece mentira que aún no me conozcas" dijo, acercándose a ella y besándola. "Además, quiero aprovechar estos últimos par de días que me quedan aquí antes de irme a Carolina del Norte".

"Es verdad, se me había olvidado" dijo ella, "no creo que pueda aguantar mucho tiempo sin ti" dijo con una mueca.

"Tranquila, van a ser un par de meses. Se van a pasar volando, ya verás" dijo él. "Además, te recuerdo que estuvimos manteniendo una relación a larga distancia durante tres años y ahora, aquí estamos".

"Tienes razón" dijo ella, acercándose a él y besándolo en los labios, "vamos a aprovechar estos días al máximo" dijo, agarrándolo del brazo y llevándolo hacia el baño para disfrutar de una ducha fría. Al fin y al acabo, hay que ahorrar agua ¿no?


"Bueno chicos, quiero que el jueves me traigáis preparado por parejas una escena de alguna obra de teatro o película que os guste y la representéis" dijo Quinn cuando su clase de interpretación había acabado.

"Vale" dijeron sus alumnos al mismo tiempo.

Llevaba dando clases de interpretación, y eventualmente de canto, en la Escuela de Artes de Dayton durante un año y la encantaba. Sus chicos eran muy agradables y sus compañeros de trabajo también. Obviamente se llevaba mejor con unos que con otros, como en todos lados, pero se aguantaba. Además, no la pagaban mal, y en estos tiempos, el dinero era una de las cosas más importantes para poder vivir.

Cuando salió del salón y se dirigió al vestíbulo, Sophie, una de sus compañeras, la estaba esperando para tomar un café. Ella daba clases de ballet. Era una de las mejores bailarinas del estado de Ohio, aunque para Quinn, la mejor bailarina siempre sería Brittany S. Pierce.

"Hola" Sophie la saludó, "¿estás lista?" preguntó.

"Si, vamos" respondió Quinn. Salieron del estudio y se dirigieron a la cafetería más cercana.

Cuando entraron, pidieron un té helado cada una y se sentaron en una mesa.

"¿Qué tal te van las clases?" preguntó Sophie una vez que se sentaron.

"Bien, aunque dar clases con este calor es un horror" respondió Quinn, dando un trago al té.

"Totalmente de acuerdo contigo" dijo Sophie. "Estoy deseando que empiecen ya mis vacaciones y poder irme a Los Ángeles unos días con mis padres".

"Yo también quiero vacaciones ya, aunque no sé que voy a hacer sola" dijo Quinn mirando su vaso.

"Puedes aprovecharlo para dedicarte a ti misma" dijo Sophie animándola un poco.

"Sí. Creo que me iré un par de semanas a Lima a visitar a mi madre y a mi suegra" dijo Quinn.

En realidad no la apetecía mucho ir a Lima, pero prefería eso a quedarse en Dayton sin poder hacer absolutamente nada. Aprovecharía también para visitar al Sr. Schu y a la Srta. Pillsbury, que hacía mucho tiempo que no hablaba con ellos. Y, aunque no la apetecía mucho ir, si se organizaba podrían ser unas buenas vacaciones.


"Así que has decidido ir a Lima" dijo Puck a través del móvil.

"Si" dijo Quinn mientras guardaba algunas camisetas en el armario. "Hace mucho que no voy por allí y creo que ya va siendo hora".

"Tienes razón" dijo Puck, "y, ¿me has echado de menos?" preguntó.

"Cariño, tú sabes que cuando te vas siempre te echo de menos, aunque intente no hacerlo" respondió Quinn sentándose en la cama.

"Ya lo sabía" dijo Puck riendo, "¿estás aburrida, no?" preguntó.

"Mucho" respondió Quinn, "acabo de terminar la última lavadora y sólo son las seis y media de la tarde" dijo Quinn tumbándose.

"Yo hoy he tenido un día muy duro" dijo Puck pasándose la mano por su pelo corto, "me he levantado a las seis de la mañana y no he parado desde entonces" dijo con voz cansada. "De hecho, mi descanso acaba dentro de cinco minutos" dijo.

"¡Puf! Que horror" dijo Quinn, "ahora si que no me arrepiento de no poder hacer nada" dijo ella con una pequeña sonrisa.

"Ja, ja" dijo Puck con un tono sarcástico en su voz.

"Era una broma" dijo Quinn con una sonrisa en la cara. "Ya sólo quedan seis semanas para que vuelvas".

"Lo sé, pero me da rabia haberme perdido las vacaciones contigo" dijo en un tono triste. "Podríamos haber ido a la playa unas semanas o haber ido a algún sitio interesante en vez de que tú estuvieses en Dayton sola y yo en Carolina del Norte deseando pegarle una bofetada a mi instructor" dijo en un tono serio.

"Tranquilo" dijo Quinn, intentado que se relajase, "cuando vuelvas te prometo que te quitaré todo el estrés acumulado" dijo ella en un tono más sexy.

"Dios, nena, no puedes decirme esas cosas justo cuando estoy a punto de hacer una prueba importante" dijo él.

"Pero es cierto" dijo ella, "te echo de menos en todos los aspectos".

"Mmm, yo también te echo de menos en todos los aspectos" dijo él, "pero ahora me tengo que ir antes de que un oficial venga a buscarme y me lleve por las malas" dijo. "Te quiero mucho nena".

"Yo también te quiero Puck" dijo Quinn antes de colgar el móvil.

Después de hablar con Puck, se dio una ducha e hizo la maleta para salir mañana hacia Lima. Ya había hablado con su madre y, obviamente, estaba bienvenida a su antigua casa. Esa noche, cenó pronto y se acostó pronto, aunque no pudo dormir bien porque echaba de menos a Puck.


Después de una hora en coche, por fin llegó a su antigua casa en Lima. Aparcó en la entrada, se bajó del coche y cogió la pequeña maleta que había preparado el día anterior. Cuando llegó a la puerta principal no la hizo falta llamar al timbre, su madre la estaba esperando allí con una gran sonrisa en la cara.

"Quinnie" dijo Judy mientras la abrazaba, "me alegro de verte cariño".

"Yo también me alegro de verte, mamá" dijo Quinn, devolviéndola el abrazo.

"Pasa cielo" dijo Judy.

"Gracias".

"Y, ¿qué tal el viaje?" preguntó Judy mientras entraba en el salón con Quinn siguiéndola.

"Bien" respondió Quinn sentándose en el sofá, "la verdad es que es una ventaja vivir en Dayton porque Lima está a tan solo una hora en coche" dijo.

"Me alegro que no halla sido incómodo" dijo Judy. "Por cierto, esta noche vamos a cenar fuera porque quiero que conozcas a una persona" dijo.

"¿Quién?" preguntó Quinn, rezando para que su madre no la hubiera hecho una emboscada y esa persona fuese su padre.

"Ya lo verás esta noche" dijo Judy con un tono de misterio. "Por cierto, ¿qué tal está Noah?" preguntó mientras se dirigía a la cocina.

"Bien, ahora está en la base de Carolina del Norte haciendo una pruebas" respondió Quinn, siguiendo a su madre a la cocina.

"¿Y cuánto tiempo tiene que estar allí?" preguntó, cogiendo limonada de la nevera y sirviéndola en un par de vasos.

"Vuelve en seis semanas" dijo Quinn, aceptando el vaso de limonada.

"¿Y aquí en Lima cuánto vas a estar?" preguntó Judy.

"Había pensado que un par de semanas" respondió Quinn, "si no te importa" dijo.

"Cariño, ¿cómo me va a importar?" dijo Judy, "eres mi hija, puedes quedarte aquí el tiempo que quieras" dijo con una sonrisa.

"Gracias" dijo, devolviéndola la sonrisa. "También voy a ir a visitar a Ruth y a Sarah, que hace mucho que no las veo" dijo.

"Me parece bien" dijo Judy, "un día podrías invitarlas a comer o a cenar".

"Sí" dijo Quinn.

En realidad si la apetecía ver a Ruth y Sarah Puckerman. Cuando estaba embaraza de Beth y tuvo que mudarse a su casa, no se llevaba muy bien con Ruth, pero desde que ella y Puck habían mantenido una relación estable durante cuatro años, su relación había cambiado y la señora Puckerman había aprendido a aceptarla, aunque aun no estuviese convencida de que su hijo saliese con una chica cristiana. En cambio, la relación que mantenía con Sarah era diferente. Siempre la había impresionado que, a pesar de ser la hermana de Puck, era diferentes. Sarah era bastante más responsable y educada, pero era igual de bruta que su hermano, sobretodo con las palabras. Su relación era diferente porque a Sarah siempre la hubiera gustado tener una hermana mayor antes que un hermano, algo que más o menos había conseguido con Quinn.


"¡Quinn!" gritó Sarah cuando abrió la puerta y se encontró a su cuñada allí de pie, "¿qué haces aquí?" preguntó mientras la abrazaba.

"He venido a pasar una par de semanas con mi madre y, de paso, aprovecho para visitaros" dijo Quinn mientras entraba en casa de los Puckerman. "¿Está tu madre en casa?" preguntó, entrando en el salón.

"No, ha ido a visitar a una amiga" respondió Sarah, "¿y dónde está el idiota de mi hermano?" preguntó.

"No le llames eso" dijo Quinn defendiendo a su novio, "y está en Carolina del Norte" respondió a su pregunta.

"¿Otra vez?" dijo, "mira que son pesados los del ejército" dijo.

"Ya" dijo Quinn totalmente de acuerdo, "¿Y tú qué tal?" preguntó, "¿quieres contarme algo que yo no sepa?" preguntó con curiosidad. Sarah Puckerman tenía un don para enterarse de las cosas que todavía seguía impresionando a Quinn a pesar de que la conocía desde hacía años.

"No, nada interesante" dijo, aunque en realidad si que tenía algo interesante que quería contarle.

"Venga, no me creo que tú, Sarah Puckerman, no tengas nada que contarme" dijo Quinn, mirándola fijamente.

"Bueno vale" dijo Sarah, acercándose a ella, "estoy saliendo con alguien" dijo, agachando la cabeza por la vergüenza.

"¡¿Qué?!" gritó Quinn, "¿y quiénes?, ¿cuánto tiempo lleváis?, ¿es guapo?" pregunto Quinn.

"Las preguntas de una en una por favor" suplicó Sarah. "Se llama Lucas, tiene mi misma edad, llevamos saliendo a penas un mes, y sí, es muy guapo" dijo con una gran sonrisa.

"Dios mío Sarah, me alegro mucho por ti" dijo Quinn abrazándola, "¿y tu madre lo sabe?" preguntó.

"Si, pero Noah no, y te pido por favor que no se lo digas" suplicó, "no quiero que se convierta en el típico hermano protector y pesado" dijo Sarah, "aunque ya lo sea" dijo con una mueca.

"Tranquila, no se lo diré" prometió Quinn. "Cuéntame más de él" pidió Quinn.

Así, Quinn y Sarah estuvieron toda la tarde hablando de cosas de chicas, tal y como le gustaba hacer a Sarah. Le contó cómo se conocieron, cómo la pidió salir y muchas más cosas. Lo que la preocupaba a Quinn era cómo se lo tomaría Puck cuando se enterase. Obviamente ella había prometido a Sarah que no le diría nada, y no lo haría, pero tendría que llegar el momento en el que se tendría que enterar.


"Siento llegar tarde, Sarah y yo nos hemos entretenido hablando" se disculpó Quinn cuando llegó al restaurante donde había quedado con su madre para la cena.

"No pasa nada" dijo Judy, "él aún no ha llegado" dijo.

"¿Él?" preguntó Quinn con curiosidad, "mamá, ¿con quién vamos a cenar esta noche?" preguntó.

"Ahora lo conocerás, viene por allí" dijo Judy emocionada, señalando a un hombre a lo lejos.

Quinn se giró y lo vio. Era alto y fuerte, llevaba una bonita camiseta color azul cielo, unos pantalones chinos y unos bonitos zapatos color marrón. Físicamente era atractivo, a pesar de su edad, ya que debía tener más de cincuenta años. Tenía el pelo canoso y unos bonitos ojos azules.

"Hola Judy" saludó el hombre. "Y tú debes ser Quinn" dijo, acercándose a ella y dándola dos besos. "Es un placer conocerte por fin, he oído hablar mucho de ti" dijo educadamente.

"También es un placer conocerte" dijo Quinn, devolviéndole el saludo, "aunque yo no halla oído hablar de ti".

"Cariño, este es Parker" dijo Judy presentando al hombre, "es mi pareja".

"Ah" dijo Quinn sorprendida. "No sabía que tenías pareja" dijo Quinn mirando a su madre. "¿Cuánto lleváis saliendo?" preguntó con curiosidad.

"Cuatro meses" respondió Judy con una sonrisa, mirando a Parker, "nos conocimos en el crucero vinatero, empezamos a hablar y, bueno, aquí estamos" dijo.

"Si, tu madre es increíble" dijo Parker besando a Judy en la mejilla.

"Lo sé" dijo Quinn riendo. Se alegraba de que por fin su madre hubiese encontrado alguien después de haber tenido que soportar a su padre. Deseaba que Parker la hiciese muy feliz durante mucho tiempo.

"Bueno, ¿quién tiene hambre?" preguntó Parker mientras se acercaba a abrir la puerta del restaurante.

Cuando entraron en el restaurante, se sentaron en una mesa para tres y comenzaron a charlar tranquilamente. Quinn empezó a conocer más a aquel hombre que le había robado el corazón a su madre. Parker Johnson había sido oficial del Cuerpo de los Marines, se retiró del cuerpo cuando sufrió un accidente. Era viudo, su mujer había muerto en un accidente de coche hacía ya más de diez años y no habían podido tener hijos.

"¿Y tú Quinn?, cuéntame algo" preguntó Parker.

"Vivo en Dayton con mi novio, Noah Puckerman, trabajo en una escuela de artes como profesora de teatro y, de vez en cuando, de canto" respondió Quinn terminado su ensalada.

"Y tu novio, ¿no está hoy aquí?" preguntó Parker.

"No, está en Carolina del Norte por trabajo" respondió Quinn.

"¿A qué se dedica?" preguntó.

"Fuerzas Aéreas" respondió Quinn.

"Ah, ¿y cuándo está de vuelta?" preguntó, "me encantaría conocerlo" dijo con una sonrisa, " al fin y al cabo, trabajamos en algo parecido, aunque no tenga nada que ver".

"Bueno, hasta dentro de seis semanas no vuelve así que..." dijo Quinn.

"No importa, cuando se pueda" dijo Parker.

Así pasaron toda la noche, Quinn lo conoció un poco más y él a ella. Cuando llegaron a casa, Quinn miró el teléfono y vio varias llamadas perdidas de Puck, así que, después de ponerse más cómoda, le volvió a llamar.

"Hola nena" dijo Puck al otro lado del móvil, "¿cómo estás?" preguntó, "te he llamado antes pero no contestabas" dijo.

"Estoy bien, estaba cenando con mi madre y su nuevo novio" dijo Quinn.

"Espera, ¿has dicho que tu madre tiene un nuevo novio?" preguntó punk confundo.

"Si, se llama Parker, tiene cincuenta y ocho años, y es un encanto, todo lo contrario a lo que es mi padre" dijo Quinn con entusiasmo. "Y, además, quiere conocerte" dijo.

"¿Por qué quiere conocerme?" preguntó Puck.

"Porque es un ex-marine, y le he dicho que tú trabajas en las Fuerzas Aéreas" dijo Quinn.

"Bueno, cuando vuelva, podemos organizar una quedada un fin de semana y así, poder conocerle" dijo Puck, "seguro que me cae mejor que tu padre" dijo con una sonrisa.

"Es una buena idea" dijo Quinn, "¿qué tal las pruebas?" preguntó.

"Bien, un poco duras, pero bien" dijo Puck, "¿qué tal están mi madre y mi hermana?" preguntó.

"A tu madre no la he visto, pero tu hermana está perfectamente. Ha aprobado todas las asignaturas y, sigue pensando que eres un idiota" dijo Quinn.

"¿Si?, pues dila que este idiota está orgulloso de ser como es" dijo, con un tono serio en su voz.

"Tranquilo, yo he salido en tu defensa" dijo Quinn riendo.

"Gracias nena" dijo Puck, "te echo de menos" dijo con un puchero.

"Yo también a ti" dijo Quinn, también con un puchero, "pero ya verás como estas semanas se van a pasar muy rápido".

"Yo espero eso" dijo Puck, "no aguanto este infierno ni un minuto más" dijo.

"Pues tienes que ser positivo porque te quedan unas cuantas semanas" dijo Quinn.

"Lo sé" dijo Puck, "estoy deseando verte".

"Yo también Puck" dijo con una voz sensual.

"Nena, ¿crees que hay alguna posibilidad de tener sexo telefónico esta noche?" preguntó Puck.

"Podemos intentarlo" dijo Quinn.

"Dios, como te amo" dijo Puck.

"Yo también te amo" dijo Quinn.

Después de unas horas disfrutando del mejor sexo telefónico que habían tenido, ambos se fueron a dormir. Y así, un día más términos, lo que significaba que un día menos para que se vieran.

A/N Espero que os halla gustado a todos/as. Por favor, comentarios, los acepto positivos y negativos.