Ejem, he aquí una nueva historia que llevaba bastante tiempo pensando en escribir... La verdad es que se me ocurrió mientras escuchaba una canción de Three Days Grace, que por cierto, tiene el mismo nombre que el título de este fic (¿casualidad? No lo creo...).
ADVERTENCIAS: Os recuerdo que esto es un A/U. También debería mencionar que lo parezca al principio o no, esto se acabará convirtiendo en sonadow, así que ya sabéis que hacer si no os gusta... Supongo que a lo largo de la historia irán surgiendo más parejas, pero serán definitivamente secundarias.
Por supuesto, antes de empezar, creo que es evidente que Sonic y sus personajes no me pertenecen a mí sino a Sega.
Y sin más que decir... ¡Qué comience la acción!:
CAPÍTULO 1
Castigos, caramelos y erizos emos
Dejando que su lengua se pasease inadvertidamente sobre su labio partido, e intentando contener una mueca de desagrado al saborear el regusto salado a sangre, Sonic le dirigió una mirada de reojo al erizo negro con vetas rojizas que descansaba sentado en una silla a su lado con la piernas y los brazos cruzados, rezumando odio por todos y cada uno de sus poros.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus facciones, a sabiendas de que lo que estaba a punto de hacer era un movimiento arriesgado y peligroso, aunque demasiado tentador como para escuchar las advertencias que su sentido común trataba de imponerle por su propia seguridad.
—Oye, Shadow…
Las orejitas del aludido se crisparon, aunque no hubo contestación ni muestra alguna de que el erizo negro estuviese interesado en lo que sea que el otro tenía que decirle. Sin embargo, Sonic ya se lo esperaba, así que simplemente entrecerró los ojos y permitió que su sonrisa se ensanchase. En circunstancias normales, no le habría gustado para nada ser ignorado de una manera tan evidente, pero que el erizo veteado le pusiese las cosas difíciles solo hacía que molestarle le resultase aún más divertido.
—Shadooow —canturreó Sonic.
Por toda respuesta, el otro simplemente se acomodó en la silla sin dignarse siquiera a levantar la mirada. Pero no importaba, porque Sonic tenía clarísimo que tarde o temprano, Shadow acabaría picando el anzuelo…
—Hey, Shadow, te estoy hablando.
Un suspiro aburrido y después silencio. Al parecer, el erizo de ojos verdes iba a tener que esforzarse un poco más si quería obtener algún tipo de reacción por parte de su estoico compañero.
—¿Sabes? Es de mala educación no contestar cuando se te habla…
Aún nada.
—Shadow… ShadowShadowShadowShadowShadowSh-.
—¡¿Qué?! —le espetó el otro finalmente sin poder contenerse.
Sonic casi se asustó cuando Shadow se volvió bruscamente hacia él, tratando de fulminarle con sus intensos y furibundos ojos rojos. Casi.
—Oh, no es nada importante —replicó el erizo azul casualmente, entrelazando las manos sobre su regazo y entrechocando inocentemente los pulgares—. Solo me preguntaba si eso de llevar eyeliner rojo es cosa de emos, o si simplemente tienes algún tipo de fetiche extraño con…
Shadow ni siquiera le dejó terminar la frase. Incorporándose de la silla a toda velocidad, la reacción del erizo negro fue inmediata para deleite de Sonic.
—¡Yo no llevo maquillaje, grandísimo idiota! ¡Solo es…!
El picaporte de la puerta del despacho se movió, y Shadow volvió a sentarse en la silla tan rápido como se había levantado, no sin antes dirigirle a Sonic, el cual le observaba divertido tratando de contener la risa, una mirada cargada de puro desprecio.
Por fin la puerta se abrió lentamente y entró la directora Vanilla, una adorable conejita color crema cargada de dulzura e instintos maternales, demasiado buena como para controlar eficazmente a los ingobernables estudiantes que residían en la institución. Así que dirigiéndoles una mirada de reproche a ambos erizos, la directora se sentó en el sillón de cuero rojizo que reposaba tras la mesa de su despacho para poder enfrentarles cara a cara.
—Que voy a hacer con vosotros, chicos… —suspiró Vanilla, sacando un cuenco rebosante de caramelos de uno de los cajones de su escritorio y ofrenciéndoles uno a cada erizo (Sonic aceptó de buena gana la ofrenda y se llevó un caramelo de naranja a la boca, mientras que Shadow cogió reluctante uno cualquiera y se lo guardó en el bolsillo de su cazadora de cuero negra)—. Apenas acabamos de empezar el curso, y ya os estáis metiendo en problemas. ¿Es qué no ves como tienes el labio, Sonic?
Por toda respuesta, el erizo se encogió inocentemente de hombros.
—¿Y tu ojo, Shadow? Estoy segura de que acabará saliéndote un moratón…
Shadow se llevó una mano a la cara instintivamente, pero a diferencia de Sonic, fue un poco más precavido y se abstuvo de comentar nada.
—Lo siento, Vanilla, no lo volveremos a hacer y…
—No, Sonic. Estoy harta de excusas baratas y de promesas vacías. El año pasado vinisteis a mi despacho por este mismo motivo más veces que nadie. Tenéis que daros cuenta de que ya no sois unos críos. Es más, el año que viene pasaréis a la universidad… O al menos deberíais pasar, porque si esto sigue así, tendré que dejar de poneros faltas leves y empezar con las graves.
Sonic se tensó de golpe, y pudo sentir que junto a él, a Shadow tampoco parecían haberle hecho mucha gracia las palabras de Vanilla. Normalmente, la directora de carácter blando y afable, era fácil de manipular, pero esta vez parecía ir en serio, y es que cuando llegabas a tres faltas graves eras expulsado del centro automáticamente.
—¡Pero eso no es justo! —se quejó Sonic, aunque al ver como Vanilla fruncía peligrosamente el ceño, el erizo trató de rectificar rápidamente su repuesta—. Ems… Quiero decir que no se volverá repetir, y que por favor nos des una última oportunidad para poder demostrarte que esta vez vamos en serio.
Shadow, el cual había permanecido en silencio hasta ese mismo momento, enarcó una ceja con curiosidad mientras escuchaba las súplicas de Sonic y esperaba atentamente la respuesta de la directora. De todos modos y aunque Vanilla pareciese haberse impuesto a sí misma el propósito de ser más estricta con los alumnos, era obvio lo que iba a suceder… Unos segundos cargados de tensión pasaron, y finalmente la coneja soltó un suspiro resignado.
—De acuerdo —cedió—. Pero que no vuelva a suceder.
—No, claro que no —contestó Sonic negando distraídamente con la cabeza y levantándose apresuradamente de la silla, con intención de ponerse la chaqueta y desaparecer de la habitación cuanto antes. Ciertamente, no parecía demasiado arrepentido…
—Siéntate, Sonic, aún no hemos terminado de hablar —le ordenó Vanilla, aunque con un tono de voz menos autoritario de lo que pretendía.
Parpadeando sorprendido, el erizo azul obedeció.
—Así me gusta. Como iba diciendo, habéis pasado juntos por mi despacho tantas veces que ya casi he perdido la cuenta, y es que soy incapaz de comprender como dos chicos tan, tan… encantadores a su manera como vosotros, podéis llevaros tan mal. Mi teoría es que ni siquiera habéis hecho el esfuerzo de intentar mantener una conversación normal o tratar de llevaros razonablemente bien; y es por eso que he decidió imponeros un pequeño castigo, que de seguro os ayudará a comprenderos mutuamente un poquito mejor.
Shadow apretó la mandíbula temiéndose lo peor, y Sonic hizo una mueca abriendo y cerrando la boca repetidas veces sin saber bien que decir (cosa muy extraña en él, ya que en opinión de Shadow, el erizo azul no podría cerrar la boca ni aunque su propia vida dependiese de ello).
—Lo que he decidido, es que ambos tenéis que conoceros y pasar más tiempo juntos para aprender a convivir, y para ello, debéis entregarme un ensayo de al menos dos mil palabras sobre la vida y los gustos del otro.
—¡¿Cómo?! —exclamaron a la vez ambos erizos horrorizados.
Vanilla sonrió divertida ante su reacción, aunque trató de disimularlo simulando un ataque de tos.
—Ya me habéis oído, y lo quiero para dentro de dos semanas como máximo, así que más os vale ir empezando, y por supuesto, no os molestéis en tratar de hacer trampas o me daré cuenta y será peor… ¡Oh! Y eso no es todo, a partir de ahora y durante el próximo mes, tendréis que donar una hora de vuestro valioso tiempo libre para ayudar a limpiar el campus todas las tardes.
Sonic masculló algo ininteligible, mientras que Shadow asintió de mala gana.
—Y ahora que ya os habéis perdido más de la mitad del discurso de bienvenida anual, supongo que podéis ir a mirar las listas para saber la habitación en la que os ha tocado y desempaquetar el equipaje…
—Sí, sí, es una pena, pero que se le va a hacer… —contestó Sonic sin molestarse en disimular su alegría. El discurso anual que daba la bienvenida a los alumnos de primer año y que todos tenían que tragarse, era un auténtico coñazo, y algo bueno tenía que tener eso de acabar sermoneados en el despacho de la directora…
Nada más salir de la habitación, ambos erizos emprendieron el silencioso e incómodo camino de vuelta que tantas veces habían recorrido durante el curso pasado y que ahora tenían completamente memorizado, bajando rápidamente todas las escaleras del edificio donde se impartían la mayoría de las clases, hasta llegar a la primera planta y casi abalanzarse sobre la enorme puerta de salida que parecía resplandecer con luces celestiales. Al parecer, el karma había querido que los dos echasen un buen culo a base de subir y bajar escaleras, debido a que algún arquitecto con muy mala leche había tenido la brillante idea de colocar Dirección en la parte más alta del edificio… Casi se te pasaban las ganas de saltarte las normas con tal de ahorrarte el paseo.
En cuanto salieron al enorme campus de la escuela-internado y pudieron respirar por fin el aire fresco de la mañana, Sonic decidió que lo mejor sería acabar con esto cuanto antes. Sin poder evitarlo, sus ojos se desviaron hacia Shadow disimuladamente. Francamente, no sabía de dónde procedía su aversión hacia el erizo negro, pero de algún modo u otro no podía soportarle; era como un acto reflejo o algo así… Aunque Sonic estaría dispuesto a apostar su cola a que tenía algo que ver con aquella actitud engreída que tanto le molestaba, o quizás con aquella aura de superioridad y frialdad que siempre parecía rodear al otro (además de que era tan, pero taaan emo…).
—Oye, Shadow…
Esa mañana, la pelea entre ambos debía de haber empezado por una estupidez tan insignificante, que Sonic ni siquiera era capaz de recordar que la había provocado. Estaba seguro de que Amy había tenido algo que ver con alguno de sus irritantes comentarios tentando a la poca paciencia de Shadow, y obligando al erizo azul a meterse entre medias para defender a la eriza. Muy en el fondo, Sonic debía admitir que comprendía un poco los arranques asesinos del erizo emo, y es que a veces, Amy podía llegar a ser extremadamente molesta; pero aún así, no merecía que la dejasen estampada contra alguna pared cual mosquita muerta…
De todos modos, que ambos peleasen al menos dos o tres veces por semana no era nada raro. Su relación se basaba prácticamente en eso; uno decía algo (Sonic la mayoría de las veces…), el otro respondía, o bien con un comentario igual de sagaz, o si la situación lo requería, con un puñetazo bien dirigido, y apenas un par de segundos después, ambos se encontraban rodando por el suelo y tratando de arrancarse las cabezas mutuamente.
—He pensado que deberíamos ir al grano, así que, ¿cuándo te parece bien que quedemos para…?
—Nunca —le interrumpió el erizo negro con sequedad, dándose la vuelta y echando a caminar dignamente en dirección contraria hacia el pequeño edificio de secretaría, donde se encontraban las listas colgadas con las habitaciones que les serían asignadas a cada estudiante y a su compañero durante el resto del curso.
Observando atónito como Shadow realmente le estaba dejando plantado con las palabras en la boca, Sonic apretó los puños y concentró toda su fuerza de voluntad en fingir una sonrisa amable que fuese creíble, antes de echar a correr tras el erizo de vetas rojizas pisoteando descuidadamente el verde césped cortado al milímetro donde muchas veces los estudiantes se tumbaban, hacían picnics o simplemente pasaban el rato.
—Espera un momento, Shadow, tú y yo tenemos que hablar —le pidió el erizo azul, cuyos ojos verdes brillaban coléricos tras una máscara de fingida tranquilidad y despreocupación, alargando un brazo para sujetar el hombro del otro con más fuerza de la estrictamente necesaria.
Parándose en seco, Shadow le dirigió una única y penetrante mirada asesina, antes de sacudirse la mano de encima y seguir caminando sin mediar palabra. Al parecer, no creía que Sonic fuese lo suficientemente importante como para perder su tiempo dialogando con él, y eso enfurecía al erizo azul todavía más.
—Te he dicho que esperes.
—No voy a quedar contigo.
—Pero el trabajo…
—Me da igual. Tener que ver tu cara en clase por las mañanas ya es más que suficiente para mí, así que espero que no pienses que voy a dedicarte mis tardes también. —Sonic resopló irritado al escuchar las palabras del erizo negro. En su opinión, Shadow estaba siendo absurdamente irrazonable…
Ante ambos erizos se alzaba el enorme gimnasio del campus, vacío y solitario al igual que el resto de la institución, debido a que los alumnos seguían todavía en la sala de conferencias escuchando el aburrido discurso.
—¿Se puede saber por qué me odias tanto? ¿Qué te he hecho ahora? —le espetó Sonic de repente, parándose de golpe y cansado de perseguir al otro. Aunque al ver cómo Shadow se daba la vuelta de nuevo y abría la boca para responder, Sonic negó rápidamente con la cabeza temiendo la respuesta del erizo—. ¿Sabes qué? Creo que prefiero no saberlo… De todos modos, no quiero que me expulsen por tú culpa, y estoy seguro de que tu tampoco, así que vamos a tener que colaborar y hacer el trabajo juntos, quieras o no… Además, ¿qué plan puede ser más divertido que pasar una tarde conmigo?
El erizo veteado le escrutó con la mirada de arriba abajo, antes de chasquear la lengua con evidente irritación.
—Cualquiera.
Vale. Quizás las cosas no estaban yendo tal y como Sonic había planeado, ¿pero cuándo salían las cosas tal cual lo previsto tratándose de alguien como Shadow? ¿Y quién podría culparle si el erizo azul estaba comenzando a cansarse de su actitud amargada? De hecho, ¿quién se creía que era el gilipollas ese para menospreciarle de esta manera? Sin embargo, Sonic se obligó a relajarse y a contar mentalmente hasta diez, antes de hacer nada precipitado que de seguro volvería a meterles en problemas.
—Venga ya, Shadow… Estoy seguro de que podrás hacerme un hueco en tu apretada agenda y dejar eso de cortarte las venas o invocar al demonio con tu música satánica para cualquier otro momento —sonrió Sonic, orgulloso ante su elocuente comentario.
—Vaya, debo admitir que me has impresionado, no sabía que tu cerebro fuese capaz de procesar tal cantidad de palabras seguidas sin sobrecalentarse y explotar.
Por primera vez ese día, Sonic frunció el ceño. Odiaba cuando Shadow se metía con su inteligencia. ¿Y qué si el erizo veteado sacaba mejores notas que él? Eso no demostraba absolutamente nada… ¿verdad?
—No todos tenemos una enciclopedia metida en la cabeza…
—En tu caso, parece ser que cerebro tampoco.
—Cállate, emo.
Esta vez fue a Shadow al que le tocó sonreír, aunque no fue una sonrisa amable o divertida…
—¿Qué me has llamado? —le preguntó, tratando de que no se le notase demasiado el tic nervioso que parecía haberse apoderado durante unos instantes de su ojo derecho.
Aunque brevemente, Sonic debatió consigo mismo si de verdad merecería la pena contestar y empezar otra pelea, dada su delicada situación actual… Una sonrisa desafiante se apoderó de las comisuras de sus labios sin remedio. Sip. Desde luego que merecería la pena con tal de demostrarle a aquel idiota quién mandaba allí.
—Emo —respondió Sonic, asegurándose de enfatizar bien la palabra para que resultase aún más insultante.
Un segundo fue lo que tardó Shadow en reaccionar, y un segundo fue lo que tardó Sonic en deducir que algo andaba mal, cuando de pronto se encontró a sí mismo siendo arrastrado hacía uno de los laterales del gimnasio que quedaban menos a la vista, y estampado bruscamente contra la pared mientras una mano le sujetaba firmemente por el cuello sin ningún ápice de vacilación aparente.
Así que jadeando en busca de aire a causa del inesperado golpe y soltando un gruñido de advertencia mientras su mirada se cruzaba con los llameantes ojos rojos de Shadow, Sonic sujetó con ambas manos el brazo del erizo negro que estaba comenzando a asfixiarle lentamente y se revolvió incómodo tratando de apartar a su agresor de una patada. Pero los intentos por escapar del erizo azul se vieron frustrados cuando el otro adivinó sus intenciones y se acercó más a él para evitarlo, colocando una pierna estratégicamente entre las suyas y ejerciendo aún más presión sobre su garganta.
Un escalofrío, que por suerte pasó inadvertido para Shadow, recorrió la espina dorsal de Sonic cuando una de las piernas del erizo vetado rozó sin querer su entrepierna, y sus orejitas azules se tensaron cuando el aliento cálido del otro les hizo cosquillas.
—Si vuelves a llamarme emo una sola vez más, te aseguro que no seré yo el que acabe desangrado por cortarse las venas —le susurró Shadow fríamente—. Recuerda que de la cárcel se sale, pero del cementerio no.
Adivinando que tenía todas las de perder, esta vez Sonic resistió la tentación de responder al otro con una de sus ingeniosas "observaciones" y guardó silencio, permitiendo que el erizo veteado le liberase al fin y se marchase tranquilamente sin volver la vista atrás ni una sola vez. Desde luego, Shadow era todo un gilipollas cuando quería… un gilipollas realmente siniestro.
Sonic apoyó las manos contra la pared para ayudarse a mantener el equilibrio y se maldijo en voz baja por haberse dejado pillar desprevenido. Sinceramente, no sabía que había hecho ahora para cabrear tanto al erizo negro, teniendo en cuenta que no era la primera vez que le acusaba de ser un emo amargado…
De repente, el erizo se sobresaltó cuando el sonido de una voz burlona le sacó de sus pensamientos.
—Vaya, vaya, Sonic. ¿Otra vez metiéndote en líos con Shadow? Si te soy sincera, estoy empezando a pensar que tienes unas tendencias masoquistas un tanto preocupantes…
Alzando la vista, Sonic observó como una murciélago de pelaje blanco como la nieve saltaba desde el tejado del gimnasio y aterrizaba grácilmente en el suelo gracias a la ayuda de sus alas púrpuras.
—Hola a ti también, Rouge —saludó el erizo con desgana. Tenía el presentimiento de que hoy iba a ser un día horriblemente largo…
Bueno, pues hasta aquí el primer capítulo...
Creo que no hace falta que os recuerde que escribir un fic requiere tiempo, motivación e inspiración, ¿y sabéis qué es lo que más me inspira y me motiva a mí a la hora de escribir? ¡Los reviews! En serio, chicos, me sería de gran ayuda saber lo que opináis con respecto a la historia, así que no dudéis en dejarme un comentario, y yo os prometo que trataré de actualizar lo antes que pueda C: